lunes, 13 de julio de 2020

CAPÍTULO XXXIX.


CAPÍTULO XXXIX.

Prosigue la historia de los reyes godos, desde Teudiselo hasta Recesvinto, y los obispos de Urgel que hubo en este tiempo.

Prosiguiendo la historia de los reyes godos, se nos pone delante Teudiselo, que fue capitánde Teudio, su antecesor, y por su muerte fue elegido rey, aunque no reinó más de un año, porque, no pudiendo los godos sufrir sus deshonestidades, le mataron en Sevilla en el año de 548.
Agila fue rey de los godos, y era arriano y persiguió a los católicos con gran coraje. Este se valió de los romanos contra Atanagildo, que aspiraba a quitarle el reino, como a la postre se lo quitó, después de haber reinado cinco años, y huyó a Mérida, y aquí fue muerto de los suyos, por su poco valor y ánimo. Este rey volvió los romanos a España, y después tuvieron sus sucesores harto en que entender, para sacarlos de ella. Fue su muerte el año 553.
Atanagildo fue sucesor del antecedente, y en vida de él se quiso algunas veces levantar con el reino, y no pudo salir bien con ello, hasta que le dejó vencido y muerto. Este rey dejó la secta arriana y murió católico, aunque no lo osó publicar por temor de los godos, que eran arrianos. Sobre el tiempo en que murió discrepan los autores, pero Marco Máximo, a quien sigo en todo lo que puedo, dice que murió el año de 568.
Muerto este, vacóel reinado algunos años; otros, y es lo más verosímil, solo dicen haber sido esta vacante de meses; sea como quiera, Liuva fue rey, y el segundo año de su reinado tomó por compañero a Leovigildo, (Ludwig, Luis, Louis, Luis, Luís, Lluís, etc) hermano suyo, a quien dio lo de España, y él se quedó con lo de Francia, que lo gozó solo un año y murió el de 570. En tiempo de este rey o poco antes que fue el año de 568, nació el malditoMahoma, que tanto daño y fatiga ha causado en el mundo, como es notorio, y experimentó antes de muchos años nuestra España.
Por muerte de Liuva quedó solo en el reino Leovigildo, su hermano. Casó este con Teodosia, hija de Severiano, que descendía de sangre real; y don Lucas de Tuy dice que fue hijo de Teodosio, rey de Italia, y era capitán y gobernador de la provincia de Cartagena. Su mujer fue Teodora, de quien hubo muchos hijos, que fueron san Leandro y san Isidoro, ambos arzobispos de Sevilla; y el otro san Fulgencio, que lo fue de Écija, y después de Cartagena: las hijas fueron Teodosia, que, como dije, casó con nuestro rey Leovigildo, y la otra se llamó Florencia, que fue virgen y abadesa de un monasterio.
Fue Leovigildo arriano, y como tal persiguió cruelmente a los católicos: tuvo dos hijos, Hermenegildo y Recaredo; y al mayor, después de haberlo perseguido, lo mandó matar, solo porque era católico, y hoy está en el número de los santos mártires, como diremos después en otro lugar. Tomó el rey para su fisco las rentas de las Iglesias, quitándoles los privilegios y prerogativas, y lo que peor era, hizo a muchos apostatar con halagos y dádivas, y a otros con fuerza y con tormentos.
En tiempo de este rey, y en el vizcondado de Áger, que el abad Juan de Valclara que después fue obispo de Gerona, llama Montes Agerenses, vivía un caballero llamado Aspidio, el cual era señor de aquella tierra: este se levantó con ella y tomó armas contra del rey, que envió contra de él sus ejércitos, y le venció y prendió a su mujer e hijos y se los llevó cautivos, sin decir a dónde; y la tierra quedó confiscada, con todas las riquezas y tesoros que tenía; y después el rey tomó algún concierto con él y le volvió la tierra que le había quitado, con alguna mayor sujecion, asegurándose que le sería bueno y fiel vasallo. El abad Viclarense, que cuenta esto, le llama senior, y Morales y Mariana se detienen mucho en declarar esta palabra senior; pero como en los Usajes de este principado de Cataluña es tan usada, nadie hay en él que ignore su significación.
Las demás cosas de este rey dejo, como ajenas de mi instituto, por haber muchos que las tratan: solo diré que murió católico, que no fue poca dicha para él, y que mostró grande arrepentimiento de haber sido arriano y perseguido a los católicos; y en señal de esto, mandó alzar el destierro a san Leandro, y que Recaredo, su hijo, estuviese a consejo de él y de san Fulgencio, sus tíos: y esta fue la mayor riqueza que le pudo dejar, porque con tales consejeros, salió muy católico, justo y buen príncipe, como diremos después. Murió Leovigildo, miércoles a 2 de abril, día de santa Teodosia, al amanecer, año de 587, y quedó sepultado en Toledo, en santa María la Vieja.
Había sido grande la persecución de los católicos en tiempo de los reyes pasados, que casi todos habían sido arrianos. Entró la herejía en ellos de esta manera: cuando vinieron a las tierras del imperio, pidieron al emperador Valente, hereje arriano, obisposy maestros que les enseñasen la doctrina cristiana y bautizasen; y el mal emperador, en vez de darles varones católicos, les dio maestros y prelados arrianos, y estos les inficionaron de manera, que casi toda aquella nación quedó manchada de esta herejía. No quedó el mal emperador sin pago de su maldad, porque, en una batalla que tuvo con los godos, fue vencido, y se retiró a una casa pajiza, donde se escondió, por no venir a poder de sus enemigos; pero ellos, que lo supieron, metieron fuego a la casa y lo quemaron vivo, el año de 382, llevando de esta manera el debido pago de haber engañado a aquella nación con la herejía arriana, que duró en ellos hasta este tiempo del rey Recaredo, hijo de Leovigildo, que, con los buenos consejeros y ayos que su padre le dejó, salió tan buen rey y tan católico, que pudo ser ejemplo y dechado de reyes. De él y de sus hechos tratan todos los historiadores, así eclesiásticos como seculares, y nunca acaban de engrandecer su religión, piedad y virtud. A instancia suya se juntó el concilio Toledano tercero, en que, entre otras cosas santas y buenas que se hicieron, fue condenar por mala y abjurar la herejía de Arrio, y confesar la fé católica. Celebráronse, sin este, en España otros concilios, y las cosas de los católicos hallaban gran favor en el rey, que después de haber reinado más de quince años, murió con universal dolor y sentimiento de todos los católicos, el año 601 de Cristo señor nuestro.
Liuvafue hijo de Recaredo y tomó el reino luego de muerto su padre, y le duró no más de un año, porque se levantó un caballero de gran linaje, llamado Viterico, y de pequeña conciencia: este le prendió y cortó una mano, y después le mató, habiéndóse ya alzado con el reino. Esto pasó el año de 604. Dicen que este rey se llamaba Liuva, y que era bastardo.
Viterico, después de muerto Liuva, quedó con el reino, y reinó con poca honra, y jamás quedó con victoria cumplida en las batallas que tuvo con los romanos, que aún perseveraban en querer ser señores de España. Reinó algunos siete años, y por los muchos desafuerosy agravios que hizo a los suyos, le mataron el año de 609, y Tarragona batió moneda en honra suya.
Gundemarovino después de Viterico: fue buen rey y muy católico, alcanzó algunas victorias de los romanos, y concedió que los malhechores que se acogiesen a las iglesias, quedasen seguros. Reinó solo dos años no cumplidos. Murió el de 612, según Morales, o 617, según otros.
Sisebuto fue sucesor de Gundemaro. Fue muy valeroso y alcanzó de los romanos algunas victorias, y edificó algunos templos, como el de santa Leocadia de Toledo, y otros. Sobre los años que duró su reinado y el que murió hay mucha discrepancia en los autores. Siguiendo a Illescas en su Pontifical, murió el año de 619, y después de haber ocho y medio años que reinaba. Morales dice haber muerto el año de 621.
Recaredosegundo, siendo niño, quedó, por muerte del padre, rey; pero no llegó su reinado a un año, porque murió al séptimo mes después del padre, y así algunos autores no lo ponen en el número de los reyes godos.
Suintila, el que vino después de Recaredo en el reino de los godos, fue hijo del otro rey Recaredo primero, y por la tiranía de Viterico y sucesión de Gundemaro, no pudo alcanzar el reino que le pertenecía, pero, por ser gran caballero y muy virtuoso, le tomó por yerno el rey Sisebuto y le hizo capitán general, y después, por muerte de Recaredo segundo, fue alzado por rey, y fue el primero que se vio señor y monarca de toda España, porque acabó de sacar del todo a los romanos. Dejó tres hijos: Rechimero, que le premurió, Sisenando y Chintila, que el uno tras del otro le fueron sucesores, aunque algunos no quieren que le fuesen hijos. Duróle el reino poco más de diez añosm porque murió el de 631.
Las costumbres del rey Suintila fueron tales, que obligaron a sus vasallos a desampararle y tomar por rey a Sisenando; y aunque al principio de su reinado tuvo algunas faltas, pero enmendado de ellas, fue buen rey y católico; y en su tiempo se congregó el cuarto concilio Toledano y después de haber reinado cinco años, murió el de Cristo 636.
Chintila fue muy buen rey y muy católico, y en su tiempo se celebraron el quinto y sexto concilios Toledanos. Floreció en su tiempo la virtud, porque había muchos obispos santos; reinó cuatro años poco más o menos, y murió el de 640.
Después de Chintila eligieron los godos por rey a Tulga, caballero muy principal y virtuoso: fue muy católico, y el reino le duró solo dos años, y murió antes de entrar al tercero, en el de 642, o de 640, según opinión de otros.
Chindasvinto, valiéndose de los medios que le fueron más a propósito, no reparando en si eran lícitos o no, fue elegido rey de los godos, y con violencia tomó posesión del reino; pero sentado en el solio real, fue muy católico y virtuoso, y muy celoso de la honra de Dios. Celebróse en su tiempo el concilio Toledano séptimo, y por su diligencia se halló el libro de los Morales de san Gregorio sobre Job. Tomó por compañero y sucesor en el reino a Recesvinto, su hijo; fue su reinado muy pacífico, sin rastro de guerras ni herejías, y duró diez años, y murió el de 652, o 650, según otros.
Recesvinto, hijo del precedente, quedó en el reino. Fueron tantas sus virtudes y cristiandad, que no acaban nunca los historiadores de decir bien de él; y como mi intento solo es dar noticia de los señores de los pueblos ilergetes y condado de Urgel, lo dejo, remitiéndome a los autores que cita Gerónimo Pujades, que hablan de este buen rey. Dejó un hijo llamado Teodofredo, a quien el mal rey Vitiza mandó quitar los ojos; y fuera más útil a España que le mandara quitar la vida, porque no engendrara a sus dos hijos Acosta y Rodrigo (Roderico), que fueron los que por sus vicios, negligencias y pecados perdieron nuestra España. Reinó diez y ocho años, y murió el de 672. Celebráronse en su tiempo muchos concilios.

Continuando la sucesión de los obispos de Urgel, después de san Justo que, como queda dicho, murió el año de 546, le hallo sucesor a Simplicio, de quien hallo memoria y firma en tres concilios en que asistió; estos fueron el Toledano tercero que, según parece, se celebró el año 589, en el cuarto año del rey Recaredo, era de 627. Asistieron a este concilio sesenta y tres obispos y cinco procuradores de otros tantos ausentes, y en él se ordenaron muchas cosas santas y buenas; y abjuraron la herejía de Arrio, como refieren largamente el doctor Padilla, Morales y otros que hacen larga memoria de lo que pasó en este sagrado concilio. Asistió al de Zaragoza, celebrado en el sexto año del reinado de Recaredo, siendo pontífice el papa Gregorio, año 630 de la era de César, que corresponde al de 592 del Señor. Los cánones que de este concilio se hallan son tres: en el primero dispone cómo han de vivir los clérigos que, dejada la herejía de Arrio, se convierten a la fé católica; en el segundo que se denuncien las reliquias de los arrianos muertos, que entre ellos eran venerados por santos, para que sean quemadas; en el tercero que las iglesias de los arrianos sean de nuevo consagradas por los obispos católicos. Asistió también a otro concilio que se celebró en Barcelona en el año catorce del rey Recaredo, era 637, que es el año de Cristo 599. En él se ordenaron cuatro cánones: el primero que por la celebración de las órdenes no pidan ni reciban nada los obispos; el segundo, que ni por la crisma se da para bautizar se reciba nada; el tercero da forma en nombrar y elegir los obispos; el cuarto pone penas a los que dejaren el hábito de la religión, y contra las mujeres que quedaren en poder de los que las violentaron. Este es el segundo de los concilios celebrados en aquella ciudad. En la iglesia de Urgel está notado que fue diez y seis años obispo.
Sucesor de Simplicio fue Pompedio. La memoria que hallo de este prelado fue que asistió y firmó en el concilio Egarense, celebrado en Cataluñaen la ciudad de Egara, que está junto a la villa de Terrasa, en que firmaron doce obispos, y entre ellos Pompedio; y aunque en la firma no diga de dónde era obispo, pero Marco Máximo, obispo de Zaragoza, en sus fragmentos históricos, que continúan la historia de Flavio Dextro, en el año 614, hablando de este concilio dice ser Pompedio obispo de Urgel.
Ranario o Ranurioes el obispo que hallo después del precedente. Este asistió y firmó en el concilio Toledano cuarto, celebrado el año de 633, que fue el tercero del rey Sisenando y undécimo del papa Honorio: este fue el más señalado de cuantos concilios se han celebrado en España, en que concurrieron setenta y dos obispos y siete procuradores de otros tantos ausentes. Lo que pasó en él escriben el doctor Padilla y otros que hacen larga relación de este concilio.
Maurelioasistió al concilio octavo Toledano que se juntó en tiempo del rey Recesvinto, en el año 653 de Cristo nuestro señor. Halláronse en él cincuenta y dos obispos, doce abades y otras dignidades, diez vicarios de obispos ausentes y diez y seis varones ilustres. Asistió también al concilio Toledano nono, celebrado el año 655 del Señor y séptimo del rey Recesvinto, al que asistieron, diez y seis obispos, nueve abades y cuatro varones ilustres. De lo que pasó en ellos hacen larga memoria los autores citados.
En tiempo de estos reyes se usaba en España señalar los católicos sus iglesias, por diferenciarlas de las de los arrianos, porque en un mismo tiempo y pueblo había iglesias de los unos y de los otros; y no solo señalaban los templos, más aún sepulcros, edificios, pilas de agua bendita y todo lo demás les parecía, para que se supiesen cuyas eran las tales cosas. El señal era una cruz, y bajo las dos letras alpha y omega, que son la primera y la prosteradel alfabeto griego, en esta forma, A+Ω, y en algunas partes de otra, esto es, que hacían la cifra antigua del lábaro, que significaba el nombre de Cristo, que era una X y en medio de ella una P, (como una espada) de esta manera: *figura de donde quedó el uso de escribir Cristo Xps., y al lado de la cifra ponían el alfa y omega de esta manera: A-X(la P atraviesa la X)-Ω; y esta costumbre se continuó muchos años aún después de la venida de los moros a España, y se observó en los autos y escrituras públicas en el principio, antes de las primeras letras, y por haber sido esta muy común, es bien se sepa el principio de ella.
Mayor herejía de Arrio fue quitar a Jesucristo nuestro señor la igualdad que en la divinidad tiene con el Padre eterno, y hacerlo a él inferior en todo: por esto quien quería mostrar que no seguía este error, sino la doctrina católica, representando a nuestro redentor Jesucristo por la cruz o por la cifra de la X de la P, confesaba también su entera divinidad igual con la del Padre, poniendo aquellas dos letras griegas a y Ω, por las cuales, en el Apocalipsis, se nos enseña la verdadera divinidad de Jesucristo nuestro redentor. Presupuesto que estas dos letras son la primera y postrera del alfabeto griego, dice allí en el Apocalipis nuestro señor Jesucristo de si mismo, por boca del apóstol san Juan: Yo soy alpha y omega; y declarólo más, añadiendo principio y fin, que es atributo y propiedad de la divinidad de Dios, que no puede competir sino a quien es verdadero y enteramente Dios, pues otro no puede ser principio y fin de todas las cosas. Por esta causa los católicos de estos tiempos, por darse a conocer y diferenciarse de los arrianos, se señalaban con este blasón de la alpha y omega como firme testimonio de su verdadera fé, porque un arriano no confesara esto de Jesucristo nuestro señor. Este uso de este católico blasón hallamos venir de más atrás, pues en las monedas del emperador Majencio y de su hermano Decencio está esculpido, como lo notan don Antonio Agustín y Guillermo Coul en sus libros de medallas. Estos dos hermanos se levantaron con el imperio contra Constancio, habiendo muerto el emperador Constante, su hermano: y porque Constancio era muy arriano, ellos quisieron dar a entender de si como eran católicos, y por esto pusieron en sus monedas y banderas la cifra de la X y de la P, que son las dos primeras letras con que en griego se escribe el nombre de Cristo señor nuestro, (XP pronunciado jristós), añadiendo a los dos lados la alpha y omega para confesar su verdadera divinidad igual con la del padre; y con esto llamaban a los católicos para que les siguiesen, mostrando que ellos lo eran. En Cataluña he observado muchos edificios antiguos con esta santa señal; en Barcelona se ve sobre la puerta más principal de San Pablo y en la inscripción o epitafio del sepulcro de Vifredo, conde de Barcelona, que está en aquella iglesia, el cual trae el doctor Pujades en su historia, lib. tercero, cap. 89. Está al principio del epitafio y al fin de él, para denotar cuán católico fue aquel príncipe. En Lérida, en la puerta de San Berenguer o del castillo, en la iglesia Mayor, en la piedra de ella está también grabado, así como también en el real monasterio de Poblet, sobre la puerta más principal; y en el monasterio de San Miguel de Escornalbou (escorná al bou, descornar al toro o buey) en el campo de Tarragona, hasta en las pilas del agua bendita lo ponían, como lo vemos hoy en San Justo de Barcelona, en una pila que está a la mano derecha de los que entran por el portal mayor de aquella iglesia. Pues de los edificios que se hallan en Castilla y sepulcros no digo nada, por haberlo trabajado muy bien el maestro Ambrosio de Morales, en su historia, de quien se ha sacado casi todo este discurso.
Wamba, e quien el vulgo llama Bamba, fue nombrado rey de los godos, después de Recesvinto: sus cosas, así en orden a los cuentos del vulgo, como a la verdad de sus hechos, cuentan Gerónimo Pujades y otros que él alega; lo cierto es que fue nombrado rey con consentimiento de todos los godos, y era tanta su modestia, que ni el aplauso universal y deseo de todos le obligaban a tomar el reino, hasta que un godo, con gran valor, le amenazó de muerte si no consentía a la voluntad de todos; y así le aceptó estando en la ciudad de Toledo, veinte días después de muerto el rey su antecesor. En su coronación se vieron señales extraordinarias: de encima la cabeza del rey salió un vapor
como de humo, a modo de coluna que subia hacia el cielo, y tras este voló una abeja también hacia arriba, habiendo salido de la cabeza del rey: indicios ciertos de la suavidad y buen gobierno que había de tener el nuevo rey, y así lo sintieron todos los que lo vieron. Paulo, mal vasallo suyo, se le rebeló, y los moros de África, con armada poderosa embistieron a España; pero a todos resistió el rey, y con dicha acabó la guerra, quemando los navíos a los moros, y dando a Paulo con benignidad el castigo merecido por infidelidad y atrevimiento.
Había muy a menudo entre los obispos de España diferencias sobre los límites de sus obispados, y en averiguación de ellos gastaba lo más del tiempo el buen rey Wamba, que, sobre esto, se tomase regla cierta y se atacasen las discordias. La instancia del rey fue eficaz y se hizo la división (hitación, de hitos; fita, fites); y dejada la de los otros obispados, diré solo como a la metrópoli de Tarragona asignaron por sufragáneos los obispados de Urgel, Lérida y Huesca, así como antes lo eran, y los límites de estos tres obispados se designaron de esta manera:
Urgel, desde Aurata hasta Nasona, y de Mucanera hasta Vals.
Lérida, desde Nasona hasta Fuente Sala, y de Lora hasta Mata.
Huesca, desde Esplana hasta Cobello, y des Esperle hasta *Ribera.
Qué términos fuesen estos y qué lugares, sería cosa dificultosa la averiguación de ellos, por ser los más poco *usados y casi desconocidos. Con esta división supo cada obispo lo que era suyo y lo que le tocaba y cesaron los pleitos, si algunos había; y con esto y algunos concilios que se juntaron, quedó el estado eclesiástico muy obligado al rey, como a su amparo y protector que era. Ocupado el rey en estas cosas y otras del servicio de Dios y bien de sus reinos, se levantó un conde llamado Ervigio, que era primo hermano del rey Chindasvinto y codicioso de reinar, tuvo traza como dar al rey ponzoña, que no le hizo otro daño más de quitarle la memoria; y conociendo Wamba que aquel accidente mal podría cumplir las obligaciones del reino y se t dejé a los grandes la administración del reino y se recogió a un monasterio del orden de san Benito, donde vivió siete años y tres meses, sirviendo a Dios nuestro señor, que es el verdadero reinar, después de haber tenido el reino de los godos nueve años, un mes y catorce días, que acabaron el año de 681.
Flavio Ervigio, que dio el veneno a Wamba, sucedió en el reino, ora sea porque el rey se lo diese, ora porque él por fuerza se lo tomase. Era Ervigio hijo de una hermana del rey Chindasvinto, de quien había quedado un hijo; pero no fue rey, porque entre los godos el reino no se heredaba por sangre, sino que se daba por elección, aunque a la postre vino a ser hereditario. El favor y poder de Ervigio era mayor que el del hijo del rey Chindasvinto, y, por mejor asegurarse de los deudos de Wamba, casó una hija que tenía con Egica, primo hermano del rey Wamba. Fue este rey muy católico y bueno, aunque no lo fueron los medios por donde le vino el reino. En su tiempo hubo en España mucha hambre; reinó quince años, y murió el de 688.
Egica, primo del rey Wamba, fue sin contradicción alguna rey de España. En él se enfrió la virtud y religión de los reyes godos. En el comienzo de su reinado echó de si a la reina su mujer; fue muy enemigo de su sangre, y desterró al duque Favila, padre que fue del infante don Pelayo, a la ciudad de Tuy, donde vivía también Vitiza, hijo del rey, y tal o peor que él, el cual trabó un día razones con el duque, y le dio con un palo que llevaba en la cabeza, y murió del golpe. Murió Egicael año 702, después de haber reinado trece años.
Vitiza, hijo de Egica, fue rey de los godos, que así como más se iban acercando a su fin, tanto más iba desfalleciendo y menguando la antigua nobleza y valor; y si el padre fue malo, Vitiza fue peor: al principio dio muestras de bueno, mas presto descubrió los vicios y maldades que en el corazón tenía encubiertos. Desterró de sus reinos al infante don Pelayo, y tomó públicamente muchas mancebas, permitiéndolo con ley a sus vasallos. A los clérigos no solo dio licencia para casarse; mas con violencia les obligaba a ello (casato capat; casado o capado). Quitó el obispado de Toledo a Sinderedo, a quien el arzobispo don Rodrigo llama varón claro en el estudio de santidad, y puso en su lugar un hermano o hijo suyo, llamado Opas, para que acabase de corromper a los eclesiásticos, así como él había corrompido a los laicos. Procuró haber a las manos a Teodofredo, hijo del rey Recesvinto y padre de Acosta y de Rodrigo, y le quitó los ojos: a los hijos no lo pudo, porque se dieron cobro. Por estas y otras muchas maldades vino a ser aborrecido de todos, y con esto tuvo Rodrigo buena ocasión de alzarse contra él y sacarlo del reino. Quedó Vitiza preso, y Rodrigo le quitó los ojos, así como él los había quitado a su padre, y le envió a Córdoba, donde acabó sus días. Dejó dos hijos, que después, juntados con los moros, ayudaron a la destrucción de España. Reinó nueve años, y murió el de 711.

Continuando los obispos de Urgel que lo fueron por estos tiempos, hallo después memoria de Teuderico, a quien llaman algunos episcopologios, segundo; pero esto no lo afirmo, porque no ha venido a mí noticia el primero. De este pelado hallo que en el concilio Toledano décimotercio, celebrado el año de 683, siendo rey Ervigio, asistió Florencio, su vicario, que firmó por él. Juntáronse en este concilio cuarenta y ocho obispos, ocho abades, veinte y siete vicarios o procuradores de obispos ausentes, y veinte y seis condes o varones ilustres.
Celebróse en su tiempo el concilio décimoquinto Toledano, siendo rey Egica, el primer año de su reinado, que fue el del Señor 688. Asistieron en él sesenta y un obispos, doce entre abades y otras dignidades, y cinco vicarios de obispos ausentes, y entre ellos Florencio, presbítero, que firma por Teuderico, obispo de Urgel, y diez y siete condes.
Celebróse asímismo el décimosexto concilio Toledano, en el año de 693 y sexto del rey Egica, en que asistió nuestro obispo personalmente. Halláronse en él cincuenta y ocho obispos, cinco abades, tres vicarios de obispos ausentes, y diez y seis entre condes y varones ilustres de la casa y corte del rey. De lo que se ordenó en los concilios tratan
largamente el doctor Padilla, Morales y otros. Después de este año no hallo memoria de otros obispos, y los hubo, cierto, que con su rebaño se retiraron a lo más áspero de los Pirineos, donde jamás faltaron cristianos y templos en que se celebró misa, que, por ser tierra tan áspera se pudieron allá conservar muchos años.

domingo, 12 de julio de 2020

CAPÍTULO XXXVIII.


CAPÍTULO XXXVIII.

De los obispos de Huesca, desde el primero de ellos, hasta don Hugo de Urries, que lo era cuando murió don Jaime de Aragón, último conde de Urgel.

La ciudad de Huesca es una de las mejores del reino de Aragón y de los pueblos ilergetes, en cuya región está; y habiendo escrito de ella, de sus grandezas, fundación y excelencias Diego de Aynsa, su hijo y ciudadano, un gran volumen, me parece excusado haber yo de decir de ella. Solo pondré un catálogo de sus obispos, para que se vea claramente la fé cristiana cuán fundada estaba en estos pueblos, pues en los tres más principales de ellos, que eran Lérida, Urgel y Huesca, había ya de tiempo muy antiguo santísimos obispos y prelados, que, como vigilantes pastores, cuidaban de las ovejas del Señor, dándoles pasto de celestial y saludable doctrina.
Vicente fue el primer obispo de quien hallamos memoria: fue monje y discípulo de san Victorián, y condiscípulo de san Gaudioso, obispo de Tarragona. Vivía el año 553.
Pompeyano sucedió a Vicente, y no se sabe más de que era obispo por los años de 570.
Gabinio se halló en el concilio Toledano tercero, y en su tiempo se celebró otro en la ciudad de Huesca, y otro en la de Zaragoza, el año 592.
Ordulfio u Ordulfo se halló en el concilio Toledano cuarto.
Eusebio se halló en el octavo concilio Toledano, año 653.
Gadiscaldo asistió al concilio Toledano décimotercio, el año 683.
Andaberto, abad, asistió al concilio décimosexto Toledano, a 2 de mayo de 693.
Por estos tiempos fue la pérdida de España, y la Iglesia de Huesca quedó sin prelado y pastor, hasta el año 800, que lo cobró, y los obispos se intitulaban obispos de Aragón.
Nitidiopresidía el año de 800.
Frontiniano vivió hasta el año de 802.
Ferriol lo era el año de 803.
Eneco se halló en la consagración de San Juan de la Peña: vivía el año 840.
Mancio, primero de este nombre, lo era el de 880, y hace memoria de él Gerónimo de Blancas.
Oriollo era el año 933, y le encomendó el rey de Aragón la reedificación de muchas iglesias derruidas. (Rey de Aragón en 933 ?)
Degio fue obispo el año 971, y después de él, Mato.
Fortunio era obispo el año de 989.
Manciofue obispo el año 1022.
Sancio fue obispo cuando se juntó en Jaca el concilio provincial el año 1060, en que se halló don Guillermo, obispo de Urgel: estos se intitularon todos obispos de Aragón, y este último de Jaca, porque Jaca era en tiempo de los godos del obispado de Huesca, y de este tiempo adelante Jaca tuvo obispos propios, y Huesca también, y no como antes, que el de Jaca lo era de Huesca y se intitulaba ya de Jaca, ya de Huesca, ya de Aragón, como mejor le parecía.
Don Pedro fue obispo de Jaca algún tiempo, y después de ganada Huesca, fue transferido a Huesca, y de allí adelante se intituló obispo de Huesca, y murió el año de 1104.
Estévan (Esteban) era obispo el año 1106, y murió el de 1130: le mataron los moros.
Don Arnado o Arnaldo era obispo cuando don Ramiro, monje, fue hecho rey, y murió el año de 1136.
Dodo fue muy estimado del rey don Ramiro, e intervino a tratar el casamiento de doña Petronila con el conde de Barcelona, (Ramón Berenguer IV) y en una donación que hizo, 2 nonas aprilis anno 1152, á preñado tenía en el vientre, le nombra marmesor y ejecutor de algunas pías disposiciones que dejaba en la donación.

Don Martín se halló en las cortes de Huesca que mandó juntar la reina doña Petronila para publicar el testamento del conde, su marido.
Don Estévan fue primero abad de Poblet, y fue obispo el año de 1172, y su signo era este:



esto es, Christus, alpha et omega.

Don Jaime. Este ordenó algunos estatutos en su Iglesia.
Don Ricardo fue gran privado del rey don Alfonso, y uno de los marmesores que dejó en su testamento, e intervino en las cortes que se juntaron en su tiempo en su obispado, el año 1187, y murió el de 1199.
Don Sancho segundo. Este añadió a su dignidad el prioratode Nuestra Señora de Salas, y vivió poco.
Don Garcíafue su sucesor: hallóse en algunas cosas que hizo el rey don Pedro el segundo de Aragón. Algunos ponen después de este obispo otro del mismo nombre; otros dicen no ser más de uno: lo cierto es que fueron o fue gran prelado y pastor, y aún vivía el año 1229.
Don Vidal de Cañellas fue varón muy docto y se halló en la conquista de Valencia, y el rey don Jaimele encomendó el repartimiento de las casas y términos de la ciudad. Murió el año 1252.
Don Domingo de Solá fue su sucesor, y fue gran teólogo y predicador, e hizo algunas fundaciones pías, entre otras la del monasterio de Predicadores, donde está sepultado. 1272.
Don García Pérez, cuartode este nombre, vivió poco, porque el año 1273 ya había otro prelado en la Iglesia.
Don Jaime Roca, catalán de nación, que había sido sacrista de Lérida, fue hombre de gran consideración y muy estimado de los reyes: el año 1278 ya era muerto, porque hallamos sucesor don Estévan.
Don Estévan, que contados los obispos de Jaca, de que no he hecho mención, es el cuarto de los de este nombre, dio licencia a doña Oria, condesa de Pallars, de edificar el monasterio de Casúas, del orden de san Bernardo, el cual dotó muy magníficamente y escogió en él su sepultura: se conserva el día de hoy, y residen en él, con grande ejemplo de virtud y religión, muchas señoras principales y de lo mejor del reino de Aragón. No sé en qué tiempo murió este prelado.
Don Jaime Carros, de sacrista de Lérida fue nombrado deán de Valencia, y fue el primer deande aquella Iglesia, y después obispo de Huesca, y coronó al rey don Alfonso el tercero de Aragón, en la ciudad de Zaragoza (donde se coronaban todos los reyes y reinas, en la Seo, San Salvador).
Don Martín de Azlor, natural de Huesca, de noble y antiguo linaje, murió a 26 de agosto de 1291.
Don Aldemaro fue general del orden de santo Domingo: hacen memoria de él Diago y otros: murió en junio del año 1300.
Don Martín, tercerode este nombre, hizo algunos estatutos muy saludables en su Iglesia. Fray Martín Oscabio, cuarto de este nombre, fue fraile del orden de santo Domingo: hizo algunos estatutos en su Iglesia que aún se guardan. Murió el año 1322.
Don Gastón de Moncada fue canciller del reino de Aragón y cuñado del rey don Jaime segundo, que casó con doña Elizen, hermana suya.
Don Pedro de Urrea, de ilustre familia, está sepultado en el presbiterio de la seo de Huesca.
Don fray Bernardo Oliver, del orden de san Agustín, valenciano, fue trasladado de Huesca a Barcelona, y de allí a Tortosa, y últimamente fue creado cardenaldel título de san Marcos. Tuvo mano en los negocios muy graves que sucedieron en estos reinos en su tiempo. Murió el año 1348.
Don Gonzalo Zapata hizo en su Iglesia muy provechosos estatutos, y no se sabe cuándo murió.
Don Beltrán de Cornudella vivió poco, y está soterrado en el coro de la iglesia.
Don Pedro, el tercero, fue cancillerde Aragón y muy estimado del rey don Pedro, el cual, a petición suya, concedió privilegio de estudio general a aquella universidad. Murió el año de 1360.
Don Pedro Torrellas, canónigo que fue y pavorde de la seo de Barcelona, fue de Huesca mudado a Barcelona, y de aquí a Tortosa. Murió a 16 de febrero de 1379.
Don Jimeno, primero de este nombre, dejó fundados algunos aniversarios, y murió a 26 de abril, no hallo de qué año.
Don Juan, primero de este nombre, asistió a las cortes del año 1374, que celebró en Aragón el rey don Pedro.
Don Hernandoasistió a las cortes del año 1381.
Don fray Bastino, siendo obispo, fue a Roma, de donde llevó muchas reliquias.
Don fray Juan de Tauste, del orden de la Merced, fue muy gran teólogo, e intervino en tratar con el papa Benedicto XIII, para que renunciase el pontificado y se adhiriese al que era justo, y fue promovido al obispado de Albarrazin(Albarracín), y murió el año 1427, siendo muy viejo.
Don Domingo Ram, natural de Alcañiz, fue uno de los nueve que declararon rey al infante don Fernando, y después fue obispo de Lérida; y en el catálago de los obispos de aquella Iglesia hemos largamente hablado de él y de sus cosas.
Don Nuño, después de la promoción de don Domingo, fue nombrado obispo de Huesca, y celebró un sínodo diocesano.
Don Hugo de Urres fue gran prelado, y quedan de él muchas memorias en su Iglesia. Murió a 21 de febrero de 1444.
En vida de este prelado murió en el castillo de la ciudad de Játiva, del reino de Valencia, preso, don Jaime de Aragón, conde de Urgel: y porque con su muerte acabo la historia de los condes de Urgel, acabo también ahora el catálago de los obispos de Huesca, de quien, a más de Diego de Aynsa, escriben muy largamente el abad de Monte-Aragón
en la Historia de san Valero, y los dos Gerónimos, Blancas y Zurita, en diversos lugares de sus Comentarios y Anales.(respectivamente).

CAPÍTULO XXXVII.


CAPÍTULO XXXVII.

De los obispos de Lérida que fueron después de la pérdida de España, hasta el año 1433, en que murió don Jaime de Aragón, último de los condes de Urgel.

El año 714 ha sido el más infeliz y triste de todos para nuestra España, pues en él recibió el castigo que merecían los pecados de ella, que cada día gritaban y pedían justicia a Dios. Esta fue tal, que quedó acabada, asolada y del todo perdida, las iglesias profanadas, los edificios de ellas derribados, rompidas y maltratadas las imágenes, destruidos los sepulcros y sacados fuera los huesos de los difuntos, y si algún oratorio o templo quedaba en pie, o era para ser establo de bestias, o mezquita de moros, que era aún peor. Quedó el rebaño de los fieles sin pastores, a la voluntad de los lobos, y apenas quedó obispo en ninguna ciudad, y los que quedaron se hubieron de apartar a montes desiertos. Entonces quedó Lérida del todo perdida, y se acabó la grandeza que hasta estos tiempos había tenido, y no quedó rastro de lo mucho que la engrandecieron los romanos y godos, en cuyo tiempo había admirablemente florecido, y estuvo su obispado vaco y sin prelado, a lo menos de que se tenga noticia, hasta el año 957 o cerca de él, que entonces los cristianos que andaban retirados por los montes se juntaban en Roda, pueblo de Aragón, en lo más fragoso de las montañas, donde los condes de Ribagorza, Ramón y Garcenda, habían reedificado y erigido la iglesia de aquel pueblo en catedral, con título de san Vicente, y al cumplido decoro y ornato de aquella, y provecho de los fieles que allá se juntaban, solo faltaba obispo y pastor que los apacentase en la doctrina y ley evangélica, y por eso los condes fundadores pusieron en ella obispo.
Odisendo fue el primer obispo de Roda, y era el cuarto hijo de los fundadores; los cuales le nombraron por prelado de la Iglesia que ellos habían erigido, aunque le duró poco gozar de ella, porque luego fue esta ciudad tomada de los morosy quedó sin obispo.
Arnulfo fue el segundo obispo de Roda, después de cobrada de los moros, y era obispo el año 1060.
Salomón fue el tercer obispo, a quien el año 1065 dio el rey don Sancho Ramírez de Aragón la ciudad de Balbastro(Barbastro) que había ganado, y se llamó obispo de Roda y Balbastro, aunque gozó poco de la nueva ciudad, que dentro de pocos días se perdió y volvió a poder de los moros.
Arnulfofue obispo de Roda cerca del año del Señor de 1070, y debía ser varón de gran santidad; porque le reveló Dios el lugar donde estaba el cuerpo de san Valero, el cual le puso en la iglesia de san Vicente de Roda.
Raimundo Dalmacio regía la iglesia de Roda cerca de los años 1080, y se firmó en un privilegio del rey don Pedro, concedido a san Juan de la Peña en este año, y se firma:
Raymundus Dalmatius, episcopus in Rota et in Monçon. (Obispo en Roda y Monzón).
Poncio fue obispo de Roda el año 1090. A este dio el rey don Pedro de Aragón la ciudad de Balbastro, que había cobrado, y la erigió en catedral, y nombró obispo de ella a Poncio, que ya era obispo de Roda desde el año 1090, y después se intituló obispo de Roda y Balbastro, y se extendía su obispado hasta la ciudad de Lérida y sus términos.
San Ramón era obispo de Roda y Balbastro, y estando en posesión de estas dos ciudades Esteban, obispo de Huesca, con mano armada, le sacó de su Iglesia y ciudad. Era arzobispo de Tarragona san Olaguer, y dio razón de ello al papa Calixto, que le mandó le restituyese a la misma Iglesia y ciudad de Balbastro, de donde le había con violencia sacado. Este santo, antes de ser nombrado obispo, era prior de la Iglesia de Tolosa en Francia: fue varón muy señalado en nobleza, virtud y letras, como parece en la historia de este santo que dejó manuscrita don Miguel Cercito, obispo de Balbastro.
Esteban era obispo el año 1124.
Pedro, monje benito del monasterio de san Ponce de Tomeras, cerca de Tolosa (Toulusse): a este el rey don Alfonso de Aragón mandó restituir la iglesia de Balbastro.
Don Ramiro fue hijo del rey don Sancho de Aragón (Sánchez; Ramírez) y de la reina doña Felicia, hija del conde de Urgel; y tuvieron tres hijos, don Pedro y don Alfonso, que el uno tras el otro fueron reyes, y a don Ramiro, que era el menor, le dedicaron a la religión y le enviaron al monasterio de san Ponce de Tomeras, donde profesó: fue después abad de Sahagun, electo obispo de Burgos y de Pamplona y obispo de Roda, y de aquí vino a ser rey de Aragón, el año 1136. Era cuando fue coronado rey de edad de cincuenta años, y sacerdote: el pontífice le dispensó por la sucesión y bien común de todo un reino, y después que tuvo sucesión, se volvió a recoger en san Pedro de Huesca, donde murió.
Gaufredo fue su sucesor, y vivía el año 1137.
Don Guillen Perez (Guillén Pérez, Guillem, Guillermo, Wilhelm, William) era obispo el año 1151, que el conde de Barcelona don Ramón Berenguer (IV) ganó de los moros la ciudad de Lérida, y volvió a erigir en ella la silla episcopal, así como de antes la había tenido; y fue este prelado el primer obispo de Lérida y el prostero (postrero, último) de Roda; porque en tiampo de los godos el obispado de Lérida se extendía a todos estos territorios, y ya el papa Pascual II había extendido los límites de Roda hasta Lérida; y así, mudándose la silla a Lérida, fue con todo su territorio, y de aquí quedó que a los obispos de Lérida los llamaban obispos de Lérida y Roda; y en Roda quedaron un prior y canónigos, que son del obispado de Lérida. Balbastro, al cabo de cuatrocientos años que esto pasó, fue erigida en obispado, a petición del rey Felipe, dando en esto contento a aquella ciudad, que había (hacía) muchos años (que) lo deseaba.
A este obispo Guillendio el conde Ramón Berenguer el cuarto las décimas y otros derechos de muy gran consideración en el término de la ciudad de Lérida, para sustento
suyo y de los ministros de aquella Iglesia, a quien dio muy buena parte, y ordenó hubiese en ella veinticinco canónigos del hábito y regla de san Agustín, la cual profesaron mucho tiempo, trayendo aquel hábito. Hízose esta donación el año del señor de 1168 (1); y por esta y otras buenas obras que hizo a la Iglesia, le dan el título de fundador de ella. Murió a 16 de las calendas de enero de 1177.
(1) O no se hizo la donación en 1168, o no la otorgó el conde don Ramón Berenguer, el cuarto, que había fallecido ya en 1162: otra prueba de la incorrección del testo.
Sucedióle don Gombaldo, de quien hallo memoria en el testamento del rey don Alfonso, hijo de la reina doña Petronila, que le elige en marmesor, juntamente con R., arzobispo de Tarragona, Ricardo, de Huesca, Pedro, abad de Poblet, y el maestre del Temple.
Berenguer de Erilles el obispo más antiguo de que se halla memoria, después del precedente; y fue de la familia y linaje de los Erills; muy noble y muy principal en Cataluña; e hizo muchas ordinacionesy estatutos para el buen gobierno y regimiento de su Iglesia, y murió a 5 de las nonas de octubre de 1234.
Pedro de Albalate fue sucesor de Berenguer: este en el año 1237 hizo ciertas ordinaciones muy provechosas para su Iglesia; asistió con el rey don Jaime en la presa de Valencia, y después fue transferido a la metropolitana de Tarragona, y murió a 6 de las nonas de julio en el monasterio de Poblet, donde tiene sepultura junto a la capilla de san Bartolomé.
Raimundo de Ciscar entró en el obispado de Lérida el año 1237, y en el de 1240 hizo ciertas ordinaciones para la buena administración de lo que le estaba encomendado. En su tiempo se acabó de concordar la diferencia que había entre los canónigos de Lérida y los de Roda, sobre el número de electores que de cada cabildo había de haber en la elección del obispo de Lérida, y lo dejaron en manos de él y de don Pedro de Albalate, arzobispo de Tarragona, nombrándoles árbitros y compromisarios; y a 26 de marzo del 1244 declararon que la tercera parte de electores fuese de Roda, y que los de Lérida, ofreciéndose elección, les hubiesen de dar aviso. Murió el año de 1245, y fue sepultado en el monasterio de Poblet, y estuvo su cuerpo mucho tiempo en un sepulcro de yeso, que después se desmoronó, y los huesos, metidos en un saco, fueron puestos y están en el arca o tumba del príncipe don Carlos de Viana, al lado del evangelio, debajo las sepulturas de los reyes don Jaime el primero, don Pedro el cuarto y don Fernando el primero.
Guillen de Barberá, religioso del orden de predicadores, fue sucesor de Raimundo de Ciscar, y fue su elección de esta manera: que no podían los canónigos de Roda y Lérida concordar sobre la elección del obispo, y estando en discordia, les pasó el tiempo, y el papa Inocencio cuarto con breve despachado a 9 de las calendas de enero, año
cuarto de su pontificado, que es de Cristo 1247, cometió la elección del obispo a don Raimundo de Ciscar, arzobispo de Tarragona, y a san Raimundo de Peñafort y a
fray Miguel de Fabra, varón insigne. Estos tres eligieron y nombraron a fray Guillen de Barbera, el que, elegido y nombrado de tales electores, es cierto sería gran varón y muy
digno de la dignidad episcopal. Murió a 15 de las calendas de mayo, año 1255, como parece en su sepulcro, que está en la capilla de santa Ana, en la iglesia de santa Catalina, mártir, de Barcelona, del orden de predicadores.
Berenguer de Peralta fue obispo de Lérida después de fray Guillen de Barberá; y pasa tan de corrida el episcopologio de Lérida, que, si no fuera por fray Vicente Domenech, sería poca o ninguna la noticia que tendríamos de él. Fue este santo canónigo de Lérida, y su elección, dice este autor que fue casi milagrosa, y lo infiere de la pintura que está en la pared, sobre su túmulo, donde están pintados dos ángeles que tienen una mitra en sus manos, como significando que la bajaron del cielo, y aún esto es tradición, como también de que fue religioso del orden de santo Domingo. Murió a 2 de octubre de 1256, y ha Dios hecho por él muchos milagros; y es caso notable lo que aconteció a un obispo que quiso ver su cuerpo, porque así como abrió la piedra que cubre el sepulcro, salió tanta sangre, que lo impidió y la mandaron cerrar. Yo he visto el señal de la sangre en el tiempo en que estudiaba en aquella universidad, y después algunas veces; y se conoce haber salido en mucha abundancia, y desde entonces hasta el día de hoy ha quedado una costumbre en la seo de Lérida, de que el diácono, cuando inciensa el altar mayor, va también a incensar el sepulcro de este santo. Digo santo, porque así le llaman comunmente en aquella ciudad. Gustara poder decir más de este siervo de Dios, pero hay tan poco escrito de él, que es forzoso ser breve. Hay en su sepulcro un letrero que dice:
ANNO DOM. MCCLVI. VI NON. OCTOB.
TRANSITUS VENERABILIS PATRIS
DOMINI BERENGARII DE PERALTA
HUJUS SACROSANCTAE SEDIS ELECTI.

Está este sepulcro entre las capillas de Gralla y de santa Marta. Algunos han querido decir que no fue obispo, sino nombrado obispo, fundándose en la palabra electi yo sigo la opinión común y al episcopologio de aquella Iglesia, que todos le tienen por obispo.
Guillen de Moncada murió el año 1271; y por no hallar más, no digo más.
Guillen de Fluviá hizo algunas constituciones, que aún el día de hoy se guardan, y murió el año de 1283.
Geraldo de Andriá vivió hasta el año de 1288 después de haber hecho muchas cosas en utilidad de la Iglesia.
Pedro de Regio o de Reig, después de haber hecho buenas ordinaciones concernientes a las rentas y provisiones de los beneficios, murió el año 1299.
Ponce de Aguilanedo murió el año 1299.
Guillen de Aranyó hizo algunas ordinaciones, y el episcopologio ilerdense dice que murió el año 1310, y no puede ser, porque a 4 de los idus de noviembre de 1314 firmó la donación que don Jaime el segundo hizo al infante don Alfonso, del condado de Urgel. Yo creo debió ser error del año, porque el sucesor entró en el obispado el año de 1321.
Ponce de Vilamur tomó la posesión del obispado el año de 1321, y gozó de él solo dos años, y murió el de 1324.
Raimundo de Avinyó vivió hasta el año de 1327.
Arnaldo Cescomes, a quien en los autos llaman Arnaldus de Cumbis, fue canónigo de Barcelona, y después obispo de Lérida. Hizo la capilla que llaman de Cescomes, fuera de la puerta más principal de la iglesia, e instituyó algunos beneficios, y dejó muy adornado el palacio episcopal. En vida de este prelado se edificaron los claustros de la iglesia, que en la vista, alegría, despejo y delicada arquitectura, exceden a los mejores de España; De aquí fue trasladado a Tarragona; y hecho arzobispo de aquella ciudad, aumentó en gran manera el patrimonio de aquella Iglesia, y después de haberla regido once años y dos meses, murió el de 1346.
Ferrer Colom fue canónigo de Lérida y prior de Fraga, y fue asignado por el rey don Alfonso tercero de Aragón por administrador y gobernador del condado de Urgel y vizcondado de Ager, durante la menor edad del infante don Jaime, a quien había dado aquel estado; y después fue hecho obispo y fue gran prelado. Este recopiló las constituciones de aquella Iglesia, y dejadas aparte las superfluas e impertinentes, puso las demás bajo y por orden de títulos. Hizo una hermosa capilla y de gran arquitectura, donde está su sepulcro, y murió el año 1340. Este asistió a la traslación del cuerpo de santa Eulalia de Barcelona, a 7 de los idus de julio de 1339.
Jaime de Sitjó, de la villa de Valls, del campo y arzobispado de Tarragona, gobernó esta Iglesia hasta el año 1348, que fue mudado a la de Tortosa, y la gobernó hasta el año 1351, en que, a 18 de octubre, murió en la villa de San Mateo, del reino de Valencia, y fue sepultado en la seo de Tortosa. El episcopologio de Lérida dice que se ignora el tiempo de su muerte, pero esto nos dice la historia de Tortosa.

Romeo de Cescomes, dicho en latín Romeus de Cumbis. Este era paborde de la seo de Barcelona, y a tres de los idus de enero del 1361, según dice el dicho episcopologio,
fue proveido de la Iglesia y obispado de Lérida. Aumentó el patrimonio de su Iglesia en muchas cosas que le dio el rey don Juan el primero, y otras que él compró de su dinero. Murió a 3 de marzo, año 1380. La vallede Barrabés, que hoy posee la Iglesia de Lérida, es donación de este obispo, en cuyos años, o hay error, o entre él y su predecesor hubo algún obispo, si ya no fuese que hubiese vacado la Iglesia nueve años.
Geraldo de Recasens fue electo por los canónigos de Lérida y Roda a 17 de noviembre de 1380, e hizo gran bien a la Iglesia: murió el año 1399, a los 13 de enero.
Pedro de San Clemente, canónigo y pavorde de Lérida, fue nombrado obispo de los cabildos de Lérida y Roda, a 7 de mayo de 1399, pero no fue confirmado.
Juan fue sucesor del precedente. El episcopologio de Lérida dice que fue obispo de Huesca y refrendario del papa Benedicto XIII, por otro nombre llamado Pedro de Luna (el Papa Luna); y fue proveidoa los 16 de las calendas de setiembre, año 1403, y murió en el mes de noviembre de este mismo año; y siendo esto último verdad, no fue obispo de Huesca, porque el que por estos tiempos lo era de esta Iglesia, aunque se llamaba Juan, no lo fue jamás de Lérida, pero sí de Albarracín y Segorbe, y vivió hasta el año 1427; y es más de creer esto que lo que dice el episcopologio Ilerdense, a quien en averiguar las cosas de este obispo y otras lleva gran ventaja la historia de Huesca qué sacó a luz Diego de Aynsa.
Pedro de Sagarriga (Çagarriga, ipsaGarriga) fue sucesor del precedente y y varón de gran prudencia y saber. Tomó posesión del obispado el primero de enero del año 1404, y estuvo hasta el de 1408, que fue transferido a Tarragona; y fue una de las nueve personas que declararon en la sucesión del reino, por muerte del rey don Martín, y murió el año 1419. Está soterradoen el pavimento del claustro de Tarragona, luego al salir de la puerta que pasa de la iglesia al claustro, junto de una colunma de mármol que sustenta las piedras de la puerta.
Pedro de Cardona, hermano de don Juan Ramón Folch, conde de Cardona, tomó posesión del obispado: tuvo algunas parcialidades que dieron harto trabajo a los del parlamento de Tortosa que se había juntado por muerte del rey don Martín, para sosegarlas; pero la muerte de él excusó de trabajo, porque murió a los nueve de diciembre de 1411.
Domingo Ram, varón de noble linaje, y más noble por su gran virtud y prudencia, fue obispo de Huesca, y una de las nueve personas que declararon rey al infante don Fernando, llamado de Antequera (Fernando I de Aragón después del Compromiso de Caspe). Después, en el año 1416, fue promovido a la Iglesia de Lérida, y luego a la metropolitana de Tarragona; y después, en el año 14.... (1), el papa Martino le creó cardenal, título de san Juan y san Pablo. Fue virey (virrey) de Sicilia, y murió en Roma año 1445, a 6 de las calendas de mayo.
Y aquí dejo de continuar a los obispos de Lérida, por ser este el último de los obispos del tiempo de los condes de Urgel, y el último, que fue don Jaime de Aragón, murió el año 1433, en que acabo esta historia, pues en dicho tiempo quedó acabada aquella casa.

(1) Esta fecha, como que se halla puesta en el manuscrito por postila, se presenta algo confusa; y aunque al parecer debe leerse 1454, es imposible que sea este el año que quiso fijar el autor, cuando él mismo dice luego que don Domingo Ram murió en 1445, y se sabe por otra parte que este prelado fue preconizado cardenal en 1430.