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lunes, 28 de agosto de 2023

IV. Guernicaco arbola, José M. de Iparraguirre.

IV. 

Guernicaco arbola, 

por D. José M. de Iparraguirre.

(Dialecto guipuzcoano) 

Guernicaco arbola.

Guernicaco arbola,   por D. José M. de Iparraguirre.


"El canto nacional siguiente - dice Mr. Cénac-Moncaut al reproducirlo en su Histoire des Pyrénées, (1) - reúne a cierto valor poético el interés histórico que debe naturalmente excitar el coloso y secular árbol al que está dedicado y bajo el cual se congrega (2) desde hace siglos la Junta de Álava, (3) como la bilzaar (4) se reunía en otro tiempo bajo el roble de Ustaritz." (5)

El himno al roble de Guernica es efectivamente un verdadero canto nacional entre los Bascos, pues a su mérito literario reúne la importancia histórica de hallarse dedicado a enaltecer ese símbolo de las antiguas libertades euskaras. No es un himno de guerra, es canto de paz, de amor y de cariño a las sabias instituciones que por largos siglos han hecho la felicidad de este pobre pero honrado rincón de España.

Allá por los años de 1853 hallábase en Madrid, donde se encuentra también hoy pobre y anciano después de veinte largos años de trabajos y de expatriación, el más popular de los bardos de la Euscal-erría, D. José María Iparraguirre.

Iparraguirre escribió en la Corte su composición al Árbol de Guernica, que, según parece, fue puesta en música (o quizás arreglada bajo la inspiración del autor de la letra) por un modesto pero estimable compositor, D. Juan José Altuna; (1) y pocos días después la mayor parte de la numerosa colonia vascongada residente en la Corte se reunía una noche en un Café que con la denominación de Café de San Luis existía a la sazón en la calle de la Montera, con objeto de escuchar al popular bardo que entre otras producciones, se decía iba a cantar un nuevo zortzico suyo. 

A la hora señalada el Café se hallaba completamente lleno y se aguardaba con impaciencia la presentación del artista vascongado.

Poco después, Iparraguirre, acompañado al piano por su paisano y compañero Altuna, daba a conocer su composición al Árbol de Guernica, que produjo verdadero entusiasmo entre los concurrentes.

El Zortzico se repitió una y otra vez entre los más espontáneos bravos y aplausos; aquella misma noche lo aprendieron de memoria todos los vascongados que asistían a la memorable velada, y a última hora el Árbol de Guernica era cantado en coro por cincuenta, sesenta o más voces, e Iparraguirre y Altuna eran objeto de una verdadera ovación.

El nuevo zortzico obtuvo en el Café de San Luis la sanción y el aplauso de los vascongados, en cuyos corazones hizo brotar el entusiasmo por su país, e Iparraguirre alcanzó aquella noche el más grande y el más valioso de todos sus triunfos.

Al año siguiente, Iparraguirre regresó a su país, y en una de esas frecuentes romerías, en las que los hijos de esta tierra hallan dulce solaz y agradable expansión, y que el bardo amenizaba entonces con sus cantos y su guitarra, dio este a conocer ante una inmensa muchedumbre su último zortzico, electrizando de entusiasmo a los concurrentes y promoviendo una pacífica pero importante manifestación, que movió al Gobierno a extrañar del suelo vascongado al poeta y al cantor, cuya permanencia en él juzgaba peligrosa para la pública tranquilidad.

El Guernicaco arbola obtuvo allí la sanción de las muchedumbres, como poco antes la había alcanzado en Madrid de clases más ilustradas, y se elevó ya desde este momento a la categoría de un verdadero canto histórico-popular entre los bascos.

Hoy... a la manera de aquellas melancólicas y extrañas canturrias que el árabe entona en los desiertos como necesario calmante a su mísera existencia, el himno al Árbol de Guernica es también dulce lenitivo a las penas del basco, un cariñoso recuerdo a las instituciones que fueron.

Tal es, trazada a grandes rasgos, la historia de esta importante composición.

Iparraguirre, que ha tenido siempre una facilidad asombrosa para improvisar en lengua euskara, introducía en este canto, como en casi todos los suyos, variantes más o menos notables cada vez que lo cantaba, y de ahí que se note una gran diferencia entre las estrofas primera y segunda, por ejemplo, del texto que ofrezco de esta composición, y las mismas que vertidas al castellano dio a conocer al Senado español el ilustre patricio D. Pedro de Egaña en el elocuente discurso pronunciado en defensa de las instituciones vascongadas en la sesión celebrada por la alta Cámara el día 16 de junio de 1864.

Parecidas diferencias se notan entre los diversos textos publicados hasta el día.

Chaho, Michel, Trueba y otros escritores sólo ofrecen cuatro únicas estrofas de este canto: la edición hecha por el Sr. Santesteban consta a su vez hasta de doce estrofas.

Por mi parte he aceptado esta última versión, que es la más conocida, pero purgándola de los errores tipográficos de que adolece, y suprimiendo sus cuatro últimas estrofas que nada añaden de esencial a la composición, y que en cambio perjudican, en mi sentir, de una manera notable a su robustez y vigor, haciéndola un tanto pesada y monótona.

Es decir que termino la composición al final de la estrofa VIII, que en mi humilde opinión es donde realmente debe acabar.

En cuanto a la forma poética de esta canción, inspirada por un puro amor y un entrañable cariño a las libertades euskaras, poco tengo que decir. No hay en ella grandes imágenes, ni ofrece atrevidas figuras; escrita con el corazón e hija del sentimiento, adolece quizás hasta de algún ligero desaliño, muy natural por otra parte, pero es grandiosa en medio de su misma sencillez, por el culto que revela al sagrado símbolo objeto del canto, y no puede menos de ser saboreada siempre hasta con pasión por cuantos han nacido en estas verdes montañas, y han mamado en ellas el respeto y la admiración hacia las instituciones que personifica el secular roble de Guernica.

La poesía y la oratoria han saludado repetidas veces con entusiasmo al añoso roble de Vizcaya, desde Rousseau que le envió sus bendiciones hasta Tallien que le saludó en el seno de la Convención francesa, y desde Tirso de Molina hasta el eminente tribuno Sr. Castelar.

Muchos son los poetas que le han dedicado sus cantos, y entre estos merecen citarse un soneto de D. Mariano de Eguía, Diputado general que fue de Vizcaya, una ardorosa composición de D. Alfonso García Tejero, publicada en El Trovador Católico, y otra no menos varonil y notable del ilustre vizcaíno D. José Miguel de Arrieta-Mascarua, cuya lectura me permito recomendar al lector.

He aquí ya ahora el popular himno de Iparraguirre:

(1) Tanto la letra como la música de esta composición han pasado y pasan todavía para la gran mayoría como inspiración exclusiva de Iparraguirre. Habiendo yo oído decir que la música de este himno era obra de otro vascongado, pedí algunos datos sobre el particular, y mi muy querido y respetable amigo y paisano D. Miguel de Ostolaza tuvo la bondad de remitirme desde Madrid con fecha 24 de abril de 1877 los siguientes apuntes, que no dudo en dar a la estampa, pues opino que deben publicarse cuantas noticias tiendan a aclarar puntos de importancia histórica o literaria:

"Siento - me dice el Sr. Ostolaza - no tener bastantes datos para escribir las cuartillas que me indica acerca del autor de la música de “Guernicaco arbola," pues ni siquiera me acuerdo de su nombre, aunque me inclino a creer que era tocayo de V. (Según he sabido por otros conductos el Altuna en cuestión debía llamarse D. Juan José.)

"Lo único que puedo decirle es que allá por los años del 50 al 53 asistía yo casi diariamente a casa del compositor Iradier, que era muy amigo mío. Allí conocí a Altuna, músico cuyo mérito era sólo comparable con su modestia. 

"Mis relaciones de amistad con este paisano se hicieron muy íntimas en poco tiempo, y como casi siempre estábamos juntos, me hacía oír con frecuencia muchas de sus composiciones, algunas de las cuales es lástima que no se hayan publicado.

"Un día me dijo Altuna que acababa de escribir un zortzico con letra del famoso bardo vascongado Iparraguirre, que a la sazón se encontraba aquí: me lo dio a conocer, y excuso decir a V. el efecto que me produjo, sabiendo que el tal zortzico era el Guernicaco arbola.” 

___

"Es verdad que “El Árbol de Guernica” tal como lo escribió Altuna tenía una introducción de ocho compases, de la que me acuerdo perfectamente, y he notado con pena que ahora se le ha despojado de ella, sustituyéndola con otra de cuatro..."

"El haberse variado la introducción del susodicho zortzico me prueba que Altuna no se cuidó siquiera ni aun de ponerlo en limpio y que, por consiguiente, no fue conocido en las provincias hasta que Iparraguirre lo cantó en ellas, es decir, hasta que cantó el zortzico propiamente dicho, o sea la parte cantable, pues no había para qué cantar también la introducción, y de aquí que esta fuese ignorada de todos, y sustituida como digo, con otra de autor anónimo."

"Tengo entendido que Altuna murió hace pocos años en Lequeitio, siendo organista del Convento de monjas de aquel pueblo."

Las anteriores noticias en nada amenguan las glorias de Iparraguirre, y en cambio nos dan a conocer el nombre de un modesto e ignorado compositor vascongado que compartió con él la gloria que le cabe en la inspiración del Guernicaco arbola, y por esta razón he creído deber dar a la estampa estos apuntes, que juzgo de bastante interés, aun a trueque de abusar de la bondad de mi querido amigo el Sr. Ostolaza, que me los confió en el seno de la amistad y con el desaliño propio de una carta particular. 

(1) XIV part. chap. VIII, t. V, p. 324, nota.

(2) Se congregaba, debemos decir hoy aunque con dolor, pues las Juntas especiales de las Provincias Vascongadas han desaparecido con su régimen foral.

(3) No es la Junta de Álava, como equivocadamente dice Mr. Cénac-Moncaut, sino la de Vizcaya la que celebraba sus deliberaciones só el árbol de Guernica.

(4) Esta expresiva palabra euskara vale tanto como reunión, junta o congreso de ancianos (bil, bildu, billera-zar o zaar, zarrac), y ya se sabe que a las antiguas deliberaciones de los bascos asistían los más ancianos para fallar con su experiencia en los asuntos de más interés para el país.

(5) Uztaritce, en vascuence: villa del cantón del mismo nombre en el distrito de Bayona, antiguo territorio de Labourd.


Guernicaco arbola.

(Dialecto guipuzcoano.) 


I. 

Guernicaco arbola (1)

Da bedeineatuba,

Euscaldunen artean

Guztiz maitatuba.

Eman ta zabaltzazu (Bis hasta santuba)

Munduban frutuba,

Adoratzen zaitugu

Arbola santuba.


II.

Milla urte inguru da

Esaten dutela,

Jaincoac jarrizubela

Guernicaco arbola.

Zaude bada zutican, (Bis hasta galduguera) 

Orain da dembora, 

Eroritzen bazera 

Arras (2) galduguera.


III. 

Eztzera erorico,

Arbola maitea,

Baldin portatzen bada

Bizcaico juntia. (3)

Lauroc (4) artuco degu (Bis hasta gentia)

Zurekin partia,

Pakian bizi dedin

Euskaldun gentia. 


IV.

Betico (6) bizi dedin

Jaunari escatzeco

Jarri gaitezen danoc

Laster belaunico,

Eta biotzetican (bis hasta guero)

Escatu ezkero, 

Arbola bizico da

Orain eta guero. 


V. 

Arbola botatzia

Dutela pentzatu

Euscal-erri guztiyan 

Denac badakigu:

Ea bada gendia (Bis hasta biagu)

Dembora orain degu, 

Erori gabetanic

Iruki (7) biagu.


VI.

Beti egongozera

Uda berricua, (8)

Lore ainziñetaco

Mancha gabecua.

Errukizaitez (9) bada (Bis hasta frutua)

Biotz gurecua.

Dembora galdu gabe

Emanic frutua. 


VII. 

Arbolac erantzun du

Contus bizitzeco,

Eta biotzetican

Jaunari escatzeco.

Guerraric nai ez degu, (Bis hasta maitatzeco)

Pakea betico,

Gure legue zuzenac (10)

Emen maitatzeco.


VIII. 

Erregutu diogun

Jaungoico jaunari

Paquea emateco

Orain eta beti;

Bai eta indarrare (Bis hasta erriyari)

Zedorren lurrari, 

Eta bendiziyoa

Euscal-erriyari.


(1) El origen de este símbolo de las libertades vascongadas se remonta al origen de la sociedad vizcaína. El árbol foral se perpetúa como la familia euskara, sucediéndole uno de sus hijos que cuando el padre muere de anciano está bastante crecido para proteger con su sombra la libertad que aquel amparaba.

El árbol de Guernica existente hoy cuenta sobre un siglo de vida, pues tenía ya de treinta a cuarenta años cuando en 1811 cayó de viejo su antecesor que contaba más de trescientos, y cuyo tronco, según Iturriza, medía a fines del siglo pasado quince pies de circunferencia.

Hace doce a catorce años se plantó en lugar oportuno un nuevo roble destinado a su vez a suceder al actual. Bajo ese árbol se ha reunido desde tiempo inmemorial hasta nuestros días el Congreso de Vizcaya para trabajar por la gloria y la felicidad del noble Señorío.


El árbol de Guernica.

(Traducción castellana.)

I.

El árbol de Guernica (1) es (un símbolo) bendito, amado de corazón por todos los bascongados.

Árbol santo, extiende y propaga tu fruto por el mundo. Nosotros te adoramos.

II.

Hace ya sobre mil años que dicen plantó Dios el roble de Guernica.

Permanece, pues, en pie, árbol sagrado: no vayas a caerte en estos momentos, pues sin tu benéfica sombra somos completamente perdidos, (los que vivimos bajo tu protector amparo.)

III. 

No caerás, no, árbol amado, si al menos se conduce cual debe la Junta de Vizcaya.

Las cuatro (4) (provincias hermanas) te prestaremos nuestro apoyo, a fin de que viva en paz el país vascongado.

IV. 

Para pedir a Dios viva eternamente ese sagrado símbolo, hinquémonos todos al punto de rodillas, que si (le) pedimos de corazón el secular roble vivirá ahora y luego (o por siempre.)

V. 

En la tierra vascongada todos sabemos que se ha tratado de derribar el Árbol (de Guernica.) 

Ea, pues, ahora es tiempo de que aunemos nuestros esfuerzos y prestemos nuestro apoyo para mantenerlo en pie.

VI. 

Siempre permanecerás frondoso, cual en eterna primavera, roble secular y sin mancha (testigo feliz) de antiguas edades.

Ten compasión de nosotros, pues te amamos de corazón, y ofrécenos presto (y de nuevo) tu (sabroso) fruto.

VII. 

El añoso roble ha contestado (o nos dice) que vivamos apercibidos, y que pidamos a Dios por su conservación desde lo hondo del pecho.

No deseamos la guerra, queremos una paz inalterable para vivir tranquilos al calor de nuestras seculares leyes, y en el dulce amor a ellas. 

VIII.

Roguemos todos a Dios nos conceda eterna paz, que fecunde la tierra que mantiene el árbol de nuestras libertades, y derrame su bendición sobre el país euskaro.


(2) Arrás, muy, mucho, completamente. Empléase este adverbio como sinónimo de las voces anitz, guztiz, y oso.

(3) Con las palabras Bizcayco juntia o Bizcay batzarre-a, como se lee en la enmienda, alude al Congreso que cada bienio se reunía só el árbol de Guernica, para tratar de todos los asuntos del Señorío.

(4) Alude a Guipúzcoa, Vizcaya, Álava y Navarra, pues las tres Provincias vascongadas consideran a esta como hermana suya por la similitud de sus costumbres y por participar de su misma lengua (la euskara.)

(5) He aquí una de las variantes introducidas en esta estrofa por su autor el Sr. Iparraguirre: 

“Eztzera erorico,

Arbola maitea,

Ongui portatzen bada

Bizcay batzarrea:

Laurac artuco degu

Zurekin partea,

Arras zabaldu dedin

Fueroen leguea.”

(Las cuatro provincias hermanas prestaremos todo nuestro apoyo para que se extienda y se propague más y más la ley de nuestros fueros.)

(6) Betico, por siempre, eternamente.

(7) Iruki, iduki, euki, tener.

(8) Uda-berri-a, g., primavera. - Uda berricua, de primavera.

Desígnase además dicha estación en los diversos dialectos de la lengua vascongada con los nombres de uda-barri o uda-barrija, en vizc., primadera, lab., bedari-a, sulet., y eralora, (o estación de las flores.)

(9) Erruki, errukitu, compadecerse, apiadarse.

Errukizaitez bada... Ten pues compasión... 

(10) Gure legue zuzenac... Nuestras rectas leyes, nuestras sabias instituciones.

Guernica, Guernikara, Pablo Ruiz Picasso



Fé de erratas. 

(Corregidas en el texto, no en la web)

Página. Linea. Dice. Debe decir. 
11 27 correcto corrupto 
30 28 unida usada 
53 17 heri z herioz
55 10-11 fuerzas y caballos, fuerzas y caballo, 
Habiéndose omitido descuidadamente un verso en el párrafo tercero de la traducción que se ve en la página 60, lo reproducimos a continuación corregido y tal cual aparece en los originales del autor: 
Cercano ya resuena
el belicoso estruendo,
que lentamente crece, se agiganta,
y de Ibañeta en la elevada cima
los ecos repitiendo,
zumbando entre las rocas se adelanta.
(N. E. La página 60 no está en ninguno de las versiones que tengo, está la 57, párrafo VIII y final del canto, de ahí salta a la, supongo, 65, portada de III. Beotibarco gudua.
En la misma traducción se han deslizado también las siguientes erratas:
60 18 Responde desde responde al punto desde 
62 20 acaban acaben 
63 9 y allí ya tranquilo y allí tranquilo 

Índice de materias. (Se omite)