domingo, 30 de octubre de 2022

CARTA XCII. Antigüedad de la iglesia de Gerona.

CARTA XCII. 

Antigüedad de la iglesia de Gerona: su catedral siempre fue la de Santa María, nunca la de San Félix, sino interinamente mientras dominaron los Moros en la ciudad: el clero de ambas iglesias profesó la canónica Aquisgranense desde fines del siglo IX: restauración de dicha canónica en el XI: pruebas de esto, y de que no se observó aquí la regla de San Agustín ni la de San Benito: noticia de lo que era el mazo de San Benito: varios ritos monacales de esta iglesia fueron la causa de esta opinión: noticia de ellos y de lo que era el Prepósito: número, orden y nombres de sus arcedianatos: número y calidades de los canónigos: cuándo y cómo pasaron a serlo los presbíteros llamados de Capítulo: origen de sus beneficiados: quien concurría a las elecciones de Obispos: cuando comenzó a elegirlos el Papa: sujeción de esta iglesia a la de Narbona: su título (titular en el índice), sello, hermandad con la de Puy en Francia: cuánto tiempo duró la fiesta a Carlo Magno: vestidos corales de los canónigos.

Mi querido hermano: Mucho se ha escrito sobre la antigua cristiandad de Gerona haciéndola remontar algunos historiadores hasta los tiempos apostólicos, colocando en esta Sede por primer Obispo a San Máximo, discípulo de Santiago. Algo más reciente ha de ser si San Saturnino fue el primer apóstol de estos países, como dan por supuestos algunos monumentos de nuestros monasterios e iglesias. Mas aun dejando aparte los primitivos tiempos, en que es muy verosímil que estuviese propagada por acá la religión, nos consta que lo estaba ya a fines del siglo III, como se ve en las actas de los mártires que padecieron a principios del siglo IV, que cierto no debía ser tan nueva la religión aquí en 303, cuando apenas llegado Daciano a España ya destinó a Gerona un vicepresidente tal como Rufino, que muy de asiento y de propósito persiguiese los templos de Dios vivos y muertos. 

Y constando que aquella persecución comenzó por derribar y asolar las iglesias como principal objeto suyo, se ha de tener por indubitable que la había ya en esa época en Gerona, y que era Sede de su Obispo propio llamado Poncio, martirizado en 303, y lugar donde se congregase la muchedumbre de cristianos, que debía ser considerable si se ha de calcular por los que murieron en esa persecución, que son más de doscientos, digo los conocidos.

El lugar donde estaba esta iglesia no puede ser otro que el actual, no habiendo quien dispute esta preeminencia sino la iglesia de S. Félix, y disputándolo esta a lo que entiendo sin razón. Porque el lugar donde ahora está el templo de este Santo era a fines del siglo III y principios del IV cementerio de los cristianos, donde consta que fueron sepultados casi todos los mártires y señaladamente San Félix Africano, y S. Narciso Obispo. Y como la disciplina de aquel tiempo no permitía que nadie se enterrase en iglesias, síguese que no la había ni catedral ni subalterna en el lugar indicado; el cual por otra parte estaba entonces extramuros de Gerona y delante de la puerta por donde se tomaba el camino de las Galias; circunstancias que comprueban la oportunidad de aquel sitio para cementerio y la importunidad para una Sede o iglesia matriz. Más adelante se verá el origen de esta pretensión. 

Decía, pues, que Rufino destruyó la catedral antigua, de modo que el citado Obispo San Poncio y sus fieles no tenían otro lugar donde congregarse que las criptas o soterráneos, y lo mismo aconteció a San Narciso, el cual fue muerto por los perseguidores en una de aquellas venerables juntas en el mismo cementerio que ahora decía. Que si se dice muerto en la iglesia de San Félix tomaron con grande impropiedad la iglesia que se construyó después por el terreno o sitio de ella. Cesando al cabo de ocho o diez años la persecución, y llegada la paz de Constantino, luego hallamos en esta ciudad dos iglesias cuyo examen importa mucho para la historia de esta Sede. Llamose la una de San Félix, levantada sobre el mismo cementerio o lugar donde había sido sepultado aquel insigne mártir, que por lo heroico y brillante de su martirio, y por la fama y celebridad que le dieron los himnos de Prudencio, se llevó la principal advocación del templo, oscureciendo en cierto modo el nombre de San Narciso, y del otro Félix, su diácono, sepultados en el mismo lugar. Bien se echa de ver cuán conforme era la erección de este templo a la disciplina de la época en que cesaron las persecuciones, cuando en todas partes se levantaron iglesias sobre los sepulcros de los mártires. Y así sin dificultad se puede fijar la época de esta hacia los años 320 o cosa tal.

Tampoco dudo que sea del mismo tiempo la otra iglesia intitulada constantemente de Santa María, y situada en el mismo lugar donde hoy está la catedral nueva, Sede propia de los Obispos de esta ciudad. Porque cierto es que por ardiente que fuese la devoción de los Gerundenses a San Félix Africano, primero debía restablecerse la Sede e iglesia matriz ya que había libertad para ello. Y que esta lo fuese la de Santa María, y no la de San Félix, aún en el siglo IV, lo persuade el haberlo sido en el siglo VII, porque no había razón ni es creíble que los Obispos de este último siglo ocupasen otra Sede que la que tuvieron los del IV. Pues a principios del siglo VII dice San Ildefonso (de viris illustribus, cap. X) entre otros elogios de San Nonito, Obispo Gerundense, adhaerens instanter obsequiis sepulcri S. Felicis Martyris. Circunstancia nada notable en un Obispo que asistía diariamente en su catedral, si esta lo hubiera sido el templo donde estaba el sepulcro de S. Félix. Por donde parece claro que era distinto de este el de la catedral, el cual estaba dentro de los muros cual correspondía a la iglesia matriz.

Por esta última razón cuando los moros se apoderaron de Gerona hacia el año 717, tomaron para su mezquita la catedral, y para los Cristianos que quedaron pecheros, quedó libre el uso del templo exterior de San Félix, a donde trasladó el Obispo su Sede y todo el culto de la catedral; y allí permaneció hasta la restauración de 785. De este espacio de sesenta años, dice un Cronicón de Ripoll hablando de esta restauración de la catedral, quae tunc erat in ecclesia S. Felicis (Marca hispánica, col. 250): y más claramente lo dice un sermón del Obispo Oliva: Ibi (en la iglesia de San Félix) erat ecclesia cathedralis tempore infidelium; porque no habiéndolo sido en los tres primeros siglos, no hay otra época a que convenga el tempore infidelium sino a los sesenta años del dominio de los moros.

Conquistada esta ciudad por las armas de Carlo Magno, o más bien por los Cristianos que quedaron en ella, se restauró la catedral y la Sede episcopal en el lugar en que ahora está. Desde esta época de mayor luz quedan innumerables documentos que acreditan que la catedralidad no ha mudado de lugar. De modo que a la actual iglesia de Santa María, que es ahora distinta de la de S. Félix, es la misma que lo era en los diplomas del siglo IX y siguientes. Y este es a la verdad un argumento muy sólido para probar que el templo de S. Félix no disfrutó jamás este honor sino interinamente en los sesenta años de cautiverio. Porque no es presumible que un templo tan respetable ya por su famoso titular fuese despojado del honor episcopal que había disfrutado desde la paz de Constantino si tal hubiese. Ni se hallará que Carlo Magno u otro Príncipe de aquel tiempo despojase tan ligeramente los templos de su antiguo honor en las ciudades que conquistaban de los moros. Esto era mucho menos verosímil en Gerona, que en medio de la barbarie de los árabes supieron mantener el culto cristiano en la iglesia de San Félix, por donde no había título para que se temiese alguna mengua en las invasiones venideras. Así que no fue este el motivo de la mudanza de la catedral al lugar donde está, sino la restitución del derecho que tenía este sitio profanado con las impurezas del Corán en aquellos sesenta años. Trata este punto con más extensión Dorca en la obra de los mártires. Sea con motivo de la sobredicha traslación de catedralidad al templo de S. Félix, sea por otra causa, el clero de ambas iglesias se consideró uno solo hasta el siglo X; de lo cual da algunas pruebas el mismo escritor. A mediados de ese siglo se dividió un clero de otro, y el de San Félix suena gobernado por abad propio, como se dirá otro día. Aún antes de esa división se había ya introducido aquí la Vita canónica Aquisgranense, comúnmente admitida por las iglesias de Cataluña en aquellos tiempos anteriores al remate del siglo XI. Yo no tengo duda en que aquí se introdujo luego que se mandó observar en el concilio de Aquisgrán (Aachen) del año 816. Mas como para esto se necesitaba dotación fija y apoyada con la autoridad real que asegurase a los canónigos de su subsistencia, de ahí es que no nos consta la observancia de esta regla hasta que el Obispo Teotario en el año 881 logró de Carlomán un diploma o como llamaban preceptum, en confirmación de todos los bienes de esta iglesia; el cual publicó Baluzio (capítul. Reg. Franc. apén. número CXVI) y está en el libro verde de esta catedral, fol. 178. Hizo esto el Obispo con ánimo de dotar de nuevo a su clero, y de hacerles observar la regla canonical a imitación de Frodoino Obispo de Barcelona, que ya lo había ejecutado en 878. El nuestro lo verificó en 882, señalando los estipendios o sustentación, que su clero, esto es, el de San Félix y Santa María, debían recibir sirviendo a Dios en sus iglesias. Irá copiado de nuevo este instrumento, aunque publicado varias veces, y novísimamente por Dorca. En él se debe fijar la introducción de la canónica Aquisgranense en esta iglesia, porque sus fórmulas son las mismas con que se establecía en otras partes. Más claro parece esto en que desde entonces los canónigos de Gerona comenzaron a llamarse así, como se ve en el instrumento de la elección del Obispo sucesor Servus Dei del año 886 o 887 en que todos los subscriptores se firman Canonicus, cosa no usada hasta entonces (a: En la España Sagrada, tom. 43, pág. 96 y 169 se da por sentado que en esta iglesia no se instituyó la vida canónica hasta muy entrado el siglo XI. No me admira que opinase así el que tan escaso se muestra de noticias del tiempo del Obispo Teotario; y eslo sí que es de admirar en quien vio por sus ojos los archivos de Gerona.) 

Y así es claro que tomaron este dictado a canone o regla; y no habiendo entonces otra en uso por acá sino la de Aquisgrán, admitida en toda la provincia Narbonense, a la cual pertenecía nuestra iglesia, es preciso concluir que esta es la que aquí se admitió como en la de Barcelona, Vique y Urgel. No se opone a esto la subscripción de Badagarius Abba que se halla en la citada escritura de elección. Porque este Abba o Prepósito era el que según mandaba aquella regla tenía a su cuidado el gobierno económico de la iglesia. 

Ya advertí en el viaje de Vique que la canónica Aquisgranense tenía por propio carácter el no obligar a sus profesores a la total abdicación de la propiedad, y así quedaban con el derecho de testar libremente de sus bienes, muebles y raíces al tiempo de morir. Y que esto se usase aquí en los siglos X y siguientes se podía mostrar en una larga serie de ejemplares por las escrituras que quedan de este género, y por los legados de los canónigos a su iglesia, notados en sus óbitos en los Martirologios. Dorca cita algunos (pág. 351). He copiado dos (a: Aps. ns. XXVIII y XXIX.) para muestra: uno del año 1064, tiempo en que, como se verá, estaba en su auge esta canónica Gerundense. Este es el testamento de Ponce Levita (nombre sinónimo de canónigo de Gerona), y Capud scolae, oficio unido entonces a la canónica. En él verás la franqueza con que dispone de todos sus bienes, y los muchos que poseía como dueño propietario. Es notable la mención que hace de mancusos auri monetae aeneae. El otro es del año siguiente 1065, hecho por Guillermo Guifredo, canónigo de esta iglesia, que murió en Palencia, yendo en romería a Santiago en el mes de agosto de este año. Otros muchos hasta principios del siglo XIII se citan en el proceso de 1239, produciendo los legados que se hicieron a los presbíteros de esta iglesia. Lo mismo pudiera hacer respecto de las oblaciones y admisiones in canonicum, en cuyo acto la canónica consignaba a los nuevos la percepción de ciertos frutos, de que disponían a su arbitrio. Cosa que no toleraba otra regla que la Aquisgranense.

Sin embargo, creo que hasta principios del siglo XI no estuvo en gran auge esta canónica, o por falta de edificio que comprendiese en un recinto todas las habitaciones y oficinas que la correspondían, o por otras causas. Así hallamos que es a XII de las calendas de diciembre del año 1019 (XXIII del Rey Roberto), el Obispo Pedro Roger, con el auxilio de su hermana la Condesa de Barcelona Ermesindis, y del hijo de este Berenguer, Conde y Marqués, resolvió restaurar y dotar esta canónica, mandando construir su edificio, como se ve en la escritura publicada en la Marca Hisp. (Ap. n. CLXXXII), y copiada por mí de nuevo del original, donde se hallan algunas suscripciones que omitió el impreso, y se corrigen las erratas que en él se cometieron (a). Otra copia va de la nueva dotación que hizo poco después el mismo Obispo: por donde se ve el esmero con que cuidó de la reforma de este clero (b).

Es verdad que en ninguno de estos instrumentos se dice restaurase aquí la canónica Aquisgranense. Mas la circunstancia de haber asistido a aquel acto solemne los canónigos de Barcelona, que la habían admitido el año 1009, y San Ermengol, Obispo de Urgel, que la plantificó en su iglesia en 1010; y la de haberse hecho todo con su acuerdo es un indicio manifiesto de que aquí no se introdujo otra regla. Dorca, que trató de propósito esta materia, omitió un argumento que es el más concluyente de esta verdad. En dos martirologios modernos de esta catedral, uno del siglo XIII y otro de fines del XIV, se halla al fin o toda o la mayor parte de la Vita canónica Aquisgranense con el prólogo, todo conforme la publicaron los editores de Concilios. Lo mismo se ve en otro martirologio de la colegiata de San Félix. Cualquiera volumen que se hallase de ello aquí era ya un indicio suficiente de lo que digo. 

(a) Ap. n. XXX. = En la España Sagrada, tom. 43, se publica este documento copiándolo de la Marca Hispánica. 

(b) Ap. n. XXXI. 

Pero lo es mucho mayor el hallarse en los martirologios, libros en que sólo se escribía lo que había de servir para la lectura y uso diario de la Praetiosa en los monasterios y en las iglesias que se amoldaron al rito monacal. Porque en esa hora, después del martirologio, se leía, o el Evangelio del día en las fiestas, u otras lecciones análogas al objeto, o un trozo de la regla y constituciones en las ferias, como todavía se observa en mi orden y otras: y esto era general en todas las canónicas. Pues si en los martirologios escritos de nuevo en los siglos XIII y XIV pusieron aquí la canónica Aquisgranense, es claro que esta es la que leían al tiempo de la Praetiosa. Y a esto alude una consueta del siglo XIV, que manda leer a esa hora un trozo de Decretis Patrum, expresión equivalente a aquella canónica, que no es otra cosa sino una colección de sentencias de Padres y Concilios. También se infiere de lo mismo que esta es la regla que observaron en los siglos anteriores. Porque ya se sabe la tenacidad con que los cuerpos guardan sus antiguos ritos y costumbres. Con esta sola reflexión queda desmentida la opinión de los que creyeron que la canónica Gerundense fue Agustiniana. Porque además de que esta regla no pudo regir aquí antes del remate del siglo XI, en que era todavía desconocida en Cataluña, debemos decir lo mismo de los siglos XIII y XIV, en que no se acordaron de ella cuando escribieron los martirologios sobredichos. Cosa del todo inverosímil, si entonces o antes estuviera en uso.

Mucho más equivocada es la especie de haberse observado aquí en lo antiguo la regla de San Benito, como aseguró el padre Roig (pág. 202 y 206): fábula sólidamente combatida por Dorca (pág. 345 y siguientes). Es verdad que en el breviario propio de esta iglesia, escrito en 1339, se halla la fiesta de San Benito a 21 de marzo; pero es sólo de tres lecciones, y el oficio todo del común. Rezo propio y octava tiene allí mismo la fiesta de la traslación de dicho Santo, a quien llaman Pater; mas eso no prueba que lo fuese de estos canónigos, como no lo era Santo Domingo, a quien también llaman Pater en el oficio propio de su fiesta, ni San Francisco, a quien dan el mismo dictado las lecciones escritas en el leccionario propio de esta iglesia. El clero secular adoptaba estas festividades de los fundadores de las órdenes, y de ellos tomaba los oficios propios para el rezo. Y en esto no hay que cavilar más. Pero ciertamente es reparable que la festividad principal de San Benito fuese en el siglo XIV de un rito tan inferior, que no sufriría ningún cuerpo en la fiesta de su Patriarca. Más es que en las actas capitulares del mes de abril de 1372 se halla una ordenación hecha por el Obispo y Capítulo con estas palabras: Ordinarunt ad honorem Dei et reverentiam S. Benedicti quod translatio S. Benedicti colatur per Christi fideles, in locis ubi sit monasterium virorum seu mulierum ordinis Sancti Benedicti... Y añade que esto lo hicieron ad humilem suplicationem venerabilium Abbatum et aliorum ipsius ordinis qui interfuerunt in Synodo in Gerundensi Ecclesia proxime celebrata. Esta era buena ocasión para que los canónigos expresasen su profesión benedictina, y mostrasen la debida veneración a su Patriarca, estableciendo dicha fiesta en Gerona. Esta omisión es un argumento claro de que entonces no había aún nacido la opinión de haber sido Benedictinos estos canónicos. Dudábase todavía de esto mismo aún en el siglo XVI, en que tan válida estaba la fábula del mazo de San Benito. Así se llamaba un recio golpe que se oía en la catedral, el cual, según creían algunos, anunciaba la muerte próxima de algún canónigo. Para que veas lo que esto era va copia de un acta capitular de 12 de diciembre de 1528 (a: Ap. n. XXXII.).  

La opinión del estado monacal de la canónica Gerundense podo nacer de las prácticas de refectorio, dormitorio, capítulo, colaciones en el claustro y otras, y de los nombres de oficio consiguientes a esta: cosas usadas aquí y en otras iglesias por largo tiempo. Lo del refectorio estaba ya aquí desusado a principios del siglo XIII, pues en el proceso de 1239 se lee: Cum olim canonici omnes comedebant in refectorio. En el libro verde, desde el fol. 112, se hallan varios estatutos ya del 1216 sobre las porciones canonicales en dinero. Mas aun quitada la comida en refectorio, quedaban en él las colaciones en los días de ayuno, y en el claustro en los días festivos: y así se practicó hasta el siglo XV (V. lib. verd. fol. 134). En 1315 se daban, según la antiquísima costumbre, dos colaciones en los días de ayuno (Ibid. fol. 126). Mas no entiendas que ambas eran para todo el clero, sino la primera para el capítulo y la segunda para los restantes, y así debe entenderse esta colación duplicada, donde quiera que se halle usada. Quitose aquí esta práctica en 1325, mandándose quod de cetero non detur nisi unicus potus in claustro vel in refectorio in diebus jejunialibus et aliis quibus est consuetum bibere bis; et pro secundo potu, detur certa pecuniae quantitas (Ibid. fol. 129. b. et in lib. den Calçada fol. 114). El uso del dormitorio continuaba aún al tiempo del proceso de 1239, en que se supone que al presbítero hebdomario (hebdomadario encuentro anteriormente) se daba en él cada noche una candela. Mas no se recogían allí todos los canónigos, constando de muchas escrituras que tenían sus casas fuera del ámbito del claustro y lechos propios. Los oficios de refitolero, cocinero, dormitorero y portero de la canónica fueron erigidos en beneficios perpetuos en 1319 por el Obispo Don Pedro de Rocaberti (Ibid. fol. 141. b.); lo cual nació sin duda de la total supresión de aquellas oficinas, aunque les quedasen algunas obligaciones análogas a su origen. He dicho, y téngolo por cierto, que estas prácticas monacales no prueban la profesión monacal en las catedrales; como tampoco la persuaden el claustro y clausura, el coro en medio de la iglesia, el silencio, la Praetiosa en el capítulo, el uso de comenzar las completas en él con la lección espiritual y bebida, y pasar luego al coro a concluirlas. Estas y otras mil cosas compatibles con el derecho de propiedad eran miradas como un antemural de la vida perfecta del clero secular, el cual sin abdicar sus bienes y sin hacer voto ninguno solemne de vida más perfecto, debía distinguirse de los legos en la conducta exterior. Lo mismo a proporción se ha de decir de los nombres de Abad, Prior y Prepósito usados en escrituras de los siglos X, XI y XII, nombres sinónimos, con los cuales era llamado indiferentemente, no un superior monacal a quien se prestase la obediencia que constituye aquel estado, sino un superior económico, a quien tocaba la corrección primera de los delincuentes y la administración de las rentas. Lo más común en esta catedral era llamarle Praepositus; y que no significase más que lo dicho se ve en la división de este oficio en las doce preposituras que conservaron el nombre y obligaciones del primero, y es que creciendo las rentas y la carga de su colección y distribución, fue preciso aliviarle, repartiendo entre muchos lo que uno solo no podía desempeñar. Las primeras memorias que aquí hallo de los prepósitos por meses, son de principios del siglo XII. Algunas de ellas mismas o acaso distintas se intitulaban de Albuziano, de Aredo, de Eviza, Caciano, etc., tomando el nombre de las villas o iglesias cuyos frutos estaban a su cargo.

Había en esta iglesia cuatro arcedianatos, es a saber: el mayor o Gerundense, llamado antiguamente de rogationibus (por la jurisdicción y derecho que tenía en Ravós, lugar distante dos horas de esta ciudad), el de Besalú, el de Empurias y el de Peralada, a quien sucedió el de la Selva, si no me engaño, en el siglo XII. Estos cuatro títulos correspondían a los cuatro condados que componían esta diócesi. 

Ya muy de antiguo ocupan en el coro los cuatro ángulos y en las procesiones de la vigilia de Navidad al capítulo, día de Ceniza, Jueves Santo y otras, tienen señalada en las consuetas su colocación respecto de las otras dignidades de esta manera: arcediano mayor, sacrista mayor, precentor, abad de San Félix, y los arcedianos de Besalú, Empurias y la Selva. El abad de San Félix era por lo regular el mismo arcediano mayor hasta el siglo XII. Entonces comenzó a darse aquel cargo a otras personas, y esta dignidad siempre se reputó por la cuarta de esta catedral.

El número de canónigos era el de veinte hasta la visita del Cardenal Sabinense en 1229, en que se aumentó al de veinte y cuatro, y así ha continuado. Eran y lo son diaconiles, y es ocioso probar esto con escrituras, muchas de las cuales van copiadas. Esta es la causa de ser aquí tan frecuentes las firmas de Levita, que siempre se ha de tomar por equivalente de canónigo, porque lo eran, y ellos solos lo eran con toda propiedad. Aún hoy no son admitidos al osculum pacis, si no están ordenados de diáconos, que es el grado que requiere su prebenda; otra condición precisa para entrar en su número era la de ser de genere militari ex utroque parente: esto es, nobles, porque esto significaba el miles en los siglos XII y XIII. Confirmaron esta constitución varios Papas y también el concilio Basileense, VIIII. kal. junii de 1437 a instancias del capítulo y del Obispo Bernardo Pau, qui, dice el decreto, nostrae congregationi incorporatus existit. La causa de esta condición de nobleza fue precaver por los enlaces de los canónigos con los nobles, los daños que estos hacían en las posesiones de esta iglesia. Para la celebración de los oficios divinos había doce presbíteros llamados de capítulo, los cuales se repartían esa obligación por semanas, teniendo cada uno de ellos por ministros a dos de los canónigos. Llamábanse también statores, como estantes por el capítulo. Los arcedianos eran los diáconos del Obispo según una constitución del año 1434 (Lib. den. Calçada fol. 173. b), solos estos presbíteros y los canónigos podían celebrar o ejercer oficio eclesiástico en el altar mayor, a excepción de los Evangelios, Liber generationis y Factum est de los maitines de Navidad y Epifanía, las Pasiones en la Semana Santa, la Angélica del Sábado Santo, y las misas matutinales que se permitía cantar a otros. Este era todo el clero de la catedral a principios del siglo XIII, es a saber: los canónigos, dignidades y presbíteros de capítulo, a que se añadía el clavero y dos capellanías establecidas, una por el canónigo Guillermo de Terrades, y otra por la Condesa Ermesindis, que murió hacia la mitad del siglo XI. 

En 1208 se introdujo la fundación de beneficios que se llamaron stabiliti. Hizo la primera Alemany de Aiguaviva, sacrista de esta catedral y después su Obispo, a 28 de febrero del año citado, a la cual se siguieron otras hechas por el Obispo Arnaldo de Creixell en 1214. Y este es el principio del numeroso clero de esta iglesia que tanto contribuye al lustre de las funciones eclesiásticas. En esta misma época los presbíteros de capítulo entraron en la pretensión de ser tenidos por verdaderos y esenciales canónigos. Fundábanse en la costumbre antiquísima de asistir a las elecciones de Obispos, de suscribir como canónigos, de no ser echados del capítulo en sus deliberaciones, y por consiguiente alegaban derecho a percibir el florín mensual que por constitución del Obispo Guillermo de Monells de 1173, se debía dar a los canónigos que cursaban en alguna universidad. Los canónigos dijeron que esto había sido una tolerancia, etc. El negocio paró en compromiso, como ya dije otro día. Los jueces dieron sentencia a 29 de octubre de 1240, declarando que los presbíteros no eran verdaderos canónigos, ni debían percibir los florines que se daban ratione estudiorum, sed quia, prosiguen, in electione episcoporum dictos presbiteros invenimus praescripsisse, et si non ad plenum, cum beneficio tantum et supplemento nostrae conscientiae, in ipsa electione episcoporum jus habere dictos pbros. declaramus. También se mandó que pudiesen obtener preposituras, y que no fuesen excluidos del capítulo, cosas de que estaban ya en posesión. Apelaron los presbíteros de esta sentencia a la Sede Apostólica, y el Papa Inocencio IV la confirmó en 1249. Así quedó el negocio por entonces. Andando el tiempo, el Papa León X erigió estos doce presbiterados en canonicatos, dispensándoles en el estatuto de genere militari, y conservándoles las obligaciones antiguas de hebdomadas, etc. El breve es de 1520 IV. kal. octob. Con esto quedaron treinta y seis canonicatos como hoy subsisten. Del mismo contexto del proceso consta, que dichos presbíteros nunca habían tenido la abadía de San Félix, que siempre estuvo anexa a un canonicato de la catedral, y hoy es la cuarta dignidad de ella.

De lo dicho se ve, que la elección de Obispos fue aquí peculiar del capítulo; y aunque en el siglo IX consta que acudían a este acto los clérigos rurales con los civitatenses, como verás en la elección del Obispo Servus Dei el año 886; sin embargo, entiendo que esto no se ha de tomar tan literalmente que se suponga haberse hecho una junta a que acudiese todo el clero, sino que congregado gran parte de él se hacía aquella aclamación, que tales eran por lo regular las elecciones de los Obispos. Así aún del siglo XII hay por acá algunos decretos en que se dice haberse congregado para ello el clero y pueblo, con ser así que el pueblo no tenía acción ninguna en tal acto. Y se ha de distinguir entre lo que es la elección del prelado y la carta dirigida al metropolitano, pidiendo la confirmación e intronización del electo; a esto último concurrían los nobles y magistrados, y en nombre de todos se hacía la súplica. A principios del siglo X, año 908, suena aquí el Obispo Wigo, electo por el Rey Carlos el Simple. Y es el único ejemplar que hay de ello. En los restantes, el clero, o sea el capítulo por aclamación, o por escrutinio o por compromiso, nombró siempre a su pastor hasta el año 1292, en que el Papa nombró Obispo a Don Bernardo Vilamarí. Esta es aquí la época de las reservas pontificias en orden a la dignidad episcopal.

Durante el cautiverio de Tarragona reconoció esta iglesia, como todas las otras de la marca, al Arzobispo de Narbona por su metropolitano, a quien acudían en lo que tocaba a confirmaciones de Obispos, concilios y causas eclesiásticas, y él venía a consagrar templos, entronizar Obispos y cosas semejantes. Sobre estas pruebas comunes a las catedrales de Urgel, Barcelona y Vique, tiene esta de Gerona otras particulares. Porque con la intrusión del Obispo Ermemiro hacia el 886, puesto por el famoso Sclua, intruso en Urgel, que se arrogó los fueros de metropolitano Tarraconense, tuvo Gerona ocasión de mostrar su opinión en este punto, o sosteniendo el derecho de Servus Dei ya electo y consagrado por el de Narbona, o eligiéndolo verificada ya aquella intrusión de Ermemiro, y presentándolo al mismo Arzobispo como a su cabeza legítima con desprecio de la vana pretensión de Sclua, a quien nunca reconocieron por tal, aun reconociéndolo los Obispos de Barcelona y Vique. Este afecto particular de nuestra Sede a la de Narbona, fue sin duda la causa porque el decreto de la elección del Obispo Borrell de Vique en 914 se puso en manos de nuestro Obispo Wigo, para que él solicitase el consentimiento de los comprovinciales y del metropolitano Narbonense; porque la razón que allí se da de que estaba más cerca de aquella capital, no tiene gran verdad. De lo mismo nació igualmente la resistencia que nuestro Obispo Arnulfo hizo a Cesario, abad de Santa Cecilia, electo Arzobispo Tarraconense en el concilio Compostellano: cuento que dan por fabuloso los críticos del día; pero que a pesar de sus censuras, es y será siempre un hecho. De lo mismo entiendo que nació, el que nombrado Atón, Obispo de Vique, Arzobispo de Tarragona, no fuesen reconocidos por tales los sucesores en más de un siglo. En resolución, Gerona reconoció por metropolitano al de Narbona, desde su conquista en 885, hasta la restauración de Tarragona, o excepción de las dos breves épocas de Atón y Berenguer Rosanes, Obispos de Vique. Ya se dijo que el titular de esta iglesia siempre fue Santa María, con el cual se ha distinguido de la de S. Félix, y se ha indicado regularmente desde el siglo IX la Sede y episcopado Gerundense, como se ve en varios diplomas, y en el decreto que se dirá de la elección del Obispo Servus Dei en 886, los canónigos que ponen título de iglesia no ponen otro que Sanctae Mariae, que es otra prueba sólida de que la catedralidad nunca fue propia de la iglesia de S. Félix. A esto no se opone que en algunas escrituras, por la grande veneración y celebridad del Santo Mártir y por la unión que ambas iglesias tenían, suenen donaciones hechas a la Sede con título sólo de S. Félix, juntándolo otras al título de Santa María. Habrás observado ya en los documentos que he enviado en el discurso de mis viajes que en las donaciones, así de Reyes como de particulares, los titulares de los monasterios e iglesias no se expresan siempre con la exactitud que ahora quisiéramos. Nacía esto de la devoción del donador a los Santos que tenían su propio altar, además del mayor en los monasterios e iglesias. La iglesia de Roda en algunos diplomas episcopales de mitad del siglo XI se llama Sancti Valerii et S. Vicentii, por haberse entonces hallado el cuerpo de S. Valero y depositado en la catedral, que nunca, ni antes ni después tuvo otra advocación que la de S. Vicente Mártir. El mismo era el titular del monasterio de Gerri, al cual sin embargo se le añaden, y a veces prefieren en algunas donaciones, los títulos de Santa María, S. Pedro, San Juan y otros. Cuán cierto y demostrado es que el titular de la catedral de Vique no era otro que S. Pedro. Sin embargo, ¿cuántas donaciones hay hechas a aquella Sede intitulándola Sanctae Mariae por la devoción a la imagen venerada en la antigua capilla fuera de la catedral llamada la Rotunda? ¿Quién contará los nombres de Santos que dan los antiguos documentos a la colegiata de Besalú, antes monasterio de canónigos reglares de S. Agustín? Bastan estos ejemplos que ahora me ocurren para que nadie se deslumbre con la diversidad de titulares expresados en algunos diplomas. Aquí había más, y es que el nombre y los milagros de San Félix era lo que hacía famosa la iglesia Gerundense, y lo que estimulaba a los poderosos a enriquecerla por donaciones, o por gratitud, o para merecer los favores de tan ilustre mártir, cuyo nombre expresaban en las escrituras, porque él era todo el móvil de su liberalidad. Las Condesas Gisla y Ermesindis, por ejemplo, regalaron un frontal de oro en honor de S. Félix, como dicen todos los escritores; mas esta alhaja sobre hallarse en la catedral y no en la iglesia de San Félix tiene además que observar, que en el centro se entalló la imagen de Santa María y no la de aquel Santo, como dando a entender que la iglesia a quien se dio estaba titulada de Santa María y no de S. Félix.

Estas y semejantes reflexiones no debían olvidar jamás los que contradicen la catedralidad de Santa María. Medir las escrituras antiguas por la exactitud y propiedad del día es ignorar la diplomática en esta parte.

Otra prueba es de lo mismo el sello antiguo y moderno del capítulo, que nunca representó otra cosa que la imagen de nuestra Señora sentada. Así lo conservan en el día, con ser así que la fiesta principal de su titular es la de la Asunción, que en otras catedrales bastó para que alterasen su situación representándola en pie desde fines del siglo XV o cosa tal.

Tenía esta iglesia hasta nuestros días hermandad con la de Puy de Francia, y de ello hay muestras en las ocurrencias de ir y venir canónigos, los cuales mutuamente percibían la porción canonical, y eran tratados como tales. Quedan además desde el siglo XV varias cartas de un capítulo a otro, algunas de las cuales están copiadas en el Cartoral, fol. 310. Mas esto no nace de lo que dicen comúnmente los escritores, que cuando Carlo Magno conquistó esta ciudad en 785 puso en ella por Obispo un canónigo de la de Puy, cuyo nombre se ignora. En el episcopologio verás cuan fuera va esto de camino, y como verosímilmente en 785 era ya Obispo de esta Silla Adaulfo. La conquista de esta ciudad por Carlo Magno es uno de los cuentos más ruidosos entre los eruditos, con ocasión de las memorias que aquí se tienen de aquel Príncipe y de las demostraciones religiosas con que le ha honrado esta iglesia. Es de desear que todos los hijos de Gerona entren en las ideas juiciosas de su paisano Dorca, que en su obra de los Mártires de Gerona acaba de desentrañar y poner en claro esta fábula con todas sus circunstancias portentosas. El resultado de su trabajo es que cuando Carlo Magno vino a España con su ejército y estuvo en Zaragoza en el año 778 sujetó la ciudad de Gerona con otras muchas, dejando en ellas tributarios a los Moros que quedaron con su mando: que rebelándose estos después, el ejército de los franceses (francos) vino sobre esta ciudad en 785, llamados por los Cristianos Gerundenses, los cuales advirtiendo la poca guarnición de Moros, entregaron la plaza a Carlos, a quien habían jurado obediencia siete años antes (y esto ciertamente es más glorioso para Gerona que su conquista a fuerza de armas por aquel Rey): que por consiguiente es una fábula que esta conquista fuese en virtud de los portentos de la lluvia de sangre, aparición de una cruz en el cielo, etc., que ni sucedieron en Gerona sino en la Alemania, ni en ese año 785 sino en el siguiente 786: que ni en uno ni en otro estuvo ni pudo asistir personalmente Carlo Magno a la conquista de Gerona, estando como estaba en Italia y Sajonia. Estas y otras cosas que cuentan por muy ciertas algunos escritores están sólidamente confutadas en la citada obra a que me remito, como viajero ocupado en otras cosas que falta averiguar. La tradición nada vale cuando hay en contra argumentos de casta. La fiesta que aquí se hizo a este Rey como Santo tiene un origen moderno y conocido, que es la credulidad del Obispo Arnaldo de Monrodó, el cual la instituyó en 1345, como se dirá otro día. Pedro de Marca se equivocó en decir que esta fiesta duró hasta los tiempos del concilio Tridentino, y que aun quitada, quedó el sermón en alabanza de aquel héroe a la hora de la misa mayor. 

En cuanto a lo primero en una consueta del año 1360, que pone esta fiesta, al margen se halla notado de letra del siglo XV que ya no se celebraba en virtud de un breve del Papa que la mandó suspender. Nada más se expresa allí; mas yo sé que este Papa fue Sixto IV. Consta esto de las actas capitulares del año 1493 (fol. 55, día 9 de abril) en que el capítulo, cortejando a D. Lope de Haro, embajador del Rey Católico (Fernando II de Aragón) al nuevo Papa Alejandro VI al tiempo de mostrarle las reliquias, altar y otras preciosidades de la catedral, le dio razón del culto y oficio de IX lecciones con que Carlo Magno había sido venerado en ella por espacio de unos 140 años hasta que lo prohibió el Papa Sixto. El embajador ofreció representar este negocio a Su Santidad y solicitar la restauración de la fiesta. Y si hizo lo primero, es cierto que lo segundo quedó por hacer. Lo de la obra del sermón todavía es más equivocado, pues ya en 1470 se decía el panegírico a la una del día de la dominica II de Cuaresma, como se dice también hoy y como yo le he oído este año. La fiesta, cuando se celebró, tenía por día propio el 29 de enero, como se ve en las consuetas, etc. Mas debe notarse que no era general en todas las iglesias de esta ciudad. De la colegiata de San Félix con ser tan principal, puedo asegurar que no la admitió o que al menos no la guardaba a mitad del siglo XV, cuando todavía continuaba en la catedral. Una consueta de dicha colegiata de ese tiempo dice: De hoc festo (Caroli Magni) in ecclesia S. Felicis nichil fit; immo fit de VIII die S. Vincentii. Sed in Sede et aliis ecclesiis, fit de Karolo tamquam de festo signi novi. 

Acerca de los hábitos corales del clero en los siglos antiguos, no puedo dar por cierto cosa alguna. Sin embargo, puede servir de luz la rúbrica que establece una consueta de esta iglesia escrita en 1360 para la solemnidad del Sábado Santo, “Finita nona, dice, quatuor clerici induti superpelliceis hymnum Inventor rutilis cantent in Truna ubi leguntur lectiones de duobus in duobus; et hic (esto es, antes de cantar Exultet angelica) penitus deponuntur capae nigrae, nec in antea utimur nisi superpelliceis." Al margen de letra del siglo XV se nota: Hodie autem deponuntur (capae) sexta finita imediate. De cuyas palabras se debe inferir que en los siglos XIV y XV, durante el tiempo pascual y acaso hasta Todos Santos, el hábito del coro era sólo la sobrepelliz, y de ese día al de Pascua la capa negra. Esto último consta de una constitución del año 1321 en que se añadió que los que no llevasen capa negra en tiempo de invierno se sentasen en el coro inferior, y en las procesiones precediesen a los otros para evitar la deformidad que debía resultar de la mezcla de trajes diferentes. En una y otra temporada, así sobre las capas como sobre las sobrepellices, llevaban almuzas negras: y esto indica la constitución copiada en el libro Dencalçada (den, d'en Calçada): est consuetum, dice, quod nullus clericus intret chorum cum vestibus viridibus bipartitis, virgatis, rubeis vel stacatis, nec cum caligis, nec cum almuciis nisi nigris, et quod portent superpellicia vel capas. Otra noticia nos da el mismo libro, (fol. 213) que dice: Quando presbiteri de capitulo, seu quicumque beneficiati capis pluvialibus induuntur, non portent subtus ruquetum seu garnatxiam sed superpelliceum portare omnimode teneantur. Entiendo que las almuzas eran cerradas por delante, aunque mucho más cortas que las que hoy usan los canónigos. Estas no tenían capilla, la cual era propia y estaba cosida con la capa, y cubría del todo y ajustadamente la cabeza. Vese esto en las figuras sepulcrales de canónigos y beneficiados, así en el claustro de la catedral como en otras iglesias. A lo mismo alude una constitución capitular del 22 de junio de 1509 en que se ordenó quod de cetero quilibet capitulares et beneficiati hujus Sedis portantes capas de choro, possint in choro et extra deferre caputia caparum extra caput in collo more aliarum ecclesiarum cathedralium; ita quod sit in arbitrio cujusque dicta caputia portare in capite aut in collo prout sibi placuerit. En 1553 a 18 de marzo dio permiso el capítulo para que cada uno de sus individuos usase de chirotecas sive manicas, no obstante el estatuto antiguo y costumbre que prohibían su uso. La materia común de estos hábitos era la lana. En los registros capitulares de Alfonzello, fol. 134, hallo que en 1472 ya se dispensó con el clero ut possent uti serico et ornamentis canonicalibus. El uso de los armiños en las almuzas de invierno no entró acá hasta el 1609 en que mandaron se comprasen. Algo más tardó a introducirse el uso de hábitos canonicales morados para invierno y verano, que no se mandó hasta 1629. Hoy se usan en el invierno capa talar de estameña morada con sotana y almuza de lo mismo. Del traje común del clero fuera de la iglesia, darán razón varias constituciones sinodales que irán copiadas, y de que se hablará en en el episcopologio desde el siglo XIII en adelante. A Dios, etc. 

viernes, 28 de octubre de 2022

CARTA XC. Injusticia con que los archivos de España son mirados como inaccesibles por avaricia de sus dueños

CARTA XC. 

Injusticia con que los archivos de España son mirados como inaccesibles por avaricia de sus dueños: noticia de los de la iglesia de Gerona: códices históricos que allí hay: el de la colección antigua de Cánones: Biblia llamada de Carlo Magno: obras manuscritas de Don Sulpicio Pontich: idem de P. Miguel Carbonell: poesías de Gerónimo Pau. 

Mi querido hermano: En el viaje a esta iglesia de Gerona, he tenido una nueva ocasión para desengañarme de la injusticia con que muchos historiadores naturales y extranjeros han denigrado a nuestros archivos eclesiásticos, notándoles de pobres y mal cuidados por unos dueños avaros y enemigos de la pública ilustración. Por lo que hace a los extraños, debía bastarles el ejemplar de Pedro de Marca, que halló patentes los archivos de Cataluña para enriquecer su Marca Hispánica. En ellos están todavía los instrumentos que él copió y algunos miles que no vio, o porque se contentó con copiar de los Cartorales (como de algún archivo lo podría demostrar), o porque no los tuvo por tan necesarios a su objeto, que era principalmente probar la dependencia y conexión de este país con el reino de Francia. ¿Cuántos españoles beben nuestras aguas por este y otros canales ajenos, y con todo eso alguno de ellos ha escrito que nuestros archivos son pobres, desordenados e impenetrables? Esta calumnia, hija de la ignorancia y en gran parte del orgullo de ciertos viajeros, que por su osadía y pirronismo se han hecho indignos de ver las fuentes puras de la historia: esta calumnia digo, con que se ven denigrados los cuerpos más respetables de nuestra nación, es bien recibida por los extranjeros mal animados contra ella. Y así cunde nuestro descrédito por culpa de los malos españoles, que con el achaque de imparcialidad quieren granjearse entre los extranjeros el crédito que no merecen entre nosotros. Mil bocas quisiera tener para publicar la franqueza con que todos los archivos de este principado me han sido abiertos, y la diligencia con que algunos cuerpos me han buscado para que sus escrituras y libros sirviesen a la ilustración pública. La diferencia de mi erudición a la de los sujetos que no los vieron es evidente, y mucho más lo es la de los tiempos en que yo emprendí este viaje, a los otros más pacíficos y de menos recelo para las iglesias y monasterios. Así que la diferencia del resultado debe atribuirse a otras causas que cualquiera puede conjeturar fácilmente.

Uno de los cuerpos animados del buen deseo e ilustración que digo, es el muy ilustre capítulo de la iglesia de Gerona, el cual, enterado de mi objeto, me franqueó todos los depósitos literarios, comisionando para que me asociase a su canónigo antiquior Don Félix Rabal, muy versado en la localidad de los archivos y en la historia de la iglesia. Con el deseo, pues, de corresponder a esta generosidad y de ilustrar cuanto pudiere la historia, comenzaré a dar una idea de los archivos de esta catedral, y de los códices que en ellos hay y otros libros de que me he servido en mi trabajo. 

Tiene esta iglesia dos archivos principales, uno llamado el Secretariato; y otro llamado el archivo, donde están los papeles de rentas y la biblioteca. En el primero están custodiados los libros manuales de secretaría del capítulo por estar próximo a la sala capitular, y además algunos códices preciosos y dignos de mayor custodia. Entre los manuales, que comienzan desde fines del siglo XIV, hay dos muy apreciables que comprenden los años de 1462 a 1482, escritos casi todos de mano del canónigo D. Andrés Alfonzelo, arcediano de Besalú y vicario general del Obispo D. Juan de Margarit. Porque es de saber que hasta el año 1528 no tuvo este capítulo más secretarios que los mismos vicarios generales. Y como algunos de ellos se descuidasen en escribir las deliberaciones, por cuya razón se hallan algunos manuales anteriores casi inútiles, se mandó en ese año que el secretario fuese uno de los mismos capitulares. No se tomara ciertamente esta resolución si todos los vicarios generales fueran como el citado Alfonzelo, el cual con ocasión de las revueltas que entonces hubo entre el Príncipe Carlos de Viana y su padre D. Juan II, Rey de Aragón, escribió en aquellos libros noticias muy curiosas relativas a esta iglesia y a aquellos sucesos. Las cuales, copiadas como verás en el extracto adjunto (a: Ap. núm. XXV.), forman un cronicón apreciable de aquella época. El autor de estos manuales está enterrado en el pavimento del claustro frente de la capilla de San Rafael. En la losa se ve su escudo con dos hoces (fals, falce, falç, falz, Alfonzelo). La inscripción está gastada; mas se sabe que murió a 3 de abril de 1490 y que era natural de Elna.

Hay también un libro llamado de Estatuts por contener los estatutos antiguos de la iglesia, obligaciones de sus oficios, etc.; cosas de que se hará uso cuando convenga. El códice se escribió en el siglo XV. Comienza por un cronicón de los romanos Pontífices desde San Pedro hasta el Papa Luna; al cual sigue otro de noticias peculiares de esta ciudad y país desde el año 1333 hasta 1424, que va copiado por su importancia y curiosidad (a: Ap. n. XXVI.). Sigue copia de algunas inscripciones sepulcrales que hay en la parte exterior del testero de la iglesia, de las cuales otro día enviaré algunas sacadas de sus originales.

No me ha sido menos útil otro volumen intitulado: Liber negotiorum capituli, vulgariter nuncupatus D' en Calçada. Es una miscelánea curiosa. Después del tratadito de Mayron de conceptu virginali, que es como preludio a la determinación capitular de 1330, de celebrarse aquí la fiesta de la Concepción de nuestra Señora, hay copias de muchas constituciones de la catedral y de varios decretos del concilio Basileense, donde se ve la parte que tuvo en aquel cisma el Obispo de esta iglesia Bernardo Pau y su capítulo también. Más que esto valen las actas o sean Diario de lo acaecido en tres concilios provinciales del tiempo del Papa Luna; uno de ellos de Lérida en 1418, enteramente ignorado: obra del testigo ocular Dalmacio Raset, canónigo de esta iglesia y su procurador en dichos concilios. He tomado copias y extractos pro re nata.

Excusado es decir lo útil que me ha sido un Cartoral que hay allí mismo, donde están copiadas la mayor parte de las escrituras tocantes a esta iglesia desde el siglo IX, cuyos originales existirían en el siglo XIV, que es cuando se escribió el libro, tanto más apreciable ahora en que ya faltan algunos de ellos. De este tumbo (conocido con el nombre de libro verde por el color de sus cubiertas) copiaron Marca y otros varios los documentos que imprimieron tocantes a esta iglesia, acaso sin tomarse el trabajo de cotejarlos con las escrituras originales que aún se conservan. Entretanto va copiada la adjunta nota de las posesiones y óbitos de algunos Obispos de fines del siglo XIV y principios del XV (a: Ap. núm. XXVII). 

Precioso es también un códice que comprende nuestra colección antigua de cánones, igual en su contexto al que se guarda en la catedral de Urgel, pero de mayor antigüedad que aquel; aunque es para mí evidente que no excede al siglo X, por estar escrito de letra francesa, la cual llamamos así en contraposición a la gótica, que en estos países estaba ya desusada tanto en escrituras como en libros desde la mitad del siglo IX, y si hay por acá algunos códices góticos posteriores a ese tiempo son de lo interior de España trasladados aquí. La antigüedad que digo de este códice puede ser la causa de conservarse en él la ortografía más antigua, escribiendo: W por G. = Terracona por Terragona. = Eliberris, Italica, Ilerda en vez de Heliberris, Hitalica, Hilerda, y otros que se hallan en el códice Urgellense. Ambos códices son una prueba evidente del celo con que nuestras iglesias mantuvieron pura e ilesa su propia y original colección de cánones, que aun escribiéndose estos libros en tanta proximidad a la Francia, donde corrían las invenciones pseudoisidorianas, sin embargo se hallan libres de ellas enteramente. Otra ventaja ofrecen en los nombres de los Obispos asistentes a nuestros concilios, que cierto por lo que en los dos he visto pueden sus variantes servir en esta parte de texto y ser preferidos a la lectura de otros códices. Notoria es la utilidad que de esto resulta. Mayor sería la del total cotejo de los cánones; sed nunc non est his locus. Al fin de este códice Gerundense están los dos concilios celebrados en esta iglesia en los años 1068 y 1078, de los cuales se hablará otro día.

Curiosa y apreciable es una Biblia que allí hay, más por las circunstancias y opinión que de ella se tiene que por el valor intrínseco del ms., que es del siglo XIII, poco más o menos. Bien escrito, pero de mérito inferior a otras Biblias que he visto y examinado en nuestras iglesias, mucho más respetables por su antigüedad, y aun por su lujo (a). (a) En el tomo 43 de la España Sagrada, prol. p. XVI, se dice de este códice: Seguramente se puede afirmar que no se hallará cosa mejor escrita. 

Con todo eso el vulgo cree que es dádiva de Carlo Magno a esta catedral, y así lo escribe el padre Roig (Resum. Hist. de Gerona, pág. 221). 

Error que conocerá cualquiera que esté versado medianamente en la paleografía. Para mayor desengaño merece copiarse el epígrafe final, que dice así: Explicit Biblia. Magister Bernardus de Mutina fecit. = Laus tibi sit Christe quoniam liber explicit iste. Luego se halla esta nota: Charles = Ceste. bible. est. à. nous. Charles. le. V.e de. notre. nom. Roy. de. France. et. lachetames. de. Saint. Lucien. de. Biannez. lan. M.CCC.LXXVIII. (a: La España Sagrada. Tom. 43. p. 76. Lee: LXXIII.). escrit. de. notre. main. Esto bastaba para que el citado escritor que trabajó aquí su obra, y debió ver muchas veces este códice, conociese que todavía estaba en Francia el año 1378. Permaneció allí mismo hasta la mitad del siglo XV, en que Don Dalmacio de Mur, Obispo que fue de esta iglesia (de donde pasó a las de Tarragona y Zaragoza), estando en París como Embajador de nuestro Rey Don Alfonso V, la compró, mandándola después en su testamento a esta catedral, en cuyo poder entró día 10 de octubre de 1456. Consta esto último en el archivo del vicariato episcopal, Manual de 1456 a 1459, número 20, fol. 58, donde está la escritura que hizo el tesorero del recibo de dicho libro, el cual describe así: Quae Biblia est magnae formae scripta in pergamenis, cum pulcherrima littera et diversis historiis: supra habet cohopertorium panni sirici lividi, et duo tanchatoria cum quibus clauditur; sunt auri fini, cum armis Regis Franciae et etiam grenimentum dels Giradors est auri fini. Y porque nadie tropiece en la diferente encuadernación que supone esta nota con la que el códice tiene hoy día, de terciopelo verde y cuatro hebilletas de oro, sépase que esta es reencuadernación hecha el año 1629, como se puede ver en las actas capitulares. He dicho todo esto para desengaño común en este punto, en que no hubo más yerro que el de tomar un Carlos por otro. Otra Biblia del siglo XIV hay allí, que sólo tiene de notable la diferente división de capítulos de la que hoy usamos.

Por último debo hacer memoria del utilísimo repertorio que compuso el canónigo de esta iglesia D. Sulpicio Pontich, dividido en cuatro grandes volúmenes fol., donde por orden alfabético de materias y con gran limpieza están escritas las noticias más importantes de esta iglesia en rentas, obligaciones, privilegios, fábrica, alhajas, reliquias, sepulcros, dignidades, canónigos, Obispos, refiriéndose en todo ello con grande puntualidad a los libros y escrituras que él vio para formar tan vasta y prolija obra, que abraza todas las épocas de esta iglesia hasta el año 1736, dos años antes que muriese su laborioso autor. Digo que no he visto en iglesia alguna semejante trabajo, en que pueden y deben descansar los venideros, cuya continuación es tan fácil como sensible el que se omita. El catálogo de Obispos es muy exacto desde el siglo XV, y de él hablo cuando verás en el mío que cito a Pontich. Es decir, que no he dudado adoptar lo que él refiere siempre que me han faltado los documentos que él debió disfrutar. Mas en lo que be hallado pruebas originales, a ellas me atengo, que son las verdaderas huellas por donde debe caminar un historiador, y no a la autoridad de este sabio, por respetable que sea; que no es prudente valerse del trabajo de otro estando a mano las fuentes de que él se valió, ni es esto de provecho para la historia, ni dura la fama y crédito que de este modo se adquiere más de lo que tardare en descubrirse el plagio.

Otros libros quedan en el secretariato de más o menos utilidad, los cuales he visto y registrado a mi gusto; y de todo se sirve Dios. Basta para primer día. A Dios. 

P. D. Se me olvidó dar razón de un libro que allí mismo hay, y es puntualmente uno de los que más han enriquecido la parte literaria de mi viaje. Es una miscelánea de varias apuntaciones y curiosidades del uso de Pedro Miguel Carbonell, autor de una Crónica impresa de Cataluña y archivero del Archivo real de Barcelona a fines del siglo XV y principios del siguiente. El gran número de buenos libros que poseía este notario se ve en los muchos que hay esparcidos por toda Cataluña con el epígrafe final de su mano en que notaba el día en que los compró y su precio. Sólo la Biblioteca de padres dominicos de esta ciudad posee unos diez y ocho volúmenes de estos que digo, muy apreciables por la antigüedad de sus ediciones, de que daré alguna muestra otro día. Era además un curioso hacinador de los trataditos, epístolas, poesías y otras cosas que escribieron los sabios de su tiempo. También se esforzó él mismo en algunas composiciones; conato loable por la ocasión que con ellas dio a que sus amigos escribiesen en prosa y verso algunas cosas dignas de la luz pública que él nos conservó copiadas en su libro.

Tales son algunas odas y epitafios compuestos por los hermanos Alejandro y Antonio Geraldino Amerinos Italianos (acaso Catalanes, naturales de Amer) que vivieron por acá mucho tiempo, y cuyas poesías son conocidas en D. Nicolás Antonio, Fabrici y otros. Entre ellas hay sin duda algunas inéditas. Publicada está ya al fin de la Marca hispánica la erudita carta del canónigo de Barcelona Gerónimo Pau, quibus elementis Barcino scribi debeat. Mas aquí está mucho más correcta que en la impresa, y además se hallan dos de Carbonell que dieron ocasión al erudito trabajo de aquel sabio Catalán, que es la única obra que le ha dado a conocer en la república de las letras. Su talento poético está enteramente desconocido; mas aquí hay varias composiciones dirigidas a su amigo Carbonell, muchas odas y epigramas y un himno grave en alabanza de S. Agustín de más de 360 hexámetros. Ya que la cosa lo pide copiaré por muestra algo suyo. 

Hieronymi Pauli Barcinonensis ad Dominam. 

Moestus eram curis, quas tu male chara dedisti:

Vicinum placuit nemus adire mihi. 

Nunc avium cantus miror, nunc vallibus erro, 

Nunc juvat iratae cernere murmur aquae. 

Altius hic inmensos pandebat maxima ramos: 

Hac libuit nomen saeva notare tuum. 

Crescet ut haec arbor, sic vos crescatis, amores, 

Mox praecor: oh Superi: Venus amica fave. 

Finieram. Nostros Dryas miserata dolores

Delevit gratas cortice nympha notas. 

Deleat usque licet: mea te praecordia servant; 

Nec nisi cum morte noster abibit amor.


Ejusdem de coeco et claudo pariter 

mendicantibus per orbem. 


Unum oculis, alium pedibus natura carentem, 

Informemque suis fecit utrumque malis. 

Addidit ingenium, quo nil praestantius unquam 

Vel dedit illa viris, vel dedit illa Deis.

Ingenio superant injustae damna novercae,

Prospicit, et vitio doctus uterque suo.

Fert humeris claudum caecus: graditurque per orbem 

Illius iste oculis, hujus et hic pedibus. 

Por estas únicas muestras se ve cuan bien cultivó su ingenio aquel Español en su larga morada en Italia, donde acaso no se hallará un poeta de aquel tiempo que exceda la elegancia y propiedad de estas composiciones. No le viniera mal al abate Lampillas la noticia de esto que digo para la apología de nuestra literatura. 

Otras curiosidades encierra este libro, y entre ellas un opusculito de viris illustribus Catalanis, coetáneos de Carbonell, escrito por él a continuación del que compuso Bartolomé Faig de los Napolitanos. Item una correspondencia latina entre Carbonell y el sabio jurisconsulto de Barcelona Juan Villar. 

¿Qué haría con todo esto sino copiarlo por si hay alguna vez proporción de hacer al público este regalo? Lo mismo quise hacer con varias inscripciones romanas de España que allí están copiadas, y con muchas de las que había en Roma, Milán, y otras ciudades de Italia a fines del siglo XV cuando las copiaba el citado Gerónimo Pau, y enviaba a Carbonell. Mas para no hacerlo tuve mil razones. El no saber si existen, si están ya publicadas, si las copias son fieles: cada cosa de estas debió bastar para retraerme de trabajo tan ímprobo. A Dios otra vez. 

miércoles, 26 de octubre de 2022

CARTA LXXXVIII. Colegiatas Castellbó, Orgañá y Tremp; Gerri, Santa María de Mur

CARTA LXXXVIII. 

Noticia de las colegiatas de Castellbó, Orgañá y Tremp, de los monasterios de Gerri, Santa María de Mur, con el catálogo de los abades de dichos monasterios. 

Mi querido hermano: Tras la noticia de los monasterios e iglesias antiguas que ya desaparecieron de nuestra vista, vendrá bien decir algo de las actuales, digo, de las que han permanecido hasta nuestros días y salvándose de la vicisitud de las cosas humanas, nos han conservado algunas noticias literarias, y muchas históricas de los siglos remotos. Gran trabajo me ha costado esta investigación; lo cual sabrá quien conozca lo montuosa y quebrada que es la mayor parte de esta diócesi. Mas no era poco consuelo hallar entre barrancos y roturas, escondidas y como enriscadas, las fuentes puras de la historia. 


COLEGIATA DE CASTELLBÓ. 

https://www.catalunya.com/colegiata-de-santa-maria-de-castellbo-17-16003-573420?language=es

A tres horas de esta ciudad se halla situada la villa de Castellbó, cabeza del antiguo vizcondado de este nombre. Hay en ella una colegiata, servida de un prior y cinco canónigos, erigida por el Papa Eugenio IV en 1436 y confirmada por Nicolao V. 

Su hábito coral es como el ordinario de los beneficiados graduados de esta diócesi, es a saber: sotana negra, roquete y almuza, o capa corta con cenefas de tafetán carmesí. Acaso sería esto lo que les concedió el Obispo de Urgel Don fray Andrés Capilla en 1598, dándoles facultad deferendi almucias vermilias, (barretina vermella) según la costumbre de otras colegiatas. Con el favor que debí al canónigo curado Don Simón Segovia, registré a mi placer el archivo, donde se hallan muchos instrumentos pertenecientes al antiguo monasterio de Santa Cecilia, sito en el valle de Elins, junto a la villa de Pallarols, cuyas rentas se adjudicaron en gran parte a la dotación de esta colegial. En la historia que ya envié de aquel monasterio, dije de sus principales escrituras. Otras sirvieron para la cronología de los Condes de acá, y otras para otros artículos. De todo se sirve Dios. 


COLEGIATA DE ORGAÑÁ. 

https://www.rutasconhistoria.es/loc/santa-maria-de-organa

Otra colegiata hay a cinco horas hacia el mediodía de la Seo de Urgel, camino de Barcelona, en la villa de Organya (Organyà), compuesta de un priorato unido al capítulo de la Seo de Urgel y seis canonicatos. Su iglesia, a excepción de la portada, es obra del siglo XI, construida en tiempo de San Ermengol, Obispo de Urgel, por Isarno, Señor de todo el Valle de Cabó (donde está situada dicha villa, arrasando el primitivo edificio que había levantado su abuelo también Isarno en tiempo del antecesor Obispo Salla. Consagró en el mismo siglo esta iglesia el Obispo Guillermo Guifredo, dotándola con muchos bienes, y ordenando que se instituyese en ella aut monasterium de monachis, aut abbatiam de Clericis, como dice la escritura de quien voy sacando estas noticias. Nada de esto se efectuó; antes ocupando esta iglesia por espacio de sesenta años un mal clérigo llamado Adalbertino, con su largo concubinato y disolución consiguiente y otros males que allí se cuentan, lo tenía todo en pésimo estado. Especialmente se menciona un incendio que acabó con las escrituras antiguas y códices de la iglesia. En este estado Guitardo, hijo del sobredicho Isarno, junto con su mujer Gebellina, convidando a los arcedianos y canónigos de Urgel, a los canónigos reglares de Solsona y Cardona, a Ennego, prior del monasterio de San Andrés de Trespons (Tresponts, entrepontos), y a los nobles Bernardo Trasvar, Arnal Guilabert, Guillermo Arnal y Guillermo Riculfo, los juntó todos en el claustro de la misma iglesia, donde fue juzgado y removido Adalbertino, el cual compareció como reo con una soga al cuello. Seguidamente de acuerdo con Fulcon, procónsul (vizconde de Cardona), y del Obispo de Urgel Bernardo Guillén, dotaron de nuevo la iglesia los sobredichos señores, et ut deinceps, dicen, inibi degentes vivant et militent Deo secundum vitam Apostolorum et secundum instituta Beati Agustini et Sanctorum Patrum. Hízose de todo ello una solemne escritura que existe allí original, de donde es la copia adjunta (a: Ap. n. XVIII.) cuya lectura no disgustará. Si realmente se introdujo allí la vida canónica agustiniana, como parecen desearlo sus restauradores, duró muy poco, pues desde fines del siglo XII se halla ya en estado puramente secular con plan de distribuciones pecuniarias, consignaciones de rentas alodiales a los nuevos Canónigos y testamentos hechos a la hora de su muerte. Yo creo que más bien se instituyó allí una canónica cuasi Aquisgranense, según manifiestan las palabras instituta Sancti Agustini et Sanctorum Patrum; porque esta última expresión se omitió enteramente donde se estableció la pura regla Agustiniana (pone Agustianana). En el archivo de esta iglesia queda buena porción de escrituras de todo el siglo XII y siguientes, las cuales vi, merced al favor del Señor Don Ramón Bosch, canónigo curado y del capítulo de la misma iglesia. 

A la puerta de esta hay una cadena colgando: indicio o de ciconia o señorío (que lo tiene aquel capítulo de la mitad de la villa y pone un bayle con otro del Rey) o reliquia de las vigilias nocturnas. 


MONASTERIO DE GERRI.

https://www.monestirs.cat/monst/pasob/cps03gerr.htm

En el real monasterio de Santa María de Gerri no hallé tantas riquezas como me había prometido, y cuya sola esperanza pudo hacerme atropellar por tantas incomodidades de aquel viaje, que jamás se borrará de mi memoria. En resolución este es un monasterio de Benedictinos de la congregación tarraconense, situado a la orilla de Noguera de Pallás y dentro del condado de este nombre. Casa de grande antigüedad, matriz de otras muchas; pero donde el furor de las guerras de sucesión hizo daños irreparables en la parte diplomática. Su primitivo titular fue el de San Vicente Mártir, como lo dice una escritura que va copiada del año 969 en que el Conde de Pallás Raimundo con sus dos hermanos Borrell (pone Borrel) y Suniario, y de acuerdo del Obispo de Urgel Wisado hizo donación a este monasterio de varias tierras, y mencionado su titular San Vicente, añade: qui primus ibi fundatus fuit. Hallada, no se sabe cuando, una imagen de nuestra Señora se llamó Sanctae Mariae et Sancti Vicentii M.: y esto ya a fines del siglo VIII. A los dos títulos se añadieron los de S. Miguel, S. Juan y S. Pedro, como aparece en escritura que irá copiada (a: Ap. n. XIX.). Lo cual debe entenderse de los varios altares que en él había construidos. El templo actual es obra del siglo XII, consagrado el año 1149, indicción XII a 7 de las calendas de octubre por el Arzobispo de Tarragona D. Bernardo Tort y el Obispo de Urgel Bernardo Sanz, en presencia de Artal, Conde de Pallás. Concediose guidatico a los fieles que viniesen todos los años a la fiesta aniversaria de la dedicación. En la escritura firman a más de los dichos los Obispos Guillermo de Barcelona, Pedro de Ausona, Bn. de Zaragoza, Berenguer de Gerona, y Guillermo de Lérida y Mir Guerreta. Los monjes han tenido la curiosidad de imprimir esta escritura y de colocar un ejemplar en el camarín de nuestra Señora. Lo cual me renovó la memoria de nuestra colección diplomática, y el dolor de verla abandonada después de haber preparado tres tomos en folio de impresión a costa de inmensos sudores en Segorbe, Tortosa, Tarragona, Barcelona y Vique. En dicha iglesia no vi cosa que llamase la atención, si no es la rareza de la bóveda de las dos naves laterales, que es un segmento de círculo que descansa en su mayor altura sobre los arcos que dividen estas naves de la principal; al modo de las bóvedas que sostienen los pasillos de las grandes escaleras. No vi en ella ni en otra parte del monasterio ningún sepulcro de los Condes de Pallás; y eso que comúnmente es llamado Panteón de dichos Príncipes, y que en la citada escritura del año 969 verás que el Conde Raimundo dice que sus padres estaban enterrados allí, y aun indica que él imitaría su ejemplo. Y en esto no hay que buscar achaque de guerras, porque un sepulcro de un abad del siglo XIV pasó por todas ellas y allí se está como lo pusieron. Los que construyeron el templo actual a principios del siglo XII, debían ser poco sensibles a la memoria de sus bienhechores y al interés con que la historia mira la conservación de estos monumentos. En la sacristía vi un hueso de San Vicente Mártir, que a mí me pareció de la rodilla; y cierto no es el brazo, que según dicen había allí antiguamente, y que suponen visitó en debida forma el abad Pascual de Cuberes hacia el año 1430. De su corto archivo me aproveché cuanto permitió la franqueza de los monjes, que nunca podré agradecer bien, mayormente estando ausente su abad. Hay allí algunas copias de los siglos X y XI de escrituras del VIII. Tal es la adjunta copia de la donación que hizo a este monasterio y a su abad Teobaldo un ilustre personaje llamado Spanella, que después se hizo monje allí mismo, y era abad en el año 818. Llámase a sí mismo pariente de Carlo Magno. La fecha es XII Cal. julii, regnante Domino imperatore nostro Carolo, ac Longobardorum rege, anno XIIII. regni ejus, que yo creo ser el 781 (a: Ap. n. XX.). Firma en esta escritura el Conde Fredolo, a quien la Marca Hisp., col. 362, atribuye la restauración de esta casa hacia el año 776 de Cristo. Otra copié que ya envié en el Episcopologio Urgellense, en que se hace memoria del Obispo Raudulfo de aquella Iglesia, desconocido hasta ahora. Omito las noticias que se tomaron para la cronología de los Condes de Pallás, que están en su lugar, e irán a su tiempo. Nada más resta sino poner el catálogo de los abades que gobernaron aquella casa, que esto siempre es útil. 

Catálogo de los señores abades del monasterio de Santa María de Gerri. 

Años de su existencia. 

Gaudemiro. 776. 813. 

Theodebaldo. 814. 

Spanello. 818.

Garsaton 827.

En 840 vacaba la abadía y la gobernaba el prepósito Trasilano. 

Aniano. 848.

Eliseo. 868. 

Atto. 896.

Gaudemiro. 903. 907.

Leugelledo. 908.

Alto.          930. 969.

Igila. 972. 

Mirón. 980.

Igilano o Igila. 1010. 

Arnaldo.         1012. 1016.

Bernardo. 1035.

Ponce. 1055.

Ugberto. 1068.

Arnaldo.         1075. 1080.

Ponce. 1080.

Vacó la abadía en 1081 y la gobernó Theudaldo, prior, hasta que entró en ella

Arnaldo. 1082. 

Pedro Roger. 1086. 

Pedro Ricolfo. 1089. 

Ponce, monje de Marsella. 1097.1107. 

En la contestación que dio este monasterio a la Encíclica con que el de Ripoll participó la muerte de su abad Bernardo en 1102, sólo contó entre los abades Gerrenses difuntos a Arnaldo, Mirón y Atón. Alguna circunstancia que no conocemos fue la causa de pedir sólo sufragios por estos, callando a los demás que hubo más próximos a dicho año.

Ponce.         1108. 1111.

Berenguer. 1114.

Juan. 1115.

Berenguer. 1119.

Consta de una escritura que dice: Ego Odo gratia Dei Urgellensis Episcopus qui sum in loco Abbatis simul cum cuncta congregatione Santae Mariae Gerrensis coenobii facimus cartam, etc... Facta carta in mense madio, die pridie kalendas junii anno ab Incarnatione Domini CXXII post millesimum. En razón de esto en la fiesta de San Odón se le llama aquí Ordinis nostri.

San Odón, loco Abattis. 1122.

Guillén Bernardo. 1129. 

Guillelmo. 1137.

Ponce. 1138. 1176.

Hugo. 1176. 1187.

Hugo. 1187. 1202.

Ponce. 1203. 1218.

Guillelmo. 1220. 1223.

Fredulo. 1223. 1232.

Bernardo. 1234. 1242.

Henrico. 1244. 1246.

Ponce. 1247. 1252.

Ramón. 1252. 1273.

Bernardo de Tolón, electo, siendo prior de San Andrés de Pisa en el octubre de 1273; pero no lo aceptó o murió luego, pues era ya abad

Sancho Anerio. 1274. 1305. 

Ramón de Peramea. 1306. 1344.

Ramón de Convenís. 1344. 1348.

Arnal Jaulesio. 1348. 

Berenguer de Eril. 1365.

Fue Obispo de Barcelona.

Don Jaime Za-robira. 1370. 1421.

Tenía por vicario general a Juan, Obispo Othoniense, el cual en 1394 consagró la iglesia de San Martín de Canals. 

Don Pascual de Cuberes. 1423. 1453.

Visitó el brazo de San Vicente Mártir que había en el monasterio. 

Don Arnaldo Roger de Pallars. 1454. 1461.

Fue Obispo de Urgel.

Don Ramón Cella. 1465. 

Don Gabriel Miguel. 1524.

Don Juan Margarit. 1534.

Don Juan de Pomar. 1541.

Don Pedro Farrera. 1543.

Bernardo Cardona. 1556.

Mateo Gallard. 1558.

Agustín Gallard. 1589.

Luis Sanz, Obispo de Solsona. 1612. 

Juan Álvaro, Obispo de Solsona. 1623.

Fue Cisterciense, abad de Veruela, comendatario de Gerri, Obispo segundo de Solsona. Murió en Tárrega a 13 de octubre de 1623. 

Miguel Santos de San Pedro. 1631.

Obispo de Solsona, promovido a Granada en 1631. Este fue el último abad comendatario, el cual tomó la juiciosa determinación de renunciar la abadía en 1630, pidiendo al Rey que la proveyese en un propietario que cuidase de desempeñar por sí mismo tan graves obligaciones.

Miguel Salabardeña. 1634. 

A 2 de noviembre de 1631 se unió este monasterio a la Congregación Tarraconense. 

Juan Bautista de Castro. 1643.

Vacó la abadía 13 años. 

Manuel Ermengol. 1658.

Félix Besturs. 1670.

Josef Bover. 1685.

Miguel Guanter. 1688.

Benito Sala. 1698.

Después Obispo de Barcelona y Cardenal. Tiénese por suyo un retrato pequeño que hay sobre la puerta de la sacristía en la parte interior.

Francisco de Cordelles. 1739. 

Francisco de Miranda. 1760. 

Josef de Areny. 1784.

Juan Bautista de Olmera y Desprat (d'es prat : del prado). 1785. 1788.

Benito Jaime Romeo y de Cerezo. 1789. 1793.

Francisco Puig y Berenguer. 1794. 1796. 

Benito de Olmera y de Desprat, actual abad. 

El monasterio está colocado en una pequeña llanura a quien corresponde otra de la otra parte del Noguera, que corre como por un canal. Mas en eso poco trabajan los vecinos en beneficiar un manantial de agua salada que allí mismo les nace, y que es todo su trigo y vino y aceite, y aun les vale por todo ello. Cógense anualmente de quince a veinte mil cargas de sal, que estancadas por cuenta de S. M., al paso que enriquecen a aquel pobre vecindario, suelen dejar al real erario el producto líquido de cuarenta mil duros, conforme me informó el administrador de dichas salinas Don Mariano Puig. La iglesita del lugar está dedicada a San Félix Mártir: su construcción es del siglo XII: antigüedad que tienen la mayor parte de las iglesias de estos montes, a donde a pesar de su aspereza y poco comercio no dejó de penetrar el mal gusto de escultura del siglo XVII en los pésimos altares, que hacen un horrible contraste con la sencillísima arquitectura del siglo XII. 


COLEGIATA Y VILLA DE TREMP.

https://www.visiondrone.cat/el-castell-de-mur-la-colegiata-i-la-conca-de-tremp-a-360o/

Del monasterio de Gerri, rodeando por los de Labax y La O (de los cuales se hablará en lo de Lérida), vine a la villa de Tremp, que es del señorío del Obispo de Urgel; y acaso por esa razón el gobernador militar y político de este territorio vive siempre en la próxima villa de Talarn. El susto y sinsabor que causan los montes que habíamos atravesado, se templó con la vista de este valle que llaman la Conca, país de abundante y buen vino. Plántanse aquí las cepas muy unidas unas con otras, pero distan los surcos (pone sulcos) entre sí seis, ocho y doce varas, sembrando alternativamente las fajas intermedias de cebada. La calidad del terreno no sufre otra cosa. El convento de San Jaime donde nos hospedamos no ofrece cosa que contar si no es una excelente edición en folio de la Ethica de Aristóteles, vertida al latín, puntualmente la misma de que hablé en la carta XXXIII por un ejemplar mss. que vi en la biblioteca de mi convento de Valencia. No trae este impreso nota alguna de editor, ni año, ni foliatura, ni lo que es más, el nombre del intérprete latino. Por donde es más apreciable aquel mss., y este impreso es sin disputa de los primeros ensayos de la tipografía.

De la iglesia colegiata de esta villa poco tengo que decir, porque lo poco que en ella se conserva de antigüedad lo publicó y ponderó el padre Don Jaime Pascual, canónigo Premonstratense, en la Disertación del Obispado de Pallás, impresa en 1785. En resolución todo viene a parar en que esta iglesia observaba ya desde mitad del siglo XI la vida canónica, presidida por un Prepósito o Arcediano, no Abad, como parecía inferirse del título de casa abbacial, que queda en instrumentos del siglo XIII y XIV, porque esa ya se sabe que es palabra común en aquel tiempo, y aún ahora a todas las casas de curas y Prelados parciales de las iglesias. Duraba todavía en esta algún rastro de la vida común en 1313, cuando el Obispo de Urgel Don Fray Raimundo Trebaylla, entre las constituciones que para ella hizo, mandó que todos o la mayor parte de los canónigos comiesen juntos en las casas de la abadía. Debe el público agradecer al citado escritor las noticias que produjo acerca del antiguo obispado de Pallás y del de Roda; aunque en lo de haber fijado la primera Silla en esta iglesia de Tremp se valió de muy débiles conjeturas que ahora no me toca examinar. La fábrica del templo actual es del siglo XIV; y aún a principios del siguiente, en 1403, el Obispo Don Galcerán de Villanova aplicó para su conclusión la décima de todas las mandas pías. Hay en ella un buen crucifijo en capilla propia. Al lado del altar mayor está enterrado el Obispo de Urgel Don Francisco Catalán y de Ocón. Ni memoria queda de haberse enterrado aquí ninguno de los Condes de Pallás, con ser así que alguno de ellos eligió su sepultura en esta iglesia. Para las memorias de estos Príncipes me ha sido algo más útil el archivo secular de esta villa, donde también guardan un misal Urgellense impreso en Venecia en 1509; el único ejemplar que he visto de esta edición. 


SANTA MARÍA DE MUR. 

https://patrimoni.gencat.cat/es/coleccion/iglesia-de-santa-maria-de-mur

Distante tres horas de Tremp se halla en la cresta de un monte la iglesia de Santa María de Mur, antiguo monasterio de canónigos reglares de San Agustín, gobernado como mandaba aquella regla por un prepósito, electo primero por el capítulo de canónigos, a mitad del siglo XIV por el Papa, y comenzado a dar en encomienda hacia la mitad del XV, que son las tres épocas y la suerte común a todas las abadías y monasterios de este principado. Hoy se conserva dicha prepositura, y es lo único que ha quedado después de su secularización por Clemente VIII. Con el beneplácito de su actual obtentor Don Jaime Ramón Bages, a quien llaman Pavorde los naturales, subí desde la villa de Guardia una hora de rapidísima cuesta, en cuya cima se halla un castillo árabe bien conservado en las paredes exteriores, que después sirvió de fortaleza a los señores de este monte. A poca distancia se hallan las reliquias del monasterio, del cual quedan los claustritos con algunas memorias sepulcrales de poca entidad y otras oficinas. La iglesia se conserva bien: es de construcción del siglo XI, y de solas dos naves iguales divididas por tres machones, rareza a que les obligó la situación. La latitud de ambas es de 42 palmos, poco más; su longitud de 100: a proporción es la bóveda baja, pero sencillísima. En una piececita pequeña colateral a la sacristía, se halla el archivo más bien arreglado y curioso que hasta ahora he visto. Entendió en ello el sabio padre Don José Martí, canónigo Premonstratense de Bellpuig de las Avellanas, el cual observó tres cosas importantísimas en este género. Primera: la clasificación de los pergaminos por materias, orden el más cómodo y natural para el hallazgo de lo que se busca, aun cuando se extravíen o pierdan los índices como se perdió aquí por la insensatez del que heredó los bienes del difunto prepósito, que jamás ha querido restituir a este archivo el índice que halló entre los libros del testador. Segunda: Quitó los pliegues y dobleces con que se suele atormentar a los pergaminos y proporcionar a los ratones que sepulten en sus entrañas líneas enteras del cuerpo de las escrituras. Este daño se evita con el método seguido aquí, que es rollar muy ajustadamente los pergaminos, con que aquellas sabandijas coman en todo caso las extremidades blancas de los diplomas. Tercera: hízose más todavía; porque a cada pergamino se le pusieron dos ataduras una a cada extremidad, cosa que si bien es molesta para quien tenía prisa como yo; pero en la conservación de los archivos, más se ha de atender a la lentitud de los tiempos, que a la actividad e impaciencia de los que los han de registrar. Todo esto se hizo aquí; y cierto, es cosa de gran vergüenza que en un rincón del mundo, sólo accesible a una gran sed de memorias antiguas, se halle este archivo con toda la atildadura y perfección de que es susceptible, y que otros públicos de hecho y de derecho, no sólo carezcan de esta perfección, sino que les falte aun el orden intrínseco y se hallen a punto de perecer.

Dejo para otro tiempo estas lamentaciones. Vi todos los papeles de este archivo con el auxilio del vicario nutual Don Josef Jovenich, quien me hospedó amigablemente por lo que ama la sociedad; y eso que no le falta concurrencia en los días festivos con motivo de visitar una imagen de Cristo crucificado. Buenas noticias hallé relativas a los antiguos Condes de Pallás, que quedan ya apuntadas en su lugar para ilustrar esta cronología, ignorada y difícil de liquidar. Entre otras, las hay notables del fundador de esta casa Raimundo Conde y su mujer Valencia, los cuales hicieron consagrar esta iglesia al Obispo de Urgel Guillermo Guifredo el año 1069 a 12 de enero. Vi allí copia de la escritura próxima a su fecha, que comienza: Almitas Dei patris clementia, y la dejé de copiar, porque creí que la publicó ya la Marca Hispánica, y porque aun cuando no esté publicada, no contiene más que lo ordinario y sabido en cosas de esta clase. Dícese en ella dedicada esta iglesia a Santa María, San Pedro, y San Esteban, que serían los tres altares que entonces habría en ella. Los fundadores eligieron aquí su sepultura. A lo menos del Conde consta que estaba enterrado en el cementerio de esta iglesia en el año IIII, cuando Pedro su hijo, Conde también de Pallás, en una donación a Santa María de Mura, dice: in cujus cimiterio praedicti patris mei (Raimundi) corpus sepultum est. Hoy se cree ser su sepulcro uno de piedra común que hay en la capilla de San Paciano O. y M., donde por una abertura se ven varias calaveras. En la cubierta hay de relieve cuatro escudos con las cuatro barras de Aragón. Sospecho que este sepulcro no es del tiempo de aquellos Condes, y acaso ni de ellos tampoco; no siendo inverosímil que lo sea de la familia de los Murs, señores de este territorio. Tenía este monasterio sujeto a sí como priorato el monasterio de San Miguel, de canónigos reglares de San Agustín, sito donde hoy dicen los Terradets, de lo que se dice más en lo de los monasterios arruinados. En una donación del Conde de Pallás, Arnaldo Mirón a Juan de Muro del año 1168, se lee que le da unas tierras in insula quae est in Paratavia. No sé ni hallo quien me diga lo que esto es. ¿Y quién sabe si Cervantes conocía esta Insula cuando le dio su gobierno a Sancho Panza (Barataria)? Pero esto lo dije ya en otra ocasión (a: V. Tom. 7. pág. 135.).

Concluyo según mi costumbre con las noticias que recogí al paso de los antiguos prepósitos de esta casa. 

Años de su existencia. 

Berenguer Olomar. 1126.

Arnaldo de Pallars. 1179.

Centurio. 1182. 

Bernardo de Zaclusa 1203. 1212. 

Bernardo de Mur, 

Arcediano de Urgel 1218. 1228. 

Guillermo. 1237. 

Arnaldo. 1246. 1268. 

Arnaldo de Mesull. 1284. 1295. 

Alegret Filia. 1299. 1322. 

Dalmacio de Mur. 1322. 

Raimundo Filla. 1345. 

Ponce. 1356. 

Arnaldo. 1360. 1370. 

Raimundo Ferrer. 1372. 1395. 

Antonio Polo. 1405. 1423. 

Guillermo Ferrer. 1473. 

Tomas Canonge, alias Girart 1551. 

Nada más. De aquí pasé a descansar algunas horas a la abadía de San Esteban de la Sarga. Es esta una de las muchas parroquias que hay en este obispado, cuyo cura a pesar de la tenuidad de sus rentas conserva el título de abad y jurisdicción civil en algunos lugares. De uno de ellos, y va de cuento, sé que presentándose pocos años ha al Obispo de Urgel, recién ido a su Silla, e ignorante de lo que ellos son, mandó entrar recado que estaba allí el abad de N. Quiso el Obispo recibirle con el decoro correspondiente al título creyendo que lo sería de algún monasterio, y mandole detener mientras se vestía las manteletas. Admitido finalmente, y visto lo ralo y mugriento de sus vestidos, sombrero y rostro, díjole con gracia. ¿V. es abad? V. será abadejo. Como quiera que esto sea, el que digo me dio buen hospedaje; con que atravesando después el alto monte de Monsech, pude llegar a la villa de Ager, que tanto deseaba. Lo que vi y noté en su iglesia queda dicho en el tomo IX, carta LXXIV y siguientes. A Dios. = Urgel, etc.