viernes, 21 de abril de 2023

CARTA CLII. Códices rituales existentes en Mallorca:

CARTA CLII.

Códices rituales existentes en Mallorca: noticia de algunos ritos antiguos de su iglesia: solemnidad notable de la misa pontifical: funeral de sus Obispos: muestra de las neumas en su canto: modo singular con que se cantaban los himnos de las horas en algunas fiestas: culto de los llamados Santos Mártires Cabrit y Bassa e historia de su martirio.

Mi querido hermano: Hoy estamos de ritos: materia agradable para mí y para cuantos tengan nociones de la disciplina eclesiástica; y muy abundante en esta iglesia, en que ciertamente he hallado, contra toda mi esperanza, cosas dignas de la historia general de los ritos antiguos de España. Y es que a pesar de su vecindad a las iglesias del continente, que le obligó a admitir muchas de sus costumbres, la independencia en que estaba de su metrópoli le proporcionó mayor libertad en adoptar otras peculiares suyas, como parecía a sus Prelados y Capítulo, que entonces eran libres en esta parte. Las fuentes de que me he valido para estas noticias son: 1.°, La Consueta de tempore o libro en que están prescritos los oficios de dominicas, ferias, festividades movibles de Cristo, etc. Es un cód. fol. vit., harto maltratado con la humedad, pero que todavía he podido disfrutar bien. Está escrito con lujo hacia la mitad del siglo XVI, y según conjeturo, antes de la muerte del Obispo Don Antonio Colell, esto es, antes del año 1363. En el rito de la fiesta del Corpus se habla de la muerte del antecesor Berenguer Batlle, y de las alhajas que él y su padre habían regalado a la iglesia, de las cuales se manda usar sólo en la sobredicha fiesta, y esta ordinación se dice hecha a 5 de junio de 1360. Más claro es lo que en la rúbrica del miércoles santo expresa sobre la porción de candelas que el Sacrista debía dar al clero; cuya costumbre antigua dice que confirmó D. Antonius Episcopus Maioricensis, qui nunc ipsi ecclesiae praesidet. Y si alguno me objeta que pudo aquí hablarse del Obispo inmediato sucesor, que también se llamó Antonio (Galiana), que murió en 1375, no me empeñaré en sostener mi conjetura, porque siempre queda salva la antigüedad del códice, anterior a ese año citado, no hallándose ya otro Obispo Antonio hasta el 1496, época a que ciertamente no pertenece. 2.° La Consueta de Sanctis, códice de folio mucho mayor que el antecedente, pero escrito con igual prolijidad y esmero. Ordenose a principios del siglo XVI, porque no sólo trae el oficio de la Visitación de nuestra Señora y el de su Concepción, atribuido a Sixto IV, sino que en el cuerpo cita Actas capitulares del año 1505 (en el día de la Presentación) y del 1512. Yo creo que este es el códice cuya conclusión encargó el Capítulo en acta de 9 de enero de 1516 al domero de esta catedral Don Juan Font y Roig. Es imposible tratar de los ritos de esta iglesia sin hacer honorífica memoria de este docto presbítero, que era ya domero en 1496, y tanto trabajó en este ramo de ritos, como diré luego. Yace en la capilla de Santa Cecilia al lado del evangelio con su breve inscripción. Cuando se publique la biblioteca Mallorquina, podrán contarnos sus autores la vida de este ritualista. Yo sigo mi plan hablando de otros códices que son suyos.

3.° Consueta de la sacristía: libro manuscrito en papel, donde está notado cuanto pertenece al régimen de la sacristía, campanas, etc.

4.° Los libros de fábrica, sacristía, aniversarios, etc., etc.; en todos los cuales están indicadas por incidencia las costumbres de los tiempos antiguos. Todos los códices dichos están en el archivo de esta catedral.

En el convento de PP. Capuchinos he disfrutado otros Rituales, y son:

5.° Missale secundum usum almae Maioricensis ecclesiae: impreso en Venecia por Giunta en 1506, siendo Obispo Don Antonio de Rojas. Pero estaba ya ordenado muchos años antes, como se ve en el rito del sábado santo, donde se manda que en la tablilla se ponía en el cirio pascual se notase el año 1473.

6.° Ordinarium de administratione sacramentorum cum pluribus additionibus adeo necessariis secundum ritum almae Sedis Maioricensis. Dispúsolo el citado Font (siendo Obispo Don Rodrigo Sánchez de Mercado), como yo creo que también dispuso el Misal sobredicho, aunque esto no consta, como consta lo del Ordinario en su prefacion. Al fin se dice impreso en Valencia por Juan Jofre en 1516.

7.° Otros tres o cuatro códices mss. hay allí mismo, muy dignos del esmero con que los conserva el erudito P. Fr. Luis de Villafranca, bibliotecario, con cuya amistad me honro, sino que algunos de ellos están incompletos. De todos me he servido, singularmente de un Breviario que se escribió antes del año 1303, que es el primero en que comienza la tabla pascual que pone al fin del códice, la cual acaba en 1353. Estos son los originales de donde he tomado abundantísimas noticias y copias completas de ritos, que quedan ya en su respectivo legajo, para cuando Dios quiera darme oportunidad de escribir la historia de nuestra disciplina ritual antigua. Sin perjuicio de esto, que precisamente debe tardar algunos años, hoy daré una muestra de lo que ello era y de la variedad de los ritos más principales. Y comenzando por los ordinarios y comunes de todo el año, iré diciendo los que me vengan a mano. En todas las vísperas se decía un responsorio propio de la fiesta después de la capítula, como aún ahora usa mi orden. El Magnificat se cantaba en la mayor parte de las fiestas yendo el clero en procesión (como aún hoy se usa) al altar del santo del día, donde se concluían las vísperas con dos Benedicamus, el segundo después de las conmemoraciones. En las completas siempre antífonas propias del día, y en las de Cuaresma el responsorio In pace, etc., en lugar de In manus. En los responsorios VI y IX de maitines se decía Verbeta, esto es, la prosa rimada que ya he dicho varias veces. Antes de los laudes versículo propio, como ahora en mi orden, al cual llamaban Declinatorium. En todas las fiestas el invitatorio se cantaba en voz baja hasta el tercer versículo, como el introito de la misa hasta el Gloria Patri, del mismo modo que aún hoy usan en Barcelona y otras partes. Al fin de completas aspersión del agua bendita con el responsorio Asperges me. El Asperges, o como llamaban Salispasso, en las dominicas comenzaban en el altar mayor por el preste, quien de allí iba al coro rociando el pueblo a uno y otro lado, y en el coro decía la oración.

Decíase todo el año el oficio parvo de nuestra Señora, es a saber, los maitines rezados (legendo) y las vísperas cantadas a voz baja. Mas en el tiempo de Adviento los responsorios de maitines se decían rezados hasta su última palabra, la cual se cantaba; seguía el versículo con canto, después del cual la presa rezada, hasta la última palabra de ella que se volvía a cantar. El autor de la Consueta de Sanctis, ms. a principios del siglo XVI, dice que preguntó a los ancianos de la iglesia la razón de esto; y que le respondieron haber oído decir a sus antepasados que esto se había introducido para imitar el canto de la sinagoga, cuyos sacerdotes deseaban ardientemente la venida del Mesías. Aliam rationem, dice, non invenimus. Siempre que celebraba misa pontifical el Obispo de esta iglesia le acompañaban doce presbíteros con ornamentos sacerdotales, es a saber, los cinco curas de la ciudad, los capellanes de los hospitales de San Andrés, San Antonio de Padua y Santa María Madalena, con cuatro presbíteros de la catedral. Así lo establece la Consueta de mediados del siglo XIV, en que se supone ya este rito muy antiguo, y de él hacen mención las constituciones pro choro del Obispo Berenguer Batlle, hechas en 1333, como vimos en el episcopologio. Según esto, ¿qué diremos del cronista Dameto y de los demás que aseguran que esta solemnidad comenzó en el Obispo Gil Muñoz a mitad del siglo XV, como privilegio y distinción concedida a sus sucesores por haber él obtenido bien o mal los honores pontificios?

Las fiestas en que el Obispo celebraba de esta manera eran la de Navidad, de jueves santo, de Pascua, de Pentecostés, de la Asunción de nuestra Señora y la de Todos Santos. Dichos doce presbíteros con capas pluviales acompañaban al Obispo a la procesión claustral, concluida la tercia y para la misa vestían todos casullas. Con este acompañamiento salía el Obispo al altar, y dicha allí la confesión, se subía inmediatamente a la silla que está detrás del altar mayor, de que te hablé en los correos anteriores, y allí comenzaba la misa, entonaba la Gloria, etc. hasta el Dominus vobiscum, después del Credo, y mientras en el coro se cantaba el ofertorio bajaba al altar a continuar la misa hasta el fin. Después del Pater noster y de la fracción de la hostia, dicho Per omnia saeculorum, antes de decir Pax Domini, etc., se entonaba en el coro el versículo Princeps ecclesiae, y luego el diácono, tomando el báculo pastoral, vuelto al coro decía el versículo Cum mansuetudine, etc., y el coro respondía el versículo Humili voce, etc. Hecho esto, el Obispo, que había dejado sobre la patena las partículas de la hostia, y el cáliz cubierto, tomando la mitra y el báculo en la mano derecha, se volvía de cara al pueblo, apoyando el codo derecho sobre la espalda del diácono, y el izquierdo sobre la de su socio, vestido de capa. Este socio iba en todos los pontificales, a la izquierda del Prelado, en lugar del subdiácono, que tenía otros objetos. En esta aptitud daba la bendición al pueblo, como se prescribía en el Ordinario. Concluida la cual proseguía la misa hasta el fin.

En el día de jueves santo se celebraba con el mismo aparato la consagración de los óleos, aunque la hiciese un Obispo auxiliar, único día en que se concedía esta distinción a los que no eran Obispos propios de esta iglesia. Y como de estos Prelados titulares solía haber muchos a un tiempo en esta isla en los siglos XIV y XV, las Consuetas tienen gran cuidado de distinguirlos para esto del Obispo propio, a quien llaman Episcopus proprius: lo Bisbe major. A esta misa pontifical solemne llaman las mismas en lemosín fer seu (hacer silla), en alusión a la de las espaldas del altar. De paso advierto que de esta solemnidad, que estaba en práctica a fines del siglo XIV, debe inferirse cuál sería el altar que se construyó y consagró en 1346 por el Obispo Berenguer Batlle, es decir, más bajo que la silla episcopal, desde la cual el Prelado debía ser visto del pueblo por encima del altar. De esto se dijo ya en lo de la fábrica.

En la elección y entrada de los Obispos no hay cosa que notar. En su muerte se sacaba su retrato en yeso para la estatua, que después de enterrado se ponía en una de las salas de palacio, en su féretro, con ornamentos pontificales, a donde el clero, formado, iba todos los días, concluidas las completas, a cantar un responsorio, hasta que se verificasen sus exequias, rodeando la estatua todos los parientes y familiares del difunto, encapironats. El día de las exequias llevaban la estatua en procesión por la ciudad, haciendo la vuelta del día del Ángel Custodio; a cada uno de sus lados iba un home encapironat e cascu aportera un ventall de ploma de paguo, y anira aventant la dita estatua. Concluida la procesión cada comunidad cantaba su responsorio al rededor de la estatua, la cual quedaba en la catedral para la misa de cuerpo presente, que se celebraba al otro día. Todo esto es de la Consueta de la sacristía, manuscrita a principios del siglo XVI.

Viniendo ahora a tratar de los ritos particulares de cada fiesta, seguiré el orden del año eclesiástico. En el cual, lo primero que ocurre es la fiesta del Obispillo, en el día de San Nicolás, cuya elección hacían todos los niños que servían en la iglesia, inmediatamente antes de las vísperas del Santo, en las cuales asistía ya a la estación en su capilla durante el Magnificat, dando después la bendición episcopal. Luego era conducido por todo el clero a la parroquia de San Nicolás, y allí, y a su vuelta en el altar mayor de la catedral, daba también la bendición. En suma, por no repetir lo dicho en otros viajes, en este día hacía todos los oficios episcopales, y los presbíteros más ancianos servían los ministerios de los niños. Su principal fiesta era el día de Inocentes, como diré en su lugar.

En la fiesta de la Concepción de nuestra Señora, concluida la lección VIII de maitines, antes de decirse Tu autem Domine, entonaban dos cantores la antífona Tota pulcra es amica nostra, columba nostra; y otros dos decían et macula originalis non est in te; y los cuatro juntos Alleluia; y luego, el que dijo la lección, la concluía con el Tu autem. Esta fiesta se celebraba ya aquí en 1397.

La de la Expectación de nuestra Señora la introdujo aquí el Obispo Don Gil Sánchez Muñoz, hacia la mitad del siglo XV.

En los maitines de Navidad (omitiendo por no molestar otras mil curiosidades) las tres homilías eran las lecciones VI, VII y VIII; la IX era la acostumbrada en la Sibila, con las mismas formalidades que de otras partes. Este rito se abolió a mitad del siglo XVI; mas hacia el 1572 se restauró momentáneamente a instancias del Obispo Don Juan Vich, y también se introdujeron entonces las letras vulgares, que llaman Villancicos. En la segunda lección, Consolamini, cantaban dos las palabras Vox dicentis. Y uno solo: Clama. El otro: Quid clamabo? El otro: Omnis caro fenum. Los dos juntos: et omnis gloria eius, etc. El responsorio VI, escrito en música al fin de la Consueta de Tempore, nos conserva una muestra clara de lo que era el neuma en el canto. Decíase en él, antes del Gloria Patri, la verbeta siguiente, de esta manera: Dos cantores: Hunc prophetae cecinere. Otros dos: e e e. Dos: Nasciturum Christum ex Virgine. Dos: e e e. Dos: e e e. Dos: Egrediens. Dos: Ta a a. Dos: a a a. Dos: a a a. Los cuatro: Tamquam sponsus Dominus procedens de thalamo suo. Dos: Gloria, laus et potestas. Dos: a a a. Dos: Decus, atque virtus sit perhen... Dos: i i i. Dos: Honor Jesu Christo et aeterno. Dos: o o o. Dos: Glo... Dos: o... Dos: o... Dos: o... Los cuatro: Gloria Patri et Filio, etc. En lo demás había evangelio, Liber generationis antes de laudes: estas dentro de la misa, y en la antífona 5.a Pastores respondían desde el altar mayor los niños: Infantem vidimus, como otras veces hemos dicho de otras iglesias. En este día y los siguientes no se decía en la misa mayor la prosa Laetabundus, sino sólo en el día 6, infra octavam, en el de Santo Tomás Cantuariense (Thomas Beckett, Canterbury), San Silvestre, y en las octavas de San Esteban, San Juan e Inocentes.

En las segundas vísperas de Navidad al tiempo del Magnificat venía de la sacristía al coro un diácono representando a San Esteban, con la cara cubierta y vela en la mano, acompañado de dos presbíteros con cirios y bajo de palio, que llevaban cuatro presbíteros vestidos de capas. Así iban, concluidas las vísperas, con todo el clero a hacer estación a la capilla del Santo, y así asistían a los oficios el día siguiente, acompañando al subdiácono y diácono que iban a leer la epístola y evangelio. En la prima y demás horas de este día y otros muchos del año se cantaban los himnos al tono de mira divinae gratiae benignitas, pero de un modo tan original que quiero notarlo como lo he visto escrito con canto en la Consueta del siglo XVI, en que se hacía todo lo sobredicho.

Entonado por dos cantores el versículo Jam lucis orto sidere, respondía todo el coro: mira divinae gratiae. Cantores: Deum praecemur suplices. Coro: Benignitas. Cantores: ut in diurnis. Ut in diurnis, Coro repetía estas palabras. Cantores: ut in diurnis actibus. Ut in diurnis actibus, Coro repetía. Cantores: Nos servet. Nos servet, Coro repetía. Cantores: nos servet a nocentibus. Nos servet a nocentibus, Coro repetía. Cantores: alle. alle. alleluia. Alleluia, Coro repetía. Cantores: Linguam refrenans temperet. Coro: alle. alle. alleluia. Cantores: ne litis horror insonet. Coro: alleluia. Cantores: visum fovendo. Visum fovendo, Coro repetía. Cantores: visum fovendo contegat. Visum fovendo contegal, Coro repetía. Cantores: ne vanitates. Ne vanitates, Coro repetía. Cantores: ne vanitates hauriat. Ne vanitates hauriat, Coro repetía. Y así se cantaba todo el himno, una estrofa con la glosa de mira divinae gratiae, y otra con la de Alleluia. Todo lo dicho se hacía en el día de San Juan Evangelista, sino que el personaje que representaba a este Apóstol iba vestido de casulla; y que con él iba otro representando al Bautista, vestido de pieles, con el cordero y cruz de plata. Ambos debían ser presbíteros. Concluido el segundo Benedicamus de las vísperas de San Juan, venía el Obispillo con todo su séquito al coro: et ascendat trunam, dice la misma Consueta, et distribuat et conferat redditus et beneficia, secundum quod sibi videbitur faciendum. Acompañábanle en este acto y en todo lo restante de la fiesta cuatro canónigos, según se estableció por el Capítulo a 13 de diciembre de 1514, comenzando por las dignidades por turno, bajo pena de diez sueldos. Bajando del púlpito y sentándose en la silla episcopal se decían completas, en las cuales y en maitines y en lo demás el Obispillo y los niños hacían los oficios principales, haciendo los presbíteros los que tocaban a ellos. En la procesión antes de la misa mayor los canónigos llevaban la cruz, candeleros, estandartes y turíbulos. Durante la misa el Obispillo estaba en la cátedra episcopal del altar mayor. A toda esta ceremonia (cuya descripción extensa queda para la historia de los ritos) llama la Consueta ms. de la sacristía Entremes del bisbató, y supone que salía con tiara y varias veces le llama Papa.

En el episcopologio queda dicho que esta fiesta fue enteramente abolida por el Capítulo en 1549. En la procesión de las candelas del día de la Purificación a la entrada en la iglesia se cantaba el introito de la misa. Y esto lo advierto porque era rito general en todas las procesiones que se hacían después de tercia en todas las fiestas del año.

La Consueta del siglo XIV, después del rito de la bendición de la ceniza y de la absolución general de los difuntos en la iglesia, claustro y cementerio, en que se hacían diez estaciones, se manda que el Obispo vista casulla blanca para la misa, y que el diácono y subdiácono tomen igualmente casullas, et portent eas, dice, plicatas ante brachia. Epistola dicatur a subdiacono, deposita casulla super altare, et dicitur ante letrinum; et postea non reddit ad altare sed vadat parare calicem cum vino et hostia, et hoc facto induat casullam. (Era común este rito de preparar el cáliz después de la epístola). Diaconus, finita prima oratione missae, vadat retro altare, et ibi exuat se casulla, et plicatam portet eam super dorsum, scilicet, super stolam, et sic portet eam usque ad comunicandam; et dum dicetur comunicanda, vadat retro altare et induat se dictam casullam sicut prius. De esto es una reliquia el estolón que viste el diácono. Nada se dice en esta Consueta ni en otra alguna de la imposición de penitencia pública, sin embargo que se hacía su absolución solemne en el jueves santo. Los velos con que se cubrían los altares, cruces, etc., durante la Cuaresma, todos eran blancos.

La sobredicha Consueta del siglo XIV nada dice de la procesión de la cruz en la dominica in passione y días siguientes, sino sólo que el coro debía arrodillarse cuando se cantaba el versículo O Crux, del himno Vexilla. Al fin del mismo Códice se halla ya notada de letra posterior dicha procesión, con poca diferencia como ahora se hace, mandándose turificar la cruz. La bendición del domingo de Ramos se hacía en el Padrò. El Obispo iba con ornamentos verdes. Lo demás casi como en las demás iglesias de aquel tiempo. La pasión, con Dominus vobiscum, Et cum spiritu, Passio Domini nostri. Gloria tibi, se leía por uno solo, aun en el principio del siglo XVI, como consta del Misal impreso en 1506, donde después se han añadido de pluma las señales que distinguen las tres voces, que son: C., +. y S.

Los maitines del jueves santo y dos días siguientes se llamaban ya en el siglo XIV dels Fars, o Fasos, de la palabra latina farsa, que se dio a las preces rimadas que se cantaban al fin de estos oficios, cuyos versículos se decían aquí alternando entre el coro, y seis u ocho presbíteros que subían para el objeto a la capilla de la Trinidad, encima del altar mayor. Poníanse veinte y cinco cirios, que se iban matando al fin de cada salmo y responsorio. Cosas muy curiosas hay en los ritos de este día, singularmente en la consagración de los óleos, pero son larguísimas de contar y las guardo para cuando no esté de viaje. A mitad del siglo XIV no se conocía el uso de monumentos: el Obispo reservaba en la sacristía la hostia consagrada para el viernes santo. Pero a fines del mismo siglo ya se reservaba en el altar de Corpus Christi, adornado de propósito al efecto. Consta del libro de la sacristía del año 1396, donde se lee la partida siguiente de gasto. "Item compri cent canes de cayamas de Burguya (lienzo de Borgoña) (cañamazo) per lo sobrecel de la capela de Corpus Christ, hon esta reservat lo Cos precios de Jhu. Xst. lo digous é divenres sant, á rao de III sol. y II diners la cane. Per lo cual pagui vint é hun flori é un sol. é vuyt diners, qui valen XX lib., XVI sol. é VIII diners.” Ya entonces llamaban vulgarmente, como ahora, al monumento la Casa santa. En esta procesión se cantaba el símbolo Quicumque. También se quitaba este día de las pilas el agua bendita, como se hacía en toda la provincia Tarraconense. Curioso era el rito de la reconciliación y absolución de los penitentes que se hacía en este día en el Padrò con la lectura de sus sentencias, etc., etc.; pero es largo además y ando escaso de ocio. Había en el siglo XIV la costumbre de decir después del IX responsorio el Planctus de nuestra Señora, que era una letra vulgar: y también el robo de las toallas del altar al decirse las palabras de la Pasión: Partiti sunt vestimenta mea, etc.; nada de elevación de hostia y otros ritos comunes a otras iglesias. Según la Consueta de la sacristía de 1511 iban los celebrantes al monumento, donde se decía la confesión, vestidos de ornamentos blancos, como había mandado el Capítulo en 1492, y de allí llevaban al altar mayor el Cuerpo de Cristo, el cual elevaba el Obispo in modum circuli, puesto sobre un escaño alto. Omito otras cosillas. En el sábado santo se leían las profecías antes de la bendición del cirio pascual. Poníase en él la tablilla en que se notaba la letra dominical, año de la Encarnación y el día de la Pascua. De esta tablilla queda la descripción siguiente en un inventario de la sacristía del año 1399 (Act. cap.) Item unam cassam depictam, in cuius capite est depictus Jesus crucifixus cum Beata Maria et Sancto Johanne, et cum aquila, et Angelis ad latus, cum uno magno († (a: Así está escrito y no sé lo que significa.); et est in ea calendarium Nativitatis Domini, quod solet apponi in cereo pasquali. 

En la bendición del cirio está (aun en los Misales del siglo XVI) el elogio de la abeja, como en otras iglesias se usaba.

En los maitines de la mañana de Pascua al concluirse el III responsorio se cantaba la prosa Victimae de esta manera. Salían tres presbíteros de la sacristía con dalmáticas, cara cubierta y cirios en las manos, y puestos ante el altar mayor, vueltos hacia el coro, decían los tres primeros versos, uno cada uno. Luego los cantores preguntaban desde la puerta del coro por tres veces: Dic nobis Maria quid vidisti. A cada una de las cuales respondía uno de los tres los versículos Sepulcrum. Angelicos. Surrexit. Luego los cantores se entraban en el coro diciendo: Credendum est magis Mariae veraci, quam Judeorum turbae fallaci. Después de lo cual se entonaba el Te Deum. Esta era la fiesta de las tres Marías.

Esta prosa Victimae no se decía en la misa de estos dos primeros días, sino sólo en el tercero y siguientes de la octava. El sermón era después del Credo y ofertorio, como en otros días del año. Mas en el de este día mandó el Capítulo a principios del siglo XVI que en lugar de la salutación angélica Ave Maria, se dijese la antífona Regina coeli, la cual cantaban los doce presbíteros oficiantes con gran solemnidad (in sono maiori).

En el lunes de Pascua, al tiempo del ofertorio de la misa, el Obispo, canónigos y varios presbíteros sacaban todas las reliquias de la sacristía al altar mayor, donde permanecían todo el día, dándose a adorar al pueblo. Queda ya dicho del rito semejante que había en otras iglesias.

En el martes se cantaba la prosa Victimae, vistiéndose para ello un presbítero con dalmática verde y cubierto con una tela colorada en representación de la Magdalena; el cual, preguntado por los cantores, respondía como dijimos en el día de Pascua, mostrando al mismo tiempo al pueblo algunas pinturas alusivas a sus respuestas, las cuales llama Improperia la Consueta lemosina de la sacristía de principios del siglo XVI; la cual añade: "E quant vindra en aquell pas que la Maria aura á cantar dels cossos resucitar, seran aparellats davall laltar major set ó vuyt fedrins, ó tants quants volran, ab camis, é cuberts los caps ab amits; é quant vindra lo loch de resucitar, axiran davall laltar, é radolant fins baix al darrer graho, anarsen an á la sacristia.“ También de un Ángel que debía cantar no sé qué cosas, que la Consueta no dice, desde encima de la capilla de San Gabriel, dice: "Quant vindra lo cas que aura á cantar, tindra les ales plenes de candeles enceses; é axint fara una bombarde ó alguna ramor, significant lo impetut del seu axir.”

La dominica in albis se llamaba ya en el siglo XIV dia de la caritat, y en el libro de fábrica de 1368 no tiene otro nombre. Acaso nació esto de alguna limosna pública que se hiciera ese día, para lo cual se haría alguna procesión, de que todavía queda una reliquia, en la que me han informado que hacen las parroquias sin la catedral. Mas ni de uno ni de otro hay memoria en los libros del siglo XIV. El vulgo, que es quien suele conservar con más tesón las costumbres antiguas, da aún hoy este nombre a los días de la infraoctava de Pascua, en los cuales aún las meriendas que se hacen en el campo libre se llaman Pa en caritat.

En todo el tiempo pascual no había más que un nocturno. Cuando se rezaba de tempore todos los del coro estaban en pie en reverencia de la Resurrección, y cuando de algún Santo, alternaban los coros como entre año. En el lunes siguiente a la dominica in albis se celebra la fiesta del Ángel Custodio de esta ciudad y reino; y esto desde el año 1407 en que se instituyó, como queda dicho en el episcopologio. En la primera procesión, que se hizo ese año, iban niños representando los Ángeles. A fines del siglo XV (como se ve al fin de la Consueta de tempore) se manda que vayan doce presbíteros con capas cum sisternis (a) pergamini signatis signo civitatis in manibus. Esta procesión, como todas las de esta iglesia, comenzaba por el cántico Te Deum, al cual seguían varios responsorios en distintas estaciones, y finalmente la Salve a la entrada en la catedral. En los días de Pentecostés no había prosa en la misa hasta el jueves infraoctavo.

(a) La palabra sisternus significa sin duda un cuaderno de seis hojas, como quaternus de cuatro. Yo por lo menos no hallo otro significado. Llevarían, pues, aquellos presbíteros unos cuadernos abiertos, o sean cartones (a quienes por la semejanza se diese el nombre de sisternos), en los cuales iban pintadas las armas de la ciudad.

La fiesta del Corpus es muy antigua en esta iglesia, y ya se hacía en ella procesión solemne a mitad del siglo XIV, cuando el Obispo Berenguer Batlle, que murió en 1349, regaló para ello una custodia, cuya descripción nos conserva el inventario citado de la sacristía de 1399 por estas palabras: "Item unum lignum argenteum cum suo crucifixo, et imaginibus Sanctae Mariae et Sancti Johannis, et cum duobus Angelis, et pede argenti: et in medio est reservatorium cristallinum ubi immititur hostia salutaris die festi Corporis Christi; et sunt signa in eo de Papagays, quod est signum Dni. Berengarii Baiuli, quondam Episcopi Maioricensis.” Creo que ha de quedar alguna parte desta alhaja.

En la misa no se decía prosa alguna aun entrado el siglo XVI, como se ve en los Misales de aquel tiempo, sin embargo de que había algunas verbetas en los responsorios de maitines. En la misma época iban en la procesión los doce Apóstoles, cada uno con la insignia de su martirio, todos vestidos de dalmáticas, a excepción de San Pedro, que iba con casulla y tiara (Consueta de la sacristía). Al fin de la Consueta de tempore se ve que en el siglo XV iban en la profesión varios Profetas induti camisiis, y que al concluirse se daba la bendición con el Santísimo, elevándolo in modum circuli. En el Ordinario impreso en 1516 nos queda una exacta descripción del modo con que se hacía esta procesión en dicho tiempo con las siete estaciones que mandó el Rey Don Pedro IV de Aragón en 1368. Es artículo curioso, mas no puedo copiarlo, como también lo es la que nos conserva la Consueta de tempore, ms. a mitad del siglo XIV, cuando la procesión no solamente era por la mañana, sino también antes de la misa mayor. La costumbre de hacerla por la tarde no se había introducido aún en 1597, como consta de las Actas capitulares.

No se conoce el origen de la antigua costumbre de poner la imagen de nuestra Señora sobre una cama en medio de la iglesia en el día de su Asunción. Hacíase esto al comenzar los laudes, y juntamente se sentaban al rededor de la imagen doce presbíteros en representación de los doce Apóstoles, todos con dalmáticas, a excepción de San Juan, que iba con casulla y una palma en la mano. Así iban también en la procesión que se hacía antes de la misa mayor y en la otra que había después de completas. Esta última se estableció por resolución de ambos cabildos en el año 1456, mandándose llevar en ella la imagen de nuestra Señora solamente. En el año siguiente pareció que se llevase alguna reliquia, y en efecto se llevó la Verónica, en el inmediato las espinas del Señor, y luego volvieron a llevar la Verónica, como se usaba todavía en 1511, cuando se escribió la Consueta de la sacristía, de quien es todo esto que he dicho. Omito la noticia de otros ritos para poderla dar de la fiesta que se celebraba en esta iglesia a los llamados Santos Mártires Cabrit y Basa (Bassa), naturales de esta isla, en la dominica infraoctava de Todos Santos. Y es de notar que de dicha fiesta no hay mención en ninguna de las Consuetas ni otros códices rituales que yo he visto, los cuales en ese día ponen el oficio de todos los santos Mártires que tenían todo el segundo nocturno propio, siendo lo demás de dominica. En 1627, día 24 de septiembre, resolvió el Capítulo que se escribiese al Papa pidiéndole oficio y rezo de estos Santos. De este tiempo son las únicas noticias que tengo de la celebración de dicha fiesta; las cuales he tomado de un ms. que hay en el archivo de esta catedral, intitulado Noticiari. En él se lee que se celebró la fiesta en 1631, y que predicó el P. Fr. Agustín Salvador, Dominico; y en 1632 en que predicó lo Pare fra Costa, Guardiá de Jesus.

Otra prueba más terminante de eso es el sermón impreso en 1625, del cual poseo un ejemplar; y por ser este papel raro y contener toda la historia de estos Mártires voy a hacer de él un extracto, aunque sea largo. Su título es este: Sermón de los ínclitos Mártires Sant Cabrit y Sant Bassa, naturales del fidelísimo y dorado reino de Mallorca, naturales de la villa de Alaro (: Alaró): predicado por el muy R. P. Fr. Gerónimo Planes, religioso descalzo del orden de Sant Francisco. En Mallorca por Gabriel Guasp, año 1625, a costa del doctor Juan Coll, rector de la villa de Alaro, especialísimo devoto de los Santos. En el frontis están estos pintados en pie con la armadura militar y lanzas. Sigue la dedicatoria a los Jurados de Mallorca, en la cual se ingiere una carta dirigida a los mismos por el Cardenal Cisneros, fecha en Alcalá a 8 de octubre de 1503, en que recomienda mucho la doctrina de R. Lull. Sigue el sermón que se dice compuesto según la admirable traza del Arte magna revelada por Dios al invencible mártir y doctor iluminado Raimundo Lullio, natural también de dicho reino y gran Senescal y mayordomo mayor de su Rey y Señor. = Tema: Beati qui persequtionem patiuntur. Supone el orador que esta fiesta era real, celebrada antiguamente por los cristianísimos y devotísimos Reyes de Mallorca: que estaba olvidada por haberse dejado el rezado del Breviario antiguo deste santo obispado, en el cual se rezaba dellos en este día de la dominica después del día de Todos Santos en compañía de los otros Mártires. La historia de este martirio la saca de las lecciones que dice se hallaban en dos antiguos Breviarios, impresos el uno en Mallorca en 1488, y el otro en Venecia en 1506, los cuales dice que existían en su tiempo. Y será así sin duda; mas ahora no nos queda ningún ejemplar de aquellos códices. Y así tendré que sacar estas copias del sermón, por las cuales verás que cuando el Rey de Aragón Alfonso III despojó en 1287 del señorío de Mallorca a su tío el Rey Don Jaime, intimó la rendición al capitán del castillo de Alaro, llamado Cabrit. Este se resistió perseverando fiel a Don Jaime; y en alusión al nombre del Rey, llamado vulgarmente Anfós, y a que este es el nombre que dan al pescado llamado mero en Castilla, dijo burlando que Anfós era bueno para salsa. Airado el Rey juró asar al capitán Cabrit y a su compañero Bassa como se asan los cabritos. Y lo cumplió luego que tomó el castillo. Sabido esto por el Papa Gregorio XII excomulgó al Rey, el cual consiguió la absolución prometiendo restituir el reino a su tío y edificar un altar en honor de todos los Mártires, entre los cuales estuviesen los dos sobredichos. Estas cosas verificó el Rey Don Jaime, y su hijo Don Sancho instituyó en 1312 un beneficio en honor de dichos Santos. Esta es la historia que resulta de las lecciones cuya copia incluyo (a: Ap. núm. XI.), en la que sólo advierto por ahora la equivocación con que atribuye la excomunión del Rey Alfonso al Papa Gregorio XII, que fue posterior mucho más de cien años, no quedando arbitrio para decir que sería el X o el XI, porque el primero murió mucho antes del suceso, y el segundo fue Papa casi cien años después. Omito otras reflexiones porque no me he propuesto impugnar el hecho, sino sólo hablar de él en la parte ritual. Por lo demás el orador desempeña su objeto, que fue probar lulísticamente que estos soldados padecieron por la observancia del juramento hecho a Dios en manos de su teniente el Rey Don Jaime ... mayormente que les podía mover a la conservación dél la esperanza que podían tener que vendría su legítimo Rey, favorecido del Rey de Francia, por cuya ocasión le había su sobrino quitado el reino.

En el mismo sermón se lee que los huesos de estos Mártires están en la catedral debajo del altar de la capilla de San Simón y San Judas, los cuales se reconocieron en tiempo del orador. Novísimamente fueron reconocidos día 7 de noviembre de 1805 por varios señores canónigos y otras personas. Así se halla notado al margen del libro de las Actas capitulares que empiezan el día 16 de noviembre de 1633. Uno de los que asistieron me ha informado que se hallaron cenizas y muchos huesos quemados. Están en arcas de piedra de Santañí, debajo del altar de la Piedad, que acaso antes se llamaría de San Judas. Y baste de esto.

De otros ritos podía hablar tocantes a la administración de sacramentos y otros puntos de disciplina. Pero para muestra de las costumbres antiguas de esta iglesia basta lo dicho. A Dios. Palma etc.

CARTA CLI. Escasa noticia de los sínodos celebrados en esta iglesia:

CARTA CLI.

Escasa noticia de los sínodos celebrados en esta iglesia: tiempo y rito de su celebración.

Mi querido hermano: Es cosa verdaderamente sensible que de los sínodos de la iglesia de Mallorca sólo nos queden por la mayor parte las noticias de haberse celebrado algunos de ellos, y no las constituciones que se establecieron. La escasez de códices que hay hasta fines del siglo XIV, sirve de excusa, y si vale decirlo así, de consuelo en la falta de los sínodos anteriores. Mas ¿por qué fatalidad quedando, como quedan, desde ese tiempo hasta el siglo XVII libros y papeles de todas especies, no se han de haber conservado los sínodos? Que si no es uno de 1395, no hay casi memoria de los demás, y ese porque el Capítulo mandó que se copiasen las constituciones en las Actas capitulares. Mas en fin, yo no puedo resucitar muertos ni detener la violencia del tiempo ni de otras causas destructoras de las antigüedades. Hablaré de lo que ha llegado a mi noticia, y gracias. Según lo que se lee en la Consueta de tempore de mitad del siglo XIV, los sínodos se celebraban en esta iglesia una sola vez al año. Porque ya en la época de su restauración estaba desusado en toda la Tarraconense la celebración de los dos sínodos en cada año, en la primavera y en el otoño, de que hay todavía vestigios en el siglo XII. Aquí, pues, se celebraba anualmente el sínodo en la feria VI después de la dominica in albis, concluyéndose en ese solo día cuanto había que hacer en él. Pero en el año 1385 el Obispo Don Fr. Pedro Cima estableció que en adelante la celebración del sínodo durase dos días, es a saber, el sobredicho y el jueves anterior. Más adelante hallo que los sínodos del siglo XVI y XVII se celebraban por el otoño, como tiempo menos ocupado para los párrocos que debían asistir. El rito que en esto se observaba lo hallarás en la copia adjunta, tomada de la Consueta del siglo XVI (a: Ap. Núm. IX.) con las variaciones posteriores notadas al pie. Ahora voy a decir lo que he alcanzado de los sínodos en particular. El primer sínodo de que hay memoria es del año 1250, del cual no nos queda otra noticia que la que conservó una escritura, fecha a 18 de noviembre, que he visto en mi convento de esta ciudad, en que el Obispo Don Raimundo, confirmando a los frailes Predicadores el privilegio Apostólico de poder enterrar en su cementerio a los que en él eligiesen sepultura, en atención a la altísima pobreza que profesaban y a lo necesario que era su ministerio para ayudar al de los curas (en lo cual dice que llevaban pondus diei et aestus) de acuerdo con los mismos les concede defunctiones omnium perpetuo; ita tamen quod de legatis tantum a testatore parrochialis ecclesia recipiat quartam partem. In quo legato non intelligantur oblationes factae die funeris vel in novenario, seu candelae, sive etiam ipse lectus, purpura vel pannus sericus, cum ipsae oblationes et lectus ad sustentationem et recreationem fratrum deputata intelligamus. Candelas vero et purpuram sive pannum sericum, secundum sanam interpretationem, et assensum tam nostrum quam rectorum ecclesiarum communem, sibi ipsis ecclesiae vendicent ornamenta. Si autem testator aliquid legaverit sepulturae, aliud vero mensae sive pro vestibus fratrum, sive libris, sive etiam pro opere seu fabrica vel ornamentis, sive anniversario tricesimo vel huiusmodi, id quod relictum fuit gratia sepulturae, dividatur inter domum praedictam et parrochialem ecclesiam: ita quod de aliis praedictis parrochialis ecclesia nichil sibi valeat vindicare, etc. He querido copiar esto, que a buena cuenta pertenece a la disciplina funeral de aquellos tiempos. Y que este concierto se hiciese en sínodo celebrado dicho año, consta de la segunda firma del mismo Obispo, que después de haber firmado por sí, suscribe otra vez de esta manera: Ego Raimundus, Maioricensis Episcopus pro omnibus rectoribus ecclesiarum forensium diocesis meae rogatus in sinodo ab ipsis anno quo supra subscribo. Lo mismo repiten dos o tres canónigos. De este sínodo y de otros muchos que se celebrarían entonces hablaba en 1298 el Obispo Don Ponce de Jardino en una constitución que hizo ese año, modificando varias de sus antecesores, las cuales, según dice, siempre le habían parecido duras, y nunca había querido aprobar siendo Arcediano de esta iglesia. Copiaré aquí lo que hace a la disciplina general, omitiendo lo que sólo toca al gobierno económico de esta catedral. "Dudum, dice, bonae memoriae praedecessores nostri statum Maioricen. ecclesiae tam consulte quam provide cupientes dirigere, multa varia et diversa statuerunt utilia, quae ipsam strenue fulciunt et decorant. Quaedam tamen propter illius temporis forte duritiam rigida statuerunt et dura, quae dum nos in ipsa ecclesia archidiaconatus fungeremur officio, approbare renuimus, nec eisdem duximus aliquatenus annuendum. Postea vero ad apicem episcopatus assumpti, illa eadem super praemissis intentione durante, deliberavimus huiusmodi rigorem restringere, et eidem praeponere aequitatem. Sed multis acciti laboribus, multisque turbati contrariis, nequivimus circa praedicta, ut volebamus, intendere usque modo. 

Quo circa nos Pontius Dei gratia Maioricensis Episcopus, de fratrum nostrorum concordi et deliberato consilio ... ordinamus ... quod si aliquis Praelatus, canonicus, rector vel benefficiatus quicumque terram istam exierit, a nobis seu successoribus nostris non petita licentia, non sit propter hoc suis beneficiis privatus; sed contra talem servetur in casu huiusmodi ius comune. Si vero clericus aliquis luserit infra nostram dioecesim ad taxillos, seu alios ludos in constitutionibus synodalibus quocumque modo prohibitos, non ob hoc sententiam excomunicationis incurrat, sed quotiescumque ad aliquem dictorum ludorum secrete luserit, penam decem solidorum persolvat; si vero publice luserit, puniatur ad arbitrium iudicantis. Clerici autem, qui publice concubinas tenuerint, non propter hoc sententiam excommunicationis incurrant, sed decem libras nobis solvere compellantur. Et si ex tunc ab huiusmodi vitio nollent desistere, puniantur, prout visum fuerit iudicanti.”

En esta moderación de penas se descubre, no tanto el bondadoso carácter de este Obispo, como la uniformidad que procuró guardar con la provincia Tarraconense, en cuyos concilios provinciales de ese tiempo también se substituyeron penas pecuniarias a las eclesiásticas respeto de tales crímenes. En 1305 a 4 de agosto el Obispo Guillermo de Vilanova hizo junto con su Capítulo una constitución en que dio licencia a los clérigos para testar libremente de sus bienes; y en esto dice que confirma las constituciones sinodales de sus predecesores. Contentémonos con esto, de lo cual me acuerdo que dije algo más en el Episcopologio. En 1385, día 14 de abril, celebró sínodo el Obispo Fr. Pedro Cima, en el cual se ordenó que en adelante, según la costumbre de las iglesias vecinas, se convocase a sínodo para el jueves después de la dominica in albis, y que durase su celebración el viernes siguiente, como hasta allí todo su rito se hubiese verificado en sólo este último día. Trae esta noticia la Consueta de la sacristía, ms. a principios del siglo XVI, y en la de tempore está la distribución de dicho rito en dos días, conforme verás en la copia que dije arriba. Según este nuevo estatuto celebró sínodo el Obispo Luis de Prades en los días 22 y 23 del mes de abril, en el último de los cuales se leyeron y aprobaron las constituciones que van adjuntas (a: Ap. núm. X.), las cuales he hallado en las Actas capitulares. En el epígrafe final expresó el notario que se leyeron en el coro de la catedral en presencia del clero Maioricense; y esta circunstancia y la de ser generales y comunes a todo el clero de la diócesi, muestran claramente que son y deben ser tenidas por sinodales, como las llama. Hay entre ellas algunas notables para conocer el traje y las costumbres clericales de aquel tiempo: pero quiero que repares en las de los números 7 y 8 la pésima costumbre de los que tenían esclavas, a quienes hacían pagar un tanto por semana, precisándolas y consintiéndoles ir al burdel a granjear torpemente el tributo que les exigían sus dueños avaros. Tengo presente que en una obrita de nuestro académico el señor Martínez de Marina, tratándose del fuero que se concedió a la villa de Oreja (Aurelia), hay algo de esto, que no sé si es lo que llamaban en Castilla baratería. En 1562 celebró sínodo el Obispo Don Diego de Arnedo, y fue el primero en el ingreso de su obispado, en el cual el clero le dio, según costumbre (que después me consta que ha sido general), el subsidio caritativo de 1.500 escudos de oro, a razón de 30 sueldos por escudo. Mas no queda constitución sinodal alguna, como queda esta noticia en las Actas. Allí mismo se sabe que el Capítulo rogó a dicho Obispo que difiriese para el mes de septiembre el sínodo que quería celebrar en el tiempo acostumbrado, y que llegada aquella época hubo la altercación que se dijo en el Episcopologio sobre asistir o no los canónigos con voto o sin él, disputa que al fin paró en que asistiesen libremente los que quisiesen como consultores del Obispo.

En 1588 a 1.° de septiembre celebró sínodo Don Juan Vich y Manrique, el cual se imprimió allí mismo el año siguiente por Gabriel Guasp en 8.° En su convocatoria, fecha a 16 de agosto, dice el Prelado que por sus muchas y graves ocupaciones no había podido celebrar sínodo hasta entonces, y también porque deseó recorrer antes toda su diócesi. En el primer día del sínodo leyó por sí mismo una exhortación general al clero sobre los varios ramos de su ministerio, en que hay documentos excelentes y de buena cabeza y de mejor corazón. Particularmente carga la mano contra los predicadores que cifran su estudio en los Sermonarios, abandonando la lectura de los SS. PP., singularmente de Santo Tomás. Siguen luego las trece constituciones de este sínodo, muy raro, que siento no poder copiar. En 1592 y 1597 celebró otros dos sínodos que se imprimieron, mas no me ha sido posible hallar ejemplares de ellos. En 1611 a 6 de febrero, dominica de sexagésima, celebró sínodo Fr. Simón Bausa, el cual imprimió el mismo año Gabriel Guasp en 8.° En la convocatoria de 5 de enero dice que le habían afligido mucho los males que había hallado en la visita, cuyo remedio se prometía del sínodo. Entre las constituciones se mandó: usar de vino blanco en el sacrificio de la misa: celebrar como colendas las fiestas de San Raimundo de Peñafort y de la Virgen del Carmen: que por la administración de la extremaunción sólo pagasen los caballeros tres libras, los mercaderes y notarios dos, los menestrales veinte sueldos, los labradores de primera clase (vulgo homens de posesió) treinta sueldos y todos los demás quince: que los clérigos no acompañen mujeres: que no haya sermones por la noche: que paguen veinte sueldos de multa los que celebren la misa precipitadamente, y los que haciendo de diáconos y subdiáconos, dejándose al celebrante solo durante el sermón, se iban a decir misa entre tanto: que no jueguen los clérigos a gresca o carteta, ni a pelota en las calles, pena de cinco libras, y otras cosas a este tenor.

En 1619, a 14 de julio, celebró otro sínodo el mismo Obispo, para el cual convocó a 15 de junio, y se imprimió el año siguiente en 8.° por Rodríguez y Pizá. Entre las constituciones las más notables son: que no se esculpa en las sepulturas ni en otra parte del pavimento de las iglesias la señal de la cruz: que los tonsurados no casados, aunque fuesen viudos, llevasen vestido talar (vulgo fins a mija cama), negro, con tonsura abierta y sin espada, y los tonsurados casados usasen de toga negra hasta la rodilla y de capa algo más larga con tonsura, permitiéndoseles usar de otros vestidos brillantes, si fuesen convidados a espectáculos militares, bodas, etc., que ningún clérigo juegue a daus o joch de parada ab cartes: que los clérigos no lleven armas, sino sólo espada, cuando van por lugares sospechosos, y que no usen ni tengan en su casa sclopum rotis munitum, vulgo pedreñal o bufetó, pena de doscientos escudos y de destierro por siete años: que no se digan misas en las calles y plazas, aunque se permite se canten las completas, letanías y otras preces acostumbradas: y algunas otras.

De estos dos sínodos existen ejemplares en la biblioteca de este convento de mi orden. En 1628 lo celebró el Obispo Baltasar de Borja, del cual he visto citar algunas constituciones en los sínodos posteriores.

En 1636 a 17 de septiembre celebró sínodo el Obispo Fr. Juan de Santander, el cual se imprimió aquí el mismo año en 4.° por Manuel Rodríguez y Juan Pizá. Poseo de él un ejemplar. Sus constituciones, distribuidas por los títulos del derecho, varían poco de las cosas del día, digo de modo que merezca notarse o reimprimirse; pero servirán para la obra de ritibus, cuando pueda escribirse.

Lo mismo digo de otro sínodo que celebró a 2 de junio de 1659 el Obispo Diego Escolano, que se imprimió en Madrid el año siguiente por Domingo García Morrás en un tomo en 4.° grueso. También se dice que celebró un sínodo el Obispo Luis Bernardo Cotoner, que no existe, ni aun se sabe el año en que se tuvo. Por último, en 1692 a 8 de abril convocó sínodo el Obispo Don Pedro de Alagón para el día 4 de junio, segunda fiesta de Pentecostés; se imprimió el mismo año en Mallorca por Miguel Capó, en fol. de 368 páginas sin contar los índices y los principios. Este es el que rige en el día, como que es el último que se ha celebrado.

Y de esta materia no tengo más que decir. A Dios. Palma 28 de marzo de 1814.

jueves, 20 de abril de 2023

CARTA CL. Concluye el catálogo de los Obispos de Mallorca.

CARTA CL.

Concluye el catálogo de los Obispos de Mallorca.

Mi querido hermano: voy a ver si puedo completar hoy el catálogo de estos Prelados; que así como entiendo que es de los trabajos más útiles para la historia, también sé por experiencia que es de los más penosos para el historiador. Y esto se verifica particularmente en la averiguación del Obispo sucesor del difunto Agustín de Grimaldis, que fue 

Juan Bautista Campegio. Todas las historias mss. e impresas de esta iglesia cuentan por inmediato sucesor del Obispo Grimaldis a Lorenzo Campegio, Cardenal, el cual suponen que tuvo esta iglesia in comendam hasta que tuviese edad de gobernarla su hijo Juan Bautista Campegio, y como hubiese muerto el Cardenal en 1539, desde entonces quedó el hijo Obispo propietario. Esta narración y algunas circunstancias con que la visten tienen algo de verdad y en mucha parte no lo son. Sin entrar en impugnaciones, que no son para un viajero, seguiré mi plan de presentar solamente las memorias originales que he podido recoger, de las cuales alguna claridad resultará a esta materia, aunque no toda la que yo quisiera, por falta de otros documentos.

En primer lugar yo no cuento por sucesor de Grimaldis, ni aun por Obispo de esta iglesia, al Cardenal Lorenzo Campegio, ni creo que nadie lo contará, si sabe que en Actas capitulares, libros de fábrica y de órdenes se lee originalmente que el día 31 de mayo de 1533 Marco Antonio Campegio tomó posesión del obispado como procurador de su sobrino Juan Bautista Campegio, habiendo jurado en el día anterior la observancia de las constituciones hechas usque ad obitum, dice, Rev. D. Augustini de Grimaldis. En su consecuencia pagó las trescientas libras que estaban tasadas a su dignidad para la fábrica. Aquí tenemos ya que Juan Bautista Campegio es el Obispo inmediato sucesor del difunto Grimaldis. A nombre suyo su Vicario general el canónigo Bautista Mir dio licencia para celebrar órdenes en diciembre de 1534 a Fr. Galcerán Casanyach, Carmelita, Obispo Chrisopolitano, el cual continuó en este oficio hasta fines del año siguiente; y debió morir luego, porque de allí a dos años ya hay aquí mismo otro Obispo Chrisopolitano.

Siendo, pues, tan claro el principio del gobierno de Juan Bautista Campegio, ¿de dónde pudo nacer la especie de haberlo sido su padre el Cardenal? Yo diré lo que me ha venido a la mano en mis investigaciones, que no deja de ser curioso. Tratándose en el Capítulo de esta iglesia el día 7 de septiembre de 1534 sobre la capa que debía pagar el Obispo Juan Bautista por su ingreso en el obispado, y sus antecesores habían enriquecido liberalmente la iglesia con varias alhajas, ornamentos, etc., añaden estas palabras: quod idem speratur a dicto Rmo. Dno. Cardinali, qui hanc ecclesiam habet comendatam. Y luego en la acta de 1.° de septiembre se manda escribir a dicho Cardenal sobre varios negocios de esta iglesia: lo cual repiten después a 22 de noviembre de 1536. Todo esto parece probar que el Cardenal Campegio era Obispo comendatario de Mallorca. Más: entre las Actas del mes de septiembre de 1535 se copia un breve de Paulo III, fecho a 26 de agosto de ese año que empieza así: "Cum sicut accepimus, licet venerab. frater noster Laurentius, Episcopus Praenestinus, S. R. E. Cardinalis Campegius, cui collatio et omnimoda dispositio canonicatuum et praebendarum ... ad collationem et quamvis aliam dispositionem Episcopi Maioricensis pro tempore existentis spectantium, Apostolica auctoritate reservata existit, etc.” Continúa mandando al Capítulo que dé posesión a Marco Antonio Campegio del canonicato que le había dado su hermano el Cardenal.

Yo no sé si los que cuentan a este señor Cardenal por Obispo de esta iglesia tendrán otras pruebas para afirmarlo; pero puedo asegurar que no serán de más peso que estas, porque aquí parece la cosa concluida. Sin embargo, hagamos algunas reflexiones. Por empeñada que estuviese la corte Romana en favorecer y exaltar esta familia de los Campegios, nunca hemos de creer que llegaría a cometer el exceso de haber y tener a dos de sus individuos por Obispos simultáneos de una iglesia. Obispos que lo fuesen a un tiempo de muchas iglesias se vieron con frecuencia; pero muchos en una sola, y eso con autorización pública y por el camino ordinario, no lo cuenta la historia. Pues esto sucedería si por lo alegado contásemos al Cardenal por Obispo de Mallorca, porque en ese mismo breve reconoce el Papa como Obispo electo al Juan Bautista, cuando en recomendación del Marco Antonio que pedía el canonicato dice: "qui, ut similiter accepimus, obsequiis dilecti filii Johannis Baptistae electi Maioricensis insistit.” ¿Cómo puede haber Obispo electo de una iglesia mientras haya quien la gobierne, aunque sea como comendatario, sin que preceda resignación o muerte del mismo? Reconociendo, pues, el Papa a Juan Bautista Campegio por Obispo electo de Mallorca, viene abajo cuanto se alegue en favor de su tío el Cardenal. Y que tanto aquí como en Roma era este reconocido por Obispo, se ve, no sólo en el gobierno que esta iglesia seguía en su nombre, sino también en la resolución que tomó el Capítulo, cuando se le intimó el breve sobredicho. Porque se alegó que podía eximirse de obedecer y cumplir lo mandado en él, puesto que ni Marco Antonio tenía ningún orden sagrado (y era electo Obispo Grossetano), ni ahora se empleaba en servir al Obispo (he aquí reconocido por tal a Juan Bautista) porque estaba ausente de la isla (estaba en París). Sin embargo, en atención a que era hermano del Cardenal, cuius reverendissimae dominationi, dicen, omnes praedicti toto pectore adictissimi cupiunt obsequi et morem gerere, acordaron dar a dicho Marco Antonio ex mera liberalitate sesenta libras anuales de la mensa capitular. He aquí cómo el Capítulo, al mismo tiempo que muestra cierta sumisión al Cardenal, no le trata como a su Obispo, sino sólo da este título a su sobrino Juan Bautista. Este lenguaje basta para desengañarnos del hecho. Porque no es posible que en Roma y en Mallorca estuviesen tan torpemente alucinados que reconociesen a dos Obispos a un tiempo mismo. Más adelante obtuvo dicho Marco Antonio un canonicato, cuya vacante por su muerte adjudicó el Capítulo, día 6 de noviembre de 1553, al mismo Obispo Juan Bautista. ¿Cómo es, pues, dirás ahora que el Papa supone corresponder al Cardenal la provisión de los canonicatos en la parte que correspondía al Obispo de Mallorca?

Respondo a esto que si tal le perteneciese por ser Obispo, de otro modo hubiera hablado el Capítulo en su resolución y otra acaso hubiera sido esta. Seguramente no se hubieran fundado sólo en las nulidades del provisto. Pero ¿cómo había de contar el Capítulo con que esta provisión la hizo el Cardenal como Obispo, cuando en su mismo acuerdo no le cuentan por tal, y cuando veían que el mismo Papa suponía ser otro el Prelado? Claramente diré lo que más claramente sabía entonces el Capítulo. El Papa nombró por Obispo de Mallorca a Juan Bautista Campegio; pero atendidos los méritos del Cardenal o por otros motivos, concedió a este parte de la administración o digamos de sus regalías; a la manera que el Rey de Aragón Alfonso V reconocía por Obispo de esta iglesia a Luis de Prades, y sin embargo nombró administrador de sus temporalidades a Alfonso de Borja. ¿Quién dirá por esto que Alfonso de Borja deba ser contado entre los Obispos de esta iglesia? Porque claro es que la jurisdicción en el gobierno es lo que constituye una prelacía, no el goce de sus preeminencias, no los encargos de puro provecho, no las encomiendas de favor. Así que, aunque el Cardenal Campegio estuviese autorizado por el Papa para dar todos los canonicatos de esta iglesia, mientras no se me exhiba una muestra de su jurisdicción episcopal en ella, mientras yo vea que hay otro Obispo reconocido por el Papa y por el Capítulo y que ejerce actualmente su jurisdicción por  medio de sus Vicarios generales, diré que el Cardenal Campegio no fue ni debe contarse entre los Obispos de Mallorca, sino cuando más entre sus protectores y valedores en la corte Romana.

El caso es que después de tan larga y embrollada cuestión venimos a parar en que en los veinte y siete años del pontificado de Don Juan Bautista Campegio ni hay nada que contar de él, ni vino acá siquiera. Estos y otros males nos acarrearon los grandes bienes que hizo el concilio de Trento a la iglesia de Dios. Sin embargo, notaré algo de lo bueno que hizo en todo este tiempo el Capítulo. A 15 de noviembre de 1535 mandó sacar de la sacristía una porción de plata, a petición de los Jurados, para que depositada en la tesorería de la universidad (la taula de Mallorca) sirviese de hipoteca para traer trigo con que remediar su carestía. Lo mismo hicieron en 1535 a 5 de septiembre para socorrer con gente armada a la villa de Mahón, invadida por el famoso Barbarroja con sus galeras y treinta navíos. En 1537 se fulminó pública y solemne excomunión contra el Lugarteniente del Rey Don Ximén Pérez de Figuerola, por no haber querido entregar un clérigo que tenía preso en su castillo. Otro abuso había por este tiempo, que era la frecuencia con que muchos, por huir de la autoridad episcopal, apelaban con frívolos pretextos al tribunal del juez nombrado por el Papa, año 1523; con lo cual lo que se había instituido para bien del clero, cedía en vilipendio y menosprecio de su cabeza. Para remediar esto, el Papa Paulo III concedió a Juan Bautista Campegio, electo Maioricensi, que sólo él y sus sucesores pudiesen nombrar en adelante estos jueces de apelaciones. Este breve, copiado en el Libro amarillo de la catedral, está fecho a 25 de noviembre de 1538, cuando aún vivía el Cardenal Campegio; por que veas cuán cierto es que el Papa trató siempre como Obispo al uno y no al otro. En 1541 vino acá Carlos V de paso a la conquista de Argel. De las circunstancias de este suceso, y de las demostraciones de alegría que hizo esta ciudad, se formó una graciosa relación en lemosín, que he visto en este mi convento, impresa el año siguiente: folleto de pocas hojas, y expuesto a perecer del todo, por lo que debieran reimprimirle los amantes de la literatura de Mallorca, siquiera para que se conserven los buenos versos latinos que entonces se compusieron. El historiador Mut, que tantos pormenores refiere de otras cosas, pudo aprovecharse a poca costa de lo que esta relación contiene. En 1546, a 3 de marzo, regaló a esta iglesia la cofradía de los marineros un relicario para la Santa Espina, el cual fabricaron de la plata de la lámpara que ellos mismos habían regalado en tiempo antiguo al altar mayor. También aceptó el Capítulo el mismo año, a 9 de octubre, unum pallium que ofreció el Virrey a la iglesia, de valor de más de cien ducados, el cual se decía que era parte de la penitencia que le impuso la Santa Sede por haber quebrantado la inmunidad eclesiástica, extrayendo ciertas personas refugiadas en la catedral. Del año 1549, a 25 de octubre, queda una resolución muy honrosa para el Capítulo, por la cual se abolió para siempre la elección del Obispillo en la vigilia de San Nicolás, y la solemnidad con que este hacía los oficios en el día de su fiesta, y en la de los Santos Inocentes. Efectivamente, había cosas indecentes en este rito, que era general en otras partes; lo cual se dirá otro día. De ese mismo año nos conserva la Consueta las noticias rituales siguientes: 1.a, resolvió el Capítulo que en adelante se celebrase con la solemnidad mayor (den aloy) la fiesta del nombre de Jesús: 2.a, que en la dominica III después de Pascua, se hiciese con el mismo rito la de nuestra Señora de Cura, que es una imagen venerada en la iglesia del monte de Randa: 3.a, que se celebrase igualmente la de San Antonio Abad, con un solemne aniversario por el alma de Gabriel Cerdá, Sacrista y canónigo, y por la del Cardenal Antonio Cerdá. Este último fue el Obispo de Lérida de mitad del siglo XV, natural de esta isla, y canónigo que había sido de esta iglesia, como consta de las Actas capitulares de aquel tiempo, del cual se habló en el Viaje de aquella iglesia. Dejo a los bibliógrafos Mallorquines la cuestión de si este ilustre personaje fue o no religioso Trinitario, como también la noticia extensa del famoso Cardenal Jacobo Puteo (Pou), de quien sin razón han dicho algunos que no fue Mallorquín. Porque además de otras pruebas terminantes, para creer que lo fue, basta ver la carta original, escrita toda de su mano, en lemosín, fecha en Roma a 13 de abril de 1541, en que da gracias a este Capítulo por haberle elegido canónigo y dádole posesión de esta prebenda, la cual obtuvo sólo hasta el año siguiente. Dicha carta anda suelta en el archivo. Otro de esta familia, llamado solamente en las Actas mestre Pou, Arcediano de esta iglesia, fue promovido al obispado de Catania, por cuyo motivo se halla que tomó posesión del arcedianato vacante el Cardenal Cornaro a 1.° de julio de 1513. Así lo dice el libro de la fábrica de ese año. Durante la ausencia de nuestro Obispo, ejerció casi siempre los pontificales Fr. Rafael Linas, de la orden del Carmen, Obispo Chrisopolitano, sucesor en este título de fray Galcerán de Cassanyach, de quien ya hablamos arriba. Linas comenzó en esta isla su oficio a 21 de diciembre de 1537, y continuó hasta 1557; a lo menos hasta entonces llegan sus memorias y licencias que le dieron los Vicarios generales del Obispo Campegio, entre los cuales se cuenta ya su tío Marco Antonio a 27 de diciembre de 1540, que es nuestro año 1539, porque todavía seguía y duró por mucho tiempo la costumbre de contar los años a Nativitate. Otro Vicario general tuvo, que fue Don Francisco Salazar, Obispo de Salamina, a quien el nuestro, desde Bolonia a 24 de diciembre de 1555, nombró su Vicario, sufragáneo, visitador y oficial. Vino acá, según dice el Registro de órdenes, lunes a 22 de junio del año siguiente. Cuál fuese su gobierno, y cuáles los cuentos y pleitos que hubo, lo ignoramos del todo. Sólo podemos conjeturar que serían muy graves por las noticias siguientes:

En acta de 9 de noviembre de 1556 nombró el Capítulo un nuevo abogado, además del antiguo, "attentis, dice, tot ocurrentibus necessitatibus et controversiis quibus agitatur ecclesia Maioricensis ac reverendum Capitulum et totus clerus Maioricensis, facto Rev. D. Episcopi Salaminensis.” Más es, que el mismo Obispo Campegio le revocó todos sus poderes y facultades por medio de su carta, fecha en Bolonia a 30 de marzo de 1557, por justos motivos, dice, animum nostrum non parum perturbantibus, instituyendo con la misma fecha por su Vicario general al canónigo Juan Pablo Varro, a quien manda que pague al de Salamina todos los emolumentos acostumbrados hasta nueva orden. Pocos días después, a 5 de abril, mandó que nada se le pagase. En todas estas cartas se intitula en su exordio el Obispo Campegio nobilis Bononiensis, Episcopus Maioricensis, y no más.

Desairado con esto aquel sufragáneo, partió de esta isla muy pronto; lo cual dice claramente una carta del Rey, fecha en Bruselas a 27 de julio del mismo año 1557, en que, después de dar gracias al Capítulo por el homenaje que le prestaron y por las rogativas y procesiones con que pidieron a Dios el acierto de su gobierno, añade: "Quanto a la quexa que teneis del Obispo de Salamina, que servia en essa iglesia de sufraganeo, no hay otro que decir, pues havemos entendido que ya está fuera de essa isla, sino que ha dias que trabajamos lo posible porque vaya a residir ahy vuestro Perlado, que lo embió; y no partiremos la mano dello, como es razon y havemos desseado, y desseamos como cosa que tanto conviene al servicio de Dios y bien dessa diócesi.”

No logró el Rey sus deseos de hacer venir acá el Obispo; antes este tomó el partido de renunciar el obispado en manos del Papa. Ignoro cuándo se verificó esto. Sólo sé que a 21 de diciembre de 1559 ya se trató en Capítulo si debería declararse vacante la Sede, atendida la fama pública de aquel hecho. Y al fin, a 16 de enero de 1560, subsistiendo todavía las dudas y opiniones diferentes de los juristas en cosa de tanta entidad, confirmó el Capítulo por su Vicario general al mismo canónigo Varro, que lo era del Obispo, para en caso de vacante. Esta duró casi dos años. En cuyo tiempo se hallaba aquí el Obispo de Alguer Don Pedro Vaguer, o Vaquer, a quien el Rey nombró Visitador del reino de Mallorca, encargándole el redresso de la tabla dessa ciudad; porque á mas de los muy muchos y grandes daños que se siguen por estar aquella de la manera que está, son mal pagados los officiales que aqui nos sirven. Esto decía el Rey en la comisión que le dio, fecha en Aranjuez a 28 de mayo de 1561. Esta carta se halla inserta en el proceso que se formó sobre el negocio, el cual he visto en el archivo real.

Diego de Arnedo, de quien se dice que fue natural de Huesca, colegial de San Clemente en Bolonia, canónigo de Monte Aragón, capellán del Rey Felipe II, Visitador de España durante el viaje de aquel Príncipe a Inglaterra, y que nombrado ya Obispo con motivo de no sé qué viajes, fue apresado por los Moros, y alcanzada finalmente su libertad vino a su iglesia. Todo esto dice Mut. Yo puedo asegurar que en el año 1554 estaba destinado por dicho Rey como uno de los seis clérigos que le debían acompañar en su expedición contra los Ingleses. Dícelo el célebre Juan de Arce en una carta a Don Antonio Agustín, de las que publicó Don Ignacio de Aso en 1775. También puedo alegar un documento tocante a su cautiverio, y es la Acta capitular de 19 de enero de 1562, en que se resolvió dar a dicho Obispo, ex mera liberalitate, 750 lib., atendidas las necesidades, dice, quas sustinet propter labores quos passus est pro servitio suae Catholicae Maiestatis Domini nostri Regis, pro deffensione nostrae Sanctae Fidei Catholicae in destructione de Algerbens, in qua fuit captus per Paganos, in magnum detrimentum bonorum suorum, et vilipendium suae reverendissimae personae. A este donativo añadió el Capítulo el préstamo de 1.500 libras. Todos estos trabajos pasaron durante el año 1561, al fin del cual vino el Obispo tan deseado, así por la noticia anticipada de sus buenas prendas, como por el largo tiempo que no vio esta grey la cara de sus Pastores. Tomaron posesión sus procuradores Nicolás Montanyans, Sacrista de esta iglesia, y Mateo Saforteza (ipsa, sa Forteza), día 20 de diciembre de 1561, según dicen las Actas capitulares y libro de la fábrica. Pero allí mismo queda notado que el Obispo desembarcó la noche antes en Sóller, donde permaneció hasta el día 22, en el cual vino a comer a la heredad de Raxa, propia de Mateo Saforteza, y a dormir al convento de Jesús. Al día siguiente hizo su entrada pública por la puerta Pintada, con grande acompañamiento, salvas de artillería y mucho regocijo del pueblo. En el juramento, que prestó en el lugar acostumbrado, uno de los testigos fue el Obispo de Alguer, de quien hablé más arriba. Correspondió el Prelado a las esperanzas de su pueblo. Porque luego trató de hacer una visita general de su diócesi, comenzando por la de la iglesia catedral, la cual emprendió el día 13 de mayo de 1562, precediendo en la noche anterior repique general de campanas, y saliendo a recibirle el clero, con cruz alta, a las puertas de su palacio. Las Actas de esta visita, que están en los libros de la curia, me han servido bien para algunas curiosidades rituales, y para conocer el estado de la fábrica de la iglesia catedral en aquel año. De todo se hablará otro día. Ahora sólo notaré que en el altar mayor de la catedral mandó renovar la Eucaristía cada quince días, como hasta allí sólo se hiciese cada mes: mandó hacer cien purificadores, no hallando ninguno, ni que se usase limpiar los cálices con ellos: item que se hiciesen bolsas para los corporales, que no había. Subió a la librería, et vidit illam bene stare. Hallando que en la sacristía había un libro, donde, junto con otras cosas, se notaban los nombres de los bautizados; pero sin expresar el de sus padrinos, mandó que se hiciese libro aparte, donde se notasen los padrinos y la parroquia de donde eran. Asimismo que hubiese libros de confirmados, y de los que confesaban y comulgaban por Pascua. Nada hallo mandado acerca de matrimonios, aunque por otra parte consta que se hizo de su orden. Quitó el abuso de dejar los santos óleos en casa de los enfermos, a quienes se daba la unción cuando les parecía que no se habían de sobresaltar; y mandó que se llevasen de la iglesia con toda veneración, cuando fuesen menester. La mayor parte de estas cosas, singularmente lo de los libros, se halla ordenado en la visita de todas las parroquias. En la de Santa Eulalia de esta ciudad ordenó quod nullo modo adhibeatur auctoritas ipsis scolaribus ad sacramenta ministranda: que las vinajeras para la misa fuesen grandes: cosa que también debía mandarse hoy día en algunas iglesias, donde reina en este punto, y en el de las luces, más economía de la que es debida: que se hiciese una piscina para arrojar el agua con que se levaban los corporales, qui locus, dice, appellatur Sacrarium: y que se concluyese la iglesia, que aún estaba por concluir. Baste de esto, que sería nunca acabar, en lo cual se ve el celo de este Prelado. No menos se descubre en los innumerables edictos que publicó durante su pontificado sobre reforma del clero, respeto a las iglesias, destierro de usuras, etc. Quiero acotar lo mandado en uno de 6 de julio de ese mismo año 1562 por la noticia que nos da de los trajes de aquellos tiempos. Mandó, pues, que los clérigos "daqui avant degan aportar la clotxa closa fins baix als talons, y capiro, y les robetes largas fins baix dels genolls, segons per los capitols sinodals es stat ordenat, ó manteu y sotana larchs fins als talons; y que no aporten calses, ni sabates tallades, ni letuguetes en els colls y braços de les camises; y que porten la barba feta de tal manera que no se puga notar esser larga.” También es digno de notarse lo que mandó en otro edicto, que el que ayuda a misa no do pau á algu fins que lo sant sacrament dels Cors precios é Sanc de Jhu. Xpst, no sia assunt, é que no presumexca dar pau ab la patena.

Por esta muestra de lo mucho que este Obispo trabajó en este solo año 1562, y por el esmero y diligencia que en ello se ve con que atendía a todo, conocerás cuán sensible me es el no haber dado con ninguno de los sínodos que seguramente debió celebrar. Y sin duda lo era una congregación de todo el clero de la diócesi en este mismo año, que reunido en el Capítulo de esta iglesia dio en subsidio caritativo 1.500 escudos de oro, a razón de treinta libras por escudo. Pero constitución sinodal no he visto ninguna. Dejando algunas otras memorias hallo que nuestro Obispo asistió al concilio provincial de Valencia, celebrado en 1565, para el cual nombró el Capítulo por sus procuradores y de todo el clero al canónigo Rafael de Villalonga y al presbítero Juan de Abrines. Este último es el santo confesor de la hoy Beata Catalina Tomás, que después fue hecho canónigo en 1570. De otro sínodo suyo del año 1567 hay memoria, cuya celebración debía ser en la semana de Pascua, según la antigua costumbre de la iglesia. Mas el Capítulo le rogó día 14 de marzo que lo difiriese para el mes de septiembre, por ser aquel tiempo más oportuno para la reunión de los párrocos. Llegado este tiempo el Obispo insinuó al Capítulo, día 29 de agosto, que aunque los canónigos no tienen por el derecho voto decisivo en los sínodos, desearía, sin embargo, que asistiesen al que iba a celebrar. Disputose sobre este derecho, y sin resolverse nada, el día 3 de septiembre el Obispo, prescindiendo del derecho de los canónigos, les rogó de nuevo que asistiesen al sínodo para aconsejarle en las cosas tocantes a la salud de las almas. Se resolvió que asistiesen los que quisiesen. A fines de 1568, no me acuerdo qué día, se leyó al Capítulo y este admitió el indulto del Papa Pío V para que los beneficios eclesiásticos de estas islas se diesen sólo a sus regnícolas: cosa ya mandada por Eugenio IV, pero que desde esta última época se ha observado constantemente hasta el día de hoy.

También se admitió aquí con más docilidad que en otras iglesias el nuevo Breviario Romano, según el mandato de San Pío V: re:solución que tomaron a 7 de diciembre de 1569, dándose comisión a algunos canónigos para que se escribiesen libros corales y se buscasen los demás códices necesarios para la mudanza del rito. Pasáronse casi tres años en estas diligencias, necesarias para poder cumplir lo mandado, que además debían ser muy gravosas a la iglesia; y a 5 de septiembre de 1572 resolvieron que el nuevo oficio empezase a regir desde el próximo Adviento. En tanto el Obispo se dispuso para un viaje, para el cual, y durante su ausencia, el Capítulo le concedió a 4 de enero de 1570 la percepción de los frutos que le pertenecían, y él pagó en 16 de marzo las 1.500 libras que aquel le había prestado. No consta circunstancia alguna de este viaje; sólo sabemos que a 14 de agosto de 1572 el Capítulo, sabedor por algunas cartas particulares de que había sido trasladado a la iglesia de Huesca, revocó la gracia que le había hecho sobre la percepción de frutos. Diose esto ya por tan sentado, que a 19 del mismo mes los Jurados pidieron al Capítulo y este consintió en que se escribiese al Rey para que nombrase por Obispo sucesor al Arcediano de esta iglesia Gregorio Çafortesa (: Saforteza), que era natural de la isla. Túvose noticia cierta de la renuncia del obispado a principios del año siguiente 1573, y a 16 de enero ya se nombraron los oficiales Sede vacante. Esta misma renuncia consta de una bula de Gregorio XIII de 6 de marzo de ese mismo año, por la cual, a instancia de Felipe II, se aplican todas las rentas de la vacante a la fábrica del templo, quod, dice, adhuc imperfectum conspicitur, et plurimum deest ut fabrica ipsa absolvatur. Olvidábaseme que en 1572 a 4 de noviembre se dio posesión de un canonicato al sabio Mallorquín Miguel Tomás Taxaquet, que era ya Sacrista y después fue Obispo de Lérida. También se me pasó que a 5 de diciembre del mismo año se abolió el rito de la Sibila en la noche de Navidad, de lo cual se dirá en lo de ritos. El sucesor fue

Juan Vich y Manrique, de ilustre familia, natural de Valencia. Era hijo de Don Luis de Vich y nació en el monasterio de la Murta, junto a Alcira, año 1530, en la celda cuarta antes del coro. Dícelo una nota coetánea de un monje en las cubiertas de la Biblia políglota que él regaló después a aquella casa. El Papa Gregorio XIII le promovió a esta iglesia, para cuya posesión dio poderes en aquella ciudad día 25 de mayo de 1573 a Francisco Ferrer, beneficiado de la parroquia de San Esteban, el cual desempeñó aquí su comisión día 15 del octubre siguiente. No sé en qué se fundan los que llaman al nuevo Obispo Arcediano de Barcelona. En las bulas que presentó su apoderado sólo se le supone perceptor de los frutos del curato de Jijona (leo Gijona), y de una pensión sobre el arcedianato de Játiva, cuya continuación le concede S. S.

Llegó a este puerto día 5 de octubre de 1574 en las galeras de Don Sancho de Leiva, y habiendo dormido en el monasterio de Jesús, hizo al día siguiente su entrada pública y juró las constituciones de su iglesia, de la cual no se separó un momento por espacio de treinta años, hasta que salió para ocupar la silla de Tarragona. De las muchas memorias de su piedad y celo pastoral, que harán eterno su nombre en la historia de esta iglesia, sólo apuntaré una u otra que haga con la disciplina o historia general, porque agotarlo todo es obra inmensa y poco provechosa. Y este mismo plan seguiré en la relación de los pontificados siguientes, en los cuales, después de fijadas bien sus épocas, que es lo importante, lo demás añade poco o nada a las costumbres de nuestros días. A 12 de septiembre de 1575 estableció con el Capítulo una grande y notable solemnidad en la fiesta de la Concepción de nuestra Señora, la cual se mandó anunciar ocho días antes con repiques de campanas, bandera en la torre y otras señales, y que su procesión se hiciese como la del Corpus, en la cual fuesen algunos muchachos vestidos como ángeles, llevando algunos atributos de nuestra Señora. Igualmente se mandó que en todas las iglesias y monasterios sujetos al Ordinario se hiciese todos los días después de completas conmemoración de la Concepción con la antífona Tota pulchra. A 24 de diciembre del mismo año rogó al Capítulo que se hiciese la representación de la Sibila en los maitines de Navidad y se cantasen algunas cantinelas devotas, como se hacía en otras iglesias, señaladamente en la de Valencia, y el Capítulo consintió en que así se hiciese. Este es el origen de los villancicos en esta iglesia.

En 1577 a 1.° de enero está fecho el breve con que el Papa Gregorio XIII concedió que fuese altar privilegiado en esta catedral el de San Pedro; y esto a instancia de Miguel (Tomás Taxaquet), Obispo de Lérida. Que sólo porque se vea que en dicho día era ya Obispo este grande hombre, he notado esta bagatela histórica. Son frecuentes en los años siguientes las noticias de las dádivas con que nuestro Obispo enriqueció la iglesia. En 1580 se trató en Capítulo de un tabernáculo que quería regalar para llevar en las procesiones las reliquias. La Consueta de la sacristía nos recuerda que ese mismo año regaló un rico frontal, en 1586 dos ternos completos y en 1597 una figura de plata de San Vicente Ferrer. De su orden dispusieron el canónigo Rafael Alberti y Onofre Oliver, rector de San Miguel, un nuevo Manual de los sacramentos y otros ritos, que se imprimió aquí mismo en 1601 por Gabriel Guasp en 4.° Igualmente recuerdo aquí lo que ya se dijo en lo de la fábrica de esta catedral, cuya conclusión se debe a este Prelado. Mas todo este conato que puso en la parte material de su iglesia, no le estorbó la atención a la parte más principal de su ministerio. Y así son continuas las memorias de haber predicado en la catedral, de las visitas que hizo en ella y en la diócesi, de los edictos que publicó, de los entredichos que puso y de los sínodos que celebró. Cada uno de estos artículos, descrito por menor, haría crecer mucho esta carta. De los sínodos sólo tenemos impresos los de los años 1588, 1592 y 1597; y de ellos se dirá con extensión en su propio lugar, si logro ver algún ejemplar. En 1593 a 7 de mayo se resolvió que se hiciesen tres procesiones solemnes de rogativa pro electione Regis regni Franciae, quae fieri debet, et aliis laboribus et vexationibus quibus affligitur dictum regnum (Act. cap.)

El mismo año a 23 de diciembre se resolvió que se pudiesen decir en esta catedral misas rezadas en la vigilia de Navidad, como ya se decían en todas las iglesias y monasterios de la diócesi, puesto que no se encontraba el porqué de la costumbre antigua de no decirse en ella en este día más que la conventual. (Ib.)

En 1594 a 6 de septiembre murió el Virrey de este reino Don Luis Vich, hermano de nuestro Obispo, y se dispuso el entierro magnífico cual correspondía. (Ib.)

En 1595 a 31 de marzo se acordó admitir en la iglesia la música de ministriles para las fiestas solemnes. En el año siguiente se mandaron renovar las constituciones pro choro, colgadas, según costumbre, en el mismo en una tablilla, quitándose las ya desusadas, entre las cuales cuentan la de vestibus nigris deferendis. Igualmente se prohibió la entrada en el coro a los beneficiados teólogos que no hubiesen todavía defendido sus conclusiones, cuyos actos se tenían en el Capítulo. Finalmente, concedieron a algunos presbíteros la gracia capae pelliceae et mussae alfodratae quibus privati fuerant. (Ib.)

Si estas pequeñas noticias sirven para conocer las costumbres de aquel tiempo, no es menos útil por otro ramo otra acta capitular del 18 de septiembre de 1602 que dice así: "Proposuit Illmus. D. Episcopus quandam declarationem factam a SS. D. N. Papa Clemente (VIII), in qua damnat quandam propositionem circa modum confitendi peccata per internuntium et scripturam, et recipiendi absolutionem sacramentalem in absentia confessoris: volens quod praebeant votum et consilium, si illam publicari conveniat. Et conclusum quod publicetur, signanter quia prohibetur in illa disputatio.” A los defensores de Suárez toca responder a este argumento insoluble de la real y verdadera condenación de aquella opinión. A principios del año 1604 se disponía nuestro Obispo para un viaje al continente, por cuyo motivo resolvió el Capítulo a 26 de marzo enviar a Valencia por los Santos Oleos. Este viaje era para ir a Tarragona, a cuya Silla metropolitana había sido trasladado, y de la cual me consta que tomó posesión a 16 de agosto de ese mismo año, y donde permaneció hasta su muerte, acaecida en 4 de marzo de 1611, habiendo llegado a ser el Prelado más anciano de toda España. Seis días antes de que tomase la posesión de la nueva Silla, se trató ya en esta de su vacante y de la elección de Vicarios generales, es a saber, a 10 de agosto de 1604, en lo cual hubo cuentos muy pesados, hasta que el Arzobispo de Valencia por derecho de Metropolitano, nombró Vicario general al Arcediano Gregorio Çafortesa.

Alfonso Laso Sedeño, trasladado a esta iglesia de la metropolitana de Cáller a 1.° de diciembre de 1604, que es la fecha de la bula. Hallábase en Valladolid, donde a 11 de abril de 1605 dio poderes a Pedro Benneser para tomar posesión de este obispado, y este lo verificó a 17 del junio inmediato. Llegó a este puerto día 30 de agosto, e hizo su entrada solemne el 1.° de septiembre. A 11 del mismo mes consagró a su sucesor en el arzobispado de Cáller, que se hallaba aquí de Inquisidor, y se llamaba Don Francisco Esquivel, nombrándose para este acto, a falta de Obispos asistentes, dos de las dignidades de esta iglesia. Todo esto es de las Actas capitulares y de otros documentos originales de este archivo, como también la noticia de haberse dado posesión del primer canónigo tesorero en 1607. En ese mismo año pidieron los Jurados fieri peregrinos pro sterilitate temporis. Et fuit conclusum, dicen las actas, quod D. canonicus Caller cum aliis presbiteris sibi bene visis proficiscantur domum B. Mariae de Luco, et factis devotionibus redeant ad civitatem.

Murió pronto este Obispo, es a saber, hacia las doce horas del día 21 de agosto de ese mismo año 1607. Según indican las Actas de ese día, parece que se enterró en la capilla de San Pedro. Dícese que fue Virrey de Mallorca.

Fr. Simón Bauça, natural de esta ciudad, religioso Dominico, educado en el convento de Valencia en la escuela de San Luis Bertrán. Siendo Provincial de Tierra Santa fue promovido a esta Silla, cuya noticia llegó aquí a 15 de noviembre de 1607. Tomó posesión de ella a 16 de mayo del año siguiente por medio de su procurador Juan Estelrich, canónigo y Sacrista de la iglesia, a la cual vino personalmente día 12 del junio inmediato, y empezó a visitar a 7 del próximo septiembre. (Act. cap.)

En el año 1609, a 11 de agosto, al mismo tiempo que se decretaron rogativas públicas por el riesgo que amenazaba la armada de los Moros que estaba en Menorca, se ofreció el clero a servir con sus personas en el peligro común, nombrándose al efecto capitanes del ejército clerical, levantando estandartes, et cetera. (Ib.)

En 1612, a 12 de marzo, llegó a esta ciudad Don Lorenzo Nieto, Abad que fue de Monserrate, de tránsito para su obispado de Ales, en Cerdeña (Ib.)

En 1614 visitó de nuevo la catedral: cosa que repitió otras veces años adelante; y en el de 1620, a 18 de mayo, partió para Menorca con el mismo objeto (Ib.)

En 1615, a 19 de agosto, el P. Fiol, Jesuita, presentó al Capítulo una arquilla llena de reliquias halladas en Cáller el día 22 del julio anterior. Más adelante hablaremos de otras reliquias encontradas por este tiempo en aquella misma ciudad (Ib.)

Hasta estos años se acostumbraba hacer anualmente la bendición de los frutos de toda la isla en el monte de Randa, que la domina toda, o en la mayor parte. Esta práctica, que debía ser de mucha incomodidad, se quitó en 1616, día 13 de abril, mandándose que se hiciese en uno de los bastiones de esta ciudad con procesión general (Ib.)

En 1617, 16 de junio, se dio posesión de su convento de Santa Teresa a las religiosas fundadoras del mismo (Ib.)

Poco después, a 1.° de noviembre, se resolvió hacer solemne entierro al cadáver del célebre hermano Jesuita Alonso Rodríguez, cuya beatificación se promovió con calor años adelante (Ib.)

También es del mismo año la separación que procuró y consiguió este Obispo de una de las dos prebendas canonicales que hasta entonces estuvieron anejas a la dignidad episcopal, cuya gracia en favor del doctor Nadal Sentandreu presentó al Capítulo día 22 de septiembre. Desde entonces los Obispos sólo perciben una prebenda canonical (Ib.)

En 1617 aprobó el Obispo las nuevas constituciones hechas por los Jurados para reforma de la casa de educación fundada por el canónigo Genovard y Sor Isabela Cifre (Curia episc.)

En 1619, a 19 de junio, llegó acá el Príncipe Filiberto, hijo del Duque de Saboya.

En 1620, a 13 de junio, se mandó cantar el Te Deum, en celebridad de haber sido promovido al obispado de Jaca el canónigo y Sacrista de esta iglesia Juan Estelrich: cuya muerte se anunció al Capítulo a 25 de mayo de 1626 (Act. cap.)

El mismo año 1620, a 3 de enero, llegó a este puerto Don Fr. Antonio de Govea, Agustino Portugués, Obispo de Sirenay, como dice un libro de notas sobre lo ocurrido en los principios de este siglo (Archivo de la catedral), el cual añade que venía a Madrid por Embajador del Rey de Persia, que era de edad de 56 años, y que después de haber predicado en la catedral día de Reyes, prosiguió su viaje el día 9 del mismo mes.

Nuestro Prelado murió de edad de 71 años, en su palacio, de apoplegía, una hora antes de amanecer del día 5 de diciembre de 1623 (Ib.), y fue enterrado en el convento de Santo Domingo de esta ciudad, bajo el presbiterio de su iglesia. De los sínodos que celebró en 1611 y 1619 se dirá en su lugar. Construyó en su palacio un salón, donde colocó los retratos de sus antecesores; en los cuales hay que hacer alguna reforma. Sus limosnas, vida penitente, sermones frecuentes, etc., dirán otros a quienes toque proponer los Prelados como modelo de virtud.

A 23 de agosto de 1624 llegó la noticia de estar electo por sucesor Don Félix de Guzmán. El mismo avisó poco después al Capítulo que había aceptado el nombramiento. Con todo eso no tuvo efecto, y el sucesor fue

Baltasar de Borja y Velasco, hijo de Don Francisco de Borja, Marqués de Lombay y Duque de Gandía. Nació en Berlanga, y fue educado por su tío el Beato Juan de Ribera, Arzobispo de Valencia, donde obtuvo un canonicato y el arcedianato de Játiva, con cuyos dictados gobernó aquel arzobispado en la vacante de su tío. Fue electo para esta Silla a fines del año 1625; mas no tomó de ella posesión hasta el día 3 de febrero del año siguiente, por medio de su procurador Juan Bautista Polina y Ciurana, después de prestar el juramento el día 28 del anterior. Sé que dio sus poderes estando en Madrid, mas no el día. Llegó a este puerto a 15 del abril inmediato, y al día siguiente hizo su entrada pública. Luego se dedicó a visitar su diócesi; cosa que repitió en 1628, en cuyo año fue hecho Virrey de este reino y juró como tal a 23 de mayo, una hora después de puesto el sol. En el mismo año celebró un sínodo, del cual he visto citar una u otra constitución en el que celebró el sucesor en 1636. Otro quiso celebrar en 1630, cuya convocatoria está fecha a 21 de junio, y cuya celebración señaló para el día 25 de agosto inmediato. Pero una muerte repentina le atajó los pasos algunos días antes, en la edad de 44 años, a 11 de julio del mismo año. Esto dice el sermón que predicó dos días después en sus exequias el padre Juan Bautista Escardó, Jesuita, que se imprimió luego, dedicándolo al Cardenal Don Gaspar de Borja, hermano del difunto. Tiene su entierro en la capilla de San Pedro en la raíz de la pared al lado del evangelio, sin losa ni inscripción. Hánme informado que hasta pocos años había en la pared un paño con su escudo de armas. Ahora sólo se conoce que lo hubo en la mayor blancura de los sillares que él cubría. He visto varias firmas suyas originales y siempre decía: Don Baltasar, Obispo de Mallorca. Sucediole

Fr. Juan de Santander, Vizcaíno, de la orden de San Francisco, de cuya promoción a esta Silla hubo ya aquí noticia por carta del canónigo Berard al Capítulo, escrita desde Madrid a 23 de octubre de 1630, que debe ser la época de su nombramiento; pero no tomó posesión hasta el año siguiente a 2 de septiembre por medio de su procurador Marcos Talledo. Llegó a esta isla a 5 de marzo de 1632, y dos días después hizo su entrada pública. Luego emprendió la visita de su catedral y diócesi, la cual repitió en 1637 y 1639. También visitó la isla de Menorca en 1638.

Contribuyó mucho a apagar la discordia que reinaba en esta ciudad entre los vecinos de su parte alta con los de la parte baja, que se llamaban los Canamunts y Canavall (casas de arriba y casas de abajo), cuyas paces concertó y publicó día 11 de octubre de 1632, aunque posteriormente se reprodujeron estos odios civiles, cuyo origen no sé. Durante la ausencia del Virrey de estas islas fue nombrado su Lugarteniente, y en calidad de tal prestó su juramento a 12 de octubre de 1637. La memoria más duradera de su gobierno es el sínodo impreso que celebró en 1636, del cual diremos otro día. Murió a 24 de enero de 1644. Todo lo dicho es de las Actas capitulares. En los registros de su curia he visto que firmaba siempre con su nombre y apellido. Está enterrado en el convento de su orden en esta ciudad.

Hasta aquí me permitió la salud continuar mis investigaciones en la serie cronológica de los Obispos y averiguación de sus hechos principales. Para completarla hasta el día me he valido de algunos apuntes que tiene hechos el presbítero Don José Barberi, de cuya exactitud y diligencia hablé ya en mis cartas anteriores.

Fr. Tomás de Rocamora, natural de Orihuela, religioso Dominico. Llegó a Mallorca a 30 de abril de 1645 en dos galeras de Nápoles y al día siguiente hizo su entrada pública. Dedicose luego a sosegar y concordar enteramente los ánimos y partidos que dijimos de los Canamunts y Canavalls, cuyas paces solemnizó día 31 de agosto del mismo año por medio de escritura pública, Te Deum, torneos y otras demostraciones. Influyó mucho en ello por la autoridad que también ejercía de Virrey en esos primeros años. Quedan ilustres memorias de su celo y caridad, particularmente en la gran carestía de 1647, llamado todavía el any dels trezets, por la escasez con que se repartía el pan, y en el contagio que se padeció en 1652. Murió día 15 de noviembre de 1653 a los 57 años de su edad, y se enterró en el convento de mi orden de esta ciudad. La sacristía de su catedral conserva varias alhajas que le regaló.

Miguel Pérez de Nueros, Aragonés, fiscal en el supremo consejo de Aragón. Tomó posesión de esta Silla a 1.° de octubre de 1655 y murió a los cuatro meses, es a saber, a 12 de febrero de 1656. Enterrose en el plano del coro de esta iglesia.

Diego de Escolano, que había sido canónigo de esta iglesia desde el año 1634 hasta 1652, de donde pasó a Inquisidor de Llerena y sucesivamente de Toledo y fiscal y consejero de la Suprema. Promovido a esta Silla tomó de ella posesión a 15 de noviembre de 1656. De su gobierno, que le duró cuatro años, nos queda el sínodo impreso que celebró en 1659, del cual se dirá. Su última memoria en los Registros de la curia es de 13 de septiembre de 1660, y a 22 del mismo mes ya vacaba la Sede por promoción del Prelado a la de Tarazona, de la cual se dice que pasó a la de Segovia y últimamente a la de Granada.

Pedro Fernández Manjarres de Heredia, natural de Sevilla, Inquisidor de Cerdeña y de la Suprema. Tomó posesión de este obispado a 21 de septiembre de 1661. Su primera memoria en la curia es de 28 del mismo mes. Allí vi también copiada ad longum su visita ad limina, fecha a 27 de enero de 1663, con una relación de todas las reliquias que poseía entonces la catedral, que se manifestaban al pueblo y llevaban en procesión por el ámbito de la iglesia el día segundo de Pascua de Resurrección. Quedan también del mismo muy sabios edictos, entre ellos uno para cortar el abuso de los gastos que se hacían en los velos y profesiones de monjas. Murió a 26 de diciembre de 1670, y se enterró en el coro de la catedral.

Bernardo Luis Cotoner, natural de esta ciudad, canónigo de esta iglesia, a la cual fue después trasladado desde la de Arborea, en Sicilia, en 1671. Tomó posesión a 26 de diciembre del mismo año, y la gobernó hasta su muerte, acaecida a 18 de enero de 1684. La principal memoria que queda de su celo fue lo que trabajó en ajustar cierta concordia entre el clero y el reino sobre contribuciones. Tiene su entierro en la capilla de San Pedro a mano derecha, donde se erigió un monumento de mármol, trabajado en Italia con esta inscripción: "D. D. Bernardo Cotoner, illustrissimo Balearium Presuli, animi magnitudine, pietatis officio, sapientie decore coruscanti. Virtus in eo mirabilis ad canonicatum potiori Capituli adclamatione evexit: dein ad archiepiscopatum Arborensem, tandem micanti infula cingens in hac sua insula Palme. Qui tumultuantibus regni undis firma atque imobilis rupes permansit, ecclesiastica libertate mirifice exaltatâ: suorum fratrum gloria potitus, tum alterius in Sicilia fidei Questoris, tum alterius alteri in magno Hierosolym. magisterio sine mora subsequentis; anno 1684 septuagenarius sua ipsa gloriosior obiit; nam ut moriens viveret, vixit ut moriturus. Exiguum meritis redditur hoc monimentum, ac sempiternos honores persolvit fama perennis.”

Sobre los motivos de las persecuciones que padeció, indicadas en esta inscripción, dicen que escribió un tratadito el historiador Vicente Mut, el cual no he podido ver. En la misma se mencionan dos hermanos suyos grandes Maestres de la orden de San Juan, uno de los cuales envió desde Malta a esta iglesia una reliquia de Santa Rosalía a 30 de enero de 1678. Otro hermano menciona que fue Inquisidor en Sicilia, cuya noticia me pone en alguna confusión sobre las notas que tomé de Actas capitulares y Registros de órdenes, las cuales pondré aquí de todos modos y los naturales del país podrán averiguar a cual de los dos hermanos pertenecen.

A 1.° de marzo de 1613 se da posesión de un canonicato en esta iglesia a Bernardo Cotoner. (Act. cap.)

En 1625 a 29 de mayo Bernardo Luis Cotoner, canónigo y consultor ordinario de la inquisición de Mallorca, estando para marchar a la corte, nombró por sus apoderados a los dos hermanos Gerónimo Togores, canónigo, y Albertín Togores. (Reg. de la curia episcopal del tiempo de Don Baltasar de Borja, fol. 122).

En 1626 a 13 de febrero proposuit (dicen las Actas) inquisitor Cotoner se recessurum a presenti insula ad civitatem Sardiniae, ad quam fuit electus; qui se obtulit servire praesenti Capitulo.

En 1629, día 23 de noviembre, el citado Obispo Don Baltasar de Borja, a instancia de dichos apoderados, mandó registrar en su curia la nómina y certificación de las reliquias que el mismo Bernardo Cotoner trajo desde Cerdeña acá pasando a la corte, y son: primero, un certificado que da el canónigo de Cáller Cosme Scarchoni, fecho a 17 de enero de 1629, de que dicho día se habían entregado al señor Cotoner varias reliquias halladas en los años 1625 y los dos siguientes en la basílica de San Saturnino e iglesia de San Lucífero, siendo Scarchoni Vicario, Sede vacante. Son cuarenta y ocho reliquias, todas insignes, las cuales no digo porque no estoy seguro de que sean exactas las copias en los nombres de los Santos; las hay de San Saturnino M., S. Lucífero, Arzobispo de Cáller, San Fructuoso, San Gregorio M., San Bartolomé, Santa Cecilia y San Antíoco, lector, cuya inscripción sepulcral copian: segundo, otro certificado de 27 del mismo mes y año, dado por el Arzobispo de Cáller Don Fr. Ambrosio Machín, de haber entregado al señor Cotoner, que se hallaba en aquella ciudad como Inquisitor pro sua maiestate, los cuerpos de San Fortunato M. (cuya fiesta es a 28 de marzo) y de San Honorato M. (que es a 13 de enero), los cuales fueron hallados junto a la basílica Constantiniana, intitulada de San Saturnino, extra muros de Cáller. (Reg. cur. episc. laud.)

Bernardo Luis Cotoner, con carta fecha en Madrid en 1630 (dejando en blanco el mes), avisa al Capítulo que el Inquisidor general le había nombrado Inquisidor de Zaragoza, plaza de las más estimadas y procuradas de España. Añade que pensaba partir a su nuevo destino antes de la Cuaresma. De modo que su nombramiento fue a principios de ese año. La carta está original en el archivo de esta iglesia. Esto es lo que dije que quería dejar notado. En la vacante de este Obispo fue Vicario general Raimundo Sureda, canónigo de esta iglesia y Obispo Oropiense.

Pedro de Alagón, natural de Cáller, canónigo de aquella catedral, Obispo de Ampurias y Arzobispo de Oristán, de cuya última iglesia fue trasladado a la nuestra y tomó posesión a 18 de abril de 1685. Visitó la catedral en 1690, y en el siguiente tuvo un sínodo que se imprimió y es el último de los celebrados en la diócesi. En el mismo año 1691 con comisión Apostólica erigió en universidad lo que antes sólo era un estudio general, de la cual es canciller nato el Obispo. Otro gran bien hizo con la fundación del Seminario conciliar que verificó en 1700, intitulándolo de nuestra Señora y de San Pedro. Después de lo cual murió a 3 de mayo de 1701. Parece que este Prelado quiso ejercer alguna jurisdicción en el hospital general, lo cual debió ocasionar algún pleito en la curia Romana, puesto que se halla una sentencia impresa dada por el auditor del Papa Francisco Barberino, en que manda al Obispo de Mallorca que se abstenga de visitar y entrometerse en dicho establecimiento, que dice estaba ya de inmemorial exento de su jurisdicción y sujeto a la real. He visto en los Capuchinos de esta ciudad un ejemplar impreso de esta sentencia, cuya data es de 26 de julio de 1690.

Fr. Francisco Antonio de la Portilla, Vizcaíno, religioso Francisco, de tanto crédito en su orden, que llegó a tener la mitad de sus votos para General de la misma: disputa que cortó él mismo, renunciando con humildad, para que lo fuese su competidor. Tomó posesión de esta Silla día 28 de julio de 1702, en cuyo gobierno dejó buenas memorias de su caridad. Los cuatro últimos años de su obispado estuvo en Barcelona (acaso con motivo de las guerras de sucesión), y allí murió a 7 de junio de 1711. Trájose acá su cadáver, como él había ordenado, y se le hicieron las exequias a 7 de julio, y fue enterrado en la capilla de la Concepción, de San Francisco. Todo esto se lee en el sermón fúnebre que anda impreso, y predicó el maestro Fr. Mariano Mauro Risón, Carmelita.

Atanasio de Esterripa, Vizcaíno, catedrático de Alcalá y canónigo de aquella colegiata, después auxiliar de Toledo con el título de Obispo de Licopoli, y presidente del Consejo de Hacienda. Hallábase en Barcelona cuando murió el antecesor, quien muchas veces le había rogado que viniese a visitar estas islas. Estaba ya electo Obispo de esta Silla el día 7 de julio de 1711, cuando se hicieron las exequias del antecesor, como consta de su sermón, que se dedicó al electo. Tomó posesión a 23 de julio del año siguiente, y falleció a 5 del mismo mes de 1721. En los volúmenes de Varia de este mi convento queda una pastoral suya del año 1717.

Juan Fernández Zapata, natural de Aguilar de Cervera, en Navarra. Tomó posesión de esta Silla a 23 de julio de 1722, y la gobernó con mucho celo, que según dicen tocó en severidad y ocasionó muchos disturbios. En 1729 fue promovido al obispado de León, y yendo a su nueva iglesia murió en la villa de Aniago a 12 de octubre del mismo año, y fue enterrado en la cartuja inmediata. En la vacante de nuestra iglesia había sido nombrado Obispo sucesor Don Francisco de la Torre Herrera de Roncesvalles, el cual, muerto Zapata, fue promovido a la iglesia de León, sin tomar posesión de esta, en la cual sucedió

Fr. Benito Pañelles y Escardó, natural de Villafranca de Penades, monje Benedictino y Abad del monasterio de San Feliu de Guixols. Tomó posesión del obispado a 7 de octubre de 1730 por su procurador el canónigo Gabriel de Salas, y murió a los trece años de su gobierno. Tiene su sepulcro en la capilla de San Benito, antes de nuestra Señora de los Navegantes, al lado del evangelio, con esta inscripción, que conserva algunas noticias de su vida: "D. O. M. = Siste viator et lege. Hoc sepulchro, quod adhuc vivens extruxit sibi D. D. Frater Benedictus Pañelles et Escardó, ordinis divi Benedicti, non omnino mortuus requiescit. Mori quippe omnino non potuit, qui mortuus vixit antequam moreretur. Ex optimo Abbate divi Felicis Guixolensis melior evassit Maioricarum Antistes. Cuius obitu amissit Salmantica magistrum, heroem Benedictina religio, filium Gotholaunia, Maiorica patrem. Vade viator, et apud divum Benedictum, cui, quod vides, sacellum patri gratus dicavit filius, ornavitque, bonum pro Benedicto filio apprecare votum. Discessit a nobis die 26 Novembris 1743, cum vixisset annos 74.”

Josef de Zepeda, natural de la Puebla de Montalvan (Montalbán), diócesi de Toledo, Inquisidor de Valencia por espacio de veinte y dos años, de donde fue promovido a esta Silla. Tomó posesión a 24 de septiembre de 1744 por medio de su procurador el canónigo Nicolás de Salas. Vino acá, e hizo su entrada a 15 de mayo del año siguiente. En 26 de julio de 1746 consagró la mesa del nuevo altar mayor, puesto en lugar del que cuatrocientos años antes había construido su antecesor Berenguer Batle. En un certificado original, que he visto en los libros de la curia, consta que el Papa Benedicto XIV, a 19 de enero de 1750, le preconizó Obispo de la iglesia de Coria, vacante por muerte de su último Obispo Don Josef Madaleno. Murió en Madrid a 17 de enero de ese mismo año, a los 63 de su edad. Este Prelado, devoto y humilde, decía ordinariamente que su mejor entretenimiento eran libros, pinturas y flores. Lo cual basta para formar idea de su carácter.

Lorenzo Despuig, natural de esta ciudad, y canónigo de su catedral desde el año 1728. Nueve años después pasó a la corte por negocios de su iglesia y clero, en cuyo tiempo le encargó el Rey que acompañase al Infante Don Felipe a Italia. Otro viaje hizo a Roma cuando fue promovido a esta Silla, con cuya ocasión el Papa le condecoró con los títulos de Prelado doméstico, asistente al solio pontificio y Protonotario Apostólico. Consagrose en aquella capital, en la iglesia de Monserrate, a 3 de mayo de 1750. Hizo acá su entrada solemne a 3 de enero del año siguiente. Era muy generoso, particularmente con los pobres. Visitó dos veces la isla de Menorca. De algunos disturbios que sobrevinieron en esta ciudad sobre las cosas de Raimundo Lull, tomó la corte ocasión para trasladarle a la Silla de Tarragona, para donde salió de aquí a 14 de marzo de 1763, y donde murió el año siguiente, a los 58 de su edad, como se dijo en su lugar. En esta Silla le sucedió

Francisco Garrido de la Vega, natural del lugar de Monte Berducido, de la diócesi de Tuy, el cual, después de varios cargos eclesiásticos, era cura de la parroquia de San Andrés de Madrid cuando le nombraron Obispo de esta iglesia. Tomó posesión a 28 de septiembre de 1763 por medio de su apoderado el canónigo Juan Despuig: llegó a esta isla a 2 del diciembre inmediato. Portose con mucha prudencia en las circunstancias críticas y disputas ruidosas en que halló envuelto a este pueblo por la causa que dije antes. Costeó la obra nueva del Seminario Conciliar, y dejó otras memorias en los reparos de iglesias y monasterios. Finalmente, fue trasladado a Córdoba, a donde llegó por el noviembre de 1772, y donde murió de allí a cuatro años, día 20 de enero, sin poder tomar posesión del arzobispado de Sevilla, a que había sido promovido.

Juan Díaz de la Guerra, natural de Jerez de la Frontera, Auditor de la Rota Romana. Era de edad de 46 años cuando le nombraron para esta Silla. Consagrose en Roma a 28 de junio de 1772. Hizo acá su entrada solemne a 15 del octubre siguiente. Era hombre de grandes empresas. Hizo reimprimir aquí la suma de Santo Tomás, que quedó incompleta; y hubiera sido muy cómoda para los ancianos de vista muy cansada. Estableció la biblioteca episcopal con la dotación correspondiente. Fomentó mucho la casa de las niñas huérfanas. Gastó sumas crecidas en el puerto y lazareto de la Alcudia, y desecación de un pantano. En los cinco años que le duró el obispado sostuvo con tesón la observancia de los decretos pontificios tocantes a las cosas de Lull, y principalmente de la bula de Gregorio XI, cuya copia incluyo, conforme existe en la catedral de Gerona (a: Ap. núm. VIII.). Lo cual le ocasionó una nube de contradicciones y disgustos, que al fin pararon en su promoción al obispado de Sigüenza, la cual se verificó en el mes de junio de 1777, habiendo salido de esta isla para la corte a 15 del marzo anterior. Murió en su nueva iglesia día 29 de noviembre de 1800, a los 73 años de su edad. Algunos que conocieron acá a este Prelado no cesan de alabar su vastísima erudición.

Pedro Rubio Benedicto y Herrero, natural de Santa María del Campo, diócesi de Cuenca, promovido a esta iglesia en 1777, y consagrado a 10 de mayo del año siguiente en Madrid, de donde vino acá a 13 del julio inmediato, e hizo su entrada a 25 del mismo. En los diez y seis años que le duró el gobierno predicó casi todos los domingos. Congregaba anualmente el clero por medio de edictos para hacer ejercicios en la casa de la Misión. En esto pararon los sínodos antiguos. Era muy limosnero, y contribuyó a las fábricas de la iglesia de los PP. Cayetanos, la cual bendijo, y a la de los Capuchinos, que consagró. En su catedral levantó a su costa un hermoso baptisterio, donde se ven buenas pinturas del Valenciano Blanes, y esta inscripción del Mallorquín Bartolomé Pou: Jesu Christo, humanae labis vindici, expiatorique Sacrum. Maioricensis Ecclesiae Episcopus Petrus Rubius Benedictus in hoc sacello aere suo elegantius e marmore concinnato, picturisque lustralibus decentius instructo, Palmae in aede maxima sacra Balearium, baptisterium princeps in reparatione salutis humanae MDCCXCIV. erga Baleares charitatis suae M. P. C. Esta capilla está al pie de la iglesia, en el hueco que debía servir para una de las puertas del frontis principal. En 1782 hizo la visita de Menorca, y creo que es la última que en aquella isla han hecho los Obispos de Mallorca, porque poco después logró ya tener Obispo propio. En 1788 realizó el plan beneficial de todas las parroquias de su diócesi, reformando las que eran de corto rédito, y dejando las demás dotadas cóngruamente. En 1793 fue nombrado para el obispado de Jaén, para donde salió de aquí a 6 de marzo del año siguiente, y a donde murió en 1795, día 27 de mayo, de edad de 70 años.

Sucediole el actual Prelado

Bernardo Nadal y Crespi, natural de esta isla, nacido en Sóller a 5 de abril de 1745, colector de la colegiata de San Isidro de Madrid, abreviador de la nunciatura, empleado en la secretaría de la interpretación de lenguas y canónigo de esta iglesia de Palma. Fue nombrado para su Silla pontifical a 20 de abril de 1794 y consagrado en la citada colegiata de San Isidro juntamente con el Obispo de Osma; llegó acá a fines del mismo año, donde hizo su entrada solemne a 1.° de febrero del siguiente. Desde luego se propuso calmar y destruir del todo si pudiese los cuentos pasados sobre las cosas de Lull, y puede decirse que con su prudencia lo ha conseguido en gran parte. En 1799 varió la hora de decir los maitines, que siempre había sido por la mañana, trasladándolas a la tarde en el verano y al anochecer en el invierno. Ha establecido vicarios in capite en algunos lugares sufragáneos de curatos pingües, que estaban mal asistidos por la distancia de la matriz o por negligencia de los curas; en lo cual mostró las buenas ideas que tiene del uso de las rentas eclesiásticas. De su orden se añadió y reformó el catecismo de Ripalda y se imprimió en 1801. Iguales trabajos mandó hacer en el Ritual diocesano, pero todavía no se ha publicado. En su tiempo se ha desmembrado de su diócesi la isla de Menorca.

Verificada nuestra gloriosa revolución, coadyuvó muchísimo en su diócesi a fomentar el espíritu público contra el usurpador Napoleón como vocal de su junta superior, hasta que fue nombrado diputado para las cortes generales, en las cuales cuanto contribuyó al bien del pueblo, dícenlo los diarios. Encargole el Congreso las comisiones más honoríficas. Por sus achaques volvió a su isla con licencia a 5 de septiembre de 1812, y restablecido se restituyó al Congreso, en el cual permaneció hasta su conclusión. En el regreso a fines de 1813 tuve el honor de acompañarle en la penosa navegación de setenta y tres días hasta que tuvimos entrada a 21 de diciembre de ese año. Si en los demás Obispos he omitido el elogio de sus virtudes personales y pastorales por no ser de mi inspección, en este tengo el doble objeto de estar vivo el Prelado, cuya modestia se resentiría. Sólo debo añadir en honor de la verdad que las buenas ideas de literatura y el amor a la ilustración general que anima a este Prelado, es a quien se debe la buena suerte de este Viaje y del viajero. Que a no haber sido por este señor Obispo y por lo que ha protegido mi comisión, acaso hubiera regresado a la Península como salí de ella. Tal es la fuerza de la preocupación cuando se apodera de hombres que en otros puntos tendrán buen juicio.

Gracias a Dios que salí de esta secatura de relaciones biográficas. Algo queda para otros correos de mayor amenidad.

Palma 26 de marzo de 1814.