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viernes, 21 de abril de 2023

CARTA CLII. Códices rituales existentes en Mallorca:

CARTA CLII.

Códices rituales existentes en Mallorca: noticia de algunos ritos antiguos de su iglesia: solemnidad notable de la misa pontifical: funeral de sus Obispos: muestra de las neumas en su canto: modo singular con que se cantaban los himnos de las horas en algunas fiestas: culto de los llamados Santos Mártires Cabrit y Bassa e historia de su martirio.

Mi querido hermano: Hoy estamos de ritos: materia agradable para mí y para cuantos tengan nociones de la disciplina eclesiástica; y muy abundante en esta iglesia, en que ciertamente he hallado, contra toda mi esperanza, cosas dignas de la historia general de los ritos antiguos de España. Y es que a pesar de su vecindad a las iglesias del continente, que le obligó a admitir muchas de sus costumbres, la independencia en que estaba de su metrópoli le proporcionó mayor libertad en adoptar otras peculiares suyas, como parecía a sus Prelados y Capítulo, que entonces eran libres en esta parte. Las fuentes de que me he valido para estas noticias son: 1.°, La Consueta de tempore o libro en que están prescritos los oficios de dominicas, ferias, festividades movibles de Cristo, etc. Es un cód. fol. vit., harto maltratado con la humedad, pero que todavía he podido disfrutar bien. Está escrito con lujo hacia la mitad del siglo XVI, y según conjeturo, antes de la muerte del Obispo Don Antonio Colell, esto es, antes del año 1363. En el rito de la fiesta del Corpus se habla de la muerte del antecesor Berenguer Batlle, y de las alhajas que él y su padre habían regalado a la iglesia, de las cuales se manda usar sólo en la sobredicha fiesta, y esta ordinación se dice hecha a 5 de junio de 1360. Más claro es lo que en la rúbrica del miércoles santo expresa sobre la porción de candelas que el Sacrista debía dar al clero; cuya costumbre antigua dice que confirmó D. Antonius Episcopus Maioricensis, qui nunc ipsi ecclesiae praesidet. Y si alguno me objeta que pudo aquí hablarse del Obispo inmediato sucesor, que también se llamó Antonio (Galiana), que murió en 1375, no me empeñaré en sostener mi conjetura, porque siempre queda salva la antigüedad del códice, anterior a ese año citado, no hallándose ya otro Obispo Antonio hasta el 1496, época a que ciertamente no pertenece. 2.° La Consueta de Sanctis, códice de folio mucho mayor que el antecedente, pero escrito con igual prolijidad y esmero. Ordenose a principios del siglo XVI, porque no sólo trae el oficio de la Visitación de nuestra Señora y el de su Concepción, atribuido a Sixto IV, sino que en el cuerpo cita Actas capitulares del año 1505 (en el día de la Presentación) y del 1512. Yo creo que este es el códice cuya conclusión encargó el Capítulo en acta de 9 de enero de 1516 al domero de esta catedral Don Juan Font y Roig. Es imposible tratar de los ritos de esta iglesia sin hacer honorífica memoria de este docto presbítero, que era ya domero en 1496, y tanto trabajó en este ramo de ritos, como diré luego. Yace en la capilla de Santa Cecilia al lado del evangelio con su breve inscripción. Cuando se publique la biblioteca Mallorquina, podrán contarnos sus autores la vida de este ritualista. Yo sigo mi plan hablando de otros códices que son suyos.

3.° Consueta de la sacristía: libro manuscrito en papel, donde está notado cuanto pertenece al régimen de la sacristía, campanas, etc.

4.° Los libros de fábrica, sacristía, aniversarios, etc., etc.; en todos los cuales están indicadas por incidencia las costumbres de los tiempos antiguos. Todos los códices dichos están en el archivo de esta catedral.

En el convento de PP. Capuchinos he disfrutado otros Rituales, y son:

5.° Missale secundum usum almae Maioricensis ecclesiae: impreso en Venecia por Giunta en 1506, siendo Obispo Don Antonio de Rojas. Pero estaba ya ordenado muchos años antes, como se ve en el rito del sábado santo, donde se manda que en la tablilla se ponía en el cirio pascual se notase el año 1473.

6.° Ordinarium de administratione sacramentorum cum pluribus additionibus adeo necessariis secundum ritum almae Sedis Maioricensis. Dispúsolo el citado Font (siendo Obispo Don Rodrigo Sánchez de Mercado), como yo creo que también dispuso el Misal sobredicho, aunque esto no consta, como consta lo del Ordinario en su prefacion. Al fin se dice impreso en Valencia por Juan Jofre en 1516.

7.° Otros tres o cuatro códices mss. hay allí mismo, muy dignos del esmero con que los conserva el erudito P. Fr. Luis de Villafranca, bibliotecario, con cuya amistad me honro, sino que algunos de ellos están incompletos. De todos me he servido, singularmente de un Breviario que se escribió antes del año 1303, que es el primero en que comienza la tabla pascual que pone al fin del códice, la cual acaba en 1353. Estos son los originales de donde he tomado abundantísimas noticias y copias completas de ritos, que quedan ya en su respectivo legajo, para cuando Dios quiera darme oportunidad de escribir la historia de nuestra disciplina ritual antigua. Sin perjuicio de esto, que precisamente debe tardar algunos años, hoy daré una muestra de lo que ello era y de la variedad de los ritos más principales. Y comenzando por los ordinarios y comunes de todo el año, iré diciendo los que me vengan a mano. En todas las vísperas se decía un responsorio propio de la fiesta después de la capítula, como aún ahora usa mi orden. El Magnificat se cantaba en la mayor parte de las fiestas yendo el clero en procesión (como aún hoy se usa) al altar del santo del día, donde se concluían las vísperas con dos Benedicamus, el segundo después de las conmemoraciones. En las completas siempre antífonas propias del día, y en las de Cuaresma el responsorio In pace, etc., en lugar de In manus. En los responsorios VI y IX de maitines se decía Verbeta, esto es, la prosa rimada que ya he dicho varias veces. Antes de los laudes versículo propio, como ahora en mi orden, al cual llamaban Declinatorium. En todas las fiestas el invitatorio se cantaba en voz baja hasta el tercer versículo, como el introito de la misa hasta el Gloria Patri, del mismo modo que aún hoy usan en Barcelona y otras partes. Al fin de completas aspersión del agua bendita con el responsorio Asperges me. El Asperges, o como llamaban Salispasso, en las dominicas comenzaban en el altar mayor por el preste, quien de allí iba al coro rociando el pueblo a uno y otro lado, y en el coro decía la oración.

Decíase todo el año el oficio parvo de nuestra Señora, es a saber, los maitines rezados (legendo) y las vísperas cantadas a voz baja. Mas en el tiempo de Adviento los responsorios de maitines se decían rezados hasta su última palabra, la cual se cantaba; seguía el versículo con canto, después del cual la presa rezada, hasta la última palabra de ella que se volvía a cantar. El autor de la Consueta de Sanctis, ms. a principios del siglo XVI, dice que preguntó a los ancianos de la iglesia la razón de esto; y que le respondieron haber oído decir a sus antepasados que esto se había introducido para imitar el canto de la sinagoga, cuyos sacerdotes deseaban ardientemente la venida del Mesías. Aliam rationem, dice, non invenimus. Siempre que celebraba misa pontifical el Obispo de esta iglesia le acompañaban doce presbíteros con ornamentos sacerdotales, es a saber, los cinco curas de la ciudad, los capellanes de los hospitales de San Andrés, San Antonio de Padua y Santa María Madalena, con cuatro presbíteros de la catedral. Así lo establece la Consueta de mediados del siglo XIV, en que se supone ya este rito muy antiguo, y de él hacen mención las constituciones pro choro del Obispo Berenguer Batlle, hechas en 1333, como vimos en el episcopologio. Según esto, ¿qué diremos del cronista Dameto y de los demás que aseguran que esta solemnidad comenzó en el Obispo Gil Muñoz a mitad del siglo XV, como privilegio y distinción concedida a sus sucesores por haber él obtenido bien o mal los honores pontificios?

Las fiestas en que el Obispo celebraba de esta manera eran la de Navidad, de jueves santo, de Pascua, de Pentecostés, de la Asunción de nuestra Señora y la de Todos Santos. Dichos doce presbíteros con capas pluviales acompañaban al Obispo a la procesión claustral, concluida la tercia y para la misa vestían todos casullas. Con este acompañamiento salía el Obispo al altar, y dicha allí la confesión, se subía inmediatamente a la silla que está detrás del altar mayor, de que te hablé en los correos anteriores, y allí comenzaba la misa, entonaba la Gloria, etc. hasta el Dominus vobiscum, después del Credo, y mientras en el coro se cantaba el ofertorio bajaba al altar a continuar la misa hasta el fin. Después del Pater noster y de la fracción de la hostia, dicho Per omnia saeculorum, antes de decir Pax Domini, etc., se entonaba en el coro el versículo Princeps ecclesiae, y luego el diácono, tomando el báculo pastoral, vuelto al coro decía el versículo Cum mansuetudine, etc., y el coro respondía el versículo Humili voce, etc. Hecho esto, el Obispo, que había dejado sobre la patena las partículas de la hostia, y el cáliz cubierto, tomando la mitra y el báculo en la mano derecha, se volvía de cara al pueblo, apoyando el codo derecho sobre la espalda del diácono, y el izquierdo sobre la de su socio, vestido de capa. Este socio iba en todos los pontificales, a la izquierda del Prelado, en lugar del subdiácono, que tenía otros objetos. En esta aptitud daba la bendición al pueblo, como se prescribía en el Ordinario. Concluida la cual proseguía la misa hasta el fin.

En el día de jueves santo se celebraba con el mismo aparato la consagración de los óleos, aunque la hiciese un Obispo auxiliar, único día en que se concedía esta distinción a los que no eran Obispos propios de esta iglesia. Y como de estos Prelados titulares solía haber muchos a un tiempo en esta isla en los siglos XIV y XV, las Consuetas tienen gran cuidado de distinguirlos para esto del Obispo propio, a quien llaman Episcopus proprius: lo Bisbe major. A esta misa pontifical solemne llaman las mismas en lemosín fer seu (hacer silla), en alusión a la de las espaldas del altar. De paso advierto que de esta solemnidad, que estaba en práctica a fines del siglo XIV, debe inferirse cuál sería el altar que se construyó y consagró en 1346 por el Obispo Berenguer Batlle, es decir, más bajo que la silla episcopal, desde la cual el Prelado debía ser visto del pueblo por encima del altar. De esto se dijo ya en lo de la fábrica.

En la elección y entrada de los Obispos no hay cosa que notar. En su muerte se sacaba su retrato en yeso para la estatua, que después de enterrado se ponía en una de las salas de palacio, en su féretro, con ornamentos pontificales, a donde el clero, formado, iba todos los días, concluidas las completas, a cantar un responsorio, hasta que se verificasen sus exequias, rodeando la estatua todos los parientes y familiares del difunto, encapironats. El día de las exequias llevaban la estatua en procesión por la ciudad, haciendo la vuelta del día del Ángel Custodio; a cada uno de sus lados iba un home encapironat e cascu aportera un ventall de ploma de paguo, y anira aventant la dita estatua. Concluida la procesión cada comunidad cantaba su responsorio al rededor de la estatua, la cual quedaba en la catedral para la misa de cuerpo presente, que se celebraba al otro día. Todo esto es de la Consueta de la sacristía, manuscrita a principios del siglo XVI.

Viniendo ahora a tratar de los ritos particulares de cada fiesta, seguiré el orden del año eclesiástico. En el cual, lo primero que ocurre es la fiesta del Obispillo, en el día de San Nicolás, cuya elección hacían todos los niños que servían en la iglesia, inmediatamente antes de las vísperas del Santo, en las cuales asistía ya a la estación en su capilla durante el Magnificat, dando después la bendición episcopal. Luego era conducido por todo el clero a la parroquia de San Nicolás, y allí, y a su vuelta en el altar mayor de la catedral, daba también la bendición. En suma, por no repetir lo dicho en otros viajes, en este día hacía todos los oficios episcopales, y los presbíteros más ancianos servían los ministerios de los niños. Su principal fiesta era el día de Inocentes, como diré en su lugar.

En la fiesta de la Concepción de nuestra Señora, concluida la lección VIII de maitines, antes de decirse Tu autem Domine, entonaban dos cantores la antífona Tota pulcra es amica nostra, columba nostra; y otros dos decían et macula originalis non est in te; y los cuatro juntos Alleluia; y luego, el que dijo la lección, la concluía con el Tu autem. Esta fiesta se celebraba ya aquí en 1397.

La de la Expectación de nuestra Señora la introdujo aquí el Obispo Don Gil Sánchez Muñoz, hacia la mitad del siglo XV.

En los maitines de Navidad (omitiendo por no molestar otras mil curiosidades) las tres homilías eran las lecciones VI, VII y VIII; la IX era la acostumbrada en la Sibila, con las mismas formalidades que de otras partes. Este rito se abolió a mitad del siglo XVI; mas hacia el 1572 se restauró momentáneamente a instancias del Obispo Don Juan Vich, y también se introdujeron entonces las letras vulgares, que llaman Villancicos. En la segunda lección, Consolamini, cantaban dos las palabras Vox dicentis. Y uno solo: Clama. El otro: Quid clamabo? El otro: Omnis caro fenum. Los dos juntos: et omnis gloria eius, etc. El responsorio VI, escrito en música al fin de la Consueta de Tempore, nos conserva una muestra clara de lo que era el neuma en el canto. Decíase en él, antes del Gloria Patri, la verbeta siguiente, de esta manera: Dos cantores: Hunc prophetae cecinere. Otros dos: e e e. Dos: Nasciturum Christum ex Virgine. Dos: e e e. Dos: e e e. Dos: Egrediens. Dos: Ta a a. Dos: a a a. Dos: a a a. Los cuatro: Tamquam sponsus Dominus procedens de thalamo suo. Dos: Gloria, laus et potestas. Dos: a a a. Dos: Decus, atque virtus sit perhen... Dos: i i i. Dos: Honor Jesu Christo et aeterno. Dos: o o o. Dos: Glo... Dos: o... Dos: o... Dos: o... Los cuatro: Gloria Patri et Filio, etc. En lo demás había evangelio, Liber generationis antes de laudes: estas dentro de la misa, y en la antífona 5.a Pastores respondían desde el altar mayor los niños: Infantem vidimus, como otras veces hemos dicho de otras iglesias. En este día y los siguientes no se decía en la misa mayor la prosa Laetabundus, sino sólo en el día 6, infra octavam, en el de Santo Tomás Cantuariense (Thomas Beckett, Canterbury), San Silvestre, y en las octavas de San Esteban, San Juan e Inocentes.

En las segundas vísperas de Navidad al tiempo del Magnificat venía de la sacristía al coro un diácono representando a San Esteban, con la cara cubierta y vela en la mano, acompañado de dos presbíteros con cirios y bajo de palio, que llevaban cuatro presbíteros vestidos de capas. Así iban, concluidas las vísperas, con todo el clero a hacer estación a la capilla del Santo, y así asistían a los oficios el día siguiente, acompañando al subdiácono y diácono que iban a leer la epístola y evangelio. En la prima y demás horas de este día y otros muchos del año se cantaban los himnos al tono de mira divinae gratiae benignitas, pero de un modo tan original que quiero notarlo como lo he visto escrito con canto en la Consueta del siglo XVI, en que se hacía todo lo sobredicho.

Entonado por dos cantores el versículo Jam lucis orto sidere, respondía todo el coro: mira divinae gratiae. Cantores: Deum praecemur suplices. Coro: Benignitas. Cantores: ut in diurnis. Ut in diurnis, Coro repetía estas palabras. Cantores: ut in diurnis actibus. Ut in diurnis actibus, Coro repetía. Cantores: Nos servet. Nos servet, Coro repetía. Cantores: nos servet a nocentibus. Nos servet a nocentibus, Coro repetía. Cantores: alle. alle. alleluia. Alleluia, Coro repetía. Cantores: Linguam refrenans temperet. Coro: alle. alle. alleluia. Cantores: ne litis horror insonet. Coro: alleluia. Cantores: visum fovendo. Visum fovendo, Coro repetía. Cantores: visum fovendo contegat. Visum fovendo contegal, Coro repetía. Cantores: ne vanitates. Ne vanitates, Coro repetía. Cantores: ne vanitates hauriat. Ne vanitates hauriat, Coro repetía. Y así se cantaba todo el himno, una estrofa con la glosa de mira divinae gratiae, y otra con la de Alleluia. Todo lo dicho se hacía en el día de San Juan Evangelista, sino que el personaje que representaba a este Apóstol iba vestido de casulla; y que con él iba otro representando al Bautista, vestido de pieles, con el cordero y cruz de plata. Ambos debían ser presbíteros. Concluido el segundo Benedicamus de las vísperas de San Juan, venía el Obispillo con todo su séquito al coro: et ascendat trunam, dice la misma Consueta, et distribuat et conferat redditus et beneficia, secundum quod sibi videbitur faciendum. Acompañábanle en este acto y en todo lo restante de la fiesta cuatro canónigos, según se estableció por el Capítulo a 13 de diciembre de 1514, comenzando por las dignidades por turno, bajo pena de diez sueldos. Bajando del púlpito y sentándose en la silla episcopal se decían completas, en las cuales y en maitines y en lo demás el Obispillo y los niños hacían los oficios principales, haciendo los presbíteros los que tocaban a ellos. En la procesión antes de la misa mayor los canónigos llevaban la cruz, candeleros, estandartes y turíbulos. Durante la misa el Obispillo estaba en la cátedra episcopal del altar mayor. A toda esta ceremonia (cuya descripción extensa queda para la historia de los ritos) llama la Consueta ms. de la sacristía Entremes del bisbató, y supone que salía con tiara y varias veces le llama Papa.

En el episcopologio queda dicho que esta fiesta fue enteramente abolida por el Capítulo en 1549. En la procesión de las candelas del día de la Purificación a la entrada en la iglesia se cantaba el introito de la misa. Y esto lo advierto porque era rito general en todas las procesiones que se hacían después de tercia en todas las fiestas del año.

La Consueta del siglo XIV, después del rito de la bendición de la ceniza y de la absolución general de los difuntos en la iglesia, claustro y cementerio, en que se hacían diez estaciones, se manda que el Obispo vista casulla blanca para la misa, y que el diácono y subdiácono tomen igualmente casullas, et portent eas, dice, plicatas ante brachia. Epistola dicatur a subdiacono, deposita casulla super altare, et dicitur ante letrinum; et postea non reddit ad altare sed vadat parare calicem cum vino et hostia, et hoc facto induat casullam. (Era común este rito de preparar el cáliz después de la epístola). Diaconus, finita prima oratione missae, vadat retro altare, et ibi exuat se casulla, et plicatam portet eam super dorsum, scilicet, super stolam, et sic portet eam usque ad comunicandam; et dum dicetur comunicanda, vadat retro altare et induat se dictam casullam sicut prius. De esto es una reliquia el estolón que viste el diácono. Nada se dice en esta Consueta ni en otra alguna de la imposición de penitencia pública, sin embargo que se hacía su absolución solemne en el jueves santo. Los velos con que se cubrían los altares, cruces, etc., durante la Cuaresma, todos eran blancos.

La sobredicha Consueta del siglo XIV nada dice de la procesión de la cruz en la dominica in passione y días siguientes, sino sólo que el coro debía arrodillarse cuando se cantaba el versículo O Crux, del himno Vexilla. Al fin del mismo Códice se halla ya notada de letra posterior dicha procesión, con poca diferencia como ahora se hace, mandándose turificar la cruz. La bendición del domingo de Ramos se hacía en el Padrò. El Obispo iba con ornamentos verdes. Lo demás casi como en las demás iglesias de aquel tiempo. La pasión, con Dominus vobiscum, Et cum spiritu, Passio Domini nostri. Gloria tibi, se leía por uno solo, aun en el principio del siglo XVI, como consta del Misal impreso en 1506, donde después se han añadido de pluma las señales que distinguen las tres voces, que son: C., +. y S.

Los maitines del jueves santo y dos días siguientes se llamaban ya en el siglo XIV dels Fars, o Fasos, de la palabra latina farsa, que se dio a las preces rimadas que se cantaban al fin de estos oficios, cuyos versículos se decían aquí alternando entre el coro, y seis u ocho presbíteros que subían para el objeto a la capilla de la Trinidad, encima del altar mayor. Poníanse veinte y cinco cirios, que se iban matando al fin de cada salmo y responsorio. Cosas muy curiosas hay en los ritos de este día, singularmente en la consagración de los óleos, pero son larguísimas de contar y las guardo para cuando no esté de viaje. A mitad del siglo XIV no se conocía el uso de monumentos: el Obispo reservaba en la sacristía la hostia consagrada para el viernes santo. Pero a fines del mismo siglo ya se reservaba en el altar de Corpus Christi, adornado de propósito al efecto. Consta del libro de la sacristía del año 1396, donde se lee la partida siguiente de gasto. "Item compri cent canes de cayamas de Burguya (lienzo de Borgoña) (cañamazo) per lo sobrecel de la capela de Corpus Christ, hon esta reservat lo Cos precios de Jhu. Xst. lo digous é divenres sant, á rao de III sol. y II diners la cane. Per lo cual pagui vint é hun flori é un sol. é vuyt diners, qui valen XX lib., XVI sol. é VIII diners.” Ya entonces llamaban vulgarmente, como ahora, al monumento la Casa santa. En esta procesión se cantaba el símbolo Quicumque. También se quitaba este día de las pilas el agua bendita, como se hacía en toda la provincia Tarraconense. Curioso era el rito de la reconciliación y absolución de los penitentes que se hacía en este día en el Padrò con la lectura de sus sentencias, etc., etc.; pero es largo además y ando escaso de ocio. Había en el siglo XIV la costumbre de decir después del IX responsorio el Planctus de nuestra Señora, que era una letra vulgar: y también el robo de las toallas del altar al decirse las palabras de la Pasión: Partiti sunt vestimenta mea, etc.; nada de elevación de hostia y otros ritos comunes a otras iglesias. Según la Consueta de la sacristía de 1511 iban los celebrantes al monumento, donde se decía la confesión, vestidos de ornamentos blancos, como había mandado el Capítulo en 1492, y de allí llevaban al altar mayor el Cuerpo de Cristo, el cual elevaba el Obispo in modum circuli, puesto sobre un escaño alto. Omito otras cosillas. En el sábado santo se leían las profecías antes de la bendición del cirio pascual. Poníase en él la tablilla en que se notaba la letra dominical, año de la Encarnación y el día de la Pascua. De esta tablilla queda la descripción siguiente en un inventario de la sacristía del año 1399 (Act. cap.) Item unam cassam depictam, in cuius capite est depictus Jesus crucifixus cum Beata Maria et Sancto Johanne, et cum aquila, et Angelis ad latus, cum uno magno († (a: Así está escrito y no sé lo que significa.); et est in ea calendarium Nativitatis Domini, quod solet apponi in cereo pasquali. 

En la bendición del cirio está (aun en los Misales del siglo XVI) el elogio de la abeja, como en otras iglesias se usaba.

En los maitines de la mañana de Pascua al concluirse el III responsorio se cantaba la prosa Victimae de esta manera. Salían tres presbíteros de la sacristía con dalmáticas, cara cubierta y cirios en las manos, y puestos ante el altar mayor, vueltos hacia el coro, decían los tres primeros versos, uno cada uno. Luego los cantores preguntaban desde la puerta del coro por tres veces: Dic nobis Maria quid vidisti. A cada una de las cuales respondía uno de los tres los versículos Sepulcrum. Angelicos. Surrexit. Luego los cantores se entraban en el coro diciendo: Credendum est magis Mariae veraci, quam Judeorum turbae fallaci. Después de lo cual se entonaba el Te Deum. Esta era la fiesta de las tres Marías.

Esta prosa Victimae no se decía en la misa de estos dos primeros días, sino sólo en el tercero y siguientes de la octava. El sermón era después del Credo y ofertorio, como en otros días del año. Mas en el de este día mandó el Capítulo a principios del siglo XVI que en lugar de la salutación angélica Ave Maria, se dijese la antífona Regina coeli, la cual cantaban los doce presbíteros oficiantes con gran solemnidad (in sono maiori).

En el lunes de Pascua, al tiempo del ofertorio de la misa, el Obispo, canónigos y varios presbíteros sacaban todas las reliquias de la sacristía al altar mayor, donde permanecían todo el día, dándose a adorar al pueblo. Queda ya dicho del rito semejante que había en otras iglesias.

En el martes se cantaba la prosa Victimae, vistiéndose para ello un presbítero con dalmática verde y cubierto con una tela colorada en representación de la Magdalena; el cual, preguntado por los cantores, respondía como dijimos en el día de Pascua, mostrando al mismo tiempo al pueblo algunas pinturas alusivas a sus respuestas, las cuales llama Improperia la Consueta lemosina de la sacristía de principios del siglo XVI; la cual añade: "E quant vindra en aquell pas que la Maria aura á cantar dels cossos resucitar, seran aparellats davall laltar major set ó vuyt fedrins, ó tants quants volran, ab camis, é cuberts los caps ab amits; é quant vindra lo loch de resucitar, axiran davall laltar, é radolant fins baix al darrer graho, anarsen an á la sacristia.“ También de un Ángel que debía cantar no sé qué cosas, que la Consueta no dice, desde encima de la capilla de San Gabriel, dice: "Quant vindra lo cas que aura á cantar, tindra les ales plenes de candeles enceses; é axint fara una bombarde ó alguna ramor, significant lo impetut del seu axir.”

La dominica in albis se llamaba ya en el siglo XIV dia de la caritat, y en el libro de fábrica de 1368 no tiene otro nombre. Acaso nació esto de alguna limosna pública que se hiciera ese día, para lo cual se haría alguna procesión, de que todavía queda una reliquia, en la que me han informado que hacen las parroquias sin la catedral. Mas ni de uno ni de otro hay memoria en los libros del siglo XIV. El vulgo, que es quien suele conservar con más tesón las costumbres antiguas, da aún hoy este nombre a los días de la infraoctava de Pascua, en los cuales aún las meriendas que se hacen en el campo libre se llaman Pa en caritat.

En todo el tiempo pascual no había más que un nocturno. Cuando se rezaba de tempore todos los del coro estaban en pie en reverencia de la Resurrección, y cuando de algún Santo, alternaban los coros como entre año. En el lunes siguiente a la dominica in albis se celebra la fiesta del Ángel Custodio de esta ciudad y reino; y esto desde el año 1407 en que se instituyó, como queda dicho en el episcopologio. En la primera procesión, que se hizo ese año, iban niños representando los Ángeles. A fines del siglo XV (como se ve al fin de la Consueta de tempore) se manda que vayan doce presbíteros con capas cum sisternis (a) pergamini signatis signo civitatis in manibus. Esta procesión, como todas las de esta iglesia, comenzaba por el cántico Te Deum, al cual seguían varios responsorios en distintas estaciones, y finalmente la Salve a la entrada en la catedral. En los días de Pentecostés no había prosa en la misa hasta el jueves infraoctavo.

(a) La palabra sisternus significa sin duda un cuaderno de seis hojas, como quaternus de cuatro. Yo por lo menos no hallo otro significado. Llevarían, pues, aquellos presbíteros unos cuadernos abiertos, o sean cartones (a quienes por la semejanza se diese el nombre de sisternos), en los cuales iban pintadas las armas de la ciudad.

La fiesta del Corpus es muy antigua en esta iglesia, y ya se hacía en ella procesión solemne a mitad del siglo XIV, cuando el Obispo Berenguer Batlle, que murió en 1349, regaló para ello una custodia, cuya descripción nos conserva el inventario citado de la sacristía de 1399 por estas palabras: "Item unum lignum argenteum cum suo crucifixo, et imaginibus Sanctae Mariae et Sancti Johannis, et cum duobus Angelis, et pede argenti: et in medio est reservatorium cristallinum ubi immititur hostia salutaris die festi Corporis Christi; et sunt signa in eo de Papagays, quod est signum Dni. Berengarii Baiuli, quondam Episcopi Maioricensis.” Creo que ha de quedar alguna parte desta alhaja.

En la misa no se decía prosa alguna aun entrado el siglo XVI, como se ve en los Misales de aquel tiempo, sin embargo de que había algunas verbetas en los responsorios de maitines. En la misma época iban en la procesión los doce Apóstoles, cada uno con la insignia de su martirio, todos vestidos de dalmáticas, a excepción de San Pedro, que iba con casulla y tiara (Consueta de la sacristía). Al fin de la Consueta de tempore se ve que en el siglo XV iban en la profesión varios Profetas induti camisiis, y que al concluirse se daba la bendición con el Santísimo, elevándolo in modum circuli. En el Ordinario impreso en 1516 nos queda una exacta descripción del modo con que se hacía esta procesión en dicho tiempo con las siete estaciones que mandó el Rey Don Pedro IV de Aragón en 1368. Es artículo curioso, mas no puedo copiarlo, como también lo es la que nos conserva la Consueta de tempore, ms. a mitad del siglo XIV, cuando la procesión no solamente era por la mañana, sino también antes de la misa mayor. La costumbre de hacerla por la tarde no se había introducido aún en 1597, como consta de las Actas capitulares.

No se conoce el origen de la antigua costumbre de poner la imagen de nuestra Señora sobre una cama en medio de la iglesia en el día de su Asunción. Hacíase esto al comenzar los laudes, y juntamente se sentaban al rededor de la imagen doce presbíteros en representación de los doce Apóstoles, todos con dalmáticas, a excepción de San Juan, que iba con casulla y una palma en la mano. Así iban también en la procesión que se hacía antes de la misa mayor y en la otra que había después de completas. Esta última se estableció por resolución de ambos cabildos en el año 1456, mandándose llevar en ella la imagen de nuestra Señora solamente. En el año siguiente pareció que se llevase alguna reliquia, y en efecto se llevó la Verónica, en el inmediato las espinas del Señor, y luego volvieron a llevar la Verónica, como se usaba todavía en 1511, cuando se escribió la Consueta de la sacristía, de quien es todo esto que he dicho. Omito la noticia de otros ritos para poderla dar de la fiesta que se celebraba en esta iglesia a los llamados Santos Mártires Cabrit y Basa (Bassa), naturales de esta isla, en la dominica infraoctava de Todos Santos. Y es de notar que de dicha fiesta no hay mención en ninguna de las Consuetas ni otros códices rituales que yo he visto, los cuales en ese día ponen el oficio de todos los santos Mártires que tenían todo el segundo nocturno propio, siendo lo demás de dominica. En 1627, día 24 de septiembre, resolvió el Capítulo que se escribiese al Papa pidiéndole oficio y rezo de estos Santos. De este tiempo son las únicas noticias que tengo de la celebración de dicha fiesta; las cuales he tomado de un ms. que hay en el archivo de esta catedral, intitulado Noticiari. En él se lee que se celebró la fiesta en 1631, y que predicó el P. Fr. Agustín Salvador, Dominico; y en 1632 en que predicó lo Pare fra Costa, Guardiá de Jesus.

Otra prueba más terminante de eso es el sermón impreso en 1625, del cual poseo un ejemplar; y por ser este papel raro y contener toda la historia de estos Mártires voy a hacer de él un extracto, aunque sea largo. Su título es este: Sermón de los ínclitos Mártires Sant Cabrit y Sant Bassa, naturales del fidelísimo y dorado reino de Mallorca, naturales de la villa de Alaro (: Alaró): predicado por el muy R. P. Fr. Gerónimo Planes, religioso descalzo del orden de Sant Francisco. En Mallorca por Gabriel Guasp, año 1625, a costa del doctor Juan Coll, rector de la villa de Alaro, especialísimo devoto de los Santos. En el frontis están estos pintados en pie con la armadura militar y lanzas. Sigue la dedicatoria a los Jurados de Mallorca, en la cual se ingiere una carta dirigida a los mismos por el Cardenal Cisneros, fecha en Alcalá a 8 de octubre de 1503, en que recomienda mucho la doctrina de R. Lull. Sigue el sermón que se dice compuesto según la admirable traza del Arte magna revelada por Dios al invencible mártir y doctor iluminado Raimundo Lullio, natural también de dicho reino y gran Senescal y mayordomo mayor de su Rey y Señor. = Tema: Beati qui persequtionem patiuntur. Supone el orador que esta fiesta era real, celebrada antiguamente por los cristianísimos y devotísimos Reyes de Mallorca: que estaba olvidada por haberse dejado el rezado del Breviario antiguo deste santo obispado, en el cual se rezaba dellos en este día de la dominica después del día de Todos Santos en compañía de los otros Mártires. La historia de este martirio la saca de las lecciones que dice se hallaban en dos antiguos Breviarios, impresos el uno en Mallorca en 1488, y el otro en Venecia en 1506, los cuales dice que existían en su tiempo. Y será así sin duda; mas ahora no nos queda ningún ejemplar de aquellos códices. Y así tendré que sacar estas copias del sermón, por las cuales verás que cuando el Rey de Aragón Alfonso III despojó en 1287 del señorío de Mallorca a su tío el Rey Don Jaime, intimó la rendición al capitán del castillo de Alaro, llamado Cabrit. Este se resistió perseverando fiel a Don Jaime; y en alusión al nombre del Rey, llamado vulgarmente Anfós, y a que este es el nombre que dan al pescado llamado mero en Castilla, dijo burlando que Anfós era bueno para salsa. Airado el Rey juró asar al capitán Cabrit y a su compañero Bassa como se asan los cabritos. Y lo cumplió luego que tomó el castillo. Sabido esto por el Papa Gregorio XII excomulgó al Rey, el cual consiguió la absolución prometiendo restituir el reino a su tío y edificar un altar en honor de todos los Mártires, entre los cuales estuviesen los dos sobredichos. Estas cosas verificó el Rey Don Jaime, y su hijo Don Sancho instituyó en 1312 un beneficio en honor de dichos Santos. Esta es la historia que resulta de las lecciones cuya copia incluyo (a: Ap. núm. XI.), en la que sólo advierto por ahora la equivocación con que atribuye la excomunión del Rey Alfonso al Papa Gregorio XII, que fue posterior mucho más de cien años, no quedando arbitrio para decir que sería el X o el XI, porque el primero murió mucho antes del suceso, y el segundo fue Papa casi cien años después. Omito otras reflexiones porque no me he propuesto impugnar el hecho, sino sólo hablar de él en la parte ritual. Por lo demás el orador desempeña su objeto, que fue probar lulísticamente que estos soldados padecieron por la observancia del juramento hecho a Dios en manos de su teniente el Rey Don Jaime ... mayormente que les podía mover a la conservación dél la esperanza que podían tener que vendría su legítimo Rey, favorecido del Rey de Francia, por cuya ocasión le había su sobrino quitado el reino.

En el mismo sermón se lee que los huesos de estos Mártires están en la catedral debajo del altar de la capilla de San Simón y San Judas, los cuales se reconocieron en tiempo del orador. Novísimamente fueron reconocidos día 7 de noviembre de 1805 por varios señores canónigos y otras personas. Así se halla notado al margen del libro de las Actas capitulares que empiezan el día 16 de noviembre de 1633. Uno de los que asistieron me ha informado que se hallaron cenizas y muchos huesos quemados. Están en arcas de piedra de Santañí, debajo del altar de la Piedad, que acaso antes se llamaría de San Judas. Y baste de esto.

De otros ritos podía hablar tocantes a la administración de sacramentos y otros puntos de disciplina. Pero para muestra de las costumbres antiguas de esta iglesia basta lo dicho. A Dios. Palma etc.

miércoles, 25 de enero de 2023

CARTA CXIX. FALTA. Nota de letra de D. Jaime Villanueva.

CARTA CXIX.

Nota de letra de D. Jaime Villanueva. 

En este tomo de Barcelona, falta la carta que trata de los ritos antiguos de aquella iglesia: se la quedó para leer D. Mariano Oliveras, dignidad de Capiscol, y no se la pude sacar.

domingo, 15 de mayo de 2022

CARTA 10. De algunos ritos antiguos.

CARTA 10. 

De algunos ritos antiguos. 

Mi querido hermano: No se deleita tanto el curioso investigador de la antigüedad profana con algún trozo de piedra, preservado de la injuria de los tiempos para recuerdo de la opulencia y grandeza de los antiguos estados o familias; como el amador de la religión en algunas reliquias del buen espíritu, que siempre ha dictado a la iglesia prácticas y usos convenientes a la conservación de la caridad. (1) Tal era el rito de las sagradas Eulogias. Apenas se hallará hombre instruido y poseído del amor fraternal que no haga un dulce recuerdo de esta muestra de la comunión eclesiástica con que se procuraba avivar en los ánimos de los fieles la verdadera unión y concordia. Aunque la historia de este rito en España se dará en nuestra obra, debo anticipar la noticia de los vestigios que quedan en esta iglesia de tan santa costumbre. Todos los códices sacramentarios, hasta los del siglo XVI, prescriben en el ordinario de la misa la bendición del pan al tiempo del ofertorio en los domingos. Y que esto se hiciese para repartirle entre los fieles, lo indica el final de la oración: ut omnes gustantes ex eo, tam animae, quam corporis recipiant sanitatem. Ofrecían este pan los fieles al tiempo del ofertorio, y acaso con él otras viandas. A lo menos, por el testimonio de Beuter, sabemos que en el siglo XVI se practicaba así en los días de San Blas y Santa Águeda (a). En algunos códices he hallado oraciones propias para la bendición del pan y del vino en estas fiestas, como también en la de San Blas para la de semillas y frutos, y en la de Santa Águeda para la de los términos. Hoy persevera en ambos días la bendición del pan; pero ya no es oferta voluntaria de los fieles al tiempo de la misa, sino otra cosa muy distinta. En las aldeas y aun en algunas Iglesias de esta ciudad se lleva al templo una torta grande de pan, la cual se bendice separadamente antes de la misa para repartir luego entre los principales concurrentes. En este mi convento de Predicadores se hace indistintamente esta repartición del pan, desmenuzado ya, luego que se concluye el ofertorio de la misa, que se canta todos los sábados en la capilla de nuestra Señora del Rosario. Igual costumbre oigo que tienen algunas iglesias de esta ciudad en la misa de la noche de Navidad. Reliquias de aquel primer instituto de las Eulogias y oblaciones, de las cuales, por ciertos indicios que tengo, confío hallar otras muestras en mi viaje. 

(a) "Usque ad nos perseverat mos vetustatis illius, quo offertur à quibusdam die S. Blasii et  S. Agathae, omne quod ad cibum pertinet et ad potum.” (Beuter de recta sacrif. ratione c. 9. 1542.) 

No ha durado tanto el rito del ósculo (beso) de paz al tiempo de la misa que conservaba aún en su vigor esta Iglesia en el siglo XIV. A mediados de él escribía aquí el dominicano Fray Guillermo Anglés la Exposición de la misa, de que hablaré en las cartas siguientes. En ella después de haber reprehendido la costumbre de algunos sacerdotes de recibir la paz besando la hostia consagrada (práctica que duraba aún el siglo XVI en las principales iglesias de Francia) (a: Le Brun. Explic. des cer. de la messe p. V. art. VII.), dice estas palabras: postquam sacerdos osculatus est calicem, vel corpus Christi. accipiando pacem, dat statim coadjutori suo, et iste aliis, et alii inter se mutuò osculantur... et ideo homines in missa existentes, ante communionem pacem dantes, se invicem osculantur... Propter hoc pacis osculum diffunditur in Ecclesia per universos fideles missam audientes. Como no queda memoria de que por aquel tiempo estuviesen separados en el templo los hombres de las mujeres, es muy verosímil que se tuviese presente la cautela con que Durando había hablado de este rito en el siglo anterior, es a saber, que no se permitiese este ósculo entre las personas de diferente sexo. En un códice de principios del siglo XV decía el sacerdote ad dandam pacem: habete vinculum pacis et caritatis ut apti sacrosancto misterio Dei. Verdad es que no prueba esto que durase el ósculo antiguo; pero tampoco se infiere de estas palabras, (2) ni es fácil averiguar cuándo se introdujo aquí el uso de las portapaces: de las cuales la más antigua de que he hallado memoria en esta provincia, es la que regaló a la colegial de San Felipe Calixto III. Y ya que hablamos de las ceremonias de la misa, notaré lo que acerca del evangelio último de San Juan dice el citado P. Anglés en la exposición lemosina que añade al fin. Si abans que dò benedictio al poblé, ô   aprés, vol dir lo evangeli de Sent Johan, faça segons que li será vigares: esto es: si antes de dar la bendición al pueblo o después quisiese decir el evangelio de San Juan, haga lo que mejor le pareciere. No digo esto por noticia muy singular, porque sabido es, que la práctica de leer este evangelio al fin de la misa, desconocida antes del siglo XIII, en ese y en los siguientes así hasta el precepto general de San Pío V quedó al arbitrio del sacerdote; pero no me acuerdo haber visto que se dejase a su discreción el decirlo antes o después de la bendición. En el ordinario de 1527, de que ya di noticia, se manda que en la misa seca que se celebraba para la bendición del ejército que se había de embarcar, se diga el evangelio último antes de la bendición. Y en los códices del siglo XV se nota en alguna fiesta otro evangelio para el fin de la misa; ahora no me ocurre cuál es: vamos a otra cosa. Me tomo esta libertad de ir escribiendo lo que me viene a la memoria, por no verme luego burlado de ella, confiando que lo diminuto se extenderá en nuestra obra, y los descuidos quedarán enmendados con tu lectura. Y pues en este punto se me ofrece lo que hay aquí en orden a los cementerios, debo advertir que cada parroquia tiene el suyo separado del templo, aunque no tan próximo a él, como supone el ritual que ya dije, escrito en el pontificado de Eugenio IV; en el cual, además de mandarse que celebrado el funeral en la Iglesia saquen el cadáver al cementerio, se previene que se hagan en él procesiones pro defunctis, a lo que parece semanales, con siete estaciones en cada una de ellas: todo lo cual indica proximidad al templo. Tal era el destinado desde el siglo XIII para el entierro de los cofrades de S. Jayme, que estaba pegado a la pared exterior de la capilla, que con esta invocación hay en la catedral. Llamábanle el fosaret (pequeño cementerio), (fosar, fossar, fosa), y era la capillita que hoy se ve frente a la Iglesia de nuestra Señora de los Desamparados. Acaso en el mismo siglo estaba también pegado a la pared del templo el cementerio de la parroquial de Santo Tomás. Así lo indica un sepulcro que se halla a la parte exterior de él en la calle del palacio arzobispal a la raíz de la pared. El vulgo cree que enterraron allí vivo a un clérigo por haber quebrantado el sigilo sacramental. Equivocación grosera nacida de la ignorancia del castigo prescrito por los cánones para este delito, que era (3) la deposición y reclusión en un monasterio. La verdad es que allí está enterrado un Pedro Desprats (d'Es prats), como consta de la inscripción que se halla sobre el mismo sepulcro en lugar elevado: la cual publicó Esclapés en su Historia de Valencia; mas por estar aquella copia llena de equivocaciones, la pondré aquí sin mudar un ápice de su ortografía. Dice así: 

anno Domini 1291 videlicet pridie calendas (kalendas) Julii obiit Petrus de Pratis civis Valentiae, septimus confrater confratiae S. Jacobi, cujus anima requiescat in pace: amen.


ANNO DNI MCC XC PMO 

(virgulilla encima de DNI y I encima de la P de PMO) 

VIDELI3 PDIE KLS IVULII OBIIT

(el 3 un poco bajo: cet; circunflejo sobre la KLS) 

PETR9 DE PRATIS CIVIS VALN 

7 ORAT OFRATIE SCI lACOBI (a) CVI9 

(La O de ofratie es una c al revés: con; virgulilla sobre sci; 9 alto : us)

AIM REQVIESCAT IN PACE AMEN. 

Lo que aquí se lee es lo siguiente: anno Domini 1291 videlicet pridie calendas (kalendas) Julii obiit Petrus de Pratis civis Valentiae, septimus confrater confratiae S. Jacobi, cujus anima requiescat in pace: amen. 

El P. Texidor, dominicano, en sus Antigüedades MS. de Valencia da por cosa cierta que en la parte exterior de la Iglesia vieja del convento de predicadores de esta ciudad se encontraron varios sepulcros semejantes al que decimos. 

(a) Esta cofradía de S. Jayme se hallaba ya erigida en la catedral de Valencia desde el año 1246 para los canónigos de ella. En el de 1262 se les permitió que admitiesen cien legos; de cuyo número era sin duda el que aquí se llama septimus confrater. El cual quiso enterrarse en el cementerio de esta iglesia, acaso por ser su feligrés. 

Con el deseo de perpetuar esta práctica, el sínodo del Señor Aliaga, después de haber encargado mucho que no se hagan sepulturas en el templo, dedicado solamente a Dios y para sepultura de sus santos Mártires, y depósito de sus santas reliquias, manda que el cementerio se haga lo más cerca de la Iglesia que se pudiere...; y si pudiere, sea al lado que corresponde al septentrión (a). Con el esmero de los prelados de esta iglesia en conservar la antigua costumbre, tienen hoy día los fieles de esta ciudad el consuelo que falta en otras, y aun en la misma corte, de acudir a sus parroquias sin recelo de ser incomodados con la hediondez que exhalan por lo regular las sepulturas: y aunque las hay en algunas iglesias, son de bóveda, y por lo regular bien cerradas. Mas como los cementerios se hallan casi todos dentro de la ciudad, mezclados con las casas, no logran igualmente la ventaja que disfrutarían si se hallaran separados y fuera de los muros, como está mandado por el gobierno. 

(a) Sínodo dioces. Valent. de 1631 en las advertencias para los edificios y fábricas de los templos. (V. sepulturas y cementerios.) 

Esta conversación sobre los difuntos me trae a la memoria lo prescrito por el misal de 1509, es a saber, que en la feria VI post Oct. Corp. Christi, todas las misas de los clérigos, inclusa la conventual, sean de Réquiem, en sufragio de los que acompañasen con antorchas el Viático a los enfermos, o contribuyesen por cualquier otro medio al mayor culto del SS. Sacramento. (4) Esta ley dice que se impuso in illo sacro concilio Tarraconensi para toda la provincia. Mas como esta Iglesia dejó de ser sufragánea de aquella metrópoli desde el año 1492, en el primer misal que imprimió (a lo que yo creo) después de su erección en metropolitana, renueva este precepto para su nueva provincia. Pues en ese día se celebra ahora en muchas partes (5) la fiesta del corazón de Jesús, debo advertir que de esta devoción aparecen aquí varias muestras anteriores a la época que supone el P. Juan de Loyola en su Tesoro escondido. El V. poeta Juan Bautista Agnesio, que falleció el año 1553, publicó ocho años antes un breve devocionario del corazón de Jesús, repartido por las horas del oficio divino: por no hacer mérito de la justa poética que el año 1456 se había ya celebrado en el convento del Carmen de esta ciudad en honor del cor de Deu, como lo asegura el capellán del Rey D. Alonso V de Aragón en el Diario MS. que dije días pasados. 

Basta hoy para desempalagar de la tarea ordinaria. Otras especies curiosas reservo para los correos siguientes. 

Dios te guarde. Valencia, 17 de Diciembre de 1802. 

NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Tal era el rito de las sagradas eulogias. Esta voz griega con que S. Pablo, S. Cirilo de Jerusalén, San Epifanio y otros PP. significaron la sagrada Eucaristía, se extendió después a los panes ofrecidos o benditos en el altar para enviarlos en vez de ella a los obispos como una señal de la comunión y amor fraternal, y distribuirlos a los demás fieles que no comulgaban. En los principios de esta institución, mirándose el pan bendito como suplemento de la Eucaristía, se distribuía con solemnidad después de la comunión por mano del celebrante; se comía en ayunas y en el mismo templo. Repartíase todo el año, a excepción de las ferias de Cuaresma por causa del ayuno, y en tales días en vez de él, se decía la oración sobre el pueblo, que no tuvo otro origen a juicio de Honorio Autun (Gemma animae, l. I. c. 6) Dábase juntamente vino bendito, como el pan, del que habían ofrecido los fieles. 

De la frialdad en la comunión pasó el pueblo a la tibieza en las ofrendas del pan y vino; por donde en algunas partes comenzaron a hacerse las eulogias del pan y vino que llevaban de casa los mismos curas, los cuales poco a poco fueron dejando el vino y sólo daban pan; a excepción de la pascua, jueves santo y otras grandes fiestas. Algunos párrocos pobres, no pudiendo soportar este gasto, propusieron a su feligresía que podían ofrecer cada domingo un pan para que se bendijese y repartiese al pueblo. De aquí viene la costumbre del pan bendito, que se conserva aún en algunos pueblos de España en las fieslas de los santos patronos y otras solemnidades, el cual ofrecen, no el pueblo, sino los mayordomos de fiestas como en su nombre, y ellos mismos, y no los curas suelen distribuirle.

Sobre otras significaciones de la voz eulogia pueden leerse S. Gregorio de Tours (Hist. lib. IV. cap. 16, lib. VI. cap. 5. lib. VIII. c. I, y de Gloria confess. 

c. 31.) Goar (Not. ad Eucholog. p. 155.) Casaubon (Exercit. XVI. ad Annal. núm. 33. pág. 456.) Salmas (Apparat. ad libr. de Prim. Pap. p. 242.) Suicero (Sacrar. observ. c. IV. n. 10. p. 92.) Bocquillot (Liturg. sacr. lib. II. c. 10. p. 433. seq.), y Meursio y Ducange en sus Glosarios. 

(2) Ni es fácil averiguar cuando se introdujo aquí el uso de las portapaces. Baronio (ad ann. 45. n. 26.) supone ser antiquísimo este uso de las tablillas para dar la paz en el santo sacrificio, y haberse introducido para precaver los lazos del diablo en esta ceremonia santísima instituida para fomentar la fraternal unión y concordia. Del ósculo de paz y de sus significaciones hablan Albaspineo, Bona, Grancolas y otros liturgistas. 

(3) La deposición y reclusión en un monasterio. En el concilio de Peñafiel, celebrado el año 1302, presidido por D. Gonzalo III, Arzobispo de Toledo, cap. V. se agravó la pena de los confesores fractores (infractores) del sigilo sacramental, como consta de las siguientes palabras: si qui tam nefandi criminis rei inventi fuerint, tamquam deportati et in metallum damnati, perpetuo carceri mancipetur, pane et aqua pro vitae sustentatione solummodo reservatis. 

(4) Esta ley dice que se impuso in illo sacro concilio Tarraconensi para toda la provincia. Este es el IV concilio de Tarragona, celebrado en el pontificado de Don Sancho el año 1357. Las palabras del canon son estas: "non incongruum reputamus ut nos, qui jam naturali instinctu ad laudem et honorem divini numinis obligamur, per quem vivimus, movemur et sumus, ac frui suam caelesti sempiterni glorii speramus, ad id donis spiritualibus propensius inducamur. Propter reverentiam et honorem igitur sacratissimi corporis Jesu Christi, quod in plerisque locis minus reverenter portatur, (cujus laudes propter bona tam spiritualia, quam temporalia quae humano contulit generi, nec mens cujusquam posset concipere, nec lingua proferre) approbante sacro concilio statuimus, ut in nostra ecclesia Tarraconensi, et in aliis ecclesiis cathedralibus nostrae provinciae, et in omnibus aliis ecclesiis dioecesium praedictarum, sextam die post festum sacratissimi corporis Christi, missa solemniter ac honorificè celebretur pro animabus illorum, qui dictum sacratissimum corpus Christi, cum ad infirmos portatur, sociaverint cum cereis, vel alias, impendendo eidem reverentiam, devotionem pariter et honorem. Omnes insuper rectores ecclesiarum, et presbyteri ejusdem provinciae anno quolibet, incipiendo a dicto festo usque ad sequens proximum, pro salute animarum dictorum assotiantium corpus Christi, justo tamen impedimento cessante, unam missam quilibet per se habeat celebrare, vel per alium fiat celebrari.” 

Habiéndose echado de ver inobservancia de esta constitución en los años siguientes, la renovó el concilio Tarraconense del año 1414, como se ve en la constitución publicada a nombre de su Arzobispo D. Pedro III, que empieza: non incongruum, en la cual se previene también, quod rectores et curati in die festi memorati hujusmodi faciendam solemnitatem denuntient plebibus suis. 

(5) La fiesta del corazón de Jesús. A ejemplo de la concesión del oficio de las cinco llagas de nuestro Señor Jesucristo, dice Benedicto XIV, que por parte de Doña María, reina católica de Inglaterra, se pidió a la sagrada Congregación de Ritos el año 1697 la institución de una fiesta con misa propia al sagrado corazón de Jesús para las iglesias de las religiosas de la Visitación. Frigdiano Castagnorio alegó a favor de esta súplica, entre otras razones, lo que acerca de la devoción al corazón de Jesús dejó escrito en varias cartas S. Francisco de Sales. Mas habiendo opuesto el Arzobispo de Mira Próspero Botinio, entonces promotor de la fe, que la novedad de esta fiesta se oponía a la disciplina eclesiástica, la sagrada Congregación sólo concedió por entonces que el viernes próximo a la octava del Corpus pudiese celebrarse en las dichas iglesias la misa de las cinco llagas de nuestro Salvador. 

Pasados algunos años, el Rey de Polonia y los obispos de Cracovia y Marsella y las religiosas de la Visitación, renovaron estas preces a la Silla Apostólica, 

con cuyo motivo el P. Joseph de Galliffet escribió un tratado sobre el culto del sacrosanto corazón de Jesús, impreso en Roma el año 1726: en el cual igualmente que en la vida de la V. Margarita Alacoque, compuesta por el obispo de Soisons, que se publicó en París tres años después, y en los escritos repartidos a la Congregación de Ritos se procuró declarar el objeto de esta festividad, conforme a lo que de la adoración de la santa humanidad de Cristo enseñan los teólogos: a lo cual se agregó después un catálogo de los reinos, provincias, diócesis, iglesias seculares, órdenes religiosas y cofradías que daban culto al corazón de Jesús; nuevo peso a todo esto con el ejemplo de la fiesta del Corpus instituida por una revelación que tuvo en Lieja la B. Juliana, como se lee en las actas de los Santos en el día 5 de Abril en que se celebra su fiesta. A estas razones y otras que se alegaron después con mayor instancia, siendo promotor de la fe Benedicto XIV, dice él haber respondido, cuya solución dio motivo a que el año 1727 se suspendiese la resolución, y a que dos años después se negase. (Benedict. XIV. Canon. SS. lib. IV. p. II. c. 30. n. 16. seq.) La historia de la institución de esta fiesta y los varios decretos de la Silla Apostólica acerca de ella, y las razones alegadas por ambas partes, puede verse en la obra intitulada: Chrystotimi Ameristae adversus epistolas duas... in disertationem commonitoriam Camilii Blasii &c. Romae 1772, y en el tratado que escribió Capecelatro Delle feste de' Christiani (edit. Neapol. 1772.) página 284.