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domingo, 20 de agosto de 2023

V. Nere etorrera lur maiterá. José M. de Iparraguirre.

V. 

Nere etorrera lur maiterá. 

Poesía por D. José M. de Iparraguirre.

(dialecto guipuzcoano) 

Nere etorrera lur maiterá. 

Después de diez y ocho largos años de ausencia, Iparraguirre ha vuelto por fin a la madre patria, por la que ha vivido suspirando durante tan prolongado destierro.

Su primer canto al pisar de nuevo la amada tierra euskara, es el que tengo el gusto de dar a conocer en este segundo tomo del Cancionero, ya que el anciano bardo ha tenido la bondad de dedicarme esta su primera inspiración.

Nere etorrera lur maiterá es el entusiasta saludo de uno de sus amantes hijos a la Euscal-erría, y el reflejo de la profunda impresión que ha causado al bardo la vista de las titánicas montañas, los preciosos valles, los blanquísimos pintorescos caseríos, las límpidas fuentes y los claros arroyuelos de la tierra vascongada.

Es a la vez un cariñoso saludo a España, la madre patria, que vuelve a ver después de diez y ocho años el poeta, y considera la mejor tierra del mundo; y es, por último, un elogio a la bella Donostia, cuna de los insignes Oquendos, a esta ciudad, que el bardo encuentra convertida en un pensil de flores, y digna rival por sus encantos de la famosa Venecia

Son notables las tres primeras estrofas sobre todo de esta composición, que puede incluirse entre las mejores de Iparraguirre. La primera recuerda la introducción de una Canzone del poeta italiano Angelo Poliziano, que sin duda no es desconocida a nuestro bardo, y que comienza con los siguientes versos: 

"Monti, valli, antri e coli

Plen di fiori, frondi ed erba,

Verdi campagni, ombrosi et folti boschi...," 

y está llena de elevación, revelando que Iparraguirre conserva aún, a pesar de sus años y de sus vicisitudes, fresca su inspiración como en mejores días. 

La segunda es no menos notable por el delicado elogio que hace de San Sebastián, y el sentimiento que muestra por verse obligado a abandonar tan pronto esta ciudad.

La imagen Ceru polit au es muy bella.

Y lo es, sobre todo, la tercera estrofa por el amor y el entusiasmo que muestra el bardo por la Euscal-erría, por la que se siente dispuesto a hacer en todos tiempos el sacrificio de su propia vida.

En la cuarta y última, la más personal si se quiere y más de circunstancias del momento también, el poeta se limita a anunciar una relación de las vicisitudes que los vascongados, y los españoles en general, que marchan a América, soñando encontrar allí un nuevo becerro de oro, pasan en aquellas apartadas regiones, lejos de la madre patria y de cuantos seres les son más queridos.

Iparraguirre, que lo sabe por triste experiencia, viene decidido a emplear su autorizada voz contra esa desatentada propaganda que roba, especialmente a nuestro país, sus más robustos brazos. Mucho puede

hacer en este terreno el bardo guipuzcoano, y se lo agradecerán sin duda el país y los centenares de madres que ven todos los días ausentarse, quizás para no volver más, a tantos pedazos de su corazón. 

He aquí ahora la nueva poesía de Iparraguirre:


Nere etorrera (1) lur (2) maitera (N. E. sin tilde). 

Dedicada a mi distinguido paisano y querido amigo D. José de Manterola. 

Ara (3) nun diran mendi maiteac, 

Ara nun diran zelaiac, (4)

Basarri (5) eder zuri-zuriac, (6) 

Iturri (7) eta ibaiac!: (8)

Hendayan nago choraturican (9) 

Zabal-zabalic (10) beguiac... 

¡Ara España!... ¡lur oberican (11) 

Ez du Europa guciac!


Guero pozic, (12) bai... Donostiara, (13)

Oquendo-arren lurrerá, 

Ceru polit au utzi (14) bearra, (15) 

Nere anayac... (16) ¡au pena!; 

Iru-chulueta (17) maitagarria 

Lore-toquiya (18) zu zerá, 


Veneziaren graci guciac 

Gaur Donostian badirá. 


¡Oh, Euscal-erri eder maitia!

Ará emen zure semia.. 

Bere lurrari muñ eguitera (19) 

Beste gabe etorria: 

Zuregatican emango nuque 

Pozic, bai, nere bicia, 

Beti zuretzat ill (20) arteraño (21)

Gorputz ta anima gucia. 


Agur, bai, agur, Donostiaco

Nere anaya maitiac,

Bilbaotican izango dira 

Aita-zarraren (22) berriac, (23) 

Eta gañera (24) itz neurtuetan (25) 

Garbi (26) ezanez eguiyac, (27) 

Sud-American ser pasatzendan

Jaquin (28) dezaten erriyac. 


José M.a de Iparraguirre. 


San Sebastián, noviembre 1877. 


TRADUCCIÓN CASTELLANA.

Mi regreso al país amado. 

¡He ahí los montes queridos (de la tierra euskara!). ¡He ahí sus verdes campos, sus hermosos blanquísimos caseríos, sus cristalinas fuentes y sus claros arroyos!

Me hallo en Hendaya enloquecido de placer, convertido todo en ojos... (a) 

¡He ahí la España querida!... ¡Tierra mejor no la hay en toda Europa!

Luego, lleno de alegría, (llego) a San Sebastián, cuna de los famosos Oquendos. 

¡Qué pena, hermanos míos, el tener que abandonar (tan pronto) este hermoso Cielo! (b)

(a) Abiertos, muy abiertos los ojos, dice el poeta para expresar así su deseo de volver a ver la tierra natal.

(b) La poesía esta fue escrita por Iparraguirre a los pocos días de su llegada a San Sebastián, y cuando se disponía ya a dejar nuevamente esta ciudad para visitar a Villarreal, su pueblo, y otras localidades del país vascongado. 

Querida Easo, eres vergel de flores, y reúnes hoy en tu seno todas las bellezas de la ciudad de Venecia.

¡Oh, amada tierra Euskara! He aquí tu hijo, (c) llegado de remotas tierras sin otro objeto que el de besarte.

Por ti, daría contento mi vida entera, a ti me consagro en cuerpo y alma hasta que llegue la hora de mi muerte.

Adiós, adiós, San Sebastián. Adiós, hermanos míos. Desde Bilbao habrá noticias del viejo bardo (d) y desde allí prometo escribir una relación verdadera en verso de lo que pasa en Sud-América, para que lo sepan nuestros pueblos.

(c) He aquí tu hijo. El poeta alude con esta frase a la promesa que había hecho al marcharse para América de volver a la amada tierra que abandonaba. 

“Agur nere biotzeco 

Amacho maitea,

Laister etorriconaiz

Consola zailea,” 

decía el bardo guipuzcoano en su sentido (“) Adío Euscal erriarí," y aunque tarde, ha podido exclamar en esta ocasión, lleno de júbilo: 

¡Ará emen zure semea!... 

"He aquí tu hijo, que vuelve sin otro objeto que el de besarte una vez más!"

(d) Iparraguirre ha sido saludado a su regreso por sus antiguos amigos, con el epíteto de el abuelo, y a esto alude con la palabra aita-zarra. 


NOTAS FILOLÓGICAS Y GRAMATICALES. 

(1) Etorrera, venida, del verbo etorri, etortzen, guip., etorri, etorten, vizc., ethorri, ethortzen o ethorten, l., bn., venir, llegar. 

Este verbo se conjuga en su forma regular; nator, ator, etc., haciendo el imperativo ator, atoz, (ethor, en el dial. bn.), betor, atozte, zatozte, betozte.

(2) Lur, guip., lab., bn:, luur, vizc., tierra. 

(3) Ara, he aquí. 

(4) Zelai, guip., vizc., zelhai, lab., bn., llano, llanura.

(5) Baserri, caserío, casería. Esta palabra procede indudablemente de las voces baso (monte, bosque), y erri (pueblo), equivaliendo por tanto a pueblo o vivienda en los bosques.

(6) Zuri-zuriac. Es un sobre-superlativo muy expresivo y peculiar del euskara, y verdaderamente intraducible a lengua alguna. Literalmente equivale a blancos-blancos, o muy blancos.

(7) Iturri, guip., vizc., ithurri, lab., bn., fuente. 

(8) Ibai, guip., lab., ribera.

(9) Choratu, zoratu, enloquecer de admiración, de amor.

(10) Zabal, en los div dial., largo, extendido. En los dial. guip. y bn., con preferencia, abierto.

Respecto a la forma zabal-zabalic téngase por repetida la advertencia de la nota 6.

(11) Oberican. Obe, guip., vizc., hobe, lab., mejor. Comparativo irregular, de ona, bueno, onagoa, mejor.

(12) Poz, poza, guip., vizc., boz, boza, lab., alegría, júbilo, contento.

(13) Donostia. Nombre vascongado de la ciudad de San Sebastián. La etimología de esta palabra, no explicada hasta hoy por nadie que yo sepa, debe ser Done-Sostie, de la voz done que quiere decir Santo, y el nombre Sostie, Sebastián

(14) Utzi, uzten, utziten, guip., utsi, utsten, utzten o utziten, lab., utz, utzi, utziten, bn., dejar, abandonar, cesar, etc. Los vizcaínos usan, con igual significación, el verbo ichi, ichiten, itzi, isten.

(15) Bear, bearra, biar, biarra, vizc., behar, ra (beharra), precisión, necesidad.

(16) Anai, anaiya, en los div. dial, hermano.

(17) Iru-chulo. Nombre primitivo de la ciudad de San Sebastián, equivale a tres - agujeros o entradas, que son las que tiene por el mar.

(18) Lore-toquiya. Lugar de flores. - Lore, lora, flor. Según M. Chaho la voz latina flos, floris, ha sido tomada de la euskara lore.

Toki. Toqui, toquia, sitio, lugar. Toki es una variante de tegi, raíz que se ve en la lengua euskara en muchísimas terminaciones: así Lore-toqui, lora-toqui, o lore-tegi, lugar de flores, ara-tegi (o tegui, como se usa generalmente en el dial. guip.), lugar donde se vende carne, etc. 

(19) Muñ-eguin, besar. 

(20) Il, guip., vizc., hil, lab., bn., muerte. - Los dial. vasco-españoles doblan la l cuando le sigue artículo o vocal, los vasco-franceses escriben hila.

(21) Véase la nota 25 de la página 47.

(22) Aita-zarra, lit. padre viejo, abuelo.

(23) Berri, guip., lab., bn., barri, viz, nuevo. - Sustantivo, nueva, noticia.

(24) Gañera, guip., vizc., además; en lab. gainera, sobre, encima.

(25) Itz-neurtuac, hitz-neurtuac o neurthitzak, versos, poesía, de Itz, guip., hitz, lab., bn., palabra, y neurtua, medido, medida.

(26) Garbi, en los div. dial., puro, propio, nato. 

(27) Egui, egi, ac, verdad.

(28) Jaquin, jakin, jakiten, saber.

lunes, 6 de junio de 2022

Tomo 3, apéndice 24, copia, papel, patria, sepultura, San Millán, Martín de Baylo, Torrelapaja, Verdejo

XXIV. 

Copia de un papel sobre la patria y sepultura de San Millán (a: Le envió Martín de Baylo al señor Pérez, y se halla entre sus mss. en un volumen de Actas de Santos Españoles en el archivo de la santa iglesia de Segorbe.). (V. pág. 208.) 

Ambrosio de Morales en su Crónica lib. II, c. 58. parece hacer a San Emiliano, sacerdote llamado comúnmente San Millán natural de tierra de Rioja; y dice que su cuerpo sancto está en el monasterio de San Millán de la Cogolla, cabe Najara (Nájera; cabe : junto a : juxta) &c. Pero en esto recibe engaño, siendo verdad que el dicho sancto fue natural del lugar de Verdejo, que está en Aragón en tierra de la ciudad de Calatayud, del obispado de Tarazona en los confines y fronteras de Castilla: y su sancto cuerpo está en la iglesia, so invocación del mismo sancto en otro lugar de la misma tierra, llamado Torrelapaja, cerca del dicho lugar de Verdejo. Consta ser esto así por lo siguiente. Lo primero se colige de lo que San Braulio, obispo de Zaragoza, escribe en la vida del dicho San Millán, que siendo pastor fue a ser enseñado del sancto hermitaño (ermitaño) Félix, que moraba en el castillo llamado Bilibio, y que después se volvió a su tierra a morar no lejos de la villa Virgegio: y de allí se subió a los lugares remotos del monte Destercio o Dircecio; y de allí le llamó Didimo o Didimio, obispo de Tarazona, en cuya diócesis estaba, y lo hizo presbítero y cura de la iglesia del dicho lugar Virgegio, de la cual le privó después por falsas informaciones de otros clérigos de la misma iglesia, y se volvió al dicho lugar, no lejos de Virgegio, donde tuvo y tenía él su oratorio, y allí acabó su vida, en el cual ahora está puesto su cuerpo glorioso. Esto dice en suma San Braulio. Y estos lugares no se hallan en tierra de Rioja, ni junto a Nájera, ni al monasterio de la Cogolla, sino en la dicha tierra y arciprestazgo o arcidianazgo (arcedianato) de Calatayud.

El castillo Bilibio, que Morales dice se llama ahora Villovio; en las lecciones de los breviarios antiquísimos de Tarazona se llama Bilbili, que es un monte y lugar alto y desierto, donde se dice estaba antiguamente la antigua Bilbili, patria de Marcial, que ahora se llama Bambola en los contérminos de la ciudad de Calatayud (Bilbilis). 

Y el lugar Virgegio es el que ahora se llama Verdejo, y en las liciones (lecciones) de los dichos breviarios antiguos se llama Vergegio, que está en la diócesis de Tarazona en las fronteras de Castilla, y otro lugar de este nombre ni semejante a él, ni lo hay, ni lo ha habido en tierra de Rioja, ni junto a Nájera, ni junto al monasterio de la Cogolla. 

El monte Distercio o Dircecio (que ahora no hay tal nombre, ni en tierra de Nájera, ni en la tierra ni comarca de Verdejo) avemos (habemos, hemos) de conjeturar que era alguna de las sierras y montes que están cercanos a Moncayo, quizá donde está ahora la casa de nuestra Señora de la Sierra, u otra por aquel contorno; pues dice San Braulio que estaba en la diócesis de Tarazona el dicho monte.

El lugar donde después fue a parar, y se recogió San Millán después de haber sido excluido y privado de la cura y vicaría de Virgegio por Didimo, obispo de Tarazona, donde pasó y acabó su vida, que se llamó su oratorio; es la iglesia so invocación de San Millán, que está en el lugar que llaman ahora Torrelapaja, que en aquel tiempo no había lugar, que después se han ido haciendo casas en él por la devoción del sancto; y si las hubo serían muy pocas: sino que había y estaba allí una ermita so invocación de nuestra Señora, donde el santo tenía su oratorio; la cual y el dicho lugar está no lejos de Virgegio o Verdejo, como dice San Braulio, sino harto cercano. Y así el lugar y el de Torrelapaja hacen una parroquia, y tienen un solo cura y vicario; y los beneficiados y clérigos de la iglesia parroquial de Verdejo tienen el regimiento y ministerio de la dicha iglesia de San Millán, como eremitorio que fue de ella y ahora es anexa. Y en la dicha iglesia antigua, que fue el oratorio del santo, en el suelo della, cubierto de piedras y losas grandes, estuvo bajo tierra puesto y sepultado en un túmulo de piedra grande con su cubierta y landa de la misma piedra su sancto cuerpo, desde que murió hasta trescientos años aura (hará), o más, según consta por scripturas (escrituras) que se sacó de allí, dejando el túmulo en el mismo lugar bajo tierra cubierto, y se trasladó y puso dentro del altar mayor de la iglesia nueva que se hizo después para ampliar la otra, a la cual está contigua: y se le hizo retablo, y se le dio invocación de S. Millán, y el año mil quinientos ochenta y siete visitó aquella iglesia el obispo de Tarazona Don Pedro Cerbuna (fundador de la universidad de Zaragoza), no sin alguna manera de milagro, después de pasados tantos años sin haber memoria que desde la dicha traslación se hubiesen reconocido las reliquias y cuerpo del dicho sancto, rompiendo y abriendo con picos el altar que es de piedra y ladrillos, las halló dentro de él, donde está casi todo el cuerpo, y de lo que de él falta deben de tener alguna parte en San Millán de la Cogolla: que tener todo el cuerpo, no trae razón ni camino por lo susodicho. Demás de la tradición inmemorial que hay no solamente en todo el obispado de Tarazona, pero en el reino de Aragón y en aquellas fronteras de Castilla, de las cuales los castellanos suelen ir a visitar aquel santuario y muchos peregrinos que por allí pasan, donde son hospedados en un hospital muy bueno que hay, y donde hasta en nuestros tiempos se hacen milagros en enfermedades y otras necesidades; y el dicho mismo túmulo de piedra se descubrió y sacó en el dicho año ochenta y siete u ochenta y ocho.

Y esto mismo se infiere y colige de lo que dice Morales, y las historias de Navarra que quinientos años después de la muerte del sancto Rey Don García de Navarra, edificando un monasterio en Nájera, quiso trasladar a él, y traer allí el cuerpo de San Millán que estaba en Virgegio, y milagrosamente fue impedido: luego ya se supone que estaba el cuerpo antes y entonces en el lugar susodicho del obispado de Tarazona, y no allí ni por allí cerca, ni nunca había estado por allá. Y para decir y haber de confesar de necesidad que el lugar de Virgegio es el susodicho que ahora se llama Verdejo, que es y era entonces del obispado de Tarazona, y el desierto adonde San Millán se retiró, y de donde le llamó el obispo Didimio de Tarazona para hacerle presbítero y cura de Virgegio, de la cual le removió, como dice San Braulio, fue y era hacia Verdejo en alguna de las dichas sierras, se entiende de lo que dice el mismo Braulio que hizo todo eso Didimio: Eius quippe erat in diocesi, y está claro que de otra manera si no estuviera en su diócesis y jurisdicción, no pudiera no siendo súbdito suyo; que si estuviera Virgegio y aquel desierto y el oratorio en Nájera o en San Millán de la Cogolla, que ya entonces era del obispado de Calahorra, no tuviera jurisdicción Didimio el de Tarazona sobre San Millán para hacer con él lo susodicho, y decir San Braulio que el oratorio do se retiró está cercano de Virgegio, que es el dicho Verdejo de la diócesis de Tarazona, que es la dicha iglesia de San Millán de Torrelapaja, no tiene réplica para que no sea así lo dicho. Pero dado y puesto que el castillo Bilibio, do estaba San Félix el ermitaño, adonde fue San Millán en su conversión a ser enseñado e instruido, no sea el Bilbili que está cercano a Calatayud, sino que sea el que ahora se llama Villovio cerca de Nájera; pudo muy bien ser, que Millán desde Verdejo, movido con la fama de San Félix, fue a Villovio cerca de Nájera a ser su discípulo, y después de enseñado se volvió a su tierra según las palabras de San Braulio: Post quam ab eo est edoctus... remeat ad sua, ac sic venit haud procul à villa Virgegio ubi nunc eius habetur corpusculum gloriosum; y así el fundarse monasterio en la Cogolla, no fue por tener allí el cuerpo del sancto, sino por haber residido allí con San Félix, y por tener allí alguna reliquia de su cuerpo, y por el auxilio y favor que alcanzó de este sancto en la guerra contra los moros el Conde Fernán González, de lo que hace mención Morales. Lo que dice Morales que en algunas lecciones de los breviarios se dice fue natural S. Millán de la Rioja, es sin fundamento; y a los breviarios que más crédito se ha de dar, son el de Tarazona, que dice fue natural de Vergegio, y el breviario de Calahorra, de cuya diócesis es Nájera, y el monasterio de la Cogolla no dice que fuese de la Rioja, ni tampoco de aquel obispado, sino que en sus lecciones pone la vida que escribió San Braulio, como arriba se dice. 

domingo, 18 de febrero de 2018

Patria , Fernando Aramburu, Euskadi, Terrorismo, ETA


Patria , Fernando Aramburu, Euskadi, Terrorismo, ETA


Premio de la Crítica 2016 de narrativa,

El retablo definitivo sobre más de 30 años de la vida en Euskadi bajo el terrorismo.

El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. 


¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia? 

¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? 

Por más que llegue a escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori

¿Qué pasó entre esas dos mujeres?
¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos tan unidos en el pasado? 

Con sus desgarros disimulados y sus convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.