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lunes, 27 de febrero de 2023

CARTA CXXXVIII. Concluye el catálogo de los Arzobispos de la santa iglesia metropolitana de Tarragona.

CARTA CXXXVIII. 

Concluye el catálogo de los Arzobispos de la santa iglesia metropolitana de Tarragona. 

Mi querido hermano: Vamos a concluir hoy este catálogo con la noticia de los Prelados de este siglo y siguientes. A Don Juan de Aragón sucedió

Don Arnaldo Cescomes (de Cumbis le llamaban los latinos de aquel tiempo), Catalán, nacido en la quinta o masía dicha de Cescomes, en el término del lugar de Puig de Reis, obispado de Urgel. Era ya canónigo de Barcelona y Vicario general de aquel obispado en 1305, y en 1312 se halló en el concilio de Tarragona como procurador del Cabildo o del Obispo de aquella iglesia, y fue el que leyó la sentencia en que los Templarios de estos reinos quedaron absueltos de toda sospecha de herejía, como noté más arriba. Promovido después a la Silla de Lérida, fue trasladado a esta metropolitana antes del año 1335, en que ya celebró un sínodo diocesano, y es el primero que se conserva de los Prelados de esta iglesia (a: Ap. núm I.). En el año siguiente celebró concilio provincial, cuyas constituciones andan entre las impresas. En 1337 escribió tres cartas, una a Benedicto XII y dos al Cardenal Juan de Convenis sobre la expulsión de los Moros de España, las cuales publicaron Baluzio, Miscell., tomo III, pág. 106, y el Cardenal Aguirre. Sostuvo los derechos de su esposa con gran celo. Del 1344 hallo que compuso las diferencias que había entre los curas y demás beneficiados de la catedral super colligendis, recipiendis ac distribuendis obventionibus seu caritatibus, quae pro processionibus extremarum unctionum, sepulturarum et absolutionum morientium, et capdans, etc. Nada más he hallado de este Prelado, sino que murió a 9 de septiembre de 1346. Está enterrado en el plano de la capilla de las once mil Vírgenes, que él construyó, y su epitafio dice así: 

Hic iacet Arnaldus bonae memoriae Archiep. Tarraconensis, qui etiam fuit Episcopus Ilerdensis; qui tam hic, quam in ecclesia Ilerdensi atque alibi, innumera bona fecit, et in Tarraconensi inter alia hanc capellam fecit, construxit et dotavit: qui obiit anno Dni. M.CCC.XLVI. V. idus septembris. Requiescat in pace anima eius. El sucesor fue

Don Fr. Sancho López de Ayerbe, Aragonés, de la orden de San Francisco, trasladado a esta Sila de la de Tarazona: hizo su entrada en marzo de 1347, y dicen que este es el primer Prelado que fue recibido con la pompa que hoy se acostumbra, y que recibió de sus vasallos en reconocimiento de señorío 25.000 sueldos. Era confesor del Rey Don Pedro IV y muy querido de él. En un sínodo que celebró en 1355 mandó observar en la diócesi la constitución que cinco años antes había hecho este Príncipe de que las escrituras se calendasen, no por los años de la Encarnación, sino por los de la Natividad, omitiendo el cómputo de nonas, idus y kalendas, y contando por su orden los días del mes (a: AP. núm. II). Otra memoria produce Blanc de su celo y constancia, y es la resistencia que hizo al colector de la Cámara Apostólica Jaime de Contestre, canónigo de Valencia, el cual exigía el tributo supuesto que el Conde Don Berenguer de Barcelona había ofrecido a la santa Sede de todo el territorio de Tarragona. El Arzobispo, haciendo ver que aquella fue una simple oblación, produjo tales razones que el Papa se dio por satisfecho; y ya no se habló más de tal exacción. No mostró menos su caridad en la peste que asoló este país el año 1348. Fue este azote bien conocido y sentido en toda la Europa; en esta diócesi perecieron todos los párrocos, y para suplir su falta encargó el Arzobispo a los jurados de los lugares que se buscasen cualesquiera sacerdotes seculares o regulares para su asistencia, a los cuales por el mero hecho de ser así elegidos, daba todas las facultades necesarias. También se sabe que condenó el error que enseñaba un monje Cisterciense hacia los años 1353, es a saber, que el hombre debe obrar por puro amor de Dios, y que no es lícito hacer el bien por la esperanza de la vida eterna. Tras esto sabemos que celebró cuatro concilios provinciales. Así, desempeñado bien su ministerio, murió día 22 de agosto de 1357, y fue enterrado en el convento de San Francisco de esta ciudad, el cual, como en las guerras se derribase, ha perecido su sepulcro. El Necrologio suple su falta; dice, así: XII kal. sept. anno Domini M.CCC.LVII. obiit Fr. Sancius de Ayerbe, XIX Archiep. Tarracon(.), qui multa opera fecit tam in castro archiepiscopali huius urbis, quam in aliis domibus pontificalibus. Es de notar aquí que el castrum archiepiscopale, donde Don Fr. Sancho construyó algunas obras es el que dicen Torre del Patriarca, no el palacio que hoy es archiepiscopal; porque este entonces era casa del Prepósito, y los Arzobispos no se trasladaron a ella hasta entrado el siglo XV. Tuvo por sucesor a 

Don Pedro Clasquerín, Catalán, que había sido canónigo de Barcelona, y como tal asistió en 1338 al juramento del Rey Don Pedro IV, cuando fue admitido por canónigo de aquella iglesia. Fue después Obispo de Huesca y de Mallorca, de donde fue trasladado a esta iglesia en febrero de 1358. Por agosto del mismo ya asistió a las cortes de Barcelona. El crédito de su doctrina le acarreó los honores de Patriarca de Antioquía y consejero del Rey Don Pedro. En 1359 creó el arcedianato de San Lorenzo en esta iglesia, suprimiendo para ello la obrería: el primero que obtuvo la nueva dignidad fue el canónigo de la misma Guillermo Botson. Celebró tres concilios provinciales y cuatro diocesanos: de los primeros están las constituciones en la colección de ellos; las de los segundos irán copiadas por mí, inéditas hasta ahora, a excepción de tres o cuatro que publicó Don Antonio Agustín; y esto quede dicho para los que mencionaré más adelante (a: Aps. núms. III, IV, V y VI.). En 1372 le encargó el Papa Gregorio XI el examen de la doctrina de Raimundo Lulio, delatada por Fr. Nicolás Eymerich, mas por sus ocupaciones se cometió el juicio a los Vicarios generales del Obispo de Barcelona. Del 1374 hay aquí memoria de haberse fundado un beneficio con el título de la Concepción de nuestra Señora por Pedro Francesch, comensal de esta iglesia. Construyó este Arzobispo el lienzo de muralla que corre desde el convento de San Francisco hasta el de Santa Clara. Defendió con gran tesón los derechos de su iglesia, singularmente contra las pretensiones de los vecinos de Tarragona; llegó el negocio a términos que tuvo que llevar su causa a la corte del Papa, donde se dio sentencia en su favor. Mas volviendo de allá le atajó la muerte en Francia, en la ciudad de Agde, día 10 de enero de 1380. Trajéronse acá sus huesos de allí a ocho años, y están depositados en la capilla de nuestra Señora, llamada de los Sastres, que él hizo, en una urna levantada en la pared con este letrero: Anno Domini M.CCC.LXXX. X die mensis januarii in civitate Achde obiit Reverendissimus in Christo Pater et Dominus Dominus Petrus miseratione divina Patriarcha Antiochiae, et aministrator ecclesiae Tarraconensis; ossa cuius sunt translatata in hoc tumulo (leo tumullo) die sabati XVIII. aprilis anno Domini M.CCC.LXXXVII. cuius anima requiescat in pace.

A esta época pertenece lo que Zurita, Diago y otros escritores refieren de la aparición, bofetada y amenazas de Santa Tecla al Rey Don Pedro IV de Aragón, si no reintegraba a la iglesia de Tarragona de todo lo que le había usurpado. A lo mismo alude la famosa carta de San Vicente Ferrer al Rey Don Martín sobre este negocio. También hallo del tiempo de nuestro Arzobispo la consagración de la iglesia de Santa María de Falcet que hizo de su licencia Fr. Petrus divina miseratione Ponderachensis Episcopus en la dominica tercera de octubre del año 1365. Vacó esta iglesia siete años por el cisma que afligía a la cristiandad; porque todas las iglesias de Aragón con su Rey se mantuvieron largo tiempo en el partido que llamaron de indiferencia. Esta fue la causa porque el sucesor

Don Íñigo Valterra, aunque promovido a esta Silla en el año 1380, no tomó de ella posesión hasta el 30 de enero de 1387, gobernando entre tanto la iglesia de Segorbe, que ya obtenía con el título de electo Tarraconense. Era natural de Valencia, y Canciller del Infante Don Martín, Duque de Monblanc, y había también obtenido la mitra de Gerona. A las memorias que de este ilustre varón publiqué en el Episcopologio de Segorbe debo ahora añadir que hizo concordia con el Rey Don Juan sobre los intereses y derechos de esta metropolitana, y que celebró cuatro concilios provinciales, cuyas constituciones se hallan en la colección de las Tarraconenses, y tres sínodos diocesanos inéditos hasta ahora (a: Aps. núms. VII, VIIII y IX.). También se tuvo en sus días el concilio de Gerona convocado por el Cardenal Don Pedro de Luna, Legado de Clemente VII, con el cual tuvo tanta cabida nuestro Arzobispo, que siendo Papa con el nombre de Benedicto XIII, le envió con embajada a su competidor Gregorio que estaba en Pisa para tratar de la unión de la iglesia por medio de un concilio general. Hallándose ausente este Prelado, su Vicario general, Pedro de Casas, hizo con el Cabildo la institución de las distribuciones que llaman comunes. Fue esto en 1393; lo cual confirmó el Papa Luna. Los últimos años de su vida pasó nuestro Prelado en Valencia, y finalmente murió muy viejo en Segorbe a 17 de febrero de 1407. Sucediole en el mismo año

Don Pedro Çagarriga, Obispo de Lérida, tomando posesión en el mes de julio. Antes había sido Arcediano de Benasque en la iglesia de Lérida. Ya se hallaba por entonces en esta provincia el llamado Papa Luna, donde encontró grande apoyo y abrigo en todas sus persecuciones. Nuestro Prelado fue uno de los que se mantuvieron en su obediencia, y de los que se hallaron en el concilio de Perpiñán de 1408, firmando los dos instrumentos que ya dije se hallaban originales en el archivo de la catedral de Tortosa, en los cuales se da por verdadero Papa a Benedicto. Obtenía este la dignidad de Camarero de Tarragona, y como tal, cuando vino a esta ciudad habitó la casa que por el oficio le correspondía; y en premio de lo afecta que le fue la iglesia, puso mano en la reforma de ella así en lo espiritual como en lo temporal suprimiendo la prepositura, y haciendo otras cosas que ya dije en los correos pasados. De Perpiñán pasó nuestro Arzobispo al concilio de Pisa de 1409, en compañía de Don Bonifacio Ferrer y otros Prelados, como Legados de dicho Papa. La relación de lo acaecido en este viaje y concilio halló manuscrita el señor Bayer en Florencia, y de ella habla en las notas a la Bibl. vet. de Nicolás Antonio, tom. II, pág. 214. Otro suceso ruidoso alcanzó y manejó nuestro Arzobispo, que fue la vacante del reino de Aragón por muerte de Don Martín, y la elección del sucesor en la corona. A su virtud y saber se debió en gran parte la tranquilidad de la provincia en días tan críticos; sobre todo fue singular la prudencia con que condujo asunto tan complicado hasta el fin deseado de la junta de Caspe. Él fue uno de los nueve electores; y aunque no estuvo por el Infante Don Fernando de Castilla, amole después mucho este Príncipe, y le hizo su Canciller, y en premio de sus buenos servicios le dio el castillo y villa de Ager, y aun en su muerte le nombró Consejero de su hijo Don Alfonso. Dicen que regaló a esta iglesia una espina y un pedazo de la fimbria del vestido del Redentor, con la cual se sabe que en el siglo XVI había costumbre de bendecir agua y darla a beber a los fieles en el templo. Consta de una resolución capitular de 14 de noviembre de 1588, en que se mandó que se bendijese el agua, pero que no se bebiese en el templo. Hizo nuestro Prelado varias constituciones para reforma del clero y culto en un concilio provincial que celebró, y en un sínodo que tuvo en 1410 (a: Ap. núm. X.). También costeó en parte el viril o custodia de plata dorada, para las procesiones del Corpus, que pesa 144 libras. Comenzó el retablo mayor de mármol, que se continuó por su inmediato sucesor, el cual tiene la misma forma que dicho viril. En su tiempo, aunque ausente él, mandó el Cabildo celebrar siempre las octavas de nuestra Señora con toda solemnidad, y en los versículos de las conmemoraciones de vísperas y laudes desde Pascua a Pentecostés añadir alleluya. Murió finalmente en Barcelona con grande opinión de Santidad a 31 de diciembre de 1418. Su cuerpo se halló entero de allí a siete años, y le trasladaron a esta iglesia: tiene su entierro en el pavimento del claustro en su entrada principal para la iglesia; está cubierto con una plancha de bronce, donde se leen estas palabras: 

Hic iacet Reverendissimus in Christo Pater et Dominus Dominus Petrus de Çagarrigua bonae memoriae Archiep. Tarraconens., qui obiit in civitate Barchinona ultima die decembris anno a nativitate Domini M.CCCC.XVIII, qui huic ecclesiae multa bona contulit, cuius anima requiescat in pace, amen, amen. El Necrologio dice esto más: instituit missam quotidianam, dum missa maior cantatur, et festum de fimbria vestimenti Domini. Donavit etiam imaginem argenteam B. Teclae, patronae nostrae. Este ilustre Arzobispo tuvo también un digno sucesor que fue

Don Dalmacio del Mur, natural de Albi, diócesi de Tarragona, y cura que había sido de la villa de Valls en la misma. Fue trasladado a esta Silla de la de Gerona en julio de 1419. En el siguiente tuvo el sínodo, cuyas constituciones te envío (a: Aps. núms. XI y XII.). Fue muy estimado del Rey Don Alfonso V, cuyo Embajador fue dos veces al Rey Don Juan II de Castilla, como se refiere en su Crónica. También fue enviado por la corte general de Cataluña, con otros ocho de varios estamentos, a visitar y cumplimentar al mismo Rey Alfonso, que se hallaba en Nápoles en 1422, saliendo para esto de Barcelona a 22 de octubre, a donde volvieron el día 12 de febrero del año siguiente. Asistió en las cortes que aquel Príncipe celebró en Tortosa el año 1426, y por su ausencia quedó presidente de aquella asamblea: encargo que desempeñó muy a satisfacción de todos. No se sabe la causa de no haberse hallado en el famoso concilio de la misma ciudad, presidido por el Cardenal Pedro de Fox en 1429. En sus actas, que publicó Harduino, se lee que estaba vacante esta Silla. Mas es cierto que nuestro Prelado la gobernó hasta después de 1430; como que Don Francisco Clemente, Arzobispo de Zaragoza, a quien sucedió, no murió hasta el 17 de diciembre de ese año. A las costumbres que todavía se resentían de la relajación consiguiente a las turbulencias del cisma, aplicó saludables medicinas en el concilio que celebró en 1424. Dedicado igualmente al decoro y ornamento de su iglesia, construyó, con los auxilios que le suministró el Cabildo, el gracioso altar mayor de mármol que hoy día permanece, poniendo él mismo la primera piedra, con las armas de Santa Tecla, día 9 de abril de 1429. Esto dicen los más, o todos los escritores; pero en el libro de cuentas de la fábrica del retablo, que existe original en el archivo, se ve claramente que se comenzó mucho antes esta grande obra, y que se trabajaba en ella en marzo de 1426. Además están las armas del antecesor, el señor Zagarriga, en escudo grande, sostenido de un genio, al lado de la epístola, en el gran zócalo (que vale más que todo el altar), y al lado del evangelio las del señor del Mur, de igual tamaño (leo tamayo) y proporción. Puede ser que en tiempo del primero se comenzase a labrar, y en tiempo del segundo a colocarse lo ya labrado. Tras estas y otras cosas ilustres pasó a gobernar la iglesia de Zaragoza en 1431, y dicen que murió allí al cabo de cinco años. No dice bien con esto la fecha de la dedicatoria con que Pedro Tomich, historiador Catalán, dirigió a este Don Dalmacio, Arzobispo de Zaragoza, el libro de su Crónica, que fue a 10 de noviembre de 1438, como se lee en un códice de la biblioteca de los PP. Carmelitas descalzos de Barcelona. En la Marca Hisp. (lib. III, cap. V) se supone equivocadamente hecha esta dedicatoria en 1448. Sobre esta prueba de lo que protegía a los literatos, es muy auténtico el testimonio del cronista Catalán Boades, el cual, en su Libre dels faeits darmes de Cataluña, inédito, y concluido en 11 de noviembre de 1420, dice de nuestro Don Dalmacio que, siendo Obispo de Gerona, le socorrió mucho para comprar libros y adquirir melladas (medallas) y otras antigüedades. En esta silla le sucedió el desgraciado

Don Gonzalo de Ixar, Aragonés, electo por Eugenio IV a 18 de abril de 1431, como consta de una carta que he visto en este archivo del Rey Don Alfonso V, fecha en Barcelona a 13 de octubre del mismo año, en que recomienda el electo al Capítulo. Tomó luego posesión a 17 del mismo mes de octubre. Era todavía lego, y así Don Otón de Moncada, Obispo de Tortosa, le ordenó de grados y subdiaconado en la villa de Reus, y luego le dio en Cambrils el diaconado; el sacerdocio recibió en Barcelona de mano de Don Dalmacio del Mur, su antecesor. Poco le duró su dignidad, de la cual no queda otra memoria sino dos constituciones que hizo en el Capítulo general de San Fructuoso de 1433, y el fin desastrado que tuvo de allí a dos años; porque andando a caza por los montes cercanos a la villa del (de) Valls, cayó del caballo y murió allí mismo. Yace su cuerpo en el pavimento de la catedral, cerca de las gradas del presbiterio, pero sin epitafio alguno, que no lo consintió poner su hermano Don Juan. El Necrologio suplirá esta falta; dice así: 

III. idus novembris anno Domini M.CCCC.XXXIII. obiit Dominus Gundissalvus Dixar, XXIIII. Tarrachonens. Archiep., qui venando cedidit de equo, et rupto collo expiravit prope villam de Valls in campo Tarrachone. Le sucedió

Don Domingo Ram, Aragonés, natural de Alcañiz, el cual, siendo Obispo de Huesca, fue uno de los nueve electores de Caspe. Después pasó a la iglesia de Lérida, donde fue creado por Martino V presbítero Cardenal, no diácono, como dice Zurita, con el título de San Juan y San Pablo, a 10 de marzo de 1430. Fue trasladado aquí a 25 de agosto de 1434. Era hombre muy conocido por su saber y virtud, de quien hay varias memorias en las historias de estos reinos. De sus hechos, durante este pontificado, sabemos que trató de reparar y concluir la muralla de esta ciudad, y también de remediar la escasez de agua con la construcción del acueducto llamado de Loreto; proyecto varias veces intentado, mas siempre sin fruto hasta nuestros días, como se dirá en su lugar. Llamado al concilio de Basilea, después de su traslación a Ferrara, supo excusarse con maña de su asistencia, aun en medio de las instancias con que el Rey Don Alfonso V le mandaba ir allá. Enviole este Príncipe a Roma por su Legado, donde fue hecho Cardenal y Obispo Portuense, y murió a 25 de abril de 1445, como se nota en el Necrologio. Tiene su entierro en la iglesia de San Juan de Letrán, con este epitafio: Hic jacet Reverendiss. in Christo Pater et D. D. Dominicus Ram, Episcopus Portuensis S. R. E. Cardinalis, Tarrachonensis nuncupatus. Qui obiit anno Dni. MCCCCXLV. mense aprilis, aetatis suae centessimo, vel circa. A los dos meses cumplidos del fallecimiento de este Prelado fue nombrado por sucesor

Don Pedro de Urrea, Aragonés, promovido a esta dignidad de la de Prior de Zaragoza, e hizo su entrada pública a 19 de mayo del año siguiente. Era muy alentado para las cosas de la guerra, y diestro en su política y manejo. Por esta razón el Papa Calisto III, que le debió tratar antes de ser promovido a la Silla de San Pedro, le nombró general de las galeras que armó en la expedición contra los Turcos; de lo cual dejó para memoria en esta iglesia el estandarte de que usaba, colgándole sobre el coro, como hoy subsiste: en él se ven las armas de San Pedro y las de nuestro Arzobispo. Premió también el Papa su desempeño con el patriarcado de Alejandría. En las guerras civiles de estos reinos, con ocasión de las pretensiones de Don Carlos, Príncipe de Viana, contra el Rey Don Juan II, siguió nuestro Prelado al principio el partido de los Biamonteses, esto es, del Príncipe: y aun fue uno de los nueve enviados al Rey pidiéndole, en nombre de los Catalanes, la libertad de Don Carlos, preso en Morella. Mas luego, viendo los excesos que en estas y otras demandas cometían los de su partido, pasó al del Rey, quien, en premio, le hizo su Canciller y Capitán general de la milicia. Hospedó también al mismo Rey en esta ciudad, y asistió a la Reina Doña Juana en su muerte, sucedida aquí a 13 de febrero de 1468. En el Archiepiscopologio ms. de Blanc se nota y prueba con buenos documentos que durante estas guerras civiles proveía el Rey todos los beneficios y curatos que pertenecían a Obispos o patronos del bando contrario, los cuales, por esto solo, se creían despojados del derecho de provisión. A los presentados por el Rey daba el Arzobispo la colación como Metropolitano. Con la ocasión de estos disturbios se hospedaron en esta ciudad personajes muy ilustres, entre ellos el Cardenal Don Rodrigo de Borja, Legado de Sixto IV, al cual presentó el Cabildo un regalo, compuesto de dos terneras, tres pares de ocas, otros tres de ánades, con otras aves, y dos botellas de vino griego, hecho en la villa de la Selva. De la sencillez de estos regalos, usados en aquellos tiempos, hice memoria otra vez hablando del que presentó al mismo Cardenal el Cabildo de Játiva. Entre los bienes que esta iglesia recibió de su Prelado, dos cuentan principalmente: uno fue la construcción de la sillería del coro, hecha en 1479, y otro la corrección del Breviario, que regía desde el pontificado de Don Bernardo Olivella, de cuyo códice y su edición hablé en carta anterior. En medio de todo este esmero y cuidado, y de una prelacía de cuarenta y cuatro años, es bien extraño que no se conserve memoria de haber celebrado ningún concilio provincial. Murió a 9 de septiembre de 1489. Tiene su sepultura en el pavimento del coro, con este letrero: Hic iacet Reverendissimus in Christo Pater Dominus Petrus de Urrea, Patriarcha Alexandrinus, et Archiepiscopus Tarraconensis, qui fecit hunc corum. Obiit autem IX. die sept. anno Domini M.CCCC.LXXXIX. En la sacristía mayor se guarda un báculo de cristal y plata, que es el de este Prelado, y no el de San Olaguer, como algunos creen. Tuvo por sucesor a

Don Gonzalo Fernández de Heredia, antes enfermero de esta iglesia, y Obispo de la de Barcelona. Fue trasladado por Inocencio VIII a 13 de junio del 1490, cuando se hallaba en Roma por Embajador del Rey Don Fernando el Católico. Allí se encontró en la elección de Alejandro VI, mereciendo en la vacante ser nombrado Capitán de la guardia del cónclave, y obtener después algunos otros cargos públicos. Pasó también a Nápoles a sosegar algunos motines, empleando en todo esto muchos años hasta muy cerca del 1500 en que vino por fin a su iglesia, sin haber aguardado la vacante de Alejandro VI como comúnmente se cree. Puesto aquí se dedicó a aumentar el culto y hacer algunos piadosos establecimientos. Entre otros conserva el Necrologio la memoria de que instituyó una misa cotidiana de quinque plagis en la capilla de monte calvario, y que se celebrase dicha fiesta con rito de semidoble: y que en la media noche del Viernes Santo se dijese todo el salterio por doce presbíteros delante del monumento. También se imprimió de su orden el Misal propio de esta iglesia, de que ya hablé en otra carta. Para desempeñarse de los gastos que tuvo que hacer en sus expediciones, se retiró al monasterio de Escornalbou, sitio excelente para el objeto, de donde no salió sino con motivo de su última enfermedad. Murió en esta ciudad a 21 de noviembre de 1511. Tiene su sepultura cubierta con planchas de bronce en el pavimento de la iglesia cerca del lindar de la entrada principal del templo, cuyas puertas hizo a sus costas cubriéndolas con planchas como hoy están. El epitafio dice así: Reverendissimo in Christo Patri Domino Gonsalvo, ecclesiae Sanctae Tarraconensis Archiepiscopo, ex Herediorum gente clarissima orto, devotissimo, pientissimo, Laurentius Episcopus Nicopolitanus (a) benefactori optimo, Praesuli incomparabili, defuncto XI kal. decembris anno M.CCCCC.XI cuius circa limen recondita ossa quiescunt. 

(a) En el Oriens Christianus del P. Lequien no hay memoria de este Obispo Lorenzo entre los que gobernaron la iglesia de Nicopoli.

Este Lorenzo Obispo sería su auxiliar y gobernador durante su ausencia y largo pontificado: sé que era ya su Vicario general en el mes de agosto de 1506. Muy breve fue el del sucesor

Don Alfonso de Aragón, natural de Valencia, hijo del Duque de Villahermosa y Conde de Ribagorza. Era ya muy anciano cuando le trasladaron a esta Silla de la de Tortosa, en el mes de julio de 1513. Después de lo cual sólo sabemos que murió a 26 de agosto del siguiente; y esto y no más dice el epitafio que está sobre su sepulcro en el pavimento del presbiterio al lado del evangelio.

A Don Alfonso de Aragón sucedió

Don Pedro Folch de Cardona, de linaje muy conocido. Era Obispo de Urgel cuando le trasladaron a esta Silla a 23 de marzo de 1515. Fue Canciller de los Reyes Don Fernando y Carlos V, y Virrey y Capitán general de Cataluña, oficios que se vieron en él unidos por la primera vez, y desempeñados según el gran crédito de su saber, política y nobleza. No se esmeró menos en el hospedaje que preparó a dos personajes ilustres, a quienes una suerte muy diferente trajo a Tarragona. Uno fue el Papa Adriano VI que vino a esta ciudad en 1522 a embarcarse para Roma en las galeras que le aprestó su discípulo Carlos V. El segundo fue el Rey de Francia Francisco I, a quien conducían por mar los Españoles preso a Madrid, y tomaron algún descanso en este puerto y ciudad, el día 23 de junio de 1525. Mucho contribuyó nuestro Prelado a sosegar un alboroto de los soldados mal contentos con el atraso de las pagas, de que hubiera podido resultar la fuga de tan ilustre prisionero. Celebró también este Arzobispo dos concilios, cuyas constituciones se conservan. Dotó la catedral, y construyó a sus expensas dos capillas espaciosas, que son la de Santa María Magdalena, y la de la Anunciación. En el comedio de las dos hizo un suntuoso sepulcro a sus tíos Don Jaime y Doña Timbor de Cardona, con estas inscripciones: Jacobo de Cardona, Cardinali dignissimo Petrus Archiep. Tarracon. regiusque Cancellarius, nepos et alumnus statuendum curavit. = Timbori Cardonati, vestali sanctissimae atque piissimae Petrus, Archiep. Tarracon. ac regius Cancellarius, nepos haud ingratus posuit. Dispuso asimismo un Ordinario o Ritual de administración de sacramentos, que se imprimió en 1530. Y este año murió nuestro Arzobispo a 11 de abril. Tiene su entierro con el de sus tíos, como también su sucesor y sobrino.

Don Luis de Cardona, que vino a esta Silla de la de Barcelona por el mayo de 1531. Escasamente duró su prelacía año y medio, mas este corto espacio de tiempo forma una época muy señalada en esta iglesia, porque entonces se verificó su secularización, de que ya hablé en mis cartas anteriores. Muerto este Prelado a 13 de noviembre de 1532 le sucedió 

Don Gerónimo Doria, noble Genovés, diácono Cardenal del título S. Thomae in Parione, después S. Mariae in porticu, que ya había tenido en administración las iglesias de Jaca y de Huesca. Tomó posesión de esta a 5 de julio de 1533 y esto por procurador, y así gobernó siempre la mitra por mano ajena, pues jamás vino a residir en ella. De lo cual nacieron males que no son irregulares en semejantes ocasiones; mayormente que uno de sus Vicarios generales era tan blando de condición que decía con frecuencia en su lengua nativa: non ho venuto á amazzare gl' uomini.

Hostigado el Cabildo con las continuas representaciones de los desórdenes, sobornos y ventas de la justicia, se vio precisado a mandar que concluido el actual gobierno, se renovase y pusiese en práctica la constitución del Arzobispo Don Sancho López de Ayerbe de officio Vicarii, en que se estableció que los Vicarios generales de los Obispos de la provincia siempre fuesen naturales, y nunca extranjeros. A pesar, y en medio de estos males, se celebraron cinco concilios, se formó la primera colección de los celebrados hasta allí, se imprimieron varios códices rituales, se agregó la dignidad de Camarero a la mensa capitular, y se hicieron otras cosas buenas. Murió este Prelado en Génova en el mes de marzo de 1558. En el mismo año, a 24 de mayo, murió también en el monasterio de Poblet el Obispo de Nicopoli Don Fr. Francisco Roures, de la orden de Santo Domingo, que fue auxiliar de este Cardenal. De allí a dos años le sucedió 

Don Fernando de Loazes, Obispo que era de Tortosa, habiendo antes gobernado las iglesias de Elna y Lérida. Tomó posesión de esta por procurador a 5 de agosto de 1560. Hallose en las cortes de Monzón de 1563. Tuvo un concilio en 1564, en el cual entre otras cosas se estableció que el Obispo de Elna, cuya iglesia estaba ya desmembrada de la de Narbona, desde el año 1511, resolviese a qué Metropolitano quería sujetarse, y eligió aquel Prelado al de Tarragona. A este mismo concilio se referían los canónigos de la metropolitana de Valencia, pidiendo a los de Tarragona la instrucción de lo que en él se había hecho para norma de lo que debían hacer en el que convocaba su Arzobispo Don Martín de Ayala. He copiado aquí la carta original fecha a 25 de agosto de 1565 (a: Ap. núm. XIII.). Buena prueba de lo que se dijo en aquellas cartas, que antes de ese año no hubo en Valencia ningún concilio provincial. Publicó varias obras bien conocidas de los doctos: San Pío V premió su mérito nombrándole Patriarca de Antioquía: fundó en Orihuela, su patria, un colegio de mi orden: finalmente, después del gobierno de cuatro mitras, fue trasladado todavía a la de Valencia en 1567. Del tiempo de este Prelado es el descubrimiento de minas de esmeril, alcohol, cobre, plata y oro en Albiol, lugar del señorío de esta iglesia. Los que las beneficiaban se obligaron a pagar al Cabildo, del oro la cuarta parte, de la plata la sexta, y de lo demás la octava. Sucedió al señor Loazes (a)

Don Bartolomé Sebastián de Aroyta, natural de Torrelacárcel, en las comunidades de Teruel, y Obispo de Pati en Sicilia. Fue trasladado en el mes de diciembre de 1567 y murió a los cuatro meses. Era muy frecuente en el coro, y amigo de que se saliese de él muy poco. En su tiempo Don Pedro Castellet, Obispo de Urgel, regaló a esta iglesia, de que antes fue Sacrista, algunas reliquias de San Fructuoso, las cuales dice él que halló en su catedral en la capilla de San Odón. Está sepultado este Arzobispo en el pavimento del coro con este epitafio: D. O. M. Memoriae amplissimi et clarissimi viri Bartholomei Sebastiani, Archiepiscopi Tarracon. olim Paccen. Episcopi anteaque Maioricensis, Cordubensis, Granatensis, et Siciliae Inquisitoris, qui obiit XVIII cal. maii anno M.D.LXVIII. H. B. M. P. Este es el primero de los Prelados de esta iglesia cuyo escudo de armas se halle adornado y cubierto con el sombrero archiepiscopal. El sucesor fue 

(a) El autor de las Noticias de la vida de Ambrosio de Morales, que se publicaron al principio del tomo III de la Crónica general de España, edición de Madrid, por Cano, 1791, trae en una nota la especie de que Don García Manrique de Lara, fundador por los años de 1565 del colegio de los Manriques de Alcalá, además de ser capellán mayor de S. M. y Camarero del Papa Paulo III, fue Arzobispo electo de Tarragona. Como no dice más de esto, ni acota el año de su nombramiento, ni acá se sabe de él, lo dejo estar así contentándome con haber apuntado esto, por si otro más feliz adelanta algo sobre ello. 

Don Gaspar Cervantes de Gaete, natural de Trujillo o de Cáceres, diócesi de Plasencia, como quieren algunos, trasladado a esta Silla en el mismo año de 1568. Antes había sido Arzobispo de Mesina y sucesivamente de Salerno. El Papa San Pío V le encargó las causas de mayor entidad que hubo en su tiempo, una de las cuales fue la del Arzobispo de Toledo Don Fr. Bartolomé de Carranza. A 17 de mayo de 1570 fue creado Cardenal del título, primero de San Martín in montibus, y después de Santa Balbina, y Legado Apostólico para los reinos de España. Llegó a esta ciudad por el mayo de 1572. En los tres años que gobernó personalmente la iglesia hizo muchos bienes sólidos y duraderos, con que aprovechó grandemente a sus sucesores. Tales fueron la creación del canonicato penitenciario, la fundación de un colegio de PP. Jesuitas, la del hospicio de pobres, la dotación de niñas huérfanas y la erección del Seminario conciliar, que dicen fue el primero de toda España. Sobre esto no puedo resolver por ahora. Lo que sabré decir es que en 1577 estaba ya corriente el Seminario, según se ve en las fundaciones de becas de ese año: y que en los poderes que el señor Cervantes envió desde Roma en 1571 a N. Ballesteros para tomar posesión de una comensalía, vacante en Escornalbou, se dice que San Pío V había aplicado las rentas de aquel monasterio pro erigendo Seminario con breve de 12 de marzo de 1569, a petición de nuestro Arzobispo. Algo más es esto que lo que se lee en la Historia de los Seminarios. Agregó el Prelado este establecimiento al de un estudio general o universidad, reuniéndolos en un solo edificio y suprimiendo para la dotación del primero el monasterio de canónigos reglares de Escornalbou, unido a la mitra, en el cual entraron luego los PP. de San Francisco. Antes de esta época había en la catedral escuela de gramática, según lo mandado en el concilio Lateranense III. Leíase también en ella teología por sujetos buscados de fuera, y así permaneció después hasta que se creó el canonicato lectoral. Mas no bastaba esto para el lustre y provecho de esta ciudad ni para los grandes deseos del sabio Cardenal, si no reunía las enseñanzas bajo un solo plan de constituciones: las cuales, porque él dejó incompletas, las perfeccionó el sucesor Don Antonio Agustín. Sobre la puerta de la universidad se halla la siguiente inscripción: D. Paulo, Apostolo, S. = Cum Gaspar. Cervantes. Gaete. S. R. E. Cardinalis. optimus. atque religiosissimus. Tarraconen. Antistes. magnam. vim. auri. ex. quo. vectigalia. mercedibus. solvendis. praeceptoribus. omnium. disciplinarum. (a) emerentur. Reip. nostrae dedisset. S. P. Q. Tarraconen. tanto. beneficio. excitati. locum. hunc. eisdem. disciplinis. docendis. extrui. iusserunt. VIII. eid. septemb. an. salutis. christianae. M.D.LXXII. Lud. Joanne. Liula. Fran. Febrer. Pet. Riber. Cos. 

(a) Entre las cartas dirigidas a Don Antonio Agustín, que se guardan originales en la biblioteca de los PP. Carmelitas descalzos de Barcelona, hay una de Antonio de S. Just, autor de esta inscripción, con fecha de 28 de abril de 1773, en que supone que en lugar de las palabras, ya grabadas, Praeceptoribus omnium disciplinarum, había él escrito la sola palabra Perceptoribus, incluyendo, además de los maestros, a los bedeles y oficiales del estudio que percibían algo de aquellas rentas. El lector juzgará del mérito de ambas lecciones. Lo cierto es que el cantero, ignorando el arte de las cifras, en la palabra Praeceptoribus juntó las dos primeras letras, y alargando el palo vertical por la parte inferior, puso el travesaño que es cifra de Per, aun estando sólo con la P; y así resulta de su escritura la palabra Perreceptoribus. Esto he dicho para satisfacer la curiosidad de los individuos de aquel cuerpo literario.

Hizo también un buen baluarte que hoy se conserva, conocido con su nombre. Celebró dos concilios, visitó su diócesi, y en las parroquias y otras iglesias dejó varias muestras de su celo y literatura. La catedral conserva la memoria de su corazón pacífico y enemigo de etiquetas, que destruyen el fin del ministerio sacerdotal. También se sabe que en 1574 trataba de remediar la falta de agua que padecía esta ciudad con la conducción de una fuente de Puig del fi; pero acaso estorbó tan útil proyecto su muerte, acaecida a 17 de octubre del año siguiente. De allí a dos años se trasladaron sus huesos de detrás del altar mayor al magnífico sepulcro que de su orden construyeron sus albaceas en la pared media entre las capillas de San Miguel y de las once mil Vírgenes. En la parte de la primera se lee: Michaeli Archangelo Sacrum. Gaspari Cervanti Gaete, ex Inquisitore Archiepiscopo Messanensi, item Salernitano, item Tarraconensi, Presbytero Cardinali, Antistiti sanctissimo et vigilantissimo, de Tarraconensibus optime merito ex testamento. Vixit an. LXIILI., praefuit ecclesiae an. VII., obiit XVI. kal. novembris M.D.LXXV. En la parte que mira a la capilla de las Vírgenes se lee: Virginibus S. = Inquisitoris primum functus munere: creatus inde Antistes Messanensium, Salernitanorum, et Tarraconensium: Romanâ et purpurâ coruscans verticem Gaete Cervantes tantillus pulvisculus iam fiet: hospes, dein exurget integer: pia interim parentem lugens Tarraco suae magistrum vitae habebit optumum. Estas solas inscripciones hay en su sepulcro; por más diligencia que he puesto no he podido hallar las dos cuartetas españolas que supone existentes en él y publicó Oldoino en su nueva edición de las vidas de los Papas y Cardenales. Sucediole el famoso 

Don Antonio Agustín, natural de Zaragoza. De los grados por donde llegó a esta dignidad y los negocios que manejó en los pontificados de Julio III y Paulo IV, y de sus destinos de Auditor del palacio Apostólico, Obispo de Alifa y Lérida, hablan largamente los que escribieron su vida. Yo por no hacer aquí un artículo infinito diré sólo algunas particularidades de su pontificado en Tarragona, que es donde echó el sello al crédito de su virtud y sabiduría. Comúnmente se dice que fue trasladado de Lérida por Gregorio XIII a 17 de diciembre de 1576. Pero sobre esta época hay que observar lo que resulta de tres cartas suyas originales que se guardan en este archivo. La primera, fecha en Lérida a 15 de noviembre de 1576, en que responde al parabién que le dio el Cabildo por su elección. La segunda, fecha en la misma ciudad a 21 de diciembre de 1576, donde supone que aún no habían venido las bulas de Roma. La tercera supone lo mismo, y está fecha en Aspa a 4 de enero de 1577. De los cuales documentos se infiere que fue electo por el Rey para Arzobispo antes del día 15 de noviembre de 1576, y que las bulas no habían venido aún a 4 de enero del año siguiente, y así no se debe seguir la cuenta de los que dicen que fue trasladado a 17 de diciembre de 1576. En lo que no cabe duda es en que tomó posesión el día 24 de febrero de 1577 por medio de su procurador Don Bernardo de San Clemente, Prior de Serrabona, en la diócesi de Elna; hizo su entrada pública a 10 de marzo del mismo año. El gozo con que lo recibió esta iglesia lo muestran bien las cartas sobredichas y otras dos más, que por ser inéditas he copiado (a: Ap. núm. XIV.), en las cuales se ve que aun antes de ser trasladado aquí era consultado por este Cabildo en los negocios más arduos y delicados. También incluyo otra carta suya inédita, en que da razón de algunas cosas del concilio de Trento, y fija el día de su nacimiento (a: Ap. núm. XV.). Casi la primera operación de su pontificado fue tratar de remediar los daños que ocasionaba un gran número de gente forajida que infestaba su diócesi, para lo cual logró de Gregorio XIII una bula en que los excomulgaba, reservándose su Santidad la absolución, excepto en el artículo de la muerte. Tradújola nuestro Prelado en lengua vulgar, y la imprimió al fin de las Sinodales. Y porque ni aun con esto se atajaron los males, y los facinerosos hallaban asilo en la villa de Reus, donde no podían entrar los ministros del Arzobispo por ser del señorío del Cabildo, trató con él que cediese a la mitra esta villa con reserva de la décima, etc. Fue esto en 1582, lo cual confirmó el Papa Gregorio XIII. Otro daño había remediado dos años antes con la traslación del hospital, que estaba junto a la iglesia, al lugar donde hoy permanece. Tampoco le permitía su ilustración la tolerancia de la costumbre que halló introducida de poner en ciertos días altares portátiles en las paredes de la iglesia para celebrar misas. Y aunque no pudo impedir que se pusiesen los altares y ramos, todavía logró que las misas se dijesen en los altares fijos de las capillas. Esto fue en 1581. Por este mismo tiempo entendía en la construcción de la famosa capilla del Sacramento, de que ya hablé en otra carta. Otro proyecto tuvo algunos años adelante, que hubiera sido utilísimo, si lo hubiera verificado: que fue el de construir un museo donde recogiese todas las antigüedades de Tarragona; mas de él y de sus malas consecuencias será bien decir cuando se trate de esta materia, que si haré, dándolo Dios. A este amor que tenía a las antigüedades, y al deseo de promover por cualquier medio la ilustración, debió el sabio Jesuita Andrés Scotto sus adelantamientos, y el docto impresor Mey la protección que le proporcionó el nombre que hoy tiene en la historia tipográfica. No era nuestro Arzobispo uno de aquellos sabios que viven para sí solos: donde hallaba el mérito lo buscaba y atraía a sí, y protegía y estimulaba en su carrera. Y no era como quiera amador de los literatos, sino mucho más de los virtuosos. Entre los cuales apreció mucho al B. Nicolás Factor, que por entonces estuvo algún tiempo morador del convento de Escornalbou; gustaba mucho de tenerle consigo, y con santo ingenio logró lo que tanto deseaba, que era ver al Santo en alguno de sus éxtasis. Porque, según la tradición de esta ciudad, dispuso un día que acabada la comida contasen a coros unos niños el Psalmo: Laudate pueri Dominum; con esto tuvo el negocio hecho, porque al llegar al Sit nomen Domini benedictum, se arrebató el Beato en largo éxtasis, tanto que hubo tiempo para que un pintor que estaba prevenido le retratase en tan envidiable actitud, y aun dicen que entonces compuso el piadoso y docto Arzobispo dos dísticos, que se escribieron en el mismo cuadro, y son los siguientes:

Dum gustas, Factor, Domini dulcissima verba, 

Raptus es in coelum, perfruerisque Deo;

Inde reddis laetus divino nectare plenus,

Atque doces coelum scandere quo liceat (a: Vid. Mayans, Vida de este Prelado, núm. 195, con algunas variantes en el segundo dístico.) 

En medio de su vasta literatura, que tiene acreditada con gran número de escritos, descollaba la eclesiástica, a la cual hacía servir como criadas todas las ciencias seculares. Así será fácil entender cuánto trabajaría en bien de su esposa, celebrando tres concilios provinciales y dos diocesanos. De cuyas constituciones se publicaron parte en su tiempo y por su cuidado, y parte por el del sucesor el señor Terés. Y aun él mismo, no contento con la colección formada por su antecesor el señor Doria, hizo otra de nuevo, en que sirvió mucho a la provincia y aun a todas las naciones sabias que han recibido siempre con la debida veneración las decisiones de la iglesia Tarraconense. También formó unas Ordinaciones pro choro, las cuales por ser inéditas he copiado del único ejemplar impreso en pergamino, que permanece en el coro de esta santa iglesia (a: Ap. núm. XVI.). Es de advertir que en estas ordinationes pone encabezado su nombre y apellido: Nos Anton. Augustinus. Lo mismo indica en las firmas con las iniciales A. A. y en todas las cartas poniendo A. A. Ilerden. = A. A. Tarracon. Cosa desusada en los Obispos, poner su apellido ni la inicial de él. Dejó este gran Prelado muchas obras mss., las cuales asegura el canónigo Blanc haber visto en el Escorial, cuando era capellán de honor de Felipe IV. Al mismo monasterio se condujo también gran parte de su librería, según el consejo que dio a Felipe II Don Juan Bautista Cardona, Obispo de Tortosa, en el tratadito De regia Sancti Laurentii bibliotheca; y digo gran parte, porque sé que una porción de sus libros están hoy día en el monasterio de Santas Cruces, de la orden del Císter, los cuales veré, si llego allá. Otros en la biblioteca del Duque (o Conde) de Villahermosa, en quien recayó la casa de Augustin. Ojalá hubiese concluido Don Martín Baylo, canónigo de esta iglesia, gran confidente de nuestro Arzobispo, el índice que había comenzado de toda su biblioteca; pero muerto el Prelado se contentó con publicar la parte que estaba hecha, en que da razón de 252 mss. griegos, de 562 manuscritos latinos y de 975 volúmenes impresos en varias lenguas. Buena muestra de la erudición de este grande hombre, acreditado con sus doctos escritos. Murió Don Antonio Agustín sábado día 31 de mayo entre cinco y seis de la tarde del año 1586. Sus huesos no se trasladaron al sepulcro de mármol donde hoy están, en la capilla del Santísimo, que él fundó, hasta el día 15 de septiembre de 1594. Pons publicó el epitafio que allí se puso; mas yo he querido copiarlo de nuevo con los mismos caracteres mayúsculos, conservando toda la ortografía y abreviaturas para comodidad de los apasionados a la memoria de tan ilustre Español. 

Dice así: 

S. S. EVCHARISTIAE S. 

ANT. AVGVSTINVS. ANT. PROCANC. F. CAESARAVG. PALAT. APOST.

AVDITOR. EPISC. ALLIFAN. PAVLI IV. AD PHILIP. ET FERD.

REGG. LEGAT. SICILIAE. CENSOR. ILERD. EPISC. MAX. PLAV

SV. TRID. CONC. INTERFVIT. INDE AD TARRAC. ARCHIEP. TRANSL. 

I. V. ET. HVMANITATIS. VINDEX. CLARISSIM. IVDEX. INCOR

RVPTISSIM. ELEEMOSS. LARGIT. EXCELLENS. ORACVLVM 

SAPIENTIAE. TERRESTRE. EDITIS. AVREIS. LIBRIS. ATQ. EDEN 

DIS. RELICTIS. HOC. SACELLUM. S.S. EVCHARISTIAE P. C. 

XPM. AC. S. THECLAM. TVTELAREM. EX. ASSE. HEREDD. FACIENS.

OBIIT. PRID. KAL. IVN. AN. MDXXCVI. AET. LXIX.

Lo sensible que fue a los Españoles la pérdida de este grande hombre declaró bien el P. Fr. Juan Gerónimo Ezquerra, Carmelita descalzo, en un Poema que por ser inédito y por amenizar un poco esta lectura, he querido remitirte (a: Ap. núm. XVII.).

Don Juan Terés, natural de Verdú, en Cataluña: estudió las humanidades en esta ciudad, y la teología en la de Valencia, con suma pobreza. Después, siendo beneficiado de esta catedral tuvo la lectoral por oposición; le hizo el señor Cardenal Cervantes canónigo penitenciario, y poco después su Obispo auxiliar con el título de Marruecos. Sucesivamente lo fue de Elna y Tortosa, de donde fue trasladado a esta metropolitana por Sixto V en mayo de 1587. Admitió y protegió las fundaciones de PP. Capuchinos, Agustinos y Carmelitas descalzos, y además mejoró el edificio de los Jesuitas. Promovió la canonización de San Raimundo de Peñafort (cuyo cuerpo reconoció en 1596 con comisión Apostólica), y la disciplina y culto por medio de los concilios provinciales que celebró. Felipe III le hizo su Virrey y Capitán general de Cataluña en la Pascua de 1602; y marchando a Barcelona para cumplir con este oficio, murió allí a 10 de julio de 1603, de edad de 64 años. Fue trasladado su cadáver a esta iglesia, y depositado en un sepulcro, construido en el cóncavo de la pared, entre las dos capillas de San Fructuoso y de San Juan Evangelista, que son sin duda las mejores de esta iglesia. Pons, en su Viaje, describió este precioso monumento de las artes. Las inscripciones que hay en él son dos: 1.a, Johannes Teres, Cathalon. ex Canonico Poenitentia. Tarracon. ad Eccles. Marroch. Elnen. Dertuse. ac Tarracon. evectus, Proregis ac Capitan. General. Cathalon. officio fungens, totius Provintiae damno nobis eripitur VI. id. jul. M.D.C.III. aetat. LIXV (LXIV). 2.a, Johannes Teres, patria Verdun litteris, morib. honorib. clariss. Eps. Marroch. Elenen. Dertusen. Archieps. Tarracon. Cathalon. Prorex et Capitan. general. Praesul. pientiss. Praeses sapientiss. Princeps. humaniss. obiit Barcin. VI. id. jul. an. M.DC.III. aetatis LXIV. De este Prelado hay un buen retrato hecho en su tiempo sobre la puerta de la sacristía de la capilla de San Fructuoso. Es del natural, y está con roquete largo hasta media pierna. No quiero omitir la noticia de que para la fábrica de una escalera pidió este Prelado al Cabildo dos piedras del muelle, prometiendo volverlas luego. De esto, que sucedió en 1594, se ve que la construcción o conservación de este edificio público estaba a cargo del Cabildo. Habíalo ya a principios del siglo XVI, pues al amanecer del día 15 de julio de 1507 entró en él la armada de Don Fernando el Católico, con su mujer Doña Germana; y las Actas capitulares de ese día dicen que llegó ad portum, Tarraconae fabricatum. Creo que se construyó hacia la mitad del siglo XV, de lo cual, y de su artífice, sé que se dio completa razón al señor Cean para su Diccionario de arquitectos españoles. En el día se está renovando este edificio tan interesante, y con grande extensión y comodidad de la marina y comercio, aprovechándose oportunamente de una grande cantera inmediata que proporciona no sólo el adelantar mucho la obra, sino la conducción de cantos gruesísimos, hasta de cuatro mil quintales y más. Los venideros, que no hallarán rastro de la cantera, apenas querrán creer que el puerto de Tarragona se hiciese sólo de ella, y que toda esta gran mole se compone de piedra jaspe, o que admite pulimento. Esto he dicho, por si no tengo ocasión de referirlo en otra carta. Volviendo ahora a nuestros Arzobispos, por muerte del señor Terés, dice Jimeno (Escritores de Valencia) que estuvo nombrado don José Esteve, Obispo de Orihuela; pero murió a 2 de noviembre del mismo año 1603, y así fue luego electo

Don Juan de Vich y Manrique, natural de Valencia, el cual, estando en Roma enviado por Felipe II, fue electo Obispo de Mallorca, de donde al cabo de treinta años vino a ser Arzobispo de Tarragona. Hizo su entrada a 16 de agosto de 1604. Fue Prelado pacífico y muy limosnero, y dejó algunas fundaciones para perpetuar su caridad. Lastimado de la escasez de agua que padecía esta ciudad, desde que se inutilizó el acueducto Romano, y de los males e incomodidades que a esto son consiguientes, trató de conducir una fuente de la ermita llamada de Loreto. En 1607 entendía en la construcción del acueducto un maestro Ferrer, el cual ofreció subir el agua hasta la catedral. Cumpliolo efectivamente; pero duró poco este bien, y no sé por qué. Más abundante y duradero fue el riego espiritual que dio a sus ovejas en un concilio provincial que celebró, y en un sínodo que tuvo a 26 de abril de 1607, el cual imprimió en esta ciudad Felipe Roberto. Llegó a ser nuestro Prelado el más anciano de todos los de España. Con este motivo se le concedió un Obispo auxiliar, el cual se consagró en Barcelona. Este era Don Juan Esterlich, que fue después Obispo de Jaca, y el mismo que llevó y acompañó el cadáver del difunto Arzobispo, que había muerto el 4 de marzo de 1611, al entierro que su ilustre familia tenía en el monasterio de nuestra Señora de la Murta, orden de San Gerónimo, del reino de Valencia, donde, concluida la iglesia nueva, se le dio sepultura en 1632. A dicho monasterio había regalado este Arzobispo toda su librería (a: Estas noticias las escribió un monje en las tapas de la Biblia políglota.) Le sucedió

Don Juan de Moncada, hermano del Marqués de Aitona Don Gastón de Moncada, Obispo de Barcelona, trasladado a esta Silla no en 22 de agosto de 1612, según la opinión corriente, sino en 23 de abril de 1613. No hizo su entrada hasta 25 de enero de 1617; porque con la ocasión de la vacante se suscitaron varios pleitos sobre su jurisdicción en esta ciudad, los cuales tardaron todo ese tiempo en terminarse en la chancillería de Barcelona. Y uno de los derechos que se mandaron conservar a su dignidad, fue el de ser recibido él y sus sucesores por los Cónsules de Tarragona, con las ceremonias que presencié en la entrada del Prelado actual. El lector que quiera instruirse en esta materia, puede acudir a un libro que publicó Don Francisco Vertamón, oidor de Barcelona, con este título: Recuerdos de los fundamentos que manifiestan el supremo dominio ... y la jurisdicción omnímoda que pro indiviso conservan en la ciudad de Tarragona la invictísima Protomártir Santa Tecla, su metropolitana iglesia, y sus Arzobispos con Su Magestad, impreso en Barcelona, 1684. A pesar de estos litigios, que le obligaron a vivir mucho tiempo en Barcelona, celebró dos concilios, uno en 1613 y otro en 1618, ambos inéditos. Era además recto, imparcial, y en el proveer los curatos sin acepción de personas, dadivoso y consolador de desvalidos. Con lo cual hubiera dejado memoria de uno de los más ilustres pontificados de esta iglesia, si los pleitos necesarios no le llamaran a otra parte sus rentas y atención. Murió en Barcelona a 3 de noviembre de 1622. Fue depositado en el monasterio de Pedralbas (Pedralbes), y luego traído a esta catedral y sepultado en el coro, con esta inscripción: Mausoloeum postumae ac perennis gloriae Illmo. et Revmo. D. D. Johanni a Moncada primum Archidiacono Canonico Salmanticensi, item Infirmario et Sacristae Tarraconensi, postea Priori S. Annae, ac Antistiti Barcinonensi, inde Archiepiscopo Tarraconensi; qui obiit die III. novembris M.DC.XXII. erectum. 

Si te pareciere ímprobo e inútil el trabajo que me tomo en copiar las inscripciones sepulcrales de los Prelados modernos de esta iglesia, reflexiona que sobre merecerlo ellos por su persona y dignidad, es grande el aprecio que los extranjeros han hecho de esta clase de estudio, publicando varias colecciones de inscripciones infimi aevi, entre las cuales es muy notable la que imprimió en 1760 Pedro Luis Galletti en 3 tom. 4.° mayor, sin añadir notas ni ilustración alguna; sino sólo hacinando por clases todas las que se hallan en Roma. Con esta salva seguiré mi catálogo y costumbre. Al señor Moncada sucedió

Don Juan de Hozes, Cordobés, Tesorero y canónigo de Cartagena: vino a esta iglesia ya muy viejo a 11 de noviembre de 1624. Murió a 22 de mayo de 1626. Lo más memorable que hay de su corta prelacía es la liberalidad con que dotó las comensalías y beneficios de la catedral. De aquí, y más de la vejez del Prelado, parece que resultaron algunos disturbios, que por fortuna fueron breves. El clero menor agradecido puso a su bienhechor sepultura junto al facistol del coro con esta inscripción: D. O. M. D. D. Joannes ab Hozes, Cordubensis, ex Thesaurario Cartaginen. huius almae Sedis Archiep. obiit XI kal. junii anno M.DC.XXVI cui largitori munifico praesbiteri commensales, et beneficiati Tarraconenses, hoc monumentum, quod ipse morte praeventus praestare non potuit, lugentes adhuc, munerumque memores, gratitudinis ergo construendum curarunt anno M.D.C.XXXIV. 

Muerto este Prelado se dice que fue electo Don Luis Díaz y Armendáriz, Virrey de Cataluña, de lo cual no sé más. El sucesor fue

Don Fr. Juan de Guzmán, de la Orden de San Francisco, Obispo de Canarias. Tomó posesión a 23 de mayo de 1628; hizo su entrada a 27 del julio siguiente, y a 4 de septiembre del mismo año le trajo el palio el Obispo de Barcelona. Tuvo varias reyertas con el Cabildo sobre puntos de jurisdicción, y aun publicó un libro en defensa de los derechos archiepiscopales, del cual veo que no se hace gran caso. Admitió gustoso la concordia que propuso a ambas partes Francisco de Eril, Abad de San Cucufat, Canciller del principado. En 1631 hospedó en su palacio al Rey Felipe IV que iba a las cortes de Barcelona. Después de lo cual y de haber celebrado, según dicen, un concilio, fue trasladado a Zaragoza en 1633. Sucediole a 16 de marzo del año siguiente

Don Fr. Antonio Pérez, célebre Benedictino, y bien conocido por sus escritos, singularmente por el intitulado Pentateucus Fidei. Era a la sazón Obispo de Lérida, y antes lo había sido de Urgel, después de haber renunciado la mitra de Santa Fé. Celebró un concilio provincial en 1636, que no se ha impreso. Ya entonces se hallaba sin razón disgustado de este país, que era el más a propósito para su avanzada edad. Pero dicen que difería (leo deferia) mucho a los consejos de un Abad llamado Mauro que traía consigo, y a quien encargó todo el peso del gobierno. Resuelto pues a marchar a Castilla, y despidiéndose para esto del Cabildo, le requirió este en la debida forma que llevase delante de sí la cruz como Primado de España, hasta llegar a la corte, y el Prelado lo prometió. Diéronle luego el obispado de Ávila, pero a pocos días murió en Madrid a 1 de mayo de 1637 y se enterró en el monasterio de San Martín. 

Vacó entonces la iglesia de Tarragona por espacio de diez y seis años. Fue la causa que poseída gran parte de Cataluña por las armas francesas, aunque Tarragona se mantuvo obediente a su Rey, el Papa Urbano VIII que trataba de apaciguar estas discordias, no quiso confirmar las provisiones de esta Silla hechas en el Cardenal de Esti, hermano del Duque de Módena, y en Don Pablo Durán, natural de Esparraguera y Obispo de Urgel. A la verdad no fue muy sensible que se frustrara la primera elección, porque el Cardenal era poco afecto a nuestra nación, y acaso hubiera carecido esta iglesia gran tiempo de la presencia de su Pastor. Mas la pérdida del señor Durán fue muy dolorosa para esta metrópoli, porque era doctísimo, y sobre esto amante de la justicia y de la buena disciplina, y por lo mismo muy a propósito para curar las enfermedades que casi todas las iglesias de este principado habían contraído con las vacantes que por la misma causa padecieron. De él y de sus escritos habla Don Nicolás Antonio en su Biblioteca. Rendida en fin Barcelona a 10 de octubre de 1652, luego fue nombrado y provisto Arzobispo de Tarragona

Don Francisco de Rojas, natural de Valencia, Auditor de la Rota Romana, conocido en el orbe literario por las decisiones que imprimió en León. Tomó posesión de esta Silla a 4 de julio de 1653, siendo en ella tan bien recibido como deseado. Con la vacante y las guerras que la ocasionaron halló casi destruido su palacio y relajadas las costumbres. A entrambos daños acudió con diligencia, y con la celebración de dos concilios provinciales. Sin embargo, no pudo evitar algunos disturbios y pleitos, que se ventilaron sin perderse la paz y tranquilidad de su iglesia. Fue trasladado a la de Ávila en 23 de abril de 1663. Le sucedió

Don Fr. Manuel de Espinosa, Sevillano, Benedictino, Abad de Monserrat y General de su orden. Era Obispo de Urgel cuando fue trasladado a esta Silla en febrero de 1664. En el mismo año ya tuvo un concilio provincial, al cual siguieron otros dos en 1670 y 78. Por decreto del segundo de estos concilios, se imprimió un Ritual en 1671, el cual, pág. 21, exime a los sexagenarios de la ley del ayuno. Hay quien sospeche, y con fundamento, que se ingirió furtivamente esta cláusula al tiempo de la impresión: cosa que no es nueva en el mundo. Lo cierto es que ni en los Rituales antiguos de esta iglesia, ni en el de Barcelona de 1620, ni en el de Lérida de 1682, ni en el de Paulo V se halla tal exención. Enmendó el señor Llinás este punto en el sínodo que imprimió en el año 1704, diciendo en la página 200 de sus Constituciones, algunos dicen que insta el precepto hasta los 60 años, pero eso último se debe medir con las fuerzas. Lo más extraño es que aún después de esta resolución, en las reimpresiones del Ritual siga ingiriéndose aquella exención de los sexagenarios, la cual ni es de concilio alguno provincial Tarraconense, ni de tan docto Prelado como era el señor Espinosa. Dícenme personas fidedignas que en un ejemplar de aquel Ritual que se conserva en el convento de mi orden de San Magín de este principado, se halla la nota siguiente: Es del doctor Jaume Gassol, qui feu y ordena lo present Ordinari, per haverlo elegit S. Illma., y el sínodo Tarraconense a dit efecte. Otra nota se halla después de la Pastoral del Arzobispo, en que manda la observancia de lo ordenado en el Ritual, y dice así: Esta carta pastoral tambe la feu lo doctor Jaume Gassol, per haverme S. Illma. ordenat que la fes en nom de ell: y axi matex lo contengut en lo present Ordinari; menos los casos reservats a S. Illma, que nom trobaba en Tarragona; que a trobarmi crech se aguessen disposat de diferent manera. No diré de esto más, sino que recientemente ha mostrado la obligación del ayuno en los sexagenarios el doctor Gaspar Llauger, director del Seminario episcopal de Barcelona, en la Disertación que publicó contra un P. Capuchino de Andalucía; donde de propósito examina la autoridad de este Ritual.

Volviendo a nuestro Arzobispo sé de él que visitó dos veces toda su diócesi, reparó y dotó muchas iglesias, entre ellas la capilla de nuestra Señora del Claustro de esta catedral, instituyendo en la misma muchas fiestas. Asistía con frecuencia al coro, trataba con grande humanidad a los súbditos, y con mayor liberalidad a los pobres. Murió dejando de sí muy buen nombre a 12 de febrero de 1679, y de su edad 82. Enterráronle en el coro con este epitafio: D. O. M. = Hic iacet in morte dives, per quem nullus in vita iacuit pauper, Illustriss. D. D. Fr. Joannes Emmanuel de Espinosa, Hispalen. nobilitate clarus, omnibus virtutibus clarior, liberalitate, aequanimitate, et in Deiparam pietate clariss. uno suo merito omnium suffragiis Montis Serrati Abbas, deinde Benedictini ordinis Generalis, Urgell. Episcopus, et Tarraconensis Archiepiscopus ut nulli cederet Hispanorum Antistitum Primas: obiit die XII Februarii anno M.DC.LXXIX. aetatis LXXXII Archiep. XV. Le sucedió

Don Fr. José Sanchiz, nacido en Valencia, de la orden de nuestra señora de la Merced, de quien ya dije en el Episcopologio de Segorbe, de cuya iglesia fue trasladado a esta a 28 de febrero de 1680. Tomó la posesión su auxiliar Don Gerónimo Solivera, Obispo de Tranopoli, al cual siguió en el mismo encargo Don José Mora, canónigo de Tarragona, Obispo Maroneiense. Celebró el Prelado dos concilios provinciales en 1685 y 1691: en este último publicó el oficio propio de Santa Tecla y su fiesta para toda la provincia. Fue muy dadivoso con su iglesia, a quien regaló entre otras cosas un cáliz de oro: reedificó el convento de su orden y dejó otras memorias de su liberalidad, paz, y celo pastoral. Falleció a 26 de marzo de 1694, y está sepultado en el coro con este epitafio:

Hic iacet per quem tanta pietatis in Deum, Mariam Virginem, Divamque Theclam monumenta surgunt, Illmus. et Revmus. D. D. Fr. Josephus Sanchiz, Minervae dilectiss. sui et sacri ordinis B. Mariae de Mercede honoribus summis praeclarus, Episcopatu Emporicen. et Segobricen. magnus, Archiepiscopatu Tarraconen. excelsior, Hispaniarum primatu celsiss. et meritis excelsior: tamen hic tandem nihil nisi pulvis et cinis; at vivit in cinere virtutibus superstes et fama: fama saeculo, virtutibus coelo. Obiit XXVI Martii M.DC.XCIV, sed luget adhuc Tarraco.: hodie vale dicit ultimum gratitudo, sed aeternum hoc marmore perenni XXV septembris M.DC.XCVI. En el coro del convento de su orden he visto un retrato de este grande Arzobispo, hecho por Juncosa el clérigo. De la misma orden y su General también, fue el sucesor

Don Fr. José Llinás, que tomó posesión a 16 de enero de 1695. Tuvo un concilio provincial en 1699 y otro diocesano que se imprimió en 1704, y este es el que rige en el día. Dio grandes muestras de su celo en las guerras que alcanzó, llamadas de sucesión, y no mostró menos su caridad en las ruinas y desgracias que padecieron los conventos de San Francisco y Santo Domingo y todos los edificios cercanos a una torre antigua que servía de almacén de pólvora, la cual con horrible explosión se voló por un rayo, día 3 de septiembre de 1700. Era incansable en predicar, y de una liberalidad inagotable con que enriqueció su palacio, iglesia, y varios monasterios. Hizo la capilla y altar de San Pedro Armengol en la parroquia de la Guardia.: impetró su rezo, y lo mandó celebrar de doble en toda la diócesi: erigió el convento de la enseñanza de niñas en esta ciudad, amplió el palacio, impetró el rezo de San Ramón Nonato para toda la iglesia: fundó el rosario diario con canónigos, comensales y beneficiados en la capilla de nuestra Señora del claustro; y fundó la cátedra de moral en el convento de Santo Domingo, donde está su retrato. Murió a 15 de noviembre de 1710 en Barcelona, y fue trasladado su cadáver a la iglesia de San Lázaro de Zaragoza. 

Por muerte de este Prelado, ardiendo todavía Cataluña en guerras, fue electo por Carlos III de Austria en Arzobispo Tarraconense Don Isidoro Bertrán, Catalán, canónigo y Arcediano mayor de Gerona, y fue confirmado por Clemente XI y consagrado en el convento de Santa Catalina virgen y mártir de Barcelona, día 13 de noviembre de 1712, por Don Jorge de Espínola, Arzobispo de Cesarea y Nuncio del Papa a Carlos III de Austria en Barcelona, con asistencia de los Obispos de Cartagena de Indias y de Solsona. Había ya tomado también la posesión de esta Silla a 15 de octubre del mismo año y recibido ya el palio de S. S. Mas durole poco esta posesión pacífica, porque a 15 de diciembre del mismo año está fecha la orden del Rey en que como a intruso en la Sede se le desterró de ella y de la provincia, mandándose al mismo tiempo al Capítulo que se gobernase como en Sede vacante, y depositase los frutos del Prelado. Obedeció este, y se fue sin duda a Italia. Noticioso el Papa expidió una bula que empieza In excelsa, en la cual condena como atentado todo lo hecho. Está fecha a 17 de marzo del año siguiente 1714. La he visto impresa en la librería de mi convento de Palma en Mallorca. A pesar de ello el Arzobispo Bertrán tuvo la misma suerte que su Rey Carlos III, y así nadie lo cuenta en el catálogo de los Arzobispos, cuyo ejemplo ha seguido el señor Amat en su Historia eclesiástica. Sabemos, finalmente, que murió en Génova a 9 de octubre de 1719, y que está allí enterrado en el convento de PP. Capuchinos. Estuvo vacante esta Silla hasta el año 1721, en que a 20 de marzo tomó de ella posesión 

Don Miguel Juan de Taverner y Rubí, Catalán, Arcediano mayor de Tarragona y después Obispo de Gerona, el cual en calidad del más anciano de la provincia había juntado un concilio provincial en aquella ciudad el año 1717, en que se establecieron cosas muy útiles. Y esto es lo único que trabajó por la provincia, porque a los cuatro días de tomada posesión murió con desconsuelo de los buenos. Está enterrado en la capilla de Corpore Christi, mas su epitafio está maltratado y enteramente ilegible. Le sucedió un gran Prelado, que fue

Don Manuel de Samaniego y Jaca, natural de Logroño, canónigo penitenciario de San Juan de la Calzada, electo Obispo de Oviedo, el cual entró en esta ciudad a 21 de abril de 1722, y desde luego se aplicó a reformar los males que de las guerras y vacantes anteriores habían nacido. Predicó muchas veces con eficacia, y para más mover a penitencia dispuso unas procesiones, en que él mismo se presentó con una soga pendiente del cuello. A lo cual y a sus visitas por la diócesi siguió gran reforma del clero y del pueblo. El principal remedio era el de los concilios provinciales; echó mano de él en el mismo año 1722, pero fue mucho más útil el que tuvo en 1727, cuyas constituciones extracta en su Historia el señor Amat. La más notable entre ellas es la que trata de disminuir el número de las fiestas, sobre lo cual, como preparando los ánimos ya había impreso una pastoral en 1725 ponderando la observancia que se merecen los días festivos. Otros muchos bienes se esperaban de este Prelado, pero fue promovido a la silla de Burgos hacia el año 1728, la cual renunció el año 1740, y murió de allí a cuatro años en su patria. Después de su promoción a Burgos le sucedió en nuestra catedral

Don Pedro Copons y Copons, natural de Barcelona, de la casa de los Marqueses de Moya, trasladado de la Silla de Gerona a 26 de febrero de 1729. Mostró luego su mansedumbre y amor a la paz en las constituciones que hizo para cortar los disturbios sobre oficios y empleos en el coro, las cuales se conservan pendientes en él. Fue muy limosnero y solícito en inquirir y remediar la pobreza. Hizo algunos regalos a su catedral. Sus principales hechos son los tres concilios provinciales que celebró, en que dicen que hay establecidas cosas muy útiles. Promovió mucho la devoción del corazón de Jesús. Durole el pontificado 23 años, y murió a 19 de abril de 1753. Está enterrado en la capilla de Corpore Christi con esta inscripción: D. O. M. Lacrimas si quaeras, siste, lapidem hunc intuere, et eo oppressam luce petram, quae in pietatis montem creverat. Petrus Copons et de Copons hic iacet, divitiae pauperum, egenorum opes, Marchionibus de Moya natus, Barcinonae Canonicus, Gerundae Episcopus, Tarracone Archiepiscopus: ubique illustrissimus vixit, sed illustrior fuit morte, quam obiit Tarracone omnium ordinum luctu anno a Christo nato M.DCC.LIII., aetatis suae LXXIV., XIII. kal. mai. hebdomada, ut vocant, sancta; et quidem, ni invenisset, certe morte sua effecisset. A este Prelado sucedió

Don Jaime de Cortada y Bru, natural de Barcelona, y de familia muy antigua, a lo menos suena ya su apellido en la donación que he visto original, hecha por Don Alfonso II a Enego Cortada de una heredad en Matamalan con el campo de Machuchga, fecha en Zaragoza en el mes de junio, era 1216 (año 1178). Nuestro Arzobispo vino a esta Silla de la de Zamora a 26 de mayo de 1755. Celebró concilio en 1757, el último de esta provincia: en él se mandó que las actas de todos se recogiesen e imprimiesen; cosa que no se ha efectuado. Con la gran devoción que tenía a la Protomártir Santa Tecla comenzó su nueva capilla, en cuyos cimientos se puso la primera piedra a 17 de agosto de 1760. Nada más sé de este Prelado, sino que murió a 28 de abril de 1762. Su entierro está en el plano de dicha capilla con esta inscripción: D. O. M. = D. D. Jacobus de Cortada et Bru, huius sanctae Tarraconen. Ecclesiae Archiepiscop., antea Episcop. Zamoren. etc. incoeptum suis sumptibus hoc in honorem Prothomartyris Theclae sacellum consumare non potuit morte praeventus V. kalend. maii M.DCC.LXII. H.S.E.L.D.D.CC. idib. mai M.D.CC.LXXVIII. Tuvo este Prelado por Vicario general a Don Mariano Martí, natural de Valls, que después fue Obispo de Puerto Rico y Caracas. Muy breve fue el pontificado del sucesor

Don Lorenzo Despuig y Cotoner, natural de Palma en Mallorca, de cuya silla fue trasladado a 12 de octubre de 1763, y murió el año siguiente día 22 de febrero repentinamente. Su epitafio en la capilla de Corpore Christi, manifiesta algunas circunstancias de su vida, y por lo mismo lo copiaré aquí: D. O. M. = Hic situs est Illustrissimus D. D. Laurentius Despuig et Cotoner, patriâ Palmensis, genere nobilissimus, Canonicus Balearicus, Clericus honorarius Philippi V. Regis Hispan., et ab eleemos. Philippi Borbonii, Parmae Ducis, Episcop. Balearicus, Eccles. Tarracon., Archiepiscopus, Primas Hispaniarum, qui facile primus omni virtute et splendore sui desiderium Eccl. Tarrac. brevi suae reliquit inmortale, cum vixisset annos LX. Vita functus est, et elatus acerbissi. luctu omnium ordinum die XXII. febr. an. a Chris. nat. M.DCC.LXIV. Poco después le sucedió 

Don Juan Lario y Lancis, Aragonés, nacido en Torrecilla del Rebollar, promovido a esta Silla de auxiliar de Zaragoza, tomó posesión a 30 de octubre de 1764. Su primer cuidado fue arreglar un plan beneficial así en la matriz como en toda la diócesi, obra utilísima con que proveyó a las necesidades del pueblo sin queja de los residentes. Visitó tres veces su diócesi, una la isla de Iviza, ejercitando con gran solicitud en todas partes las funciones episcopales. Consagró en su catedral al Obispo de Barcelona Don José Climent. Expidió varios decretos para reforma de abusos y fomento de la sólida piedad. Concluyó y bendijo la capilla de Santa Tecla a 21 de septiembre de 1775. Logró que se incorporase esta universidad con la de Cervera. Estas son las principales memorias que quedan de su tiempo. Murió a 6 de septiembre de 1777, y está enterrado en la capilla de Santa Tecla, donde se lee esta inscripción: D. O. M. = D. D. Joannes Lario et Lancis, ex Episcopo Letensi Archiepiscopus Tarraconensis, quod hoc divae Teclae sacrarium nullis parcens expensis ad perfectionem perduxit, hic sepeliri voluit, annuente CC., et sibi scribi sic: Hic Joannes Lario et Lanzis, Tarraconen. Archiepiscop. expectat resurrectionem mortuorum. Obiit in oppido dicto Lo Pla VIII. id. sept. anni MDCC.LXXVII. Le sucedió.

Don Joaquín de Santiyán y Valdivielso, nacido en la diócesi de Santander, Obispo de Urgel, trasladado a esta iglesia a 15 de mayo de 1779. En los pocos años de su pontificado mostró bien su liberalidad, y cuanto puede un Prelado que ama sus ovejas y comodidad. Porque después de haber empleado algunos caudales en ensanchar y adornar las calles, murallas y paseos de esta ciudad, y en el palacio llamado de Loreto, incluyendo dentro de él la capilla de nuestra Señora de ese título, la cual el señor Copons había comprado de los herederos del presbítero Juan Mir, quien la construyó a mitad del siglo XVI; después, digo, de esta y otras obras, entró en el vasto proyecto de restaurar el acueducto romano. Obra de suma necesidad, y sin la cual Tarragona era corta en su vecindario, escasa en el comercio, incómoda en la estación del calor, y tal como la pintó Bernardino Gómez Miedes en su Historia del Rey Don Jaime I. Para remedio de estos males, y restituir si pudiera la ciudad de su cátedra al grado de su opulencia romana, emprendió la grande obra que digo, venciendo, como es de creer, gravísimas dificultades, y no reparando en cuantiosas sumas. No tuvo el gozo de verla concluida, y para su perfección dejó la cantidad de 48.000 ducados. En su tiempo, es a saber, en 1782 se erigió la Silla episcopal de Iviza, que por derecho de conquista era de esta metrópoli desde el año 1235; con esta ocasión pasó allá el arcedianato de San Fructuoso, de donde percibía los frutos.

Murió nuestro Prelado casi repentinamente día 5 de julio de 1783, causando este suceso un sentimiento correspondiente a lo mucho que se esperaba de quien supo hacer tanto en tan poco tiempo. Su cadáver se trasladó de allí a cuatro años a la sepultura que tiene en el pavimento del coro, donde se halla este letrero: Joachimus Santiyan et Valdivielso, genere clarus, olim Asturicen. Ecclesiae Canonicus, Tuden. Scholasticus, Lucen. Decanus, Urgellen. Episcopus, Tarraconen. demum Archiepiscopus factus, ornandae mox et amplificandae urbi, civiumque commodis intentus, suburbanam viam, et ambulacrum rupibus et aggeribus complanatis extruxit: aquae copiam, ut suo subveniret populo, iamdiu illius penuria laboranti, antiquo Romanorum partim instructo aquaeductu, partim novo constructo, longe huc adducere molitus est. Quibus, aliisque utilissimis operibus, dum strenue, nullis laboribus, vigiliis, sumptibus parcens, incumbit, ulteriora parans, maiora pro animae celsitudine mente volvens, vivis abripitur III nonas julii anno Christi M.DCC.LXXXIII. etat. XLIX. I. P. R. Dicen que compuso este epitafio el sucesor

Don Fr. Francisco de Armañá (Armagnac), del orden de San Agustín, natural de Geltrú, diócesi de Barcelona, el cual era Obispo de Lugo desde el año 1768, de donde fue trasladado a esta Silla en el de 1785 y tomó posesión a 30 de mayo. Están todavía muy recientes las memorias del celo, liberalidad y erudición de este Prelado. Comúnmente se dice que vivía pobre por los pobres: y era así que los remediaba a manos llenas, buscando con solicitud las necesidades ocultas. A su iglesia regaló alhajas y ornamentos varios y preciosos: dotó su clero, fomentó el monte pío de sacerdotes pobres: dio grandes caudales para la obra del puerto y las urgencias del estado; y con todas estas y otras muestras de liberalidad gastó más de cien mil duros en continuar y concluir la restauración del acueducto romano, teniendo el gozo de ver llegar el agua a la ciudad en el año 1798, día 3 de diciembre del santo de su nombre: beneficio inestimable que eternizará los nombres de Santiyán y Armañá. Hallaba para todo esto recursos en la moderación de su trato, parsimonia en la mesa, y pobreza de su casa y persona; viviendo en todo como simple religioso, sin dejar la túnica de lana, ni permitir más adornos que los muy precisos para el decoro de la dignidad. Visitó dos veces toda su diócesi, y no más por su ancianidad; ejercía por sí mismo todos los actos pontificales: predicaba con frecuencia y enviaba misioneros por la diócesi, gente docta como él lo era, que cogiesen y no espantasen la caza: compuso las discordias interiores de su iglesia: unió y dividió parroquias, según lo pedía la necesidad: protegió grandemente las escuelas públicas: dotó bien sus cátedras, como es justo: creó la de escritura, enseñanza tan necesaria a los eclesiásticos, como que es el blanco y cima de su saber, a que se ordenan todos sus estudios anteriores, y sin lo cual la teología escolástica y moral son un cuerpo sin alma. En estos y semejantes cuidados le halló ocupado la muerte cuando ya por su edad de 85 años no podía entender en lo que pide vigor y fuerzas corporales. Murió este ilustre Arzobispo día 4 de mayo de 1803. En sus honras predicó el actual Abad de San Ildefonso Arzobispo de Palmira, el señor Don Félix Amat, entonces magistral de esta iglesia. Está enterrado en el coro con esta inscripción: D. O. M. = Francisco Armagnano, ex Eremitis S. August. primum Lucensi Praesuli, post Archipraesuli Tarraconensi, utrobique indefessa salutis animarum cura, verbo et scriptis doctissimis aeque atque piissimis, morum itidem integerrimorum exemplo, informatis ad pietatem populis, optimi Antistitis functo munere; egenorum patri, quorum sublevandis miseriis, nihil pene sibi relinquens, amplissimos pontificatus redditus expendit; cuius maxime opera et ope fontan. aqua intra muros inducta gaudens potitur Tarraco: in senectute bona e vivis sublato die IV maii anno M.DCCC.III aetatis suae LXXXV, Bartholomeus Soler, ex sorore nepos, huius Primat. Eccl. Decanus, consanguineo fautorique amantissimo fieri curavit monumentum. Los escritos de que se habla en esta inscripción son sus Pastorales impresas en dos tomos en 4.°: tres tomos de Sermones morales, y uno de Sanctis: además dejó manuscritas Instituciones de teología. = Compendio de la historia eclesiástica de Fleury, y otras obras que no concluyó por sus ocupaciones. A los dos meses de su muerte fue electo su digno sucesor el actual Arzobispo

Don Romualdo Mon y Velarde, natural de Mon, diócesi de Oviedo, colegial de San Ildefonso de Alcalá, doctoral de Coria y sucesivamente de Córdoba, donde también fue Deán y gobernador de la mitra. Tomó posesión de esta Silla día 12 de mayo de este año de 1804. El pueblo ha concebido muy bien fundadas esperanzas de un gobierno pacífico y acertado. Nada más puedo decir de esto, porque apenas han pasado dos meses de su entrada pública, que se verificó el día 3 de septiembre con las ceremonias acostumbradas, en razón del señorío temporal de los Arzobispos sobre esta ciudad y su campo: las cuales se fijaron por decreto de la real audiencia de Barcelona en tiempo del Arzobispo Don Juan de Moncada (leo Monca-ca), aunque la pompa en el recibimiento de esa o de otra manera es ya de los tiempos de Don Fr. Sancho López de Ayerbe. En sustancia se reduce la fiesta a lo siguiente. Sale todo el Cabildo hasta una casa de campo distante como un cuarto de legua de la ciudad, donde ya espera el Prelado montado en su mula. Los canónigos van igualmente montados en mulas con gualdrapas negras colgando hasta los pies o patas: no van con manteo, sino con un ropón a modo de balandrán muy pomposo, y con sombrero redondo llano de copa muy pequeña, ajustada a ella una golilla como de dos dedos para mayor seguridad en el encaje de la cabeza; cuelgan además de él varios cordones y borlas de buena labor. El saludo que hacen al Prelado es levantar la borla que cuelga delante del pecho y llegarla hasta la boca. Así pasando todos por delante de él, se forma la comitiva, y al llegar a la puerta de San Carlos salen los regidores o cónsules, como decían antes, con sus bandas de tafetán carmesí, según costumbre de todo este principado. Entonces, acompañado S. Ilma. del magistrado, recibe los obsequios de danzas y comparsas alegres, muchas en número, y algunas notables por su antigüedad. Tras esto se apea la comitiva, y el Arzobispo hace el juramento en un altar preparado en la puerta del convento de San Francisco, y en manos de su Guardián. Concluido este acto, toma otra vez la mula, y guiándola los regidores a pie con cordones de seda encarnada, y precedido de todas las danzas, camina hacia la catedral donde le recibe el Cabildo con hábitos de coro, que para esto se anticipó dejándole en San Francisco. Entran en la iglesia cantando el Te Deum, y en la pieza que queda tras el altar mayor y el testero de la iglesia se le dice al Prelado una oración latina, que esta vez recitó el canónigo Don Carlos González de Posada, y con la respuesta del Prelado se acaba la fiesta de por la mañana. Por la tarde se repiten los juegos y varias representaciones en la plazuela donde está mi convento, que era puntualmente el circo máximo de los Romanos. Los aficionados a aquellas vejeces echarán de menos en estas comparsas la elegancia y el lujo de las que presenció en este lugar el Emperador Augusto. Efectivamente son muy distantes, y muchas composiciones alegóricas que allí vi están llenas de impropiedades, como cosa del vulgo que sólo ama el estrépito, y como dicen nuestros vecinos lo maravilloso. Sin embargo, es reparable el baile que llaman de los Titanes. Consiste en que treinta o cuarenta hombres vestidos como a lo turquesco, van en fila ensartados entre dos telas de paño muy anchas cuanto es la altura de los pies hasta los hombros: descubren sólo la cabeza, la cual mueven y dejan caer a un lado y a otro como con tristeza y pesadumbre, (aún se puede ver algo parecido en Turquía) cada vez que dan un paso o más bien un salto al compás de la sencilla tonada que suenan dos chirimías u oboes. Llegando con esta pausa y aun pereza al teatro de sus habilidades, no tienen otra que dar una vuelta al circo y formar después una espiral, apretada como la de un caracol, y deshacerla luego, todo con un compás más acelerado que el con que vinieron.

Ya ves cuan poca conexión tiene esto con los Titanes y su guerra, como yo esperaba, fiado sólo en el nombre; el cual no tiene otro origen que la tonada ti tan. Una especie me ocurre. En la traducción de la Geografía del Nubiense, hecha por Don José Antonio Conde, y en las notas que él puso, página 199, explicando el elogio que Benjamín de Tudela hizo de esta ciudad de Tarragona y aquellas palabras: fue de los edificios de los Hanakim, explica esta palabra Hanakim por una generación gigantea o Titanes, hijos del cieno. Y aunque el autor nota allí esta opinión de vulgar y digna de los P. C. de las sinagogas, ¿quién sabe si la tenían por cierta los Judíos ricos que había en Tarragona en el siglo XII, tiempo en que escribía su Geografía el autor, que por eso llama a esta ciudad Tarragona de los Judíos? Y si ellos tuvieron por cierto que esta ciudad estuvo habitada de Titanes, ¿no pudieron ser los autores de esta comparsa, de quien sabemos que es muy antigua, y que ya la representaron los Tarraconenses en Valencia en el siglo XIII al tiempo de su conquista, como dice Escolano? ¿Quién sabe? Sin embargo, séase el que quiera el objeto que tuvo en ello el inventor, más bien parece una sarta de cautivos como los que precedían a los triunfos Romanos, y una muestra, aunque impropia, del vasallaje de esta ciudad a su Prelado, que presencia estas fiestas en público, acompañado siempre de los cónsules y del Cabildo.

Buen remate ha tenido la narración de los Arzobispos. 

A Dios. Tarragona, etc. 

miércoles, 8 de febrero de 2023

CARTA CXXIII. Prosigue el catálogo de los Obispos de Barcelona.

CARTA CXXIII. 

Prosigue el catálogo de los Obispos de Barcelona. 

Mi querido hermano: A Don Geraldo de Gualba sucedió

Don Fray Bernardo Peregrí, del orden de San Francisco, natural de Barcelona, como dicen unas Crónicas manuscritas que he visto en el convento de dicha orden. Parece que hubo discordia en su elección, y que parte del Capítulo eligió a Don Bernardo de Villafranca, camarero de Tarragona, contra el cual estaba ya la causa pendiente el día y año 
sobredicho. Ignoro las nulidades o razones que alegarían las partes litigantes. Lo que sé es que a 12 del enero siguiente (que entonces decían del año 1285 y nosotros diremos 1286) todavía no se había sentenciado el litigio, y por ello estaba vacante la iglesia, y como tal el Capítulo mandó a Don Hugo de Cardona, gerenti vices Episcopi, que entregase a tres canónigos todos los frutos pertenecientes a la mensa episcopal. Acaso debió llevarse la causa a la Sede Apostólica, porque es cierto que el Papa Nicolao IV confirmó en Obispo de esta Silla a dicho Don Fray Bernardo, día 4 de junio de 1288, como consta de la carta que Jaime Colona, Cardenal tit. S. Mariae in via lata, escribió de orden de 
Su Santidad al Capítulo con fecha en Reate día 8 del mismo mes y año, notificándole esta confirmación. He visto la carta en este archivo (a: AP. núm. I). Así que desde esta época quedó Don Fray Bernardo en pacífica posesión de su Silla, sin hallarse mención del otro Bernardo de Tarragona. Die jovis, III. nonas augusti, 1290. Fr. Bernardus, Episcopus Barchin., prestó la obediencia canónica a Don Rodrigo, Arzobispo, en el Capítulo de Barcelona. Está original en Tarragona. Luego mostró su celo el nuevo Prelado en los dos sínodos que, según dicen, celebró en los años 1289 y 90, donde entre otras cosas estableció que los clérigos no pernoctasen fuera de la ciudad sin licencia del Obispo: que ningún sacerdote celebrase dos misas en un día ni recibiese estipendio por ellas. En 1292 hizo con su Capítulo constitución de que los oficios pistoris, ministralis, dormitorarii, botellarii e portarii se confiriesen (se lee confieresen) a clérigos solos y no a legos. Otras hizo en los años siguientes sobre asistencia al coro y edificio de la canónica, las cuales podrás ver en Martene (Anecdot., tom. IV. col. 607). En 1293 dio su licencia para que la canónica Agustiniana de de Santa Eulalia del Campo, sita extramuros en lugar más sano, se trasladase al lugar donde vivían los frailes de la penitencia o del saco; de lo cual se dirá en otro correo hablando de la colegiata de Santa Ana. El hecho más importante y memorable de este Obispo es la resolución de edificar la nueva iglesia catedral. El templo antiguo, que era sin duda el consagrado y dotado por el Conde Don Ramón Berenguer el viejo en 1058, era demasiado pequeño para el aumento del vecindario y el decoro de los cultos en tiempos de mayor paz. Pero también era necesaria gran cantidad de dinero y mucho tiempo para concluir un edificio tan grande como este. 
El Prelado no reparó en estos inconvenientes; y pudo mover a su Capítulo, día 7 de mayo de 1298 a esta empresa, en que sin duda fue más feliz que los que concluyeron la fábrica. Poco sobrevivió a esta época, porque murió a 24 de marzo de 1299 (que es para nosotros el 1300): y así no hay contradicción, como supone Aymerich, en los que señalan las dos épocas. Me acuerdo haber visto escritura de VIII. id. julii, anno 1301, en que los albaceas de este Obispo Pedro Gruni, Precentor, y Eymerich Bos, canónigo de Barcelona, con otros ciudadanos satisficieron algunas deudas que Guillerma, hermana del Obispo, había contraído por él. El mismo escritor rehúsa contar por sucesor a Don Ponce Desvillar, como que ya le colocó en el año 1193. Para mí es indubitable que el Obispo inmediato se llamó Ponce, y que ya lo era a los cinco meses de la muerte de Don Fr. Bernardo. Así consta del real archivo, donde, entre las cartas que el Rey Don Jaime II escribió a los Obispos y justicias de su reino en el año 1300 prohibiendo la erección de escuelas públicas de teología, derechos, medicina, etc., en otra ciudad que en Lérida, donde acababa de erigir la universidad o estudio general de sus dominios, se halla una fecha a 3 de septiembre, dirigida Poncio electo confirmato Episcopo Barchinon. Así dice. En los meses de noviembre y diciembre de 1302 mandó el Rey de Mallorca Don Jaime pagar ciertas cantidades al electo de Barcelona, a quien no nombra (Reg. de cartas reales en el archivo real); y esto indica que ese electo era Ponce de Gualba, que estaba en Mallorca, como diré luego; y allí había entonces y después varios canónigos Gualbas; y él fue Sacrista de aquella iglesia. El mismo 
Rey, a 10 de las calendas de abril de 1303, mandó pagar al Obispo de Barcelona ciertas cantidades que se le debían, desde cuando era Sacrista de Mallorca; luego era Ponce de Gualba (ibid.). No teniendo pues lugar después de este Don Ponce el Don Geraldo de Gualba, como ya vimos; y hallándose por otra parte que a principios del 1305 se consagró Don Ponce de Gualba, parece verosímil que este sea el que aquí llama el Rey Don Jaime II electo y confirmado. O si era Don Ponce Desvillar, séalo en hora buena, con tal que un Ponce sucediese a otro inmediatamente, que es lo que he pretendido probar con todo lo dicho. Al que lo era en ese año 1300 debe atribuirse la celebración de un sínodo, de que hace mención Tarafa, donde dice que se estableció que durante las horas canónicas los clérigos nec pileum, nec caputium in capite habeant, y que nadie vendiese misales a los Judíos. Después de lo dicho no queda que hacer sino contar por verdadero y cierto Obispo de esta iglesia a

Don Ponce de Gualba, sobrino del ya dicho Don Geraldo, el cual dicen que se consagró a 17 de febrero de 1302 (que será, según nuestra cuenta, el 1303). Prestó III idus aprilis 1303 obediencia a Tarragona. En escritura original de la catedral de Mallorca, fecha V nonas octobris 1303, el Capítulo, Sede vacante (por muerte de Don Ponce de Jardino), dio facultad para ejercer todos los actos pontificales a Don Ponce, Obispo de Barcelona. Este acepta y firma de su mano en el palacio episcopal de aquella isla. Luego estaba allí. Item dícele el Capítulo: Cogitantes illum piae dilectionis affectum quo nostra iam dicta Maioricen. eccl. vobis a primis pueritiae vestrae cunabulis extitit quantum potuit liberalis, etc. Acaso nació, o a lo menos se educó en aquella isla. Lo que sí me consta, por varias escrituras de aquel archivo, es que era Sacrista de aquella iglesia desde antes de 1299. Sus primeros cuidados fueron sobre la prosecución de la fábrica de la iglesia, para lo cual publicó indulgencias a 5 de marzo siguiente. A la misma aplicó el rédito anual de los beneficios que vacasen dentro de diez años. Sábese que celebró algunos sínodos. En uno de los cuales prohibió a los clérigos llevar armas, sino cuando habían de ir a maitines. Estableció varias constituciones con su Capítulo, que pueden verse en Martene (Anecdot., tom, IV, col 620). Item en 1332 hizo una colección de todas las Constituciones de esta iglesia, empezando por las del Cardenal Juan, Obispo Sabinense. Publicó esta colección Martene (loc. laud. col. 595). En 1320, a 15 de diciembre, recibió nuestro Prelado solemnemente en esta ciudad al Cardenal Obispo Sabinense Fr. Guillermo Godin, a quien el Papa Juan XXII enviaba, como su Legado a Castilla, para sosegar las turbulencias de aquel reino, ocasionadas con la menor edad de su Rey Don Alfonso XI. También es de 
su tiempo la erección del convento de padres Agustinos, la creación de los arcedianatos de Santa María del mar, Vallés y Panadés, la fundación del monasterio de Pedralbes, el principio de la fábrica de Santa María del 
mar, y otras cosas ilustres, conocidas y dichas por mí en otros correos, o de que acaso se dirá en los siguientes. Una cosa no quiero omitir, y es del breve del Papa Juan XXII al Rey Don Jaime II rogándole y requiriéndole que revocase el pregón que se había hecho en Barcelona, intimando destierro al Obispo y clero. No dice más, y lo apunto, por si acaso hay quien adelante la noticia de cosa tan ruidosa. Su fecha es de 13 de marzo del año X de su pontificado, que es 1326. Por el mes de octubre del año siguiente se hallaba ausente de su iglesia, como se ve en algunas constituciones de su Vicario general Ponce de Foxa.
En varias colaciones de vicarías, señaladamente en dos hechas a 14 de diciembre de 1333 a favor de Blas Armengol y Bernardo Geraldi (Grau) para la iglesia de Santa Eulalia de Provenzana (alias del Hospitalet), he 
notado la cláusula de que dichas vicarías durarían, quamdiu nobis et rectori ipsius ecclesiae placuerit.
Su muerte ponen a 17 de julio de 1334.
No quiero omitir una noticia tocante al tiempo de este pontificado, y es la entrada que hicieron hasta el obispado de Lérida algunos fanáticos Franceses, llamados vulgarmente Pastorcillos, los cuales, comenzando en la Gascuña y Tolosa, llenos de fé, y ardiendo en celo por su pureza, venían matando y degollando cuantos Judíos podían haber a las manos. Fue esto en 1320 (a: "Anno Domini M.CCCXX surrexerunt quidam vulgariter nominati Pastorelli, sine capite et rectore, et spetialiter in partibus Vasconiae et Tholosanis, qui indiscreto fervore fidei interficiebant omnes Judeos, quos poterant in civitatibus, villis vel aliis locis invenire; quorum aliqui venerunt ad locum de Montecluso, diocesis Illerdensis.” (Cronic. G. Mascaró, praesbit. Barcinon. ap dominum de Dalmaces). En el libro 29 de la Historia de Languedoc se halla la historia de estos asesinos.). 

Poco tiempo vacó esta Silla, pues a 2 de mayo de 1335 ya se hallaba aquí viniendo de la curia Romana, y juró también las constituciones de la iglesia el sucesor
Don Fr. Ferrer de Abella, Dominico, trasladado por el Papa Juan XXII del arzobispado de Neopatria, según todos los que han escrito la biografía de este Prelado. Mas yo sé de cierto que no era de Neopatria, sino de Mazara, en Sicilia, donde tenía ya por sucesor a Don Fray Hugo, de su misma orden, día 26 de febrero de 1335, que es la fecha de la concordia que asentó con él, por medio de su procurador Fr. Pedro Çacoma, sobre la posesión de algunas alhajas y libros que tenía en Mazara. He visto esta escritura en el archivo de mi convento de Palma en Mallorca, y en ella varias veces se dice Fr. Ferrarius de Abellis, tunc Mazarensis et nunc Barcinonensis Episcopus. El Obispo Ferrer hizo obediencia canónica a Tarragona X. kal. septembris 1335. Tarafa dice que celebró un sínodo, y en él, entre otras cosas, mandó quod secundae nuptiae non benedicantur. Dos constituciones hizo en 1341 y 43 sobre la custodia de los bienes de la casa de la Almoyna y otros puntos (Vid. Martene, loco laud., col 623). La memoria más insigne de su pontificado es la traslación de la Santa Virgen y Mártir Eulalia; porque luego que la fábrica estuvo en estado de que se construyese la nueva capilla, se hizo en 1337 la traslación de las reliquias de dicha Santa del sepulcro de mármol en que estaban depositadas detrás del altar de Santa María a la nueva tesorería o sacristía de la iglesia, que es la actual. Hizo nuestro Obispo esta traslación en secreto antes de la aurora, después del toque de campana para maitines, sábado día 30 de agosto de 1337, en presencia de Bernardo Lull, Arcediano de Santa María del mar, Berenguer del Papiol, Arcediano de Panadés, y otros prebendados de dicha iglesia, algunos ciudadanos distinguidos, el arquitecto de la iglesia Jaime Fabre, Mallorquín, y algunos otros. Cantáronse algunas preces con voz baja, y lo mismo el Te Deum, cuando al descubrir el sepulcro les sorprendió el suavísimo olor que exhalaba. Hízose de todo escritura por Marcos Mayor el mismo día, la cual he visto original y copiado también. De allí a dos años se hizo la solemne traslación a la nueva capilla, tal como la pintó Diago y Flórez, con la descripción de ella y cuanto hay que saber en esto: de modo que nada tengo que añadir.
Hizo de nuevo constitución que en la recepción de los Reyes en canónigos de esta iglesia, según la antigua costumbre, hiciesen el juramento como lo hizo el Rey Don Pedro IV, cuando fue recibido a 22 de abril de 1338, del cual hablé en otro correo.
Nuestro Prelado murió visitando su diócesi en la villa de Arbos (Arbós), a 21 de diciembre de 1344. Don Fr. Joseph Llinas (Llinás), Arzobispo de Tarragona, en el Catálogo de los Maestros generales de su orden de la Merced, dice que el IX General Fr. Berenguer Cantul fue electo Obispo de Barcelona por Clemente VI; mas no se halla espacio suficiente entre la 
muerte de Don Fr. Ferrer y la elección del sucesor. El P. Fr. Alonso Remon (Hist. de la orden de la Merced, lib. VIII, capit. IV, cuenta lo mismo, y dice que la nueva del obispado, le llegó a fin del estío del año 1243, y que murió a 10 de diciembre del mismo sin haber venido las bulas, sin embargo que el fiat del Papa vino al fin del estío. Cómo se hará esto creíble viviendo como vivía entonces el actual Obispo que no murió hasta un año después? Basta esto para que se tenga por una equivocación y para no reconocer otro sucesor de Don Fr. Ferrer sino a

Don Fr. Bernardo Oliver, natural de Valencia, y de la orden de San Agustín, gran teólogo y hombre de crédito en su tiempo, del cual el Rey Don Pedro IV dice en su crónica lo siguiente. "Apres divendres a XI de juliol vench a nos lo Cardenal de Roders ques intitulaba Bernat per la divina Providentia tituli Sancti Cyriaci in thermis Praesbiter Cardinalis; y era gran special amich nostre, e devot a la nostre honor per tal com som (son) pare fou Catalá del vezcomtat de Cardona. Lo cual Cardenal fo a nos tremes ensemps a Frare Bernat Oliver, del orde dels Agustins, mestre en theologia, e Bisbe de Osca, e apres fou Bisbe de Barcelona e de Tortosa, e era hun dels millors mestres en theologia qui lavors fos en lo mon, e natural de la ciutat de Valencia, per lo Sanct Pare, per tractar e fer avinença entre nos, e aquel qui fou Rey de Mallorques (a: V. Carbonell, Crónica de España, lib. III. cap. XVIII.). 
Esto dice el Rey Don Pedro hablando del año 1343.
Trasladole el Papa Clemente VI de la de Huesca a esta mitra, como consta de su carta al sobredicho Rey de Aragón, dada en Aviñón a 12 de enero año III de su pontificado (1345), la cual he visto y copiado en el archivo real. De ella consta, que aún viviendo el antecesor Don Fr. Ferrer, el Papa se había reservado la provisión en la vacante; acaso será este el primer paso de las reservaciones que se dio en esta iglesia. A 18 de marzo siguiente, estando el electo también en Aviñón, escribió acá nombrando su Vicario general a Geraldo de Otreo. Poco tiempo gobernó esta silla, porque a mediados del siguiente 1346, fue trasladado a la de Tortosa, como ya dije en su Episcopologio. Mas en esto poco hace Tarafa mención de un sínodo en el que entre otras cosas ordenó que ninguno se atreviese a decir la primera misa sin ser antes examinado y aprobado por el Obispo, bajo pena de 100 sueldos. Item que en los días festivos no se trajese a Barcelona leña para vender. También hallo que a 29 de noviembre de 1345, en cumplimiento de la constitución Tarraconense, dio a la sacristía mitra y ornamentos que excedían el valor de 100 florines de oro de Florencia. Nada he hallado del cardenalato, con que 
algunos le quieren condecorar; y no es regular que se omitiera la memoria de tal dignidad en el epitafio que tiene en Tortosa, cuya copia ya envié. Le sucedió

Don Miguel de Riçoma, natural de Granollers en el Vallés, cerca de Barcelona, y Obispo de Vique. Tomó posesión de su silla a 14 de agosto de 1346, y vivió muchos años ausente de ella. Quedan de su pontificado buenas memorias. Las principales y más útiles, son muchas constituciones que hizo por sí mismo, o por medio de su Vicario general, que envié copiadas con las demás de la iglesia. Entre ellas se halla la de privar la entrada y asiento en el presbiterio de la catedral a las mujeres, a excepción de las Reinas y su comitiva. A los dos años de su entrada se le ofreció ocasión de mostrar su celo pastoral en la peste que afligió a esta ciudad, de la cual murieron cuatro de los cinco conselleres. Dicen que dio a su iglesia las cabezas de las Santas vírgenes Digna, Benigna, Lefana y Úrsula. En un libro de aniversarios se lee, que sólo regaló las cabezas de las dos primeras Santas; las cuales, añade, fueron traídas a la catedral desde Santa Eulalia del Campo, pasando por Santa María del mar, con muy solemne procesión, a 6 de mayo de 1358: en la fiesta se hallaron Don Fr. Juan, Arzobispo de Cáller, y Don Guillermo, Obispo de Huesca. La cabeza de Santa Lefana fue sin duda regalo del Cardenal de Tolosa Pedro, tit. S. Stephani in Celio monte, muerto antes del 1417, en 
cuyo año a 9 de agosto sus testamentarios Guillermo Novell, canónigo y Arcediano de Leminiana en Urgel, y Juan de Montinyacho, canónigo de Tarragona, dieron a esta iglesia 5150 sueldos para construir una cabeza de plata con las armas de dicho Cardenal, donde colocar la de dicha Santa, y en recompensa fundó la iglesia un aniversario. He acotado la noticia de este documento, no por lo que ello es, sino porque de él consta, que este Cardenal es Pedro Ravario o Ravatio, y que no es el Pedro de Foix (que vivía aún en 1429), como pretendió Oldoino (Vitae Pontifi. etc. tom. 2, pág. 741, edit Rom. 1677). Del tiempo de nuestro Obispo es la erección de la cofradía de Santa Eulalia en la catedral, o por lo menos su engrandecimiento, cuando el Rey Don Pedro IV quiso alistar en ella su nombre en 1356, ofreciendo pagar anualmente 200 sueldos de Barcelona. Nuestro Prelado murió lunes a 7 de junio de 1361, y tuvo por sucesor a 

Don Guillermo de Torrellas, canónigo de esta iglesia, y Prepósito del mes de septiembre, Obispo después de Huesca, de donde fue trasladado a esta silla en 1361, de la cual tomó posesión a 10 de agosto. Dos son las memorias principales que quedan de su pontificado. Una es la presidencia de algunos concilios provinciales por el Arzobispo de Tarragona Don Pedro Clasquerín; en uno de los cuales, que fue el de 1367, le nombraron para ir a la corte del Papa, y tratar sobre la inmunidad de los bienes eclesiásticos, de que se disputaba en esta provincia. Otra es la creación de la lectura de teología en su catedral con sueldo de 30 libras. Otras constituciones hizo, que ya envié copiadas. Regaló a su iglesia una cruz de plata. Fue trasladado a Tortosa, en cuyo Episcopologio hallarás lo demás que a él toca. 


Don Fr. Berenguer de Eril, monje Benedictino de Monserrate, sucedió a Don Guillermo. Las letras Apostólicas de su provisión se presentaron al Capítulo día 28 de junio de 1369 y a 12 de agosto siguiente fue consagrado por Don Raimundo, Obispo de Vique. Sólo gobernó esta Silla dos años, hasta el 1371 en que Aymerich, dice que fue trasladado a Urgel. Diago y Tarafa dicen que murió en la curia Romana. No se ha hallado de él memoria alguna. Yo he visto en el archivo de este mi convento de Santa Catalina, el juicio de declaración, que tomó junto con Fr. Nicolás Eymerich, Inquisidor, a un Bartolomé Janoves (: genovés; Janua : Génova), natural de Ciutadilla (Ciutadella) en Menorca, acusado de herejía, en el mes de septiembre del 1369. Hállase en el documento su sello pendiente de cera colorada, que representa la imagen de una Santa con palma en la mano, colocada dentro de un casilicio gótico, que acaso será Santa Eulalia. Al pie y a la derecha del que mira, hay un escudito pequeño, en que se ve representado un león. Lo demás del sello está roto; pero se conserva la inscripción.

Don Pedro de Planella, Obispo de Elna, aunque de ello no hay memoria en la Gallia Cristiana. Trasladado en 1371, tomó posesión a 18 de mayo por sus procuradores Francisco Botella, Prior de Santa Eulalia del Campo y Pedro de San Amantio, (Santamans), canónigo y hospitalero de Tortosa. Vino acá y juró personalmente a 25 de julio de 1372. De él se conserva la cátedra episcopal en el coro, construida con prolijidad, donde se ve el escudo de sus armas. De su tiempo es la profecía de San Vicente que anunció al pueblo la venida de algunas naves cargadas de trigo en tiempo de grande escasez y poca esperanza de grano. Un Cronicón de aquel tiempo dice que anunció esto predicando al pueblo in Bufurno, que es sin duda el Born actual: lugar entonces de mayor capacidad, el cual escogían frecuentemente los caballeros para justas, y los Reyes para hablar y exhortar al pueblo a alguna cosa de importancia. 

En 1380 a 4 de noviembre trasladó el cuerpo de San Olaguer de la capilla vieja de San Agustín, que ahora es de los Santos Inocentes, a la actual del mismo título, de donde finalmente fue traído a la que hoy es de la comunión. En el mismo año, en el mes de julio hizo la traslación del cuerpo de Santa María de Cervellón a una arca nueva que mandó fabricar el Rey Don Pedro IV.
Murió a 22 de octubre de 1385, y fue enterrado en el coro, donde a 11 de enero de 1616, cuando se comenzó la obra de la sepultura de los canónigos, fueron hallados los huesos junto con los del Obispo Don Francisco de Blanes, los cuales colocaron en urnas de piedra al lado del altar que hay dentro de dicha sepultura, y nuestro Obispo tiene esta inscripción: Petrus de Planella, Episcopus Barcinon., jacet in hac urna, qui obiit 20 die octobris, anno 1385.
Antes de morir este Prelado, pero hallándose ya enfermo, escribió al Capítulo el Infante de Aragón Don Juan, con fecha in itinere 6 octobris, rogándole que eligiesen o postulasen por Obispo a Juan, Arzobispo Turritano, consejero y confesor de su padre Don Pedro IV. Lo mismo pidió este Monarca repetidas veces, singularmente en carta de 4 de noviembre, expresando que era falso cuanto había propuesto al Capítulo el canónigo Ramón Torrelles en nombre del Rey, para que no eligiesen a dicho Arzobispo Juan. Instó también la Reina por su parte, y a 10 de noviembre escriben ambos a los canónigos que dilaten la elección hasta su llegada a Barcelona, amenazándoles que confiscaría sus beneficios para la cámara Apostólica. Sin embargo de estas preces, instancias y amenazas, a 15 de noviembre entraron en Capítulo veinte y nueve canónigos de esta iglesia y pidieron uniformemente por sucesor a

Don Raymundo Cescales o de les Scales (ipses Scales, ipsas scalasces Escales), Obispo de Elna y consejero del Rey, el cual aprobó la postulación y cooperó a que se confirmase. Así es que el nuevo Prelado tomó posesión de esta Silla a 21 de diciembre de 1386. En los primeros días de su pontificado, esto es, a 24 de enero llegó a Barcelona el Cardenal Pedro de Luna, y en las cortes o sea concilio que allí se convocó, se declaró la obediencia al Papa Clemente VII, y se dio el capelo a Don Jaime, Obispo de Valencia, y el Cardenal Luna predicó al pueblo en lengua vulgar. Esto es del Diario de Mascaró. A 6 de noviembre de 1388 llegó a este puerto una nave del común de Venecia, que traía por presente al Rey Don Juan I el cuerpo de un niño Inocente. El cual por hallarse el Rey en Zaragoza fue depositado en el convento de San Francisco, hasta que los conselleres lo depositaron con licencia real en la catedral en una tumba de mármol.
El suceso más ruidoso de su tiempo es la guerra sagrada contra los Judíos que se hizo generalmente en toda España. El motín de Barcelona comenzó casi un mes después del de Valencia, es a saber, sábado día 4 de agosto a la una de la tarde. Vivían aquí los Judíos en el barrio inmediato a la parroquia de Santiago, que se llamaba el Call, apellido que hoy dura, y que tenían todas las juderías de este principado, como he visto en varios documentos del siglo XIII, relativos a la policía que se debía guardar con los de aquella secta; y llamábanse en latín como suena Callum, Callium, Callia. Habíase, pues, levantado ese día un motín en el pueblo contra los ciudadanos, y uno de ellos llamado Mosen Pons de la Sala tuvo habilidad para revolver los alborotados y hacer que diesen contra el Call. Cinco días estuvieron persiguiendo a los Judíos, quemando, matando cuanto venía a sus manos. Tomó el gobierno medidas muy serias, y el Vicario general real G. de San Clemente armó les dehenes, que sería una como milicia urbana (10), y trasladó los Judíos que pudo salvar al castillo nuevo. Aun allí no estuvieron seguros, sino que sitiados y combatidos con saetas por el populacho, y mucho más con hambre y sed, el día 7, martes, ofrecieron que recibirían el bautismo, lo que verificaron la mayor parte de ellos, porque otros, especialmente las mujeres, quisieron antes dejarse matar. Para ello subió la procesión de la iglesia catedral al castillo, donde se mantuvo toda aquella tarde la cruz de la iglesia. En los días siguientes se hicieron castigos terribles con los amotinados, señaladamente después que vino a Barcelona Don Ramón Alemany, que fue a 6 de diciembre, el cual entró con aparato real, llevando delante de sí (como dice el Cronicón citado) banderiam magnam regualem de or, he flama, lanceam, ensem, he abxa, prout est fieri consuetum per Dominum Regem. Omito otras circunstancias de este suceso, pero no las palabras con que concluye su relación el Cronicón citado: Ista autem destructio (dice) Judeorum, incepit primitus in regno Castellae, in diversis civitatibus ante praedictam destructionem. Postmodum fuit continuata in civitate Valentina, Barchinona, Illerda, Terrachona, Gerunde ac Perpeniano, et civitate Maioricen. et in quamplurimis locis regni Aragoniae, exceptis in quo fuerunt dicti Judei custoditi, maxime in civitate Caesaraugustana.
En 1394 a 24 de noviembre resolvió con el Capítulo nuestro Obispo el derecho de opción canonical a las prebendas vacantes, excluyendo de él a los cuatro hebdomadarios que no hubiesen cumplido su oficio por diez años. Eran entonces XIII canónigos presbíteros, XIII diáconos y XIII subdiáconos, los cuales con el Stator Regis formaban el número de XL.
Contribuyó mucho al armamento de una galera para contener los insultos de los piratas Sarracenos, según se deliberó en el concilio provincial Tarraconense de 1395. Costeó las paredes que cercan el coro de la catedral, y también la capilla de los Santos Inocentes, donde se ve su entierro en un sepulcro de mármol. Murió miércoles a 24 de julio de 1398, cuando tocaban a vísperas en la catedral. Dos o tres días antes de morir tuvo abierto y patente a todos el cuarto donde yacía, para que le pudiesen ver y hablar y aprender el fin del hombre. Enterráronle el día 27 siguiente en la capilla dicha de los Santos Inocentes. Del día siguiente al de su muerte ya se halla la petición de la Reina al Capítulo, confirmada después por carta del Rey de 6 de agosto, pidiendo que eligiesen por sucesor al que lo fue, es a saber: 

Don Juan Armengol, Abad de San Cucufat del Vallés. Habíase convocado a los capitulares ausentes para esta elección a 29 de julio. Aprobola Benedicto XIII en consistorio secreto, día 11 de septiembre del mismo año, como lo dice él mismo en su carta al Rey Don Martín, fecha en Aviñón dos días después: quamvis potuissemus, añade, juxta morem in talibus observatum alicui ex familiaribus nostris commensalibus de dicta providere ecclesia. Participó dicho Rey esta confirmación de su Santidad con carta fecha en Zaragoza a 10 de octubre, en que en elogio del electo dice que él era sin duda el Fuit homo missus a Deo, cui nomen erat Joannes. Efectivamente, es glorioso para esta iglesia su pontificado, aunque no hubiera acaecido en todo él otro suceso que el de la traslación de algunas reliquias de San Severo en 1405. El padre Caresmar en la docta Disertación que publicó en 1764, S. Severus, civitati Barcinonensi assertus ac vindicatus, trató de lo sucedido en esta traslación, y sería una importunidad repetirlo aquí.
También es de nuestro Obispo la abolición del rito antiguo de presentar a la misa del día de Resurrección un cordero asado impletum bono farcimento composito ex carnibus dulcibus et salsis, et ex ovis et salsa; el cual bendecido por el Obispo se distribuía luego entre el Rey, Obispo y canónigos. Mandó pues que el Prepósito a quien tocase el mes pagase por todo el gasto del cordero diez y ocho sueldos de moneda de Barcelona. Esto es de la consueta de esta iglesia.
A estos tiempos, hacia el año 1400, pertenece el famoso robo de la custodia de la catedral, cuya noticia he hallado en Sevilla en la biblioteca llamada Columbina en un códice manuscrito (Y. 129. 7.), donde se hallan escritos de mano coetánea varios decretos y órdenes reales extendidas por Bartolomé Servent, secretario del Rey, entre las cuales está la carta que el Veguer de Barcelona y del Vallés, Arnaldo Guillén de Bellera, dio a Bononat Segalers, cura de la parroquia de San Justo, autorizándole para la pesquisa de dicha alhaja, cuya descripción hace del modo siguiente: "Accidit siquidem noviter, quod non absque cordis amaritudine referimus vehementi, ut cum in ecclesia Sedis praeclarae civitatis Barchin. quoddam esset iocale singularisimum, par non habens, in altari consistens salvificae Sanctae Crucis: hoc enim (erat) custodia quaedam auri pluribus adornata lapidibus praeciosis, perulis utique et armillis, ac quadam corona aurea multis ditata gemmis et pulis, quam excellentissimus Princeps et dominus dominus noster Aragonum Rex feliciter gratia largiente divina nunc regnans in bacineto portabat, dum ab olim bella fovebat in regno Sicilie, (quod suae seu eius primogenito Siciliae Regis illustris non sine magnae gloriae tropheo ditioni subegit)
quamque coronam idem Dominus Rex noster ipsi custodiae dederat, feruenti (: ferventi) devotione succensus. Item et uno scabello cum uno 
sepulcro auri intus dictam custodiam existenti, in quo sepulcro corpus sacratisimum Domini Jesuchristi honorifice tenebatur. Item et cruce quadam, quae stabat in vertice supremi pinnaculi custodiae memoratae: nonnulli perditionis filii … hora captata, dum nullus praeter eos in dicta foret eccl. evulserunt, rapuerunt … etc.”
Volviendo a otras memorias ciertas de nuestro Obispo, queda del año 1403 una carta del Rey Don Martín exhortándole con el Capítulo a establecer y celebrar con solemnidad la fiesta de la Concepción de nuestra Señora. Hallose en las cortes y concilios que se tuvieron en su tiempo, y cuando pasó al que había convocado Benedicto XIII en Perpiñán el año 1408, murió allí a 17 de diciembre del mismo año a la hora de vísperas. Debía hallarse ya enfermo el día 12 del mismo, pues no suscribe con los demás Prelados a la declaración que hizo ese día el concilio en abono del Papa Luna, que se halla en Tortosa. A este Prelado dedicó Nicolás Eymerich su postilla In Epistolam ad Galatas, y fue poco antes de morir el autor. Muy pronto le sucedió

Don Francisco de Blanes, el cual dicen que era Obispo recién electo de Gerona, y como tal se hallaba en aquel concilio. Lo que puedo asegurar es que en el citado documento firma Raymundus, Episcopus Gerunden. 
Y si este lo era el día 12 de diciembre de 1408, no parece que había lugar para que aunque muriese aquel mismo día, le sucediese nuestro Don Francisco, y sucesivamente a Don Juan Armengol, muerto día 17. 
Lo cierto es que tomó posesión de esta iglesia por procurador a la una de la noche del día 5 de enero del 1409, y murió de allí a un año a 16 de febrero. Antes había sido canónigo de Mallorca en 1407, como vi en las Actas capitulares de aquella iglesia. Este es el Obispo cuyos huesos se hallaron junto con los de Don Pedro de Planella en 1616, cuando se abrió el nuevo carnerario de los canónigos en el coro, y allí está la urna con la inscripción tocante a nuestro Prelado, que nada añade a lo dicho. Murió ya muy viejo de la peste que afligió a Barcelona. Tan breve pontificado fue señalado con la venida de San Vicente Ferrer a esta ciudad día 14 de junio de 1409, y con las conversiones que a ella se siguieron de Judíos y 
Cristianos perdidos. De su tiempo es también el regalo que hizo a su catedral el Rey Don Martín, dándole spinam probatissimam veramque, Christi capiti affixam, como dice Tarafa. El sucesor fue

Don Francisco Clemente Çapera, natural de Zaragoza y canónigo de esta iglesia en 1391 y luego cubiculario del Papa Luna y su embajador, el cual había sido nombrado por el Papa Benedicto XIII, Obispo de Mallorca a 17 de agosto de 1403. Esto parecerá ser una equivocación manifiesta, pues en Mallorca ocupaba aquella Silla Don Luis de Prades, electo por Clemente VII, año XII de su pontificado (1390), y la gobernó hasta el 1427, como se verá en el Viaje a aquella iglesia. Mas es indubitable; y allí se verá también que, estando en Mallorca el Obispo Luis, el nuestro fue electo y confirmado en aquella Silla, como constará por la carta gratulatoria que le escribió aquel Capítulo a 10 de mayo de 1404, felicitándole por su promoción a aquella iglesia, donde podrá descansar le dice) de los muchos trabajos que había sufrido por la iglesia de Dios. Qué fue lo que en esto hubo, allá lo veremos. Era Obispo de Tortosa, cuando fue promovido a esta Silla por el mismo Papa, que se hallaba en Barcelona a 11 de mayo de 1410, tomando posesión a 31 del mismo. En Zurita se halla su embajada y recibimiento que hizo al Rey Don Fernando, electo en Caspe. En 1415 fue trasladado a la iglesia de Zaragoza; mas depuesto Luna de su dignidad papal, depuso también a nuestro Arzobispo de la suya el Papa Martino V en 1419. Poco después volvió a esta iglesia, mas honrado con la nueva dignidad de Patriarca de 
Jerusalem, y tomó segunda vez posesión de ella, como su administrador, a 13 de enero de 1420, y así la gobernó con el dictado de Patriarca hasta el año 1430, como he visto en varias escrituras aquí y en otros puntos. 
Sobre el día varían Tarafa y algunos diarios antiguos. Supónese que había sido promovido segunda vez a la metrópoli de Zaragoza. De esta segunda época de su pontificado quedan insignes memorias, porque concluyó el edificio de la catedral, cerrándola en todo el espacio que va desde el coro hasta la puerta principal. Y bien se hace sentir que no concluyese el frontis, porque ya ninguno se atrevió a emprender su conclusión. Más trascendental fue el beneficio que hizo ordenando las 
Constituciones de la iglesia, y reduciéndolas a un solo cuerpo, y al número de XVII, que aún hoy rigen, y se llaman Patriarcales. Estas son las que te envié copiadas. Por constitución hecha a 7 de febrero de 1429 corrigió el oficio de San Severo, y ordenó que en el rezo no se hiciese mención de dos o más clavos, sino de uno solo, y que en la antífona IV de laudes, y en algunas estrofas del himno de segundas vísperas se quitase la comparación de su martirio con la pasión de Cristo. Esta noticia he tomado de los extractos del archivo que dejó formados de su mano el padre Caresmar, y debió trabajarlos después de publicada su Disertación de San Severo, porque en ella, no sólo no hace mención de esta constitución, sino que defiende que no fue uno solo el clavo que taladró la cabeza de San Severo, sino que fueron diez y ocho.
Por este tiempo hubo grandes terremotos en esta capital, y el Obispo mandó varios ayunos a pan y agua y procesiones de penitencia. Fue enterrado en la capilla de San Clemente, que él había construido, donde se ve en lo alto de la pared su urna sin inscripción alguna.

Don Andrés Bertrán, Valenciano, Deán de la colegiata de San Pedro de Aviñón, y limosnero de Benedicto XIII. Yo le hallo en escritura original intitulado penitenciario suyo, y residiendo en Peñíscola el año XVIII de aquel Pontífice, que es el 1411, o siguiente. Como quiera alternó en esta Silla con el Obispo precedente, sucediéndole en 1416 por elección de Benedicto XIII, y tomando posesión a 27 de diciembre. Existe la carta del Papa al Rey Don Fernando recomendándole el electo, fecha en Collivre (Colliure) a 15 de noviembre del año XXII de su pontificado. Obtuvo esta Silla hasta el enero de 1420, en que fue trasladado a la de Gerona por Martino V, de donde volvió a 4 de mayo de 1431, y entonces sólo la rigió dos años hasta el 15 de julio de 1433. Zurita, hablando de la junta que hubo en Tortosa en 1414 para convencer a los Judíos, dice: (ortografía algo actualizada) "Fue muy gran parte en convencer y reducir muchas de las más principales familias del reino Andrés Beltrán, maestro en teología, limosnero del Papa, que era muy doto en las letras hebreas y caldeas, y fue de aquella ley: que era natural de Valencia, y después, por su gran religión y mucha dotrina, le proveyó el Papa de la iglesia de Barcelona: por cuya determinación y parecer se declaraban las dudas de lo que tocaba a las traslaciones de la Biblia que los Rabinos torcían a su propósito.”
Algunos Diarios coetáneos de Barcelona hacen grandes elogios de este Prelado. En su tiempo, esto es, a 21 de abril de 1418 entró en Barcelona un Cardenal, Legado del Papa Martino V, el cual tuvo que huir luego por las continuas y peligrosas asechanzas que le urdía Rodrigo de Luna, sobrino del Antipapa Luna. Esto dice un diario de aquel tiempo, y es claro que el tal Cardenal no pudo ser Pedro de Fox porque este no vino a Barcelona hasta el 28 de noviembre de 1427. Entre varias constituciones suyas es notable la abolición del escrutinio en las provisiones capitulares de beneficios. Sucediole

Don Simón Salvador, natural del Campo de Tarragona y Arcediano de Valencia. Esto se dice comúnmente, mas en Lérida hay memorias ciertas de haber sido canónigo y Prepósito de los meses de octubre y noviembre, y Arcediano de Terrantona hacia el 1418: fue electo por Eugenio IV a 31 de agosto de 1433, y tomó posesión a 28 del noviembre siguiente. Luego renovó la constitución antigua de su iglesia, en que se prohíbe la celebración de misas privadas durante el sermón o procesión. Item ordenó que a los que en las procesiones llevasen libro de canto, se diese un dinero más de distribución. Construyó a sus expensas una capilla de la Transfiguración, instituyendo en ella un beneficio, cosa que indica haberse ya introducido aquí su fiesta aun antes de Calixto III. Esta capilla cedió después el Capítulo en 1676 a la cofradía de San Severo. 
En su tiempo, es a saber, a 15 de junio de 1440, escribió la Reina de Aragón al Capítulo que en virtud de la inspección que compete a los Reyes en orden al buen estado de las iglesias, y vista la pertinacia del cisma de Papas y concilios, manda que no se obedezca a ninguno de ellos hasta segunda orden. Nuestro Prelado asistió a varias cortes celebradas por la Reina Doña María, mujer de Alfonso V. Es muy probable que asistiese al concilio Florentino. Efectivamente, consta que murió en Roma en el mes de febrero de 1445, y un Diario de aquel tiempo añade que fue de comer anguilas, y que a 13 de abril del mismo año fue enterrado en la capilla de San Salvador, que así se llamaba la de la Transfiguración. Tarafa atrasa dos años la venida de su cadáver, y dice que sobre su sepulcro se puso una lámina de bronce, a la cual en la cesión insinuada se substituyó otra de mármol. Le sucedió

Don Jaime Girad, Giralt, Gerard y aun Goret, que con esta variedad le nombran. Era Chantre y canónigo de la iglesia de Segorbe y Albarracín, electo su Obispo por el Capítulo en 1438 y consagrado por Don Dalmacio del Mur, Metropolitano de Zaragoza. Esta elección del Capítulo prevaleció contra la que había hecho Eugenio IV de Don Gisberto Pardo de la Casta, y así nuestro Don Jaime gobernó aquella iglesia hasta el presente año 1445, en que el mismo Papa le promovió a esta Silla a 15 de julio. Después de esto, que consta de los Episcopologios y documentos de la iglesia de Segorbe, no sé cómo entender lo que de dicho Don Jaime dice Aymerich, que antes de ser promovido a esta Silla, Episcopus sine titulo particularis ecclesiae ordinatus fuerat ab Eugenio IV; porque ni el Papa le hizo Obispo sino el Capítulo, ni era Obispo sin título sino Segobricense. Por lo que toca a esta iglesia, sábese que tomó su posesión a 5 de octubre de 1445, y que hizo su entrada a 28 de abril del año siguiente, y que la gobernó hasta el día 18 de diciembre de 1456, en que murió en Poblet visitando aquel monasterio, como Legado y Nuncio del Papa Calixto III, encargado de la reforma de las religiones de España. Yace en medio del presbiterio sin losa ni inscripción. Un Diario de aquel tiempo dice e en la Seu no feren ninguna mencio, ni cos present, per ço com 
eran mals contents dell. Esto nació de algunos pleitos que tuvo con el Capítulo desde el año 1448, de lo cual no importa decir más aquí. 
Una memoria hay de su pontificado digna de referirse, y es que en 1451 el Papa le consultó sobre el ingreso de J. Gerónimo de Vilaragut en el monasterio de Santas Cruces, y la legitimidad de su profesión en él.
Era este hijo de la Reina Doña Margarita, viuda del Rey Don Martín, la cual secretamente casó con el caballero Valenciano Juan de Vilaragut; y porque esto quedase oculto, crió secretamente al niño, y en teniendo seis años de edad lo entregó al Abad de aquel monasterio; el cual le vistió el hábito laical y luego le admitió a la profesión, sin que ni el profeso ni los demás supiesen quién era él, ni su nombre, que también le había mudado. Mas el Abad en el artículo de la muerte declaró la verdad, y entonces acudió el profeso al Papa Nicolao V y con parecer de nuestro 
Obispo le absolvió de sus votos y se casó. También es notable que en su tiempo se concluyó la fábrica del claustro nuevo de la catedral en 1448. Muerto este Obispo, los canónigos eligieron Obispo per via de S. Sperit (como dice el Diario citado) a Mossen Bernardo de Casasaje, Deán y canónigo de la misma iglesia, y añade que no tuvo efecto la elección, porque el Papa hizo otra pocos días después. Aymerich supone que Calixto III nombró a un Bartolomé que tampoco llegó a poseer la dignidad. Lo que consta ciertamente es que el sucesor fue

Don Juan Soler, natural de Caldes de Montbui en el Vallés, electo por Calixto III y confirmado por Pío II. Dicen que San Vicente Ferrer le había profetizado esta dignidad. Lo cierto es que fue doctísimo, y como tal tenido y venerado por lo bueno y mejor de su tiempo. Había sido cura de Tamarit, penitenciario del Papa Nicolao V y embajador del sucesor Calixto al Rey Don Alfonso V de Aragón en Nápoles, de quien fue también testamentario. De este tiempo son algunas cartas que le escribió el Cardenal Eneas Sylvio (después Pío II). Hállanse entre sus obras, y son la del número 254, data Romae 26 martii 1457, en que por lo tocante al asunto le dice: Ecclesiam Barchinonensem confidimus tuam esse futuram, etsi modo aliquid subest impedimenti: tempus omnia donat. 
En la inscripción le llama electo Barcinonense. Item en la 265 data Romae 5 aprilis 1457, dice: Illud solum impedimento est promotioni tuae, quod alia negotia non componuntur; atque ita fit, ut utile per inutile vitetur. Otra es la 267, que nada contiene sino elogios de nuestro Prelado. Por lo dicho se ve la dificultad que hallaba en su promoción a esta Silla. Acaso se pensaba en honrar más al electo con la posesión de mayor dignidad. En 1458, día 25 de enero, suena todavía electo en una constitución del Capítulo de Lérida, donde dicen que el electo presentó al Capítulo por medio de su procurador Juan Bisbe una carta del Rey que no insertan allí: acaso podrá creerse de ahí que había sido canónigo de dicha iglesia. El Rey Don Juan II escribió al Capítulo a 20 de agosto de 1458 que había sabido que el electo Juan Soler había sido elegido Arzobispo de Monreal, y en su lugar electo Obispo de Barcelona Mosen Regas (este era un cubiculario de Calixto III), así que había escrito al Papa que anulase ambas elecciones, y en caso de venir las bulas para Regas suplicaba al Capítulo no fuesen admitidas, pues Soler no podía ser trasladado contra su voluntad según lo dispuesto en el concilio Constanciense. Esto decía el Rey, según el extracto que formó de la carta el padre Caresmar. Tuvo su efecto esta real solicitud, porque Pío II le confirmó a 2 de octubre siguiente, y el Rey con su carta, fecha en Lérida a 2 de noviembre mandó que se le diese posesión, como se hizo a 7 del mismo mes por medio de su procurador el Abad de Monserrat.
Durante todavía la ausencia del Prelado, el Papa regaló al Rey Don Juan II la rosa de oro bendecida en Roma en la dominica IV de Cuaresma, con cuya ocasión se hizo en esta iglesia solemne procesión día 1.° de junio de 1460. De esto da razón un Diario coetáneo con estas palabras: 
(N. E. otra mezcla:)
"Diumenge 1.° de junio de 1460 lo Rey ohi lo offici a la Seu e ana a la professo tenintse ab lo gremial; e anali devant lo Bisbe de Gerona que portava un roser de or fet a forma de una branca de roser, e alt a la sumitat una rosa de or, y en mitg della un safir petit; la cual habia enviado lo Papa al dit Rey; y es la que habia benehida lo quart diumenge de Cuaresma, com acostuma; y per ço se dice lo diumenge de lo rosa. (”)
Diago y Tarafa ponen su muerte en 1461. Aymerich dice que fue el 1463. Casi diez años vacó la Silla, los cuales se pasaron en resistirse mutuamente el Capítulo y el Papa a consentir en las elecciones que unos 
y otros hacían. Estaban muy turbados los ánimos con las disensiones que levantó el partido del Príncipe Carlos de Viana, y como el Papa favorecía el derecho del Rey Don Juan II anuló las elecciones que el Capítulo hizo para Obispo de Cosme de Monserrat, Obispo de Vique, a 5 de diciembre de 1463, y de Don Miguel Torrelles, hijo del Conde de Iscla, a 1.° de septiembre de 1468. Correspondió por su parte el Capítulo negándose 
a admitir por su Prelado al electo en 1465 por Paulo II, que fue Don Fr. Juan Jiménez Cerdán, Aragonés, monje de Poblet, el cual murió a 27 de julio de 1468, sin tomar posesión. Sin embargo de la turbación consiguiente a esta larga vacante, tuvo el Capítulo oportunidad para ordenar en 1464 el famoso y más principal Misal de esta iglesia, que después se imprimió en esta ciudad en 1498 y reimprimió en Lion (Lyon) en 1521. Finalmente quiso Dios que tuviese Pastor, aunque ausente siempre de ella, es a saber:
Don Rodrigo de Borja. Algunos han creído que este era el Cardenal que después fue Papa, Alejandro VI. Aymerich ha desvanecido en gran parte esta fábula. Yo puedo demostrar completamente que lo es sólo con copiar aquí la carta que vi original en poder del actual señor Abad de Ripoll Don Andrés Casaus, que es del Cardenal Rodrigo de Borja, dirigida al Rey de Aragón Don Juan II, su fecha en Segovia a 2 de febrero de 1473. Dice así: "S. M. - ab humil recomendacio precedent - Ara en aquest punt he rebudes letres de Roma quim signifiquen nostre Sant Pare ha transferit mon cosi germa en Bisbe de Barcelona, e ha pronunciat Don Pedro, lo fill del Comte de Prades, en Bisbe de Urgell, e lo Abat de San Feliu (de Guixols) en Bisbe de Gergent, segons vostra Altesa havia scrit e declarada sa intencio a la sua Beatitut. Lo que sumament regraciu a vostra Serenitat; e de aço perpetuament reste obligat a aquella, no solament yo, mes encara tots los meus: extimant aquesta colocacio del dit mon cosi germa, e les altres promocions ensemps fetes, a inmortal benefici a V. M.tat desijos servir e obeir a aquella en tot, lo que de mi ordenar volra; a la qual humilment me recoman. - De Segovia a dos de febrer MCCCC.LXXIII. (1473) - De V. M.tat - Devot servidor. 
- R. Cardenal Valentin. Vice Cancill: electus.” 
De este documento consta: 1.°, que el Obispo de Barcelona, provisto ahora, era primo hermano del Cardenal: 2.° que fue trasladado a esta Silla de otra, lo cual da margen para tener por cierto lo que se dice que antes había sido nombrado para la de Urgel en 1467. Mas en aquella iglesia no hay memoria de tal cosa, ni en ese año, ni en los seis que le siguieron de vacante: 3.°, que supuesto el tiempo necesario para que llegase a Segovia la noticia desde Roma, debió la traslación de este Obispo verificarse a fines del año 1472, y así será cierta la fecha de 11 de diciembre de ese año, que le señalan: 4.° otra cosa se ve en esta carta, y es el tratamiento de Majestad dado al Rey de Aragón tantos años antes de la primera vez que dicen que se dio a Carlos V en un congreso que se tuvo sobre la causa de los Indios.
Consiguiente a lo dicho nuestro Obispo tomó posesión a 7 de abril de 1473. Desde entonces en varios oficios dirigidos al Capítulo de Gerona, que he visto, suena su Vicario general Berenguer de Sors, Deán de esta iglesia y electo después Obispo Turritano, creo que en Cerdeña; el cual hizo varias constituciones con el Capítulo; entre ellas la con que se suprimió el officium Vasarii, que acaso sería un segundo sacristán o cosa tal. De otro Vicario general llamado Bartolomé Traveret, canónigo de esta iglesia, hay memoria en la colación de una capellanía en la de Granollers, hecha a 30 de agosto de 1478. El Obispo se estaba en Roma, donde logró que en 1476 le añadiese el Papa Sixto IV la dignidad de Prior de San Miguel del Fay. Poco la disfrutó, habiendo muerto en el diciembre de 1478. Le sucedió

Don Gonzalo Fernández de Heredia en esta Silla y en el priorato del Fay. Tomó posesión a 8 de junio de 1479 por su procurador Don Diego de Avellaneda, Obispo de Mallorca. Estaba entonces nuestro Obispo en Roma como embajador del Rey, mas no tardó en venir a su iglesia, de la cual le sacaron repetidas veces los negocios de la corona, que por su gran pericia se le encargaban. Del año 1486, a 24 de julio, es la constitución que hizo con el Capítulo de no admitir en canónigo a quien fuese ilegítimo o descendiente de Judíos, Moros o infieles hasta la quinta generación. Tarafa, que apunta esto, dice que a 13 del octubre siguiente se temperó en alguna parte la constitución. Esto era consiguiente a la introducción del tribunal de la Inquisición, que se verificó en ese mismo año. Hacia el 1490 fue trasladado a Tarragona, donde murió, no en Roma, como dijo Aymerich con muchos escritores: yo diré en lo de Tarragona. Con esta ocasión la tuvo el Papa Inocencio VIII para escribir 
al Capítulo con fecha de 6 de enero de 1490 pidiendo que recibiesen por su Obispo a Pedro Altissen, su secretario, y que trabajasen porque el Rey viniese a bien en esta elección. No sé quién la estorbó; lo que sé es que el sucesor fue otro Pedro muy distinto del que quería el Papa, que fue

Don Pedro García o Garsias, como se llama él mismo, natural de Játiva, doctor Parisiense, familiar del Cardenal Don Rodrigo de Borja, y Obispo de Alés en Cerdeña, Silla sufragánea de la metrópoli de Arborea. Todo esto era en el año 1488, cuando por su gran saber mereció que el Papa Inocencio VIII le mandase examinar y escribir contra algunas proposiciones de J. Pico de la Mirándula, y condenadas por S. S. 
Publicó pues el año siguiente: Determinaciones magistrales contra conclusiones apologéticas Jo. Pici Mirandulani Concordiae Comitis. 
Don Nicolás Antonio por considerar esta obra rara copió los títulos de las doce conclusiones que en ella se impugnan y condenan, como se hallan en el índice previo. Ximeno (Bibl. Val.) copió el texto entero de las conclusiones. Yo que he tenido la fortuna de hallar un ejemplar en esta biblioteca de Santa Catalina, podré añadir algo para los curiosos. El libro consta de 188 fojas fol., sin páginas. Al fin se lee: Impressum Romae per Eucharium Silber, alias Franck, natione Alemanum, ab anno nostrae salutis M.CCCC.LXXXIX. (1489) die vero XV mensis octobris. 
En el proemio o dedicatoria a Inocencio VIII se leen estas palabras: "Itaque, Pater Beatissime, cum apologeticus liber Joanis Pici Mirandulani, Concordiae Comitis, iussu tuo legendus et examinandus exhibitus mihi sit, in quo magorum et cabalistorum vanitates ac superstitiones suscitantur, et in quo nonnulla etiam ad fidem orthodoxam pertinentia falso interpretata, et defensa esse deprehendantur ... Quas ob res, 
Beatiss. Pater contra apologeticas conclusiones praefati Jo. Pici librum humili stilo et scholastico more Parisiensium theologorum scripsi; in quo SS. Patrum plurimorum sententias et determinationes magistrales (unde liber nomen accepit) collegi.”
También es notable y más que todo la conclusión: 
Finalis conclusio operis cum debita protestatione. = “Haec sunt, Beatissime Papa Inocenti, quae iussu tuae Sanctitatis contra conclusiones apologales spectabilis viri Jo. Pici Mirandulani, Concordiae Comitis, ego Petrus Garsias, de civitate Xativa, Valentinae diocesis, et Episcopus Ursellensis, in artibus et sacra theologia magister, anno salutiferae Nativitatis Domini nostri Jesu Christi M.CCCC.LXXXVIII. felicis pontificatus tuae beatitudinis anno IIII. in urbe Roma scripsi, in edibus Reverendiss. Domini mei Roderice de Boria, Episcopi Portuensis S. R. E. 
Vice Cancellarii, Cardinalis Valentini: In praedictis autem determinationibus magistralibus semper mens mea fuit conclusiones tantum, et non personam Jo. Pici damnare. Scio enim et expertum habeo pluribus concertationibus super hoc habitis coram R. P. Domino Jo. Episcopo Fornacensi, tuae sanctitatis magistro domus, et in huiusmodi causa comissario dignissimo, prefatum virum singulari ingenio pariter et doctrina ac eloquentia esse praeditum, etc.”
Mientras entendía en esto, el Papa Inocencio le promovió a la Silla de Barcelona, de la que tomo posesión a 12 de octubre de 1490; mas no vino acá hasta el día 7 de junio de 1493. En este tiempo medio, es a saber, a 12 de enero de 1491, escribió desde Sevilla el Rey Don Fernando al Capítulo que entregasen al Infante Don Enrique, su Lugar teniente el cuerpo de su hermano el Príncipe Don Carlos para conducirle a Poblet. Quedan acá algunas memorias de la liberalidad y amor de este Prelado para con su iglesia en los muchos ornamentos con que enriqueció la sacristía, y particularmente en más de cien volúmenes con que aumentó la biblioteca. He visto algunos de ellos que tienen al fin la noticia de su donación, que fue en 1502. Antes de esto, es a saber, en 1598 (1498), mandó imprimir un Misal, el cual he visto en el archivo de la iglesia parroquial de Santa María del Mar. Los aficionados a la tipografía no se disgustarán de leer aquí el epígrafe final, que dice así: 
"Explicitum est Missale completissimum in quo sunt multae missae votivae, et plura alia quae in aliis Missalibus communiter non reperiuntur: impressum Barcinone vigilanti studio et pastorali sollicitudine Reverentissimi Domini Petri Garcia, Praesulis dignissimi Barcinonensis, anno a nativitate Domini M.CCCC.LXXXXVIII. (1498) die 
XXVIII. mensis martii per Didacum de Gumiel, Hyspanum.” 
Sin duda estaba ya ordenado este Misal desde el año 1464, que es el que este impreso prescribe, que se grave en el cirio pascual, sino que nuestro Prelado debió añadir algunas misas votivas que era, según se colige de otros códices, un objeto muy principal de la devoción en aquellos tiempos. En 1502 a 6 de diciembre los Reyes Católicos instituyeron para esta iglesia la fiesta de la Expectación de nuestra Señora en el día octavo antes de la Natividad. De su tiempo es también la fundación de dos conventos de religiosas, uno de Dominicas (N. E. Domingas), que poco después en 1520 se sujetó al ordinario, alegando que no tenían en la ciudad para su asistencia religiosos que fuesen de la reforma. Era esto en tiempo de la claustra. El otro es de Franciscas, que llaman de Jerusalén. Murió el Prelado, dejando hechas varias constituciones oportunas, sábado día 8 de febrero de 1505, y se enterró en el coro de la iglesia. Siete días antes de morir expidió un decreto de indulgencias para la fábrica del claustro de Santa Ana de esta ciudad. Lo he visto original, y en el sello representa un gallo u otra ave. Lo mismo se ve en el escudo que queda en la parte del palacio episcopal, que reedificó.
En la vacante el Capítulo, celoso de sus libertades antiguas eligió por sucesor a su Arcediano mayor Don Luis Despla (: D' es Pla); mas él renunció prudentemente viendo ya tan autorizadas y en su vigor las reservaciones Apostólicas. Así fue que el Papa Julio II a 18 de abril del mismo año a instancias del Rey Don Fernando nombró por sucesor a

Don Enrique de Cardona, hijo de Don Juan Raimundo Folch, Duque de Cardona, y hermano de Don Fernando de Cardona, y sobrino de Don Pedro Cardona, Obispo de Urgel. Había nacido en Urgel el año 1485. Con esto dicho se está que al tiempo de su elección tenía apenas veinte años de edad, y al mismo tiempo, como dice Oldoino (Vitae Pontific.), se le dio en administración la iglesia de Urgel. De la nuestra tomó posesión a 18 de junio del mismo año por medio de su procurador Jaime Fiella, Deán y canónigo de la misma. En 1507 a 26 de febrero le dio el Rey Don Fernando la investidura de los feudos, que tenía por S. M. la mensa episcopal. En el mismo año a 9 de mayo hizo con el Capítulo la constitución de que el Lector Sedis de cualquiera orden y condición que 
fuese, jurase enseñar y defender en púlpito y cátedra el misterio de la Concepción de nuestra Señora. Estas y otras memorias de poca entidad quedan del tiempo que gobernó su iglesia, que fue hasta el 1512, sin llegar a consagrarse por falta de edad. En el dicho año a 21 de agosto fue promovido al arzobispado de Monreal en Sicilia, de donde volvió a España los años siguientes, pues se sabe que en 1522 acompañó al Papa Adriano VI en su viaje a Roma. Allí fue nombrado Prefecto del castillo de San Angelo, y regresando a su Silla, creado Cardenal de San Marcelo por Clemente VII; luego fue Virrey de Sicilia, y pasando a Roma a fines de 1529 murió allí a 7 de febrero del siguiente, y se enterró en la iglesia de Monserrate, de la corona de Aragón, cuya fábrica había costeado en gran parte. En su epitafio dice Tarafa que se lee al fin este dístico:
Optima prima fere manibus rapiuntur avaris;
Implentur numeris deteriora suis.
Entre los epigramas poco conocidos de Martín Ibarra Cántabro, hijo, se halla uno que copiaré aquí de la rarísima edición que posee en Lérida mi amigo Don Anastasio Pinós.
“Ad Enricum Cardonianum.
Cardonianorum spes gentis et aurea proles,
Gloria praesbiterum, Pontificumque decus.
Jam coluit mores rigidi Barcino Catonis,
Et vix menta tibi prima lanugo notat.
Sed tua nunc Siculo pietas celebratur honore:
Tertius et veniet cardinis altus bonos.
¿Quis generosa tuae silea (sic) monumenta iuventae,
Enrice, à Pylio (a) facta petenda sene?
Nam si vera canit, si me non fallit Apollo, 
Sancta virum poscit te sibi Roma caput.”

Don Martín García (b), Aragonés, natural de Caspe, colegial de Bolonia en 1466 y después canónigo de Zaragoza y Arcediano de Daroca en tiempo de San Pedro Arbués, el cual le había profetizado la dignidad episcopal, y a quien sucedió en el oficio de Inquisidor, y siéndolo fue también confesor de la Reina Católica Doña Isabel. También fue el primer inquisidor de Barcelona, junto con Fr. Alonso de Espino, nombrados ambos por el Inquisidor general Torquemada en 1487 para uniformar el tribunal de Inquisición en esta provincia, después de haberse establecido en Castilla. Poco después ascendió a consejero de la Suprema. En este estado fue electo Prior del monasterio de San Vicente de Roda a fines de marzo de 1489. Existen allí algunas cartas suyas originales que lo atestiguan. Con el crédito de su virtud y saber, de que da testimonio la Biblioteca española, no fue difícil que Julio II le promoviese a esta Silla, lo cual se verificó el mismo día que su antecesor fue trasladado a la de Monreal, es a saber, a 21 de agosto de 1512. Tomó posesión a 5 del noviembre siguiente. Hallábase en la curia Romana con cargo de embajador del Rey, y por esta causa no vino a su Silla hasta 22 de abril de 1515. Por su avanzada edad no asistió personalmente al concilio Tarraconense de 1517 sino por su procurador el canónigo Francisco de Solsona. Diósele también por Obispo auxiliar, que acá llamaban de gracia, a Don Guillermo Raimundo de Vich, que después fue su sucesor. El suceso más ruidoso y que basta para hacer memorable su pontificado 

(b) Un Martín García, canónigo reglar de Zaragoza, era Vicario general del Obispo de Mallorca D. Fr. Juan García en 1452, como he visto en los registros originales de aquella curia episcopal. Este no es el nuestro, según entiendo; porque la edad provecta en ese año no puede conciliarse con un obispado sesenta años después. 

fue la celebración del Capítulo general de la orden del Toisón de Oro en 1519, de que ya hablé en los correos anteriores. Nuestro Prelado se había ya retirado en ese tiempo a su patria, donde murió en 1521. Dicen que le hallaron muerto arrodillado. Pasado mucho tiempo el licenciado Joseph de Mediavilla publicó su vida escrita por Fr. Joseph Antonio de Hebrera, Franciscano, impresa en Zaragoza en 1700, 4.° 
Debió contribuir a los gastos este Capítulo, a quien el editor pidió algún auxilio con fecha en Zaragoza. He visto aquí su memorial fecho en Zaragoza a 16 de abril de 1698. Le sucedió

Don Guillermo Raimundo de Vich, natural de Valencia y hermano del célebre embajador de España Don Gerónimo Vich. Era ya presbítero Cardenal de San Marcelo creado por León X el año 1517. Tomó posesión de esta Silla a 20 de marzo de 1521. Poco después, esto es, a 11 del septiembre siguiente tomó posesión de la abadía del monasterio de Bellpuig o de las Avellanas, orden de Premonstratenses. De lo cual y de haberla resignado en favor del M. Fr. Cipriano Benet, Dominico, habla largamente Aymerich. Hizo constitución de que en los actos públicos ocupasen los canónigos el lugar que les correspondiese por su antigüedad. Esta es la única memoria que de él queda acá, porque la mayor parte de su pontificado (la) pasó en Italia, donde se halló en las elecciones de los Papas Adriano VI y Clemente VII, y al fin murió en Veroli en la Campaña (Campania) de Roma en el monasterio Cisterciense de Casamare a 25 de julio de 1525, y está enterrado en Roma en la iglesia de Santa Cruz in Hierusalem.
Durante su ausencia estuvo aquí de auxiliar Don Juan de Cardona, el cual a 27 de diciembre de 1522 bendijo el altar mayor de San Justo y Pastor, en cuya fiesta predicó el maestro Castelloli, Dominico. Este Don Juan Obispo lo era ya en 1520, como consta de una escritura de dotación hecha a la iglesia parroquial de Cornella, la cual autorizó y aprobó Joannes Cardona, Episcopus Plonacensis, Vicarius generalis Episcopi Barcinonensis. De este documento, que he visto original con el favor del señor Don Mariano Oliveras, Capiscol de esta iglesia, se infiere que el señor Vich sólo fue auxiliar hasta que le hicieron Cardenal en 1517, y entonces entró el señor Cardona, aún durante el pontificado de Don Martín García. Otra memoria de este Don Juan Cardona, Obispo Plonacense, hallé en el archivo de la catedral de Lérida, y es una escritura de tonsura que dio en Tortosa estando vacante aquella pro Capitulo Dertucensi, día 23 de junio de 1513. 
Oldoino en las Vidas de los Pontífices, refiere que entró a poseer esta Silla el Cardenal Sylvio Passarino, elegido por Clemente VII a 15 de julio del mismo año 1525, esto es, diez días antes de la muerte de Don Raimundo. Aténgome al silencio del canónigo Tarafa que alcanzó todo este tiempo, y no sólo dice redondamente que vacó la Silla hasta Don Luis de Cardona, sino que añade que en el tiempo de la vacante el Legado de Clemente VII Juan de Salviatis, diácono Cardenal de los SS. Cosme y Damián, aprobó algunas constituciones hechas por el Capítulo a su misma instancia. Cosa de que no había necesidad, si esta iglesia tuviese propio Pastor, y más si lo hubiera sido el Cardenal Passarino, de quien el mismo Oldoino refiere que vivió hasta el 1529. Así que si Oldoino no se equivocó, diremos que Passarino no tomó posesión de esta iglesia, y así no hay por qué detenernos en ello. No es de pasar en silencio que el día 21 de junio de 1525, estando aquí el Rey Francisco de Francia, después de asistir a los oficios divinos en la catedral, entró en el Capítulo y feu oracio a molts porcellanosos. Por una cartilla de órdenes, que he visto en la curia de Mallorca, consta a 16 de abril de 1527 que estaba vacante esta Silla, y que ese día dio órdenes el Arzobispo de Tesalónica Don Juan de Miralles. El sucesor fue

Don Luis de Cardona, hermano de Don Enrique, el primer Obispo de esta iglesia, electo por presentación de Carlos V, confirmado por Clemente VII a 27 de agosto de 1529. Tomó posesión a 29 de enero del siguiente. Del único año que le duró esta dignidad, sólo queda que asistió al concilio Tarraconense de 1530, y que mostró su caridad en la peste que comenzó ese año. Trasladáronle a Tarragona, donde murió en 1532. Sucediole

Don Juan de Cardona, que era ya Obispo auxiliar de esta iglesia desde el 1520 y Abad comendatario de las Avellanas desde el 1527, y tras esto Canciller de Aragón. Promoviole Clemente VII a 15 de febrero de 1531. Apenas tomó posesión en 18 del agosto siguiente, señaló su beneficencia aumentando las distribuciones al clero. No se consagró hasta pasados catorce años en 23 de agosto de 1545, en que lo hicieron los Obispos de Vique, Gerona y Constantinen. Una memoria hay ilustre de su tiempo, y es el haberse organizado el estudio general de esta ciudad, o digamos fundado, aunque anteriormente hubo algunos esfuerzos para ello. Púsose solemnemente la primera piedra a 18 de noviembre de 1536, y celebró la misa el auxiliar Don Juan Miralles, Arzobispo de Tesalónica, título que consta de la inscripción que queda en la calle llamada de Regomir, junto a una capillita de San Cristóbal, cuya primera piedra puso el mismo Arzobispo lunes a 8 de agosto de 1530, y esto es lo que dice la inscripción.
Otro Obispo titular hallo celebrando órdenes aquí en el convento del Carmen en los años 1540 y siguientes, llamado Fr. Baltasar de Heredia, Obispo Cirenense.
Imprimió un Breviario de su diócesi. Diago dice que murió en Torre Pallaresa, que es una quinta de la parroquia de Badalona, cerca de esta ciudad, el año 1546, día 1 de febrero, o el 11 de enero, como dijo Tarafa, el mismo día que había celebrado la primera misa en una capilla del claustro de San Gerónimo de la Murta. Su cuerpo se trajo a la catedral, y según nota un Diario se le hizo sepultura tan solemne como al Obispo Juan Soler, por ser persona de calidad y natural de Barcelona. Sucediole

Don Jaime Cassador, o Cazador, natural de Vique, confirmado por Paulo III a 13 del marzo siguiente, y consagrado a 20 de junio en el monasterio de Santo Tomás de Riu de Peras (: Peres : pedres; Río de piedras), diócesi de Vique, por el Obispo de aquella iglesia. Hizo su entrada solemne en Barcelona a 19 de agosto. El mismo año ya asistió personalmente a un concilio provincial, y por medio de procurador a otros que se tuvieron en su tiempo. Luego se erigió en colegio de PP. Jesuitas el monasterio que había sido de religiosas de Montalegre, y es la casa que ahora sirve de seminario episcopal. Murió a 4 de junio de 1561. En su vejez se le dio por auxiliar a Don Juan Jubi, Obispo de Constantina: así se lee en los mandatos que publicó el señor Climent para el convento de nuestra Señora de los Ángeles. También lo era en 1560 un sobrino suyo, consagrado por el mismo, y que le sucedió en esta Silla, y fue

Don Guillermo Cassador. En 1550, a 30 de octubre, suena en carta que le dirigió el Capítulo de Lérida, Abad de San Feliu y canónigo de Barcelona. Es cierto que era Abad de San Félix de Gerona desde antes de 1539; a lo menos uno de su nombre y apellido. Tomó posesión día 13 de enero del mismo año 1561, como dice Aymerich. Cosa inverosímil, y en cuyo cómputo precisamente hay equivocación. Partió luego para el concilio de Trento, y subscribió en él, añadiendo a la fórmula acostumbrada por los demás las palabras et confiteor eamdem cum patribus fidem, las cuales sólo usaron el Obispo de Salamanca Don Pedro González de Mendoza, y el de Tortosa Don Martín de Córdoba. Acompañole al concilio el doctor Don Juan Vileta, clérigo de quien hace un grande elogio Palavicino (Hist. Conc. Trident., lib. XVII, cap. VI, núm. 7). Corrigió nuestro Obispo el Breviario, y hallose en varios concilios provinciales, presidiendo uno de ellos en 1569 en nombre del Cardenal Arzobispo de Tarragona Don Gaspar de Cervantes. En el mismo año hizo imprimir por Claudio Bornat el Ordinario Barcinonense con una erudita prefacion. He visto un ejemplar en la biblioteca de Belén de esta ciudad, y de él he notado algo para nuestros ritos. En el de la bendición de las bodas es notable esta cláusula: "En lo bisbat de Barcelona ningun sacerdot pot fer esposalles sen licencia dels obrers de la Seu; per que en altra manera caurie en moltes penes.” Nace esto de un privilegio concedido a la fábrica de la catedral por el Papa Luna, asignándola por cada matrimonio que se celebrase en cualquier iglesia de la diócesi cierta cantidad, a proporción de la condición de las personas. Está todavía esto en uso, no habiendo aún concluido la fachada de la catedral. La cantidad menor que se paga es una peseta. Otras contribuciones hay para el mismo objeto en los ingresos de los curatos, etc. Nuestro Prelado murió a 13 de noviembre del año 1570. No es este Prelado el Guillermo Cassador, aunque de la misma familia; que fue auditor de Rota a principios de este siglo, y luego Obispo de Ager en Cerdeña, del cual habla Nicolás Antonio.
A 4 de septiembre de 1571 estaba vacante la Sede, como lo dice claramente Don Benito de Tocco, Obispo de Vique, en la escritura que hizo en esta ciudad de Barcelona sobre la reunión de los cuatro conventos de monjas de Santa Clara de Tárrega, Manresa, Vique y Cervera en el de esta última ciudad. Sucediole 

Don Martín Martínez del Villar, natural de Munébrega en Aragón, Inquisidor que había sido de Cerdeña, y Arzobispo a la sazón de Sácer. Vino a esta iglesia a 16 de abril de 1572, y la gobernó hasta el 1575, en que murió a 14 de diciembre. Le sucedió

Don Juan Dimas Lloris, pariente acaso del Obispo de Segorbe en este mismo tiempo Don Gil Ruiz de Liori, natural de Gandesa. El nuestro dicen que nació en Barcelona, y que sucesivamente fue Abad de San Feliu de Guixols, Presidente del Consejo de Aragón, Canciller de Cataluña y Obispo de Urgel, de cuya Silla vino a gobernar esta a 11 de septiembre de 1576, y la retuvo hasta su muerte, que fue a 8 de agosto de 1598. 
En estos veinte y dos años se sabe que asistió a varios concilios provinciales o por sí o por procurador; y que desempeñando bien su oficio en tiempo de la gran pestilencia de 1589, tuvo el consuelo de ver que no murieron del mal los que más se esmeraron en la asistencia de los apestados, ni ninguna de las religiosas que permanecieron en sus monasterios. Protegió las fundaciones que se hicieron en su tiempo de los PP. Carmelitas descalzos, y de las religiosas de la misma orden, de los Capuchinos y Mínimos. Otra hizo por sí mismo, que fue la del seminario Tridentino. Para el provecho de sus fieles publicó un tratado de Instrucción de Confesores. Otro monumento insigne nos queda de su piedad, y fue la ansia de hallar las reliquias de San Paciano, su antecesor. 
Perdida la memoria de ellas con las guerras y distancias de los siglos, sólo se decía que estaban en una arca depositada en la iglesia de San Justo. El Prelado, después de varias diligencias, se resolvió a abrirla día 3 de junio de 1593. Y aunque en ella hallaron gran parte de los huesos de un cuerpo humano, y dos o tres trozos de una tela, como tafetán, colorado; mas no hallaron letrero ni otra cosa por donde pudiesen rastrear que fuesen reliquias de San Paciano. El prudente Obispo tuvo por conveniente trasladar lo hallado a una arca nueva, y depositarlo todo en la sacristía de la misma iglesia de San Justo. Y contento con lo hecho, y con haber dotado bien la fiesta del Santo en la catedral, mandó por último que le enterrasen en ella al pie de su altar. Esto dio motivo para que en el año 1600 se declarase su fiesta por precepto en Barcelona, y a que se tratase de formar proceso sobre la identidad de dichas reliquias con la ocasión de algunos milagros. Lo cierto es que desde el año 1654 se hallan colocadas dichas reliquias, y en pública veneración, en la dicha iglesia, aunque nadie ha visto, ni ha sido posible hallar, el decreto que autorizó esta traslación y elevación. Sucedió a este Prelado

Don Alfonso Coloma, Valenciano (a: Vid. Xim. Bibll. Val., tom. II, fol. 175), hijo del Conde de Elda, Inquisidor de Portugal, canónigo de Valencia y visitador de aquella universidad por encargo del Rey. 
Consagrose en su patria y vino a Barcelona día 12 de diciembre de 1599. Cuatro años le duró el pontificado, y en ellos asistió a los concilios provinciales, celebró la canonización de San Raymundo de Peñafort, y puso la primera piedra para su nueva capilla en el convento de Santa Catalina. Con esta ocasión promovió la canonización de San Olaguer, vistió de nuevo su cuerpo incorrupto y construyó su nuevo sepulcro. Recibió la profesión de las religiosas capuchinas, siendo este el primer convento de España, y el Prelado como su fundador e introductor de tan austero instituto en la nación. Siendo pacífico de corazón entabló y efectuó cierta concordia con el Capítulo en 1602, con la cual tuvieron fin las largas desavenencias que ya más de sesenta años perturbaban la iglesia. En medio de todas estas útiles ocupaciones fue trasladado a la iglesia de Cartagena el año 1603, quedando esta vacante desde el 24 de enero del año siguiente. Allá murió pobrísimo por los pobres, sin hallarse con que pagar su funeral. Acá dejó no menores memorias de su caridad y gran deseo de su gobierno. Le sucedió

Don Rafael de Rovirola, natural de Vique, canónigo de esta iglesia, entrando en su posesión a 10 de abril de 1604. En el mismo año puso la primera piedra del nuevo convento de Capuchinas; y en 1608 a 27 de julio dedicó el templo de los PP. Mínimos, y a 24 de agosto el de las religiosas Carmelitas descalzas. Del mismo año es la licencia que obtuvo para que en su diócesis se rezase de los Santos propios de la ciudad y principado, con la circunstancia de rezar de Santa Eulalia en cualquier día de la Cuaresma en que caiga, y aun respeto de esto último hallo ya en la Consueta de Santa María del Mar, que si cayese en el día de Ceniza se rezaba de dicha Santa. De dichas fiestas se decía el oficio del Común desde la reforma de San Pío V. Mas en los que él dispuso e imprimió en 1609 hay insignes equivocaciones que se han continuado en todas las ediciones: tal es el decir que el cuerpo de San Severo está en esta catedral con expresión que indica no haber nada en otra parte, quedando una considerable parte en San Cucufat. Item que el de este Santo Mártir fue primero sepultado en Barcelona y después trasladado a Francia. Por último, son monstruosas y llenas de anacronismos intolerables las lecciones que se pusieron en la fiesta de la traslación segunda de Santa Eulalia; de lo que no diré más sino que el celo de algunos doctos individuos de este Capítulo que se esfuerza en persuadir la necesidad que en esto y otros puntos hay de corrección, encuentra con obstáculos que no son nuevos en el mundo. Estas son las únicas memorias que recogió Aymerich del Obispo, que murió a 12 de octubre de 1609. Tan escasa es la noticia del sucesor

Don Juan de Moncada, de la casa de Aytona, canónigo de Salamanca, y sucesivamente Sacrista y enfermero de Tarragona y Prior de Santa Ana de Barcelona. Las bulas para este obispado llegaron a 30 de abril de 1610. Tomó posesión por su procurador el Deán de la misma N. Mora. 
Le consagró Don Francisco de Arévalo, Obispo de Gerona, con asistencia de Don Onofre Reart, Obispo de Vique, y Don Francisco Virgili, de Lérida. 
Hizo su entrada pública a 20 de mayo. Poco después le trasladaron a la metrópoli de Tarragona. Según la opinión corriente esto fue a 22 de agosto de 1612, pero he visto un Diario escrito por un testigo ocular, el cual refiere que el señor Moncada, Obispo todavía de Barcelona, asistió a las honras de la Reina Doña Margarita en 19 de marzo de 1613, y que su promoción a Tarragona fue a 23 de abril de ese año, y que hasta el septiembre del mismo no le sucedió el señor Sans. Como sea, de tan breve pontificado queda aquí una insigne memoria, y es la parte que tuvo en pacificar y concordar a los Inquisidores con los conselleres y bayle de Barcelona en ciertas graves reyertas sobre jurisdicción. Sucediole 

Don Luis de Sans, natural de la Cerdaña, que de canónigo y Sacrista de esta iglesia había sido electo Obispo de Elna, y después el primero de la Silla de Solsona pasando al gobierno de esta en septiembre de 1613. Nada producen de él los Episcopologios. Yo hallo en los Diarios que a 24 de agosto de 1618 publicó y comenzó la visita contra el Capítulo como comisario real y Apostólico. De su tiempo es la tribulación que padeció este principado con los bandos de los Cadells y Niarros, que llenó la tierra de bandidos y de robos y muertes; a lo cual aludió Cervantes en la segunda parte de su Don Quijote. Hizo el Prelado cuanto pudo por restituir la paz: entre otras cosas a 16 de diciembre de 1617 hubo en esta ciudad jubileo general, el cual se extendió en las dos semanas siguientes por todo el principado con el fin de pedir perdón a Dios de los pecados que ocasionaron los bandoleros y sus partidos. Bendíjose la tierra, saliendo el clero en procesión por la puerta dels Talles. Murió a 23 de febrero de 1620, y se depositó su cadáver en la capilla de San Clemente, de donde fue trasladado a la actual de San Olaguer, en cuyo pavimento está su entierro. La losa tiene en la parte superior el escudo de sus armas, y en él este lema: Deum time et Regem honora. Al rededor de ella dice: Virtuti et merito amoris et benevolentiae Santiae gentis perenne monumentum. En el centro de ella hay esta inscripción: Illmo. Ludovico Sans et de Codol ex nob. Santia gente, Barc. canonico et Sacristae, Helenen. Antistiti designato, tum primo Caelsonen. Episcopo, tandem Barcinonensi, in hoc primario templo et in aede Sancti Clementi sacra anno quo decessit M.D.C.XX. coram Praesulibus Tarraconen. Gerunden. Helenen. et Dertusen. Cataloniaeque Pro-Rege deposito, quum anno M.D.CC.LXX. incorrupto corpore inventus in hunc quo requiescit locum translatus esset, viro virtute et sapientia cl. D. D. Franciscus Sans et de Sala, Barcinonensis canonicus, illius quintus a fratre nepos VII. id. quint. anni M.DCC.LXXVII. H. M. P. Sucediole 

Don Juan Sentis (Sentís), natural de Orta o de Cherta junto a Tortosa (Cherta es mucho más cerca de Tortosa que Orta, Horta de Sant Joan). Tomó posesión de un canonicato de Lérida, mediante procurador, en el día 30 de diciembre de 1588 en fuerza de letras Apostólicas presentadas al Cabildo en el día 28 del mismo mes y año. Del contexto de las letras se deduce que era clérigo Dertusense y que residía en Roma, donde otorgó los poderes. Se hallaba ya en su iglesia en el año 1590. En el día 6 de abril de 1598 era Arcediano de Ribagorza. Resignó su dignidad y canongía en manos del Papa, y en el año 1612 fue provisto por el Rey en el priorato de Santa Ana de Barcelona. A más de Obispo de esta ciudad fue presidente del Consejo supremo de Aragón y limosnero de la Reina Ana de Francia. Vino a su Silla a 29 de marzo de 1621, habiendo tomado ya posesión en el octubre del año antecedente 1620. Apenas cumplido el mes de su posesión el Capítulo de la iglesia de Lérida resolvió escribir al Rey pidiendo que diese el obispado vacante de dicha iglesia a este Prelado, en atención al conocimiento que tenía de su estado y negocios, por haber sido en ella canónigo y Arcediano muchos años. Las memorias siguientes prueban que no se verificó o no se concedió la petición. A 14 de agosto de 1622 fue hecho Virrey de Cataluña, y como tal juró a 12 de abril de 1623. La tardanza pudo nacer de que los conselleres de Barcelona pedían que viniese a esta ciudad el Rey Don Felipe IV a jurar personalmente sus fueros, según habían acostumbrado los Reyes anteriores. Con este motivo escribió a dicho Monarca Don Galcerán Albanell, Arzobispo de Granada, exhortándole a que condescendiese con la súplica de sus paisanos. Las cartas he copiado e irán luego.
Hizo la fábrica del seminario Tridentino de Barcelona, como consta del letrero del friso de la portada y consagró la iglesia de Cherta. 
Nuestro Obispo murió a 7 de octubre de 1632, y le sucedió

Don García Gil Manrique, nacido en Castilla y gran teólogo de Salamanca. Vino a esta ciudad a fines de abril de 1634; a lo menos sé de cierto que a 19 de este mes deliberó la universidad literaria de Barcelona asistir a la entrada de su nuevo Obispo. Presidió como decano de la provincia a los concilios de 1636 y 37, a los cuales no asistió el Metropolitano Don Fr. Antonio Pérez. Con ocasión de las guerras de este principado partió para Madrid y allí murió en 1651. Por la misma causa vacó esta Silla hasta el 6 de marzo de 1656, en que por medio de procurador, el Arcediano de esta iglesia Don N. Palau, tomó posesión de ella

Don Raimundo de Sentmanat y Lanuza, natural de Barcelona, donde fue canónigo, y después Obispo de Vique. Murió a 11 de enero de 1663, sin dejar otra memoria que la asistencia a un concilio provincial. En unas notas coetáneas que hay al fin de la consueta de Santa María del Mar se dice que murió en 1664. Sucediole

Don Fr. Alfonso de Sotomayor, natural de Carmona y religioso de la orden de la Merced, de quien fue también General y luego Arzobispo de Oristán en Cerdeña, de donde vino al gobierno de esta iglesia en 24 de agosto de 1664. Estableció el toque de campana para orar por las almas del Purgatorio, protegió la fundación del oratorio de San Felipe Neri y puso la primera piedra de la nueva iglesia de Belén día 8 de abril de 1681. 
Declaró que constaba de cultu immemoriali S. Oldegarii, et de casu excepto. Hay varios edictos suyos: es notable uno en que prohíbe comer rosquillas dentro de la iglesia el día de San Blas: murió a 10 de junio de 1682. Sucediole

Don Fr. Benito Ignacio de Salazar, natural de Logroño y Benedictino de San Millán de la Cogolla. Tomó posesión a 3 de abril de 1683. Gran celo tuvo en defender los derechos de su dignidad y no menos prudencia en sosegar los alborotos populares, como se verificó en los que acontecieron en 1688. Concedió que se erigiese la capilla de San Severo junto al palacio y catedral a favor de la congregación de clérigos de la misma. Fue esto a 28 de mayo de 1691. Falleció el 23 del septiembre siguiente o diciembre, como dice la consueta citada.

Don Manuel de Alba, natural de Madrid, hijo de un médico de Carlos II, Catalán. Trasladáronle a esta iglesia de la de Solsona a 3 de noviembre de 1693. Quedan de él algunos decretos relativos a la reforma del clero y nada más. Murió a 22 de abril de 1697. El sucesor fue

Don Fr. Benito de Sala, natural de Gerona, Benedictino, el cual tomó posesión a 27 de enero de 1699. De allí a dos años trasladó el cuerpo de San Olegario a la nueva capilla. Del mismo tiempo es un decreto que expidió mandando que los maitines, oratorios y otras funciones públicas finalizasen en cualquier iglesia de la diócesi antes del toque de oraciones. Con ocasión de las terribles guerras de sucesión, pasó a Madrid y estuvo algunos años ausente de su iglesia. Hecho después Cardenal por el Papa Clemente XI, a instancias del Archiduque Carlos de Austria fue preconizado a 30 de enero de 1713. Con este motivo se hallaba en Roma, de donde volvió a Barcelona a 10 de abril siguiente. No hay duda que debió regresar a aquella capital del mundo, donde murió a 2 de julio de 1715 y se enterró en la iglesia de San Pablo en la vía Ostiense. En las exequias que le hizo luego esta catedral sólo le trataron como Obispo, porque Felipe V jamás quiso reconocerle por Cardenal. Sucediole

Don Diego de Astorga y Céspedes, Andaluz. Era Inquisidor de Murcia, cuando le promovieron a esta Silla, de la cual tomó posesión a 19 de junio de 1716. Tuvo por Vicarios generales a Don Pedro de Copons, Arzobispo después de Tarragona, y a Don Baltasar de Bastero, Obispo después de Gerona. En 1720 fue promovido al arzobispado de Toledo, y 
luego fue Inquisidor general, y Cardenal también. Vacó la Silla el 31 de agosto del mismo año, y a 11 de febrero del siguiente la ocupó

Don Andrés de Orbe y Larreátegui, natural de Ermua, en Vizcaya. Los principios de su gobierno se señalaron con la concesión real, que permitió a los Obispos de Cataluña el uso de asiento y sitial, y todo el aparato episcopal en las solemnes rogativas: derecho que el antecesor había defendido con firmeza en Madrid. El P. Aymerich, que nos dio esta 
noticia, pudiera decirnos la ocasión de aquel pleito, que será curiosa. Este Obispo fue luego trasladado a Valencia en 18 de abril de 1725. Sucediole en el mismo año

Don Bernardo Jiménez de Cascante, Navarro, y Abad de la iglesia de Santander, que aún no era catedral. Hallándose en el concilio provincial de Tarragona de 1727, dio licencia a los PP. Agustinos de Barcelona para 
trasladarse al sitio actual. Trabajó mucho por la inmunidad, reforma y paz del clero; y ocupado en esta y otras funciones episcopales murió a 13 de diciembre de 1730. El sucesor fue

Don Fr. Gaspar de Molina y Oviedo, natural de Mérida, en Extremadura, del orden de San Agustín, y Obispo que era de Cuba. Tomó posesión a 30 de agosto de 1731 por procurador. El año siguiente fue trasladado a la iglesia de Málaga, después fue Gobernador del Consejo de Castilla, y Cardenal. Murió en Madrid a 30 de agosto de 1744. Le sucedió

Don Felipe Aguado y Requejo, natural de San Martín de Rubiales, diócesi de Osma, y doctoral de Sevilla. Tomó posesión en el octubre de 1734. Murió de allí a tres años a 3 de noviembre, y en esto poco mostró bien su celo por la restauración y estado floreciente del Seminario, a quien concedió la luctuosa, que los clérigos mandan al Obispo en sus testamentos, y dio algunos nuevos reglamentos para su gobierno, después de haber reparado en gran parte el edificio material. Estas mismas ideas, que siempre deben ser las primeras del Obispo, continuó y extendió el sucesor

Don Francisco del Castillo y Vintimilla, natural de Bruselas, de la orden de Santiago. Era canónigo de Málaga, cuando Felipe V le promovió a esta dignidad, de la cual tomó posesión a 11 de octubre de 1738. Quedan de él los decretos que promulgó sobre la reverencia de los templos, la santificación de las fiestas, la clausura de las monjas, ediciones de libros, conservación de los bienes eclesiásticos, secta de Francmasones, explicación de la doctrina en los púlpitos y celebración de la misa. Cosas todas dignas de la atención, del que ha de responder de ellas en el tribunal de Dios. Visitó las parroquias de San Justo, San Jaime, San Miguel y San Cucufat de Barcelona, que más de cien años no habían sido visitadas, como dice Aymerich. Pues en las parroquias de su obispado hizo muchas mudanzas y nuevos arreglos útiles. En 1740 fue hecho Vicario general de los ejércitos del Rey Católico. Otras cosas loables se cuentan de este Prelado, del cual quedó privada Barcelona día 3 de septiembre de 1747, en que partió al obispado de Jaén, a que había sido promovido. Murió en Baeza a 15 de noviembre de 1749.
En la vacante fue propuesto para sucesor el P. Fr. Pablo de Colindres, Capuchino; y renunciando él constantemente por su humildad, fue nombrado

Don Francisco Díaz Santos Bullón, natural de la aldea de Guardo, diócesi de Palencia, el cual tomó posesión a 18 de mayo de 1748 por su procurador Don Esteban de Villanova, canónigo y Arcediano de esta iglesia, y después Obispo de la de Tarazona. Queda memoria de un sínodo celebrado el enero siguiente. Poco tardaron en llamarle a Madrid; y a 25 de mayo de 1750 fue trasladado a la de Sigüenza. Sucediole el mismo año

Don Manuel López de Aguirre, natural de Toledo, y cura de San Justo en Madrid: Tomó posesión a 25 de agosto. En su tiempo se dedicaron las iglesias de PP. Agustinos y de San Felipe Neri. Puso la primera piedra en la de San Miguel de Barceloneta. Era celoso por el buen nombre del estado clerical, y más de que lo mereciese. En esta clase queda un edicto suyo del mes de noviembre del primer año de su pontificado, en que mandó salir de Barcelona a todos los clérigos no residentes en ella. Sábese que celebró un sínodo a 8 de febrero de 1751. Murió de apoplegía a 7 de febrero de 1754.

Don Asensio Sales, natural de Valencia, y Prepósito o Pavorde de su iglesia. Tomó posesión a 29 de enero de 1755. El mismo año se trasladó el Sacramento públicamente a la nueva iglesia de Barceloneta. En 1757 asistió al último concilio provincial de Tarragona, y fue el que propuso y pidió en él que se imprimiesen los concilios anteriores. Celebró sínodo, cuyas constituciones mandó imprimir. Gobernó su iglesia con singular aplauso y prudente celo hasta su fallecimiento, que fue en Barcelona el 17 de enero de 1766 de edad de 66 años, como dice Aymerich en su Episcopologio. Su retrato de cuerpo entero está en la sacristía de la parroquial de San Lorenzo de Valencia, donde fue beneficiado. Tuvo por sucesor a

Don José Climent, natural de Castellón de la Plana. Nació a 11 de marzo de 1706. Fue maestro de pajes de Don Andrés Mayoral, Arzobispo de Valencia, el cual, en 1740, le hizo cura de San Bartolomé de dicha ciudad. Canónigo magistral de la misma en 1748, contribuyó a la reforma de los estudios en su universidad. Instituyó y fundó la cátedra de locis, y quiso que fuese de los PP. de la Merced. Hecho Obispo en 1766 no quiso que le consagrase sino el Metropolitano; lo cual se verificó a 23 de noviembre del mismo año por Don Juan de Lario y Lancis, Arzobispo de Tarragona, y el 4 del próximo diciembre entró en Barcelona. Fue muy ejemplar en su vida interior, en el cuidado de su familia, reducida y religiosa, en su moderación y demás virtudes, muy caritativo y llano con los pobres. Visitó su diócesi con solicitud verdaderamente pastoral, y trató de remediar toda clase de abusos. Erigió diez escuelas gratuitas en diez conventos de la ciudad. Instituyó en Barcelona la devota práctica de las Cuarenta Horas. No contento con anunciar al pueblo la divina palabra, cuando no se lo impedían sus enfermedades y ocupaciones, quería que los eclesiásticos distribuyesen dignamente al pueblo el pasto espiritual; y a este efecto tradujo al castellano la Retórica de Fr. Luis de Granada, a cuya traducción añadió una carta preliminar, tan llena de celo contra los abusos del púlpito y vicios de la oratoria, que aún entonces dominaban, que causó la más pronta y útil mudanza en la predicación. Tuvo esta obra tal aceptación que en solos diez años se hicieron y despacharon cinco numerosísimas impresiones. Sus sermones, así morales como panegíricos, vieron la luz pública en seis tomos en 4.° En todos ellos, y no menos en sus edictos y pastorales, que también se imprimieron con una colección, descubre cuán gran teólogo era, y lo muy versado que estaba en la historia sagrada y eclesiástica y en todo género de literatura. Sobre todo, brilla una cierta entereza y celo por la verdad, y una elocuencia y facilidad en explicarse, que no son comunes aun en los ingenios más sublimes. La oratoria del púlpito se vio recobrar por él su antigua hermosura, y hacerse amar de los oyentes y oradores, que procuraron tomarle por modelo.
Sin embargo, no pudo librarse de los venenosos tiros de la envidia y de la calumnia. Según Sempere, tomo 2.° de su Biblioteca, el señor Don Carlos III encargó en 14 de octubre de 1769 a los cinco Arzobispos y Obispos convocados para el consejo extraordinario, y a los dos Generales de la Merced y del Carmen, que examinasen con la mayor atención todos los escritos del señor Climent, y que le expusieran con la mayor reserva y secreto lo que les pareciese, por haber llegado a sus reales oídos ciertas noticias poco conformes a la pureza y moderación que debe tener todo escrito. Esta comisión sirvió para realzar mucho más el justo concepto que tenía formado su Majestad del mérito de este Prelado. Después de examinarlos aquella junta ilustrada y respetable, lejos de encontrar en ellos alguna expresión digna de censura, informó en estos términos al Rey: "Debemos, Señor, confesar abiertamente que después de haber reconocido las mencionadas pastorales con la reflexión que es debida a la importancia del asunto, no hemos encontrado sentimiento alguno a que comprendamos que pueda con razón imponérsele la nota de que no conviene a un Obispo, ni proposición que sea impropia de su carácter, o que ofenda a la autoridad pontificia, o que se oponga a nuestra santa religión o a la piedad cristiana; antes bien hemos observado con mucha edificación nuestra que estos escritos promueven notablemente la sólida instrucción y piedad, y manifiesta en su autor un sacerdote en cuyos labios está custodiada la ciencia, un pastor vigilante para fortalecer su grey contra los contagios del siglo, y un celo episcopal, digno del tiempo de los Basilios y Crisóstomos.” 
Efectivamente, su sabiduría y celo por el bien espiritual y temporal de sus feligreses, su ardiente deseo de promover en ellos la sólida instrucción y pureza de costumbres, el rigor de la disciplina, la aplicación a las artes y otras virtudes que caracterizaron su ministerio, las acompañó y adelantó siempre con su ejemplo y elocuencia. Gobernó esta mitra hasta el año 1775, en que habiéndole promovido S. M. al obispado de Málaga, con el amor a la antigua disciplina renunció este e hizo dimisión de aquel, y se retiró a su patria a mediados de octubre del referido año.
Allí pasaba su vida encomendándose a Dios y ocupado de continuo en promover el bien de la religión y del estado con cuantos medios podía. Aumentó el salario que algunos años antes había señalado al maestro de mayores de gramática, mandando fabricar a sus expensas unas aulas muy capaces con decentes habitaciones para los maestros. Fundó también dos escuelas gratuitas de primeras letras en Valencia, una dentro de la ciudad y otra en la calle de Murviedro, ambas en la parroquia de San Bartolomé, de que fue cura, dotándolas de sus bienes patrimoniales y con unas casas que a este fin había hecho edificar en la ciudad, que producen lo suficiente para sostener ambas enseñanzas. Fundó asimismo en su patria una casa de niños huérfanos del uno y del otro sexo, al modo de la que había fundado en Valencia San Vicente Ferrer, y quiso que se pusiese bajo la protección de este Santo. Con su muerte quedó a medio concluir, mas la dejó corriente en 1789 Don Joaquín Segarra, canónigo de Valencia, su íntimo amigo y paisano, y otro de sus albaceas. Murió este insigne Prelado a 28 de noviembre de 1781 a los 75 años de su edad. Fue enterrado en la parroquial de la villa, no en el piso de la iglesia, como había pedido al clero, sino en el coro, junto a las gradas del presbiterio. Sobre su sepultura se puso una lápida de mármol negro con una inscripción que copiaré con tanto mayor gusto, cuanto que la supongo hecha por su sabio amigo y paisano el Illmo. Sr. Don Francisco Pérez Bayer, bien conocido en la república de las letras, el cual cantó la misa de cuerpo presente y ofició en los solemnísimos funerales. Dice así: 
D. O. M.
JOSEPHO. CLIMENT. CASTELLONENSI
EPISCOPO. BARCINONENSI 
PIETATE. DOCTRINA. INTEGRITATE. MORVM
DOMVS. DEI. ZELO. REI. QVE. PVBLICAE
AMPLIF. STVDIO. INSIGNI
QVI. MALACITANO. AD. QVEM. PROMOTVS
FVERAT. EPISCOPATV. RECVSATO
ET. BARCINONENSI. DIMISSO
AD. PROPRIA. REDIENS. QVOD. RELIQVVM
EI. MODICVS. IN. PATERNIS. AEDIBVS
INNOCENTISSIME. TRANSEGIT
SIBI. MODICVS. IN. PAVPERES. EFFVSVS
DEO. ET. HOMINIBVS. JVXTA. CHARVS

CLERVS. S. P. Q. CASTELLONENSIS
CIVI. OPT. ET. B. M.
POSS. 

OBIIT. IV. CAL. DECEM. MDCCLXXXI.
AET. LXXV.