jueves, 21 de julio de 2022

CARTA XLIX. Adiciones e ilustraciones del episcopologio antiguo Ausonense, publicado por el P. M. Fr. Enrique Flórez.

CARTA XLIX. 

Adiciones e ilustraciones del episcopologio antiguo Ausonense, publicado por el P. M. Fr. Enrique Flórez. 

Mi querido hermano: El episcopologio antiguo de la iglesia de Vique, ordenado por el P. M. Flórez, necesita de gran corrección. Las escrituras nuevamente descubiertas nos dan noticias más copiosas y averiguadas de los años en que existieron aquellos antiguos prelados, sus elecciones en obispos, testamentos, óbitos y otras cosas que fijan su cronología de un modo seguro e indubitable: esto sin contar sus hechos ignorados hasta aquí, y la mayor exactitud de los ya sabidos. Esta consideración me obliga a emprender de nuevo este trabajo, dejando intactas las memorias que aquel sabio escritor publicó ajustadas a la verdad histórica, y añadiendo solamente las halladas de nuevo, y las correcciones que me han parecido oportunas. Con lo cual otro más desocupado podrá, reuniendo los dos escritos, formar entero este catálogo. 

Citaré las sobredichas escrituras, poniendo entre ( ) los números con que las ha señalado el presbítero D. Domingo Jaumá, sujeto muy versado en la paleografía y en la historia de esta diócesis. Y primeramente nada me ocurre que añadir a las memorias de los obispos anteriores a la invasión de los árabes; porque ya el P. Flórez disfrutó la noticia que de ellos nos queda en los códices de concilios Urgelense y Gerundense, que es lo único que yo pudiera alegar como viajero. Así que notaré solamente los nombres de aquellos prelados con los años de su existencia que constan de dichos concilios. 

Obispos. Años de su existencia. 

(N. E. Ya se ve que son nombres catalanísimos)

CINIDIO 516. 517. 

AQVILINO (AQUILINO)  589. 599. 

ESTEBAN 614. 633. 

DOMNINO 638... 

GVERICO (GUERICO) 643. 653.

WISEFREDO 683. 693. 


Obispos posteriores a los árabes. 

GODMARO.

Tampoco hay cosa que añadir a lo que dice de este obispo el P. Flórez, el cual fija bien su época desde el año 886 hasta 898. Sólo advierto que la inscripción de Empurias que deseó aquel escritor (pág. 75) la copiaré en el viaje de Gerona, tal cual se halla, y entonces como en su propio lugar se dirá quién era el conde Suniario, que se mezcló en los negocios de aquella iglesia: y también se verá que no está errada la indicción XV, y que la fecha allí notada no es el año 935, sino el 926; ni el año 48 de Carlos el Simple, sino el 30; con lo cual se corregirán las equivocaciones de quien puso el prólogo al tomo XXVIII de la Esp. Sagr., engañado con la copia que le dieron de aquel monumento. 

IDALCARIO 

(Idelhero, o Idalquero.) 

desde 902 hasta 914. 

La primera noticia que tuvo el P. Flórez de la existencia de este obispo es el concilio de Barcelona del año 906. Mas en el archivo de esta catedral (522) se halla de él memoria anterior algunos años; es a saber, la donación de una casa cum sua quintana, hecha por un cierto Esteban ad domum Sancti Petri in Vico... in manus Idalquerio episcopo, et quamdiu vixerit ille, et omnes successores sui teneant &c. La fecha dice: Facta scriptura donationis Idus Aprilis anno V. regnante Karulo rege (Karolo, Karles, Carlos, Charles, etc). Los años del rey Carlos el Simple cuentan algunos desde el 900 de Cristo, cuando fue reconocido pacíficamente por rey en toda la Aquitania y Marca 

Hispánica. Según esta opinión de Mabillon, Campillo y otros diplomáticos, la sobredicha donación pertenece al año 904. Mas como en la mayor parte de las escrituras de ese tiempo que he visto aquí, sea todavía más común la época desde la muerte de Odón en 898, sin gran arbitrariedad diremos que la donación es del año 902; en el cual existiendo ya este obispo, debe ser tenido por inmediato sucesor de Godmaro, y elegido muy poco después de su muerte. Este cómputo último se prueba con la donación de la iglesia de Olost, que hizo el conde Wifredo a nuestro obispo (de la cual habló Flórez, pág. 81): cuya fecha entera, como he visto en la escritura  original, dice así: Kal.endis Ianuarii anno incarnationis Iesu Christi DCCCCVIIII. anno XII. regnante Karulo rege filio Ludovici post discessum Odonis regis. Porque muy clara es la cuenta que aquí se siguió desde el año 898. Muchas ocasiones se me ofrecerán de ilustrar este punto diplomático; y acaso lo haré algún día de propósito.

El monumento más insigne del pontificado de Idalcario, es el concilio de Barcelona del año 906, donde peroró elocuentemente a favor de su iglesia, y logró que se quitase el tributo anual de una libra de plata que Teodardo, arzobispo de Narbona, había impuesto a su antecesor Godmaro, y Arnusto sucesor en aquella metrópoli impuso de nuevo al mismo Idalcario. No reproduciría yo esto, sino para decir que he hallado aquí un ejemplar de las actas de dicho concilio con las firmas originales de los prelados que asistieron a él; del cual va una copia exacta, porque su texto me parece más correcto que el impreso por Balucio y Flórez, en los cuales falta además la firma del obispo de Barcelona Teuderico, que aquí se halla original como las otras (a: Apend. n. XI). Masdeu decide resueltamente (b: Hist. crit. de Esp. tom, XV. p. 224) que este concilio de 906, y el del año siguiente celebrado en S. Tiberio, diócesis de Agde, relativos ambos al tributo impuesto por la iglesia de Narbona a la de Vique, son apócrifos, inventados posteriormente por los franceses, promovedores del derecho metropolítico de aquella sede. ¿Qué diría este escritor si viese con sus ojos, como la estoy yo viendo, la escritura que digo, que sin disputa es de aquel tiempo, y autorizada con las 

firmas originales de los obispos asistentes: firmas idénticas con otras que quedan de los mismos en escrituras de otra especie, como por ahora lo pudiera demostrar respeto de la de Nantigiso, obispo de Urgel? Tengo para mí que si tal viese aquel escritor, que esta y otras cosas muy ciertas puso en duda, convencido de la verdad retractaría lo que dijo por no haber visto los documentos de nuestros archivos. 

Volviendo a las memorias de nuestro obispo, he tenido el placer de encontrar aquí (528) su testamento original inédito. Su fecha es XV. Kal.. Martii anno XI. regnante Karulo rege; la cual según las varias épocas de este reinado puede acomodarse a diferentes años; mas en ninguna de ellas puede pasar del 912, y según la cuenta más común aquí, como dije arriba, téngolo por del año 908. Hallábase, como él mismo dice, enfermo ya mucho tiempo había; y acaso esta enfermedad de que no curaría, le estorbó asistir al concilio de Foncuberta, celebrado en 911 para restituir a la iglesia de Urgel los derechos que le usurpaba Adulfo, obispo de Pallás (Pallars; Ataúlfo, Adolf, Adolfo). En este concilio subscribió en lugar de Idalcario, no Aicardo, como dijo Flórez (pág. 81) siguiendo a Marca y a otros, sino Adalbaldus legatus domni Idalcharii, como se verá en la copia de las actas que hallé en Urgel, e irá en el viaje a aquella iglesia. 

El Aikardo que allí subscribe con el simple dictado de Sacerdos, no sé quién era, ni a qué iglesia pertenecía. Mas de Adalbaldo presbítero, el mismo obispo que le envió a aquel concilio, hace mención en el testamento de que voy hablando; en el cual, después de implorar con expresiones muy humildes el perdón de sus culpas, nombra por albaceas al benignísimo príncipe Wifredo, al obispo de Urgel Nantigiso, y a tres de sus canónigos Audgario, Adanagildo y Rodulfo, a los cuales encarga que repartan sus muebles y alhajas como expresa a continuación. Va copia de este instrumento que no te pesará leer (a: Apend. n. XII). El llamado en él príncipe Wifredo, era el conde de Barcelona III de este nombre, hijo de Wifredo II el Velloso (Guifre, Wilfred, etc), de quien heredó también el condado de Ausona. Su muerte aconteció a 26 de Abril del año XIV del rey Carlos, según dice su epitafio, que se conserva en el monasterio de S. Pablo del Campo de Barcelona. La confianza que nuestro obispo hizo del conde nombrándole su testamentario, fue pagada por aquel príncipe con la misma moneda, como consta de la ejecución de su testamento, que se halla en este archivo, fecha, no a 1.° de Diciembre (b: Marc. Hisp. ap. n. LXIV. Flórez: tom. XXVIII. p. 85), sino a 31 de Octubre del año XIV de Carlos. Con lo cual se ve que nuestro obispo, uno de los ejecutores de aquel testamento, no murió de la enfermedad que padecía el año XI de dicho rey. Otras ocasiones se ofrecerán donde de propósito se demuestre que el año XIV de Carlos en que murió aquel conde, no es el de la encarnación 914 como dice su epitafio. Por ahora no debo omitir una prueba evidente que resulta de esto que estamos diciendo, comparándolo con la noticia cierta que tenemos de la elección del obispo sucesor Jorge; el cual consta de una manera indubitable que fue electo a 17 de Junio de ese mismo año 914. ¿Quién compondrá con esto la muerte del conde a 26 de Abril, y la ejecución de su testamento por el obispo Idalcario en 31 de Octubre del mismo año? Luego el conde murió el año anterior cuando menos, con lo cual hubiese tiempo para que muerto también Idalcario, se le nombrase sucesor en el Junio de dicho año. Y no sólo al año anterior, sino al de 911 debemos adelantar la muerte y testamento del conde; porque a ese corresponde, según la cuenta común de esta ciudad e iglesia, y aun de toda esta provincia, el año XIV de Carlos. Así los electores del obispo sucesor en 914, contaron en ese año el XVII del mismo. Porque esta es la verdad que desde que murió Odón en 898, Carlos fue reconocido acá por rey. Cualquiera que sea la antigüedad que se atribuya al epitafio, en este punto no debe ser creído, viéndole incompatible con hechos que nos constan como si los viéramos con nuestros ojos. El cantero o el que le dirigió comenzó a contar los años de dicho rey desde el 901: cosa por acá inaudita.

En resolución, el obispo Idalcario murió en los primeros meses del año 914, pues en el de Junio ya tenía sucesor; y bien sabemos la costumbre de aquellos tiempos, que no permitía largas vacantes en las iglesias. 

JORGE 

desde 914 hasta 947. 

El P. Flórez (pág. 85) conjeturó muy bien rastreando por varios caminos que este fue el sucesor del obispo Idalcario; mas reconociendo equivocadamente vivo a este último prelado día 1.° de Diciembre de 914, en el testamento que arriba dije del conde Wifredo, dio por cierto que Jorge no le sucedió hasta el año 915. Yo he hallado aquí (144) la escritura auténtica de la elección de este obispo, y de los medios con que se procuró su confirmación, fecha a 17 de Junio del año de la creación del mundo 4866, de la encarnación de Cristo 914, del rey Carlos XVII después de la muerte de Odón, indicción II. Estos tres últimos cómputos cuadran entre sí perfectamente; con lo cual se evidencia lo que muchas veces he dicho, que acá se contaron los años de Carlos desde el 898 inclusive. La época de la creación del mundo está equivocada, si atendemos a la cuenta comúnmente recibida en la iglesia de haber nacido J. C. en el año del mundo 5199, según la cual el 914 de Cristo debe ser 6113 de la creación. 

No sé si el que extendió la escritura siguió otro cómputo, en lo cual sabes que ha habido gran variedad de opiniones; pero sí sé que su equivocación en esto no hace desmerecer la autoridad que los otros cómputos dan al instrumento. Por desgracia se halla roto en muchos lugares, mas vista su preciosidad e importancia, he copiado las reliquias de él, que no desestimarás (a: Apend. n. XIII). 

Dícese en él que habiendo el obispo Teodrico (que era el de Barcelona, y no el que al fin subscribe Lutevensis ecclesiae episcopus) dado sepultura al obispo Idalcario, y ejerciendo el oficio de visitador de la iglesia huérfana, el pueblo y clero con unánime aclamación pidieron que fuese declarado sucesor Jorge, que según parece era individuo de la misma iglesia. Por consejo del sobredicho obispo, los principales de los electores y el electo también, llevando consigo el decreto de elección firmado por ellos, pasaron a Gerona, cuyo obispo Wigo, por la mayor proporción que tenía de ir y venir a Narbona, quedó encargado de presentarlos a aquel metropolitano. Pero antes consultó el negocio con Riculfo, obispo de Elna, Reginardo de Beziers, y Teodrico de Lodeve; los cuales le dijeron que si venían en ello los obispos Artmando de Tolosa, Gimara de Carcasona, Gerardo de Agde, Ucberto Neumacense, Gunterio (Günter, Günther) de Magalona y Adulfo de Pallás, con el privilegio o aprobación de Agio metropolitano, podía hacer lo que pedían los de la iglesia Ausonense. Así se ejecutó, extendiéndose la escritura de confirmación, firmada por cuatro de dichos obispos, el primero de los cuales, que no puede leerse, acaso será el metropolitano, o Wigo de Gerona, subscribiendo en seguida Reginardo, Gerardo y Teodrico.

De este precioso documento resultan las noticias siguientes: 1.a que a principios del siglo X estaba todavía en su vigor el canon del concilio Valentino del año 546, si no me engaño, en el cual se mandó que en la enfermedad mortal de un obispo acudiese el inmediato a cuidar de la iglesia huérfana; como vemos aquí a Teodrico (o Teodorico si se quiere) de Barcelona enterrando a Idalcario, haciendo el oficio de visitador de su iglesia, y presidiendo la elección del sucesor. Lo mismo se verá después en la muerte del obispo Wadamiro. = 2.a Que para la confirmación de los obispos electos por el clero y pueblo, aún viviendo y ejerciendo su autoridad el metropolitano, se requería el consentimiento de las sedes comprovinciales. = 3.a Que estas en la provincia Narbonense eran XV, inclusa la Septimania y España. = 4.a Que la Marca de España no se contaba por una parte de la Septimania, como pretendió Balucio; de lo cual hablaré a la larga en las Memorias de los condes de Urgel. = 5.a Que en este año 914 aún vivía Adulfo, intitulado obispo de Pallás desde por los años 886, y que era reconocido en la provincia por obispo legítimo, a pesar de la resolución de suprimir esta silla, que tomó el concilio de Foncuberta de 911: especie harto curiosa para lo que se dirá en el viaje a la iglesia de Roda de Aragón. = 6.a Por último, que Agio, metropolitano de Narbona, había ya recibido el palio a 17 de Junio de 914; y por consiguiente que el papa Juan X que se lo concedió, no comenzó su pontificado a fines de Abril de 915, como defendió Papebrochio (in Propilaeo) sino de 914, como había dicho Pagi. Desde ese día 17 de Junio de 914, en que Jorge fue confirmado obispo Ausonense, hay varias memorias que prueban su existencia en esta silla, y las hay ya desde el año inmediato al de su elección, XVIII del rey Carlos, y también del XXI, que son 915 y 918 de Cristo. Ambas anteriores a la primera que conoció el P. Flórez; pero de poca importancia para ser mentadas aquí.

Vengamos a lo que más importa, que es la época de la muerte de esté prelado, la cual dicho escritor (pág. 89) fijó antes del Septiembre de 938. Con esta opinión no cuadra lo que se lee en la carta del docto P. Caresmar sobre la población antigua de Cataluña, es a saber: que el obispo Jorge, a ruegos de Suniario conde de Urgel, y de su hijo Ermengol, consagró la iglesia de Santa María de Moyá (Modielano) X. Kal.. Septemb. del año IV de Luis Ultramarino, que es el 939 (a: Posteriormente me ha enviado el canónigo Don Jaime Ripoll esta escritura copiada de un traslado que existe en el arciprestazgo de la villa de Moyá; y va en el apend. n. XIV.). No es esto sólo. Aún debe alargarse la vida de Jorge seis años más siquiera. Para lo cual se ha de tener presente que al rey Carlos el Simple sucedió algunos años después de su muerte su hijo Luis, apellidado el Ultramarino, cuyo reinado comenzó día 20 de Junio de 936. Según esto, en que están conformes todos los cronologistas, véase a qué año corresponde la escritura de donación de una viña, que se halla aquí original (601) que Aster y su mujer Síndula hicieron ad domum Sancti Petri de sede Vico, vel in manu de Georgio episcopo. Facta donatione V. Kal.. Madii anno VI. regnante Ludovico filio Karoli. 

Véase a qué año pertenece otra escritura del mismo archivo (613) en que Elías presbyter, et Wifredus sacerdos, testamentarios del difunto Wimarano (Guimerá) presbítero, dan a esta iglesia in manu Domno Georgio (Jorge, Jordi, etc) episcopo ciertos campos en el lugar llamado Buada. Facta ista donatione VII. Idus Madii anno VIII. regnante Leudevico rege filium Karloni (Ludovico, Luis etc; rey, hijo de Carlos, Karoli, Karles, Charles, etc). Finalmente véase otra donación (223) que Bonesinda y sus hijos Atila, Ermelda y Adeleva hicieron a esta iglesia de unas tierras, sitas en el lugar de Foncuberta en el condado de Ausona, ut teneat, dice, et possideat Georgius episcopus, vel canonici ipsius ecclesiae. Facta donatione III... Februarii, anno VIII. regnante Ludovico rege filio Karloni. Es claro que la primera de estas tres escrituras originales es del año 942, y las dos últimas son del 944; en cuya época es preciso reconocer vivo al obispo Jorge, si hay fe histórica en el mundo. 

Vivía aún en el año siguiente 945 cuando confirmó la restauración del monasterio de Santa Cecilia de Monserrate, hecha cinco años antes por Suniario, conde de Barcelona y de Urgel, y por su mujer Richildis; cuya escritura original vi en el archivo de Santa María de Monserrate, y en su final se lee: Ego Georgius episcopus (no Gregorius, como dijo el. P. Argaiz en la Perla de Cataluña) concedo ad restaurationem huius cenobii... pariliata (parellada) una de terra ad boves laborandum &c... Et ut haec conscriptio firmis et stabilis permaneat, manu propria &c. = + (cruz, signum) Suniarius Comes. = + Richildes Cometissa.... Acta sunt enim haec anni incarnati Verbi D.CCCC.XLV. Indictione III. VIII. Kal.s. Iulii anno VIIII. regnante Ludovico gloriosissimo rege filio Karoli. Radulfus sacer &c. &c. Ato ac si merito indignus sacer hanc scripturam scripsi, et de rebus meis vineam I. ibidem tradidi; et de manu mea sub die et anno quo supra. Wadamirus archilevita. Sonifredus (Seniofredus) &c. Las épocas de la fecha concuerdan entre sí. El arcediano Wadamiro que subscribe, y el Atón sacerdote que hizo aquí de notario, son sin duda los dos obispos inmediatos sucesores del nuestro. 

Otra memoria queda todavía posterior, y es del día VII. Idus Februarii anno XI. regnante Lodovico rege filio Karloni regi, que contando este reinado desde el Junio de 936 corresponde al 7 de Febrero de 947. En ese día pues, in iudicio Suniario comite, et Wadaldo comite, et iudices Suniario &c... à petitione Wisalfredo, qui est mandatarius Georgio episcopo, qui cathedram beati Petri Apostoli regit hoc tempore, recognoscimus nos Gudemirus &c. La suma de todo es que restituyeron ciertos alodios, quot rex Odo per consilium Wifredi comiti condam concessit ad domum Sancti Petri, seu etiam ad Gotmare episcopo, qui eo tempore regere videbatur praefatam ecclesiam, vel à cunctos successores eius. El original de esta escritura, última memoria de este pontificado, está y lo he visto en el archivo episcopal; y de él, además de todo lo dicho, se infiere que el obispo Jorge no sólo no murió antes del año 938, sino que aún vivía en 947. Resta ahora satisfacer a los dos argumentos en que se fundó el P. Flórez para 

anticipar casi diez años la muerte de este prelado. El primero es un privilegio del mismo rey Luis a favor del monasterio de Santa María de Ripoll, expedido el año III de su reinado, de Cristo 938, en que se habla de nuestro obispo como si ya fuese difunto, puesto que de algunos bienes de aquella casa dice: quae Georgius episcopus concessit. Lea quien quisiere este documento en la Marca Hisp. (apend. n. LXXIV.) donde está impreso; y hallará que lo que de él se infiere es que las donaciones hechas por el obispo Jorge al monasterio, precedieron al privilegio o praeceptum del rey; mas no que el obispo hubiese ya muerto. El segundo argumento tiene apariencia de mayor solidez. Trátase de una bula del papa León VII, que también se halla en la obra citada (apend. n. LXXV.) en favor del mismo monasterio, dirigida a varios obispos de nuestro territorio, entre ellos Wadamiro Ausonensi. Y como aquel papa murió en el año 939, Balucio editor de la Marca Hisp. redujo la bula al 938; en el cual por consiguiente se supone muerto el obispo Jorge, puesto que se menciona el sucesor Wadamiro. 

Ni la autoridad de Balucio (a: Marc. Hisp. col. 387), ni la de los que le siguieron (b: Esp. Sag. tom. XXVIII. p. 89, y tom. XLIII. p. 126), me dispensa de examinar la época de este documento, ni de afirmar que es posterior a lo menos en diez años al de 938. Prueba clarísima de esto es que la bula va dirigida a cuatro o cinco prelados, de los que yo he podido averiguar hasta ahora, los cuales no existían en 938 ni hasta muchos años después, y cuyos nombres sino con espíritu profético no podían ser entonces conocidos. Uno de ellos es Riculfo obispo de Elna; del cual el mismo Balucio afirma y prueba que no entró en aquella silla hasta el 949, habiéndola gobernado su antecesor Wadaldo hasta el 946 cuando menos. Del obispo de Urgel Wisado II tengo demostrado en el episcopologio de aquella iglesia que no lo fue hasta el 942. Ni el mismo abad de Ripoll Arnulfo, en cuyo favor se expidió la bula, entró en el gobierno de aquella casa hasta el 949, como se verá otro día. A la manera pues que esta bula supone existentes en 938 a estos prelados, que no lo fueron hasta pasados algunos años; lo mismo diremos respeto de Wadamiro Ausonense, del cual consta con certeza que no pudo entrar a serlo hasta pasado el 947. Y diremos que la bula que habla de él y de los otros, es (no fingida posteriormente como dice el P. Masdeu, acostumbrado a decir lo mismo de cosas muy ciertas) sino expedida o dirigida muchos años después que muriese el papa León VII (que fue el que confirmó las posesiones del monasterio) cuando vivían todos aquellos prelados a quienes se encarga su observancia, cuyos nombres se pusieron entonces, conservando el del romano pontífice que había concedido aquella gracia. A esta conjetura da margen el hallarse este documento sin ninguna fecha. Y si esta interpretación te pareciese arbitraria, atribuye a lo que quieras su anacronismo, con tal que se diga que no se expidió ni publicó en 938, porque eso no lo sufren las reglas de crítica. Y si se quiere apurar el año de su publicación, yo diría que es uno de los que van desde 949 al 956, porque sólo en ese periodo de siete años se verifica la coexistencia de los prelados sobredichos, como lo verás en el estado siguiente: 

         Desde. Hasta. 

WISADO... Obispo de Urgel. 942 978 

RICULFO... de Elna.         949

 WADAMIRO. de Vique. 947 957. 

ARNULFO... Abad de Ripoll.  949. 956. 

Id... Abad y obispo de Gerona... 956. 970. 

Quede pues asentado que el obispo Jorge vivió hasta el año 947 cuando menos. 

Los necrologios de esta iglesia ponen su óbito, unos a 20 y otros a 21 de Octubre. 

WADAMIRO.

(o Wadimiro)

desde antes del 949 hasta 957. 

Acabamos de ver que el obispo Wadamiro no pudo entrar en el gobierno de esta iglesia hasta fines del año 947 lo más pronto. No he podido dar con acta o memoria alguna que nos asegure de su elección; mas no es poca fortuna el haber topado con otros documentos preciosos de este obispo, a quien debe mucho su iglesia, y de quien sólo se sabía el nombre, y aun ese el único que lo ha puesto en el catálogo ha sido el P. M. Flórez. Por lo mismo te han de ser más apreciables las noticias que voy a escribir. Y primeramente es muy verosímil que este prelado sea el Wadamirus archilevita que subscribió las actas de la restauración del monasterio de Santa Cecilia en Monserrate, de que hablé poco antes. Esto dice bien con la disciplina de aquel tiempo, en que los obispos eran por lo común elegidos del clero propio de cada iglesia. 

Gobernaba ya esta sede en 949, cuando Godemaro y su mujer Elvia le hicieron donación de unas tierras en el lugar de Foncuberta de este condado (639). Donamus,  dicen Domino Deo, et Beato Petro, vel verius Domino Wadamiro episcopo, vel successores eius &c. Facta donatione V. Kal.. Madii anno XIII. regnante Ludovico rege filium Carloni. 

También me acuerdo de haber visto en el archivo real de Barcelona la escritura de elección de Adalaizis en abadesa de S. Juan de Ripoll (hoy de las Abadesas), hecha por el conde Borrell, concurriendo nuestro obispo Wadamiro, el conde Seniofredo, y otros personajes: ante el presbítero Guiliardo, su fecha XVII. Cal. Septemb. anno XIV. regni Ludovici filii Caroli, indictione VIII,; cómputos que cuadran bien, y corresponden al año 950 de Cristo. Esta es la única nota que tomé del documento; pero es cierta. 

Acá queda otra donación (651) que hicieron al mismo obispo y a su iglesia Albarico y su mujer Ofresa de unas viñas en el lugar de Cellabona, IV. Idus Maii anno XVI. del mismo rey, 952 de Cristo. Tras esto ya no se hallan noticias de este prelado hasta el año III del rey Lotario. Para cuya declaración es menester fijar antes las épocas de este reinado, las cuales tomaron los escribanos de diferente manera: unos desde el día 10 de Septiembre de 954 en que murió su padre Luis el Ultramarino: otros desde su coronación a 13 de Noviembre del mismo año: y otros finalmente, no haciendo caso de los meses que quedaban de ese año, contaron por primero todo el 955; y esto último dice Campillo (a: Disquis. meth. &c. p. 152) que es lo más común en este país.

Supuesto esto, sábese que el año III del rey Lotario IIII. Nonas Septembris permutó nuestro obispo con Daniel una casa y campo in appendicio Gorbitano, in locum que vocitant Granuliarios, En esta permuta anterior al día 10 de Septiembre siguió el notario un método no conocido acerca de los años de aquel rey, que fue contar por primero todo el 954; de manera que la donación sea del 2 de Septiembre de 956. Porque si ajustáramos su fecha a una de las tres épocas que dije, pertenecería la escritura al 2 de Septiembre de 957, día en que como veremos había ya muerto nuestro obispo. 

Otra memoria suya queda, y es ciertamente del año 957, era 995, indicción XV; y es la de la consagración de la iglesia de Santa Cecilia en Monserrate, y en el castillo llamado Marro, hecha a ruegos del célebre abad Cesario, que todavía no estaba promovido al honor de metropolitano Tarraconense. Este célebre personaje siendo ya presbítero había adquirido para sí dicho castillo en el año 942 por donación de su prima Druda y del hijo de ella Ansulfo. Druda y su marido también Ansulfo habían comprado el castillo con su iglesia de Santa Cecilia en el año 871 por cinco libras de plata, expresando el vendedor Radulfo que le pertenecía aquella posesión por donación del rey Carlos, que sin duda debía ser el Calvo. Cesario, adquirido ya aquel lugar, alcanzó licencia del conde Suniario por la mediación de su mujer Richildis para recogerse a él con cuatro monjes, a los cuales el obispo Jorge confirmó en la restauración de la casa en 945, como ya vimos, y ahora nuestro Wadamiro les dio la regla de S. Benito, consagró su iglesia, y confirmó sus posesiones. Todo esto consta de la escritura que vi original en el archivo del monasterio de Monserrate; pero tan rota y deteriorada, que de su fecha sólo se pudo leer lo que he dicho, y no el día. Mas es cierto que debió ser anterior al mes de Junio, porque a 10 de él ya se hallaba el obispo en Vique gravemente enfermo, y muy luego murió como vamos a ver. 

Bien tendrás presente que en los correos anteriores dije como el obispo Wadamiro restauró la canónica Ausonense IIII. Idus Junii, anno III. regnante Leuthario rege, anno dominicae Trabeationis DCCCC.LVII. Indictione XV. Todos estos datos se verifican en el día 10 de Junio de 957, de cualquier modo que se cuenten los años de Lotario; o por la muerte del padre, o por su coronación, o excluyendo todo el año 954. Vuelve a leer, te ruego, este documento que envié (a: V. sup. pág. 33 y sig.), porque lo es muy claro de la humildad y celo de este obispo, y de la liberalidad con que enriqueció a su iglesia con sus propios bienes. Forma además una época muy notable para la historia de su vida canónica. 

Murió el obispo a los cuatro días de haber hecho esta grande obra, es a saber, día 14 de Junio del mismo año III de Lotario y 957 de Cristo. Consta esto del inventario que el obispo Wilara de Barcelona formó de las alhajas del obispo difunto, y aun de todas las de la iglesia, que eso significa lo que él dice ipsum avere de ipsa ecclesia. En el exordio de esta escritura que va copiada (a: Apend. n. XV) se lee el día y año del fallecimiento de Wadamiro con estas palabras: Anno III. regnante Leutario rege, sub die XVIII. Kl. Iulii SIC obiit Wadamirus Ausonensis episcopus Sedis Vicho. 

De ese adverbio sic, cuyas virtudes otro día diré, sólo advierto ahora que en este lugar tiene la de afirmar con más aseveración, que ese día y año fue el en que falleció el obispo. Y no hay más fecha que esa, como ninguna otra escritura de las de esta clase la tiene, sin que por eso deje de ser original y fehaciente como la más pintada. La práctica enseña en esto más que cuantas lecciones den los maestros de diplomática. Pues digo que el obispo de Barcelona Wilara, cumpliendo con lo dispuesto por el concilio Valentino de 546, como el más cercano a esta iglesia, vino a visitarla luego que supo la enfermedad mortal de su obispo. Esta visita de obligación y no voluntaria denotan las palabras puestas como de propósito en la escritura: qui eum venerat ad visitandum. Por esto después de dar su consentimiento para la restauración de nuestra canónica, según consta de la escritura que sobre ello se extendió, como visitador dio sepultura al cadáver de Wadamiro, e inventarió los bienes de la iglesia; y es indubitable que debió presidir la elección del sucesor Atton, aunque de esto no ha quedado documento alguno. Además de las curiosidades que contiene el citado inventario, es muy apreciable por la noticia que nos da de que en el año 957 estaba todavía vivo y en buena salud el obispo de Barcelona Wilara, a quien el P. Flórez no conoció vivo después del año 950. 

Por último debo contar entre las memorias del obispo difunto la que nos conservó un martirologio de esta iglesia con estas palabras: V. Idus Octob. Dedicatio Sancti Michaëlis in Sede Vico per manus Guadamiri (Wadamiro; W : G; Wilhelm, William, Guillermo, Guillem; Wimarano : Guimerá; Wifredo : Guifre etc.) episcopi. Algo más hay que decir de esta iglesia o capilla de S. Miguel, que otro día vendrá a cuento. Ahora vamos a continuar nuestro catálogo, desembarazando primero los estorbos que en él se encuentran. 

RADULFO 

excluido del catálogo de los obispos Ausonenses.

Después del obispo Wadamiro pone el P. M. Flórez (pág. 90) a Radulfo como prelado Ausonense, de que, dice, antes no se conocía ni aun el nombre. El motivo que tuvo para introducir esta novedad es el privilegio con que el rey Lotario confirmó los bienes del monasterio de Santa María de Ripoll en el año 982; porque en él entre las donaciones que hicieron a aquella casa los tres obispos Ausonenses anteriores se cuenta la de Radulfo: in valle Matamala alodem qui fuit Radulfi episcopi. Lo mismo se repite en la bula que para ello expidió el papa Sergio IV. Ambos documentos publicó la Marca Hisp. (ap. n. CXXXI. y CLXV.). De aquí infiere el citado escritor que antes de ese año 982 y hacia el 950 hubo en Ausona, de cuya diócesis es Ripoll, un obispo llamado Radulfo, cuya sede, aunque allí no se exprese, debe ser la misma que la de Godmaro, Idalcario y Jorge, a quienes tampoco se da título episcopal.

Si estos dos instrumentos bastaron para introducir un obispo nuevo, que no anda 

conocido entre nuestros autores, ¿cuánto más se confirmaría en esa opinión aquel sabio escritor, si viera las memorias que quedan aquí auténticas y mucho más demostrativas de la existencia de dicho obispo? Una es la escritura de venta hecha por Scipion y su mujer Rodesinda a Rodulfo obispo (sin expresar la sede), de una viña en el condado de Berga, in appendicio de Borrassederes, in villa que nominant Buvatella. Facta carta venditionis VIII. Kal.. Iunii anno XXII. regnante Karulo rege filio Leudivici. Otra venta hay hecha por Ennego (Eneco) abba atque levita con la congregación de Santa María de Ripoll a Miro y Wisamundo, y a sus mujeres Manuplena y Casta, de unas tierras in castro Sancti Laurentii in villa de Filgairoles, de las cuales una lindaba de meridie in terra de Rodulfo episcopo. Facta carta venditione XVII. Kal. Augusti, anno XXIII. regnante Karulo rege filio Ludovici. Otra por fin de tierras con límites in terra de Rodulfo episcopo. Kal.. Novemb. anno XXIIII. regnante Karlulo filio Leudevici. Estas 

tres son las escrituras que decía, las cuales, considerada sola la circunstancia de hallarse originales en el archivo de Vique, cuya sede se atribuye a Radulfo, hace subir mucho de punto la probabilidad de la opinión del P. Flórez.

Sin embargo ellas mismas me sirven de guía para excluir a ese obispo de la serie de los nuestros. El rey Carlos, por cuyos años se calendaron estos tres instrumentos, no puede ser otro más que el llamado el Simple, hijo de Luis el Balbo; porque ni después de ese Carlos hubo en Francia otro del mismo nombre hasta el siglo XIV, ni los que lo tuvieron antes que él reinaron tantos años como aquí se dice, si no es Carlos el calvo, a cuyos tiempos sería locura hacer subir la memoria de un obispo de Ausona, cuya silla tardó mucho todavía a restaurarse. Así que estas escrituras de los años XXII, XXIII y XXIIII del rey Carlos pertenecen a los años de Cristo 919, 920 y 921, o a dos más de atraso cada una de ellas, conforme la cuenta que se siga en el reinado de aquel príncipe. Pregunto ahora: ¿reconocería el P. Flórez en esos años por obispo Ausonense a Rodulfo, cuando él mismo asegura y prueba con documentos que Jorge ocupó aquella silla desde el 915 hasta el 938? Luego el Radulfo obispo que estas tres escrituras mencionan, lo era de otra sede. Luego también lo era el mencionado en los dos documentos en que se apoyó el P. Flórez: en los cuales sobre callarse como en los míos la sede, se habla de él indefinidamente en cuanto al tiempo en que existió. 

Y si el Radulfo de mis tres escrituras no cabe en esta silla que ocupaba Jorge, tampoco el de las otras dos puede tener lugar hacia el año 950, porque hasta siete años después vivió Wadamiro, como vimos arriba, y acaso antes de cumplido el mes de la muerte de este, ya lo era Atton, como se verá luego.

Así que es preciso borrar a Radulfo del catálogo de los obispos de Ausona. Y aunque esto debía bastar a mi propósito, pasando adelante con mi labor, todavía quiero detenerme en busca del nicho donde le coloquemos. Que pues es cierto que era obispo, alguna silla y de las de por acá gobernaría, no estando entonces usando el titular obispos in partibus, como vimos después.

Yo tengo para mí que este es el Rodulfo hijo del conde de Barcelona Wifredo II el Velloso, ofrecido por su padre a Dios en el monasterio de Santa María de Ripoll y a su abad Daguino en el año 888, dándole en dote entre otras cosas in locum quem vocant Matamala ipsas ecclesias Sanctae Mariae, et Sancti Petri (a: Mar. Hisp. ap. n. XLVI); el cual creciendo en edad vino a ser obispo de Urgel desde el año 914 hasta después del 940, como se demostrará en el viaje a aquella iglesia. Esta dignidad no le impidió que conservase el señorío de las posesiones que su padre le diera en distintos condados al tiempo de entregarle al monasterio de Ripoll; ni que agradecido a la educación que en él había recibido, le diese el alodio de Matamala, en cuyo valle ya tenía la misma casa otras posesiones. Esta misma circunstancia fue la causa de hallarse en la segunda dedicación de la iglesia de dicho monasterio en 935, y de viajar con alguna frecuencia por este obispado, y de ser en él muy conocido, siendo tan célebres su padre y hermanos; de manera que los notarios no necesitasen especificar su sede, bastando para los que entonces vivían decir que una heredad lindaba in terra de Rodulfo episcopo. Y esto pudiera confirmarse con el ejemplo de otros obispos, cuyos nombres solos suenan en escrituras de iglesias diferentes de las que gobernaron. En resolución, yo creo que este Rodulfo era el obispo de Urgel, no habiendo otro por acá de ese nombre en todo el siglo X. A lo menos esto es cierto que nunca ocupó la sede Ausonense, en la cual a Wadamiro sucedió muy pronto 

ATTON 

(arzobispo) 

desde 957 hasta 971. 

El P. M. Flórez (pág. 92) no conoció de este prelado memoria alguna anterior al año 960. Yo puedo asegurar que ya lo era a 26 de Septiembre del año III de Lotario, 957 de Cristo. Porque de ese día hay (724) una donación de algunas viñas hecha por Recosindo ad Beato Petro apostolo, qui est fundatus, vel hedificatus in comitatum Ausona in Sede Vico, vel ad ipsum episcopum Attone, vel ad ipsos canónicos &c. 

La fecha es: VI. Kalendas Octobris, anno III. regnante Leutario rex filio Leudevici. 

En esta escritura el notario no contó los años de aquel rey desde la muerte de su padre a 10 de Septiembre, en cuyo caso hubiera dicho anno IIII; sino o desde su coronación a 12 de Noviembre, o excluyendo los meses restantes del año 954. De todos modos se ve que Atton sucedió muy pronto a Wadamiro, puesto que a los tres meses y doce días de su muerte ya estaba confirmado obispo.

Ya dije, y es notorio a los que entienden algo de la disciplina de aquel tiempo, que los obispos se elegían del clero de las mismas iglesias. Conforme a esto no dudo afirmar que nuestro obispo era aquel Atto sacerdos que admitió la vida canónica, y subscribió a la restauración y dotación de ella hecha por Wadamiro en el Junio de ese mismo año 957, como se dijo. El mismo es también el que en 945 subscribió entre los canónigos de Vique, y autorizó como notario la escritura de restauración del monasterio de Santa Cecilia en Monserrate, de que poco ha se habló. Léese así su firma: Atto, ac si merito indignus sacer, hanc scripturam scripsi, et de rebus meis vineam I. ibidem traddidi, et manu mea sub die et anno quo supra.

A las pruebas que da el P. Flórez de la existencia de este obispo en 960, puede añadirse la donación (163) que le hizo el conde Borrell de unas tierras en el condado de Manresa, en el término de Castro de Montebui (Montbuy, Mombui, donde “les caldes” etc): IIII. Kal.. Iunii anno VI. regnante Leutario rege. Tres o cuatro escrituras más hay de ese año, que no contienen cosa particular. Al 961 corresponde la consagración 

hecha por el mismo obispo de la iglesia de S. Bartolomé de Lers, edificada por Ranlo, abadesa del monasterio de S. Juan de Ripoll (hoy de las Abadesas). Va el documento copiado del archivo real de Barcelona con las notas oportunas para ordenar y concertar sus fechas, con lo cual excuso decir más ahora (a: Apend. n. XVI.). 

A las tres bulas del papa Juan XIII, que el P. Flórez publicó (a) en prueba de haber tenido nuestro obispo el honor de metropolitano Tarraconense, puedo todavía añadir otras dos. Una de ellas está en la curia episcopal, dirigida a Suniario obispo de Elna, y al padre de él Gaucefredo, conde de Rosellon, y al arcediano y clero de Gerona, mandando a estos últimos que reconozcan a Atton, honrado ya con el dictado de arzobispo, como gobernador y provisor suyo. El examen del por qué se da a Gerona este gobernador provisional, teniendo como tenía entonces a Miro su verdadero obispo, lo dejaré para lo de aquella iglesia, que ahora nos distraería mucho. La data de este breve es del mes de Enero, indicción XIV, que se verifica en el año 971. La misma fecha tiene la otra bula que decía, y es en la que el citado papa le concedió el honor del palio. Está en el archivo capitular. Va copia de ambas (b). 

(a) Esp. sag. tom. XXV. p. 102, y tom. XXVIII. pp. 96 y 252. No entiendo por qué en este último lugar se llame Octavo a este papa Juan, a quien en todos los otros se llama XIII, como en verdad lo era. 

(b) Apend. nn. XVII y XVIII. 

Nada más tengo que añadir a lo del P. Flórez sobre este célebre prelado, que además del honor de metropolitano, mereció ser maestro del famoso papa Silvestre II: de lo cual diremos no poco en las Memorias de los condes de Urgel. 

FRUIANO

desde 972 hasta 992. 

Se da razón del intruso Guadallo. 

Tampoco hay que añadir a las memorias ya publicadas de este obispo, sino es algunas escrituras de donaciones, ventas &c., que sólo servirían para confirmar su existencia en los primeros años de pontificado, conforme la fijó el P. M. Flórez (pág. 100 y sig.). Únicamente debo advertir que no vivió tanto como supone este sabio escritor, y que lo más llegó al año 992, puesto que en el siguiente era ya obispo el sucesor Arnulfo, como se demostrará en su artículo. 

He querido copiar entera la bula del papa Benedicto VII en favor de este obispo, de la cual sólo publicó un trozo el sobredicho padre (pág. 102). Este documento sin duda es posterior al 977 en que entró a ser arzobispo de Narbona el Ermengaudo (Armengol; Hermenegildo) que en él se nombra; pero es anterior al 984 en que aquel papa murió (a: Apend. n. XIX). 

A este periodo de siete años pertenece sin duda la persecución que Fruiano sufrió de parte del intruso Guadallo, para cuya protección se expidió aquella bula. A lo menos puedo asegurar que esta conjuración, que ocasionó grandes disgustos y acaso la muerte de nuestro obispo, es muy anterior al año 990 en que la supone el P. Flórez; puesto que Guadallo estaba ya reconocido por obispo en estos países en el año XX del rey Lotario, que es el de 975; como consta de una venta que le hicieron Elo y Auria, hermanas del obispo de Urgel Wisado II; cuya escritura está en el archivo abacial de Cardona, e irá copiada en el viaje de Urgel. En ella dicen esas señoras: vinditrices sumus tibi Wadaldo viceschomite episcopo (obispo, vizconde : vicecomite). Reconocíanle también por su obispo los sediciosos de acá a 28 de Septiembre de 989, cuando públicamente autorizó como testigo el testamento sacramental de Eldemaro (N. E. aún hay algunos Elmar en Alemania, supongo que es el mismo nombre, Eldemar). La escritura está en el archivo de esta iglesia (879) fecha IV. Cal. Octob. armo III. regnante Ugone rege (rey Hugo, Uch, Ug, Uc); el cual ya se sabe que comenzó a serlo a 3 de Julio de 987. Los padres de este intruso se llamaron Gonmaro y Gersindis, como se ve en escritura del año IX del rey Enrique, 1039 de Cristo; por medio de la cual fueron restituidas ciertas posesiones que ellos habían ocupado en el término de Voltregá, a Guillermo archilevita que después fue obispo; y en el testamento de este consta además que él las compró del obispo Guadallo. Llámale vizconde la escritura que dije de Cardona; mas no sé de dónde le venía ese título. 

Este perverso obispo, depuesto de esta silla en 997, vivió aún mucho tiempo. Del año 1034 he visto aquí una escritura de venta de tierras, en cuyas afrontaciones (linderos) se señala terra de Guadallo episcopo; a no ser que les quedase el nombre de su antiguo dueño. En el año 1039 ya se habla de él como difunto, y también en 1040 en la consagración de la iglesia de Urgel, donde de cierto alodio se dice: quod fuit de Guadaldo episcopo. A no ser que en estos documentos se hable del obispo de Barcelona de este nombre, que vivió desde 1029 hasta 1035. Nada se pierde por dejar apuntadas estas dudas. No es de esta clase la existencia de nuestro obispo Fruiano en 988, cuando autorizó con su presencia y su firma la solemne permuta que los condes de Barcelona Borrell y su mujer Aimedruds y el hijo de ellos Raimundo hicieron con el obispo Salla y todo el clero de Urgel. En aquel episcopologio irá copiada la escritura original donde nuestro obispo subscribe así: Frugifer Presul subscribo. 

Vamos al sucesor 

ARNULFO 

desde 993 hasta 1010. 

El P. M. Flórez (pág. 108) le supone nacido en la diócesis de Narbona, fundándose en que el metropolitano Narbonense Ermengaudo en la carta formada o testimoniales que le dio para su viaje a Palestina, dice de él nostrâ dioecesi natum. Mas yo entiendo, salvo el parecer de aquel escritor, que la palabra dioecesi aquí se tomó por provincia, como la tomó el mismo arzobispo en la misma carta y muy pocas palabras después, diciendo: Convocavimus unâ pontífices omnes nostrae dioecesis. Y ya se sabe que en aquellos siglos solían frecuentemente no guardar la exactitud que ahora queremos, y promiscuamente decían: episcopatus, paroecia, provincia, dioecesis &c. Así que por este motivo nadie nos obligará a creer que fuese francés nuestro obispo, sabiéndose que la provincia eclesiástica Narbonense comprendía (comprehendia) todo el territorio de nuestras iglesias catalanas. 

Por otra parte, en una escritura de este archivo (809) perteneciente al año 1005 se habla de bagolia de domno Arnolfo episcopo, vel de Reimundo vicescomite fratri suo. Este mismo hermano suena también en el testamento del obispo, de que hablaré luego. Y aunque no se expresa el título del vizcondado, parece ser de los de por acá, considerado el sitio de las heredades de que dispone, entre las cuales ni una sola hay que pertenezca a la diócesis de Narbona; sino que todas son del condado de Urgel y término de Cardona (N. E. p. ej. vizcondado de Ager). El marqués de Mondéjar en la historia de la casa de Moncada dice que fue hermano de Mirón, primer señor de la parte superior de la ciudad de Vique, por habérsela cedido este mismo prelado. 

De esto no hallo qué decir. Lo que yo sé de cierto es que nuestro Arnulfo era hermano de Raimundo vizconde de Cardona, que heredó aquel estado por haber muerto sin hijos su hermano Ermemiro, el cual los poseía desde el año 986, como se ve en la carta-puebla de Cardona, de que se hablará en su lugar. Los tres hermanos Ermemiro, Raimundo y Arnulfo eran hijos de Wadardo o Guadallo (Guadaldo), y de su mujer Ermetruit. Lo dicho basta para desengañarnos de que nuestro obispo Arnulfo no era francés. También es preciso fijar el principio de este pontificado cuatro años antes del 

que señala el mismo escritor. En este archivo existe una escritura original (888), con la cual nuestro obispo permuta el castillo de Spadas y otros alodios por la iglesia de S. Baudilio que poseía Sendredo, hijo de Ansulfo, el cual la había comprado del conde Raimundo. La fecha dice: Facta ista commutatione XV. Kalendas Martii anno VI regnante Ugone rege; que ciertamente corresponde al día 15 de Febrero del año 993. Léese en el exordio: Ego Arnulfus gratia Dei episcopus, et abba, simul cum congregatione Sancti Petri sanctae Sedis Ausona (Ausonae) &c. Y en la suscripción dice: Arnulfus ac si indignus gratiâ Dei episcopus, et abba, qui hanc commutationem fecit, et firmare rogavi. Otra escritura hay aquí (1292) que también supone a nuestro obispo existente y en posesión de su silla en el año 1.° del rey Roberto, de Cristo 996. 

El haber sido Arnulfo confirmado en el concilio romano a 9 de Mayo de 998, que es en lo que se funda el P. Flórez para atrasar tanto su pontificado, no impide que estuviese ya electo y aun confirmado por su metropolitano mucho antes y en el año que dije. Porque la confirmación de aquel concilio sólo fue judicial, cuando examinada la causa se falló contra el intruso Guadallo; el cual allí mismo fue degradado canónicamente, y en seguida confirmado Arnulfo en la sede Ausonense que legítimamente ocupaba. Léanse las actas de este concilio en Balucio (Tom. II. Miscell. pág. 117) y en el P. Flórez, pág. 257, y se verá que una de las razones en que Arnulfo apoyaba su derecho era la de estar ya consagrado por su legítimo metropolitano el arzobispo de Narbona. Así que ni debe decirse electo en 997, ni confirmado en 9 de Mayo de 998. 

Al derecho legítimo de Arnulfo y a la plena posesión que tenía de esta silla antes de aquella sentencia conciliar, alude sin duda una escritura original que he visto en el monasterio de Ripoll (Armario de la pavordria de Aja) fecha V. Kal.. Iunii, anno VIIII. regnante Ugone rege, 996 de Cristo; en la cual el abad de aquella casa Seniofredo da a Goltredo y a su mujer Trudelindis un alodio en la Cerdaña (Ceritania y versiones), y añade que hace esto unâ cum consensu atque nutu PROPRII praesulis nostri Arnulphi episcopi. La expresión proprii praesulis parece puesta con mucho acuerdo para denotar el derecho de Arnulfo, a quien el monasterio tenía por verdadero obispo, contra las pretensiones de Guadallo, al cual no faltaría quien obedeciese en la diócesis, como acontece en los cismas. En dicha escritura firma también el obispo: Arnulfus ac si indignus gratiâ Dei episcopus, conscius huius scripturae. Quede pues asentado que era ya obispo confirmado y reconocido como tal mucho antes del 998.

No te se (se te) pase observar que en algunas de estas escrituras Arnulfo se llama a sí mismo Episcopus et Abba; con lo cual se confirma la noticia que dan algunos necrologios de que fue abad de S. Félix de Gerona, y además se sabe que conservó la abadía junto con el obispado. Dícelo él mismo más claramente en otra escritura de este archivo (909), y es una permuta que él hizo con Madexo primer archivero (primo scrinii Sancti Petri) III. Id. Octob. anno I. quod obiit Uggo rex. 

Data muy notable (aunque no la única), porque Roberto que sucedió a su padre Hugo, fue aquí reconocido por rey sin intervalo alguno, y no parece haber necesidad de contar los años por la muerte del antecesor. Mas ¿quién puso puertas al capricho de los notarios? de aquel tiempo digo. Como quiera que sea, la escritura es del año 997, o del siguiente, porque en esto hay disputa. Pues en ella dice el obispo: in Dei nomine. Ego Arnulfus gratiâ Dei sedis Ausonensis episcopus, et abba Sancti Felicis Gerundensis, simul cum canonicis Sancti Petri &c.

Una memoria curiosa nos queda de su pontificado, perteneciente al año 1002, que es un congreso tenido en esta iglesia, donde se hallaron los condes Ramón Borrell (de Barcelona) con Ermesindis su mujer, y su hermano Ermengol (de Urgel), el arzobispo de Narbona Ermengol, y los obispos Salla de Urgel, Eizón de Barcelona y el nuestro, y varios vizcondes y nobles. Ante los cuales el abad de Ripoll Singfredo se quejó de la usurpación hecha a su monasterio del alodio llamado castrum Camba; el cual luego le fue adjudicado y mandado restituir. Los títulos y encomios con que califica la escritura a los sujetos que asistieron, hallarás en la copia adjunta, o más bien extracto que tomé, cuanto creí que bastase para noticia de esto, omitiendo los trámites legales de aquel juicio (a: Apend. n. XX). A nuestro Arnulfo elogia con estas palabras: in omni studio philosophiae plenissime eruditus. Que este congreso se tuvo en los días de la festividad de San Pedro Apóstol de dicho año, consta de una escritura fecha a 3 de Julio del mismo, de la cual se hablará en el episcopologio de Urgel, por donde sabemos que Salla, obispo de aquella iglesia, alcanzó allí sentencia favorable sobre la posesión del castro Keralt (Queralt); y sabemos que para este fallo había sido citado en otro congreso de los mismos señores y prelados tenido pocos días antes en Barcelona. De lo cual se infiere además que estas juntas mixtas eran muy frecuentes para resolver las causas graves. También sabemos por ella que aquí se celebró esta junta in ecclesia Sanctae Mariae (la Rotunda): y que asistieron muchos más obispos que los que dice la escritura de acá. Omito algunas otras memorias que son de poca entidad. El P. Flórez (pág. 109) declaró muy bien lo que era el artificio de la carta formata, o sean testimoniales y como un pasaporte que el metropolitano de Narbona dio a nuestro obispo para el viaje que proyectó y acaso efectuó a Palestina. Mas la copia que enviaron a aquel escritor no es muy exacta ni conforme con el original que existe en este archivo. Y como este es un documento tan precioso, y el único de su clase que a mi entender tengamos por acá de los siglos medios, me he tomado el trabajo de copiarlo de nuevo con el esmero posible, y enviártelo tal cual está, dejando a los curiosos y de más ocio la investigación de las inexactitudes del que lo escribió (a: Apend. n. XXI). 

Otro punto muy notable es el de la época en que murió este prelado. El deán Moncada dice que se halló en la batalla que dieron nuestros condes a los moros junto a Córdoba, día 1.° de Septiembre del año 1010; mas que no pereció en ella, sino que viniendo acá enfermó en el castro Colónico en la Segarra, donde hizo testamento, y murió día 1.° de Agosto del año XIV del rey Roberto y 1010 de Cristo. De aquí resulta una contradicción que encarece mucho el P. M. Flórez, reducida a que si Arnulfo murió a 1.° de Agosto del año 1010, no pudo hallarse en la batalla de 1.° del Septiembre siguiente. A mí me constan con evidencia ambos extremos. 1.° Que el obispo murió a 1.° de Agosto del año XIV de Roberto, lo dice la escritura de la publicación y ejecución de su testamento, fecha a 31 del mismo mes, que existe aquí (813) original. 

2.° Que se hallase en la batalla de Córdoba y de ella saliese herido gravemente consta de su testamento original que va copiado (a: Apend. n. XXII), al fin del cual se lee: Haec omnia ordinavit Arnulfus episcopus, quando fuit reversus de Cordova in sua memoria IIII. Kal.. Augustas anno IIIIX. regnante Radebertus rex. Más claramente se ve esto mismo en la publicación que dije de ese testamento, en la cual afirman los testigos que se hallaron presentes ad ea ora quando reversus de publica expeditione Spaniae quondam Arnulfus episcopus, vulneratus graviter, atque detentus egritudine, quiescebat in lecto &c. Mas a pesar de que estas dos cosas son ciertas, y por lo mismo que lo son, no hay entre ellas contradicción alguna. Primeramente está controvertido entre los diplomáticos el año de la muerte de Hugo Capeto, diciendo unos que fue el 996, otros el 997, y algunos el 998; de manera que no está determinada la época cierta del reinado de su hijo Roberto. Sé que el P. Flórez, Campillo y otros tienen por más común la primera época, y yo soy del mismo parecer; según la cual el día 1.° de Agosto del año XIV de Roberto corresponde al año 1010. Mas ¿quién negará que hubo notarios que contaron por la segunda época del 997, así como hay escritores y muy clásicos que han seguido esta opinión? Así es que Balucio en la Marca Hisp. prefiere esta cuenta como la más conforme a los documentos de por acá, y la sigue en todos los que publica en esa obra. Con esto ya se ve que sería muy llano decir que el día 1.° de Agosto del año XIV de Roberto, en que murió Arnulfo, corresponde al de 1011; y que por consiguiente pudo hallarse en la batalla del Septiembre anterior. 

Mas a pesar de cuenta tan galana, sálenos al encuentro el obispo sucesor Borrell, que ya lo era ciertamente a fines del año 1010; con lo cual no es posible atrasar al año siguiente la muerte de Arnulfo, y se hace preciso buscar otra salida a la dificultad propuesta. Y yo la hallo sin salir de la cuenta que adoptó el P. Flórez, poniendo la muerte de Arnulfo en 1010, y asegurando que todavía se halló en la sobredicha batalla. Porque esta no se verificó, según se ha creído hasta ahora, en el día 1.° de Septiembre, sino a 21 del Junio anterior. Debo alegar con alguna extensión las pruebas de esta verdad que es tan nueva (a) como importante para la historia general de España, no sólo porque en aquel encuentro murieron los obispos de Barcelona y Gerona y el conde de Urgel Ermengol I, con otros personajes ilustres, sino porque allí comenzó a ir de caída el imperio de los árabes (N. E. que sólo duraría hasta 1492, con la toma de Granada por los reyes católicos Fernando II de Aragón etc, e Isabel I de Castilla etc; sólo 482 añicos, un soplo en la historia de la lengua catalana). 

(a) No llamaría yo nueva a esta verdad histórica, si cuando hice y escribí mi viaje en 1805, estuviera ya impreso el tomo XLIII de la España sagrada, que ahora poco se ha publicado en 1819. Y en esto caso hubiera también dejado intacta dicha cuestión, la cual tan detenidamente han ilustrado sus diestros compiladores. Mas pues ya lo escribí, y con el gusto de ser el primero que descubriese la verdadera época de dicha batalla, no creo que nadie me reprenda si al cabo de tantos años de silencio involuntario, repito algunas de las cosas que otros más felices en esto pudieron ya comunicar al público. Tanto menos, que si no se halla aquí la copia de doctrina que puede cómodamente recogerse de obras magistrales impresas, se hallarán algunas noticias de los archivos, que no pudieron ver aquellos sabios historiadores, que es el mejor y más sólido fruto que puede presentar un viajero, que en la historia no tiene más oficio que el de un simple aparejador

Dejando pues a un lado para cuando haya más ocio el examen de cronicones e historiadores, lo que como viajero he recogido hasta ahora es lo siguiente. 

1.° En el monasterio de S. Benito de Bages vi una escritura fecha a 29 de Julio del año XXXVI de Roberto, 1031 de Cristo, y es una declaración de testigos sobre la pérdida de ciertos derechos, la cual había acontecido 23 años antes, es a saber, XV. Kal.. Augusti, anno XIII. regnante Rotberto rege, y añaden los testigos: hoc fuit anno antequam Remundus comes in expeditione Cordube profectus fuisset, et quando relinquit ibi defuncto fratre suo Ermengaudo comite. La pérdida de esos derechos dicen los testigos que se verificó un año antes que se hiciese la expedición a Córdoba; y ese año dicen que era el XIII de Roberto. El año XIII de este rey empezó en 24 de Octubre de 1008; luego el XV. Kal.. Aug. del año XIII era el 18 de Julio de nuestro 1009. Eso dicen los testigos que aconteció un año antes de la expedición de Córdoba; luego la expedición de Córdoba y la muerte del conde de Urgel, y de los otros obispos, y la herida del nuestro fue en 1010. Esto en cuanto al año. Vamos ahora al día. 

2.° En el archivo de esta iglesia (let. A. n. 9) hay un testamento sacramental, fecho en Barcelona XVII. Kal.. Ianuarii, anno XV. regnante Roberto rege, en el cual los testigos Adalberto, Vivas, Aeicio y Juan, jurando sobre el altar de Santa María del Mar, aseguran que los dos hermanos Elías y Gondemaro ad ea ora, et illud tempus, quando initum fuit ULTIMVM praelium post Cordubam cum exercitu de Domno Raimundo, et catervas barbarorum, dijeron a estos testigos, que también iban a entrar en la misma batalla, que si morían in ipso instante praelio, quod eis vel nobis iminebat acriter vel fortiter de ipsos bárbaros, dejaban a su hermano Eroigio por heredero del alodio de Celada en Barcelona in Buadella antiqua. Explicada así la voluntad de los dos hermanos Elías y Gondemaro, continúan diciendo los testigos: Et tunc continuo introierunt, et nos introivimus pariter cum illis in ipso praelio; et ipsi praedestinati à Deo accidit sicut... et nusquam comparuerunt. Nobis vero concedit pietas superna evadendi per sua gratia; et evasimus vivi inde sicut placitum fuit maiestatis suae gloriam. Et ea quae hic dicimus et proferimus... iurando recte et veraciter testificamus... Et fuit praefatum praelium in mense Iunio, IIII. feria, XI. Kal.endas Iulias, anno IIIIX. rege Roberto regnante in Francia. Siguen las firmas originales con la fecha arriba dicha.

Aquí tenemos cuatro testigo oculares, que a 16 de Diciembre del año 1010 aseguran que la batalla última de Córdoba fue miércoles día 21 del Junio anterior. Porque ya se sabe que este testamento sacramental debía como todos según la ley goda hacerse dentro de los seis meses (a) de la muerte del testador, so pena de nulidad. 

(a) En el citado tomo XLIII de la Esp. sag. (p. 156) se dice que este juicio fue formado diez y ocho meses después de la batalla. Basta lo dicho en el viaje para deshacer esta equivocación. 

Y pues ellos no tenían interés en alterar la época de aquel suceso, ni era regular que olvidasen trance tan arriesgado, en que así peligraron sus vidas, debe tenerse su dicho por cierto. La expresión última batalla claramente denota que antes hubo otros encuentros, mas que después del 21 de Junio ya no hubo otro, y que es supuesto el del día 1.° de Septiembre. Y no te perturbes al ver que ese 21 de Junio es del año XIV de Roberto, y el 16 de Diciembre inmediato es ya el año XV del mismo rey. Ambos meses son del año 1010, comenzando a contar el notario el año XV en 24 de Octubre, época de aquel reinado. De otro modo no se cumpliría la ley que sólo permitía un semestre para estas declaraciones testamentarias, como saben todos los que han visto los Usajes (Usatges) y otras ordinaciones catalanas sobre esto. De paso advierto que la rareza de escribir anno IIIIX (anno quarto decimo) la veo no pocas veces usada por acá en aquellos siglos, en que al señalar los años y días con notas romanas, posponían la decena a la unidad; v. g. VIIX = IXX (septimo decimo = nono decimo),  guardando en la colocación de los números desde el 13 hasta el 19 el mismo orden con que los pronunciarían. 

3.° El obispo Borrell sucesor de Arnulfo fue electo acaso en el mismo mes de Agosto, y lo más en el Septiembre de ese año 1010, como se dirá en su lugar. Luego la batalla que fue ocasión de la muerte de Arnulfo fue mucho antes del 1.° de Septiembre. 

¿Cuánto más pesan estas pruebas que el epitafio de Otón, obispo de Gerona, de quien también se dice que murió en aquella batalla, y es el único apoyo del P. Flórez (a) y de todos los demás que la fijan en 1.° de Septiembre? Porque ya se sabe lo que 

son los epitafios, compuestos acaso mucho después de los sucesos y muertes de las personas, y también se sabe lo que es la libertad de los poetas rimadores, y más de los leoninos, y las angustias en que se verían para encontrar consonantes. 

(a) No puedo dejar de congratularme con los autores del citado tomo XLIII por haber tenido la ocurrencia de dirigirse a nuestro común amigo Don Félix Torres y Amat,  sacrista de Barcelona, para que examinase el sepulcro del obispo Otón, y desvaneciese la fantasma de este epitafio, que por espacio de tantos siglos ha traído engañados a los historiadores más críticos. Porque todos creyeron que en el sepulcro estaba esculpido lo que se leía en una tabla colgada al lado de él. Y yo lo creí también, cuando estuve en el monasterio de S. Cugat (San Cucufate): que ni siquiera me ocurrió otra cosa. Mas ahora con la buena diligencia de dicho Sr. Torres sabemos que en el sepulcro hay un letrero diferente, del cual se han empezado a descubrir algunas palabras sueltas, en las cuales por de contado se menciona batalla de moros y el año mille decem. Es de creer que con el tiempo se acabará de descubrir la inscripción. 

No entiendas que en esto que digo trato de curarme en salud; antes en la misma letra del epitafio, aunque hallo que el obispo Otón murió día 1.° de Septiembre; mas no hallo que la batalla fuese ese día. Dice así: 

Nam in bello Cordubensi cum pluribus aliis 

Morte ruit datus ensi coeli dignus gaudiis 

….....

….....

Erant anni mille decem post Christi presepia, 

Quando dedit isti necem prima lux Septembria. 

Aquel morte ruit es poético, y el dedit necem es histórico. Sin duda olió esta diferencia el sabio dominicano Diago, que en el episcopologio Gerundense, aunque pone entero el epitafio, y confiesa que Otón murió en 1.° de Septiembre, anticipa la batalla al 21 de Agosto. Aténgome a la declaración de mis cuatro testigos, según la cual nuestro Arnulfo, herido gravemente en la refriega de 21 de Junio de 1010, pudo restituirse a su diócesis, hacer testamento a 29 de Julio, y morir de allí a dos días. 

Porque no me quede escrúpulo, advierto por último que la historia de Languedoc (lib. XIII. c. 55.) llama equivocadamente Arnaldo a nuestro obispo. Vamos al sucesor. 

BORRELL 

desde 1010 hasta 1017. 

En la publicación del testamento del difunto obispo Arnulfo, fecha como se dijo a 31 de Agosto del año XIV de Roberto, último día del mismo mes en que murió aquel prelado, se halla ya la suscripción del sucesor: Borrellus ach (ac) si indignus episcopus. Yo no creo que su elección se verificase tan pronto, que a los 30 días de la vacante estuviese no sólo electo, sino confirmado. Y así tengo por cierto que esta suscripción es posterior a aquella fecha, cuando ya hecho obispo aprobaría y ratificaría las donaciones de Arnulfo a la canónica, y la ejecución de su testamento. Muéveme a esto particularmente el ver que en el cuerpo de dicha escritura suena como uno de los albaceas (helemosinarii) (N. E. elemosina, eleemosyna, almoyna, almoina: limosna; los albaceas testamentarios debían repartir las limosnas que legaba o dejaba el testamentario) del difunto un Borrello canónigo de S. Pedro, donde era regular que expresasen su nueva dignidad, si ya la obtenía al tiempo de extenderse la escritura en el 31 de Agosto.

Mas así como no debe anticiparse tanto su elección, tampoco debe atrasarse al 1.° de Octubre de 1011, como quiere el P. M. Flórez. El documento en que para ello se funda dicho escritor, que es el que se halla en la Marca Hisp. (Apend. n. CLXII.), me parece que ya la supone hecha; y si allí se refiere, es como un preliminar del pacto que hicieron los canónigos con el conde Raimundo. Porque muy cierto es que las escrituras de elecciones de obispos tienen otro carácter y manera. Por otra parte es indubitable que a 18 de Noviembre del año 1010 era ya obispo, y que como tal dio su consentimiento para la restauración de la canónica Aquisgranense en la iglesia de Urgel por su obispo S. Ermengol; de lo cual se dirá a la larga en lo de aquella iglesia. 

Casi puede asegurarse que la madre de este obispo se llamó Ingilrada (N. E. un nombre típico catalán), y que junto con esta dignidad poseyó la abadía de S. Félix de Gerona. Ambas cosas se leen en una escritura de homenaje o fidelidad, que como todas las de su clase está sin fecha, pero no por eso deja de ser original y escrita en aquel tiempo; en la cual un Pedro obispo promete a Borrell obispo serle fiel, no usurparle sus posesiones, y oponerse a cuantos quisieren dañarle en ellas, exceptis Ermessendis comitissâ (condesa Ermesinda, comtessa), et filio suo Berengario (su hijo Berenguer). No hallo por estos tiempos condesa de este nombre con tal hijo, sino la mujer de Ramón Borrell, conde de Barcelona, que lo fue desde el año 993 hasta el 1017. Así que esta nota pertenece sin duda a este pontificado, y el Borrell es nuestro obispo, y el Pedro es el de Gerona. Y aun tengo por cierto que deberá reducirse al año 1013, cuando estos dos obispos con otros muchos se congregaron en Barcelona a tratar de otros negocios, como dice el P. M. Flórez (pág. 119). Va copia de este documento (a: Apend. n. XXIII), que acaso despertará la curiosidad para adelantar algo más en las memorias de nuestro prelado. Omitió el P. Flórez la noticia de su sepultura, la cual se halla en el necrologio con estas palabras: VI. Kal.. Martii obiit domnus Borrellus episcopus venerandae memoriae: sepultus est in cripta subtus ecclesiam Sancti Michaëlis. Si el obispo murió en Gerona, como dice el P. Flórez, y como lo aseguró el sucesor Oliva, sin duda se trajo acá su cadáver, porque el necrologio indica en sus mismas palabras que la iglesia de S. Miguel estaba aquí. Algunos han creído que esta iglesia o capilla fue fundada por S. Ermengol obispo de Urgel, movidos de lo que se lee en su testamento sacramental de 1035, donde hay una manda a Sancto Michaële Archangelo, quem ille aedificavit in sede Vico, propter remedium animae domno Sallano (Salla) episcopo, que era su tío y antecesor. Mas esto no vale, porque el sede Vico era también Urgel, que así se llamaba comúnmente en los instrumentos y en este mismo testamento. El S. Miguel que edificó S. Ermengol era una iglesia de aquella ciudad, donde se profesó la regla Agustiniana, cuyo abad era canónigo, y sus súbditos también, formándose como acá una sola canónica de propietarios y no propietarios. Esa iglesia de S. Miguel es la que hoy tienen allí los PP. Dominicos. 

De todo esto se dirá largamente en aquel viaje. Acá basta para desengaño lo que ya dijimos del obispo Wadamiro, que dedicó la iglesia de S. Miguel en esta sede de Vique. Lo cual se verificó casi medio siglo antes que S. Ermengol viniese al mundo. Estaba esta capilla dentro de la catedral, con capellanía anexa a un canonicato, y el que la poseía se llamaba rector Sancti Michaëlis. Esta palabra rector, que en el día sólo se aplica a los curas párrocos, servía antiguamente para indicar el poseedor de una capellanía; el cual así como percibía los frutos, oblaciones y otros emolumentos pertenecientes a ella, así estaba obligado a cuidar del aseo y de cuanto tocaba al buen estado y régimen de la capilla o altar. De lo dicho se infiere que el entierro de nuestro obispo estuvo en esta capilla de S. Miguel, construida ya mucho antes de su muerte, la cual llamó el necrologio iglesia. 

OLIVA 

desde 1018 hasta 1046. 

Acerca de este célebre obispo, de quien trató el P. M. Flórez con la debida extensión, tengo que añadir las memorias siguientes.

En primer lugar va copia de la dedicación que hizo en el año 1022 de la iglesia de S. Pablo apóstol y S. Pablo confesor del lugar de Pino en el Conflent, a la que asistió también su sobrino Guifredo arzobispo de Narbona, hijo de su hermano conde de Cerdaña. Esto que dice la escritura es una prueba más de que Oliva era hijo de Oliva Cabreta conde de Besalú y de Cerdaña. Las fechas están conformes, salvo la indicción que debe ser V y no IV. La copia es del original que vi en el monasterio de Camprodón (a: Apend. n. XXIV). (N. E. Campus rotundi, Camp rodó; campo redondo, rotundo)

También he copiado de este archivo (339) la escritura de composición que hizo con Bernardo Sendredo sobre las iglesias suburbanas del castillo de Gurb, propias de esta sede; de lo cual habló Flórez (pág. 128), pero sólo por lo que leyó en Moncada. 

El cuento tiene gran conexión con la historia eclesiástica de aquel tiempo, y es menester aclararlo. El obispo Fruiano había dado estas iglesias de que se trata ad victuaria canonicae, con pena de excomunión que no se enajenasen; mas luego las consignó el mismo en beneficio a Bonefilio (Bonfill) canónigo de esta iglesia, y hermano de Sendredo, señor del castillo de Gurb. Confirmó esta consignación el obispo sucesor Arnulfo, y muerto Bonefilio las dio a Berenguer clérigo, hijo del sobredicho Sendredo. Aprobólo todo el obispo sucesor Borrell; porque esta era la costumbre, dar en censo de por vida a los canónigos las fincas inalienables de la misma canónica. Promovido a la sede de Elna el sobredicho Berenguer, trató el obispo Borrell de recobrar para la canónica las citadas iglesias; en lo cual hubo reyertas y grandes oposiciones de parte de Berenguer y de su padre Sendredo que querían conservarlas: en términos que Borrell acudió al concilio que se celebraba en Narbona, presentando y pidiendo confirmación de la escritura de excomunión impuesta por el obispo Fruiano. Hízose así, y con autoridad del concilio fue despojado de dichas iglesias Sendredo con su hijo Berenguer obispo de Elna. Muerto luego el obispo Borrell en Gerona, acudieron los dos agraviados al sucesor Oliva, alegando que era falsa la escritura presentada al concilio con el nombre de Fruiano. No sé qué es lo que pudo creer nuestro obispo en este caso; lo cierto es que consultado el negocio con el metropolitano Guifredo (Wifredo, Guifre), y con los obispos Amelio de Albi, Guifredo de Carcasona, Guadallo de Barcelona, y Berenguer de Elna, y levantada la excomunión sobredicha, restituyó las iglesias a Sendredo, con la condición de que ofreciese un hijo in clericum, y que mientras fuese niño pusiese en su lugar unum statorem, y que en caso de morir todos sus hijos, quedase Sendredo con las iglesias de por vida, y luego tornasen a la canónica. Agradecido a esto Sendredo dio al obispo veinte onzas de oro, y ofreció mantener una lámpara ante el altar de S. Pedro, y dar a la canónica una buena comida el día de S. Andrés. Hízose esta concordia IIII. nonas Aprilis, y no hay más de fecha; pero ha de ser dentro de los años 1029 a 1035, que son los en que Guadallo aquí nombrado fue obispo de Barcelona. La importancia de este documento tal cual está (a: Apend. n. XXV) se conocerá más abajo, cuando en el pontificado siguiente se hable del concilio de Narbona de 1055, donde según yo pienso, fue condenada esta escritura como sacrílega y contraria a las leyes eclesiásticas. 

Más gloriosa es para el obispo Oliva la noticia siguiente, poco conocida entre nosotros. Sábese que este prelado, siendo también abad de Ripoll, fue al mismo tiempo abad de S. Miguel de Cuxa en el Rosellón. Mas no saben muchos que en calidad de tal decretó en el año 1027 el culto solemne que debía darse al B. Pedro Urseolo (ursus: oso : onso : Ursino), gran Dux (Duce, duque; ducere, ducto, guía, conductor, etc, Führer alemán al tiempo de Hitler, Führerschein : carnet de conducir; Mussolini, il Duce, etc) de Venecia, que abandonada aquella dignidad se vino huyendo a este monasterio, donde vivió penitentemente por espacio de 19 años, y murió en el de 997. Trata de esto el arzobispo de Ancira Justo Fontanini en la disertación que imprimió en Roma en 1730 de S. Petro Urseolo, Duce Venetorum, postea monacho ordinis S. Benedicti. 

La escritura de la consagración de esta catedral hecha en 1038 existe original en este archivo, y de ella he querido sacar la adjunta copia (a: Apend. n. XXVI), porque la que se envió al P. Flórez está diminuta, inexacta y poco decorosa a la erudición diplomática de tan sabio escritor, que se vio en la dura necesidad de pasar por lo que le enviaron. Con ella está más conforme el traslado que existe en el archivo real de Barcelona hecho en 1215, el cual examinó D. Manuel Abella, y de él sacó muchas variantes que envió al Sr. obispo actual.

Va también copia de la escritura que dicho P. Flórez extractó en el artículo de este obispo (n. 22) llamando Selp al castillo que ella nombra Speut (a: Apend. n. XXVII). 

Debe también añadirse a sus memorias la dedicación que hizo de la iglesia de San Miguel in castro Rocheta, propio de Aleman Cervelló, el cual en reconocimiento se obligó a pagar a la catedral de Vique una libra de cera en cada sínodo, a cuyo congreso debía también concurrir el capellán de dicha iglesia. Fue esto a 21 de Abril 

de 1043, año XII del rey Enrique. Va copia de esta poca cosa (b:  Apend. n. XXVIII). 

El M. Flórez propuso con duda la muerte de nuestro obispo Oliva en el año 1046. 

Mas es cierto e indubitable que murió ese año, III. Kal. Novembris, feria V. hora VIIII. iam decedente. Es decir a 30 de Octubre, que ese año fue jueves, por regir en él la let. dom. E. 

Esto dice la encíclica (enclítica) inédita, que según la loable costumbre de aquellos tiempos escribieron los monasterios de Ripoll y de Cuxa (cuyo abad había sido el difunto) a varias iglesias y monasterios de la provincia Narbonense, que son en todo 

más de 80. Existe esta carta en el archivo de Ripoll, junto con las contestaciones en 

prosa y verso; de las cuales he copiado dos para muestra, es a saber, la de la catedral 

de Vique, y la del monasterio Karrofense, en la diócesis de Poitiers (a: Apend. n. XXIX.). (N. E. Karrofense me suena a Garraf, cerca de Sitges, y a garrofa, algarroba)

La costumbre en estas ocasiones era que muerto algún ilustre obispo o abad, su iglesia o monasterio dirigía, como dije, esa carta noticiando su óbito y elogiando sus virtudes. Al correo o portador de la carta llaman las contestaciones cedifer, pellifer, gradiens callem itineris, gerulus, gramatoforus y otros tales dictados. Los que le enviaban pedían que adonde llegase le diesen comida y alguna ayuda de costa para pasar adelante. Lo ordinario era escribir al mismo tiempo los nombres de los obispos, abades, canónigos y monjes recién difuntos. Lo mismo hacían en sus respuestas las iglesias y monasterios. Omitiose esto en la presente encíclica, donde se lee: nostrorum vero fratrum defunctorum nomina, quibus vestrae pietatis deposcimus solatia, ideo hic non sunt notata, quoniam ei sunt nota, qui nichil nesciens novit omnia. La costumbre de escribirse los nombres de estos difuntos en una tablita que se tenía presente al tiempo del sacrificio de la misa, consta de la respuesta que a dicha encíclica dio el monasterio de S. Pablo (y no expresa cuál es) donde se lee: eius (Olivae) nomen in paginola super altaria in commemoratione conscripsimus. He aquí a mitad del siglo XI conservada la costumbre antigua de los dípticos. Es también de notar que estas contestaciones se escribían a continuación de la encíclica, sin otro orden que el del tiempo en que se recibía, cosiendo nuevos trozos de pergaminos según la necesidad, y formando de ellos una sarta de algunas varas; y cuando ya les parecía que para el número de monasterios e iglesias que faltaban era bastante el respaldo de los pergaminos, en él se continuaban las contestaciones. Con lo cual formaban un volumen escrito por de dentro y por de fuera. Además de este precioso monumento, 

quedan en el mismo monasterio de Ripoll otros dos iguales, uno en la muerte del abad Seniofredo, que murió a 4 de Julio del año 1008, y otro en la del abad Bernardo a 20 de Junio de 1102. De ellos me he aprovechado bien para la noticia de abades y obispos recién finados en esta provincia. No dejo de extrañar que de toda ella sea este solo el archivo que conserve esta especie de documentos, que no son poco importantes para la historia y literatura de aquellos tiempos.

Volviendo a las cosas del obispo Oliva, el día 30 de Octubre en que murió consta también expresamente en la escritura de elección de su sucesor en la abadía de Ripoll, la cual comienza así: Anno millesimo quadragesimo VI. III. Kal. Novembris, feria V. excessit à saeculo feliciter domnus Oliva, bonae memoriae, eximius pater, episcopus Ausonae, et abbas caenobii Sanctae Rivipollentis Mariae. Anno vero millesimo XLVII. incarnationis Christi venit domnus Guillelmus inclitus comes in caenobio Sanctae Dei genitricis Mariae Rivipollentis, II. Idus Marci, et praefecit ipsi caenobio domnum Petrum abbatem &c. Esta escritura vi en el archivo de aquella casa (caj. 1. leg. 4. n. 7). 

Sobre el lugar de su sepulcro, el P. Flórez (pág. 32) impugna a Yepes en lo que dice que el difunto obispo fue trasladado a Ripoll desde Cuxa donde murió. Es cierto que hasta ahora no se ha descubierto prueba alguna que nos asegure de esta traslación; pero no deja de ser respetable la tradición de Ripoll, que señala por lugar de su entierro un sepulcro de piedra que hay en su iglesia, pegado a la pared lateral del coro, y bastante elevado sobre el pavimento, en el cual está entallada una figura antigua de obispo. Más es, que ya de tiempo inmemorial los monjes, celebrado su aniversario el día 30 de Octubre, van a dicho lugar, y allí cantan un responsorio por el alma de ese prelado. De los escritos de este sabio obispo sólo se conocen hasta ahora el sermón en la fiesta de S. Narciso, y la carta al rey de Navarra D. Sancho el Mayor, y alguna otra cosilla de que ya habló el P. Flórez. Yo puedo añadir la noticia y copia de un breve poema que compuso en alabanza del monasterio de Ripoll y de su iglesia. Refiere en él los nombres de los condes que allí están enterrados, y también de los abades que gobernaron la casa. Entre los cuales (después de haber hablado de sí mismo en tercera persona) se cuenta él con estas palabras: 

Septimus ipse sequor, qui nunc sum carminis auctor. 

Esta obrilla existe en la biblioteca de dicho monasterio (vol. fol. vit. n. 57). 

El primero que yo sepa que tuvo noticia de ella, fue el P. M. Fr. Benito Ribas, monje benedictino de Monserrate. Yo la he copiado del mismo códice, y va adjunta (a: Apend. n. XXX). Allí mismo (vol. n. 40) se hallan escritas de letra del siglo XI dos cartas inéditas de nuestro obispo. Una dirigida a los monjes de Ripoll, participándoles las constituciones establecidas en el sínodo que acababa de celebrar, y encargándoles su observancia, y que las comuniquen domno Pontifice para su cumplimiento. Quién fuese este domno Pontifici no es fácil decirlo, porque el que escribía la carta era también abad de Ripoll. Acaso quiso designar con esa expresión a Wifredo, obispo de Besalú desde el 1017 hasta 1020 o poco más, y después obispo de Carcasona, pero residente en los lugares inmediatos de S. Juan de Ripoll y Besalú hasta su muerte en 1054: y que por lo mismo debía estar enterado de las leyes eclesiásticas que regían por acá, siendo la mayor parte de ellas ordenadas tan en pro de la agricultura y del comercio, como verás en la copia adjunta (a: Apend. n. XXXI). Mas esto no pasa de conjetura. La otra carta que decía, debe llamarse más bien una memoria que dejó a sus sucesores en la abadía de Ripoll, encargándoles el cumplimiento de lo que había establecido, es a saber, que se cantase un aniversario por todos los hermanos difuntos el día en que se lee el evangelio de la resurrección de Lázaro, lavando además los pies a trece pobres, en reverencia de J. C. y de sus doce apóstoles, y sirviéndoles comida y vestido. Digo que este encargo se hace a los abades de Ripoll, porque al margen de este MS. se halla el decreto de Raimundo abad de aquella casa, en que renovando lo mandado por su antecesor Oliva, lo recomienda de nuevo a sus sucesores. Y así debe entenderse el ir la carta dirigida karissimo successori katedrae nostrae (a: Apend. n. XXXII).

Advierto que no confundas, como han hecho muchos bibliógrafos, los escritos de este obispo Oliva con los de otro del mismo nombre monje también de Ripoll, y que floreció al mismo tiempo. La distinción de ambas personas, y los escritos del segundo se dirán oportunamente en su lugar. 


GUILLERMO 


desde 1046 hasta 1075. 


Era este obispo hijo de Guifredo, y hermano de Bernardo Guifredo de Balciarenno (Balsareny) casado con Bonadona, llamada también Guascha (N. E. igual Wasca, Wasqa, Huesca, Osca, que Gascuña, Gascogne, gascón, etc). Todos estos le ofrecieron por canónigo a la iglesia de Vique siendo obispo Oliva día 23 de Octubre del año II del rey Enrique (1032). En esta ocasión dieron los oferentes a la canónica todo el señorío de Castelet y los mansos de Puigladre, Peralta y Puig, y el honor y pertenencias de la parroquia de Santa María de Balsareny. El obispo dio al nuevo canónigo la posesión de los mansos de Caneles y Pujol, y el honor de Villalambert, pagando él por censo a la canónica en cada un año duos porcos canonicales.

La identidad de este Guillermo con nuestro obispo se convence por el necrologio de esta iglesia, donde se lee: XIII. Cal. Augusti obiit Bernardus Guifredi de Balciarenno, frater dicti Guillelmi pontificis: y también por el testamento del mismo Bernardo de 18 de Octubre año XV del rey Enrique (1046), donde dice que es hermano de Guillermo, arcediano entonces de esta iglesia, y es el electo obispo poco después. Así que no hay duda en este parentesco apoyado en documentos legítimos. Y es bien extraño que no 

se haga en ellos mención del deudo con el obispo Oliva, que el P. Flórez supone, siendo según su cuenta el oferente hermano de dicho Oliva, y el ofrecido su sobrino. Bástame proponer esta duda; por lo demás no tengo a mano con qué contrarrestar los fundamentos en que apoya su dicho aquel sabio escritor. 

Mejor pudiera desvanecer la calumnia con que Balucio (Marca Hisp. col. 447) denigró el clero de nuestras iglesias, suponiendo que en ellas se toleraba el matrimonio de los canónigos. Porque leyendo que nuestro obispo Guillermo, con anuencia de los suyos, dio en feudo el castillo de Medalia en el año 1052 a Ermengol Ermemiro, canónigo de esta iglesia, y a su mujer e hijos, tuvo por cierta su sospecha, y concluyó: Mirum valde est fuisse inter eos canonicum coniugatum. Sed id tamen insuetum non fuit ea tempestate in his regionibus. No hubo más, leyó canónigo, y lo supuso eclesiástico. ¿Qué diría, si leyera los nombres de varias canónigas? No se acordó tan sabio escritor de que en todas las iglesias había canónigos legos de ambos sexos: y que los archivos están llenos de testamentos de canónigos casados, los cuales se llamaban así, no por ser admitidos al ministerio, sino a la porción canonical, la cual les concedían agradecidos a las pingües donaciones con que dotaban las canónicas, o a otros beneficios que les hacían, o por convenios particulares (a: V. sup. pág. 64). 

A esta manera nuestro rey católico es canónigo de varias iglesias, en cuyos coros toma asiento como tal, y recibe la porción que le corresponde. Así la iglesia de Barcelona llamaba canónigos a los pescadores. Y ya se sabe que la palabra canónigo tiene dos etimologías; porque o se toma à canone sive regula, esto es, norma de vida clerical, o à canone, esto es, nómina o lista de los pertenecientes a la iglesia en cualquier manera, o en cuanto al servicio de ella, o en cuanto a la participación de sus frutos. Basta de esto por ahora; porque lo que toca al obispo Guislaberto (Gisbert) de Barcelona, que cita el mismo escritor, se examinará en su lugar. 

Volviendo a las memorias de nuestro obispo Guillermo, el P. Flórez refiere el viaje que hizo a Roma hacia el año 1050. Yo tengo motivo para creer que lo repitió diez años después; porque en el testamento sacramental de Guillermo Cixile, canónigo de esta iglesia, que dispuso de sus bienes estando para ir a Roma, dicen los testigos:

“Ego Petrus Guillelmi sacerdos et canonicus &c. qui illo interprete cum domino Guillelmo pontífice revertebamur à Romana Urbe, iurando testificamur super altare Sancti Benedicti in Sede Vici, quia vidimus... Postea ex illa infirmitate ex parte convaluit, et ut medicaretur à medicis ad Florentinam Urbem adiens in mense Februario, ibi ab hoc saeculo decessit. Quod est actum Idus Iunii anno primo regis 

Philippi.” Este año es el de 1060; y como estas declaraciones se hacían antes de cumplirse los seis meses de la muerte del testador, es preciso decir que a fines del año antecedente volvía de Roma nuestro prelado, acompañado de este intérprete que murió en Florencia. Mayor certidumbre tenemos de otro viaje del mismo obispo al concilio de Narbona en el año 1055. Ya dije en el pontificado de Oliva la concordia que este hizo con Bernardo Sendredo sobre las iglesias sufragáneas de Gurb, las cuales le dejaba solamente durante su vida. Parece que muerto Sendredo, Guillermo uno de sus hijos pretendería vincularse la posesión de ellas. Lo cierto es que nuestro obispo Guillermo logró que en el citado concilio se fulminase excomunión contra dicho poseedor, y que se declarase por los Padres que era nula, sacrílega y forjada sophisticâ machinatione la escritura que él había presentado en abono suyo, la cual según el tenor de aquel decreto era la concordia insinuada del obispo Oliva. 

Manda asimismo el concilio que se esté a la excomunión fulminada por el obispo Borrell, y en su virtud sean despojados de las tierras y derechos anexos sus injustos poseedores. Mejor se verá esto que digo en la copia del documento original que existe en este archivo, sacada con increíble trabajo por lo descolorido de la tinta (a: Apend. n. XXXIII). 

Advierto que no se han publicado las actas de este concilio, que yo sepa, y que no fue a 1° de Octubre, como dijo Flórez siguiendo a Moncada, sino a 27 de Septiembre del año XXV del rey Enrique. Muy precipitadamente hizo este obispo el viaje a Narbona, pues a 12 del mismo mes y año me consta que se hallaba en Ripoll excomulgando a los usurpadores de los bienes de aquel monasterio, como vi en su archivo; y a 27 del mismo ya había logrado con su presencia en Narbona aquel decreto conciliar. 

En el año 1062 y II del rey Felipe, día 23 de Agosto, dedicó la iglesia de San Martín del lugar del Brull, edificada por Guilia vizcondesa de Cardona, y dotada por Ramón Folch y su mujer Ermesinda, vizcondes del mismo título. Todo lo cual confirmó nuestro obispo según costumbre; aunque el exordio y remate de la escritura tiene su originalidad en algunas cláusulas muy ponderadas. De la cual no diré más, ni va copia, porque sólo hallé un traslado de ella en el archivo de la misma parroquia. Y a trasladar traslados no 

me sé acomodar, si no hay de ello grande necesidad.

Otro viaje o cruzada del mismo obispo contra los moros de España consta por el testamento que hizo un Pedro Bernardo a 7 de Octubre, año IIII del rey Felipe (1064), el cual empieza así: In nomine Domini. Ego Petrus Bernardi volo pergere cum domno Guillelmo pontífice, seu cum ceteris fidelium turmis, in Ispania pro amore Dei: et ideo facio hunc testamentum &c. La escritura está en este archivo (núm. 1442). 

La expedición que indica sería la que por entonces se emprendió contra el territorio y ciudad de Barbastro, que fue ganada de los moros a principios del año siguiente 1065. 

Del año 1066 queda una noticia importante para la historia de este país, y es la erección de la abadía y dedicación de la iglesia de S. Marcial de Monseny, monte situado a 4 leguas al E de esta ciudad de Vique. Ya de más antiguo había en Monseny (inter duo montis signa) una iglesia de S. Marcial, a donde Guifredo, instruido desde la niñez en las letras sagradas y educado en la disciplina monástica, se había retirado con algunos monjes, erigiendo el lugar en monasterio, y gobernándolo sin título de abad. Este dictado se dio ahora al mismo Guifredo por nuestro obispo, el cual a ruegos de los monjes y del noble Umberto, hijo de Otón y de su mujer Sicardis, y del hijo de ambos Guillermo, que dotaron la nueva casa, la elevó a abadía de la orden de S. Benito, confirmándole con la autoridad canónica y bajo las penas de estilo todas las posesiones que le dieron los fieles. La escritura que de esto se hizo, existe original en el archivo del monasterio de S. Salvador de Breda (a: Apend. n. XXXIV), escrita por el mismo abad Guifredo en cuyo favor se hacía, el cual subscribe así: Wifredus abba, qui amore Dei, et Sancti Marcialis honore, hanc dotem per se ipsum, VI. Idus Decembris, et in anno millesimo LX.VI. ab incarnatione Domini scripsit cum litteris superpositis, et VI. anno Philippi regis Francorum sub+scripsit. De paso advierto que esta es una de las pruebas más claras de la costumbre que entonces había de firmar las escrituras de donaciones, como testigos de ellas, los mismos en cuyo favor se hacían; de lo cual me acuerdo que trata Mabillon de re diplomática. Cosa que por no saber algunos historiadores, han dado por fingidos algunos documentos con no pequeño daño de la historia. En el que digo firma también de su mano nuestro obispo, y muchos de los canónigos de su iglesia, y el abad Suniario, que sin duda era el de Breda. Entre las posesiones de la nueva abadía es notable la siguiente: Omne alodium apud marítima in loco vocato Argentona, ubi cognominatur CIVITAS FRACTA vel ALCRONA. 

La civitas fracta es la ciudad de Mataró; y esta es una nueva prueba de haberse llamado así en el siglo XI, en alusión a la grandeza del antiguo Iluro, o bien de fretum o 

freta, como dice Tarafa en un diccionario geográfico que conserva la biblioteca del Carmen descalzo de Barcelona (cod. N. núm. 350). El mismo escritor conjetura que Argentona se llamaría antes Argantona por ser fundación de Argantonio rey de los Tartesios. Pero esto ya se sabe lo que vale: y también se sabe que es fácil distraerse del asunto principal.

Volviendo pues a él, y después de recordar que nuestro obispo asistió al concilio de Gerona de 1068, del cual se tratará en lo de aquella iglesia, digo que el remate de este pontificado necesita de alguna ilustración. Hizo el obispo su testamento a 6 de Febrero (no a 4) del año XIV del rey Felipe (1074). Su exordio es este: “In nomine Domini. Ego Guillelmus dictus episcopus Ausonensis ecclesiae, quia divinâ largiente gratiâ actenus fui in magna constantia valde repletus de magna substantia, antequam veniat dies ultima, dum adhuc sum in mea sanitate, et memoria, volo relinquere omnia, et Christum sequi ex toto corde cum omni diligentia ac patientia. Habeo quidem in animo fixum, ut faciam me monachum; et antequam (pergam) ad cenobium, in quo debeam plangere meum peccatum, meum facio testamentum &c." 

Parece que puso en ejecución su deseo de retirarse a un monasterio, aunque no se 

sabe cual: pues con fecha de 7 de Junio del año XV del mismo rey (1075) hay aquí una escritura de arriendo de ciertas tierras en Vilalleons, que comienza de esta manera: 

In nomine Domini. Ego Guillelmus OLIM dictus episcopus, et Guillelmus sacristanus, et ceteri canonici Sancti Petri &c. Es claro lo que significa aquel olim; mas por otra parte parece que no debió renunciar la silla, puesto que desde su retiro cualquiera que fuese, hacía este y otros actos de jurisdicción y propiedad. Acaso podrán componerse ambos extremos diciendo que el obispo no se hizo monje en monasterio distinto de su 

iglesia, sino que abrazó el monacato y la vida común que prescribió a esta canónica su antecesor Wadamiro en 957, según dije en los correos anteriores: en los cuales se vio también que había en esta canónica monjes y no monjes. Así que no saliendo de su iglesia, y siendo (aún monje) cabeza de la canónica, pudo nuestro obispo ejercer dicha jurisdicción; aunque siempre será difícil concordar esto con el olim dictus episcopus. 

El tiempo acaso descubrirá más. 



GUIFREDO (GVIFREDO) (N. E. Wifredo, Guifre)

excluido de este catálogo. 


El P. M. Flórez (pág. 141) pone este obispo Ausonense, medio entre Oliva y Guillermo. Yo no puedo dejar de hacer hincapié en el silencio de esta iglesia, que ni en episcopologios, ni en necrologios, ni en escritura alguna hace mención de haber tenido tal obispo. Además en las mismas palabras de la escritura en que únicamente se funda dicho historiador para decir que Guifredo era obispo de Vique, se ve claramente que no lo era; y yo no acabo de admirarme cómo no lo advirtió el mismo. Dice en ella nuestro obispo Guillermo: Veni ego ad dominum Guifredum episcopum, quando adhuc eram archidiaconus, me ipsum commendavi, et suum hominem me feci. Guillermo era arcediano de Vique; luego no era obispo de la misma iglesia el Guifredo a quien él se 

encomendó y se hizo su vasallo (Guifredo, Guifre, no es el mismo nombre que Wilhelm, William, Guillermo, Guillem, Guillermus, etc). Prosigue el mismo: Et ille (Guifredus episcopus) ecclesiam Sancti Quirici cum decimis et primitiis ad suum opus, et ad opus canonicorum SVORVM retinuit. Aquí se distinguen claramente los canónigos del obispo Guifredo de los de la iglesia de Vique; porque si de estos hablara Guillermo, siendo él como lo era uno de ellos, de otra manera debiera explicarse. 

Y efectivamente y sin disputa eran distintos los canónigos de aquel obispo de los de Vique. Eran los de la iglesia de San Juan de Ripoll, o de las Abadesas, introducidos ya allí desde el año 1017, en que por decreto del papa Benedicto VIII fueron expelidas las monjas que allí había, y substituidos los canónigos según la regla Aquisgranense. Guifredo era abad de esta canónica, y además era su obispo. Para inteligencia de esto es menester prevenir que en ese año 1017 el conde de Besalú Bernardo, apellidado Tallaferro (N. E. de tajar, cortar, fierro, hierro, cortahierro), logró del sobredicho papa el honor de silla episcopal para su condado, sin fijar la iglesia o sede, y dejando al arbitrio del conde señalarla o en S. Juan de Ripoll, o en S. Ginés de Besalú, o en S. Pablo de Fenollet. Este obispado duró cosa de seis años, y no más: merced a las quejas y diligencia de los diocesanos de Vique y de Gerona, de quien se había desmembrado. El obispo Guifredo que obtuvo esta silla efímera, poseyó al mismo tiempo la abadía de S. Juan de Ripoll, conservándola hasta su muerte acaecida en 1054, aun después de suprimido el obispado de Besalú, y de haber sido promovido como lo fue al de Carcasona en 1031. Siendo pues Guifredo a un mismo tiempo obispo de Carcasona y abad de S. Juan, en cuantas cosas hizo se intitulaba y era reconocido por obispo. 

Tal es la restitución que se hizo a los canónigos de San Juan y a su abad el obispo Guifredo de la iglesia de S. Quirico, propia de dicho monasterio de S. Juan desde su primera fundación, la cual había enajenado la última abadesa de aquella casa Ingilberga. De todo lo dicho se darán las pruebas y se hablará con la extensión que merece esta curiosa especie, cuando tratemos de las colegiatas de San Juan de las Abadesas, y de Santa María de Besalú. Entonces acabarás de entender con cuanta razón debe ser excluido esté Guifredo de la serie de los obispos de Vique. 


BERENGUER 

(arzobispo) 

después del 1075 hasta el 1099. 


Que este prelado se llamase Berenguer Seniofredo consta ciertamente de una venta que hizo Raimundo con su mujer Ginedell en el Febrero del año XXVII del rey Felipe (1087), donde se lee: et affrontat à parte orientis in terra de Berenguer Seniofred episcopus. Mas no hay inconveniente en que junto con este apellido patronímico fuese también conocido por el de Rosanes, su casa solar. Su madre se llamó Ermessindis (Ermesinda y variantes), como se lee en el homenaje que le prestó Guillermo Ramón 

Senescalch (Senescalc; senescal), y se halla en este archivo (núm. 1551). Esta clase de escrituras es muy apreciable, porque regularmente se expresan en ellas los padres del que recibía el homenaje, y muchas veces también los de quien lo hacía. Otro carácter constante se observa en ellas, y es que no tienen fecha alguna: lo cual importa mucho advertir, para no creerlas de contado o fingidas, o simples copias. 

En este género sólo decide la antigüedad de la letra, en la cual siendo cursiva cabe poca equivocación.

Los principios de su pontificado no pueden fijarse hasta después del 1075, en que aún vivía su antecesor. Asistió con otros prelados de la provincia al concilio celebrado en Gerona el año 1078 por el cardenal Amato; de lo cual se dirá más en lo de aquella iglesia. 

Algunas escrituras hay aquí pertenecientes a este pontificado, que aunque están sin fecha, merecen publicarse por la singularidad e importancia de su contenido.

Primeramente hay un pergamino escrito sin duda a fines del siglo XI que empieza así: Notum sit... quod mater ecclesia Barchinonensis captivata et destructa à perversis hominibus longo tempore mansit. Sed postquam Dei misericordia voluntatem Berengarii comitis inspirare dignata est ut ipsam ecclesiam Barchinonensem de tanta captivitate liberaret, et eam ad Dei servitium restitueret, voluit ipse comes B. ut Berengarius Ausonensis in sua potestate Barchinonensem sedem et episcopatum teneret. Prosigue diciendo que temeroso el conde de que Bernardo Guillem de Queralt se opusiese por la discordia que entre ellos había, y ocupase dicha sede de Barcelona, mandó que diese rehenes y fianzas al Ausonense, conforme verás en la copia adjunta (a: Apend. n. XXXV). 

Voy a proponer mis conjeturas.

Primeramente reflexionando las expresiones con que se pondera el cautiverio, desolación y restauración de la iglesia que allí dicen, parece que quisieron denotar la Tarraconense, en cuyo lugar el que extendió aquella nota pusiese Barchinonensem. Cuadra con esto que el conde Berenguer allí nombrado pudo ser Berenguer Ramón, el cual muerto su hermano Ramón Berenguer Cabeza de Estopa, gobernó como conde desde el año 1082 hasta el 1092, tiempo en que se trató de la conquista de Tarragona y restauración de su metrópoli en la persona de nuestro obispo Berenguer: dos cosas en que el conde empleó todo su poder y valimiento; y a esto alude el temor de que el dicho Queralt, oponiéndose a la posesión de nuestro obispo, ipsi comiti honorem auferret. Porque cierto era cosa honrosísima al conde restaurar la metrópoli, y sacar a nuestra provincia de la sujeción a la Narbonense. En esta hipótesis es llana la inteligencia del documento. Bernardo Guillem de Queralt era persona muy principal en 

aquel tiempo, y a lo que entiendo el mismo que fue tutor del niño conde Ramón Berenguer III en 1082 junto con su tío Berenguer Ramón. La discordia de este noble con nuestro obispo sobre las iglesias de Gurb está patente en el P. Flórez (pág. 157), reliquia de los cuentos que arriba se dijeron en el pontificado del obispo Oliva. Así que no es extraño que se opusiese a que su rival creciese en jurisdicción.

Mas la constancia con que el MS. dice siempre iglesia, sede y episcopado Barchinonense, da margen a otras da reflexiones. Porque o bien Queralt siguiendo el partido del Narbonense se opuso a que mater ecclesia Barchinon. por ser de la capital, reconociese por metropolitano al obispo de una ciudad subalterna cual era el de Vique, creado arzobispo de Tarragona: o puede este cuento referirse a la vacante de la iglesia de Barcelona que en Flórez (Tom. XXIX.) suena sin obispo desde el 1083 hasta el 1086, a la cual quisiese el conde trasladar a nuestro Berenguer, o encargarle por lo menos su gobierno.

Como quiera que esto sea, el documento por todas las personas que en él figuran, pertenece al tiempo de nuestro obispo, y de un modo o de otro la cosa es algo, y acaso proporcionará descubrir algún hecho de importancia.

También coloco en este pontificado un concilio tenido en esta iglesia para confirmar la inmunidad eclesiástica, que, llamaban paz y tregua de Dios. Hállase aquí un ejemplar sin fecha ni firmas; pero es posterior a otro concilio celebrado aquí mismo y con el mismo objeto en 1033, porque en el que digo se menciona la fiesta de la consagración de la iglesia Ausonense, que fue en 1038. También es posterior al año 1068 en que se estableció la tregua Gerundense; y con todo esto es distinto del que se publicó en la Marca Hisp. (apend. n. CCLXIX.) como se ve en su contexto; que aunque en lo substancial convienen, mas el nuestro pone el catálogo de todas las fiestas en que se debía particularmente guardar la paz y tregua. Por esto, y no constándome el año a que puede reducirse, he querido conformarme con lo que indica su carácter, que es del 

tiempo de este pontificado (a: Apend. n. XXXVI).

Sin fecha se halla también otra escritura de varias quejas propuestas por la iglesia Ausonense contra los perversos que invadían sus posesiones: en la cual hay noticias harto curiosas acerca de la disciplina de aquel tiempo. Al fin se manda que Pedro Rigual (que era el fundador de la canónica de Vilabertrán) deje el priorato de S. Juan (de las Abadesas) de que se había apoderado, y vuelva a su primera iglesia. De esto se dirá en su lugar. Mas ello basta para creer que esta escritura de que hablo, es de este tiempo en que vamos. Con esto cuadra la queja contra Bernardo de Gurb (que en el Queralt que dije) qui aufert nostrae canonicae ecclesiam Sanctae Mariae de Mesleu: y la otra contra Arnaldo de Guardia, qui asalivit nostram sedem et archiepiscopum. 

Va copia (a: Apend. n. XXXVII). No se sabe a quién se presentaron estas quejas; acaso al concilio que Bernardo arzobispo de Toledo, legado del papa, celebró en esta catedral, de lo que habló el M. Flórez. 

Este concilio quiso congregarlo por sí solo nuestro arzobispo, y presidirlo como 

metropolitano; pero se lo estorbó el sobredicho legado, mandándole además que se le presentase en la fiesta inmediata de S. Miguel en cualquiera parte de España donde estuviese. Consta todo esto de la carta que le dirigió sin fecha; pero que está aquí original, como se ve en el sobre y en los cortes y dobleces para cerrarla. Va copia (b: Apend. n. XXXVIII) de ella, como también de otras dos escrituras que contienen algunas disposiciones que se tomaron para la conquista de Tarragona, y la nota de los caballeros que ofrecieron al conde Berenguer y a nuestro arzobispo pasar a vivir y poblar aquella ciudad (c: Apend. n. XXXIX). Háblase como de cosa reciente de la elección que el papa Urbano hizo de nuestro Berenguer para arzobispo de Tarragona; y así las reduzco al año 1090. También se hace mención de un viaje que nuestro arzobispo hacía a las partes de España; acaso sería el que le mandó el arzobispo de Toledo en busca suya; y por consiguiente aquella carta debe también fijarse hacia el mismo año 1090, en el cual nuestro arzobispo en cumplimiento de su nuevo cargo había ya intentado congregar concilio provincial.

Más cierta que todo esto, aunque no tan importante, es la noticia de la dedicación de la iglesia de Santa María, San Pedro y S. Martín del castillo llamado Albarels (en la Segarra) hecha por nuestro prelado a instancias de Bernardo Onofredo, imponiéndole la obligación anual de una libra de cera para la catedral de Vique. La escritura original existe en el archivo de Monserrate (caj. 25. leg. I. n. 6.). En el exordio se lee: anno ab incarnatione Christi M.LXXXVII. Era M.CXXIIII. Al fin dice: facta carta III. Kal. Decembris anno XXVII. regnante Philippo rege. La era debía ser 1125; pero pues escribiendo XXIIII no cabía ese descuido, más fácil será suponerlo en los años de la encarnación, en los cuales el notario añadiese una unidad de más; de manera que el hecho sea del año 1086, con el cual puede convenir el XXVII del rey Felipe. 

No caben estas dudasen la dedicación que él mismo hizo de la iglesia de S. Julián Çasorba, término de Gurb, VIII. Kal. Aprilis incoante anno incarnationis Domini MXCI; que es prueba, aunque no necesaria, de que el año comenzaba a 25 de Marzo. 

De esta escritura hay aquí un traslado hecho X. Kal. Septembris anno M.CCXII. regni regis Philippi XXXIII: fecha notable para los que han creído que un concilio Tarraconense del año 1180 abolió la costumbre de calendar las escrituras por los años de los reyes de Francia. Sobre la época de la muerte de nuestro prelado trabajó mucho el P. M. Flórez, resolviéndose al fin en que murió en el año 1100. Por no fastidiar al que esto lea, omitiré el examen de las razones que alega en favor de su opinión. Y para que nadie la siga bastará producir un testimonio irrefragable de que mucho antes del día 1.° de Mayo de 1099 había ya fallecido. Hablo de la bula original del papa Urbano II en confirmación de la reforma que nuestro arzobispo había introducido en esta iglesia; cuya copia viste ya en los correos pasados (a: V. sup. pág. 43). 

El P. Flórez dio noticia de esta bula (pág. 174); mas no debieron enviársela copiada, porque el original es pésimo y para gente desocupada: y así no conoció las palabras de ella, que tan al caso son para lo que tratamos. Porque dice el papa: caetera universa (confirmo) quae BONAE MEMORIAE Berengarius episcopus vestrae communiae tradidit, et scriptorum suorum indiciis tam vivens, quam MORIENS confirmavit. Veamos ahora la fecha de la bula: Kalendis Maii, Indictione VII. anno Dominicae incarnationis MXClX. pontificatus autem domni Urbani secundi Papae XII. Datos que cuadran perfectamente entre sí hasta formar una demostración histórica de que a 1.° de Mayo de 1099 ya era muerto Berenguer, y tan muerto que hubo lugar para que el prior y los canónigos reformados acudiesen al papa y lograsen de él en ese día la confirmación de su canónica. 

Más es que Urbano II falleció a 29 de Julio del mismo año 1099; y así no podía expedir una bula en que mencionase la muerte de nuestro obispo, si este hubiera fallecido en el año 1100. Después de esta razón tan concluyente oigamos a un testigo coetáneo, es a saber, el necrologio que hay en el martirologio de Adón de la iglesia de Gerona; el cual dice: III. Idus Ianuarii: eodem die obiit Berengarius Tarrachonensis archiepiscopus, anno M.XC.VIIII. ab incarnatione Christi. La misma cuenta siguen otros necrologios, de los cuales alguno nota el año XL del rey Felipe, comenzando su época desde el 23 de Mayo de 1059, cómputo que era por acá muy común, según se ve en Campillo, y yo he dicho y diré muchas veces. Queda pues demostrado que el obispo Berenguer murió día 11 de Enero de 1099, con lo cual viene bien que ordenase su testamento el 7 del mismo mes. A esta cuenta debe ajustarse el documento que el P. M. Flórez cita en contrario, es a saber, la institución de los canónigos de S. Agustín en Manresa año MXCVIIII a 31 de Octubre del año XL del rey Felipe. Yo opino que en el año de la Encarnación señalado con notas romanas es imposible que el escribiente no pusiese VIIII (IX : 9) en lugar de VIII (8): recurso a que dicho escritor acude algunas veces, cuando a ello le obligan otros documentos incontestables, como a mí me sucede en vista de la citada bula de Urbano II. Así que tengo por cierto que en el año XL del rey Felipe, que comenzó a 23 de Mayo de 1098, instituyó nuestro prelado la canónica de Manresa en el mes de Octubre: a 7 del Enero siguiente hizo testamento, y murió a 11 del mismo mes. Con esto es llana la explicación de las escrituras que produjo Flórez, del obispo sucesor existente ya en el año 1100, sin necesidad de corregir sus fechas. 

GUILLERMO BERENGUER 

desde el año 1099 hasta el de 1101.

De lo que acabo de decir se sigue que la elección de este prelado se verificó en uno de los meses inmediatos al de Enero de 1099, no habiendo motivo para creer que vacase la iglesia, como lo hay para decir que el electo nunca se consagró, ni aun fue confirmado, sin duda porque cesando el derecho de metropolitano en la sede de Vique, hubo alguna repugnancia en volver a reconocer como tal al Narbonense. En las memorias que ya publicó el P. Flórez suena constantemente electo. Lo mismo he hallado en otras de poca entidad pertenecientes al año XLI del rey Felipe (1101). 

Entre ellas sólo citaré una original existente en el archivo de Ripoll (arm. de la camarería) fecha XII. Kal. Februarii anno XLI. regni rege Philippo: la cual empieza así: Ego Guillelmus Berengarii electus ad episcopus, et Bernardus Berengarii frater meus. Es una venta a Perfecto hebreo de un campo sito junto a S. Pedro de las Puellas propter pretium mancusos D.tos (500, quingentos, quinientos) auri Valencie de Rovals = firma Guillelmus electus Ausonensis ecclesie. La disposición testamentaria del censo que tenía en Barcelona, de que ya habló el P. Flórez, va copiada de aquel archivo (a: Apend. n. XL). 

En la donación hecha a esta iglesia y a su obispo por Giriberto Ugo, omitió dicho escritor la noticia que contiene la cláusula siguiente: ecclesia Sancte Marie Montisserrati, quam mittit idem Girbertus, cum omnibus quae habet, in baiulia (veguería, bájulo, veguer, bajulus, etc) Sancti Petri sedis Vici, et eiusdem episcopi, et successorum suorum. 

ARNALDO

desde el año 1102 hasta 1109. 

A las memorias de este prelado debo añadir la de que acaso fue de la ilustre familia de Malla, según puede inferirse del martirologio de esta iglesia, donde se halla el óbito siguiente: VIII. Kal. Iunii anno XVIII. regni regis Ludovici (1126) obiit Estephania de Medala, mater Bernardi archidiaconi, et soror Adirnal pontificis.

En la noticia de la adjudicación de la iglesia de S. Esteban de Granollers al monasterio de Ripoll hecha en 1103 (de que habló Flórez pág. 188), hay que añadir, que la escritura original de ello está en Ripoll (arm. de la abadía, leg. Granollers), y que en ella subscriben Pedro abad de Ager y Petrus episcopus Nazarensis confirmo.

Del mismo año es una escritura con que el conde Ramón Berenguer, de consentimiento de nuestro obispo Arnaldo, dejó en su libertad y total independenciaal monasterio de Santa Cecilia de Monserrate, el cual antes estaba sujeto a San Cucufate (Cugat) del Vallés; su fecha es Anno M.C.III. Era M.C.XXXXII. Indictione XII. VIII. Idus Septemb. anno XLIII. regni regis Philippi. De ella he visto un traslado en Monserrate (caj. 10. leg. 1). A la indicción sobra una unidad; o digamos que tomaron ya la del año siguiente, como también tomaron la era; y así se ve en otras escrituras fechas entrado el mes de Septiembre. Más adelante quejándose el abad de S. Cucufate de esta disposición, se remitió la causa a nuestro obispo, a Raimundo obispo de Barcelona y a S. Olaguer (Olegario), prior entonces de S. Adrián; los cuales se juntaron apud Matam de Pera, y juzgaron unánimes que según un privilegio del papa Urbano II, el monasterio de Santa Cecilia debía permanecer sujeto al de S. Cucufate, salvo el derecho de la iglesia de Vique. Esto sucedió XVI. Kal. Augusti anno XLVIIII. regnante rege Philippo. La escritura original vi en Monserrate (caj. 10. leg. 1. n. 18) (a:  Apend. n. XLI.). 

Pertenece esto al año 1108 de Cristo, último de Felipe, cuyo reinado comenzó el notario desde la primera época de él en 1059. Volviendo a las memorias del obispo, en el archivo del monasterio de Amer vi la escritura original de la dedicación que hizo de la iglesia de S. Miguel de Ordeig, sujeta al mismo monasterio. Su fecha es: anno Dominice incarnationis M.C.IIII. Indictione XII. regni quoque Philippi XLVII. die VIII. Decembris. La indicción cuadra bien con el año de Cristo; mas no el del rey Felipe, que debió escribirse el 44 o 45. ¿Quién adivinará la cuenta que el notario se forjó? ¿Diremos por eso que esta escritura no es original? ¿que es apócrifa? 

No le excede en esto, con ser más exacta, otra escritura de consagración de la iglesia de S. Marcial de Monseny, celebrada por nuestro obispo acompañado del de Gerona Bernardo Umberto. El primero hizo aquella solemnidad, por ser el lugar de su diócesis, y el segundo asistió por ser de su patrimonio, como monasterio dotado por sus padres Umberto y Sicardis, cuya constitución confirman ahora estos obispos, aprobando de nuevo la que hizo el obispo Guillermo de Vique el año 1066, como vimos en su lugar (a: V. sup. pág. 200). Hay que notar que entonces se instituyó abadía, y ahora no suena aquella casa gobernada sino por prior, que lo era Bonushomo. A esta decadencia dio causa la violencia con que Arnallo prior de Bañolas usurpó los alodios de esta iglesia, trasladándolos a otra de la diócesis de Barcelona, como se expresa en la escritura que va copiada del archivo de S. Salvador de Breda (b: Apend. n. XLII). 

Así esta como la otra del obispo Guillelmo indica ser escritura de consagración. Mas no habiendo en ninguna de las dos ocasiones edificio nuevo de iglesia, se han de reputar ambas por de pura dotación o confirmación de la casa y sus posesiones. Porque sabido es que para seguridad de ellas no había en aquellos siglos otro medio más eficaz que publicar el obispo, en este acto solemne, que tales bienes eran del monasterio o iglesia, dedicados y consagrados al culto de Dios y al alimento de los que allí le servían. Dígolo, ya que se ofreció la ocasión, porque algunas escrituras de consagración de iglesias no son más que esto que digo. A este monasterio impuso nuestro obispo la obligación de sujetarse al sínodo de Vique, como lo hizo o debió hacer su primer abad Guifredo. Fue esto año de la encarnación de Cristo 1104, indicción XII, día 5 de Febrero, año XLV del rey Felipe.

De la restauración de la canónica de Manlleu, o decreto dado por nuestro obispo en 1105, habló Flórez (pág. 190) extractando aquella escritura. Mejor será ver copia de ella; y va adjunta (a: Apend. n. XLIII).

Así como esta escritura pertenece al año 1105, y con todo eso se notó el año 47 de Felipe: no sé si tendrá lugar la misma discordancia en otra que va copiada del original, y que sólo notó el año 48 de dicho rey. Mas de un modo o de otro es una nueva memoria del obispo Arnaldo, el cual absolvió a Ugo hijo de Dalmacio y a su mujer Ermesindis de la sentencia de excomunión en que incurrieron por haber ocupado la iglesia de Rosdors. Redimiéronse ellos con una nueva donación a esta catedral (a: Apend. n. XLIV). 

Al año 1108 y día 17 de Julio pertenece otra escritura que vi en el archivo abacial de Cardona, y es la aprobación que dio nuestro obispo de la dote de la iglesia de Santa María, construida en el monte de Molsosa, la cual con licencia de los canónigos de Vique (acaso en alguna vacante de sede, o por ser de la jurisdicción de ellos) había dedicado Berenguer obispo de Barcelona. De esto se dirá más en lo de Cardona. 

RAMÓN GAUFREDO 

desde 1110 hasta 1146. 

En este obispo termina el P. M. Flórez el estado antiguo de la iglesia de Vique; y yo también acabaré esta carta que salió más larga de lo que pensé. Mas todavía es preciso decir dos palabritas de una concordia que este prelado hizo y firmó con sus canónigos, ofreciéndose mutuamente a defender sus bienes, y jurando terminar privadamente las querellas que en adelante se suscitasen a juicio de cuatro individuos escogidos del mismo capítulo, sin acudir a otro capítulo extraño, y mucho menos al juicio arbitral de personas seculares. Añadieron que el que quisiese entrar en su hermandad, esto es, ser canónigo, debía antes jurar este estatuto, nisi aetas, dicen, vel stultitia illum impedierit. Hállase esta escritura sin fecha, como es frecuente en las de esta clase. Mas su carácter, el nombre del obispo y de la mayor parte de los canónigos que subscriben en ella, demuestra que pertenece a esté pontificado (a: Apend. n. XLV).

También va nueva copia de las actas del concilio de Narbona, en que se estableció una cofradía de contribuyentes a la restauración de Tarragona. Al P. Flórez (pág. 199) envió copia el P. Caresmar de la que él halló en el archivo de Ager: y debió ser de la notada allí con el núm. 2342, la cual es muy diminuta. Yo la tomé del otro ejemplar que allí hay núm. 960. Sólo advierto que de dichos dos ejemplares uno es del año 1128 y otro del 1129, no del 27 y 28 (b: Apend. n. XLVI). 

En 1130 se halló con S. Olaguer, arzobispo de Tarragona, y Pedro obispo de Roda, en la dedicación de la iglesia de Tolba en Aragón; la cual algunos creen que fuese la antigua sede de Ictosa, mencionada en la división de obispados que se atribuye sin razón al rey Wamba. De esto se dirá en su lugar. A este mismo año 1130 pertenece la junta de condes y obispos en Barcelona, que Flórez adelantó al 1125 (pág. 197). 

Al año que digo la pone el original que vi en S. Pedro de Roda, donde lo copié para mi colección. Y es de notar, que las palabras que Flórez copió para honrar la sede de Vique, en el mío honran la de Barcelona. Y es que debieron escribirse varios ejemplares, según la variedad de los obispos que asistieron; a cada uno de los cuales en su distrito hicieron juez de los malhechores que allí se quisieron castigar.

En 1134 se halló presente y aprobó el decreto del mismo S. Olaguer, y del conde R. Berenguer IV, en que concedieron su inmunidad y protección a los que profesaban la orden de Jerusalén. En el viaje de Barcelona irá copia de esta escritura, sacada del archivo real de aquella ciudad, en la cual firma de su mano nuestro obispo. 

Otra noticia quiero poner aquí, aunque no toca a este prelado ni a su iglesia; y es la de un concilio celebrado en Narbona por su arzobispo Arnaldo, legado de la Sede apostólica, en el año 1135; en el cual el obispo Udalgario de Elna dio razón de como los moros invadieron aquella ciudad, y se llevaron cautivos a muchos cristianos, para cuyo rescate pedían que se les entregasen cien doncellas. El concilio para remediar este daño expidió un decreto concediendo varias indulgencias a los que contribuyesen con alguna suma de dinero. Hállase en el archivo de esta catedral (494) este decreto, que debieron enviar a las iglesias de la provincia comarcana Tarraconense, separada ya entonces de la de Narbona. Va copia de él por si no es conocido (a: Apend. n. XLVII).

Volviendo a nuestro obispo, día 18 de 1136 con acuerdo del conde de Barcelona hizo donación de las iglesias de Santa María de Prats de Rey, y de S. Andrés de la Menresana a los canónigos del Santo Sepulcro de Jerusalén, a su patriarca Warmundo y a su prior Girardo. Consta del Cartoral 1.° de dicha villa de Prats. 

Hallábase en Barcelona en 1139 cuando se extendió el decreto de elección del obispo de aquella catedral Arnaldo Ermengol, en el cual firmó de su mano, como se dirá en lo de aquella iglesia. 

Con el mismo obispo de Barcelona se halló en 1142 en el lugar de Alfoz (hoy Alfou) diócesis de Barcelona, donde consagraron ambos la iglesia de S. Julián. La escritura está aquí; mas no irá copiada hasta que se hable de aquel otro prelado.

Finalmente a 10 de Agosto de 1143 junto con su capítulo dio al monasterio de Santa Cecilia en Monserrate y a su abad Guillermo, la iglesia de S. Esteban de Marganell, cuyo patronato conservaba aún dicho monasterio durante todo el siglo XIV. Por lo menos he visto provisiones de su curato hasta el 1391, hechas por el abad de aquella casa. Los vecinos de aquel lugar debían recogerse al castillo Marro en tiempo de guerra, y seguir su someten (somatén, so metent), según lo dispuso el rey D. Pedro IV de Aragón en 1364.

Estas son las memorias que he tenido que añadir al episcopologio del P. M. Flórez, dejando intactas y sin repetir las que él publicó, sino cuando ha sido necesario corregir alguna equivocación. En la serie de los obispos siguientes podré hablar con más fluidez cronológica; aunque no faltará ocasión de refutar la cuenta que sigue el catálogo impreso al principio de las sinodales. A Dios. 

martes, 19 de julio de 2022

CARTA XLVIII. Noticia de algunos ritos antiguos de la iglesia de Vique. Reliquias. Luciano y Marciano

CARTA XLVIII. 

Noticia de algunos ritos antiguos de la iglesia de Vique. Sus reliquias. Si los SS. MM. Luciano y Marciano nacieron y fueron martirizados en Vique. Inscripción romana inédita. 

Mi querido hermano: Mientras voy preparando otras cartas más serias y detenidas, hoy quiero contarte una porción de cosillas sueltas, y no por eso inútiles; que por algo se dijo lo de las candelillas y del cirio pascual. Y lo primero que me ocurre es que el gobierno hizo muy bien en no acceder a tu propuesta, cuando para escribir la historia de los ritos pedías que las iglesias y monasterios enviasen a Madrid sus códices rituales. Porque muy cierto es que la historia de los ritos no está sólo en esos códices. Y ahora lo vas a ver con lo poco que apuntaré aquí de las actas capitulares de esta iglesia, como una muestra de lo mucho que tengo recogido. Esos libros se comenzaron a escribir a fines del siglo XIII, en virtud de la constitución que para ello hizo con su Capítulo el obispo D. Raimundo Anglesola. Mandose en ella que el libro donde se escribiesen fuese llamado liber vitae, y así se usa hoy día. Es de notar que en todo el siglo XIV y parte del siguiente contaba siempre el obispo con el Capítulo para establecer, reformar o quitar ritos: y que con este objeto entre otros asistía el prelado al Capítulo general de Pentecostés, que es cuando se entendía en esas cosas. 

Diré algunas de estas ordinaciones.

En 1311 se mandó cantar el himno Veni creator, en la tercia de Pentecostés y su octava. En 1319 mandaron quod evangelium vel epístola in missa maiori, quae  celebrabitur in maiori altari sedis no nostrae, ulterius non cantetur. Evangelium tamen, quod cantatur in matutinis in festivitatibus Natalis et Epiphaniae Domini, cantetur more solito. Epistolam vero, quae in festo Sancti Stephani in missa populari cantari consuevit, de cetero prohibemus cantari. Más adelante en 1324 concedieron que se cantase el evangelio en las principales fiestas del año; pero con licencia del obispo, y en su ausencia del precentor. Esta prohibición de cantar el evangelio y epístola en la misa mayor, no quiere decir que se mandase rezar; lo cual no cabe donde con tanta pompa se procuraba solemnizar aquel acto. Prohibieron pues primero y después permitieron en las fiestas principales que se cantasen con nota de música, a la manera que se cantaban los dos evangelios de la genealogía de Cristo, que eran parte del oficio en los maitines de Navidad y de la Epifanía, como lo son y como se cantan hoy día en mi orden por el diácono en música de primer tono, en la cual también los conservan escritos los libros de esta y otras iglesias. La epístola, cuyo canto del todo se prohibió en la misa popular o digamos matutinal del día de S. Esteban (porque ya se sabe que había dos misas en los días clásicos) era una paráfrasis en verso y lengua vulgar de la epístola latina de aquel día; de la cual hallé un ejemplar en la colegiata de Ager (cod. n. 2563) y va copiada (a: Apend. n. IX.), no sólo porque veas lo que ello era, sino por lo estimable que te debe ser esta pieza de poesía, que yo juzgo ser del siglo XIII cuando menos. Esta misa popular se decía aquí en una capilla que había debajo de los claustros, cuyo piso estaba antes muy levantado. 

En 1322 establecieron el toque de campana al anochecer, para que todos rezasen de rodillas una Ave María pro salute ac pace animorum et corporum, ac fertilitate, et conservatione fructuum terrae. La oración nocturna que llamamos de ánimas, se intimaba aquí al pueblo, no con toque de campana, sino a voz de pregón; y esto aún en 1648, como consta en el archivo de la ciudad. En 1330 se resolvió hacer procesión solemne del Corpus. Cinco años después hay constitución de que nadie sin licencia del tesorero pueda ser enterrado in Galiera, delante de la puerta de S. Juan, una de las laterales del templo. Galiera es lo mismo que Galilea: nombre que daban al pórtico o atrio construido delante de las puertas de las iglesias, que antes de ese tiempo solía servir de cementerio para los reyes y grandes personajes y los individuos del clero, permitiéndose solamente a los obispos enterrarse dentro de los templos. El que ahora se escandaliza de que a nadie se permita enterrar en ellos, ¿qué dirá cuando vea tan celoso a este capítulo en el siglo XIV para impedir la sepultura aun en la parte exterior? ¡Ojalá llegue a restablecerse del todo, como ha comenzado ya la antigua disciplina en este punto! En 1344 se mandó que al tiempo de comenzar el Praephatio en la misa mayor de cada día, se hiciesen ocho o diez toques de campana ad convocandum fideles ad videndum corpus Christi. Esto vemos aún hoy practicado en muchas partes. En 1463 a 5 de Abril Francisco Terrades, beneficiado de esta iglesia, instituyó que doce presbíteros vestidos ad modum apostolorum, qui solent indui in repraesentationibus sanctorum in die corporis Christi, asistiesen al monumento todo el Jueves Santo, cantando salmos usque in crastinum hora communicandi. No es esta la memoria más antigua de la solemnidad usada en los monumentos o como decimos sagrarios: en la iglesia de Ager la hay ya de ello en el siglo XII. Todo esto es de las actas capitulares. 

Pues de las consuetas pudiera decir otras muchas cosas curiosas; pero dejándolas para su lugar, apuntaré algunas que todavía se usan. Tal es la costumbre de elevar una cortina negra detrás de la mesa del altar mayor poco antes de alzar la hostia, para que el pueblo la vea con más comodidad. Es esto casi general en este país, y en algunas iglesias es muy reciente su abolición. Tal hay que además cierra con cortinas los lados del altar, al tiempo que se empieza el canon, quitando con esto al celebrante toda ocasión de distraerse. Úsase también aquí decir la Nona inmediatamente antes de Vísperas, a excepción de los días de vigilia. Más rara y casi sin por qué parece la costumbre de cantarse en voz baja por los sochantres el introito de las misas con su v., empezando en voz alta desde el Gloria Patri; y esto en todos los dobles por grande que sea la solemnidad, cuando en los semidobles y ferias se canta todo en voz alta. 

Lo mismo sucede en el v. de Completas: Converte nos &c. Sobre esto hay mayores curiosidades que observar en las consuetas de la iglesia de Gerona.

El obispo Ramón de Bellera en el sínodo que celebró a 5 de Mayo de 1358, mandó que la Eucaristía se reservase in sacrario in loco eminenti, prohibiendo que se depositase, como se usaba, en arcas que solían servir de asiento, con no pequeña irreverencia de los santos misterios. Conforme a esto en la iglesia de S. Jorge de Altariba (Altarriba), hoy sufragánea de S. Pedro de Santa Fe, diócesis de Solsona, en la pared lateral a la parte del evangelio, cerca del altar mayor, se halla un agujero cuadrado, o sea armario cavado entre dos piedras sillares, elevado ocho palmos sobre el pavimento, y con vestigios de frontizas para estar cerrado. Sobre él se lee: Hic est panis vivus, y debajo: qui de coelo descendit. Las letras son del siglo XIV, según me asegura. D. Francisco Mirambell, cura de Prats de Llusanés, de quien es la noticia de esta antigualla, que él por sí mismo examinó. 

Curiosa es también una rúbrica que se halla en el ritual de esta iglesia, impreso en 1508, sobre el modo con que el sacerdote debe saludar a los enfermos cuando les administra el viático. Dice así: “Lo curat deu tenir esment en aço; ço es, en lo saludar que deu fer al malalt. Car si lo malalt es prevere, deu dir: Mossseny (mon segnieur, mi señor, monseñor), nostre Senyor Deu sie ab vos. Axi mateix, si es jurista, deu dir: Mosseny. Si es lech (lego), deu dir: Seny, nostre senyor Deu sie ab vos. Si sera massip (maçip; mancipatus) o jove que no haia muller, deu saber lo nom propi (la r de proprio se perdió hace mucho) de fons, com ha nom, e pot dir lo nom propi (lo mismo con la r de proprio), ço es: N. nostre Senyor Deu sie ab vos; o pot dir sis vol: Mon frare, o mon fill, nostre Senyor &c. Si sera dona maridada, de quina condicio vulla que sia, encara que sia muller de noble, o baro, o cavaller, o gentilhome, no li deu dir Senyora per res; car daria desonor (daría deshonor; donaria deshonor) al cors precios de Jesu Christ, que es aquí (aquí sin tilde). Mas deu dir, sia quis vulla, o de gran ma o de baxa: Madona, nostre senyor Deu sie ab vos. Si sera nina (N. E. aún se usa en Mallorca; nena, niña, chiqueta, chicoteta; nin : nen : nene : niño : chiquet : chicotet), que no haia marit, pot dir: Ma filla, nostre Senyor &c. Item si lo pacient sera fadri o nina petits, pus sien de edat de combreguar (combregar : comulgar), lo curat nos deu tuaiar (sic) en les interrogacions dels articles; ans los deu honrar, axi com si era persona gran e ordenada." Al despedirse el cura del enfermo, le decía: Ara, nostre Senyor Deu sie ab vos, e ab mi, e bon prou vos faça. La simple lectura de esta rúbrica da margen a algunas observaciones que omito, y voy a probar si podré traducir esto en castellano, conservando la propiedad de ciertas palabras lemosinas: “El párroco (dice) debe poner cuidado en la manera y palabras con que saluda al enfermo. Porque si el enfermo es presbítero, debe decir: Mi señor, nuestro Señor Dios sea con vos. Asimismo si fuere jurista, debe decir: Mi señor. Si es lego debe decir: Señor, nuestro  Señor &c. Si fuere mancebo (a) o joven soltero, debe averiguar su nombre propio, y llamarle con él, diciendo: N. nuestro Señor &c.; o si quisiere podrá decir: Hermano mío, hijo mío, nuestro Señor &c. Si fuere mujer casada, de cualquiera condición que sea, aunque sea mujer de noble, o barón, o caballero, o gentilhombre, en ninguna manera la debe llamar señora; porque con ello deshonraría al precioso cuerpo de Jesucristo que allí está. Mas debe decir, sea quien fuere, o de alta clase o baja: Buena mujer (b), nuestro Señor &c. 

(a) Llamo mancebo a lo que la rúbrica masip (massipmaçip); nombre que se daba antiguamente a los siervos; y así decían mancipia ecclesiarum a los que tenían las iglesias. Luego se dio este nombre a todos los sirvientes; y aún hoy los que lo son de las parroquias de Valencia, son así llamados. De aquí pudo ser que se aplicase a todos los mozos o jóvenes, que por su edad están expeditos y en estado de servir, y a los solteros (emancipados). 

(b) Madona en lemosín contrapuesto a senyora, denota inferioridad. Ateniéndonos a la letra, debiera traducirse: mi mujer. Mas esto no cabe. Parece que en castellano no puede dársele otro equivalente más propio que el de buena mujer; a lo menos yo no le hallo otro.  

Si fuese joven soltera, puede decir: Hija mía, nuestro &c. Item si el doliente fuese garzón o niña de corta edad, con tal que la tengan para comulgar, no debe detenerse el párroco en preguntarles los artículos; antes bien debe honrarles como a una persona adulta y bien criada.” Al despedirse el cura del enfermo, le decía: Ahora bien, nuestro Señor Dios sea con vos, y conmigo, y buen provecho os haga. Y ahora nosotros vamos a otra cosa. Notorias son y muy multiplicadas las leyes eclesiásticas sobre la asistencia de los fieles a la misa parroquial, donde oigan la voz de su pastor. Muchas veces repiten este mandato los sínodos de esta iglesia; y acaso de aquí nace la observancia puntual de él en las parroquias rurales de este obispado. Lo he visto entre otras en la de Gurb, inmediata a esta ciudad, que como otras del país se compone de muchas casas de labradores (pagesos) separadas una de otra a grandes distancias, quedando solas en medio del campo la iglesia, y las casas del cura y del médico. En ella no se permite tocar la campana a misa privada, si hay alguna, sino solamente a las dos misas parroquiales que para comodidad de los vecinos se dicen en los días festivos, una a la salida del sol, y otra a las once del día. En ambas está en uso la oblación de pan o dinero, entregándolo los fieles al sacerdote al tiempo del ofertorio, y llevando en las manos velas encendidas. Tras esto acuden al pie del altar todos los no casados, de cualquiera edad que sean. Si alguna cosa representa el mutuo amor de pastor y de ovejas, es esta que digo. Allí él les pregunta el catecismo vulgar, corrigiendo al que yerra, explicando los misterios, y viniendo a parar en alguna reflexión moral análoga al evangelio del día: todo con la llaneza y sencillez propia de aquel acto, y con gran fruto de los ancianos, que con la frecuencia de oír no olvidan lo que una vez aprendieron. Los padres por otra parte se estimulan a la enseñanza privada de sus hijos, por no verles afrentados en público. En este ejercicio vi santamente ocupado a nuestro sabio teólogo D. Emeterio Martí. Por ello y por la pureza de costumbres propia de la vida del campo, son muy estimables estas parroquias; cuyos vecinos, aunque ricos y de grandes conveniencias, cual puede tenerlas un gran señor, no dejan la sencillez del trato que heredaron de sus mayores. La ley de los mayorazgos común a todas las familias de Cataluña hace subsistir estas casas que digo, contando muchas de ellas 700 y más años de antigüedad, sin haber aumentado ni disminuido sus posesiones en lo más mínimo. Objeto es este digno de las reflexiones de un político juicioso. 

Dejemos esto y volvamos a nuestro canto llano. Quiero decirte algo de las reliquias más insignes que hay en esta iglesia catedral; las cuales por la mayor parte se hallan colocadas en el trasagrario, dentro de dos armarios. Otra porción hay suelta, que con motivo de haberse trasladado la residencia al convento de los padres dominicos en los 22 años que duró la nueva fábrica, no tienen todavía asiento fijo, señaladamente las cajitas de las reliquias menores que en cada uño de los altares antiguos se habían depositado al tiempo de su consagración. En primer lugar es memorable un gran lignum Crucis, que consta de dos trozos cruzados por el medio, ambos de un dedo de espesor: el vertical tiene más de un palmo catalán, y el travesaño poco menos. Esta insigne reliquia dicen aquí que fue probada per ignem: cosa nada increíble, y que me consta haberse practicado aun en el siglo XVI, con otro que guardan los PP. Jerónimos de Valebron (Vall d'Hebrón), diócesis de Barcelona, y con otras reliquias. = Hay una gran toalla, cuya medida no pude tomar por hallarse muy doblada y encajada en su nicho, como lo están casi todas las demás reliquias; pero es de lienzo blanco, y se dice haber servido para envolver el cuerpo de S. Lorenzo después de su martirio. Al mismo 

santo alude un letrero en piedra mármol, que se guarda en la sacristía, del cual sólo quedan estas palabras: 

… QVO FVIT PO... 

...VS ELEVATV... 

...VS (signo como un 7, et) ASSAT ... 

El carácter parece a primera vista del tiempo de los romanos; pero el travesaño que hay en la parte superior de la A y el et, hacen ver que esta piedra se escribió en los tiempos bajos; aunque no por eso debe despreciarse.

En una redomita pequeña se lee: De lacte imaginis Beatae Mariae, quae est in partibus Ultramarinis, sin declarar cual sea la imagen a que alude.

Consérvase también la mano izquierda sin el dedo pulgar de S. Juan el Limosnero, y una sarta de cuentas con cruz, o sea rosario de dicho santo. He visto la auténtica en griego y en latín que firmó de su mano Gregorio patriarca de Constantinopla en Roma a 18 de Junio de 1456, cuando adquirió esta reliquia Cosme de Monserrat, confesor del papa Calixto III, y después obispo de esta iglesia. Junto con ella dice que se le entregó el pie izquierdo de S. Esteban Musiator, martirizado por los Iconoclastas. 

De ambas reliquias dice esa auténtica: “Quae quidem manus Constantinopoli in monasterio ad honorem B. Virginis Mariae condito, aliter ob conditricis nomen Keramarthas cognominato, venerabatur. Pes autem in monasterio alio quondam B. Virginis et S. Iohannis Prodromi, ob conditorem Lipsi apellato, reconditus erat." 

En seguida refiere como en la destrucción de Constantinopla robó estas reliquias un turco, y por medio de su suegro cristiano, que se llamaba Manilopus, las vendió al monje Pachomio; este a dos sacerdotes de Corcyra, estos a un monje llamado Nilo, el cual habiendo recibido de dicho Cosme de Monserrat una gruesa limosna para rescate de un hijo suyo, le entregó agradecido estas alhajas. No se halla aquí el pie de S. Esteban; acaso lo regalaría D. Cosme a la iglesia de Tarragona, donde obtenía entonces el arcedianato de S. Lorenzo. La mano se conserva con su piel y muy firme en su contextura, aunque ya denegrida. No es menos estimable el pie derecho de Santa Escolástica, hermana de S. Benito, que también se venera aquí, aunque recortado su dedo pulgar: consérvase de buen color y está muy entero. Tiene culto muy particular, y la Santa es patrona menos principal de la iglesia, donde se le hace fiesta muy solemne instituida por el obispo Pedro Jaime a fines del siglo XVI. Mucho antes de esto existía ya aquí esta reliquia, es a saber, en 1475, cuando a 10 de Febrero Bernardo de Riera, arcediano y vicario general del obispo Guillem Ramón de Moncada, mandó que por esta razón se celebrase la solemnidad de dicha Santa con rito de IX lecciones. Además de estas reliquias hay una costilla de S. Cipriano: un hueso de S. Lázaro y parte de su sudario: una tela grande de seda encarnada, en que fue envuelto el cuerpo de Santa Lucía M.: varios huesos de los MM. de Zaragoza: parte del cráneo de Santa Rufina M., y del cilicio de S. Celestino P. y M.: de la estola y pelos de la barba de S. Pedro Ap., y madera de su cátedra; huesos de S. Longinos: piel de S. Bartolomé: parte de la túnica, cíngulo y carne de S. Gregorio patriarca de Constantinopla; y otras innumerables, sobre cuya autenticidad sigo mi acostumbrado silencio. Lo que no debe extrañarse es que tantas y tan insignes sean, atendida la multitud de viajes que los prelados y otros individuos de esta iglesia hicieron a Roma y aun a Palestina, de donde no es regular que volviesen sin traer consigo alguno de estos tesoros. Sábese también que muchas de estas y otras reliquias que omito, fueron regaladas a esta catedral día 5 de Junio de 1475 por Simeón de Sala, ciudadano de Barcelona, el cual las poseía como testamentario del príncipe D. Carlos de Viana, y que agradecido el Capítulo instituyó un aniversario perpetuo por el alma de ese bienhechor, el cual debía celebrarse día 7 de Enero, que era la fiesta de S. Simeón. De otro instrumento consta que el citado príncipe poseía estas reliquias, parte de sus progenitores los reyes de Navarra, y parte por donación del papa Calixto III cuando estuvo en Roma. Tampoco es extraño que no se hallen las auténticas de todas ellas, considerados los rebatos frecuentes que han dado a este país las armas francesas. (N. E. Y las armas catalanas, en la guerra contra Juan II de Aragón.)

Sobre la ara del altar mayor de la catedral hay una arca de plata, y dentro de ella otra de madera, en la cual están depositadas las reliquias de S. Justo C., de quien habló el P. M. Flórez (pág. 227). Las he visto con el favor de los Sres. comisionados y del canónigo tesorero Don Agustín Barat. Existen todas las canillas de brazos, piernas y muslos, que son de buen tamaño, y casi todos los otros huesos del cuerpo: la cabeza está dividida en varios trozos. Venerábanse ya en 1448, en que día 11 de Noviembre el estado eclesiástico y secular de la ciudad resolvieron que en adelante se hiciese fiesta anual día 28 de Mayo a S. Justo C., cors Sant de la Seu, por haberles preservado de varios terremotos, que por entonces afligieron este país, señaladamente del que a 24 del Mayo anterior había arruinado el monasterio e iglesia del Estany. No sé si estaba entonces venerado el altar particular. Uno sé que se construyó de nuevo casi un siglo después por el canónigo prepósito Francisco Vivet, el cual consagró en 1538 a 26 de Mayo el obispo Juan Tormo, depositando en él en ese acto las reliquias siguientes: scilicet, de capite, et costis SS. Luciani et Marciani, de ossibus sanctorum massae Caesaraug. et de cute pedis Sanctae Scholasticae: concedió además un año de indulgencia por aquella vez, y para el aniversario de aquella consagración 40 días (a). 

(a) Por la buena diligencia del canónigo D. Jaime Ripoll he logrado copia de los himnos que se decían en la fiesta de este santo; los cuales el P. M. Flórez dijo que habían perecido, y ahora se han hallado en un breviario propio de esta iglesia, impreso en 1557. V. apend. n. X.

Dentro del mismo templo, y en capilla dedicada a su nombre, se venera el cuerpo del obispo S. Bernardo Calvó, de quien y de su culto se dirá en el episcopologio. Consérvase toda su anatomía, a excepción de una canilla regalada al monasterio de Santas Cruces, donde fue monje y abad. Está en una rica urna de plata, colocada dentro de un elevado casilicio de cristales, que se presenta con gracia al que mira desde el cuerpo de la iglesia. La capilla se labró con magnificencia notable de piedras jaspes sillares, no sólo en las paredes, sino en los arcos también. Adórnanla ocho cuadros, que representan algunos pasajes de su vida; y no son de mal gusto, sino que están retocados. Construyose esta capilla estando todavía en pie el templo antiguo; y no parece sino que en ella quisieron dejar el modelo que debía seguirse en la fábrica del nuevo, como así se ha verificado. Del fundador enterrado en el plano de ella da razón la inscripción que allí hay: D. O. M. = Iohannes Rexach, Onuphrii F., civis et canonicus Ausetanus, virtute ac pietate conspicuus, hoc sacellum B. Bernardo episcopo D. F. I.; hoc tumulum sibi et suis P. C., Christum ac S. Petrum Apostolum ex asse haeredes faciens. Obiit VII. Idus Augusti anno Domini M.D.C.XXXII. Más abajo entre los trofeos de la muerte se lee: meta laborum.

Muy conocidos son también los SS. MM Luciano y Marciano, cuyas reliquias están aquí en la iglesia llamada antes de S. Saturnino, y ahora de la Piedad. El P. M. Flórez no contradijo la opinión recibida aquí comúnmente, de haber estos santos nacido y padecido martirio en esta ciudad. Antes mostró dar algún crédito a los tres argumentos en que se apoya esa tradición; los cuales son muy débiles para el caso. 1.° Un misal impreso en 1547, dice: Deus, qui nobis BB. MM. tuorum Luciani et Marciani pretiosa pignora concessisti; pero esto solamente prueba que sus reliquias están aquí, y aun indica que vinieron de otra parte. 2.° El Flos SS. en lemosín que se guarda en el archivo de esta iglesia, y dice de estos santos que eran de la ciutat de Vich. Mas esta obra está escrita a principios del siglo XIV, como se demuestra por su letra y lenguaje, y porque pone la vida de S. Luis obispo de Tolosa, y no la segunda traslación de Santa Eulalia de Barcelona, y por otras señales: extiende también las vidas de los santos sin crítica, dando el principal lugar a los milagros, y así merece poca fe histórica. 3.° El obispo Berenguer Çaguardia en la pastoral que publicó en 1326, e irá copiada en su lugar, dice de nuestros santos: qui in civitate praedicta (Vique) fuerunt palmâ martyrii decorati. Pero claro está que el prelado, deseoso de excitar la devoción y liberalidad de los fieles para la obra del claustro de la catedral, no reparó en escribir lo que podía entonces ser generalmente creído, sin que por eso fuese cierto; como seguramente no lo era, sino una equivocación manifiesta, lo que añade allí mismo que la iglesia de Vique había obtenido por espacio de 392 años el honor de metropolitana Tarraconense. A estos tres argumentos puede añadirse el testimonio de un breviario que existe en el archivo de la casa de ayuntamiento, impreso según parece a fines del siglo XV; el cual en las lecciones propias de estos santos claramente los llama cives Vicenses. Mas ¿qué valen estos documentos modernos contra la antigüedad de todos los martirologios que los ponen martirizados en Nicomedia o en África? Así lo dicen aún los escritos para uso de esta iglesia antes del siglo XIII; todos los cuales añaden al margen de letra reciente: quorum corpora iacent in villa Vici, in capella S. Saturnini: y sólo uno, que ya es de ese siglo, ingiere esas palabras en el texto. Y aun ese escribe al margen la invención de los cuerpos de los santos al día 1.° de Abril. Nada dicen estos códices de que Vique sea la patria o el lugar del martirio. Este mismo silencio guardan los misales, con ser así que en ellos, como en los martirologios, se hallan actas y fiestas de otros santos reconocidos por propios de este país. De modo que antes del siglo XII, no sólo no se supo acá que nacieron y murieron dichos santos en esta ciudad, sino que ni aun tenían fiesta particular dedicada a su nombre. Todo esto comenzó a decirse y creerse mucho después del hallazgo de los cuerpos santos, el cual se supone acaecido en el año 1050, como refiere el citado Flos SS., de quien lo copió Domenec, y de este Flórez. No quiero detenerme más en este negocio, mayormente siéndoles tan difícil a los hijos de esta ciudad probar que dichos santos mártires sean sus paisanos. 

Sus preciosas reliquias fueron trasladadas de una arca antigua de madera a otra nueva de plata que costeó el ciudadano Andrés Barat, día 24 de Mayo de 1342. 

Estaba ausente el obispo Galcerán Çacosta, y con su autoridad y la del Capítulo hicieron esta traslación los canónigos Pedro de Surrigueres, Berenguer Colomer, y Pedro Juan de Avenco; los cuales, como consta de la acta auténtica que he visto, 

hallaron muchos huesos intactos, y cenizas de otros, que despedían olor muy suave, y una toalla de seda. En la nueva arca cupieron solamente los huesos, y las cenizas se colocaron aparte en un saco. Determinose entonces que en el día de su fiesta, en el de Navidad y en el Viernes Santo pudiese abrirse el arca para fomentar la devoción de los fieles, y aun que se sacasen las reliquias en procesión en las rogativas pro pluvia

Así se practicaba en 1433, en que el obispo Jorge de Ornos a 5 de Octubre mandó que en los deanatos de esta diócesis se celebrase la fiesta de los santos como de precepto, y para merecer su protección se hiciesen procesiones pro pluvia anualmente en el martes después de la Ascensión. Otra traslación se hizo más adelante en 1664 a la arca de plata actual, que será como de dos cuartas y media de longitud, y una o poco más de altura. La he registrado a mi satisfacción. Hay en ella una pequeña porción de huesos, en los cuales se cebó la voracidad del tiempo o del fuego. Juntamente se conserva una como toalla blanca, parte bordada y parte tejida de sedas de varios colores, al modo de lo que decimos paño de hombros. En otra arquilla más pequeña se guardan separadamente una porción de carbones, y unas concretaciones como de sangre y tierra denegridas con el humo, del cual también hay vestigios en otro lienzo semejante al que dije. Ambas arcas están en el altar mayor de la iglesia de la Piedad, antes de San Saturnino, en un tabernáculo de buen gusto. Entrando en dicha iglesia se halla en la primera capilla de la mano derecha una cavidad, donde se venera la antigua arca de piedra, en la cual según la tradición fueron milagrosamente halladas las santas reliquias. Mas si el hallazgo acaeció en 1050 como dicen, otra debía ser el arca; porque esta de que hablo es conocidamente del gusto gótico del siglo XIV, y en uno de sus relieves está representado el papa con su tiara ceñida de tres coronas, cosa que todos saben cuan moderna es. Nada de lo dicho impide la sólida devoción de los fieles para con los santos mártires, así como no estorba la decidida protección con que son socorridos por ellos. Pero ciertamente es sensible que la piedad ande mezclada con la mentira, siendo como es su natural enemiga.

Voy a concluir con la copia de una inscripción romana, grabada en un mármol blanco de dos palmos catalanes de altura y dos y medio de latitud. Fue hallada en Prats del Rey, corregimiento de Cervera, y hoy está colocada en la pared de la casa del cura. 

El citado D. Francisco Mirambell acaba de enviarme el adjunto dibujo de ella. Dice así sin quitar ni poner:

C.ANNIVS.CF.GAL. 

PROCVLVS 

SIBI ET PORCIAE RES

TITVTAE VXORI OPT 

ET SVIS

H M H.N.S. 

Se acaba el papel. A Dios. 

lunes, 18 de julio de 2022

Carta XLVII. Biblioteca antigua de la catedral de Vique

Carta XLVII. 

Biblioteca antigua de la catedral de Vique: estado de la actual: noticia de algunos códices de ella, singularmente de los rituales. Época de los breviarios. Qué era el misal llamado mixto. Si el rito Romano se usó en esta iglesia antes de la mitad del siglo XI. 

Mi querido hermano: Fastidiado debiste quedar con la carta anterior, que bien pudo llamarse disertación, y no ligera. ¿Mas qué remedio había para decir lo que me propuse, sino detenerme a examinar aquel punto, que no es de poca importancia en la historia; mayormente viendo ignorada la verdad y aun contradecida (contradicha) por escritores de mucho crédito, que no tuvieron la proporción que yo en mis viajes? 

Hoy te hablaré más como viajero, y de cosas más amenas y notables. Voy a decir lo que era la biblioteca antigua de esta catedral, y lo que es en el día; lo que era, digo, por las noticias que de otros documentos históricos resultan. ¿Y quién sabe si al fin parará también esta carta en disertación? Saldrá lo que saliere.

No hay duda en que desde la restauración de esta sede, debió haber en ella una porción competente de códices litúrgicos y rituales, de que se sirviese el clero en el desempeño de su ministerio. Así vemos en el testamento del obispo Idalcario, hacia el año 910 (del cual se hablará en su lugar), que había misales, leccionarios, antifonarios, y algunos códices bíblicos. Además de estos libros eclesiásticos, menciona el mismo obispo dos literarios, que también mandaba a su iglesia, es a saber: Canonem quodicem unum = Smaragdum codicem unum. El primero sería la vita canónica Aquisgranense, que ya entonces se observaba aquí, aunque relajadamente, de manera que 47 años después fue necesario restaurarla, como se dijo. Bien es verdad que, como más abajo advertiré, en aquel siglo distinguían el canonem del vita canónica. Y si esto es así, el canon sería la regla de S. Grodegango (Crodegango más arriba), o alguna otra; porque indubitablemente el título eso indica. El Smaragdus es nombre de tres o cuatro escritores que hubo en los siglos VIII y IX, cuyas obras pueden verse en Fabricio (a: Bibl. med. et inf. latin. aucta a Io. Dom. Mansi.): una de las cuales era este códice: y no hay más que saber.

En el inventario de las alhajas de esta iglesia que formó en 957 el obispo Wilara de Barcelona, luego que hubo enterrado al obispo Ausonense Wadamiro, además de los códices de la sagrada escritura y de oficios eclesiásticos, se cuentan los siguientes: Praeceptos III. Privilegio I. Eptatiquos II. Degada I. Dispositos III. Quarantenos III. Channones III. Isidorum I. Vita channonica I. Pastorale I. Vitas Patrum I. Testum I. Briviario I. ¿Quién adivinará las obras que indican estos títulos? Los dos primeros no sé lo que son. Eptaticum sin duda llamaban al códice que contenía los siete (hepta) primeros libros de la escritura; del cual según se ve en las consuetas del siglo XIII, se servían en el coro. No existe ya ninguno de los dos ejemplares que dice aquel inventario. Degada (o Década), y Dispositos y Quarantenos, no me ocurre lo que pudieran ser. El Canones y Vita canonica ya lo dije arriba. El Isidorus era uno de los libros de este santo, y yo me inclino a que sería el liber sententiarum. Pastorale es sin duda el de cura pastorali de S. Gregorio Magno. Vitas Patrum otra obra del mismo santo doctor. Textus es códice de los evangelios, que en todas estas iglesias se acostumbraba llevar en ciertas procesiones, y por la plata de que estaban adornadas sus cubiertas se llamaba textus argenti. Finalmente Briviario no creo que sea lo que ahora entendemos por ese nombre, es a saber, un libro donde para comodidad de los que rezan el oficio eclesiástico, están ordenadas seguidamente todas las partes de él, de manera que lo tengan todo a mano en un solo volumen. Porque antes no era así; sino que el salterio, y los libros historiales de la escritura, y los proféticos y los morales, y los himnos, y las antífonas y responsorios, y las legendas de los santos: cada uno de estos artículos, de todos los cuales se compone el rezo clerical, estaba en códices separados; de manera que para cumplir con esta obligación era menester poner en movimiento cuatro o seis libros, que por lo costoso de los MSS. no poseían regularmente las personas particulares, si no eran de grandes facultades. Después ya se pensó en reunir en un códice salterio, RR. e himnos, y trozos de la escritura y de las vidas de los santos. Mas aun entonces estaba separada cada cosa de por sí: primero todos los salmos, en seguida todos los himnos &c. Finalmente se distribuyeron y colocaron estas partes del oficio en cada día del año las que en él habían de servir, como está en los breviarios modernos. La común opinión es que estas colecciones no fueron conocidas hasta fines del siglo XI; y yo puedo asegurar no haber hallado ningún códice de estos anterior al XII. Por eso decía yo que el Briviario que se menciona en 957 no era de esta clase, sino otra obra intitulada así, la que no conozco. Y si lo era, queda desmentida la opinión común de los litúrgicos en esta parte. 

De todos modos puede concluirse que a mitad del siglo X tenía ya esta iglesia su biblioteca aunque pequeña. La cual con el tiempo creció, mucho más en el siglo siguiente, que puede llamarse el siglo de la ilustración de esta iglesia. En él floreció aquí un canónigo llamado Ermemiro, gran promovedor de la literatura de sus hermanos, a quienes regaló varios libros, o escritos por él mismo, o mandados escribir a sus costas. Algunos de ellos se conservan todavía, como se ve en sus epígrafes.

En el necrologio se halla notado su óbito con estas palabras: IIII. Idus Aprilis anno ab incarnatione Domini millesimo LXXX. obiit Domnus Ermemirus Quintile, canonicus Sancti Petri, in senectute bona, cuius opere et studio plurimi peracti sunt libri, et plures clerici nutriti ad honorem et servitium ecclesiae praedicti Sancti Petri. Quapropter omnes in commune Deum exorate, quatenus eius misereatur animae. De su testamento consta también que poseía algunos libros, que le había dejado un sacerdote llamado Icla. A pesar de expresarse el apellido Quintile o Quintilis, me queda la duda de si sería este Ermemiro el canónigo del mismo nombre, de quien dice una escritura del año XIV del rey Enrique (1045), que era hijo de Guillermo sacrista. 

Otros bienhechores tuvo en esta parte la iglesia de Vique, cuyos nombres no quedarán en el olvido, si así conviniere. Ojalá se hubiese observado puntualmente la constitución hecha por el Capítulo con su obispo Berenguer Çaguardia en 1320, en que mandaron hacer inventario de todos los libros, y formar uno donde se registrasen los nombres de los que los extraían; cuya restitución se mandó con pena de excomunión, de la cual nadie pudiese ser absuelto sino in articulo mortis. Si este rigor no prueba amor a la literatura en los siglos reputados por bárbaros, probará por lo menos el esmero con que procuraban impedir el extravío de códices que tan caros les costaban. Mas ni aun esa diligencia bastó (¡tal ha sido siempre la avaricia de los literatos!); y así han desaparecido muchos de los códices más antiguos; aunque no negaré que esto pudo también nacer de los rebatos que frecuentemente han dado a estos países las armas francesas. A pesar de ello queda todavía de dichos libros un número bastante para honrar esta iglesia, cuya colocación oportuna han dispuesto los encargados de la reciente traslación del archivo. De esta nueva biblioteca he formado un índice latino razonado y exacto cuanto me ha sido posible, de los MSS. y de los impresos también, con el deseo de corresponder con esto poco a la buena acogida que he debido a estos señores, y con el fin de enviártelo para que lo publicases. Pero lo voluminoso de él, y más lo poco interesantes que son muchos de sus artículos, me retrae de este propósito. Y así dejándolo para la colección miscelánea de cosas antiguas, daré ahora noticia de lo más notable que hay en este depósito. Y comenzando por la Biblia, se conserva una MS. en el siglo XIII en 4 vol. fol. pergam., cuyo texto es el de la Vulgata, con las divisiones de capítulos, prólogos e índices regulares. Del tiempo en que se escribió, y de quién la costeó, da razón una nota final del vol. 4 que dice así: 

Anno Domini M.CC.LXVIII. XIIII. Kal. Martii ego magister Raymundus scriptor de Burgo Sancti Saturnini super Rodanum scripsi, et perfeci istam Bibliam de mandato Domini Peironi de Ayreis, Vicensis Canonici, suis propriis missionibus et expensis (N. E. messions, despeses; expensas, gastos, coste). 

Laudibus, et donis est dignus et iste coronis, 

Qui fecit fieri praesentia docmata cleri. 

Scriptor honorandus qui scripserit, et venerandus 

Aulae divinae societur vir sine fine 

Tres digiti scribunt, vix cetera membra quiescunt. 

Scribere qui nescit, nullum putat esse laborem. 


Del canónigo que costeó estos libros, dice el necrologio lo siguiente: IV. Kal. Ian. anno Dñi (Domini, con ñ). MCCLXXIX. obiit P. de Ayreis, Vicensis Canonicus, et Levita, qui de bonis suis stabilivit unum sacerdotem in altari Sanctae Annae, et etiam contulit isti Ecclesiae suos libros, scilicet, Breviarium, et Bibliam in quatuor volumina divisam, et Iosephum, et Papiam, et Exameron, et Philosophiam cum tractatu de Resurrectione: cuius anima &c.

Más antiguo que este es un códice fol. vit. que contiene los dos libros Paralipomenon. Al fin dice: Liber istud fuit scriptus in anno VI. Philippi Regis sub ordinatione Ermemiri Sacerdotis. Valete qui lecturi estis, et orate pro nobis. Es del año de Cristo 1066. También hay un salterio con algunas notas marginales: cosa del siglo XII según indica su carácter. En un vol. 4 vit. adornado con miniaturas y dibujos muy decentes, se hallan los cuatro evangelios con las mutuas remisivas al margen. Preceden diez tablas, en que por columnas se notan los capítulos en que concuerdan los evangelistas. 

El códice es sin disputa del siglo XI. Otro hay en fol. de fines del siglo X lo más tarde, el cual contiene los libros de los Reyes escritos seguidamente sin división de capítulos, y los de los Macabeos divididos en capítulos sin numeración alguna. De las obras de los SS. PP. e intérpretes diré las más importantes conforme vinieren a mano. Un vol. fol. vit. de fines del siglo XII contiene la exposición del Pentateuco hecha por S. Bruno Astense, más conocido por el nombre de Signiense, por haber sido obispo de Segni en el Piamonte. Dedicatoria a Pedro obispo: Rogasti me &c. = De S. Agustín hay un buen ejemplar de Civitate Dei (la ciudad de Dios); el cual, como en él se nota, compró en Aviñón el arcediano de Barcelona Felipe de Malla cuando regresaba del concilio de Constanza en 1418. Otro vol. fol. contiene las homilías in Ioannem, CXXIII en número, y es del siglo XII. Hállanse también CCXXV de sus epístolas en otro códice del mismo siglo. = De S. Gregorio Magno están los Morales in Iob (Job) en un vol. fol. muy bien escrito a tres columnas por plana en el siglo XII. Del mismo tiempo otro vol. con las homilías in Ezechielem. En otro del mismo tiempo, después de una exposición del Apocalipsi, y de un tratado de consecratione ecclesiarum que no conozco, está el comentario del mismo santo sobre los Cantares, con este título: Gregorii de Epytalamio sponsi et sponsae. Prol. Quasi si ceco longe à Deo posito cordi sermo divinus voce propriâ, voce divinâ loqueretur, ut caperet &c. Init. Os sponsi inspiratio Christi: osculum oris dulcis amor inspirationis. Dicit ergo sponsa &c. Fin: Cui pro nobis tradito, et resurgenti in immortalitatem, nos ipsos, et spiritum, et corpus debemus, qui vivit &c. Con esto verás que el comentario es el que anda entre las obras del santo doctor, tenido por obra suya genuina contra el parecer de varios críticos, a los cuales acaso me agregaré algún día, atreviéndome a publicar otro que en algunos archivos de por acá y en códices viejos se le atribuye, y a lo que entiendo con razón. Ahora vamos a lo 

nuestro. Otro vol. hay del siglo X que contiene los Diálogos de este santo. La misma obra se repite en otro códice de fines del XI: a los cuales siguen Quaestiones de litteris, vel libris, vel singulis causis; y son preguntas de Carlo Magno, y respuestas de su maestro Albino (Alcuino): siguen algunas cartas de ambos: y al fin Ordo qualiter divina opera in ecclesia per totum annum agatur, que yo no sé si es del mismo Alcuino. 

= Varias obras de Orígenes, S. Fulgencio y otros MSS. en los siglos XI y XII. = De este último siglo están los XX libros de las Etimologías de nuestro S. Isidoro, y los tres intitulados Sententiarum, alias de Summo bono. Mas hay que advertir que aquí son cuatro, y que los tres impresos son los tres últimos del códice; y el que en él se intitula primero, es puntualmente el impreso con el título de natura rerum, y aquí se llama liber astrologius, que trata de astris, mare, terris, y otras cosas geográficas y astronómicas: y que en el epígrafe final dice que S. Isidoro (a quien equivocadamente llama arzobispo de Toledo) extractó estos libros de los Morales de S. Gregorio. A esto sigue la Vita canonica Aquisgranense, de que ya hablé en los correos anteriores. Todo escrito por el canónigo Ermemiro en el año 1064. Ocho años antes en 1056 escribió también 

este infatigable y celoso eclesiástico otro vol. que contiene las obrillas siguientes del mismo santo doctor; de poenitentia: liber soliloquiorum ad Sisebutum regem (rey Sisebuto): fragmentum expositionis in Genesim, y algunos opúsculos de Alcuino. 

= Del mismo tiempo hay Historia tripartita: Sancti Joannis Chrisost. (San Juan Crisóstomo) sermo de lapsu: eiusd. in Psal. L.: altercatio S. Athanasii cum Ario, obra de Vigilio Tapsense. A este tenor hay otras obras pequeñas de PP. y DD., cuyo examen hubiera venido bien a los Maurinos, que viajando tanto por Alemania e Italia en busca de estos códices, no se dignaron acercarse a nuestros Pirineos. Y pues sabemos de sus viajes que el polvo y desorden de las bibliotecas y archivos no les retrajeron de visitar aquellas regiones, otra causa debía haber respeto de nosotros, la cual yo no diré. Pero cualquiera que fuese el motivo, es mucho para doler a todos los sabios que por esa omisión quede todavía tanto que andar en los escritos de los SS. PP., de los cuales aquí y en otras iglesias de esta provincia, sin contar las internas de España, hay códices más antiguos que los que disfrutaron aquellos editores. Dejemos esto.

También hay entre varios códices de poetas un Virgilio y Horacio del siglo XI. = Al fin de una Suma de S. Raimundo de Peñafort se hallan estos graciosos leoninos: 

Finis adest metae: mercedem quaero dietae. 

Ut potem laete, vinum detur michi de te

Hay también original un larguísimo inventario de todos los códices que poseía en su biblioteca el papa Calixto III, formado por su datario y confesor, después obispo de esta iglesia, Cosme de Monserrat. Podrás formar idea de lo copiosa que era la biblioteca particular de aquel papa nuestro paisano (valenciano), cuando sepas que de solo S. Juan Crisóstomo hay notados 49 volúmenes, de S. Basilio 19, de S. Gregorio Magno 14, y de varias obras menores de todos los PP. más de 250. Los había a proporción de otras facultades en gran número. Hállanse allí mismo recibos de varios cardenales y literatos de aquel tiempo, a los cuales dicho D. Cosme prestaba algunos códices. No va copia de él, aunque lo deseé luego que lo vi; porque no están allí calificados los códices por su antigüedad, ni por su carácter, ni aun por su contenido. La descripción se reduce a las tapas y cuero que los cubrían, y al rótulo exterior; y esto tan brevemente, que no pasa de dos lineas cada artículo. ¿De qué serviría copiar esto, sino de molerme a mí y a ti y al prójimo?

Vamos adelante con nuestra biblioteca. Hay en ella varios martirologios propios de esta iglesia, como se ve en el día 31 de Agosto, donde ingieren en el texto la fiesta de su dedicación, de la misma letra que lo demás. Estos está claro que son posteriores al año 1038 en que se verificó aquella solemnidad; pero algunos de ellos son del mismo siglo XI. Otros hay anteriores a aquella época, que no hacen mención de tal dedicación, y ponen la del tiempo del primer obispo Godmaro a 16 de Enero de 888, poco más o menos, de esta manera: XVII. Kal. Februarii dedicatio Sancti Petri in Sede Vico. La memoria de esta primera dedicación conservan también los otros que ponen la segunda. De lo cual y de las fiestas de los santos propios de esta iglesia, se infiere claramente que muy de propósito se trabajaron para uso de ella. El más antiguo de estos me parece ser el de Adón; los demás tengo para mí que sus autores tomaron de varios martirologios ya publicados entonces, de manera que no ha de ser muy fácil caracterizarlos en esta parte. De todos modos son muy dignos de que los consulten los sabios, aunque no sea más que por la extensión con que escriben las actas de los primitivos mártires. 

En orden a misales hay uno en 8.°, escrito a los principios del siglo XI, cuyo título entero dice así: Ad glorificandum Dominum Patrem, et ad consecrandum corpus et sanguinem eius Filii per invocationem Spiritus Sancti ab utroque procedente. Incipit liber precum editus à Papa Gregorio de precipuis psollemnitatibus, quae celebrandae sunt in ecclesia, in dominicis diebus. Comienza por el ordinario de la misa, que ni es el mozárabe ni el romano del día de hoy, sino muy semejante al que se usó por acá en los siglos XIII y siguientes; del cual ya en otras ocasiones envié varias muestras, y quedan copias oportunas para el tratado de ritos. En el canon, después de las palabras apostolicae fidei cultoribus, sigue de esta manera: Memento mei, quaeso, Domine, et miserere mei; et licet ad celebranda sancta sacrificia semper inveniar indignus, si recedo tamen, vereor de inobedientia, condempnari. Pro qua re ego, pietate paterna, atque placabili vultu, ut cordis mei interiora purgare digneris, praecor. Licet enim culpabilis existam, mea tamen in omnibus tibi sint obsecro placata mysteria. 

Per Christum &c. Memento, Domine, famulorum, famularumque tuarum, pro quibus orare decrevi, vel debitor sum, et omnium circunstantium &c. La uniformidad de letra con que está escrito esto, y lo de antes y después, quita toda sospecha de que estas sean oraciones ad libitum, o ingeridas posteriormente; antes se debe creer que entonces se tenían por parte del canon, lo mismo que los nombres de los santos que se añaden en el Communicantes, es a saber: Christophori, Pontii, Georgii, Eudaldi, Quintini, Felicis, Narcissi, Iohannis... Martini, Hilarii, Maximini, Pauli, Nicholai, Germani, Benedicti, et omnium &c. En la segunda conmemoración de los santos añade Eulalia. 

A este tenor hay otras muchas variantes. Sigue a esto el oracionario de todo los días del año, esto es, las tres oraciones de la misa de cada fiesta, collecta, secreta y postcommunio. Algunas misas tienen dos collectas; y esto es lo que caracteriza el misal de S. Gregorio Magno, que dejó eso poco de la multitud de oraciones que quitó de los misales de Roma. De modo que ciertamente debe tenerse este códice por romano, acomodado a las costumbres particulares de las provincias, en virtud de la 

libertad que en ello cada obispo tenía. Al fin del libro se halla el texto de los cuatro evangelios con este epígrafe: Ad privilegium gloriae et laudis sempiterni regis Ihesu Christi domini nostri. Liber quatuor animalium, scilicet, quatuor evangelistarum, quatuor fluminum de uno fonte paradisi manantium, videlicet, de una fide divini verbi, vel instar quatuor virtutum, vel quatuor rotarum invicem se complectentium, ita descriptus incipit. 

Otro misal hay en folio, propio de esta iglesia, como lo dice el epígrafe final que importa copiar aquí: Anni Domini ab incarnatione millesimi XXXVIII. sic fuit ecclesiam Sancti Petri in Vico dedicata II. Kalendas Septembris, anno VIII. regni regis Henrici: et iste libellus scriptus in praefata Sede in praedicto tempore, in diebus Domni Olivae, anno ordinationis suae in episcopatu XXI. que es el mismo año 1038, o lo más el siguiente. Aun cuando faltara esta nota tan puntual, escrita con tinta colorada de la misma mano que escribió lo demás, no podrá dejar de tener el códice por de ese tiempo quien vea su escritura, y quien considere que en el rito que añade de la unción de los enfermos la llama unctio, pero no extrema, y que la prescribe antes del viático, y que se ordena la ablución de los difuntos, con otros ritos anteriores al siglo XII. En la bendición del cirio pascual pone el elogio de la abeja mejor que en los modernos del siglo XV. Porque no dice como ellos: “O vere beata et mirabilis apis, cuius nec sexum masculi violant, foetus non cassant, nec filii destruunt castitatem;" sino que dice: “O vere beata, et mirabilis apis, cuius nec sexum masculini violant fatus, nec filii destruunt castitatem

Sic Sancta Virgo &c. El códice está lleno de santos españoles, y de algunos de ellos pone dos misas, que ya se sabe era la primera para la aurora, y en todas, aun en las de tempore y votivas, hay prefaciones propias, donde se extracta la vida del santo o los misterios y cosas particulares de la solemnidad. Esto claramente sabe a nuestro mozárabe. Y como por otra parte cuanto hay en este códice es del orden romano, como se ve en el número y serie de las oraciones, en los ritos de semana santa, en las misas votivas, en la bendición nupcial, y en otros varios puntos; pues digo, que vista esta mezcla de mozárabe y romano, acaso pudiera este misal llamarse mixto, en el sentido en que veo usada esta palabra en el siglo XIV, cuando Galcerán Çacosta (ipsa Costa), obispo de esta iglesia, le regaló entre otros libros missale mixtum et completum. Así también me acuerdo haber visto en Barcelona el testamento de Pedro de Castellar, prepósito de Santa María de Ciutadilla (Ciutadella, ciudadela, ciudad, civitas, civitate etc.) en Menorca, fecho a 24 de Mayo de 1370, en el cual entre otras cosas mandó a su iglesia unum missale completum, vocatum MIXTVM, para el altar mayor, cum celebrans in eo, prosigue, officium missae complere, prout decet, non valeat. La consueta de la catedral de Urgel MS. en el siglo. XV, estableciendo las rúbricas generales de la misa mayor, dice: Presbyter cum ministris dicat totum officium missae in libro qui vocatur MIXTVM. Y era el misal regalado a aquella iglesia por su obispo Galcerán de Villanova en 1306, el cual aún existe, y en la escritura de su donación también le llama mixtum. Alguna otra memoria tenía sobre esto en un cuaderno de apuntes sueltos, que se me extravió. En lo que he dicho observarás que respeto de estos códices andan unidas las ideas de misal mixto y misal completo: como que no se creía bastante la liturgia romana aun después del siglo XI en que España la adoptó, si no se le añadían otras cosas, que los obispos generalmente tuvieron por necesarias para la completa celebración de los oficios solemnes, o de las misas que se decían en el altar mayor. Esto convence el misal de Urgel que he examinado, y estotro de Vique y otros que he visto, en los cuales el rito es romano y el orden de las preces también y la letra del canon; mas junto con esto se halla lo que cada obispo tuvo por conveniente añadir, no sólo en el número o colocación de las fiestas, sino en varias partes de la misa, v. g. prefaciones, kyries y gloria propios para cada solemnidad, tractos y graduales, y oraciones también propias, y varias prácticas y ceremonias, y aun representaciones religiosas en las pascuas, y fiestas de la Virgen y de los santos: de todo lo cual tengo mucho recogido para cuando Dios quiera servirse de ello. Esto eran, a lo que entiendo, los misales mixtos y completos, y lo digo después de haber leído lo que sobre ello escribió el P. M. Flórez (Disert. de la misa ant. de esp. §. XXI.); el cual si hubiera tenido estas noticias de los siglos medios, no atribuiría el origen de la palabra mixtum al cardenal Cisneros cuando imprimió el misal mozárabe; ni dijera que esa palabra no apela sobre el rito, sino sobre el libro. Porque ni aquel prelado invento ese título, ni él impide que junto con el rito romano, que era la substancia y digamos el todo de la misa, se mezclasen otros ritos que quedaron de los mozárabes; no los de la liturgia privada, y digamos intrínseca, sino de la solemne y de mayor pompa. Esto cuanto a nuestros misales. En el de Cisneros acaso tendrá el sentido contrario, que al rito que allí es gótico se le añadiesen cosas romanas; porque claro está que aquel misal era el de S. Isidoro. Mas esto ya no es de viajero, cuya empresa es fungar vice cotis. Lo mismo que he dicho de estos códices, digo de algunos otros misales que quedan aquí de ese tiempo y posteriores, y de dos ceremoniales de obispos, que acaso son anteriores al siglo XI, como indica su letra. Cuando veas los extractos y copias que de ellos he tomado para mis legajos litúrgicos, conocerás la razón con que digo que en la substancia y en su origen son del orden romano, aunque mezclados con lo que nos quedaba de las costumbres mozárabes. 

Estoy tan persuadido de esto, que no tengo reparo en proponer la sospecha, y no digamos sospecha, sino verdad para mí muy cierta, de que en esta iglesia de Vique antes de la mitad del siglo XI estaba ya desusado el rito mozárabe, introducido en ella el romano, según lo estaba en la provincia Narbonense a que pertenecía. No se opone esto, aunque lo parece, a la opinión común de nuestros historiadores, que con buenos documentos afirman, que la introducción del oficio romano y abolición del gótico no se verificó en Aragón y en Cataluña hasta por los años 1071. Excepciones tendrá esta regla general en las ciudades limítrofes de este principado, donde o por la vecindad a Francia, o por la sujeción a la metrópoli de Narbona, o porque muchas veces ocupaban sus sillas episcopales los nacidos y educados en aquel país, no es extraño que perdiese algo de su imperio la observancia del rito gótico, y antes que en lo restante de España se acomodase el clero al rito introducido ya desde el siglo VIII en una nación cuyo trato le era tan familiar en la celebración de sínodos, consagraciones de obispos e iglesias, apelaciones en los pleitos, en fin, de la cual recibía en ese tiempo la legislación eclesiástica. Y siendo tan cierto como es que la invasión de los árabes cortó aquí la observancia de la vida clerical, establecida en los concilios Toledanos, y fue ocasión de que se introdujese en su lugar la canónica Aquisgranense; acaso podrá decirse lo mismo respeto del rito en los oficios eclesiásticos. Mas aun cuando no valga esta conjetura, y debamos decir que en los siglos IX y X estuvo por acá observado el rito mozárabe, sábese lo que son costumbres y usos, y que cuando alguno de ellos llega a introducirse como ley, ha precedido ya la práctica de él en una o en otra ciudad, en uno u otro individuo, con que se preparan en cierto modo los ánimos para dejar de un golpe la costumbre antigua, y abrazar la que no aprendieron de sus padres; de otro modo el legislador se expone a perder su trabajo y reputación. Así cuando el concilio de Tarragona de 1180 (si hubo tal concilio) mandó que en adelante no se calendasen las escrituras por los años de los reyes de Francia, sino por los de la Encarnación, había ya más de medio siglo que muchos notarios lo hacían así. Y aun de este modo en los archivos de esta diócesis hay muchas docenas de escrituras, que siguieron la costumbre antigua hasta muy entrado el siglo XIII, sin hacer caso de aquel mandato. 

A esta manera no sería extraño que eso mismo sucediese respeto del rito eclesiástico; que así como abolido ya el gótico, todavía se conservaron hasta el siglo XV algunas reliquias de él, como antes vimos; así a la introducción general del romano pudo preceder su observancia en una u otra iglesia. Y esto digo de la de Vique, cuyos obispos de los siglos X y XI consta que hicieron varios viajes a Roma, y se hallaron en los concilios Narbonenses; en suma, como sufragáneos de aquella metrópoli, comunicaban tan de cerca con los que usaban aquel rito en muchos más puntos de lo que ahora se usa. De otra manera es ininteligible cómo entre los ocho o diez códices rituales y litúrgicos que aquí se conservan, todos anteriores a la mitad del siglo XI, y todos escritos para el uso de esta iglesia, no se halle uno siquiera conforme con el rito mozárabe, ni en el orden de la misa y de los oficios divinos, ni en los ritos de los sacramentos, ni en el número de las fiestas y su rezo. Por otra parte el arzobispo de Narbona Guifredo, que vino acá con algunos obispos franceses a la consagración solemnísima de la iglesia catedral en 1038; ¿con qué rito hizo esta función? 

Tan increíble es que él quisiese adoptar el mozárabe, como lo es que el clero tolerase el romano, no estando aquí en uso, mayormente debiendo concurrir a aquel acto en las ceremonias, en el canto &c. Vuelvo pues a decir que la iglesia Ausonense usó el rito romano mucho antes que por ley se introdujese en Cataluña.

Volvamos al rebusco de la biblioteca. Un códice de las epístolas de todo el año, el cual llamaban Comes, y no sé por qué. = Un antifonario anterior a Guido Aretino, donde sobre la letra se pintan las notas del canto como flotantes sin rayas ni claves. Y basta de códices y de carta.

Lo dicho sobra para entender que esta biblioteca debe conservarse con esmero y limpieza; porque acaso vendrá día en que se necesite echar mano de ella para corregir o ilustrar el texto de varias obras, que corren impresas con opinión de irreformables, y como el non plus ultra de la diligencia de sus editores. Más trascendental es el bien que ocasionará a esta diócesis la biblioteca que ha dispuesto y fundado de nuevo el actual Sr. obispo Don Francisco Veyán, costeándola toda en la parte material y formal. De esto ya creo haberte dicho algo, y se dirá más en el episcopologio. Dios te guarde