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jueves, 26 de agosto de 2021

Al tren. Clarín.

AL TREN

(Lo texto del llibre de Clarín no sirá igual que este)

Leopoldo Enrique García-Alas y Ureña (Clarín).

Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar...


Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar... está que bufe y agarre lo sel... ras del coche de primera en les mans; y al seu juissi té raó que li sobre. Figúronse vostés que ell ve desde Madrid sol, tombat tot lo llarg que es a un reservat, en lo que ha tingut que contentás, perque no va ñabé a la seua dispossisió, per torpesa dels empleats, ni coche-llit, ni cosa pareguda. Y ara, cuan milló dormíe, a mija nit, a la mitat de Castilla, li obrin la porta del seu departamén y li demanen mil perdons... perque té que admití la compañía de dos viachés nada menos: una siñora enlutada, cuberta en un vel espés, y un tinén de artillería.

¡De cap manera! No ña cortessía que valgue; lo noble español es mol inglés cuan viache y no se entreté en miramens medievals: defén lo home lo seu resservat poc menos que al sport que ha adeprés a Eton, a Inglaterra, lo noble duc castellá, estudián inglés.

¡Un consellé, un senadó, un duc, un ex-ministre, consentí que entron dos desconeguts al seu coche, después de habé consentit en pressindí de una berlina-llit, al que té dret! ¡impossible! ¡Allí no entre ni una mosca!

La dama de dol, avergoñida, confusa, procure desapareixe, buscá refugi a consevol furgó aon pugue ñabé gossos mes fins... pero lo tinén de artillería li tanque lo pas ocupán la eixida, y en molta tranquilidat y finura defén lo seu dret, lo dels dos.

- Caballé, no nego lo dret de vosté a reclamá contra los descuidos de la Compañía... pero yo, y per lo vist esta siñora tamé, ting billet de primera; tots los demés coches de esta classe venen plens; an esta estassió no ña manera de aumentá lo servissi... aquí ñan assientos de sobres, y aquí mos embutirem. Lo jefe de la estassió apoye en timidés la pretensió del tinén; lo duc se creix, lo jefe sedix... y lo artillé cride a un cabo de la Guardia Sivil, que, enterat del cas, aplique la ley marsial al reglamén de ferrocarrils, y decrete que la viuda (ell la creu viuda) y lo seu tinén se quedon al resservat del duc, sense perjuissi de que este se queixo dabán de qui correspongue.

Pergamino proteste; pero acabe per calmás y hasta li oferix un magnífic puro al militar, del que acabe de sabé, acsidentalmen, que va al expresso a incorporás al seu regimén, que se embarque cap a Cuba.

- ¿Aixina que va vosté a Ultramar a defendre la integridat de la patria? - Sí siñó, al radé sortech (o sorteo) me ha tocat la china.- ¡Y vaya chinada!-

Dixo a ma mare y a la meua dona dolentes y dixo dos chiquets de menos de sing añets. - be, sí; es lamentable... ¡Pero la patria, lo país, la bandera!

- Ya u crec, siñó duc. Aixó es lo primé. Per naixó hi vach. Pero séntigo separám de lo segón. Y vosté, siñó duc, ¿aón sen va?

- Phs... per lo pronte a Biarritz, después al Nort de Fransa... pero tot aixó está mol vist; passaré lo Canal y repartiré los mesos de agost y de setembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn...
La dama del dol y del vel, ocupe silensiosa un racó del resservat. Lo duc no sen fixe en ella. Después de repassá un periódic, seguix la conversa en lo artillé, que es de poques paraules.

- Alló está mol mal. Cuan yo, per novatada de ministre, vach admití la cartera de Ultramar, pera adependre, me vach convense de que tenim que cauterisá la administrassió ultramarina, si se vol salvá.

- Y vosté ¿no va pugué aplicál?

- No vach tindre tems. Vach passá al estat, per los meus merits y servissis. Y ademés... ¡ñan tans compromisos! Oh, pero la insensata rebelió no durará; los nostres héroes defenen alló com a leons; miro vosté que es magnífica la mort del general Zutano... víctima de la seua valentía a la acsió de Tal... Zutano y un atre valén, un capitá... Lo capitá... no sé cuáns, van perí o morí allí pel mateix valor y lo mateix patriotisme que los mes renombrats martirs de la guerra. Zutano y lo atre, lo capitá aquell, se mereixen estatues; lletres de or a una lápida del Congrés... Pero de totes maneres, alló está mol futut... No tenim una administrassió... Conque ¿vosté se quede aquí pera pendre lo tren que lo porto a Santander? pos venga, bona sort, mols llorés y poques bales... Y si vol vosté algo per aquí... ya sap vosté, lo meu tinén, durán lo estiu, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn...

Lo duc y la dama del dol y lo vel se queden sols al resservat. Lo ex-ministre procure, en discressió relativa, conversá.

La dama conteste en monossílabos, y a vegades en señes.

Lo de Pergamino, despechat, se aburrix. A una estassió, la enlutada mire en impassiensia per la finestreta.

- ¡Aquí, aquí! - cride de repén -; Fernando, Adela, aquí...

Una parella, tamé de dol, entre al resservat: la enlutada del coche los abrasse, plore damún del pit de l´atra dona, sofocán los gañols. Lo tren seguix lo seu viache. Despedida, abrassos un atra vegada, ploreres...

Se van torná a quedá sols la dama y lo duch.
Pergamino, mort de impassiensia, se aventure al terreno de les possibles indiscressions. Vol sabé a tota costa lo origen de aquelles penes, la causa de aquell dol... Y obté freda, seca, irónica, entre llágrimes, esta breve resposta:

- Soc la viuda del atre... del capitá Fernández.

// 

EN EL TREN.


El duque del Pergamino, marqués de Numancia, conde de Peñasarriba, consejero de ferrocarriles de vía ancha y de vía estrecha, ex ministro de Estado y de Ultramar… está que bufa y coge el cielo… raso del coche de primera con las manos; y a su juicio tiene razón que le sobra. Figúrense ustedes que él viene desde Madrid solo, tumbado cuan largo es en un reservado, con que ha tenido que contentarse, porque no hubo a su disposición, por torpeza de los empleados, ni coche-cama, ni cosa parecida. Y ahora, a lo mejor del sueño, a media noche, en mitad de Castilla, le abren la puerta de su departamento y le piden mil perdones… porque tiene que admitir la compañía de dos viajeros nada menos: una señora enlutada, cubierta con un velo espeso, y un teniente de artillería.

¡De ninguna manera! No hay cortesía que valga; el noble español es muy inglés cuando viaja y no se anda con miramientos medioevales: defiende el home de su reservado poco menos que con el sport que ha aprendido en Eton, en Inglaterra, el noble duque castellano, estudiante inglés.

¡Un consejero, un senador, un duque, un ex-ministro, consentir que entren dos desconocidos en su coche, después de haber consentido en prescindir de una berlina-cama, a que tiene derecho! ¡Imposible! ¡Allí no entra una mosca!

La dama de luto, avergonzada, confusa, procura desaparecer, buscar refugio en cualquier furgón donde pueda haber perros más finos… pero el teniente de artillería le cierra el paso ocupando la salida, y con mucha tranquilidad y finura defiende su derecho, el de ambos.

-Caballero, no niego el derecho de usted a reclamar contra los descuidos de la Compañía… pero yo, y por lo visto esta señora también, tengo billete de primera; todos los demás coches de esta clase vienen llenos; en esta estación no hay modo de aumentar el servicio… aquí hay asientos de sobra, y aquí nos metemos.

El jefe de la estación apoya con timidez la pretensión del teniente; el duque se crece, el jefe cede… y el artillero llama a un cabo de la Guardia civil, que, enterado del caso, aplica la ley marcial al reglamento de ferrocarriles, y decreta que la viuda (él la hace viuda) y su teniente se queden en el reservado del duque, sin perjuicio de que éste se llame a engaño ante quien corresponda.

Pergamino protesta; pero acaba por calmarse y hasta por ofrecer un magnífico puro al militar, del cual acaba de saber, accidentalmente, que va en el expreso a incorporarse a su regimiento, que se embarca para Cuba.

-¿Con que va usted a Ultramar a defender la integridad de la patria?

-Sí señor, en el último sorteo me ha tocado el chinazo.

-¿Cómo chinazo?

-Dejo a mi madre y a mi mujer enfermas y dejo dos niños de menos de cinco años.

-Bien, sí; es lamentable… ¡Pero la patria, el país, la bandera!

-Ya lo creo, señor duque. Eso es lo primero. Por eso voy. Pero siento separarme de lo segundo. Y usted, señor duque, ¿a dónde bueno?

-Phs… por de pronto a Biarritz, después al Norte de Francia… pero todo eso está muy visto; pasaré el Canal y repartiré el mes de Agosto y de Septiembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn…

La dama del luto y del velo, ocupa silenciosa un rincón del reservado. El duque no repara en ella. Después de repasar un periódico, reanuda la conversación con el artillero, que es de pocas palabras.

-Aquello está muy malo. Cuando yo, allá en mi novatada de ministro, admití la cartera de Ultramar, por vía de aprendizaje, me convencí de que tenemos que aplicar el cauterio a la administración ultramarina, si ha de salvarse aquello.

-Y usted ¿no pudo aplicarlo?

-No tuve tiempo. Pasé a Estado, por mis méritos y servicios. Y además… ¡hay tantos compromisos! Oh, pero la insensata rebelión no prevalecerá; nuestros héroes defienden aquello como leones; mire usted que es magnífica la muerte del general Zutano… víctima de su arrojo en la acción de Tal… Zutano y otro valiente, un capitán… el capitán… no sé cuántos, perecieron allí con el mismo valor y el mismo patriotismo que los más renombrados mártires de la guerra. Zutano y el otro, el capitán aquél, merecen estatuas; letras de oro en una lápida del Congreso… Pero de todas maneras, aquello está muy malo… No tenemos una administración… Conque ¿usted se queda aquí para tomar el tren que le lleve a Santander? Pues ea; buena suerte, muchos laureles y pocos balazos… Y si quiere usted algo por acá… ya sabe usted, mi teniente, durante el verano, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn…

El duque y la dama del luto y el velo quedan solos en el reservado. El ex-ministro procura, con discreción relativa, entablar conversación.

La dama contesta con monosílabos, y a veces con señas.

El de Pergamino, despechado, se aburre. En una estación, la enlutada mira con impaciencia por la ventanilla.

-¡Aquí, aquí! -grita de pronto-; Fernando, Adela, aquí…

Una pareja, también de luto, entra en el reservado: la enlutada del coche los abraza, sobre el pecho de la otra mujer llora, sofocando los sollozos.

El tren sigue su viaje. Despedida, abrazos otra vez, llanto…

Quedaron de nuevo solos la dama y el duque.

Pergamino, muerto de impaciencia, se aventura en el terreno de las posibles indiscreciones. Quiere saber a toda costa el origen de aquellas penas, la causa de aquel luto… Y obtiene fría, seca, irónica, entre lágrimas, esta breve respuesta:

-Soy la viuda del otro… del capitán Fernández.

FIN.

Al tren. Clarín.

AL TREN

(Lo texto del llibre de Clarín no sirá igual que este)

Leopoldo Enrique García-Alas y Ureña (Clarín).

Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar...


Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar... está que bufe y agarre lo sel... ras del coche de primera en les mans; y al seu juissi té raó que li sobre. Figúronse vostés que ell ve desde Madrid sol, tombat tot lo llarg que es a un reservat, en lo que ha tingut que contentás, perque no va ñabé a la seua dispossisió, per torpesa dels empleats, ni coche-llit, ni cosa pareguda. Y ara, cuan milló dormíe, a mija nit, a la mitat de Castilla, li obrin la porta del seu departamén y li demanen mil perdons... perque té que admití la compañía de dos viachés nada menos: una siñora enlutada, cuberta en un vel espés, y un tinén de artillería.

¡De cap manera! No ña cortessía que valgue; lo noble español es mol inglés cuan viache y no se entreté en miramens medievals: defén lo home lo seu resservat poc menos que al sport que ha adeprés a Eton, a Inglaterra, lo noble duc castellá, estudián inglés.

¡Un consellé, un senadó, un duc, un ex-ministre, consentí que entron dos desconeguts al seu coche, después de habé consentit en pressindí de una berlina-llit, al que té dret! ¡impossible! ¡Allí no entre ni una mosca!

La dama de dol, avergoñida, confusa, procure desapareixe, buscá refugi a consevol furgó aon pugue ñabé gossos mes fins... pero lo tinén de artillería li tanque lo pas ocupán la eixida, y en molta tranquilidat y finura defén lo seu dret, lo dels dos.

- Caballé, no nego lo dret de vosté a reclamá contra los descuidos de la Compañía... pero yo, y per lo vist esta siñora tamé, ting billet de primera; tots los demés coches de esta classe venen plens; an esta estassió no ña manera de aumentá lo servissi... aquí ñan assientos de sobres, y aquí mos embutirem. Lo jefe de la estassió apoye en timidés la pretensió del tinén; lo duc se creix, lo jefe sedix... y lo artillé cride a un cabo de la Guardia Sivil, que, enterat del cas, aplique la ley marsial al reglamén de ferrocarrils, y decrete que la viuda (ell la creu viuda) y lo seu tinén se quedon al resservat del duc, sense perjuissi de que este se queixo dabán de qui correspongue.

Pergamino proteste; pero acabe per calmás y hasta li oferix un magnífic puro al militar, del que acabe de sabé, acsidentalmen, que va al expresso a incorporás al seu regimén, que se embarque cap a Cuba.

- ¿Aixina que va vosté a Ultramar a defendre la integridat de la patria? - Sí siñó, al radé sortech (o sorteo) me ha tocat la china.- ¡Y vaya chinada!-

Dixo a ma mare y a la meua dona dolentes y dixo dos chiquets de menos de sing añets. - be, sí; es lamentable... ¡Pero la patria, lo país, la bandera!

- Ya u crec, siñó duc. Aixó es lo primé. Per naixó hi vach. Pero séntigo separám de lo segón. Y vosté, siñó duc, ¿aón sen va?

- Phs... per lo pronte a Biarritz, después al Nort de Fransa... pero tot aixó está mol vist; passaré lo Canal y repartiré los mesos de agost y de setembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn...
La dama del dol y del vel, ocupe silensiosa un racó del resservat. Lo duc no sen fixe en ella. Después de repassá un periódic, seguix la conversa en lo artillé, que es de poques paraules.

- Alló está mol mal. Cuan yo, per novatada de ministre, vach admití la cartera de Ultramar, pera adependre, me vach convense de que tenim que cauterisá la administrassió ultramarina, si se vol salvá.

- Y vosté ¿no va pugué aplicál?

- No vach tindre tems. Vach passá al estat, per los meus merits y servissis. Y ademés... ¡ñan tans compromisos! Oh, pero la insensata rebelió no durará; los nostres héroes defenen alló com a leons; miro vosté que es magnífica la mort del general Zutano... víctima de la seua valentía a la acsió de Tal... Zutano y un atre valén, un capitá... Lo capitá... no sé cuáns, van perí o morí allí pel mateix valor y lo mateix patriotisme que los mes renombrats martirs de la guerra. Zutano y lo atre, lo capitá aquell, se mereixen estatues; lletres de or a una lápida del Congrés... Pero de totes maneres, alló está mol futut... No tenim una administrassió... Conque ¿vosté se quede aquí pera pendre lo tren que lo porto a Santander? pos venga, bona sort, mols llorés y poques bales... Y si vol vosté algo per aquí... ya sap vosté, lo meu tinén, durán lo estiu, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn...

Lo duc y la dama del dol y lo vel se queden sols al resservat. Lo ex-ministre procure, en discressió relativa, conversá.

La dama conteste en monossílabos, y a vegades en señes.

Lo de Pergamino, despechat, se aburrix. A una estassió, la enlutada mire en impassiensia per la finestreta.

- ¡Aquí, aquí! - cride de repén -; Fernando, Adela, aquí...

Una parella, tamé de dol, entre al resservat: la enlutada del coche los abrasse, plore damún del pit de l´atra dona, sofocán los gañols. Lo tren seguix lo seu viache. Despedida, abrassos un atra vegada, ploreres...

Se van torná a quedá sols la dama y lo duch.
Pergamino, mort de impassiensia, se aventure al terreno de les possibles indiscressions. Vol sabé a tota costa lo origen de aquelles penes, la causa de aquell dol... Y obté freda, seca, irónica, entre llágrimes, esta breve resposta:

- Soc la viuda del atre... del capitá Fernández.

// 

EN EL TREN.


El duque del Pergamino, marqués de Numancia, conde de Peñasarriba, consejero de ferrocarriles de vía ancha y de vía estrecha, ex ministro de Estado y de Ultramar… está que bufa y coge el cielo… raso del coche de primera con las manos; y a su juicio tiene razón que le sobra. Figúrense ustedes que él viene desde Madrid solo, tumbado cuan largo es en un reservado, con que ha tenido que contentarse, porque no hubo a su disposición, por torpeza de los empleados, ni coche-cama, ni cosa parecida. Y ahora, a lo mejor del sueño, a media noche, en mitad de Castilla, le abren la puerta de su departamento y le piden mil perdones… porque tiene que admitir la compañía de dos viajeros nada menos: una señora enlutada, cubierta con un velo espeso, y un teniente de artillería.

¡De ninguna manera! No hay cortesía que valga; el noble español es muy inglés cuando viaja y no se anda con miramientos medioevales: defiende el home de su reservado poco menos que con el sport que ha aprendido en Eton, en Inglaterra, el noble duque castellano, estudiante inglés.

¡Un consejero, un senador, un duque, un ex-ministro, consentir que entren dos desconocidos en su coche, después de haber consentido en prescindir de una berlina-cama, a que tiene derecho! ¡Imposible! ¡Allí no entra una mosca!

La dama de luto, avergonzada, confusa, procura desaparecer, buscar refugio en cualquier furgón donde pueda haber perros más finos… pero el teniente de artillería le cierra el paso ocupando la salida, y con mucha tranquilidad y finura defiende su derecho, el de ambos.

-Caballero, no niego el derecho de usted a reclamar contra los descuidos de la Compañía… pero yo, y por lo visto esta señora también, tengo billete de primera; todos los demás coches de esta clase vienen llenos; en esta estación no hay modo de aumentar el servicio… aquí hay asientos de sobra, y aquí nos metemos.

El jefe de la estación apoya con timidez la pretensión del teniente; el duque se crece, el jefe cede… y el artillero llama a un cabo de la Guardia civil, que, enterado del caso, aplica la ley marcial al reglamento de ferrocarriles, y decreta que la viuda (él la hace viuda) y su teniente se queden en el reservado del duque, sin perjuicio de que éste se llame a engaño ante quien corresponda.

Pergamino protesta; pero acaba por calmarse y hasta por ofrecer un magnífico puro al militar, del cual acaba de saber, accidentalmente, que va en el expreso a incorporarse a su regimiento, que se embarca para Cuba.

-¿Con que va usted a Ultramar a defender la integridad de la patria?

-Sí señor, en el último sorteo me ha tocado el chinazo.

-¿Cómo chinazo?

-Dejo a mi madre y a mi mujer enfermas y dejo dos niños de menos de cinco años.

-Bien, sí; es lamentable… ¡Pero la patria, el país, la bandera!

-Ya lo creo, señor duque. Eso es lo primero. Por eso voy. Pero siento separarme de lo segundo. Y usted, señor duque, ¿a dónde bueno?

-Phs… por de pronto a Biarritz, después al Norte de Francia… pero todo eso está muy visto; pasaré el Canal y repartiré el mes de Agosto y de Septiembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn…

La dama del luto y del velo, ocupa silenciosa un rincón del reservado. El duque no repara en ella. Después de repasar un periódico, reanuda la conversación con el artillero, que es de pocas palabras.

-Aquello está muy malo. Cuando yo, allá en mi novatada de ministro, admití la cartera de Ultramar, por vía de aprendizaje, me convencí de que tenemos que aplicar el cauterio a la administración ultramarina, si ha de salvarse aquello.

-Y usted ¿no pudo aplicarlo?

-No tuve tiempo. Pasé a Estado, por mis méritos y servicios. Y además… ¡hay tantos compromisos! Oh, pero la insensata rebelión no prevalecerá; nuestros héroes defienden aquello como leones; mire usted que es magnífica la muerte del general Zutano… víctima de su arrojo en la acción de Tal… Zutano y otro valiente, un capitán… el capitán… no sé cuántos, perecieron allí con el mismo valor y el mismo patriotismo que los más renombrados mártires de la guerra. Zutano y el otro, el capitán aquél, merecen estatuas; letras de oro en una lápida del Congreso… Pero de todas maneras, aquello está muy malo… No tenemos una administración… Conque ¿usted se queda aquí para tomar el tren que le lleve a Santander? Pues ea; buena suerte, muchos laureles y pocos balazos… Y si quiere usted algo por acá… ya sabe usted, mi teniente, durante el verano, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn…

El duque y la dama del luto y el velo quedan solos en el reservado. El ex-ministro procura, con discreción relativa, entablar conversación.

La dama contesta con monosílabos, y a veces con señas.

El de Pergamino, despechado, se aburre. En una estación, la enlutada mira con impaciencia por la ventanilla.

-¡Aquí, aquí! -grita de pronto-; Fernando, Adela, aquí…

Una pareja, también de luto, entra en el reservado: la enlutada del coche los abraza, sobre el pecho de la otra mujer llora, sofocando los sollozos.

El tren sigue su viaje. Despedida, abrazos otra vez, llanto…

Quedaron de nuevo solos la dama y el duque.

Pergamino, muerto de impaciencia, se aventura en el terreno de las posibles indiscreciones. Quiere saber a toda costa el origen de aquellas penas, la causa de aquel luto… Y obtiene fría, seca, irónica, entre lágrimas, esta breve respuesta:

-Soy la viuda del otro… del capitán Fernández.

FIN.

Al tren. Clarín.

AL TREN

Leopoldo Enrique García-Alas y Ureña (Clarín).

Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar...


Lo duc del Pergamino, marqués de Numancia, comte de Peñasarriba, consellé de ferrocarrils de vía ampla y de vía estreta, ex ministre de estat y de Ultramar... está que bufe y agarre lo sel... ras del coche de primera en les mans; y al seu juissi té raó que li sobre. Figúronse vostés que ell ve desde Madrid sol, tombat tot lo llarg que es a un reservat, en lo que ha tingut que contentás, perque no va ñabé a la seua disposissió, per torpesa dels empleats, ni coche-llit, ni cosa pareguda. Y ara, cuan milló dormíe, a mija nit, a la mitat de Castilla, li obrin la porta del seu departamén y li demanen mil perdóns... perque té que admití la compañía de dos viachés nada menos: una siñora enlutada, cuberta en un vel espés, y un tinén o teniente de artillería.

¡De cap manera! No ña cortessía que valgue; lo noble español es mol inglés cuan viache y no se entreté en miraméns medievals: defén lo home lo seu resservat poc menos que al sport que ha adeprés a Eton, a Inglaterra, lo noble duc castellá, estudián inglés.

¡Un consellé, un senadó, un duc, un ex-ministre, consentí que entron dos desconeguts al seu coche, después de habé consentit en pressindí de una berlina-llit, al que té dret! ¡impossible! ¡Allí no entre ni una mosca!

La dama de dol, avergoñida, confusa, procure desapareixe, buscá refugi a consevol furgó aon pugue ñabé gossos mes fins... pero lo tinén de artillería li tanque lo pas ocupán la eixida, y en molta tranquilidat y finura defén lo seu dret, lo dels dos.

- Caballé, no nego lo dret de vosté a reclamá contra los descuidos de la Compañía... pero yo, y per lo vist esta siñora tamé, ting billet de primera; tots los demés coches de esta classe venen plens; an esta estassió no ña manera de aumentá lo servissi... aquí ñan assientos de sobres, y aquí mos embutirem. Lo jefe de la estassió apoye en timidés la pretensió del tinén; lo duc se creix, lo jefe sedix... y lo artillé cride a un cabo de la Guardia Sivil, que, enterat del cas, aplique la ley marsial al reglamén de ferrocarrils, y decrete que la viuda (ell la creu viuda) y lo seu tinén se quedon al resservat del duc, sense perjuissi de que este se queixo dabán de qui correspongue.

Pergamino proteste; pero acabe per calmás y hasta li oferix un magnífic puro al militar, del que acabe de sabé, acsidentalmen, que va al expresso a incorporás al seu regimén, que se embarque cap a Cuba.

- ¿Aixina que va vosté a Ultramar a defendre la integridat de la patria? - Sí siñó, al radé sortech (o sorteo) me ha tocat la china.- ¡Y vaya chinada? -
Dixo a ma mare y a la meua dona dolentes y dixo dos chiquets de menos de sing añets. - be, sí; es lamentable... ¡Pero la patria, lo país, la bandera!

- Ya u crec, siñó duc. Aixó es lo primé. Per naixó hi vach. Pero séntigo separám de lo segón. Y vosté, siñó duc, ¿aón sen va?

- Phs... per lo pronte a Biarritz, después al Nort de Fransa... pero tot aixó está mol vist; passaré lo Canal y repartiré los mesos de agost y de setembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn...
La dama del dol y del vel, ocupe silensiosa un racó del resservat. Lo duc no sen fixe en ella. Después de repassá un periódic, seguix la conversa en lo artillé, que es de poques paraules.

- Alló está mol mal. Cuan yo, per novatada de ministre, vach admití la cartera de Ultramar, pera adependre, me vach convense de que tenim que cauterisá la administrassió ultramarina, si se vol salvá.

- Y vosté ¿no va pugué aplicál?

- No vach tindre tems. Vach passá al estat, per los meus merits y servissis. Y ademés... ¡ñan tans compromisos! Oh, pero la insensata rebelió no durará; los nostres

héroes defenen alló com a leóns; miro vosté que es magnífica la mort del general Zutano... víctima de la seua valentía a la acsió de Tal... Zutano y un atre valén,

un capitá... Lo capitá... no sé cuáns, van perí o morí allí pel mateix valor y lo mateix patriotisme que los mes renombrats martirs de la guerra. Zutano y lo atre, lo capitá aquell, se mereixen estatues; lletres de or a una lápida del Congrés... Pero de totes maneres, alló está mol futut... No tenim una administrassió... Conque ¿vosté se quede aquí pera pendre lo tren que lo porto a Santander? pos venga, bona sort, mols llorés y poques bales... Y si vol vosté algo per aquí... ya sap vosté, lo meu tinén, durán lo estiu, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn...

Lo duc y la dama del dol y lo vel se queden sols al resservat. Lo ex-ministre procure, en discressió relativa, conversá.

La dama conteste en monossílabos, y a vegades en señes.

Lo de Pergamino, despechat, se aburrix. A una estassió, la enlutada mire en impassiensia per la finestreta.

- ¡Aquí, aquí! - cride de repén -; Fernando, Adela, aquí...

Una parella, tamé de dol, entre al resservat: la enlutada del coche los abrasse, plore damún del pit de l´atra dona, sofocán los gañols. Lo tren seguix lo seu viache. Despedida, abrassos un atra vegada, ploreres...

Se van torná a quedá sols la dama y lo duch.
Pergamino, mort de impassiensia, se aventure al terreno de les possibles indiscressións. Vol sabé a tota costa lo origen de aquelles penes, la causa de aquell dol... Y obté freda, seca, irónica, entre llágrimes, esta breve resposta:

- Soc la viuda del atre... del capitá Fernández.

// 

EN EL TREN.


El duque del Pergamino, marqués de Numancia, conde de Peñasarriba, consejero de ferrocarriles de vía ancha y de vía estrecha, ex ministro de Estado y de Ultramar… está que bufa y coge el cielo… raso del coche de primera con las manos; y a su juicio tiene razón que le sobra. Figúrense ustedes que él viene desde Madrid solo, tumbado cuan largo es en un reservado, con que ha tenido que contentarse, porque no hubo a su disposición, por torpeza de los empleados, ni coche-cama, ni cosa parecida. Y ahora, a lo mejor del sueño, a media noche, en mitad de Castilla, le abren la puerta de su departamento y le piden mil perdones… porque tiene que admitir la compañía de dos viajeros nada menos: una señora enlutada, cubierta con un velo espeso, y un teniente de artillería.

¡De ninguna manera! No hay cortesía que valga; el noble español es muy inglés cuando viaja y no se anda con miramientos medioevales: defiende el home de su reservado poco menos que con el sport que ha aprendido en Eton, en Inglaterra, el noble duque castellano, estudiante inglés.

¡Un consejero, un senador, un duque, un ex-ministro, consentir que entren dos desconocidos en su coche, después de haber consentido en prescindir de una berlina-cama, a que tiene derecho! ¡Imposible! ¡Allí no entra una mosca!

La dama de luto, avergonzada, confusa, procura desaparecer, buscar refugio en cualquier furgón donde pueda haber perros más finos… pero el teniente de artillería le cierra el paso ocupando la salida, y con mucha tranquilidad y finura defiende su derecho, el de ambos.

-Caballero, no niego el derecho de usted a reclamar contra los descuidos de la Compañía… pero yo, y por lo visto esta señora también, tengo billete de primera; todos los demás coches de esta clase vienen llenos; en esta estación no hay modo de aumentar el servicio… aquí hay asientos de sobra, y aquí nos metemos.

El jefe de la estación apoya con timidez la pretensión del teniente; el duque se crece, el jefe cede… y el artillero llama a un cabo de la Guardia civil, que, enterado del caso, aplica la ley marcial al reglamento de ferrocarriles, y decreta que la viuda (él la hace viuda) y su teniente se queden en el reservado del duque, sin perjuicio de que éste se llame a engaño ante quien corresponda.

Pergamino protesta; pero acaba por calmarse y hasta por ofrecer un magnífico puro al militar, del cual acaba de saber, accidentalmente, que va en el expreso a incorporarse a su regimiento, que se embarca para Cuba.

-¿Con que va usted a Ultramar a defender la integridad de la patria?

-Sí señor, en el último sorteo me ha tocado el chinazo.

-¿Cómo chinazo?

-Dejo a mi madre y a mi mujer enfermas y dejo dos niños de menos de cinco años.

-Bien, sí; es lamentable… ¡Pero la patria, el país, la bandera!

-Ya lo creo, señor duque. Eso es lo primero. Por eso voy. Pero siento separarme de lo segundo. Y usted, señor duque, ¿a dónde bueno?

-Phs… por de pronto a Biarritz, después al Norte de Francia… pero todo eso está muy visto; pasaré el Canal y repartiré el mes de Agosto y de Septiembre entre la isla de Wight, Cowes, Ventnor, Ryde y Osborn…

La dama del luto y del velo, ocupa silenciosa un rincón del reservado. El duque no repara en ella. Después de repasar un periódico, reanuda la conversación con el artillero, que es de pocas palabras.

-Aquello está muy malo. Cuando yo, allá en mi novatada de ministro, admití la cartera de Ultramar, por vía de aprendizaje, me convencí de que tenemos que aplicar el cauterio a la administración ultramarina, si ha de salvarse aquello.

-Y usted ¿no pudo aplicarlo?

-No tuve tiempo. Pasé a Estado, por mis méritos y servicios. Y además… ¡hay tantos compromisos! Oh, pero la insensata rebelión no prevalecerá; nuestros héroes defienden aquello como leones; mire usted que es magnífica la muerte del general Zutano… víctima de su arrojo en la acción de Tal… Zutano y otro valiente, un capitán… el capitán… no sé cuántos, perecieron allí con el mismo valor y el mismo patriotismo que los más renombrados mártires de la guerra. Zutano y el otro, el capitán aquél, merecen estatuas; letras de oro en una lápida del Congreso… Pero de todas maneras, aquello está muy malo… No tenemos una administración… Conque ¿usted se queda aquí para tomar el tren que le lleve a Santander? Pues ea; buena suerte, muchos laureles y pocos balazos… Y si quiere usted algo por acá… ya sabe usted, mi teniente, durante el verano, isla de Wight, Cowes, Ryde, Ventnor y Osborn…

El duque y la dama del luto y el velo quedan solos en el reservado. El ex-ministro procura, con discreción relativa, entablar conversación.

La dama contesta con monosílabos, y a veces con señas.

El de Pergamino, despechado, se aburre. En una estación, la enlutada mira con impaciencia por la ventanilla.

-¡Aquí, aquí! -grita de pronto-; Fernando, Adela, aquí…

Una pareja, también de luto, entra en el reservado: la enlutada del coche los abraza, sobre el pecho de la otra mujer llora, sofocando los sollozos.

El tren sigue su viaje. Despedida, abrazos otra vez, llanto…

Quedaron de nuevo solos la dama y el duque.

Pergamino, muerto de impaciencia, se aventura en el terreno de las posibles indiscreciones. Quiere saber a toda costa el origen de aquellas penas, la causa de aquel luto… Y obtiene fría, seca, irónica, entre lágrimas, esta breve respuesta:

-Soy la viuda del otro… del capitán Fernández.

FIN.

sábado, 12 de enero de 2019

LA ROSADA DEL MATÍ (viernes de hermandad)

VIERNES DE HERMANDAD. "LA ROSADA DEL MATÍ" al final.

Este es uno de los primeros viernes del año, de un año 2019 que esperamos va a ser intensísimo en nuestra lucha, vamos pues a comenzar hablando de ilusión, de mucha ilusión.

Cuando esta asociación comenzó su andadura en marzo del año pasado estábamos totalmente derrotados, prácticamente muertos, el catalán ha sido introducido como lengua oficial en Aragón, hoy casi un año después seguimos igual, pero tenemos otras sensaciones, cada día estamos mas convencidos de que el reconocimiento del Chapurriau como lo que es, una lengua aragonesa llegará, nuestros políticos acabaran por dignificarlo como se merece dándole este reconocimiento. Esto puede llegar en cualquier momento,
¿por qué no en este año 2019?
Nuestro trabajo dará sus frutos, este 2019 es el primer año en que por fin ya lo podemos conseguir, si no seguiremos trabajando con aun más ímpetu para conseguirlo el siguiente.

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A dieu coman Bel Esgar,
E plus la cieutat d' Aurenza,
E Gloriet, e 'l Caslar, (: Castellar)
E lo senhor de Proenza,
E tot quan vol mon ben lai;
Mas lai on son fait l' assai,
Cellui perdei c' a ma vida,
E 'n serai totz jornz marrida.


châtelain, catalán, català, catalá, catalan, castell, castellán, castellano, castlà, castla,

A finales del 2018 hemos trabajado mucho, hemos salido de nuestros pueblos para hacer participes de nuestro problema a nuestros conciudadanos, y estos masivamente nos están apoyando, un día de diciembre fuimos a Zaragoza y allí nos hemos quedado, también allí hay gente trabajando por el Chapurriau, cada día somos mas, cada día somos mas fuertes, esto no para de crecer, solo nos pueden parar nuestros políticos reconociendo, y dignificando al Chapurriau.

dialecto, lengua

Hoy ya podemos sacar muchas conclusiones, nos hemos reunido con mucha gente afines o no, hoy tenemos ya un claro diagnóstico de la situación en nuestros pueblos, entre los defensores del catalán hay dos tendencias, unos son los más radicales, / aparte de los locos como Manuel Riu Fillat / llevan treinta años de propaganda, de intoxicación de nuestra sociedad, están teniendo muchos medios a su alcance para convencer a cuanta mas gente mejor, sobre todo a los mas jóvenes.



Óscar Adamuz, moviment franjolí
La brossada de moviment franjolí

Con estos es casi imposible dialogar, son pocos, poquísimos, pero muy alborotadores, son los que mandan, diríamos que son la espada del catalán. (Yo diría que son la navajica plateá del catalanismo)



Arturo Quintana Font
Arturo Quintana Font

Ignacio Sorolla Vidal
Ignacio Sorolla Vidal, Natxo Sorolla Mela


Luego hay otro grupo mayoritario entre la minoría que defiende al catalán, que son las víctimas de esta campaña de tres décadas, son aquellos que les han creído de alguna forma, son como nosotros a la hora de defender nuestra forma de hablar, solo discrepamos a la

hora de escribirlo, tenemos pues mucho en común, ellos reconocen incluso que sus padres afirman hablar Chapurriau, por eso quieren defender la lengua que han recibido de sus padres, hablándola igual, en esto todos estamos de acuerdo, pero han sido convencidos en que tienen que escribirla usando la gramática catalana / la de Pompeyo Fabra, hay otras anteriores /y allí esta el error. ¿No os dais cuenta que estáis escribiendo cien por cien en catalán, no en vuestra lengua?, con la escritura os están introduciendo sus palabras, sus expresiones, vuestros hijos se están familiarizando con ellas, los están fabricando con el mismo molde que en Cataluña, allí antes de la creación de la gramática oficial también había muchos dialectos, / ver lleidatà / hoy están en vías de desaparecer, / Amanda Ulldemolins, filóloga de catalán, de Tortosa - Terres de l´Ebre / todos los jóvenes han sido fabricados con el mismo molde, el oficial, no se tienen para nada en cuenta a las diferentes variantes que allí existían, esto es exactamente lo que pasará aquí, ¿queréis esto para vuestros hijos?, nosotros para los nuestros NO. 



Reyes magos catalanes
En esta enorme campaña pro catalán nos están tratando de colar que existen diferentes tipos de catalán, el de aquí, el de allí.... esto es una enorme falsedad que ni ellos mismos se creen, que no os engañen, ellos solo creen en el catalán, el único, el de allí, pensad que cuando hacen actos en defensa del catalán aquí en Aragón, echan mano de personalidades del otro lado de la frontera, que ni conocen ni pretenden conocer nuestra realidad lingüística, la de Aragón, la que también es vuestra, ¿esto no os da que pensar?.


catalanista, castellano, catalán, Groucho Marx

cathalana, valenciana, lengua, llengua, vulgar, llati, latín, llatí

Hoy es momento de tender puentes entre nosotros, es mucho lo que nos une, y lo que nos separa se puede hablar, nos une lo principal que es el amor por nuestra tierra, el resultado de nuestra unión será impresionante, la total unanimidad.

Hoy dentro de nuestros viernes poéticos os dedicamos nuestra poesía.

"LA ROSADA DEL MATÍ"

La rosada del matí
no gelará lo nostre ímpetu
tenim lo mateix sentí
per lo nostre parlá, lo Chapurriau
mol de acuerdo estem tots
que volem defensá lo nostre parlá
ajuntem tots lo nostre esfors
y entre tots lo farem respetá
avui ya mos unix un sentimen
es ben diferén lo nostre parlá
después ya vorem com lo escribirem (escriurem)
lo nostre parlá no es catalá
no volem al pebrot, si lo primentó
som diferéns, mai inferiós
lo nostre articul no es el, es lo
la nostra unió mos fará millós
aislem als que mos volen confundí
units conseguirem la unanimidat
despullem als que no paren de mentí
que se imposo la nostra voluntat
que la rosada del matí
gelo tota la seua maldat
y que la caló de la gen de aquí
alimento a la nostra germandat.


Prat de la Riba

Prat de la Riba, (Gaceta)

"
Había que acabar de una vez con esa monstruosa bifurcación de nuestra alma, había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes (…) Esta segunda fase del proceso de nacionalización catalana, no la hizo el amor, como la primera, sino el odio (…) tanto como exageramos la apología de lo nuestro, rebajamos y menospreciamos todo lo castellano, a tuertas y a derechas, sin medida”
...

La pedagogía del odio, vista la nula reacción del Estado, ha ido haciéndose cada vez más explícita, menos disimulada. Recientemente TV3 equiparó, a través de un documental, a España con un maltratador. Directamente. Y al presidente del Gobierno y varios ministros con dirigentes nazis. Directamente. Durante la cadena humana, la televisión pública mostró cómo una niña de no más de diez años advertía, visiblemente alterada, que había que “derrotar a España”.
La acompañaban decenas de niños de capas esteladas que repetían consignas políticas en bucle. Consignas de rechazo “al invasor”. El odio.

El periodista francés Frédéric Hermel señalaba, sólo unos minutos después del partido, la causa que explicaba el aquelarre del Camp Nou: (Francisco Franco Bahamonde les dio alguna perrica)

“¡Qué error ha cometido la democracia española dejando la educación a nivel local! Esto es lo que está matando a este país. Llevo muchos años aquí pero todavía me asombro viendo estas cosas. A lo mejor porque no he nacido aquí y no lo entiendo. […] Es alucinante. Criamos a los niños en el odio hacia España, y así está».

Mas la educación supone solamente uno de los engranajes de la fabulosa maquinaria de ingeniería social puesta en marcha hace cuarenta años. Porque se celebran congresos, con apoyo público de la Generalidad, cuyo fin es explicar “cómo España ha ido contra Cataluña”. Porque se queman fotografías del Jefe del Estado y banderas de España como ceremonia habitual para cerrar manifestaciones. Porque se profieren gritos a favor de Terra Lliure durante los actos de la llamada Asamblea Nacional Catalana. Desde el propio escenario.

Porque ya todo vale, la apatía institucional ha tolerado sistemáticamente la humillación de los símbolos nacionales y ha ofrecido barra libre de odio a cualquier hooligan que, como el diputado Joan Tardà, le apetezca gritar “¡Muera el Borbón!” con total impunidad. (Es lo que pasa cuando se abusa del Bourbon)

Tardà, no beguis tant


La tragedia de España es que se ha normalizado la hispanofobia, que ésta alcanza ya carácter ambiental y está tristemente arraigada en el imaginario colectivo de millones de catalanes. Manifestaciones populares como un carnaval sirvieron hace unos meses para animar “a matar españoles”, con señal de televisión en directo para toda Cataluña.
La normalización del odio, su aceptación como algo cotidiano, no ha de sorprender cuando es el propio presidente de la Generalidad quien habla de “una España subsidiada frente a una Cataluña productiva”; cuando es el propio presidente de la Generalidad quien se ríe del acento de gallegos o andaluces en sede parlamentaria; quien celebra tours internacionales en los que denuncia “el déficit democrático del Estado Español” y pide “ayuda” a otras naciones; quien esconde el retrato del jefe del Estado detrás de cortinas negras; quien emplea términos como “expolio” o “robo” para referirse a la relación con el resto de españoles o quien, en definitiva, sonríe mientras se humilla a España en un estadio de fútbol. (El odio catalanista).

tv3%, Cataluña, arma aborregamiento masivo, Espanya et roba, boba

Lo mismo pasa en el País Vasco

Castelh, s. m., lat. castellum (castrum), château.

(N. E. Variantes de Catalunha, con o sin h, Cathalunya, Catalugna,  Cataluenha, Catalunhia, CataloniaChastelongne; castelh, castell, châtelaincastellaincastellancastellanscastellano, castellana, cataláncatalanachastelchâteaucastillocastilloscastiellocastiellos, etc.)

Lo castel de Berengs, n' el castel de Causac n' el castel de Monteacuto.

Titre de 960.

Le château de Bereng, et le château de Causac et le château de Montaigu. (Montagut)

Luenh es lo castelhs e la tors

Ont elha jay e son maritz.

G. Rudel: Pro ai del.

Loin est le château et la tour où elle couche et son mari.

Fig. La servela es castels e bailieus que tot a en garda.

Liv. de Sydrac, fol. 34.

La cervelle est le château et le gouverneur qui a tout en garde.

ANC. FR. Qui à un sien chastel estoit.

Roman du châtelain de Couci, v. 4061.

En vostre chastel du Louvre... Se sauvèrent de chastel en chastel.

Monstrelet, p. 120 et 170.

ANC. ESP. Cercaron à Anchira un castiello.

Poema de Alexandro, cop, 793.

CAT. (chap.) Castell. ESP. Castillo. PORT. IT. Castello.

2. Castelet, s. m., petit château, châtelet.

E pren castels e vilas e borcs e casteletz.

Guillaume de Tudela.

Et prend châteaux et villes et bourgs et châtelets.

ANC. FR. Li dus tel chastelet i fist.

Roman de Rou, v. 8608.

CAT. (chap.) Castellet. ESP. Castillete (castillito). IT. Castelletto.

3. Caslar, s. m., château-fort, tertre, éminence.

Un bel caslar en mieg d'un plan cambo.

Bertrand de Born: Pus Ventedorn.

Un beau château-fort au milieu d'un vallon uni.

Lo qual caslar es pausat en las apartenensas del castel de Belcastel.

Tit. de 1295. DOAT, t. CXXXIX, fol. 125.

Lequel château-fort est posé dans les appartenances du château de- Belcastel. (Beau-château)

E vic las forcas dreytas de costa un caslar.

Roman de Fierabras, v. 3081.

Et il vit les fourches droites à côté d'une éminence.

4. Castelar, s. m., bourg, château-fort.

E 'l caslar e 'l castelar.

Tit. de 1248. Arch. du Roy., J, 323.

Et le château-fort et le bourg.

5. Castellat, adj., fortifié, qui est en forme de château.

Era mot fortment torrada et castelada.

De corona castelada et torrelada.

Eluc. de las propr., fol. 166 et 157.

Elle était fortement tourelée et fortifiée.

De couronne en forme de château et tourelée.

6. Castellania, s. f., châtellenie.

Bayliadges, castellanias.

Tit. de 1373. DOAT, t. CXXXV, fol. 84.

Bailliages, châtellenies,

Dins la castellania et dins lo destret de la baronia de Milhau.

Tit. de 1310. DOAT, t. CLXXIX, fol. 110.

Dans la châtellenie et dans le district de la baronnie de Milhau.

CAT. ESP. (chap. castellanía) IT. Castellania.

7. Castellan, s. m., châtelain. (N. E. catalán, castellán, castellano)

Fo un gentils castelas del comtat de Rossilhon.

V. de Guillaume de Cabestaing.
(N. E. Guillem de Cabestany, catalán, - muerte en 1212.)

Fut un gentil châtelain du comté de Roussillon.

Bertrans de Born si fo un castellans de l'evescat de Peiregors.

V. de Bertrand de Born.

Bertrand de Born fut un châtelain de l'évêché de Périgord.

ANC. FR. Lors absolst le castellain.

Chronique de Cambrai.

CAT. (chap) Castellá (castellà). ESP. Castellán (sin tilde en los documentos antiguos). PORT. Castellão. IT. Castellano.