lunes, 22 de junio de 2020

260. LOS CONDES DE SÁSTAGO CONSTRUYEN EL SANTUARIO DE MONLER


260. LOS CONDES DE SÁSTAGO CONSTRUYEN EL SANTUARIO DE MONLER
(SIGLO XIII. SÁSTAGO)

260. LOS CONDES DE SÁSTAGO CONSTRUYEN EL SANTUARIO DE MONLER  (SIGLO XIII. SÁSTAGO)


A mediados del siglo XIII, en tierras cercanas al río Ebro, y más concretamente en los resecos e inhóspitos montes de Sástago, un hombre muy devoto de la Virgen, llamado Juan Ler, se apartó de sus vecinos y se instaló en solitario para hacer vida de penitente. Ayudándose de ramajes y barro, logró construirse una humilde choza en la que guarecerse, acondicionando en su interior una pequeña capilla para una imagen de la Madre de Dios que él mismo talló en un tronco de madera.

La contemplativa y edificante vida eremítica de Juan Ler fue poco a poco conocida por los habitantes de toda la comarca e incluso se llegó a saber de él en Zaragoza, lo que motivó que muchos cristianos devotos acudieran a visitarle en su destierro y a escuchar sus consejos.

Aquella creciente notoriedad no fue del agrado del eremita, que necesitaba paz y sosiego absolutos para dedicarse exclusivamente a la oración y la meditación, de forma que determinó marcharse a otro lugar aún más apartado y recóndito que aquel.

Se enteraron los condes de Sástago de las intenciones de Juan Ler y decidieron ir a visitarle en su choza. Hiciéronle ver que, aunque entendían las razones de su malestar, el conocimiento de su vida ejemplar entre las gentes también podía ser objeto de imitación, lo que sin duda redundaría en una expansión mayor del culto a María. Así es que le invitaron a que se quedara y le ofrecieron la construcción de un templo digno para la imagen de la Virgen, junto al que edificarían, asimismo, una pequeña y modesta vivienda para él. Las palabras de los condes convencieron a Juan, de modo que en poco tiempo se levantó el santuario prometido.

Desde aquel momento, tanto el monte como el santuario y la imagen fueron conocidos por todos con el nombre de Monler, en clarísima referencia a «monte de Ler».

[Faci, Roque A., Aragón..., II, págs. 315-316. Bernal, José, Tradiciones..., pág. 110.
Sánchez Pérez, J. A., El culto mariano en España, pág. 266.]


259. LA REINA SANCHA FUNDA EL MONASTERIO DE SIGENA


259. LA REINA SANCHA FUNDA EL MONASTERIO DE SIGENA
(SIGLO XII. VILLANUEVA DE SIGENA)

259. LA REINA SANCHA FUNDA EL MONASTERIO DE SIGENA  (SIGLO XII. VILLANUEVA DE SIGENA)


A fines del siglo XII, las órdenes militares del Hospital (o de San Juan de Jerusalén) y del Templeestaban de moda en Aragón, tanto por la importancia adquirida tras el testamento de Alfonso I el Batallador como por la fama ganada en la defensa de los Santos Lugares y en varias acciones reconquistadoras en tierras del Ebro.

Entre ambas, el espíritu femenino eligió aquella que mejor parecía satisfacer sus anhelos, ya que les brindaba la oportunidad de dedicarse a las funciones caritativas para con los enfermos de su sexo. Así es que cuando la reina doña Sancha, esposa de Alfonso II de Aragón, decide fundar el monasterio de Sigena para recogimiento de damas de la nobleza como monjas hospitalarias el fermento es enorme.

Existía ya una congregación masculina hospitalaria en Sigena y allí tuvo lugar un hecho extraordinario que fue decisivo para elegir el enclave definitivo y actual. La zona era pantanosa y propicia para el pastoreo, de modo que, durante varios días, un toro venía separándose sistemáticamente de la manada. 
El pastor, extrañado por el hecho tantas veces repetido, decidió seguirle una tarde, hallándole en total quietud observando una imagen de la Virgen en medio de uno de los islotes. Con gran fervor por parte de los habitantes de la comarca, se llevó la imagen a la iglesia del pueblo, pero una y otra vez desaparecía para volver a la pequeña isla.

Llegó a la corte la noticia del prodigio y la reina doña Sancha, que andaba buscando entonces un lugar adecuado donde erigir su cenobio hospitalario, no lo dudó, puesto que estaba claro que la Virgen deseaba permanecer en el lugar elegido por ella, por lo que había que acondicionarle un abrigo decoroso, levantarle un altar, una iglesia, un monasterio entero.

La construcción del monasterio en Sigena motivó el traslado del pueblo existente aguas abajo del río Alcanadre, dando lugar a la «villa» nueva de Sigena, o sea, Villanueva de Sigena. El nuevo cenobio, aparte de su acción religiosa y asistencial se destacaría como centro organizador y repoblador de la comarca entonces semidesierta de los Monegros.

[Ubieto, Agustín, El Real Monasterio de Sigena..., págs. 16-17.]


258. DON PEDRO DE ATARÉS, FUNDADOR DE VERUELA


258. DON PEDRO DE ATARÉS, FUNDADOR DE VERUELA
(SIGLO XII. VERUELA)

258. DON PEDRO DE ATARÉS, FUNDADOR DE VERUELA


Don Pedro de Atarés (o Pedro Taresa, como le denominan algunos documentos), uno de los seniores o tenentes más importantes del momento, era un noble aragonés emparentado con la monarquía, que a punto estuvo de convertirse en rey tras la muerte de Alfonso I el Batallador, ante la crisis dinástica que entonces tuvo lugar. Tenía don Pedro el centro principal de su señorío en Borja y sus tierras aledañas.

Era don Pedro un hombre de acción, por lo que también era frecuente verle recorrer sus dominios, interesándose por todo cuanto en ellos acontecía. No es extraño, pues, que, en cierta ocasión, una auténtica tempestad le sorprendiera en las inmediaciones del Moncayo, donde de paso pretendía cazar.

Se perdió el noble en plena montaña y a punto estuvo de despeñarse con su cabalgadura. La cortina de agua era intensa; varios rayos cayeron a su alrededor segando de raíz inmensos árboles; las torrenteras se habían convertido en auténticas cataratas; y el viento huracanado apenas dejaba avanzar a su caballo que, enloquecido por el espectáculo, acabó por derribar al jinete, que se encontraba perdido y solo.

Quizás por la gran devoción que le profesaba, en momento tan trágico para el noble se le apareció la Virgen a don Pedro. Venía a consolarle y a infundirle ánimos para seguir luchando contra los elementos adversos, como así sucedió. A la vez, invitó al señor de Borja a que levantara en aquellos parajes un monasterio en su honor, para que se convirtiera en centro espiritual de la comarca y en refugio de los caminantes como él.

Pocos días después de acaecido este suceso, don Pedro de Atarés preparó los documentos pertinentes, dotó de dinero el proyecto que le diseñó su propio arquitecto y comenzó a levantar, con obreros llegados de todas las latitudes, el que se conocería como monasterio de Santa María de Veruela y que encomendó a una congregación de monjes cistercienses, orden religiosa que hizo del cenobio un centro de enorme importancia repobladora y cultural para el desarrollo ulterior del Reino.

[Recogida oralmente.]