lunes, 8 de agosto de 2022

CARTA LXV. Viaje a Cardona.

CARTA LXV. 

Viaje a Cardona: archivo de su abadía. Memorias antiguas de esta villa, y del origen de su vizcondado. Su segunda carta-puebla en el año 986. Principio del vizcondado hereditario, y serie de los primeros vizcondes. A qué condado pertenecía este señorío. 

Mi querido hermano: Poco duraría mi viaje por Cataluña, si en todas partes encontrara digerido lo que busco, como lo he hallado en esta iglesia colegiata de Cardona. Estaban sus archivos en pésimo estado, cuando llegó a ella su abad actual el Sr. D. Lorenzo Ortiz de Zárate, el cual deseando que no pereciesen del todo sus preciosidades, se propuso ordenar el que es peculiar de su dignidad, donde existen los documentos más importantes para la historia eclesiástica y también para la civil. Y primeramente dispuestos por orden cronológico todos sus pergaminos, los encuadernó en libros fáciles de manejar; con cuya sola operación ha restituido a estos monumentos la vida, que poco a poco les iban quitando la ignorancia y el descuido, instrumentos que ayudan al tiempo para acabar con la memoria de los sucesos antiguos. Hecho esto, copió en libros separados las mismas escrituras con escrupulosa exactitud. Por último formó la historia de esta iglesia, ordenando el catálogo de sus abades, y examinando con crítica los puntos dudosos de su remota antigüedad. Lo mismo ejecutó respeto de la iglesia de Calaf, sujeta antes a esta de Cardona. En ambas cosas le ayudó mucho el reconocimiento del archivo de la casa de Cardona existente en Barcelona. En suma pocos días me han bastado para escribir lo que verás, con ser así que he consultado las escrituras originales, y copiado una gran porción de ellas, no sólo las que me han de servir para lo de ahora, sino también para otras iglesias y monasterios. La franqueza que en esto experimento y el deseo que reina donde quiera de la ilustración general, obligan a redoblar el ahínco con que debe trabajar el que conoce y aprecia estos tesoros. Viniendo pues a lo que estamos, y sin detenerme a indagar la verdad de lo que dice la Marca Hisp. (col. 204) sobre la antigüedad de Cardona, haré lo que me toca, que es hablar de lo que hallo en los documentos que me han venido a mano. Asimismo dejo a los naturalistas la descripción de este monte de sal-piedra sobre que está fundado el castillo de esta villa, y los que hay a la redonda de él, y el cómo se beneficia y se corta ni más ni menos que los mármoles en sus canteras, y las vistas, o digamos iris, que forman estas laderas en la salida del sol con los varios colores de su superficie, que en triturándose se para blanca, y los trozos cristalizados que se encuentran en el centro de la otra masa, de los cuales forman los naturales cestitas, imágenes y otras labores de harta perfección y consistencia. De esto dirán otros: yo sólo añadiré que según tengo entendido es este el único monte de sal que se conoce en la Europa; porque sal-piedra la hay en nuestra Minglanilla (que era la Egelaste romana), y en la Suiza y acaso en otras partes; pero todas son subterráneas, y esta es superficial y de grande elevación. Dejando pues a un lado todo esto, y viniendo al examen de nuestros documentos, no es para mí muy cierta la memoria de Cardona, que algunos creen hallar en una escritura de dotación de la catedral de Urgel de principios del siglo IX (Marca Hisp. ap. n. XI), en que se menciona entre otros el distrito o condado Cardociensis. Ciertamente esta palabra no conviene a Cardós, lugar cerca de Cervera; ni era regular que de un modo o de otro dejase de mentarse Cardona, a quien ninguno de los otros nombres allí escritos puede convenir. Mas al fin esto es dudoso. También lo es para mí lo que refiere D. Bernardo Josef Llovet en su Genealogía MS. de la casa de Cardona, es a saber, que en estos archivos había una escritura de donación hecha en el año 950 por el vizconde Wifredo, apellidado Descarrech, y por su mujer Ermeruesa, a la iglesia de Cardona, fundada por su abuelo Wifredo el Velloso, conde de Barcelona. En el compendio que el mismo autor hizo de su obra para uso del archivo de Aytona, añade que dicha escritura existía aquí en 1586, cuando el obispo de Urgel D. Andrés Capilla visitó esta iglesia por comisión apostólica: y que en ella se intitulaba el vizconde Wifredus vicecomes, filius Ermemiri comitis Barchinone, et principis: y por último que fue llevada a Roma a fines del mismo siglo XVI, cuando se suscitó el ruidoso pleito entre los abades Liori y Agramunt.

Todo esto será verdad; mas yo no puedo venderlo por tal. El primer documento indubitable para mí que existe acerca de esto, es del año XXVI del rey Lotario, 981 de Cristo, y es una donación hecha ad domum Sancti Vincentii, qui est fundatus in castrum Cardona. Lo he visto original en este archivo. Existían ciertamente antes de esa época la villa e iglesia, como a falta de otras pruebas lo demuestra evidentemente la escritura de la segunda carta-puebla fecha cinco años después en el de 986, y es uno de los documentos más curiosos que nos ha conservado la antigüedad, el cual no se ha publicado hasta ahora que yo sepa. Existe original en el archivo de la villa, y de él es la copia adjunta (a: Apend. n. XXX). Advierto que las palabras que van rayadas, y que debes cuidar que se impriman de cursivo, son las que he suplido de un traslado que existe allí mismo hecho en el siglo XIII, las cuales faltan en el original roto ya y gastado con el tiempo. Su contenido es el siguiente.

El conde de Barcelona y de Urgel Borrell, hijo de Suniario (Sunyer) conde de Urgel y nieto del de Barcelona Wifredo II, dice que habiendo construido su abuelo ipsum castrum Cardona, expidió su decreto (praeceptum) en que después de conceder que viviesen en él con seguridad cuantos le quisiesen poblar, aunque fuesen adúlteros, ladrones, falsarios y reos de otros crímenes, les concedió también que pudiesen indemnizarse impunemente y sin temor de ser reconvenidos en juicio, de cualquiera injuria que recibiesen de sus enemigos, con tal que se contentasen con tomarles doble de lo que perdieron; por ejemplo, si les quitaron un asno, pudiesen ellos tomarles dos de los mejores, y si recibieron un bofetón, pudiesen retornar dos, y así de los otros agravios. También les perdonó la cuarta parte que les correspondía pagar de illo toloneo, la cual podían repartirse entre sí. Asimismo los eximió de pagar ningún género de censo, nisi, dice, debitum sancte Dei ecclesie, quod est veram primiciam, et veram decimam, et fidelem offercionem, et sanctum sacrificium. Todo esto les concedió el antiguo poblador, obligándoles en lo demás a que viviesen sujetos al juicio de los jueces, y a la potestad del patrono, a quien los encomendó, que es el señor y el vizconde que entonces instituyó.

Todas estas cosas dice el conde Borrell que hizo su abuelo Wifredo (el Velloso), cuyo precepto o privilegio es regular que tuviese a la vista, y aun que lo extractase, cuando ordenaba el suyo de que vamos hablando. Y pues Wifredo obtuvo el condado de Barcelona desde el año 870 hasta el de 906, debemos concluir con entera certidumbre, que en ese período de tiempo a fines del siglo IX y principios del X existía Cardona, con su vizconde e iglesia. Todos estos privilegios dice Borrell que había confirmado su hermano Mirón. Y que tuviese un hermano llamado así, hijo como él de Suniario conde de Urgel y de Barcelona, el que murió hacia el año 950, nadie lo puede poner en duda, diciéndolo él mismo en una escritura tan solemne y calificada como la presente. Mas en virtud de qué señorío hizo Miro esta confirmación a los habitadores de Cardona, no es fácil poderlo determinar; no hallándose lugar donde colocarle en la serie de los condes de Barcelona ni de Urgel, como se verá en las memorias de estos últimos. Como quiera que esto sea, Borrell con sus dos hijos Raimundo, sucesor en el condado de Barcelona y Ermengol en el de Urgel, confirma a los vecinos y nuevos pobladores de Cardona cuanto les habían otorgado sus antepasados, añadiendo que pudiesen indemnizarse hasta en siete tantos del daño e injurias que recibiesen de sus enemigos: concede ad domum Sancti Vincentii ipsos denarios, et ipsas ceras, et ipsa decima de illo Toloneo...et in hebdomada, duas somatas salis (sal), et necessaria ligna (leña): y obliga a los vecinos a trabajar un día cada semana para su propia defensa en la construcción del castillo, de sus torres y fosos. En cuanto a los adúlteros, ladrones &c. que viniesen a vivir aquí, isti malefici, dice, secundum legem iudicabuntur; quia non est bonum malignis habitare cum bonis; los cuales más abajo añade que debían ser juzgados por las leyes de los godos que regían en todos los juicios; y aun cuando ellas los absolviesen, quiso sin embargo que quedasen privados de comunicar con los otros vecinos en la iglesia y en el concejo, nisi antea pervenerint ad rectam confessionem, et tenuerint veram penitentiam. En seguida instituye por vizconde y señor de Cardona a Ermemiro y a toda su descendencia. Por último concede a los vecinos la sal que se sacare o vendiere en el jueves de cada semana, como ya lo disfrutaban antiguamente. Esta escritura tiene dos fechas, como también vemos en otras, en su exordio y en su conclusión. La primera expresa en general la época del privilegio que fue el año 986, el 1.° de Luis V, hijo de Lotario, año en que debía celebrarse la pascua en la luna XX de Marzo, día 4 de Abril. Si alguno se empeñase en que las palabras: resurrectionis dominice nobis celebranda est, prueban que cuando se escribió este exordio no se había aún celebrado la pascua, convendré en ello, y en que sólo se indica ahí el tiempo en que se concedió el privilegio, cuya escritura se extendió después a 23 de Abril, como se ve en la fecha final que merece algunas observaciones. Dice así: Facta commemoratio, sive preceptum, vel confirmatio, sive indiguli agnicio... mense Aprilis die VIIII. Kal. Maii, Luna X, c) IIII., P. C. T. VII.a, ciclus giri solaris postquam ingressi sunt fiunt XV, et antequam egrediantur ad capud abemus A. XIII: anno isto obiit Leutarius rex, qui regnavit annos XXX. menses X; post obitum eius anno I. ingrediente regnante filio eius Leudevico rege. El día 23 de Abril era el X de la luna que comenzó a 14 del mismo mes en ese año 986, en que regía el áureo num. XVIII. La cifra c) IIII significa concurrente IV. Alguna vez te he dicho que damos este nombre al día o días sobrantes de las 52 semanas del año, que es uno en los años regulares y dos en los bisiestos. Los números concurrentes son siete y no más, como los días de la semana y las letras dominicales, con las cuales concurren o coinciden, como con el ciclo solar; de manera que al año I del ciclo y let. dom. F. corresponde el concurrente I, al año II del ciclo y let. dom. E. el concurrente II., y así de los demás, poniendo en los bisiestos dos concurrentes, como ponemos dos letras dominicales. Por esta regla al año 986 en que era el ciclo solar XV, toca indubitablemente el concurrente IV. Las tres iniciales P. C. T. significan Epacta, la cual llamaban comúnmente Pacta, y era en efecto la VII en ese año. El ciclo solar era XV como he dicho; mas el notario no se contentó con expresar ese número con respecto al principio del ciclo (postquam ingressi sunt), sino que para mayor certidumbre añadió los XIII que faltaban hasta el número de 28 que es el último de aquel periodo, después del cual vuelve a regir el número I. Y esto quiere decir: antequam egrediantur ad capud abemus A. (annos) XIII. También es cierto que en ese año murió Lotario a 2 de Marzo, desde cuyo día comenzó a reinar su hijo Luis, y así está bien dicho anno I. ingrediente. Mas los 30 años y 10 meses de reino que aquí se conceden a Lotario, no cuadra con la opinión común de haber reinado 31 años y algunos meses, cualquiera que sea la época que se adopte para contar esos años, o bien desde el 10 de Septiembre de 954 en que murió su padre Luis Ultramarino, o desde el 12 del Noviembre siguiente en que fue coronado, o excluyendo todo ese año sobredicho. Campillo (disquis. meth. &c. p. 158) citó el exordio de esta escritura, cuya copia había visto, para probar que Luis V comenzó a reinar en el Marzo de 986; pero huyó el cuerpo del final de la misma, donde hubiera hallado con que ilustrar lo que dijo sobre los años que reinó Lotario. Entre las suscripciones, además de las de los condes Borrell y sus dos hijos Raimundo y Ermengol, y la de Ermemiro instituido vizconde, se hallan las de los obispos Vivas de Barcelona, Gondemaro de Gerona y Frugifer de Vique, y la de Odón abad de S. Cucufate del Vallés, y la de Jocefredo (lo mismo que Jofre, Geoffrey, Geoffroi, y muy similar a Wifredo, Guifre) hermano del conde Borrell; todos los cuales vivían entonces, y sin duda se hallaron presentes a aquel acto. De Jocefredo he hallado algunas otras memorias ignoradas, como yo creo que lo es su persona. Concluido este prolijo examen, vengamos a las dos cosas principales que resultan de dicha escritura, es a saber, el origen de los vizcondes de Cardona, y el de la iglesia colegiata de S. Vicente. En cuanto a lo primero, el citado Llovet dice que en ese año 986 era ya hereditario el vizcondado de Cardona y propio de la familia de Folch. Opinión es esta a que no me sé acomodar. Es cierto, como acabamos de ver, que el conde de Barcelona Wifredo II instituyó señor o sea vizconde de Cardona, lo cual fue a fines del siglo IX o apenas comenzado el X. Mas también es cierto que no sabemos el nombre de aquel sujeto, ni de los que le sucedieron hasta este Ermemiro, instituido vizconde por Borrell en 986, sin que haya indicio de que él lo hubiera sido antes, o de que heredase aquel señorío de sus ascendientes. Que antes no lo era, y que ese año fue el primero de su vizcondado, además de indicarlo el contexto de dicha escritura, consta de otra que ya envié desde Serrateix, fecha en el año siguiente 987, en cuyo exordio como viste (a: V. sup. pág. 134), se lee: Venit Ermemirus vicecomes in monasterio Sancte Marie Serratexensis... in II. ANNO ORDINACIONIS SUE, quam ordinatus fuit a dompno Borrello comite, vicecomite Cardone. Así que es claro que antes del 986 no había sido vizconde. Y entonces no obtuvo este señorío por herencia, sino por la liberalidad o voluntad libre de Borrell; el cual por eso dijo: Et DONO vobis patrono Ermemiro vicescomite; y los de Serrateix decían: ORDINATUS FUIT a dompno Borrello comite, vicecomite Cardone. Palabras que claramente señalan la potestad y libre elección del conde; del cual no hay por qué sospechar que sin razón callase la herencia paterna de este señorío, si por ese título pertenecía a Ermemiro, puesto que tan liberalmente quiso que se perpetuase en todos sus descendientes. Esta mención de la descendencia de aquel príncipe hecha por Borrell, al paso que calla la ascendencia del mismo, es a mi entender una prueba evidente de que aunque Cardona tuvo antes otros señores o vizcondes, mas el tronco de la ilustre familia en quien se perpetuó dicho señorío, es este vizconde Ermemiro. Y si esto es así, tampoco entiendo como pueda decirse que siempre fueron vizcondes los de la casa de Folch. Porque este apellido en su origen fue nombre propio (como el Fulco que sale después), y así como no consta que antes de Ermemiro lo tuviese alguno de estos señores, consta que tardó a introducirse en los que le sucedieron. Así que sólo de los siglos XII y siguientes podrá decirse que Folch era el apellido de la casa de Cardona. En resolución, desde el sobredicho Ermemiro comienzo yo para mi gobierno la serie de los vizcondes de Cardona, tomada de escrituras originales vistas y examinadas por mí mismo, la cual por ahora pondré aquí no más que hasta fines del siglo XI, cuanto basta para ilustrar las épocas más obscuras de esta iglesia.

986. Ermemiro, instituido vizconde, como se dijo, por Borrell conde de Barcelona y Urgel, día 23 de Abril de 986. Era hermano de Arnulfo obispo de Vique, y de Raimundo: todos tres hijos de Wadardo o Guadallo, y de su mujer Ermetruit. Murió sin dejar sucesión; por lo cual heredó sus estados su hermano

1010. Raimundo, cuya primera memoria, o la que ha llegado a mi noticia, es del año 1010 en el testamento que su hermano el obispo de Vique Arnulfo hizo a fines de Julio cuando volvía de la batalla de Córdoba: donde consta que tenía hijos, a quienes el obispo llamaba nepotes meos (nebots meus). Los tuvo de su mujer Enguncia, y se llamaban Bremundo (o Beremundo), Eriballo, Fulco (Folch, Folc) y Raimundo, como lo dice una escritura que hallé en Vique fecha el año VIII de Enrique, 1039 de Cristo. Otra hermana tenían estos señores llamada Amaltrudis.

1015. Bremundo, hijo mayor de Raimundo. Era ya vizconde en el año 1015, como consta de una preciosa escritura fecha ese año (XX de Roberto), la cual existe aquí original y va copiada (a: Apend. n. XXXI). En ella, además de hacer memoria de los tres hermanos suyos sobredichos, da a la iglesia de Cardona varias posesiones que le restituyeron Sendredo y su mujer Ermoviga, convencidos en juicio por medio de la prueba del agua caliente de los hurtos que habían cometido en su administración. Secundum lege gotica, dice, et nostra, predictus Sendredus, manu missâ  in callaria, crudeliter corio et carne assatâ, cunctis qui aderant praesentibus ipsius saevissima furta est revelata (N. E. qué bien irían este tipo de juicios en la Cataluña actual). Este vizconde es el restaurador de la iglesia de Cardona y el fundador de su abadía en 1019 

como se dirá. Dispuso su testamento día 11 de Enero del año XXX de Roberto, 1026 de Cristo. De él consta que no tenía hijos, y bien podrá inferirse que no estaba casado, puesto que no menciona a su mujer, ni para heredarla ni para confiarle la custodia y conservación de sus cosas; las cuales pone in manus et providentia domna Ermessindis comitissa (de Barcelona), et fratre meo Eriballo archilevita, et Fulcho (Folch, Folc) fratre meo. Hechas varias mandas dice: et omnes meos alios alodes quod remanent in cunctis locis, simul cum ipsa mea honore, dimitto in potestate et tutela de fratre meo Eriballo archidiacono, vel in baglia (N. E. ¿bailía, bajulo, batle, batlle viene de aquí?) de domna Ermessendis comitissa, in ea ratione, ut si Deus mihi filium de legitimo coniugio dederit, et ad etatem pervenerit, ipse sit possessor, sub manu avunculi sui predicti Eriballo, de omni mea hereditate, quod a sanctis non habeo debitata... Si autem filium Deus mihi non dederit, dimitto similiter ipsos alodes vel honore mea in manus Eriballo, ut ille similiter eligat per sua manu Fulcum (Folch, Folc; lo repito para poder consultar este texto más fácilmente) fratrem nostrum; ut in diebus suis, si Fulco Eriballum supervixerit (si Fulco sobreviviese a Eriballo), possessor fiat de prefata hereditate vel honore. Téngase presente esta dispoisición testamentaria, según la cual se verá ordenada la serie de los sucesores. Este vizconde murió en el año 1029 o principios del 1030, como consta del testamento sacramental del mismo, hecho a 18 de Abril de este último año, dentro de losseis meses de la muerte del testador, según mandaba la ley goda. Lo he visto original. Por consiguiente no debió morir a 18 del Septiembre, que es cuando pone su óbito el necrologio de Cardona, puesto que ese día es anterior al semestre que aun siendo entero se completaba el día de la fecha de la declaración jurada de los testigos.

1030. Eriballo, hermano del difunto, le sucedió en la herencia, a lo menos como tutor del otro hermano menor Fulco. Yo le hallo en varias escrituras intitulado simplemente vizconde; y muerto después dicho hermano, dispone del vizcondado como de cosa propia al tiempo de morir. Era ya arcediano de la iglesia de Gerona desde los años 1015; y en 1035 fue electo obispo de Urgel, sin que estas dignidades le estorbasen la posesión y el título del señorío secular, con el cual en muchas escrituras le hallo juntamente condecorado. De esto y de otras cosas tocantes a él se dirá muy a la larga en el episcopologio de la iglesia de Urgel. Aquí sólo recordaré que él fue el que consagró esta de S. Vicente en el año 1040. Allí mismo se verá demostrado que murió un viernes, 19 de Diciembre de ese año en Pomposa, lugar de la diócesi de Narbona, caminando con otros a visitar los santos lugares de Palestina. Fue esto 57 días después que ordenó su testamento; en el cual según lo dispuesto por Bremundo, dejó el vizcondado al hijo de Fulco su hermano, que entonces era ya muerto poco antes, y muerto violentamente, como lo dice el necrologio antiguo del monasterio de Serrateix por estas palabras: III. Kal. Februarii: obierunt Fulco vicescomes, et omnes, qui cum eo interiere, anni Dni I (con rayita encima). XXX.VIIII.: que debe ser el 30 de Enero de 1040. Más claramente consta lo mismo de la escritura de concordia, con que Guisla, mujer del difunto, obligó años adelante al obispo de Urgel Guillermo Guifredo a que por medio del duelo se purificase de la sospecha de haber él sido el asesino de su marido o la causa de su muerte. Esta escritura curiosa se verá en el viaje a aquella iglesia. Este Fulco o Folch, es el primero de este nombre que yo hallo entre los vizcondes de Cardona; y tomándolo su hijo por apellido patronímico, lo dio a toda su descendencia. (N. E. Como los Armengol en Urgel, Ramón Berenguer en Barcelona, o Berenguer Ramón en Provenza y otros condados)

1040. Raimundo Folch, hijo de Fulco y de Guisla, casó con Ermesindis, de quien no tuvo hijos. Por esto luego que los moros le mataron en el castillo de Maldá en 1086, le sucedió en el vizcondado un hermano suyo, llamado como el padre

1086. Fulco, el cual era todavía muy pequeño en 1040, cuando ordenaba su testamento el obispo y vizconde Eriballo. Después fue obispo de Urgel desde 1092 hasta 1095, y seguidamente de Barcelona hasta 1099 en que murió. En los episcopologios de ambas iglesias hay noticias curiosas de su vida y gobierno. Conservó este vizcondado hasta la muerte; a lo menos en cuantas escrituras he visto, siempre se intitula vizconde. Con esto no es incompatible lo que dice la Marca Hisp. (col. 469) que Fulco cedió el castillo de Cardona en feudo a Guillermo Ramón conde de Cerdaña, entregándolo en 1091 a Ramón Guillem de Odena en representación de dicho conde, de quien recibió en cambio mil onzas de oro, el castillo de Tollo y otras cosas. El juramento de fidelidad que Odena hizo con este motivo, se halla ibid. (ap. n. CCCVI). Sobre lo cual nada más tengo que decir. Basta esta noticia de los primeros vizcondes de Cardona. Sólo quiero añadir una especie que no deja de despertar la curiosidad; y es que hasta aquí se ha tenido por cierto que el vizcondado de Cardona perteneció al condado de Barcelona. Esto dicen Tomich y otros; Marca lo niega (Marca Hisp. col. 267). Al primero favorece la conducta de los condes de Barcelona Wifredo y Borrell que poblaron esta villa, instituyeron sus vizcondes, autorizaban con su permiso cuanto aquí se hacía de importancia, y bajo cuya baiulia (bailía, bajulo, batle, batlle) pasaba a los herederos el vizcondado: cosas todas que claramente indican la dependencia de este señorío del de Barcelona. Marca se funda en que Cardona siempre fue de la diócesi de Urgel y no de la de Barcelona, y que más bien debe reputarse su vizcondado por perteneciente al condado de Berga. En este estado de duda son dignas de consideración las palabras del testamento del obispo y vizconde Eriballo, del año 1040: Et ipsum VICECOMITATUM DE AUSONA simul cum castro de Cardona... et cum omnibus suis aliis castris, omnique suo honore... ex toto dimissit Raimundo fratris sui Fulchonis (Folch, Folc) filio. Porque claramente se da a entender aquí, que a la posesión del castillo de Cardona y de otros muchos, y al señorío de ellos (honore) estaba entonces unido el vizcondado de Ausona; o lo que es lo mismo, que el señor o vizconde de Cardona era el vizconde de Ausona. Porque ya en las memorias de los condes de Urgel tengo demostrado que hasta después del siglo XII, los vizcondes de cada condado no tomaban el título de los fundos o posesiones que tenían, sino que sólo se intitulaban con el nombre general del condado. En esta manera vemos que Eriballo distingue el vizcondado de Ausona del señorío de Cardona, pero lo supone unido y como de dignidad propia dispone de ella y la pasa al que le sucedía en lo de Cardona. Y si esto es así, tampoco será verdad que al condado de Ausona perteneciese como vizcondado el de Cabrera. Una cosa me ocurre ahora. Pudiera decirse que los condes Wifredo y Borrell poblaron a Cardona y pusieron en ella vizcondes, no como condes de Barcelona, sino de Ausona; porque en efecto poseían ambos señoríos unidos. Con lo cual todo quedaba compuesto. Es decir: tenía razón Marca para negar que nuestro vizcondado perteneciese a Barcelona: la tenía Tomich para excusarse y dorar su equivocación: y la tenía Eriballo en llamarse a sí y a su sucesor vizconde de Ausona. En resolución, no me pesa de haber propuesto estas dudas, que ayudarán no poco a desmentir la fábula de la designación de vizcondes, comitores y valvasores de Cataluña, que algunos atribuyen a Carlo Magno: algunos digo, que los catalanes juiciosos ya saben que la verdadera nobleza de las familias ilustres no nace ni puede nacer de la mentira (N. E. poco juicio queda en el 2022; ¿a los condes de Barcelona quién los nombraba?). Lo que sí se ha de tener por cierto es que esta villa y su territorio pertenecían al de la diócesi de Urgel, antes que se erigiese la silla de Solsona, Lo cual, dejando aparte otras muchas pruebas, dícelo expresamente la escritura de la restauración de esta canónica, hecha por el vizconde Bremundo en el año 1019, de esta manera: “Domno Ermengaudo (Armengol, Hermenegildo) pontifice Urgellitano reverentissimo haec facta quoque probante pariter et roborante, in cuius diocesi praedicta sita extat ecclesia.” 

Mas esto ya pertenece a lo segundo de que he de hablar; y lo haré en el correo siguiente, que para el de hoy basta lo dicho. A Dios. 

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Ludovico nombró primer conde de Barcelona al noble hispanogodo Bera

https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Condes_de_Barcelona

Los condes de Barcelona vindicados (Próspero de Bofarull y Mascaró)

domingo, 7 de agosto de 2022

CARTA LXII. De la obra intitulada Marca Hispánica... biblioteca de escritores catalanes

CARTA LXII. 

De la obra intitulada Marca Hispánica. De las historias particulares de ciudades e iglesias. Falta que hace la biblioteca de escritores catalanes: algunas condiciones con que debe escribirse esta obra.

Mi querido hermano: Varias veces me has dicho, como para alentarme en la pesadísima carga que he tomado sobre mí, que puedo ayudarme de lo que se haya publicado en la Marca Hispánica, y en las historias particulares y generales de Cataluña, y en la biblioteca de escritores de esta provincia. Mas yo te juro que si estuvieras con las manos en la masa, verías por experiencia que no son estos auxilios lo que te imaginas, y que algunos de ellos dejándolo de ser, pasan a ser estorbos.

La Marca Hispánica, por ejemplo, es sin disputa obra de mucho mérito, por contener investigaciones curiosas sobre las antigüedades geográficas y políticas de este país, y un copioso número de sus memorias eclesiásticas y civiles. Mas Pedro de Marca que la trabajó, y Esteban Balucio que la publicó añadiéndole el libro IV, se muestran alguna vez mal animados contra las glorias de España, y ajenos de la imparcialidad que tanto debe resplandecer en la historia. Fijados en el congreso de Ceret los límites entre España y Francia en virtud de las paces generales del año 1659, para justificación de lo resuelto en él parecioles preciso escribir la obra sobredicha. En la cual influyó más de lo que debía ser el espíritu de partido que reinó en las conferencias de los enviados por ambas partes. Y esto lo conocerá cualquiera que lea dicha obra, en que desde su prefación se descubre la jactancia francesa, muy fuera de propósito en quien al mismo tiempo incurría en equivocaciones, que más desdoran al que las escribió, que a la reputación de una nación amiga. Pero esto no es lo que hoy quería decir. Mejor será guardarlo para cuando haya humor de reunir en un punto de vista los renuncios de Balucio. Lo que digo es que eso mismo estorba lejos de ayudar; porque cosa es de nuevo trabajo estar cada momento rectificando fechas, aclarando equivocaciones, desvaneciendo calumnias, en suma, volviendo a la historia lo que es suyo, esto es, la verdad que le robaron los que quisieron enriquecer su casa a costa ajena. Otra cosa hay que observar en esta obra de que hablo, y es que la mayor parte de los documentos que en ella se publican, están tomados, no de los originales, sino de los traslados de ellos. Esto también advertirá cualquiera que tenga proporción y paciencia de hacer algunos cotejos, como yo los he hecho con el fin de ahorrar trabajo en nuevas copias. Hállanse en las iglesias y monasterios cartorales, o como llaman en Castilla tumbos y becerros, donde en los siglos XII y XIII se usó copiar todas sus escrituras importantes: hállanse en los mismos archivos los originales de ellas. Pues las publicadas en la Marca están por la mayor parte conformes con las escritas en aquellos libros, esto es, tienen todos los defectos de los que allí las trasladaron, de los cuales carecen los pergaminos auténticos. Con esto yo que repetidas veces tengo hecha esta observación, ya no puedo fiarme en documentos de importancia, aunque los halle impresos en esa obra: es preciso cotejarlos, y algunos de ellos copiarlos de nuevo. Y así no hallo en ese libro todo el auxilio que de él se debía esperar. En lo que puedo me sirvo de él, citándole para que leas allí ciertos documentos que contienen la verdad de los hechos, aunque entre inexactitudes paleográficas y diplomáticas. Porque ¿cómo atenderá a la mayor perfección de lo ya publicado, quien tiene a la vista tantas riquezas inéditas?

Mucho menos que esto me han ayudado las historias particulares de algunas ciudades e iglesias. Casi todas ellas se escribieron cuando tenían gran crédito los falsos cronicones; y así las hallarás atestadas de obispos y santos y sucesos fabulosos, amén de la longura (extensión, largo, longo) de las narrativas, exornadas con erudición de toda especie menos de la histórica. Poquísimo es lo que he leído de tales libros; y si algo he visto, ha sido después de haber examinado los archivos respectivos, y de haber ordenado la historia de cada punto, y no antes, en ninguna manera; porque la experiencia de una o dos veces me escarmentó para siempre. Los archivos, esos son los libros que leo; lo que en ellos queda, eso enseña la verdad. Narración sin prueba al canto, y más en cosas de antigüedad remota, no merece ser creída. Bien veo que con este plan que sigo, no sale completa la historia de cada ciudad, iglesia o monasterio, esto es, no contiene junto con lo que yo he hallado, lo demás que hallaron o escribieron otros sin hallarlo. A lo cual responderé dos cosas: 1.a que más vale saber lo poco con entera certidumbre de su verdad, que muchas cosas con duda y sospecha. 

2.a Que a mí no me encarga el Gobierno reunir en un escrito cuanto haya que decir de cada punto, sino solamente recoger lo que el tiempo y la ignorancia permitieron que llegase a nosotros en códices, escrituras, piedras, monedas y demás monumentos de nuestra literatura. Y cierto que para desempeñar este encargo no son muy del caso los libros que digo. De cuya clase por lo que toca a esta provincia, exceptúo el episcopologio de Barcelona, escrito por el P. Aymerich, y las memorias de los MM. de Gerona ordenadas y analizadas por el sabio canónigo de aquella iglesia D. Francisco Dorca. Estas obras sí que son apreciables, y de ellas me he servido bien. 

Por último la biblioteca de escritores catalanes todavía no existe, y de ellos no se sabe más que lo que en la general de España dijeron Nicolás Antonio, y su anotador Pérez Bayer, y lo que acá y acullá publicaron algunos aisladamente y por incidencia. Cosa es esta que a muchos ha de parecer increíble. Una provincia como la de Cataluña que tanto floreció en todas las ciencias y artes en sus dos siglos de oro XIII y XIV, contando a centenares los escritores de jurisprudencia, teología, política, filosofía moral, poesía y otras mil cosas, en número mucho mayor que cualquiera otra de España: una provincia dominada de un gusto, y digamos del genio tutelar de la música, y donde las nobles artes han hallado un asilo tan opulento, que ya no hay corte en la Europa donde no haya catalanes pensionados por el consulado de Barcelona para perfeccionarse en la estatuaria, pintura, arquitectura y grabado; cuya capital encierra en sus muros tantos objetos de lujo literario, escuelas particulares de cirugía, química, física, matemáticas, sordo-mudos, museos, monetarios y otros muchos establecimientos, sin contar los públicos de artes y ciencias: pues digo, ¿esta provincia todavía ha de estar sin biblioteca de sus escritores? Tienen la suya los aragoneses escrita por Latassa, y los valencianos las dos de Rodríguez y de Ximeno, a las cuales va a imprimirse un tomo de adiciones y correcciones recogidas por D. Justo Pastor Fuster (N. E. libro que he editado, está online https://librosmoncho.blogspot.com/2022/01/biblioteca-valenciana-hasta-1700-justo-pastor-fueste.html y en Amazon), encuadernador de libros: y Cataluña que fue la cuna del saber de la antigua corona de Aragón se está sin publicar la suya, y sufre con paciencia que al paso que se saben las proezas militares de sus mayores, y su pericia en la náutica, y su ingenio en las artes, queden ignoradas las producciones de su ingenio y erudición. El siglo de oro de los catalanes tuvo la desgracia de preceder a la invención de la imprenta; y esta es la causa principal porque se ignoran los progresos de la literatura de esta provincia tan fértil en ingenios (N. E sobre todo si añaden los occitanos, mallorquines, valencianos etc). 

Pero ella misma debía ser la que más estimulase a los sabios del día a indagar y hacer públicas las obras de sus maestros. 

Que ora sean MSS. o impresas, la noticia de los literatos trae consigo la de la literatura en que brillaron los siglos pasados, sin cuyo conocimiento ni la patria tiene el honor que le corresponde, ni nadie debe tenerse por sabio. Este fruto no se adquiere si no se reúnen en un cuerpo y cronológicamente todos los escritores domésticos, que es como una escuela y digamos espejo del progreso que hicieron los conocimientos humanos.

Estas quejas he manifestado francamente desde mi entrada en Cataluña, sin cesar en ellas hasta que traté en Barcelona a D. Ignacio Torres y Amat, bibliotecario del colegio Tridentino de Belén, al cual hallé dedicado con fruto a este trabajo. Entonces supe que ya el difunto P. D. Jaime Caresmar había recogido muchas noticias de escritores antiguos, y supe que de los que aún viven ayudaban algunos a la empresa, cada cual con lo que podía. Yo he querido también ser de este número, ofreciendo comunicar notas puntuales de los escritos y escritores que en mis investigaciones me viniesen a mano, con tal que se me den las particulares que tocan a la biblioteca de mi orden. Así se está cumpliendo por ambas partes; y yo vivo persuadido que dentro de dos o tres años podrá ya salir a luz la deseada biblioteca catalana, atendida la actividad y lectura infatigable de dicho sujeto, junto con el tino necesario para analizar las obras y formar de ellas el debido juicio (a). 

(a) Poco después de escrito esto el citado D. Ignacio Torres fue hecho deán de la santa iglesia de Gerona, de cuya ciudad sitiada por los franceses pudo escapar no sin riesgo, para servir a la patria en cosas análogas a sus conocimientos. Mas habiendo sido destinado tesorero de los hospitales militares, trabajó en ello con tanto ahínco, que vino a ser víctima de su celo. Murió en Sallent su patria a 26 de Mayo de 1811, a los 43 años de su edad. La falta de este sujeto está dispuesto a suplir su hermano D. Félix, a quien en 1804 traté siendo rector del seminario de Tarragona, y hoy se halla de sacrista en la catedral de Barcelona. Si este sujeto no iguala al difunto en la diligencia escrupulosa y digamos nimia prolijidad para ciertas pequeñeces necesarias a la bibliografía, en mi dictamen le excede en la erudición y sólidos conocimientos científicos, tan precisos para que la biblioteca sea de una lectura provechosa y deleitable. Y cierto no le cede en el amor a la ilustración de su patria, con el cual ha logrado ya en la biblioteca de Belén que se haya destinado un salón para reunir todas las obras MSS. e impresas de autores catalanes, de los cuales en breve dará a luz la descripción correspondiente. 

Porque claro está que de estas bibliotecas, si no son más que una noticia seca de la vida de los autores, y de los títulos e impresiones de sus libros, algún fruto sacará la bibliografía, pero muy escaso la literatura; y cierto parece justo que pudiendo ser, se procuren las dos cosas a un tiempo. La erudición de un bibliotecario debe ser mayor que la de un comerciante de libros. Al que estudia física, por ejemplo, de poco le serviría saber que N. escribió un libro de esa ciencia, y que murió tal año, y que tuvo esta o la otra suerte. Lo importante es dar a conocer los libros, más que los autores de ellos. Por esto son justamente elogiados Nicolás Antonio en la biblioteca española antigua, y Quetif (lo escribe con dos ff) y Echard en la de mi orden; y por la falta de ello nunca lo será Latassa en la suya de Aragón

Otra cosa entiendo yo que deberá tenerse presente en la formación de esta nueva biblioteca; y es que no se dé lugar en ella sino a los que hayan escrito alguna obrilla que merezca ese nombre, o pueda hacer figura en la historia de las ciencias y artes. Difícil es fijar en esto una regla segura; pero no lo es señalar el extremo en que han caído algunos bibliógrafos, colocando entre los escritores a cualquiera que haya impreso no más que un sermón o un soneto, y aun al que dejó MSS. estas piezas de oratoria y poesía. Cosa por cierto insufrible, que sólo puede tener cabida en la pluma del que piense que el mérito de las bibliotecas se mide por el número de los escritores y no por la calidad de sus escritos.

Tampoco deben olvidar los señores catalanes que no todos los escritores que tienen ese nombre, lo son; el cual suelen dar los bibliógrafos extranjeros al que escribió en idioma lemosín que ellos siempre llaman catalán, aunque sea natural de Mallorca o de Valencia o de otros puntos donde se habló aquel idioma (N. E. ni siquiera cita Limoges, o la Provenza, como para tomarle como conocedor de la lengua occitana, de òc, och, incluso hoc). Así a S. Vicente Ferrer llamaron catalán algunos historiadores antiguos, y aun de los modernos hay quien tenga por catalana la biblia que a ese santo se atribuye, y no es sino de su hermano el cartujo D. Bonifacio, también valenciano. (N. E. Véase https://librosmoncho.blogspot.com/2022/03/apendice-2-sagrada-escritura-biblias-lemosinas-fragmentos.html … la qual fon trelladada de aquella propia que fon arromançada en lo monestir de portaceli de lengua latina en la nostra valenciana per lo molt reverend micer bonifaci ferrer doctor en cascun dret e en facultad de sacra theologia: e don de tota la Cartoxa: germa del benaventurat sanct vicent ferrer del orde de predicadors: en la qual translació foren altres singulars homens de sciencia...)

Asimismo los condados de Rosellón, Conflent, Vallespir &c. estuvieron antes unidos a la corona de Aragón, y como tan pegados a Cataluña, aún hoy día se habla en ellos el idioma de esta provincia. (N. E. ¿y en la vall d'Aran, dentro de Cataluña, qué se habla aún en 2022?) Lo cual podía ser ocasión de que en escritos de antigüedad remota, la misma escasez de noticias ciertas, obligara a que sus autores fuesen tenidos por catalanes, no siéndolo. Digo pues que supongo habrá en esto la debida discreción, y que no se dará lugar, como en otras bibliotecas ha sucedido, a que se verifique la tan manoseada fábula de la corneja. 

A Dios &c. 

(N. E. Una de las fábulas de Esopo

Quería una vez Zeus proclamar un rey entre las aves, y les señaló un día para que comparecieran delante de él, pues iba a elegir a la que encontrara más hermosa para que reinara entre ellas. Todas las aves se dirigieron a la orilla de un río para limpiarse. Entonces la corneja, viéndose más fea que las demás, se dedicó a recoger las plumas que abandonaban los otros pájaros, ajustándolas a su cuerpo. Así, compuesta con ropajes ajenos, resultó la más hermosa de las aves. Llegó el momento de la selección, y todos los pájaros se presentaron ante Zeus, sin faltar por supuesto, la corneja con su esplendoroso plumaje. Y cuando ya estaba Zeus a punto de concederle la realeza a causa de tanta hermosura, los demás pájaros, indignados por el engaño, le arrancaron cada uno la pluma que le correspondía. Al fin, desplumada de lo ajeno la corneja, simplemente corneja se quedó.

Moraleja:

Nunca hagas alarde de los bienes ajenos como si fueran propios, pues tarde o temprano se descubre el engaño.)

CARTA LX. Viaje al monasterio de Santa María de Ripoll.

CARTA LX. 

Viaje al monasterio de Santa María de Ripoll, Origen de esta casa. Catálogo de sus abades. Cuatro consagraciones de su iglesia. Descripción de su fábrica material. Noticia de sus sepulcros. Archivo de esta casa y códice precioso de los salmos. Noticias antiguas de la biblioteca: su estado actual y descripción de algunos códices notables y obras inéditas. Iglesia de S. Pedro y de la de S. Eudaldo M.: traslación de este santo a Ripoll en el siglo X. 

Mi querido hermano: Si el P. M. Flórez hubiera podido hacer un viaje a este monasterio de Santa María de Ripoll, estoy bien persuadido de que según era grande su amor a la antigüedad, y su pericia en examinarla, nos hubiera dejado una relación completa de lo que es esta casa, así en la parte histórica como en la literaria. Pero pues esto no pudo ser, y en lo poquísimo que de ella nos dijo se valió solamente de lo que ya sabía el mundo, supliré yo esta falta, aunque con fuerzas tan inferiores, contándote cosas que no te pesará saber. Dos veces he estado en este monasterio: una en Febrero de 1806, siendo abad D. Francisco Codol, y otra en Octubre de 1807, en los primeros días del sucesor D. Andrés de Casaus. En ambas he experimentado toda la franqueza que necesitaba en el examen de los tesoros literarios y diplomáticos de aquel antiguo monasterio: merced a la ilustración de sus monjes, y a la protección que debí a su prior y vicario general D. Antonio Rocafiguera, que me hospedó en su casa. La situación del monasterio es en la villa llamada Ripoll, asentada en el confluente de los ríos Ter y Frezer. A este último llaman las escrituras de los siglos X y XI Freber y Febrer. Estos dos ríos ocasionaron sin duda el nombre antiguo de Rivispollens, Rivipullense, Riopullo, y ahora por corrupción Ripoll. Los principios del monasterio nos son desconocidos. La primera memoria publicada hasta ahora es la de la consagración de su iglesia en el año 888 que hallarás en la Marca Hisp. (apend. n. XLV). Pero además de que este documento supone ya existente el monasterio, no sólo en su fábrica, sino en la congregación de monjes y en la observancia monástica, digna de que el conde Wifredo el Velloso entregase ya al abad Daguino uno de sus hijos llamado Radulfo; además, digo, de esto, he hallado en su archivo la escritura original que va copiada (a: Apend. n 1), en que Ariulfo, presbítero, hizo a esta casa y a su abad Dachino una donación fecha IIII. nonas Decemb. anno secundo Karle magno rege (Carlo magno), que es sin duda alguna el de 880; en el cual es menester también suponer existente y formada la casa; y así debemos remontar a mayor antigüedad su origen. Con esto se hace probable la tradición de que antes estuvo el monasterio en la parte más alta de los montes, hacia la puebla que llaman de Lillet. Mas esto es obscuro, y lo que hay que saber de la suerte y alternativa que cupo a este insigne monasterio en lo material y formal, lo iré diciendo al mismo tiempo que forme el catálogo de sus abades; el cual merece publicarse no sólo por la excelencia de la casa, como dijo el P. Flórez, que sólo escribió los nombres y los años con no pequeñas equivocaciones en lo uno y en lo otro, sino porque algunos de sus hechos ilustran mucho la historia general de Cataluña, y su serie sirve para la certidumbre en la celebración de cortes, muertes y testamentos de reyes y de condes, y otras mil cosas. Porque aunque es cierto que antes de unirse Cataluña y Aragón no suenan en los privilegios los obispos y abades; mas desde la entrada del rey D. Alfonso II en 1163 subscriben como testigos muchos de ellos en todos los privilegios y escrituras de importancia, y así continuaron por sistema político y por una fórmula de gobierno. Debo confesar que en este trabajo me he ayudado y servido de las apuntaciones y memorias que dejó el P. M. Fr. Benito Ribas, monje de Monserrate; el cual habrá unos cuatro o cinco años arregló parte de este archivo de Ripoll. Mas sin fiarme de su dicho, aunque de mucha autoridad, las he cotejado con escrituras, necrologios, cronicones, y otras memorias de dicha casa.

Catálogo de los abades del monasterio de  Santa María de Ripoll. 

Daguino o Dachino era ya abad el año 880, como prueba la escritura citada. En 888 a 20 de Abril se hizo la primera dedicación de esta iglesia y casa, cuya escritura como dije trae la Marca Hisp. Dos años después se verificó la de la iglesia de S. Pedro, vecina al monasterio y sujeta a él (ibid. n. L). Tiene además este abad la gloria de haber recibido y educado a Rodulfo, hijo del conde Wifredo, que después llegó a ser obispo de Urgel. Murió a 22 de Enero de 902. 

Daniel lo fue desde ese año, y llegan sus memorias hasta el de 916; pero se sospecha que viviese hasta cerca del 919, en que comienzan las del sucesorEnnego, el cual murió a 29 de Abril de 948. Este abad no satisfecho con la fábrica de la iglesia primitiva, que debía ser pobre, emprendió la construcción de otra nueva, la que tuvo ya en estado de que fuese dedicada en 935; solemnidad a que asistieron los obispos Jorge de Vique, y Radulfo de Urgel (ibid. col. 386). Sucediole en el mismo año de su muerte

Arnulfo, el cual fue electo obispo de Gerona a 1.° de Septiembre de 954, y lo fue hasta 17 de Abril de 970 en que murió, como se probará hasta la evidencia cuando se trate de aquella iglesia. También es cierto que junto con la dignidad episcopal conservó el gobierno de este monasterio donde fue enterrado. Todo esto, y particularmente la entrada en la abadía a fines del año 948, consta evidentemente de escrituras originales que prueban la existencia de su antecesor Ennego hasta ese año. Con esto se acaba de ver que la bula de León VII en favor de este abad Arnulfo no se extendió en el año 938; tiempo en que tampoco existían algunos de los obispos a quienes va dirigida, como se demostró en el episcopologio de la iglesia de Vique (a: V. tom. VI. pág. 137). 

Un monje anónimo autor de la historia de este monasterio, escrita el año 1147 y publicada en la Marca Hisp. (apend. n. CCCCIV.) atribuye a este abad la introducción de la regla de S. Benito en esta casa; pero de varios documentos consta que ya estaba en uso muchos años antes. Acaso nació esta especie de haber él construido algunas de las oficinas monásticas, las murallas o cerca del monasterio, la acequia que aún persevera para un molino dentro de casa, y otras cosas que proporcionaban el retiro de los monjes. Algo de esto expresa el abad sucesor Oliva y obispo de Vique en el poema de alabanzas de esta casa, de que se dijo otro día (a: V. ibid. pág. 190), donde hablando de los abades dice:

Est hic et Arnulfus harum qui prima domorum 

Moenia construxit, primus fundamenta iecit, 

Sedis et egregiae praesul rectorque Ierundae. 

Advierto que el autor de este poema es un siglo anterior a aquel anónimo. Mucho más se dirá de este abad en el episcopologio de Gerona. Sucediole acá el mismo año 970

Widisclo, el cual concluyó las obras comenzadas por su antecesor Arnulfo, entre las cuales debe contarse la iglesia, que por tercera vez fue dedicada a 17 de Noviembre de 977, asistiendo a este acto los obispos Froya de Vique, Miro de Gerona y Wisado II de Urgel por medio de su vicario, con otras personas nobles. Hay de esto una muy curiosa escritura (ib id. n. CXXIII). También trajo acá el cuerpo de S. Eudaldo, como se dirá. Falleció a 23 de Julio de 979.

Singfredo o Seniofredo que murió domingo a 4 de Julio del año 1008, como consta de la encíclica que expidió esta casa, anunciando su muerte a las iglesias y monasterios de Cataluña y de la Galia Narbonense. Este es el primer monumento de esta clase que aquí se conserva con las contestaciones. De este uso se habló ya otro día (a: V. ibid. pág. 189). Sucedió Oliva, hijo del conde de Cerdaña y de Besalú Oliva Cabreta, el cual se hizo monje en esta casa el año 1002, según dice el cronicón Ripollense, que está en la biblioteca del Carmen descalzo de Barcelona: anno MII. Dominus Oliva episcopus et abbas venit ad conversionem. Llámanle aquí obispo, porque sin dejar la abadía, lo fue de la iglesia de Vique desde el año 1018 hasta el día 30 de Octubre de 1046 en que murió, como se dijo en el episcopologio, donde también se habló de sus escritos, hechos notables y sepultura. Del tiempo de este prelado es la cuarta y última dedicación de esta iglesia, verificada a 15 de Enero del año 1032 con asistencia suya y de los obispos Berenguer de Elna, Wadaldo de Barcelona, Wifredo de Carcasona (antes de Besalú) y Amelio de Albi. La escritura trae la Marca Hisp. (apend. n. CCVIII). En el episcopologio se dijo también como el conde Guillermo de Besalú, presentándose en este monasterio, eligió día 14 de Marzo de 1047 por sucesor a

Pedro, del cual hay memorias ciertas hasta 1056. Sucediole

Guillermo, a quien llama Guillermo Bernardo un catálogo antiguo MS. al fin de un códice de la biblioteca de este monasterio, señalado con el número 201. El M. Flórez, omitiendo al antecesor Pedro, anticipa el gobierno de este Guillermo al año en que aquel comenzó. Muchos disturbios hubo por este tiempo, ocasionados por un abad intruso llamado Adalberto, el cual se apoderó de la casa hacia el año 1062. Recuperó luego su lugar nuestro abad, como lo expresa un inventario de los bienes pertenecientes a la enfermería, formado en su nombre por el monje Oliva, distinto del obispo, en el año siguiente 1063: Postquam, dice, Dominus abbas recuperavit abbatiam. El cronicón citado fija la muerte de este abad en 1068 y también le llama Guillermo Bernardo. El catálogo MS. le da por sucesor antes de Bernardo a Daniel, y de él se debió enviar la copia al P. M. Flórez, que lo cuenta existente desde 1068. Yo no tengo otra noticia, ni puedo salir fiador de la existencia de este abad, constándome que el año siguiente a la muerte de Guillermo 1069 estaba ya apoderado de la abadía Mirón. Así se ve en escritura original de un establecimiento de tierras en este archivo (armario de la camarería) fecha X. Kal. Octobris anno VIIII. regni Philippi regis, que es el que he dicho. Estaba este Mirón excomulgado por el papa aun antes de hacerse abad, lo cual logró simoniacamente. Este crimen quiso remediar el conde de Besalú Bernardo, arrojando a Mirón del monasterio con el auxilio de Guifredo, arzobispo de Narbona, Berenguer, obispo de Gerona y Guillermo, obispo de Vique. Además, para desterrar las simonías que fueron la puerta para entrar en la abadía desde la muerte del abad Oliva, resolvió sujetar este monasterio al de S. Víctor de Marsella, y su abad Bernardo, dándoles facultad para elegir abad que gobernase esta casa. A este fin escribió una carta e hizo escritura de unión de ella a la de S. Víctor. La primera está sin fecha, según la costumbre; mas la segunda tiene la data de 27 de Diciembre del año 1070, año X de Felipe. Ambas se hallan en la collect. ampliss. de Martene (tom. I. col. 473 seqq.) las cuales en vano he buscado aquí. En la carta pone la condición de que el primer abad electo por los de S. Víctor para Ripoll sea Girberto, a quien pedían los monjes de esta casa. Mas ni aun esto se les concedió. Duró esta unión 102 años, en que hubo disturbios considerables. El poder del monasterio de S. Víctor y la condescendencia de nuestros condes fueron gran parte para que se verificasen estas y otras reuniones dolorosas, pero ciertas, a pesar de las dudas con que ha querido desterrarlas de nuestra historia el crítico Masdeu. 

Abades Marselleses. 

Bernardo fue el primero de ellos, cuya existencia y gobierno consta por escrituras desde el 1071 hasta 1102 en que murió día 20 de Junio. Así se lee en la encíclica que expidió el monasterio con grandes elogios del difunto, la cual existe con las contestaciones de muchas iglesias y monasterios: todo en un rollo grande conservado en este archivo. En su tiempo, es a saber, en 1079 se incorporó a este monasterio el de S. Andrés de Tresponts en la diócesi de Urgel. De lo cual irá la escritura en aquel viaje. Otra más curiosa todavía enviaré acerca de la sujeción a esta casa del priorato de Santa María de Gualter, junto al río Segre, fundado por el conde de Urgel Ermengol IV. Entre otras personas de que hace memoria la escritura una es nuestro abad. Su fecha es de 1083. Sucedió

Benedicto, el cual murió a 21 de Octubre de 1107, y tuvo por sucesor a

Guazfredo o Gaufredo, como le llama el catálogo MS. citado. Murió a 22 de Febrero de 1111. 

Gaucelmo o Galtelmo, según lee el mismo catálogo, gobernó hasta 1120. 

Elías, omitido por Flórez, lo fue hasta 1124. Dícese que por estos tiempos Raimundo de Çesguinyoles, abad de S. Martín de Canigó, ocupó nuestra abadía. Nada puedo asegurar de esto sino que los ánimos andaban turbados con el gobierno extranjero, el cual prosiguió en

Pedro Raimundo, de quien hay memorias en 1150 y 1153. Todavía sucedió

Gaufredo, el cual murió a 13 de Abril de 1169. 

Estos son los siete abades de Ripoll electos por el abad de S. Víctor. No sé en qué manera nuestro monasterio recobró su independencia; lo cierto es que en 1172 eligieron los monjes de Ripoll por su propio abad a

Raimundo de Berga, catalán, el cual murió en 1205. El catálogo citado añade el día que fue idus Octobris, y que rexit XXXIIII. annos.

Bernardo de Peramola fue electo a 9 de Febrero de 1206: existía en 1209 en que restauró las murallas del monasterio; mas no se sabe su muerte. 

Bernardo de S. Agustín murió a 20 de Junio de 1217.

Raimundo Dezbach (de Bacho; d'es Bach). Hay ya memorias de él en Abril de 1218. Murió a 20 de Enero de 1284. Está enterrado en el trascoro de esta iglesia.

Dalmacio de Çagarriga murió en 1256, como dice el catálogo MS. citado.

Bertrando Dezbach (de Bacho), murió a 26 de Enero de 1280. Tiene su entierro en esta iglesia sobre la pila del agua bendita. Por su muerte vacó la abadía; de lo cual habla así el catálogo citado: Vacavit abbatia XI. annis: fuit cisma in ecclesia, et in monasterio per duas electiones, una Raimundi de Vilario acuto (Vilaragut), altera Petri de Baco prioris Montissoni (Monzón). Prevaleció la primera de estas dos elecciones por haberla apoyado y confirmado el papa, como dicen; y así será, porque desde el 1291 suena constantemente abad

Raimundo de Vilaragut, el cual murió a 22 de Agosto de 1310. Sucedió

Guillermo de Camps, que murió a 21 de Octubre de 1322, como dice el catálogo citado. 

Ponce de Vallespirans, de quien no queda memoria alguna; mas es cierto que fue abad, como se ve en escritura de censo que firmó el sucesor

Hugo Dezbach el año 1326, donde se llama a sí mismo Huguetus, y menciona a su antecesor Ponce. Este abad Hugo es el primero provisto en esta abadía por el papa, y en el cual comienzan las reservaciones apostólicas. Continuó en el gobierno de esta abadía hasta el año 1351 en que fue electo obispo de Urgel, donde murió a 17 de Enero de 1361. Por su promoción al obispado sucedió en la abadía

Jaime de Vivers (de Vivariis), el cual renunció en 1362, como dice el catálogo citado.

Raimundo de Sabarés, murió a 10 de Septiembre de 1380.

Galcerán de Besora, llamado por Flórez Bertrando de Bisuira, murió en 1383, tiempo en que andaba ya turbada la iglesia con el famoso cisma de occidente. Por cuya causa los monjes eligieron luego en abad a

Raimundo Descatllar (d'es Catllar), el cual por no estar en la gracia del rey D. Pedro de Aragón, se ausentó y pasó a la Grecia. El rey dio esta abadía en 1386 a Fr. Pedro de Betet. Reinando después su hijo D. Juan el I.° volvió el abad Raimundo a su dignidad, y la conservó hasta que fue hecho obispo de Elna en 1408, aunque de ello no hay noticia en la Gallia Christ. Poco después fue promovido a la silla de Gerona, y murió estando en Valencia año 1415. En esta abadía sucedió

Marcos de Villalba, y la obtuvo sólo un año hasta el de 1409 en que pasó a ser el primer abad de Santa María de Monserrate, que hasta esta época fue sólo priorato del de Ripoll, y ahora con la autoridad de Benedicto XIII (Luna) se hizo independiente, y erigió en abadía. En la de Ripoll sucedieron

Berenguer de Rejadell, de quien dice el catálogo citado que murió en 1410. 

Dalmacio de Cartellá, que murió a 1.° de Diciembre de 1439 (Flórez en 1412), como se ve en su sepulcro junto a la escalera de la entrada del claustro a la iglesia. Sus armas son varias cartelas con el lema Ave María.

Bernardo de Samasó (Flórez de Mancione), electo por los monjes durante el cisma de Basilea a 16 de Enero de 1440, y confirmado después por el papa Eugenio IV. En una congregación que celebró esta provincia en Barcelona día 23 de Octubre de 1456 para tasar el subsidio con que debía contribuir, según lo mandó Calixto III, se halló el abad de esta casa llamado Bertrando; según consta de una escritura de concordia que se hizo con los colectores apostólicos, la cual he visto en el archivo de la catedral de Mallorca. Sospecho que es el nuestro, a quien unos u otros equivocaron, siendo tan fácil tomar un nombre por otro. Murió en Capua a 17 de Junio de 1458. 

Narciso Miguel.

Rodrigo de Borja, cardenal, lo fue hasta 1463.

Ponce Andrés de Vilar: 1489.

Ascanio María Sforcia: 1505.

D. Fadrique de Portugal.

D. Jaime cardenal de S. Clemente.

Estos cinco o seis abades comendatarios dejaron de su gobierno tan pocas memorias, que ni siquiera se puede fijar un año de los que lo tuvieron. Por los procesos de los concilios Tarraconenses, que con varios objetos registré en Tarragona, se puede decir algo más de los sucesores

Jaime Rich, que ya lo era en 1530, y lo fue hasta 1534. 

Clemente May lo era ya en 1536, y lo fue hasta 1584 por lo menos. Vacó la abadía algunos años hasta el 1597 en que fue electo

Francisco de Pons, y gobernó hasta 1611.

Juan de Guardiola, murió a 2 de Febrero de 1616. 

Francisco Senjust lo fue hasta 1622, en que fue hecho obispo de Gerona.

Pedro Sancho lo era ya día 14 de Mayo de 1623 en que consagró el altar mayor de este monasterio, construido en distinto sitio del anterior, en el cual colocó las reliquias antiguas. Las actas he visto copiadas en un libro (armario de privilegios reales). Murió en 1627. Vacaba aún la abadía en 1630: mas en 1636 la poseía

Francisco de Copons y Vilaplana, cuyas memorias llegan hasta 1651. 

Gisperto Amat lo era en 1664. 

Jaime de Meca.

Gaspar de Casamitjana y Eril lo era ya en 1670. Duran sus noticias hasta 1696.

Benito Sala (obispo después de Barcelona.)

Rafael de Molner: así escribe su apellido el proceso del concilio provincial de 1699 a que asistió. Otras memorias hay hasta 1704.

Félix de Vilaplana se halló en el concilio provincial de 1712: debió continuar hasta 1732. Luego fue electo

Juan Fluviá y Aguilar, que murió en el mismo año. En el concilio provincial de ese año por el Mayo, se dice estaba vacante esta abadía.

Fernando de Zúñiga lo fue hasta 1742.

Francisco de Copons y de Copons lo fue hasta 1755. En tiempo de este abad se terminaron los largos y funestos pleitos entre esta casa y el obispo de Vique sobre jurisdicción. Confirmó la concordia el rey, y el papa Benedicto XIV expidió sobre ello una bula dada a 22 de Septiembre de 1748.

Martín Sarmiento murió electo solamente.

Josef de Oriol y Tord asistió al último concilio Tarraconense en 1757. Hizo concordia con el obispo de Solsona sobre algunos puntos a 16 de Marzo de 1776. No sé cuando acabó su prelacía. 

Francisco de Valencia y Segrera lo fue hasta 1793. 

Isidoro de Rocabruna, electo.

Francisco de Codol desde 1796. Murió en Marzo de 1806. 

Andrés Casaus, actual. 

Viniendo ahora a hablar del templo, debo prevenir que el que hoy vemos es el mismo que últimamente se consagró en 1032 por el abad y obispo Oliva; y por consiguiente permanece la fiesta de su dedicación en 15 de Enero. Tiénese aquí por tradición que aquel prelado no hizo otra cosa más que el crucero o nave del altar mayor, dejando intactas las naves que abocan a ella, que eran obra de los abades antecesores Arnulfo y Widisclo. 

Como la arquitectura de los siglos X y XI es una misma en la parte que no admitía relieves, no es fácil advertir esta diferencia. Voy a hacer la descripción más detenida y exacta que pudiere de este edificio respetable, ya que no puedes verle como yo. Éntrase a la iglesia por un pórtico despejado y cerrado con verjas de hierro, en el cual hay cinco sepulcros a la raíz de la pared con vestigios de inscripciones que ya perecieron. Es indubitable que aquí están enterrados algunos de los condes o personas principales, cuyos cuerpos según las memorias antiguas de la casa descansan en ella, ignorándose su lugar. Un registro exacto de estos y otros depósitos acaso sería muy útil a la historia y suntuaria de aquellos tiempos. Creo que la ilustración del actual Sr. abad y de los demás monjes verificarán un día mis deseos, que en mi tránsito quedaron inútiles. El pórtico es la Galilea antigua, sitio donde se enterraban las personas de cuenta hasta el siglo XIV, en que comenzaron a tolerarse tal cual vez las sepulturas dentro de la iglesia. La portada forma en el plano de la pared como un retablo de 50 palmos de longitud total, dividido en su elevación en siete cuerpos de tres palmos cada uno poco más o menos: subdivididos estos en varios cuadros donde se representan de relieve algunos pasajes del antiguo testamento con sus letreros correspondientes. El carácter de la letra y escultura no dejan duda que esta es obra del obispo Oliva, y del tiempo de la dedicación que hizo en 1032. La puerta en el centro tiene 12 palmos de radio, compuesta de seis recalados o arcos concéntricos de medio punto, en los que se representan de relieve algunos hechos de la vida de S. Pedro, los doce meses del año y otras curiosidades, con varios follajes y grecas que no carecen de gracia. Todo ello es de piedra común, pero muy sólida. Es extraño que los señores del viaje pintoresco hayan dejado olvidado este monumento, habiendo copiado otros de menos importancia. Yo hubiera suplido su falta; mas es obra costosa y que pide grande esmero y prolijidad. Las puertas del templo son las construidas en 1377 a costas de N. Umbrells, monje y sacrista de esta casa, cuyo nombre y año está grabado en las chapas de hierro. Éntrase a la iglesia bajando cuatro o cinco gradas. En la pared testera a mano derecha se halla colocado en alto un sepulcro de madera, que antes estuvo en la pilastra inmediata al testero del coro en la mano izquierda. Con motivo de algunos reparos en el edificio, se trasladó al sitio actual hace pocos años. Entonces se reconoció, y dicen que se halló entero el cuerpo del conde Ramón Berenguer IV de Barcelona que murió en 1162, con su barba y pelo crespo de color rubio. Probaba su identidad un pergamino que se halló dentro de escritura de aquel tiempo, y es un panegírico del difunto. Lo he podido copiar, porque ya no existe en el sepulcro donde debieran guardarle, ni aun en el archivo, donde acaso no perecería, como sucederá andando de mano en mano entre los monjes (a). (a) No va la copia de este documento que se promete en el viaje, por estar posteriormente publicado en el tom. XLIII de la Esp. sag. pág. 466, aunque con alguna inexactitud que no quita la substancia de la cosa. 

En la última entrada de los franceses en este país, robaron sus tropas algunas planchas de plata que adornaban su ataúd, encerrada dentro de la caja de madera que decía. En ella hay un letrero del siglo XIV o XV que especifica los títulos de este príncipe de esta manera:

Dux ego matre, Rex coniuge, Marchio patre:

Marte, fame fregi mauros, dum tempore degi; 

Et sine iactura tenui Domino sua iura.

Para que acompañase a este sepulcro colocaron entonces en la pared de la mano izquierda otro grande sepulcro de piedra, que muchos siglos había estado en la salida de la iglesia al claustro a mano derecha. Está sostenido sobre columnas. Presenta la urna varios relieves divididos en cuadros alusivos a la enfermedad, muerte y entierro del difunto. En las pilastritas o fajas intermedias se escribió de abajo arriba su elogio con caracteres mayúsculos mal formados y encajados unos con otros a la gótica, como decimos. Además de esto y de la postura incómoda y peligrosa, tiene la piedra mil roturas; de modo que yo no pude leer sino el primero de los versos leoninos (porque eso son), que dice así:

Marchio Raimundus moriens petat etera mundus.

No es fácil decidir qué conde es el enterrado aquí. Reconocido el sepulcro dicen que se halló un cadáver entero con el pelo crespado rojo (rubeo, rubio). Créese que es uno de los Raimundos Berengueres de Barcelona, y aun la opinión común es que sea el III.° de este nombre, supuesto que el I.° llamado el Viejo está en la catedral de Barcelona, y el II.° llamado Cap de estopa en la de Gerona. Así parece preciso decir que el de acá es el III.°, y a esto favorece el haber él mismo señalado aquí su sepultura, y la memoria que se conserva en un necrologio antiguo de esta casa que dice: XIII. Kal. Augusti Raimundus comes Barchinonensis in claustra iacet: con lo cual concuerda lo que leemos en los historiadores, que este príncipe murió a fines del mes de Julio.

La iglesia es de cinco naves de poca elevación: la del medio tendrá unos 40 palmos de latitud, y todas ellas 120: las colaterales están divididas parte por columnas, parte por machones. Hay en ellas algunos sepulcros del siglo XIII: entre ellos está el que dije del obispo Oliva. Vense también allí algunas pinturas antiguas sobre tabla, dignas de conservarse para la historia de este arte en el siglo XIV a que pertenecen. La longitud total del templo será de unos 300 palmos catalanes. En la parte superior de él hay un crucero o nave transversal que forma como un martillo con las demás: tiene de largo unos 200 palmos. El pavimento delante del altar mayor es un mosaico grueso, que representa varios delfines, perros &c. No creo que haya quien le tenga por romano; y más bien es alguna imitación de aquel género en los siglos posteriores, de lo cual hay otros ejemplares en esta provincia. El altar es de madera de bastante buen gusto. La ara entera de jaspe es la de la última consagración del abad y obispo Oliva. Su vista me hizo acordar de las muchas reliquias que en ella se depositaron, cuya noticia nos conservó un sermón hecho para leerse anualmente en esta solemnidad, escrito a fines del siglo XI en un códice de esta biblioteca (num. 57), y va copiado (a: Apend. n. II). Son notables las reliquias que expresa de S. Saturnino, qui primus, dice, post apostolos nostrarum partium ignorantiae tenebras evangelicâ praedicatione detersit. Hace también mención de las reliquias S. Urbici nostrae patriae venerandi martiris. La voz patriae indica este condado, o a lo menos este país. Alude esto o al S. Urbicio que se cree el segundo obispo de Urgel, o más ciertamente al mártir que se venera en el monasterio de Serrateix. Allá se verá más de propósito. Olvidábaseme decir que el altar mayor era antiguamente de oro, de peso de 30 marcos, muy semejante al de Gerona, dádiva del citado Oliva, o de alguno de los condes de Barcelona bienhechores de la casa, como dice un anónimo catalán, de que hablaré luego. Lo cierto es que el monasterio perdió esta alhaja con otras muchas hacia el año 1463, cuando los ministros del rey D. Juan el II, so pretexto de las urgencias del estado y de poder resistir a los que seguían el partido de su hijo el príncipe Carlos de Viana, despojaron esta casa entre otras de todas sus preciosidades. Lo cual fue reputado un robo sacrílego, aun por los mismos que seguían con más calor el partido del rey. Uno de ellos era el obispo de Gerona D. Juan Margarit, que con esta ocasión y para hacer ver al monarca la injusticia de este despojo de Ripoll, escribió el libro intitulado Templum Domini, desconocido hasta ahora de todos los bibliógrafos, y del cual vi un ejemplar en la catedral de Barcelona. En el viaje a aquella iglesia se dará 

un extracto de esta obra. En el de Gerona verás otros documentos auténticos en prueba de este robo. Del mismo habla un anónimo catalán que escribió la historia trágica del último conde de Urgel (Jaime de Aragón, en tiempo del rey Fernando I de Aragón); porque pintando la maldad de los nobles del país, que dejaron arruinar aquella ilustrísima familia, y cómo en justo castigo ellos también vinieron a menos, dice lo siguiente: “La casa de Mossen Pere de Rocaberti, jatsie sia fama, que en aquesta tempestat de la guerra, essent capitá de la força de Girona, ses fet gran rich, perque ha disipat e robat tot l'Empurdá; empero sanct morí. E la gran riquesa qui en aquella era li fou llevat a la gloriosa verge María, e les llagrimas e oracions dels monjos del monestir de Ripoll, e encara la ossa e la anima de aquell compte (típico error: de comite, comte; de cómputo, compte) de Barcelona, qui avia donat en aquella cambra aquell gran joell, del qual ell no sens gran sacrilegi la despullá, nit e dia lo encalçan, el faran venir a mala perdició." 

Dejo aparte otras muchas calamidades de guerras que ha sufrido esta casa en los siglos posteriores; que cierto hay para maravillarse cómo ha podido conservar gran parte de sus antiguallas literarias. La imagen de Santa María colocada en el altar mayor, y que da título a este monasterio, es de madera y de color atezado y de poca elegancia en la escultura. Suple por todo su antigüedad, que sin duda es la misma que ya se veneraba en su primera dedicación del año 888. Prescindo según mi costumbre de las circunstancias maravillosas relativas a su hallazgo &c.: cosas en que siempre se mezclan especies inciertas y de poco fundamento. De la iglesia se baja por siete u ocho gradas al claustro que forma un trapecio grande y desahogado. Sus arcos pequeños se sostienen sobre columnas pareadas de jaspe morado del país, de buen lustre y de siete palmos cada una: las cuales son en todo 220. Casi otras tantas son las del 

piso superior, pero de piedra común, de que son también los capiteles de ambos pisos, labrados con gran variedad y capricho, como otros que he visto en este país de los siglos XII y XIII. Esto y la forma circular de los arcos, desconocida aquí desde mitad del siglo XIII hasta muy entrado el XVI, me persuaden que son obra anterior a ese tiempo intermedio. Y aunque del siglo XV se halla aquí algún libro de gasto hecho en la obra del claustro, más sería remiendo que nueva construcción. Esto aun en caso que dicho libro 

pertenezca a esta casa; lo cual puede ponerse en duda, sabiéndose que en la agregación de otros monasterios a este, vinieron acá todos los libros y papeles de los incorporados.

Como quiera que esto sea, hay en dicho claustro entre el capítulo e iglesia algunos sepulcros de condes de los siglos X y XI, en cuyo tiempo era este monasterio como el Escorial de Cataluña. Mas con la humedad del sitio han perecido muchas de sus inscripciones, y por otra parte no se sabe ciertamente quienes sean estos señores. Así que sólo podré dar razón de dos sepulcros: uno encierra a los dos condes de Besalú Bernardo Tallaferro muerto el año 1020, y a su hijo Guillermo llamado el Gordo, que todavía vivía en 1055, como se demostrará en otra ocasión contra Pedro de Marca y otros. Púsose en el mismo siglo un epitafio común a padre e 

hijo, el cual se lee con harta dificultad por estar el sepulcro a la raíz de la pared, y por hallarse ya gastadas las letras. Mas con todo se lee bien lo siguiente:

Splendor, forma, caro, virtuz, cum germine claro, 

Ut cito florescunt, modico sic fine licuescunt. 

Hoc duo testantur Comites hic qui tumulantur,

… de Taiaferr, Guilelm. cognomine Crassus,

…... Rodano fatalia passuz:

Armis, consilio, rebus, famâ viguere. 

Super (f. sumptibus) hanc multis ditare domum studuere: 

Unde coronati regnent super astra locati. Amen. 

La expresión Rodano fatalia passus confirma grandemente la opinión de que el conde Bernardo Tallaferro murió ahogado al pasar aquel río (Ródano), lo cual dijeron también los monasterios de Ripoll y Cuxá en la encíclica que expidieron con motivo de la muerte de aquel príncipe (Marc. Hisp. apend. n. CLXXXVII). Estos dos monumentos bastan para no tener por fabulosa esta especie, como pretende Diago. El otro sepulcro es del conde de Barcelona Wifredo el Velloso, aunque dicen 

que no es él solo el enterrado allí. No queda en él más que un fragmento de la inscripción que nos ha conservado entera la curiosidad del que la copió en un códice de esta biblioteca escrito en el siglo XI (n. 57 fol. 16), donde se lee: Hec sunt metra dompni Guifredi comitis scripta super tumulum ipsius.

Hic dire cum prole situs es, Guifrede Pilose, 

A quo dotatus locus est hic, et hedificatus.

Hoy sólo se ve el último verso. En un necrologio antiguo se dice del mismo conde al día III. idus Augusti... qui hanc domum edificavit, in claustra iacet. La palabra edificavit no debe tomarse con todo rigor; o digamos que él edificó la iglesia que se dedicó en 888. Entre su prole enterrada con él en el mismo sepulcro, podrá contarse acaso Radulfo, el cual entregó dicho conde en el mismo año a esta casa ad monachum cum sua hereditate, y después llegó a ser obispo de Urgel. Baste de sepulcros y de edificios materiales, y vengamos a hablar de lo que más ennoblece a este monasterio, digo de su archivo y biblioteca. El primero se ha conservado bastante bien, a pesar de los hurtos, exportaciones y guerras. Del extravío y pérdida de algunas escrituras, se quejaba ya en el siglo XI el obispo y abad Oliva, y para su recobro publicó una carta amenazando con la excomunión al que las retuviese. Existe este documento en la primera hoja de un códice de la biblioteca (n. 104) de donde es la copia adjunta (a: Apend. n. III). De lo que quedaba se aprovechó bien el arzobispo Pedro de Marca, a no ser que él contribuyese por su parte, como acá se sospecha, a empobrecer este precioso depósito; mas para denigrar con 

tan feo borrón a aquel grande hombre, son menester datos ciertos. Yo puedo asegurar que he visto aquí muchísimos de los instrumentos que él copió para su Marca Hisp.; como también puedo afirmar que la mayor parte de sus copias son de los cartorales, y no de los originales que existen aún en los archivos que visito. En el nuestro hay todavía mucho en que puedan cebarse los aficionados a la diplomática y paleografía, y más si logran la franqueza que yo he debido a los monjes archiveros. Ya dije al principio que el P. M. Fr. Benito Ribas ordenó y clasificó todo lo perteneciente a la abadía. Es de sentir que no pudiese hacer lo mismo con los archivos particulares de cada uno de los oficios de esta casa; y también lo es que algunos de estos se hallen fuera del archivo común en los cuartos de sus dueños, con peligro de perderse algunos títulos antiguos y respetables. Lo que yo he medrado en este escrutinio, y las preciosidades que allí he encontrado, no debo 

decir aquí, y se guardan para los lugares respectivos a que pertenecen; porque ya se sabe que en una iglesia o monasterio hay documentos para todos los demás: así como de los otros se han sacado para la de este.

No es para omitir la noticia de un códice custodiado en el mismo archivo, y es un salterio escrito con letras plateadas sobre vitela teñida de morado, y las iniciales y epígrafes de los salmos con letras de oro. En una llana está la versión vulgata, y en la otra la de S. Gerónimo. En la última hoja se lee: Karolus gratiâ Dei rex et imperator Franchorum. El carácter de la escritura hace creer que el códice es del tiempo de Carlo Magno, y a lo menos de Carlos Calvo; es decir que pertenece cuando menos al siglo IX. Lo más singular es que en tanta antigüedad las letras están como acabadas de escribir; con ser así que en otros códices esta alquimia de plata tiene muy poca consistencia y duración. Me acuerdo haber visto en la biblioteca nacional de Tolosa un códice de los cuatro evangelios del tiempo de Carlo Magno, escrito también sobre vitela morada con letras de oro, en el cual han perecido enteramente los epígrafes de los capítulos que estaban escritos en plata. Su bibliotecario ni aun por cortesía quiso creerme, cuando le contaba esto de nuestro códice, que tanto hacía rebajar el mérito del suyo. No sé desde qué tiempo posee esta casa tan preciosa alhaja. Pero sí me atrevo a afirmar que estaba ya en ella a 14 de Marzo del año 1047, cuando Guillermo, conde de Besalú, hecha, como dije, la elección del abad Pedro, sucesor de Oliva, formó inventario de las alhajas y libros que aquí había, y entre ellos menciona Psalterium argenteum, que sin duda es este códice.

Más respetable es en este punto la biblioteca del monasterio en que hay unos 300 códices MSS. de varias materias, siglos y erudición. En el inventario sobredicho consta que ya entonces había 192 códices: et sunt, dice, libri numero centum XC. duo. De todos ellos escritos ya se ve en la primera mitad del siglo XI y en los anteriores, escasamente quedarán ahora dos docenas. Gran pérdida para la literatura y para la opinión de este monasterio, entre cuyos individuos acaso se hallaría algún escritor no conocido. Otro catálogo de los libros existentes aquí en el siglo XII, va copiado de un códice de ese tiempo por su curiosidad (a: Apend. n. IV). He registrado a mi satisfacción los que se han salvado de las calamidades del tiempo y de la rapiña de los golosos. En esto he debido gran franqueza a D. Rafael Subirá, bibliotecario y sacrista de casa. Dejando pues aparte la noticia de libros comunes y de poca importancia, diré como me vinieron a mano de los que por varios caminos pueden interesar a la literatura.

1.° Vol. fol. vit. (num. 57) MS. sec. XI. incun. contiene XLVII homilías del V. Beda sobre los evangelios. = Poema inédito del obispo y abad Oliva en alabanza de esta casa, compuesto hacia el año 1032, del cual hablé y envié copia con el episcopologio de Vique. Hállase al fol. 15. b. = Vita S. Nicholai; su autor Iohannes 

indignus diachonus servus Sancti Ianuarii, compuesta a instancias de un Fr. Athanasius. = Fragmento de la vida de Carlo M., escrita por Eginardo, al fin de la cual se hallan estos versos: 

Hos tibi versiculos ad laudem, maxime princeps, 

Edidit aeternam memoriamque tuam, 

Geruuardus supplex famulus, qui mente benignâ  

Egregium extollit nomen ad astra tuum.

Hanc prudens gestam noris tu scribere lector 

Einarde magni magnificum Karoli. 

Finit vita Karoli. = Incipiunt lectiones in honore beatissimi Cucufati martiris Christi Barchinonensis urbis, et patriae doctoris egregii, cuius festivitas celebratur VIII. Kalendas Augusti. Esta obrita supone todos los martirios del santo en Barcelona; mas la muerte y sepultura octavo milliario de aquella ciudad, que bien corresponde al castro Octaviano, aunque no lo nombra. = Explanatio 

Paschasii et Gisleberti super lamentationes Ieremiae. (Jeremías, trenos, lamentaciones)

2.° Vol. fol. vit. (num. 46) contiene las Excerptas de los libros de S. Agustín hechas por S. Evipio (otros llaman Eugippio) abad Lucullanense cerca de Nápoles, que floreció a principios del siglo VI. El título de este códice dice así: Hic est liber Sancti Evipii de diversis doctoribus ex Riopullensis monasterii. Si quis eum furaverit (furtar, hurtar), aut folia absciderit, anathema sit. La obrita consta de 358 capítulos breves. Al primero de ellos precede este epígrafe que descubre la antigüedad del códice: In nomine Sancte et individue Trinitatis incipit liber sancti Evipii ex Riopollensi monasterii exerptum sub potestate et dominio domni Arnulphi episcopi vel abbatis exaratum ab humillimos Christi servos ac si indignos Sendredus levita, necne et Suniarius presbiter. El abad Arnulfo fue obispo de Gerona desde el año 954 hasta 970: y a esta época pertenece el MS. Parece que la copia se hizo de otro que había en la catedral de Nápoles, según indica la nota final de la obra que dice así: “Hunc codicem scerptorum, quem ex opusculis Sancti Augustini beate recordationis Evipius Pbr. et abba fecit, et eum codicem Dei aspiratione pro amore divinarum scripturarum adhuc in laica vita constitutus Redux misericordiâ Dei Epus. conscribi fecit. Et prefatus Redux Dei gratiâ favente in eadem Neapolitana civitate a Dno. beatissimo Pelagio sedis romane pontifice est Epus. ordinatus eo 

lo... Ego Petrus notarius sancte ecclesie catholice Neapolitanae, ut potui emendavi sub die iduum Decembrium Imp. Dmn. Tiberio Constantino PP. Aug. anno septimo pc. eiusdem Aug. anno III.° inditione XV.ma obsidentibus Langobardis Neapolitanam civitatem. Quem codicem pro memoria recordationis nominis sui predictus Epus. devote Sanctae Ecclae Neapolitanae, cui praeest, pro edificatione aeclesiae et populi Xpiani noscitur obtulisse. Et obtestor vos sanctos successores aecclesiae supra scriptae, 

Dei gratiâ succedentes in diversis ordinibus constitutos, per Dei nri. omnipotentis adventum, ut hic codix in aecla Dei semper valeat permanere. Ut quomodo fides aeterna est Xpiana, sich hec oblatio codix in aecclesia iure Deo custodiente vobisque servantibus ibidem perseveret. Testans etiam vos per confessionem meritaque beati Ianuarii martiris, ut sub nullo argumento, nulla alienatione, nulla commutatione de archibo aecclesiae vel iure aliquo modo discedat, ne cum predicto pontifice Reduce in divino iuditio 

causas reddere videamini.” 

Por esta nota se ve que hacia el año 582 en que era la indicción XV (aunque las otras épocas del emperador Tiberio Constantino no cuadran con este año) el notario Pedro enmendó el códice que el obispo de Nápoles Redux había hecho escribir siendo aún lego. Indica también que S. Evipio había vivido mucho tiempo antes. Cuadran perfectamente estas noticias y confirman a maravilla las que se leen en la bibliot. de Fabricio añadida por Mansi V. Eugippius. Los copiantes del nuestro vuelven a repetir sus nombres al fin de esta manera: Gratias agimus Deo nostro, qui nos confortavit. Qui legat, orat pro scriptores miserrimos servos Sanctae Marie Suniarius presbiter et monachus, et Senderedus (Sendredus) levita.

3.° Mayor es la antigüedad y también la importancia de otro cod. fol. vit. (num. 49) tiene este título: In nomine Domini incipit liber sententiarum Sancti Gregorii Papae Romae. Es evidentemente la obra que corre bajo el nombre de S. Isidoro Hispalense con el mismo título, o de summo bono, la cual en este y otros códices que he visto, se atribuye a S. Gregorio Magno, porque casi toda es tomada de sus obras, como expresamente lo dice otro códice de la catedral de Vique, de que creo haberte hablado. Las ediciones hechas hasta el presente no ponen más que tres libros. Los que tuvieren a mano la Isidoriana del jesuita Arévalo, podrán formar juicio de lo que son los libros IV y V que añade este códice. Con este objeto, después de notar los primeros y últimos capítulos de los tres primeros libros, he copiado todos los de los libros restantes (a: Apend. n. V). También es curioso su epígrafe final, que dice: Expletus ab opere scribtorio est liber per manus extremitatis Fidelis dcni. sub die XIII. Kalendas Augustas Era DCCCCX(' rasguillo) VIIIIa. Ob delinquentem scribtorem, ó vos sanctimoniales puelle, Christum Dominum non dedignemini precare; forsan obtentu vestro 

sacro mereatur quandoque peccatorum

onere carere, REBILENORTAM. Estas letras acaso serán iniciales; mas es cierto que leídas al revés dicen: Matrone liber. La X ' con el rasguillo significa XL, como en este mismo códice lo muestran claramente los índices que escriben con la misma cifra los capítulos 40, 41, &c. Así que fue escrito en la era 949, año de Cristo 911. Mas como en ese tiempo estuviese ya desusado en este país el carácter gótico cursivo, cuyo uso por lo que consta de escrituras y otros libros sólo duró acá hasta el reinado de Carlos el Calvo, poco más de la mitad del siglo IX, sospecho que este códice gótico en la escritura se escribió en otra provincia interior de España. Así es más difícil averiguar quienes son las sanctimoniales puellae, a quienes se dirige el copiante. Aunque si fuese monje de esta casa, tenía muy cerca la de monjas de S. Juan de Ripoll, que en varias escrituras son llamadas puellae, como lo fueron otras monjas de Barcelona, 

que aún son conocidas con ese nombre.

Conforme con este códice en cuanto al número de libros, hay aquí mismo otro del siglo XII (num. 52), que tiene también al fin los dos libros de S. Agustín de sermone Domini in monte. Otro códice hay (num. 125) del mismo tiempo y con la misma obra, pero atribuida a San Isidoro, y compuesta de tres libros como los impresos.

4.° Biblia parafraseada de varios metros latinos, MS. del siglo XIII. Al principio de letra del siglo XV se lee: Aurora vocor. Es la obra que con este nombre compuso Pedro de Riga en el siglo XII; mas falta a este ejemplar el prólogo que ya dije en la noticia de los MSS. de Santo Domingo de Valencia.

5.° Códice de los IV evangelios con las iniciales iluminadas sin distinción de capítulos, escrito en el siglo XI. Preceden según costumbre las tablas de las concordancias, y a cada evangelio la imagen de su autor de dibujo incorrectísimo. Otro hay casi igual y del mismo tiempo. En el evangelio de S. Juan se lee: qui non ex sanguinibus, neque ex voluptate carnis, neque ex voluptate viri, sed &c. A los evangelios sigue el liber Sacramentorum editus à S. Gelasio papa romano, emendatus et breviatus a beato Gregorio prefate sedis apostolico.

6.° Vol. fol. vit. (num. 30) MS. sec. XI, contiene primero la historia qualiter corpus beati Stephani ab Iherosolimis Constantinopolim sit translatum, XVIIII. 

Ianuarii. Obrilla breve de Arnallo Scolastico, a quien no conozco, escrita a instancias del monje Segoino. = 2.° Los capitulares de los reyes de Francia Carlo M., Luis y Lotario, junto con las instrucciones que dieron a sus missos para explorar el estado de la disciplina clerical. Este es el códice que se llevó Pedro de Marca a 

Francia para servirse de su texto en la edición de aquellas leyes, del cual habla Balucio en la prefación a aquella obra num. LXVII, añadiendo que lo restituyeron a esta casa; y pues en ella está, ya ves cuan sin razón calumnian algunos a aquel prelado, achacándole lo que en nuestros días han visto practicar a algunos literatos demasiadamente enamorados de ciertas antiguallas, de las cuales no supieron separarse, aunque en ello defraudasen a sus dueños, y dejasen burlada la diligencia de los que las buscaron en su depósito propio y conocido.

7.° Del mismo siglo XI hay otro códice (num. 33) que contiene los libros de hierarchia de S. Dionisio, vita S. Marcialis Ep. et Conf., la epístola de S. Fulgencio de Fide ad Petrum diaconum, y las Categoriae Aristotelis ab Augustino translatae, con estos versos al fin:

Augustinus tonans divini fulmine verbi 

Explicuit ampla suo stringens dialectica pugno.

8.° Vol. fol. init. sec. XI. contiene el ars metrica del V. Beda, y la gramática de Donato. De esta última obra y otras de la misma clase hay muchos ejemplares de varia antigüedad, que acreditan la laboriosidad de los monjes antiguos en copiar cuanto podía ser de provecho a sus hermanos.

9.° De S. Isidoro se hallan (num. 36) sus exposiciones in Penthateucum, libros regum, Paralipomenon, Isaiam, et Ieremiam. Cod. MS. de fines del siglo X o principios del siguiente. Otro ejemplar hay del siglo XII. (num. 100). 

10. Más detenida descripción merece un cod. en 4.° vit. (num. 62) que es del siglo VIII, como además de la escritura lo muestran algunos de sus artículos. Contiene 1.° el libro Questionum de S. Agustín; son 67: la primera sobre las palabras In principio erat verbum: las dos últimas son, LXVI. quod genera sunt Apostolorum, vel quale nomen &c. Respond. apostolus interpretatur missus &c. 

LXVII. Interr. ¿Et quomodo possumus scire qui mittuntur à Deo? Respon. Illum cognosce missum à Deo &c. = 2.° Interrogationes de Fide catholica, Princ. Patrem nec factum nec natum esse credo. = 3.° Dictio S. Augustini contra quinque hereses. Al fin hay estos versos: 

Augustine, mentitur qui te totum legisse fatetur. 

Aut quis cuncta lector tua habere possit? 

Namque voluminibus mille, Augustine, refulges: 

Testantur libri que locor ipse tui. 

Et quamvis multorum placeat prudentia libris, 

Si Augustinus adest, sufficit ipse tibi.

4.° Expositio fidei catholice Sancti Ambrosi Mediolanensis cibitatis epsci.:: Quicumque vult salvus esse &c. atribuida comúnmente a S. Atanasio. = 5.° Breve colección de cánones por materias, en que se mencionan los de los concilios Toledanos y Tarraconenses. = 6.° Incipit exordium de ortu vel obitu Patrum. Esaias profeta qui interpretatur &c. En este tratado al fol. 57 del libro se ven al margen escritas estas palabras: Magister ms. novol (o novel) q; me miras novel. Esta bagatela en lengua vulgar es notable por su antigüedad; porque la letra es del siglo X, o cuando más de los principios del siguiente. = 7.° Expositio S. Hieronymi in Matheum. = 8.° Incipit liber ICHDRI (Isidori) Spalensis sedis episcopi de

DINI(9 encima de la i)SSMA NMIA legis evang. Yo leo divinissima nomina legis evangelicae. Esta es sin duda la obra Allegoriarum, sobre cuyo autor tanto han disputado los bibliógrafos, diciendo unos que es de Isidoro 

Cordubense del siglo V, coetáneo de Orosio Tarraconense, a quien está dedicada. Otros, a pesar de no hallarse el nombre de Orosio en el siglo de S. Isidoro Hispalense, afirman que es obra de este doctor. Pérez Bayer en las notas a la bibliot. vet. de Nicolás Antonio, sospecha que el nombre de Orosio que se halla en los códices, pudo ser corrupción de Theodosio, u otros obispos coetáneos de nuestro S. Isidoro. En este estado es digna de toda consideración la lectura de nuestro códice, en el cual comienza así la prefación o dedicatoria: Kmo. Domino ac referentissimo fratri UUYUYIO Isidorus. El nombre dibujado puede leerse Wsurio, Wrusio, Wrurio y Wsusio; porque r y s son muy semejantes en este género de escritos. ¿Quién sabe si esta lectura tendrá más analogía con el nombre de algún obispo coetáneo de S. Isidoro, con lo cual se acabe de declarar este solo punto que falta para que no se dude ya más que este santo es el autor de esta obra? = 9.° Decretale editum ab urbe Roma de recipiendis sive non recipiendis auctoribus quod constitutum est. = 10. Tabla de los años de las eras antiguas y vidas de patriarcas. Entre ellas se halla este curioso artículo: Ab incarnatione autem Dñi. Jhu. Xpi. usque in presentem primum Quintiliani principis annum, qui est Era LXX. 

quarta, (falta la nota DCC.) sunt anni DCC.XXX.VI. De aquí se infiere que esta hoja y obrita (y por consiguiente todo lo anterior uniforme en la letra) se escribió el año 736, y que entonces, poco más de 20 años de la invasión de los sarracenos, reinaba un príncipe 

Quintiliano, nombre tan semejante al Quintila o Chintila de los Godos. Mas donde reinaba no es fácil averiguarlo, ni este códice ofrece rastro alguno del lugar donde se escribió. Sólo puedo decir, que su carácter gótico cursivo es de la misma índole que el de las escrituras de este país de fines del siglo VIII, que he visto en la Seo de Urgel. Por otra parte el códice está escrito conocidamente por un monje, cuya ocupación era de esta clase, y aunque no sepamos la existencia del monasterio de Ripoll en el año 736; mas es cierto que había otros en ese tiempo, y no pocos en estas faldas de Pirineos, algunos de los cuales andando el tiempo se incorporaron con este de Ripoll, y de ellos pudo venir aquí el códice con las demás escrituras de sus posesiones, y con otros libros, que aumentasen esta biblioteca. En suma los moros tardaron mucho a dominar estos montes, en los cuales como en Asturias pudieron recogerse algunos cristianos bajo la conducta de ese príncipe Quintiliano o Quintilano. = 11. Tractatus de sollemnitate pascali editus à Sancto Hieronymo pbro. = 12. In nomine Dni nri Jhu Xpi incipit Ciclus pascalis. Es una tabla de los días de Pascua, continuada por un ciento de años, desde el 773 hasta el 883. He aquí una muestra: Anno DCCLXXVI. bissextus ERIT, dies II. fr. quem pretermittis diem VI. nonas Mar., et de die III. fr. computabis: adduntur ad lunae cursum IIII. Tolluntur in Dei nomine carnes V. nonas Mar.; et ERIT dies sanctus Pasce XVIII. Kts Maias Lun. XVIIII. La palabra erit indica que esto se escribió anteriormente; y como por otra parte sería cosa ridícula que se escribiese una tabla pascual de cien años ya pasados, es forzoso decir que este ciclus pascalis se escribió lo más tarde el año 773, que es el primero indicado en él. = 13. Incipit discretio litterarum. Es un tratado de ortografía muy borrado. = 14. De litteris iuris: explicación alfabética difusa de las siglas y cifras del derecho. = 15. Incipit epistola atque tractatus Sancti Martini episcopi de idolorum cultura, directum ad Polemium episcopum. = Finalmente comprende este precioso códice algunas epístolas de S. Gerónimo, y otros tratados comunes y sermones con algunos exorcismos al fin.

11. Vol. fol. vit. (n. 104) MS. med. sec. XI. Contiene los IV libros de la vida de S. Gregorio Magno, su exposición in Ezechielem, y in Cantica Canticorum. Esta última comienza así: Postquam à paradysi gaudiis expulsum est genus humanum, in istam peregrinationem vitae praesentis veniens, cecum cor ab spirituali intellectu habet. Cui caeco cordi si 

diceretur: sequere Deum, vel dilige Deum, sicut ei in lege dictum est, semel foris missum, et per torporem insensibilitatis frigidum, non caperet quod audiret. Idcirco per quedam enigmata sermo divinus animae torpenti et frigide loquitur &c. Este principio ni es del comentario del santo doctor, que anda entre sus obras impresas, ni tampoco el del que yo 

he descubierto en Barcelona y en Roda. 

El códice está escrito por un monje Guifredo.

12. De S. Julián arzobispo de Toledo se halla el liber Pronosticorum futuri saeculi; cod. n. 158 MS. sec. XI.

13. Vol. fol. vit. MS. hacia el año 1010, que contiene la colección de las leyes godas o fuero juzgo, con este epígrafe: In nomine Domini incipit liber iudicum popularis: quorum merita iudicialis sententia premit. Scriptum videlicet in Barchinona civitate à iussione Bonus homo levita, qui et iudice: à rogatu de Sinderedo diacono, filium quadam (quondam) 

Fructuoso Camilla, ad discernendas causas iudiciorum inter potentem et pauperem, noxium et innoxium, iustum et iniustum, veridicum et fallacem, rectum et erroneum, raptorem et sua bene utenti. Cuius libri explicatio die Kalendas Septembras anno XV. regnante Roberto rege francorum in Francia. Códice muy completo y escrito con gran lujo y limpieza. Al principio de cada ley se halla escrito ó Antiqua, o el nombre del rey godo que la estableció. Esta es una prueba de que en este país rigió constantemente la legislación goda, a pesar de la subordinación a la Francia. Y esto no sólo en el siglo XI, sino en el X y en el IX, como se ve en varias sentencias judiciales que he copiado, y se hallarán en sus respectivos lugares. Más expresamente lo dice la carta-puebla de Cardona del año 986. Parte de estas leyes se observaban todavía en el siglo XIII, como se dirá en el viaje de Lérida. Al fin del códice se 

halla Benedictio aquae calidae, in qua manum ad iudicium Dei mittitur. El no hallarse otras fórmulas de purgaciones, parece indicar que esta sola era la usada en el siglo XI; y efectivamente sólo de esta he hallado tal cual escritura, y no de las otras. Verás copia de ello, y también de un poema que hay al principio con canto en elogio de Sansón. Otro códice hay (n. 264) que comprende el mismo fuero juzgo: es un vol. en 8.° MS. del siglo X, y está sin principio ni fin.

14. Consueta de este monasterio (n. 40) MS. del siglo XII, de que me he aprovechado para los ritos. Del particular de esta casa sobre decir alleluia el día de la Purificación cuando viniere después de Septuagésima, habla así: 

“Si ipsa festivitas avenerit post dimissum alleluia, antequam vesperie incipiantur, legatur privilegium Benedicti papae, et decantetur alleluia, et Gloria in excelsis &c.” 

No sé si te he dicho que este privilegio lo había concedido al monasterio el papa Benedicto IX, cuya bula está en este archivo (caj. I. Leg. 4.) y que el obispo Oliva y los demás que asistieron a la consagración de su iglesia en 1032, lo confirmaron de nuevo. La Marca Hisp. (col. 424 y 437.) habla de ello; pero llama Benedicto VIII al que no era sino IX.

15. Vol. fol. vit. sec. XII (n. 115). Contiene 253 epístolas de S. Gregorio Magno, y seguidamente la vida de S. Anselmo obispo de Luca, escrita en dos mil versos poco más por Rangerio sucesor de aquel santo. Este poema comprende toda la historia de las disputas de S. Gregorio VII con el emperador Enrique IV, y 

de paso los hechos de la condesa Matilde. 

Domnizon, autor de la vida de esta señora, es el único que dio noticia de la obra de Rangerio, la cual no conoció Muratori; y Fabricio (bibl. lat.) cree que pereció, o que todavía sirve de pasto a las polillas. Nuestro códice la conserva entera y bien escrita, de donde la he copiado, y se publicará Dios mediante en la colección separada de opúsculos inéditos. Lo mismo haré con otra obrilla también en verso del mismo Rangerio que se halla en este códice, intitulada de annulo et baculo, cuyo objeto es reprender el abuso de las investiduras que se arrogaban los césares y príncipes de aquel tiempo. Obra igualmente ignorada por los italianos. 

16. En un libro de varias apuntaciones del siglo XVI se hallan algunas curiosidades de oratoria y gramática; entre ellas merecen memoria Oratio Vincentii Ciuranae in laudem historiae. = Comparatio inter Ludovicum Vives (Luis Vives), et Erasmum (Erasmo), auctore Laurentio Palmyreno (Lorenzo Palmireno, de Alcañiz). = Eiusdem encomium pulicis, et declamatio faceta. = Petri loannis Nunnezii comentaria in somnum Scipionis. = Preguntas 

muy delicadas del batxiller Hernan Lopez (bachiller Hernán López): y así otras.

17. Al fin de uno de los volúmenes MSS. de la exposición de Nicolás de Lira se halla este gracioso epígrafe: 

Vinum scriptori debetur de meliori; 

Sed quia credo mori, potabo de meliori. 

18. Una colección de cánones (n. 155) que creo sea la de Dionisio Exiguo, MS. del siglo XII. = Otro volumen hay sin número, MS. de principios del siglo X, que contiene además los capitulares de Francia. Nada puedo afirmar de su autor, sino que al principio hay dos formularios hechos por un Adventio obispo (y acaso será el de Metz), uno para ahorrar los esclavos de las iglesias, y otro para extender las cartas que llamaban formatas.

19. Vol. fol. (n. 37) MS. a fines del siglo XI o principios del siguiente. Después de un breve martirologio se halla esta obrita: Incipiunt epistolae de paschali cyclo Dionysiali, ab Oliva sanctae virginis Mariae Rivipollensis monacho 

editae. Va copia del prólogo (a: Apend. n. VI): lo demás son tablas de cómputo difíciles de entender y más de copiar. A esto sigue el cronicón que ya publicaste tú en el tom. V de mi viaje. Síguese un tratadito de ponderibus et mensuris, sin nombre de autor; y yo sospecho que sea del mismo monje Oliva, de quien es ciertamente el siguiente: Incipiunt regulae abaci, ab Oliva virginis Mariae Rivipollentis monacho editae. De todas estas obritas sola la 

primera es conocida al público. Baluzio la supone escrita el año 1047; y así él como el P. M. Flórez (tom. XXVIII. pág. 139) dudan si su autor Oliva es distinto del Oliva obispo y abad. Bayer en las notas a la bibl. vet. afirma que es el mismo. Para mí es evidente que es otro monje distinto y contemporáneo del obispo. 

Primeramente hállanse aquí dos profesiones de dos Olivas, distintas en sus firmas. Mas sin acudir a esto, basta ver dos epístolas inéditas que he copiado del mismo códice y van adjuntas (a: Apend. n. VII y VIII). La primera dice: Incipit epistola Olivae monachi ad domnum Olivam episcopum, de feria diei nativitatis Christi. En ella verás que se escribió el año 1037, y la distinción de estas dos personas. Más claro es esto todavía en la segunda carta dirigida al monje Dalmacio sobre el mismo asunto año 1065, en la cual dice que algunos se empeñaban en afirmar que Cristo nació en domingo, respuentes, dice, ea, quae domno Olivae pontifici Ausonensi, et abbati Sanctae Mariae cenobii Rivipollentis fecimus, ubi eandem festivitatem sabbato, sicut maxima comperimus inquisitione, annotavimus. Y diciendo el autor que la escribía el año 1065, es claro que no pudo ser el Oliva obispo que murió en 1046. = La erudición de este nuevo escritor en las matemáticas consta además de otro códice (n. 103), en cuyo principio, después del tratadito de música de Boecio, se halla al fol. 5 este prólogo suyo, que por ser breve copiaré aquí:

Maiores tropos veteres dixere quaternos, 

Omnibus ac proprios istis posuere minores. 

Tertius at quartum fert primus iure secundum, 

Sextum nam quintus, octavum septimus ambit 

Maior in ascensu cordas sibi vendicat octo 

Finali a propria, et quinis descendit ab ipsa.

Explicados los ocho tonos, concluye la obra de esta manera:

Iam nunc, Petre, tibi placeant versus monocordii, 

Quos prece multimodâ monachus tibi fecit Oliva. 

Hic, Petre, mente pia frater te poscit Oliva, 

Emendes recte, quod videris esse necesse. 

Sigue su obrilla de música. Curiosa es también entre estas hojas que comprenden varias cosas misceláneas, la siguiente prosopopeya, donde se recomienda la pericia del obispo Oliva.

Sede sedens divâ comes, abbas, praesul Oliva, 

Rimans cum studio quid musicet euforia Clio, 

Me fore delegit, Arnaldus iussa peregit, 

Qui iussus peragit quicquid laudabile sentit. 

Gualterus vero de fonte regressus hibero, (Fontibre, fuente del Ebro)

Formis signavit, numeris signata probavit.


20. Por último hay un vol. 4.° (num. 22) que es un cronicón misceláneo o colección de noticias que alcanzan desde el siglo XII hasta el XIV, muertes de obispos, matrimonios de reyes, empresas navales, duelos &c. Estos y otros artículos curiosos se fueron notando por varias manos en este librito de letra coetánea a los mismos sucesos. He copiado los artículos más importantes, y a algunos he puesto algunas notitas para su ilustración (a: Apend. n. IX). A este género pertenece el extracto de algunos artículos notados en un martirologio MS. del siglo XI (num. 40) que también va adjunto (a: Apend. n. X).

Por estas muestras puede juzgarse de lo apreciable que es esta biblioteca, y cuan digna de ser conservada. No faltan en ella códices rituales de varia antigüedad, de que me he aprovechado para lo de ritos. La mayor parte de los restantes son códices del siglo XV y de obras ya conocidas y publicadas; mas no por eso despreciables.

Junto a la iglesia del monasterio está la parroquial de S. Pedro sujeta al abad del mismo, cuya dedicación se verificó en el año 890, como se ve en la Marca Hisp. (apend. n. L.), a lo cual nada hallo que añadir, ni en ella cosa que contar.

Otra iglesia antigua hay en el centro de esta villa, cuya fábrica muestra ser del siglo XII, donde se venera el cuerpo de S. Eudaldo M. traído acá el año 978 con la diligencia del abad Widisclo que envió monjes a Francia a buscar reliquias de santos. La historia de esta translación, aunque incompleta, he copiado (a: Apend. n. XI) de un breviario de esta casa escrito en el siglo XIV, donde está distribuida en ocho lecciones para la fiesta en que se celebra dicha translación el día 6 de Noviembre. Lo demás puede verse en Domenec (Historia de los santos de Cataluña), donde también está la vida del santo, cuya fiesta principal se celebra en esta villa como de su patrono día 11 de  Mayo. A Dios.