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sábado, 27 de abril de 2024

3-3, De la población segunda de España, y venida de los Célticos.

Capítulo 3.

De la población segunda de España, y venida de los Célticos.

Vinieron, pues, de su destierro los españoles, y como referimos los catalanes primero, y hallando sus pueblos derruidos, o temiendo otro castigo, buscando el consuelo apetecido en el agua, poblaron las orillas de lo más hondo del Ebro, y tierras de Idubeda, y acudiendo otros, entraron adentro de la Provincia. Los primeros que vinieron a la renovada población de España, de los extranjeros, fueron los franceses Celtas de Narbona, Mompeller, y Marsella; o siguiendo a los catalanes que se habían recogido en aquellas Provincias; o bien curiosos de confirmar las verdades que debían publicar, nuestra gente, de la fertilidad del país, o tal vez por la natural inclinación de avecinarse en España. Con la venida de estos, y con la población de Ebro, se perdió el nombre antiguo de España; y por nuestros paisanos que se llamaron Iberos, tomó España el nombre de Iberia, y por los Celtas que por el trato de tantos años habían quedado amigos con nuestros paisanos, uniéndose las dos naciones, se llamaron Celtíberos. Estos que tomaron el nombre de Celtíberos se dilataron dentro de Aragón fundando muchos pueblos, quedando los catalanes a las riberas del Ebro, y con su nombre, pasando adelante entraron a dilatar esta Provincia: Refiere Tarafa, que por este tiempo vinieron algunos príncipes Lidios, y que vino Ascanio hijo de Eneas, el cual fundó Alba en Cataluña en el lugar donde se halla Ampurias, y Ascó en los Ilergetes; pero esto no lo he visto en otro, lo dejo bajo lo posible; vinieron los Celtas el año 1930 antes de Cristo, que a nuestra cuenta será del mundo 3009.

(1: Pujades de Viladamor Florián; y Mariana Cor. de Cat. lib. 2, c. 3. Tarafa de rebus His. c. lidi*.)

fundó Alba en Cataluña en el lugar donde se halla Ampurias


viernes, 20 de octubre de 2023

II, Vers dieus, el vostre nom e de sancta Maria

II.


Vers dieus, el vostre nom e de sancta Maria

M' esvelharai hueimais, pus l' estela del dia

Ven daus Iherusalem que ns essenha quec dia.

Estatz sus e levatz,

Senhors que dieu amatz,

Qu' el jorns es apropchatz,

E la nueg ten sa via;

E sia dieus lauzatz

Per nos et adoratz,

E 'l preguem que ns don patz

A tota nostra via.

La nueg vai e 'l jorns ve

Ab clar temps e sere,

E l' alba no s rete,

Ans ve belh' e complia.


Senher dieus que nasques de la verges Maria 

Per nos guerir de mort e per restaurar via,

E per destruir enfern qu' el diables tenia,

E fos en crotz levatz,

D' espinas coronatz

E de fel abeuratz;

Senher, merce vos cria

Aquetz pobles onratz

Que 'lh vostra pietatz

Lor perdon lor peccatz,

Amen, dieus, aissi sia.

La nueg vai e 'l jorns ve

Ab clar temps e sere,

E l' alba no s rete,

Ans ve belh' e complia.


Qui no sap dieu preiar ops es que o aprenda 

Et auia qu' ieu dirai, et escout et entenda. 

Dieus, que comensamens es de tota fazenda,

Laus vos ren e merce

Del be que m faitz ancse;

E prec, senher, que us prenda

Gran pietat de me,

Que no m truep ni m malme,

Ni m' engane de re

Diables ni m surprenda.

La nueg vai e 'l jorns ve

Ab clar temps e sere,

E l' alba no s rete,

Ans ve belh' e complia.


Dieus, donatz me saber e sen ab qu' ieu aprenda

Vostres sanhs mandamens, e 'ls complis e 'ls atenda,

E 'l vostra pietatz que m guerisc e m defenda

En est segle terre,

Que no m trabuc ab se;

Quar ie us ador e us cre,

Senher, e us fauc ufrenda

De me e de ma fe,

Qu' aissi s tanh e s cove;

Per so vos crit merce

E de mos tortz esmenda.

La nueg vai e 'l jorns ve

Ab clar temps e sere,

E l' alba no s rete,

Ans ve belh' e complia.


Aquest glorios dieus qui son cors det a venda,

Per totz nos a salvar, prec qu' entre nos estenda

Lo sieu sant esperit que de mal nos defenda,

E d' aitan nos estre

Josta los sieus nos me

Laysus on si capte,

E ns meta dins sa tenda.

La nueg vai e 'l jorns ve

Ab clar cel e sere,

E l' alba no s rete,

Ans ve belh' e complia.


Folquet de Marseille.

jueves, 7 de septiembre de 2023

VIII, Egun-sentia, IX, Illunabarra

VIII – Egun-sentia.

IX – Illunabarra.

Por Ramón Artola.

(Dialecto guipuzcoano.)

Estas dos pequeñas composiciones constituyen otros tantos bellísimos cuadros del género descriptivo.

La aurora o el alba, y el anochecer o crepúsculo nocturno son los asuntos, eminentemente poéticos, elegidos por su autor, que aficionado a esta clase de trabajos, prepara en estos momentos otros cuadros análogos, destinados a la descripción de las estaciones. (Uda-berria, uda, uda-azkena, negua.)

Ramón Artola, como indiqué ya en otra ocasión al ocuparme de él, (1: Cancionero, serie I, tomo III, páginas 81-82) es un modesto artesano que llevado de su amor al trabajo y de su afición a la lengua nativa, cultiva con verdadero deleite la poesía bascongada.

Gracias a su constancia nótase cada día más perfección y un mayor grado de corrección en sus producciones, entre las que se cuentan algunas verdaderamente estimables, y alcanzó en el Concurso celebrado en Elizondo el mes de julio de 1879 el honroso y deseado makilla, como premio por una versión guipuzcoana del celebrado Canto de Altabiscar.

Egun-sentia e illunabarra forman parte de su Álbum de poesías inéditas, del que el señor Artola ha tenido la bondad de ofrecérmelas para su publicación en esta serie del Cancionero.


Egun-sentia.

Onen etorrera da

Biotz pozgarriya, (1)

Dagüen denboran zeru-

Azpia garbiya;

Izarrak joaten dira

Galdubaz argiya,

Gelditzen dalarik, bat,

Ura illargiya,

Itsasora jechiyaz

Lo artuban iya. (2)


Beren izkeran agur

Egiñaz Jaunari

Chori chikiyak asten

Dirade kantari;

Gaisuak ontan diran

Bitartean ari,

Indarrak laburtuta

Arratz illunari,

Jaioera ikusten

Zaio egunari.


Sortegiko aldean

Azaltzen da ontan

Zillarrezko zinta bat

Zerubaren mugan;

Gero ugariturik

Argitasuna an,

Balegoke bezela

Urrutiya sutan,

Iruzkia sortzen da

Mendiyaren puntan.


(1) Pozgarria, vale literalmente tanto como alegrable, permítaseme la expresión.

(2) Lo artuban iya. "Casi casi dormida". La frase es muy gráfica, pues determina perfectamente, y de una manera harto original, la languidez propia de este astro, en los momentos próximos a su desaparición.


La aurora.

¡Cómo alegra el corazón su llegada, cuando el horizonte se muestra claro y despejado! Las estrellas van perdiendo poco a poco su luz, y queda en el firmamento un solo astro, la luna, que baja al mar casi, casi, dormida.

Los pajarillos comienzan a saludar al Creador en su especial lenguaje, y mientras ellos cantan, agótanse sus fuerzas a la oscura noche, y muéstrase el nacimiento del nuevo día.

Asoma en esto por Oriente, y en los límites del espacio, ancha franja de plata, aumenta gradualmente su luz cual si el lejano horizonte se hallara inflamado, y tras la cima de la montaña hace su aparición el astro del día.


Illunabarra.


Iruzkiya asten da

Jechitzen, jechitzen,

Dizdizera ederra

Zaiola guchitzen,

Diamantezko printzak

Zaizkanean galtzen

Urrezko bola baten

Ichuran da jartzen,

Eta geldi geldi-da

Itsaspera sartzen.


Jiratzen dan denboran

Itsaspe aundira

Paletako kolore

Guztiak an dira;

Ain pintura pollitak

Goien jartzen dira,

Ustetzen da zeruba

Auspez dala jira, (1)

Ezin azper liteke

Berari begira.


Sarri beltzez janzirik

Zabalde guziya

Chori chikiyen kantik

Ez da aitzen iya,

Izarrez apaintzen da

Zerupe garbiya

Eta bazter denari

Emanaz argiya,

Azaltzen da goi-farol

Eder illargiya.


(1) Auspez dala jira, lit. que se ha vuelto del revés, que se ha invertido el firmamento para permitir la contemplación de las bellezas que tras de sí oculta.


El anochecer.

El Sol comienza a declinar, perdiendo poco a poco su hermoso brillo; ájanse y se debilitan sus diamantinos rayos, pónese semejante a una bola de oro, y lentamente, lentamente, se va ocultando allá en el fondo del mar.

En el momento en que penetra bajo las ondas del dilatado Océano, muéstranse allá todos los colores de la paleta, y el horizonte ofrece un cuadro tan bello, que no parece sino que el Cielo se ha invertido, de tal suerte que es imposible cansarse de contemplar tan admirable espectáculo.

Muy luego, vístese de negro el dilatado espacio, los pajaritos enmudecen, dejando apenas escuchar su canto, adórnase de estrellas el limpio firmamento, y asoma, derramando su luz por todas partes, la luna, la nocturna antorcha.