lunes, 22 de junio de 2020

245. LA VENGANZA DEL CONDE CRISTIANO


245. LA VENGANZA DEL CONDE CRISTIANO (SIGLO XI. BARBASTRO)

245. LA VENGANZA DEL CONDE CRISTIANO (SIGLO XI. BARBASTRO)


Narra un historiador árabe que, pasado un tiempo de la reconquista de Barbastro por las tropas cristianas, llegó a la ciudad un comerciante judío con la misión de rescatar de su cautiverio a las dos hijas de un notable musulmán que había podido escapar a duras penas de la matanza.

Se presentó el judío en la casa que fuera de este notable, donde vivía ahora un conde cristiano, encontrando a éste vestido lujosamente y sentado en el mismo sitio que antes ocupara el antiguo dueño moro de la casa, con las hermosas muchachas dócilmente sentadas a su lado. Nada se había cambiado en la mansión: se mantenía intacta la misma disposición de los muebles y de los ornamentos, el ambiente y la atmósfera parecían idénticos. Solamente el dueño era otro.

Manifestó el comerciante judío su disposición a pagar cualquier precio al conde por el rescate de las cautivas, pero éste se negó rotundamente al trato, despreciando ostentosamente el «oro muy puro y las telas preciosas y originales» que aquél le ofrecía. El conde, dijo, poseía ya bastantes riquezas, pero afirmó que, aunque no las tuviera, no cambiaría a las muchachas por todo el oro del mundo, pues era su deseo vengarse por lo que en otro tiempo hicieron con las hijas de los cristianos los conquistadores árabes.

A una de las muchachas la había elegido el conde por su belleza como madre de sus hijos; a la otra, como cantora y tañedora de laúd. Como muestra de cuanto decía, llamó a esta última y le pidió que, tras templarlo, tañese el laúd y cantara con su hermosa voz en honor de su huésped. La muchacha, obediente, así lo hizo, mientras el conde enjugaba con un pañuelo de seda las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Durante un rato, que se hizo eterno, continuó la morica desgranando versos en una lengua que ni el cristiano ni el judío acertaban a comprender, mientras el conde seguía bebiendo copiosamente y manifestando su agrado por las canciones, aunque endurecidos su corazón y su mente por la sed de venganza.
Regresó el judío sin haber podido cumplir el encargo, mientras tres corazones que creían en otro Dios lloraban de soledad y separación.

[Turk, Afif, El Reino de Zaragoza en el siglo XI de Cristo..., págs. 94-95.]

244. EL AGUA DE TARAZONA


244. EL AGUA DE TARAZONA (SIGLO XI. TARAZONA)

244. EL AGUA DE TARAZONA (SIGLO XI. TARAZONA)


Un joven vaquero cristiano llevaba todos los días sus vacas a beber a la pequeña laguna de Añavieja, situada en la actual provincia de Soria, lugar en el que solía coincidir con una joven pastora de ovejas. Entre ambos surgió, cosa natural, el amor. Y no es nada extraño, por lo tanto, que Sebastián, el muchacho, quisiera obsequiar a la joven, regalándole un vaso tallado en hueso, una colodra, que él mismo había trabajado con mimo valiéndose de una navaja y del asta de una de sus vacas.

Un mal día, el zagal, no se sabe cómo, perdió su vacada y, apremiado por el miedo al amo y por la necesidad de ponerse a salvo, huyó hacia la ciudad de Tarazona, encontrando trabajo en la casa de un rico labrador mozárabe. Había cambiado el cayado por la azada con la que cultivaba las tierras de su nuevo señor.

Fue así como una mañana, cuando regaba las huertas de su amo con agua del Selcos, notó que algo, envuelto en una masa cenagosa, dificultaba el paso del agua. Cogió la azada para remover el barro y liberar al agua retenida y su sorpresa fue enorme cuando, en el fango que motivaba la obstrucción, apareció la colodra que había regalado a Justina, su amada. Aquel hecho venía a demostrar que el agua que manaba en el nacedero de San Juan venía directamente desde Añavieja, por debajo del imponente Moncayo.

Conocieron lo ocurrido las autoridades moras de Tarazona y, temiendo que si se enteraban de ello los castellanos pudieran cortar el agua a la ciudad, apresaron al muchacho y lo encerraron en la mazmorra. Podía ser tan grave aquello que decidieron enmudecer al zagal, de modo que el walí ordenó que fuera ahorcado.

Los mozárabes de Tarazona, enterados de lo ocurrido, promovieron grandes disturbios: la ciudad vivió días de una agitación que no dejó de crecer. Sólo volvieron las aguas a su cauce cuando Justina —tras solicitar audiencia al walí y tomando precauciones para que no le sucediera lo que a Sebastián— le amenazó con divulgar el origen de las aguas, pues ella conocía la verdad.
La valentía de la muchacha surtió efecto y el walí tomó medidas para congraciarse con los mozárabes, de modo que la paz volvió a la ciudad.

[Soria García, Miguel A., Tarazona y su comarca, mi tierra, págs. 221-222.]


estatua, Paco Martínez Soria, Tarazona



243. LOS MOZÁRABES DE ZARAGOZA, EXPULSADOS A EL BURGO

243. LOS MOZÁRABES DE ZARAGOZA, EXPULSADOS A EL BURGO
(SIGLOS X-XI. EL BURGO DE EBRO)

243. LOS MOZÁRABES DE ZARAGOZA, EXPULSADOS A EL BURGO  (SIGLOS X-XI. EL BURGO DE EBRO)


En Zaragoza —una de las principales ciudades con las que se encontraron los musulmanes al apoderarse de la Península Ibérica—, lo mismo que en otras muchas los cristianos que se quedaron tras la conquista habitaron en un barrio aparte y cerrado. Pues bien, en el barrio mozárabe zaragozano, ubicado en torno a la actual iglesia de San Miguel de los Navarros, existía una pequeña capilla que estaba dedicada a la Virgen, cuyo culto se remontaba a la época de la dominación romana.

En general, las relaciones entre moros y cristianos fueron pacíficas, pero no faltaron tensiones de cuando en cuando. En uno de esos momentos de crisis, los musulmanes zaragozanos hicieron desalojar totalmente el barrio mozárabe, llevando a todos sus habitantes a unos once kilómetros de Sarakusta, junto al río Ebro, naciendo así un poblado nuevo habitado exclusivamente por cristianos, el llamado Burgo de Ebro. Al dolor del traslado forzoso que tuvieron que padecer, los mozárabes zaragozanos hubieron de añadir la pena que les producía el hecho de que no les hubieran dejado llevar consigo su querida y venerada imagen de la Virgen.

Sin embargo, ya en El Burgo, una mañana de esas que se guardan siempre en el recuerdo, un pastor despertó a todos los convecinos con sus gritos de alegría, pues, mientras apacentaba sus ovejas, se le apareció la Virgen que se habían visto obligados a dejar en Zaragoza. Este hecho todavía les unió más de lo que estaban en aquel destierro obligado, dedicándose todos a la construcción de un templo para su guía y guardiana celestial.

Cuando Sarakusta fue reconquistada por Alfonso I el Batallador, retornaron a la ciudad los cristianos de El Burgo llevándose consigo la imagen de la Virgen, que fue colocada en la iglesia de San Miguel, donde recibió culto bajo la advocación de Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja.
Pocos años después, hicieron que un escultor tallara una réplica exacta de su Virgen y, dejando la copia en San Miguel, llevaron en solemne procesión la auténtica a El Burgo.

[Faci, Roque A., Aragón..., II, págs. 22-23.
Sánchez Pérez, José A., El culto mariano en España, pág. 456.]


https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/aragon/burgo-ebro-pueblo-industrial-donde-vive-bien_1395175.html

A solo 14 kilómetros de la ciudad de Zaragoza se sitúa el El Burgo de Ebro, uno de los tres emplazamientos elegidos por Amazon en Aragón para instalar uno de sus centros de datos. Este pueblo combina su alma rural con un poderío industrial que ni la última crisis ha mermado. Aquí se asienta un pujante plantel de fábricas, con el sector papel como principal referente, que genera más empleo que habitantes tiene el municipio, que ronda los 2.500 vecinos. El desembarco del gigante estadounidense sería el broche de oro para una localidad que hace gala de su calidad de vida, aunque el municipio prefiere no echar las campanas al vuelo a la espera de que se concreten los planes de la multinacional. Era un pueblo eminentemente agrícola hasta que a mediados de los años 80 el ayuntamiento vio que su futuro pasaba por la expansión industrial. «Fue una apuesta acertada que tratamos de continuar», afirma el actual alcalde, Vicente Royo, del PSOE, partido que lleva 36 años con el bastón de mando municipal. Así es como nació el polígono Royo Cabezón, el primero de los cuatro que tiene y al que siguió La Noria y El Espartal I. EL HITO DE SAICA La creación de este último fue clave porque supuso la implantación hace 26 años de la papelera aragonesa Saica, la principal industria local y una de las mayores de todo Aragón. El cuarto polígono que vio la luz fue El Espartal II, que acabó de urbanizarse en el 2006, a las puertas de la crisis. Actualmente cuenta con poca actividad, algo que podría cambiar ya que es el lugar donde Amazon prevé instalarse, ocupando 10 de las 65 hectáreas del complejo. El municipio cuenta con un total de 273 hectáreas de superficie industrial. Además de Saica, en su nómina de empresas destacan el fabricante de papel tisú ICT, la segunda en importancia, con casi 250 trabajadores, o Grávalos, con otros 200 empleados, que produce piezas técnicas para el automóvil y electrodomésticos de gama blanca. Otras firmas relevantes son Bynsa, Tubos Perfilados, Cavenco y Meyco. Los indicadores socioeconómicos dibujan una localidad con una posición por encima de la media de la comunidad. La tasa de paro ronda el 8%, cerca de dos puntos por debajo del conjunto de Aragón y seis menos respecto a España, y ocupa el puesto número 11 en renta por habitante en el ranking autonómico. Una de sus bazas es que la gran recesión del 2008 pasó bastante desapercibida para El Burgo. «Nuestras empresas no pasaron grandes dificultades. Todas siguieron funcionando y muchas ampliaron luego su actividad», destaca Royo. Sobre la llegada de Amazon, el alcalde asegura que no cuenta con la confirmación oficial de la empresa ni de la DGA. «Ojalá llegue a buen término, pero somos cautelosos ante lo que pueda conllevar o si servirá para atraer más empresas», explica. La gran asignatura pendiente del municipio es el desdoblamiento de la N232. Ahora solo hay autovía hasta Zaragoza, pero si todo va bien, cuando Amazon llegue –se estima que sea en el año 2022–, ya estará en servicio el tramo hasta Fuentes de Ebro.