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sábado, 7 de mayo de 2022

POETAS CANARIOS.

POETAS CANARIOS. 
(Parte de la 
REVISTADE ESPAÑA Y SUS PROVINCIAS DE ULTRAMAR)


Jens Steckert, Teide, Caldera

Entre los pueblos que no cuentan con aurora literaria, entre los pueblos que en la grande obra del progreso intelectual no representan un pensamiento, una tendencia determinada a este o al otro ramo del saber, numéranse las Canarias, esas islas tan nombradas en el archipiélago de las Atlántidas. 

La feracidad de su suelo, lo dulce de su clima, lo poético de sus valles, la precocidad misma de sus hijos, no han sido bastantes para que su juventud estudiosa se haya lanzado a conquistar los lauros de la gloria, ni con el rústico caramillo de los pastores, ni con el arpa de encina de los Escaldas del norte. Han leído los canarios que los antiguos bardos asistían a los sacrificios religiosos; que los poetas de la Provenza llevaban una vida de peregrinación, con una lira y una banda bordada que desde el siglo XII los juglares y trovadores fueron el alma de la sociedad, ocuparon los primeros destinos y dominaron la aristocracia del linaje y de la riqueza, y sin embargo, aquellos insulares se han contentado con saborear la historia y confesar el mérito que  justamente ha coronado el esfuerzo de los jefes de la revolución literaria. Sólo alguno que otro más atrevido por cierto, salió de la inacción, para alistarse con mayor o menor éxito en las banderas de sus ilustres predecesores.

Y no se crea que tan general silencio haya nacido de su desidia, que ese quietismo, si se quiere culpable, haya dependido de la carencia de facultades naturales y adquiridas con la constancia en el estudio: arraigadas preocupaciones que supieron fomentar los gobernantes de esos pueblos en épocas pasadas, falta de protección en la enseñanza pública, aun en la presente, y un sistema administrativo de oposición al fomento de su industria, agricultura y comercio, han sido en primer término los motivos lamentables para que hasta el día carezcan, propiamente hablando, de literatura. La patria de los Iriartes, Vieras, Cairascos, Alonsos y Romeros, ocupa a pesar de todo un lugar distinguido en la historia de la civilización española, si bien no le ha sido dable tomar una parte más activa en su engrandecimiento y desarrollo. Las noticias biográficas de los dos poetas con quienes vamos a inaugurar nuestros apuntes sobre bardos canarios, son una demostración del aislamiento y obstáculos que han tenido que vencer todos los que se han consagrado en aquellas islas a ejercitar sus facultades intelectuales. 


DON RICARDO MURPHY Y MEADE


Nació en Santa Cruz de Tenerife el 13 de marzo de 1814. Cursó humanidades en 1829 en la universidad de la ciudad de la Laguna; y este ameno estudio contribuyó a formar su gusto literario. Se embarcó en 1838 para Londres no encontrando protección en su suelo natal, y se empleó en casa de un comerciante. El 1.° de agosto de 1839 empezó a sentirse atacado de una enfermedad pulmonar, y salió para Cartagena de Indias, de donde se trasladó a la Habana. Su mal siguió agravándose, y los médicos le preceptuaron volver a respirar los aires patrios. Se embarcó con dirección a Santa Cruz, y a los cuarenta y seis días de navegación el 24 de octubre de 1840 espiró, contando apenas ventiseis años de edad. 

Sus poesías se publicaron en diferentes periódicos, así canarios como americanos. Pero para que nuestros lectores conozcan cuánto han perdido aquellas islas con la temprana muerte de Murphy, trasladaremos a nuestras páginas algunos trozos de las pocas que tenemos a mano, siendo de lamentar que no se haya hasta ahora hecho una edición de todas. 

En su composición al Aluvión que afligió las Canarias por los años de 1826, se leen estos bellos y sentidos versos: 

"Campos de la Orotava! Albergue grato 

de eternal primavera, do natura 

sus tesoros riendo repartía! 

¿Do están vuestros jardines y florestas? 

¿Do el rústico cantar de los pastores? 

Entre ayes doloridos, 

tristísimos clamores, 

responden resonando confundidos; 

y donde antes los valles ostentaban 

sus matices lozanos, 

vénse ora solo escombros y pantanos. (se ven ahora sólo...) 

¡Cuánto cadáver insepulto yace! 

¡Cuánta familia en la indigencia gime! 

Allí el anciano llora, 

llora la virgen pura; 

sus ecos de dolor los aires hienden, 

y el corazón encienden 

en lástima, en despecho, en amargura!” 


Las valientes estancias que copiamos a continuación las hemos sacado de su canción El Voluntario. 

“Ved la heroica Bilbao, 

esa ciudad escelsa, (excelsa) 

cuál se ostentó invencible 

contra las artes todas de la guerra.

¿Y qué fuertes, qué muros 

formaron su defensa? 

los pechos generosos 

donde el honor y la virtud se albergan. 

…........

…........


¡Y qué! ¿los que en Canarias 

vimos la luz primera 

no contaremos triunfos 

que en algo igualen su inmortal proeza? 

Vosotros, oh guerreros! 

que en la naval contienda 

domasteis valerosos 

del adalid britano la soberbia; 


Decid cuál fue el castigo, 

el desdoro y la mengua 

del hombre de los mares 

que en Trafalgar y en Abukir venciera!" 


Citaremos, por último, el siguiente trozo de su Fantasía compuesta cuando ya estaba enfermo, y durante su navegación. - Tres sombras se le aparecen: 

"¿Quién, quiénes sois? con grito de sorpresa 

pude al fin exclamar; ¿quién os envía 

de la mansión celeste? - Y al instante 

una voz de apacible melodía 

pronunció estas palabras: - Tus hermanas, 

tus tres hermanas, que inocentes niñas 

al sepulcro bajaron, cuando apenas 

la aurora comenzaba de sus días; 

Guillerma, Emilia, Juana... estos los seres 

que con asombro en tu presencia miras, 

desde nuestra mansión hemos oído 

las voces tuyas, y las ansias vivas 

con que otro estado y un mejor destino 

más allá del sepulcro apetecías; 

y ese mundo mejor, ese otro estado 

que el sentimiento y la razón te pintan, 

no es ilusorio, no; que eterno existe, 

y reales y eternas son sus dichas." 

Murphy es además autor de una comedia, El poeta a pesar de su padre, y de una novelita Cecilia y Arturo que se publicó en Santa Cruz de Tenerife. - Mas nada podemos decir acerca de estas obras, porque no las conocemos sino de oídas. 


DON JOSÉ PLÁCIDO SANSÓN. (Grandy)

Nació en Santa Cruz de Tenerife el 4 de octubre de 1815. Cursó matemáticas, humanidades y filosofía moral en la universidad de San Fernando de la Laguna por los años de 1827 hasta el momento en que se cerraron todas las universidades del Reino. Se retiró entonces a su casa cuando apenas contaba catorce años (N. E: véase la edad temprana de los estudiantes universitarios del pasado); y animándose con la lectura de los clásicos franceses y españoles, cuyas bellezas apenas podía distinguir, escribió después de débiles ensayos en el lenguaje de los dioses, la tragedia Anacoana que precisamente adolece de una versificación incorrecta y un plan defectuoso, como trabajo superior a sus fuerzas; sin embargo esta tentativa hizo que se consagrase a un estudio formal de la literatura dramática, y que en los momentos de ocio, alternando con la poesía lírica, escribiese en 1833 las tragedias Aben-Hamet y Atreo y Tieste, ya con mejor éxito, otro criterio, menos defectos y todo el sabor clásico que hasta entonces había adquirido. 

Las dificultades y los obstáculos que haya tenido que vencer este joven para alcanzar el nombre de que hoy goza, debido a él mismo, a su firmeza de voluntad, a su constancia y aplicación, confiésala también con amargura en la advertencia que precede al tercer tomo de sus Ensayos Literarios cuando dice estas sentidas expresiones: - "Encerrado en una isla del Atlántico, lejos del gran mundo europeo, sin maestros que consultar, sin estímulo alguno, solo, reconcentrado en mi individuo, ni yo mismo sé como he podido continuar una carrera, que principiada en 1830 cuenta al presente de existencia doce años. Si a falta de talento ha sobrado fé en el poeta, cualquiera está en el caso de decidirlo..." 

Cuando los débiles reflejos del romanticismo llegaron al país de Sansón, en la fiebre de esa época y atacado por esa epidemia que con tanta energía invadió la Europa, escribió su drama La San Bartolomé, exagerado casi hasta rayar en el delirio.

Poco tiempo después, abierta de nuevo la universidad, siguió sus estudios de filosofía y jurisprudencia. En 1835 escribió otro drama, Zaluca, tomando el argumento del conocido poema de Mr. Vitaubé, José ensalzado; y en los tres 

años siguientes, los tres dramas Rodrigo, María y Elvira, habiendo sido los dos últimos representados con aplauso, no obstante sus lunares. Entretanto daba a luz multitud de poesías líricas en los periódicos, que con vida muy corta fueron apareciendo en aquellas islas sucesivamente. En 1839, mejorado en mucho su gusto y más adelantado en conocimientos teatrales, dio a luz el drama Una mujer; y en 1841 publicó tres tomos de sus Ensayos Literarios; el primero y tercero de poesías de varios géneros y el segundo de tragedias. Insertaremos algunos fragmentos de las composiciones líricas, para que pueda juzgarse mejor de sus adelantos. - Hablando de la grandeza del Criador, entra después en la pintura de una tempestad del modo siguiente: 

"Sus negras sombras, cada vez más negras, 

la oscura noche por do quier sembraba, 

y el pájaro nocturno con gemidos

el horror tenebroso redoblaba...

De improviso en los aires retumbando 

ruedan los truenos; crúzanse en el bosque 

estridentes centellas serpenteando; 

el cielo enrojecido 

a un volcán encendido

semeja, que flamígero se agita

y torrentes de lava precipita;

tiembla la tierra en derredor, y el viento

arranca los arbustos de su asiento. 

No obstante, donde más resalta, donde tiene una fluidez simpática es cuando pulsa las cuerdas del sentimiento; entonces se eleva a una altura distinguida, entonces reconocemos al poeta, y nos hace partícipes de la delicadeza de sus pensamientos. Oigamos lo que dice después de leer a Camoens:

"Bardo de Lusitania, que cantaste 

de Inés la bella el hado lastimoso, 

los nuevos mares, las lejanas tierras, 

y el diforme, gigante tormentorio, (deforme)

de boca negra, amarillentos dientes, 

crespos cabellos y discurso ronco; 

yo, desde el quieto y solitario asilo 

donde se eleva el Teide majestuoso, 

pobre poeta ¡oh genio! te saludo, 

tus glorias canto y tus miserias lloro.... 

¡De aquel infame siglo oprobio eterno! 

Mientras los potentados orgullosos 

en palacios riquísimos contaban 

innumerables sus montones de oro, 

tú, rival de Virgilio, desterrado, 

náufrago triste en el indiano ponto, 

con una mano el agua dividías 

por defender de tu existencia el soplo, 

y la otra mano al cielo levantabas 

mostrando ileso tu poema hermoso! 

vuelto luego a tu patria, de limosna 

sustentabas tus días dolorosos, 

y un hospital prestábate su seno 

para morir abandonado y solo! " 


Buen padre, al hablar de su hija que se hallaba aún en la infancia, prorrumpe en estos sentidos versos: 

"Cuando en tus ojos negros hermosísimos 

la sensibilidad naciente leo, 

y tus graciosas réplicas escucho 

y los latidos de tu pecho siento, 

superior a los reyes de la tierra 

en mi delirio paternal me creo, 

y en medio de aquel júbilo sublime 

bendigo a Dios y contra mí te estrecho!..." 


Dirigiéndose a su recién nacido se expresa en los siguientes términos: 


"¡Oh tú, querida prenda 

del amor de mi esposa, 

flor cuyo tierno cáliz 

ya comienza a exhalar aura de aromas! 


Copo de tersa nieve 

que apenas el sol dora, 

de seda albo capullo, 

rayo de luz, purísima aureola... 


¿Por qué la risa juega 

en tu inocente boca, 

cual leve vientecillo 

entre los blandos pliegues de una rosa? 


¿Por qué improviso arrugas 

tu linda faz y lloras, 

sin que acallarte alcancen 

los halagos de madre cariñosa? 


Imagen de la vida 

eres, cándida joya; 

lo sabrás cuando crezcas 

y surques este valle de congojas. 


Como el llanto y la risa 

por tus labios asoman, 

sucediéndose rápidos 

a la manera de fugaces sombras; 


Así en el mundo, oh niño, 

suceden presurosas 

las penas a las dichas 

los desengaños a ilusiones locas!... 


Duerme, duerme, querube, 

mientras mi mano toca 

tus célicas mejillas, 

Y allá mi mente en el pensar se engolfa." 


Y dirigiéndose luego a su esposa, le dedica las siguientes quintillas: 

"¿Ves aquel campo frondoso 

que en la lejana llanura 

convida con su frescura, 

con tanto laurel pomposo, 

con tanta fruta madura? 


Allí los dos, vida mía, 

las manos entrelazadas, 

mi labio en tu labio un día, 

horas pasamos preciadas 

lejos e esa tierra impía. 

Bellos son los arbolados 

en sábanas de verdura, 

como estatuas levantados 

bellos los tendidos prados, 

bella el agua que murmura. 


Hermoso es un limonero 

con su corona amarilla, 

y con su aroma primero; 

dulce el canto lastimero 

de enamorada avecilla. 


Magníficos los parrales 

con sus racimos colgando, 

las uvas de oro ostentando, 

y a lo lejos los perales 

graciosos grupos formando! 


Ven, llega, esposa del alma, 

y juntos nos sentaremos, 

a la sombra de una palma 

y allí en apacible calma 

mil cosas nos contaremos. 


¿Observas, di, cómo el día 

lentamente va muriendo, 

inundado de armonía? 

¿Sientes la melancolía 

que la noche va esparciendo? 


Música se oye en los mares, 

música se oye en los montes 

que al cielo sirven de altares, 

el aura toda es cantares, 

cantares los horizontes... 


Ven, llega, esposa del alma, 

y juntos nos sentaremos 

a la sombra de una palma, 

y allí en apacible calma 

a ese mundo olvidaremos!" 


Son notables por la viveza de colorido y esmerada corrección las composiciones que llevan por título La Igualdad, Roma, España, la Nación, Bonaparte, A Asturias, La Religión (Rel-i salta línea gion), A Polonia.  

- Hallamos en ellas elevado gusto y verdadera poesía (1). 

(1) Tres de las composiciones citadas han sido escogidas, para insertarse en el Tesoro de los poetas españoles y americanos del siglo XIX que se publica en la actualidad. 

Para concluir nuestras citaciones, transcribiremos aquí algunos trozos de la que dedica a Asturias


"Gloria a ti que levantas la frente 

a un extremo del pueblo español, 

siempre pura, sublime, esplendente, 

como el disco se muestra del sol! 


Desde el mar que tus playas enfrenan, 

hasta el mar que a mi patria dio el ser, 

con tus lauros mil ecos resuenan 

y coronas comienzo a tejer... 


¡Quién me diera en tu seno formarlas, 

y elevándote luego un altar, 

ir y en él reverente colgarlas, 

ir y en él reverente adorar. 

…...

…...


Toda España en cadenas gemía 

que a su cuello le atara el infiel; 

cual gangrena fatal se extendía 

por do quier el pendón de Ismael. 


Las iglesias do a Cristo sus coros 

elevaba la hispánica grey, 

hechas pasto de pérfidos moros 

ecos eran de pérfida ley. 

…..

…..

La cuchilla en Damasco templada 

tras sus huellas sembraba orfandad; 

todo muerte!... Blandiste tu espada 

y gritaste, ¡Valor, Cristiandad! 

…..

…..

Un mortal a sus sienes quería 

la corona del mundo ceñir, 

cual de Jove al alcázar (se lee alcácar) un día 

los gigantes quisieron subir... 

…..

…..


Cual David, mozo imberbe, en las aras 

del valor a Goliath provocó, 

así tú, pueblo astur, desafiaras, 

al Goliath que la Europa apresó. 


Y ese reto, que el brazo sostiene, 

mengua eterna del mundo servil, 

lo repite de Calpe a Pirene 

la nación de Pelayo gentil. 

…..

…..

En 1842, nuestro laborioso poeta consagrado por otra parte al estudio de los idiomas vivos, francés, inglés, italiano y alemán, escribió el drama Hernán Peraza, cuyo argumento tomó de la historia de las Canarias. En 1846 refundió El Tetrarca, comedia del inmortal Calderón. En 1847 escribió otro drama Un Ángel caído; y en el de 1848 hizo la refundición del drama La cisma de Inglaterra, de Calderón, bajo el título de Enrique octavo, escribiendo además su último drama Reinchstein que esperamos ver en la escena el próximo invierno. Además ha dirigido el periódico literario La Aurora, en el que publicó varios artículos eruditos y biográficos de Canarios célebres traduciendo de distintos idiomas poesías y novelas de conocido mérito.

Los estrechos límites de esta Revista no nos permiten hacer más detenido examen de las producciones de Sansón; pronto saldrá a luz en esta corte la nueva edición de sus poesías, en las que el autor ha hecho considerables correcciones; y entonces nos reservamos analizarlas concienzudamente, pues por hoy cumplimos con el propósito de dar a conocer a este estudioso literato, con cuya amistad nos honramos, y que tenemos el placer de ver entre nosotros; concluyendo con transcribir aquí algunas de las palabras contenidas en la carta que le dirigió nuestro respetable amigo don Alberto de Lista en mayo de 1843, quien tuvo el gusto de juzgarle antes: 

"Dios, la virtud y el amor, (le dice el autorizado crítico) que son los únicos tesoros del hombre, están cantados en sus composiciones de Vd. con la poesía del corazón, mil veces preferible a la de la imaginación, aunque también la posee V. riquísima y variada. Con ella ha dado V. colorido a varios sucesos contemporáneos, a varios fenómenos literarios y naturales; pero mezclando con tintas brillantes el claro oscuro de la incertidumbre de Hamlet; esa incertidumbre que es tan propia de un poeta, porque un poeta no debe creer sino en el amor, en la virtud y en Dios. Estos versos me han electrizado; y a pesar de mis 68 años han renovado en mí, si no el genio porque los muertos no resucitan, el placer de sentir y admirar." 

ANDRÉS AVELINO DE ORIHUELA