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lunes, 6 de junio de 2022

Tomo 3, apéndice 24, copia, papel, patria, sepultura, San Millán, Martín de Baylo, Torrelapaja, Verdejo

XXIV. 

Copia de un papel sobre la patria y sepultura de San Millán (a: Le envió Martín de Baylo al señor Pérez, y se halla entre sus mss. en un volumen de Actas de Santos Españoles en el archivo de la santa iglesia de Segorbe.). (V. pág. 208.) 

Ambrosio de Morales en su Crónica lib. II, c. 58. parece hacer a San Emiliano, sacerdote llamado comúnmente San Millán natural de tierra de Rioja; y dice que su cuerpo sancto está en el monasterio de San Millán de la Cogolla, cabe Najara (Nájera; cabe : junto a : juxta) &c. Pero en esto recibe engaño, siendo verdad que el dicho sancto fue natural del lugar de Verdejo, que está en Aragón en tierra de la ciudad de Calatayud, del obispado de Tarazona en los confines y fronteras de Castilla: y su sancto cuerpo está en la iglesia, so invocación del mismo sancto en otro lugar de la misma tierra, llamado Torrelapaja, cerca del dicho lugar de Verdejo. Consta ser esto así por lo siguiente. Lo primero se colige de lo que San Braulio, obispo de Zaragoza, escribe en la vida del dicho San Millán, que siendo pastor fue a ser enseñado del sancto hermitaño (ermitaño) Félix, que moraba en el castillo llamado Bilibio, y que después se volvió a su tierra a morar no lejos de la villa Virgegio: y de allí se subió a los lugares remotos del monte Destercio o Dircecio; y de allí le llamó Didimo o Didimio, obispo de Tarazona, en cuya diócesis estaba, y lo hizo presbítero y cura de la iglesia del dicho lugar Virgegio, de la cual le privó después por falsas informaciones de otros clérigos de la misma iglesia, y se volvió al dicho lugar, no lejos de Virgegio, donde tuvo y tenía él su oratorio, y allí acabó su vida, en el cual ahora está puesto su cuerpo glorioso. Esto dice en suma San Braulio. Y estos lugares no se hallan en tierra de Rioja, ni junto a Nájera, ni al monasterio de la Cogolla, sino en la dicha tierra y arciprestazgo o arcidianazgo (arcedianato) de Calatayud.

El castillo Bilibio, que Morales dice se llama ahora Villovio; en las lecciones de los breviarios antiquísimos de Tarazona se llama Bilbili, que es un monte y lugar alto y desierto, donde se dice estaba antiguamente la antigua Bilbili, patria de Marcial, que ahora se llama Bambola en los contérminos de la ciudad de Calatayud (Bilbilis). 

Y el lugar Virgegio es el que ahora se llama Verdejo, y en las liciones (lecciones) de los dichos breviarios antiguos se llama Vergegio, que está en la diócesis de Tarazona en las fronteras de Castilla, y otro lugar de este nombre ni semejante a él, ni lo hay, ni lo ha habido en tierra de Rioja, ni junto a Nájera, ni junto al monasterio de la Cogolla. 

El monte Distercio o Dircecio (que ahora no hay tal nombre, ni en tierra de Nájera, ni en la tierra ni comarca de Verdejo) avemos (habemos, hemos) de conjeturar que era alguna de las sierras y montes que están cercanos a Moncayo, quizá donde está ahora la casa de nuestra Señora de la Sierra, u otra por aquel contorno; pues dice San Braulio que estaba en la diócesis de Tarazona el dicho monte.

El lugar donde después fue a parar, y se recogió San Millán después de haber sido excluido y privado de la cura y vicaría de Virgegio por Didimo, obispo de Tarazona, donde pasó y acabó su vida, que se llamó su oratorio; es la iglesia so invocación de San Millán, que está en el lugar que llaman ahora Torrelapaja, que en aquel tiempo no había lugar, que después se han ido haciendo casas en él por la devoción del sancto; y si las hubo serían muy pocas: sino que había y estaba allí una ermita so invocación de nuestra Señora, donde el santo tenía su oratorio; la cual y el dicho lugar está no lejos de Virgegio o Verdejo, como dice San Braulio, sino harto cercano. Y así el lugar y el de Torrelapaja hacen una parroquia, y tienen un solo cura y vicario; y los beneficiados y clérigos de la iglesia parroquial de Verdejo tienen el regimiento y ministerio de la dicha iglesia de San Millán, como eremitorio que fue de ella y ahora es anexa. Y en la dicha iglesia antigua, que fue el oratorio del santo, en el suelo della, cubierto de piedras y losas grandes, estuvo bajo tierra puesto y sepultado en un túmulo de piedra grande con su cubierta y landa de la misma piedra su sancto cuerpo, desde que murió hasta trescientos años aura (hará), o más, según consta por scripturas (escrituras) que se sacó de allí, dejando el túmulo en el mismo lugar bajo tierra cubierto, y se trasladó y puso dentro del altar mayor de la iglesia nueva que se hizo después para ampliar la otra, a la cual está contigua: y se le hizo retablo, y se le dio invocación de S. Millán, y el año mil quinientos ochenta y siete visitó aquella iglesia el obispo de Tarazona Don Pedro Cerbuna (fundador de la universidad de Zaragoza), no sin alguna manera de milagro, después de pasados tantos años sin haber memoria que desde la dicha traslación se hubiesen reconocido las reliquias y cuerpo del dicho sancto, rompiendo y abriendo con picos el altar que es de piedra y ladrillos, las halló dentro de él, donde está casi todo el cuerpo, y de lo que de él falta deben de tener alguna parte en San Millán de la Cogolla: que tener todo el cuerpo, no trae razón ni camino por lo susodicho. Demás de la tradición inmemorial que hay no solamente en todo el obispado de Tarazona, pero en el reino de Aragón y en aquellas fronteras de Castilla, de las cuales los castellanos suelen ir a visitar aquel santuario y muchos peregrinos que por allí pasan, donde son hospedados en un hospital muy bueno que hay, y donde hasta en nuestros tiempos se hacen milagros en enfermedades y otras necesidades; y el dicho mismo túmulo de piedra se descubrió y sacó en el dicho año ochenta y siete u ochenta y ocho.

Y esto mismo se infiere y colige de lo que dice Morales, y las historias de Navarra que quinientos años después de la muerte del sancto Rey Don García de Navarra, edificando un monasterio en Nájera, quiso trasladar a él, y traer allí el cuerpo de San Millán que estaba en Virgegio, y milagrosamente fue impedido: luego ya se supone que estaba el cuerpo antes y entonces en el lugar susodicho del obispado de Tarazona, y no allí ni por allí cerca, ni nunca había estado por allá. Y para decir y haber de confesar de necesidad que el lugar de Virgegio es el susodicho que ahora se llama Verdejo, que es y era entonces del obispado de Tarazona, y el desierto adonde San Millán se retiró, y de donde le llamó el obispo Didimio de Tarazona para hacerle presbítero y cura de Virgegio, de la cual le removió, como dice San Braulio, fue y era hacia Verdejo en alguna de las dichas sierras, se entiende de lo que dice el mismo Braulio que hizo todo eso Didimio: Eius quippe erat in diocesi, y está claro que de otra manera si no estuviera en su diócesis y jurisdicción, no pudiera no siendo súbdito suyo; que si estuviera Virgegio y aquel desierto y el oratorio en Nájera o en San Millán de la Cogolla, que ya entonces era del obispado de Calahorra, no tuviera jurisdicción Didimio el de Tarazona sobre San Millán para hacer con él lo susodicho, y decir San Braulio que el oratorio do se retiró está cercano de Virgegio, que es el dicho Verdejo de la diócesis de Tarazona, que es la dicha iglesia de San Millán de Torrelapaja, no tiene réplica para que no sea así lo dicho. Pero dado y puesto que el castillo Bilibio, do estaba San Félix el ermitaño, adonde fue San Millán en su conversión a ser enseñado e instruido, no sea el Bilbili que está cercano a Calatayud, sino que sea el que ahora se llama Villovio cerca de Nájera; pudo muy bien ser, que Millán desde Verdejo, movido con la fama de San Félix, fue a Villovio cerca de Nájera a ser su discípulo, y después de enseñado se volvió a su tierra según las palabras de San Braulio: Post quam ab eo est edoctus... remeat ad sua, ac sic venit haud procul à villa Virgegio ubi nunc eius habetur corpusculum gloriosum; y así el fundarse monasterio en la Cogolla, no fue por tener allí el cuerpo del sancto, sino por haber residido allí con San Félix, y por tener allí alguna reliquia de su cuerpo, y por el auxilio y favor que alcanzó de este sancto en la guerra contra los moros el Conde Fernán González, de lo que hace mención Morales. Lo que dice Morales que en algunas lecciones de los breviarios se dice fue natural S. Millán de la Rioja, es sin fundamento; y a los breviarios que más crédito se ha de dar, son el de Tarazona, que dice fue natural de Vergegio, y el breviario de Calahorra, de cuya diócesis es Nájera, y el monasterio de la Cogolla no dice que fuese de la Rioja, ni tampoco de aquel obispado, sino que en sus lecciones pone la vida que escribió San Braulio, como arriba se dice. 

viernes, 20 de mayo de 2022

III. Constitución, exequias, difuntos, obispo de Valencia, Raymundo Despont

III.

Constitución acerca de las exequias de los difuntos hecha a fines del siglo XIII por el obispo de Valencia D. Fr. Raymundo Despont: con otros estatutos de la misma iglesia, sobre derechos funerales y admisión a sepultura eclesiástica &.c., copiado todo del ordinario valentino impreso en 1527. 

I. Circa doctrinam de exequiis mortuorum est primo advertenda constitutio edita per dominum Raymundum de Ponte, quondam episcopum Valentiae. Cujus tenor est hujusmodi.

A sanctis, et antiquis patribus esse noscitur constitutum, ut unusquisque sepeliatur cum suis parentibus, qui certam non elegerit sepulturam. Nulli tamen negandum est, quin possit ubicumque voluerit, et discretè elegerit sepeliri. Ita tamen quod si in aliena ecclesia sepeliri elegerit, et de his quae sibi ligaverit, et de aliis quae occasione sepulturae ipsius pervenerit, parrochialis ecclesia habeat canonicam portionem; videlicet, quartam partem secundum consuetudinem ecclesiae Valentiae: exceptis illis casibus in quibus pars canonica non est danda. Si verò aliquis in sanitate, vel infirmitate, de qua non moritur, intravit religionis domum aliquam, se et sua reddendo, non debet ecclesia parrochialis de bonis illius habere canonicam portionem. Si autem in infirmitate, de qua moritur, religionem intret, de bonis ibi oblatis, parrochialis ecclesia, de qua sumptus est, debet habere canonicam portionem. Item dicendum est, si informus de una parrochia faciat se mutari in infirmitate ad aliam parrochiam, et moritur de illa aegritudine, sua parrochia debet habere canonicam portionem. Ne autem littes ex littibus oriantur; sciendum est quod si parrochianus alicujus ecclesiae transfert domicilium in aliam ecclesiam parrochialem, et ibi moratur, erit statim parrochianus illius ecclesiae ad quam suum transfert domicilium, et illi ecclesiae subjectus erit quoad jus parrochiale. Verum quia nullus debet jurisdictionem alterius usurpare, prohibemus etiam districtè, ne aliquis parrochianus alterius parrochiae recipiatur ad ecclesiastica sacramenta, nec etiam ad baptismum, et poenitentiam, nisi necessitatis articulo imminente, vel de licentia proprii sacerdotis. Prohibemus specialiter, ne aliquis parrochianum alterius in suo cimiterio sepelire praesumat, nisi ibi elegerit sepulturam. Quod si fecerit, corpus sepultum, et omnia quae occasione ipsius percipit, ecclesiae parrochiali reddantur; nisi peregrinus fuerit, aut viator de remotis partibus, qui ubicumque decesserit, nisi alibi sepulturam elegerit, potest licitè sepeliri, nisi obstet contraria consuetudo. Si verò parrochianus alterius parrochiae, vive in infirmitate, sive in sanitate ad aliam vicinam parrochiam ierit, seu transierit animo domicilium non mutandi, et ibi al¡quo casu sine electioni sepulturae mortuus fuerit, sepeliendus ad suam parrochialem ecclesiam deportetur, vel sepeliatur in illa parrochiali ecclesia in qua est mortuus, si parentes ejus vel consanguinei sunt ibi, et sua parrochialis ecclesia hoc duxerit concedendum; nec illa parrochialis ecclesia in qua mortuus fuerit, potest quaerere canonicam portionem ab ecclesia parrochiali ipsius defuncti, de his quae occasione sepulturae, vel legati pervenerint ad eamdem. Mulier autem, constante matrimonio, et etiam mortuo viro suo, eligere potest ubicumque voluerit sepulturam. Si vero sine electione sepulturae decesserit, sepeliatur in cimiterio parrochialis ecclesiae et in sepulchro viri sui, si praemortuus fuerit, et in eadem parrochia sit sepultus. Sunt autem quidam quibus debet negari ecclesiastica sepultura: videlicet, omnes haeretici, excomunicati majori excommunicatione, et interdicti: item, illi qui in torneamentis moriuntur: item, usurarii, et praedones manifesti: item, omnes illi quos manifestum esse constitit in mortali peccato decessisse: item, omnes qui se ipsos praecipitaverunt, vel se suspenderunt, aut gladio interfecerunt. Haec autem intelligenda sunt, et servanda nisi in morte manifesta signa apparuerunt, videlicet, quod petierint presbyterum, vel poenitentiam, vel alia signa poenitentiae, si loquelam jam amiserit; quia si talis erat excommunicatus, vel interdictus, et morte praeventus non potuit absolutionis beneficium obtinere, debet absolvi post mortem. Sed ab illo judice absolvatur, per quem dum viveret fuerat absolvendus. Et ad probanda signa poenitentiae sufficit, ut dicunt omnes fere doctores, unus testis, si plures non possint ad hoc probandum inveniri. 

Verumtamen licet signa poenitentiae praecesserint, si non fuerit ille talis in infirmitate, vel mortis articulo absolutus, non debet ante absolutionem in cimiterio ecclesiastico sepeliri. Et hoc ex constitutione.

2 Adverte secundo: quod casus sequentes sunt in quibus secundum praefatam constitutionem, canonica portio sive quarta pars non debet dari parrochiali ecclesiae.

Primo de legatis, sive in testamento, seu alias á defuncto factis, sedi, vel alicui parrochiarum Valentiae non debet dari quarta portio parrochiae cujus fuerit defunctus, nisi talia legata fuerint dimissa pro expensis exequiarum ipsius defuncti, pro oblationibus scilicet flendis in sepultura, pro duobus cereis cujuscumque formae fuerint coram cruce portandis, quia de omnibus istis par (pars; partibus) quarta debetur parrochiae, ultra duos cereos, qui virtute sententiae Regis Jacobi cruci parrochiae defuncti debentur. Et si forte defunctus omnes cereos, qui in suis exequiis deservient, legaverit ecclesiae seu monasterio ubi sepelietur; tali casu de omnibus illis cujuscumque formae fuerint, sive plures, sive pauci, pars quarta debetur parrochiae defuncti. 

Secundo, si defunctus dimisserit alicui ecclesiae seu monasterio, vexilla, tapeta serica vel aurea, calices, cruces, aut alia quaecumque ornamenta quae solum in honorem et cultum Dei, et ecclesiae deserviunt, vel quantitatem aliquam ad ea faciendum, de istis non debetur portio quarta parrochiae dicti defuncti. Sed si talia fuerint dimissa ut post obitum ipsius convertantur in usum vel utilitatem propriam sacerdotum vel fratrum ecclesiae seu monasterii ubi fuerit sepultus, si talis dimissio sortitur suum effectum, tunc de his debetur portio quarta. 

Tertio, si defunctus dimisserit pecuniam, vel missas alicui ecclesiae seu monasterio, et etiam dimisserit suae parrochiae, in qua sepultus fuerit, aliquid de praedictis legatis, tunc non debetur portio quarta dictae ecclesiae de legatis aliarum ecclesiarum. Si verò non fecerit mentionem de parrochia sua, in qua sepultus est, tunc de melioribus legatis aliis ecclesiis relictis primo debetur sibi unum, quia mater defuncti fuit, ubi ecclesiastica sacramenta, et sepultura sibi fuerint ministrata.

Quarto, si defunctus elegerit sepulturam in aliquo monasterio seu ecclesia quae non fuerit sedes valentina, nec aliqua parrochiarum ejusdem, et dimisserit illi monasterio seu ecclesiae ratione sepulturae ibi electae centum, et suae parrochiae dimisserit decem pro canonica portione sibi debita, tunc de illis centum debent superaddi parrochiae quindecim, pro complemento viginti quinque, quae dictae parrochiae debentur pro quarta portione dictorum centum. Si autem talis absolutè legaverit dictae parrochiae decem, non intentione solvendi dictam quartam portionem, tunc integre percipiat dictos decem, et ultra hoc viginti quinque pro sua quarta portione. Et hoc fuit inductum in compensam damnorum, quae sedes et parrochiae praedictae sustinent propter licentiam seu privilegium quod habent audiendi confessiones, et recipiendi ad sepulturam parrochianos dictarum ecclesiarum parrochialium.

Quinto, si quis elegerit sepulturam in aliena dioecesi, etiam (forte si) de jure non sit solvenda portio quarta parrochiae defuncti, tamen quia talis est consuetudo in Valentina dioecesi, si evenerit casus, quarta portio debet solvi parrochiae dicti defuncti.

Sexto, si quis dimisserit rectori vel curato ecclesiae ubi sepelietur, missas, rector vel curatus suae parrochiae de jure debet habere quartam partem ipsarum; sic tamen quod ipsae missae celebrentur per sacerdotes residentes in dictis ecclesiis. Sed si legaverint dictas missas alicui beneficiato, seu presbytero ecclesiae ubi sepelietur, tunc de illis non debetur quarta pars rectori vel curato dictae suae parrochiae. Nam dimittens uni sacerdoti, ut est una particularis persona, et non est caput ecclesiae, non sic intelligitur dimittere quod totus clerus dictae ecclesiae habeat utilitatem ipsarum; nisi in dicta ecclesia sit consuetudo quod missae relictae uni particulari sint communes omnibus, quia tunc portio quarta debetur dictae parrochiae suae. Et hoc servandum est ex quadam laudabili consuetudine, et equitate, licet non de jure.

3. Tertio, sunt advertendi casus in quibus de jure est praestanda ecclesiastica sepultura, et in quibus prohibetur dari. 

Primo, si aliquis laicus baptizans parvulum tantum, non dixerit perfectè formam baptismi, si tales pueri obierint, non sepeliantur in loco sacro

Item, si aliquis baptizans, quum dixerit: Petre, ego te baptizo in nomine Patris, obierit, vel parvulus quem baptizat, mortuus fuerit; tali casu dictus parvulus sepeliatur in loco sacro, quia tunc secundum Hostiensem credendum est piè quod Deus supplet pro eis.

Item, si aliqua mulier gravida post mortem scinditur, et de ventre ejus infans eductus fuerit mortuus sine baptismo, non sepeliatur dictus infans in loco sacro. 

Item, si quis in duello mortuus fuerit, quamvis in eo apparuerint aliqua signa contritionis, dum tamen in dicto duello obierit, non sepeliatur inconsulto domino officiali.

Item, si aliquis adultus baptizatus fuerit solum baptismo flaminis, et sic obierit, talis non sepeliatur inconsulto domino officiali. 

Item, interim dum corpus Christi fuerit reservatum in monumento nullus debet sepeliri absque licentia domini officialis, nec absque dicta licentia sepeliatur pulsatam Ave Maria, usque pulsatam Aurora. 

Item, campanae in sepulturis modo sequenti debent pulsari. Primo, pro sacerdote pulsentur campanae saepè, atque saepissimè. Pro homine laico in annuntiatione mortis pulsentur tres tactus campanarum. Pro foemina verò, duo. Et postea ad libitum illorum quorum interest.

Et adverte: quod pulsatio campanarum, et aliae exequias per indirectum juvant animae defuncti, ut tenent doctores. 

Ultimò adverte: quod diebus dominicis non debet celebrari missa de Requiem, nisi corpus praesens fuerit, in qua missa nulla thurificatio fieri debet, ut superius dictum est. 

IVConstituciones ordenadas en el año 1408 por el obispo de Valencia D. Hugo de Lupia y Bagés

domingo, 2 de junio de 2019

JORNADA CUARTA. NOVELA OCTAVA.

Girólamovol a Salvestra; espentat per los rogs de sa mare sen va a París, torne y la trobe casada; entre a amagatóns a casa y se quede mort a la seua vora, y portat a una iglesia, Salvestra tamé se mor a la seua voreta.

Habíe acabat la história de Emilia cuan, per orden del rey, Neifile va escomensá aixina: algúns, al meu juissi ñan, valeroses siñores, que mes que l’atra gen creuen sabé, y menos saben; y per naixó no sol als consells de los homes sino tamé contra la naturalesa de les coses pretenen oposá lo seu juissi; de esta presunsió han sobrevingut ya grandíssims mals y may se ha vist víndre cap be. Y perque entre les demés coses naturals es l´amor la que menos admitix lo consell o la acsió que li siguen contraris, y la seua naturalesa es tal que antes pot consumís per sí mateix que sé arrencat per cap consell, me ha vingut al ánimo narrátos una história de una Siñora que, volén sé mes sabuda de lo que debíe y no u ere, creén del enamorat cor arrancá l´amor que potsé allí habíen ficat los estels, va arribá a arrancáli en un mateix pun l´amor y l´alma del cos a son fill.
Va ñabé, pos, a la nostra siudat, segóns los agüelos conten, un grandíssim viachán y ric de nom Leonardo Sighieri, que de la seua dona va tíndre un fill de nom Girólamo. Después del seu naiximén, arreglats los seus assuntos, va dixá esta vida. Los tutós del chiquet, jun en la mare, van administrá be los seus bens. Lo chiquet, creixén en los chiquets dels atres veíns, mes que en cap atre del barri en una chiqueta de la seua edat, filla de un sastre, se va familiarisá; y passán los añs, lo trate se va convertí en un amor tan gran y fort que Girólamo no se trobáe be si no veíe lo que veíe ella; y sértamen no la volíe menos de lo que ella lo volíe an ell.
La mare del sagal, acatánsen de aixó, moltes vegades lay va reprochá y lo va castigá; y después de queixás als seus tutós (no podén contíndres Girólamo), com se creíe que per la gran riquesa del fill podíe demaná peres al olm, los va di:
- Este sagal nostre, que encara no té catorse añs, está enamorat de la filla de un sastre que se diu Salvestra, si no lay traém de dabán, probablemen la pendrá per dona sense que dingú u sápigue, y yo may estaré contenta; o se consumirá per nella si la veu casás en un atre; y per naixó me pareix que per a evitá aixó lo tindríem que enviá an alguna part llun d´aquí, al cuidado de los negossis per a que, dixán de vore an ésta, se li desaparegue del pensamén y se li podrá después doná per dona alguna jove ben naixcuda.
Los tutós van di que la Siñora díe be y que faríen lo possible, y fen cridá al sagal al almassén, va escomensá a díli un, mol amorosamen:

- Fill meu, ya eres gran; bo sirá que escomensos tú mateix a velá per los teus negossis, per lo que mos contentaríe mol que anigueres un tems a París, aon vorás cóm se trafique en gran part de la teua riquesa; sense contá en que te farás mol mes cortés y de mes valor allí que aquí u faríes, veén an aquells Siñós, Baróns y gentilhomes (que allí ñan tans) y adeprenén les seues costums; después podrás torná aquí.
Lo sagal los va escoltá y va contestá que no volíe féu perque pensáe que igual que los demés, podíe quedás a Florencia. Los honrats homes, al sentíli aixó, li van insistí en mes paraules; pero no podén tráureli datra resposta, a sa mare lay van di. Ella, mol enfadada, no perque no volíe anássen a París, sino per lo seu enamoramén, lo va insultá; y después, ablanínlo en dolses paraules, va escomensá a afalagál y a rogáli tendramen que faiguere alló que volíen los seus tutós; y tan va sabé díli que ell va consentí en anássen a está allí un añ, pero no mes; y aixina se va fé. Anánsen, pos, Girólamo a París enamorat, diénli avui no, demá ten anirás, allí lo van tíndre dos añs; y tornán mes enamorat que may va trobá a la seua Salvestra casada en un bon jove que fée tendes, y se va ficá mol trist. Pero veén que no podíe sé d´atra manera, se va esforsá en tranquilisás; y espián cuán estáe a casa, segóns la costum de los joves enamorats va escomensá a passá dabán de ella, creén que no lo habíe olvidat. Pero ella no sen enrecordabe de ell, com si may lo haguere vist, y si sen enrecordáe, fée vore lo contrari. Lo jove u va vore enseguida, en grandíssim doló, pero no per naixó dixabe de fé tot lo que podíe per a torná a entrá al seu pit; pero com res pareixíe conseguí, se va disposá, encara que fore la seua mort, a parláli ell mateix. Informánse per algún veí sobre cóm estabe distribuída la casa, una tarde que habíen anat de vela ella y lo home a casa de uns veíns, de amagatóns va entrá dins de la alcoba y se va amagá detrás de les lones de les tendes que estaben allí; y tan va esperá, que, tornats ells y gitats, va notá que lo home estabe adormir, y allá sen va aná aon habíe vist gitada a Salvestra; y ficánli una ma al pit, simplemen va di:
- ¡Oh, alma meua! ¿Dorms ya? - La jove, que no dormíe, va volé quirdá pero lo jove enseguida li va di: - per Déu, no quirdos, que soc lo teu Girólamo. -
Sentín aixó ella tota tremolosa va di:
- ¡Ay, per Déu, Girólamo, vésten! Ha passat aquell tems en que erem sagals y no anáe contra lo decoro está enamorats. Estic, com veus, casada, per lo que ya no me está be escoltá a datre home que al meu; per lo que te rogo per Déu que ten vaigues, que si lo meu home te sentiguere encara que datre mal no vinguere, se seguiríe que ya no podría viure may en ell en pas ni en descáns, mentres que ara, volguda per nell, en pas y en tranquilidat en ell vic.
Lo jove, al sentí estes paraules, va sentí un terrible doló, y recordánli lo tems passat y lo seu amor may disminuít per la distánsia, y mesclán mols rogs y promeses grandíssimes, res va conseguí; per lo que, dessichós de morí, li va demaná que en recompensa de tan amor, lo dixare gitás a la seua vora hasta que se calentare una mica, que se habíe quedat gelat esperánla, prometénli que ni li diríe res ni la tocaríe, y que en cuan se haguere calentat una miqueta sen aniríe.
Salvestra, tenín una mica de compassió d´ell, lay va consedí en les condissións que ell habíe ficat. Se va gitá, pos, lo jove jun an ella sense tocála; y recordán en un sol pensamén lo llarg amor que li habíe tingut y la seua presén duresa y la perduda esperansa, se va disposá a no viure mes y sense di paraula, tancats los puñs jun an ella se va quedá mort. Y después de un bon rato, la jove, extrañánse de que estiguere tan coto, en cuidadet de que lo home no se despertare, va escomensá a di:
- Girólamo ¿No ten vas?

Pero com no va contestá, va pensá que se hauríe quedat adormit; per lo que, estirán la ma, va escomensá a sorollál per a que se despertare, y al tocál lo va trobá "chelat com lo chal", de lo que se va extrañá mol; y sacsánlo en mes forsa y notán que no se sorolláe, después de tocál un atra vegada va está segura de que estabe mort; per lo que mol acollonida va está mol tems sense sabé qué fé. Al final, va dessidí, fingín que se tratabe de un atra persona, vore qué díe lo seu home que teníe que fés; y despertánlo, lo que acababe de passáli an ella li va di que li habíe passat a un atra, y después li va preguntá que si li passáre an ell, qué tindríe que fé ella. Lo bon home va contestá que li pareixíe que an aquell que s´habíe mort sel teníe que portá en silensio a casa seua y dixál allí, sense enfadás contra la dona, que no li pareixíe que haguere cometut cap falta.
Entonses la jove va di:
- Pos assó tením que fé natros. -

Y agarránlo de la ma, li va fé tocá al jove mort, y ell, tot espantat, va fotre un bot del llit, se va ficá de peu y, ensenén una llum, sense entrá en mes históries en la seua dona, vestit lo cos mort en les seues mateixes mans y sense esperá gens, ajudánli la seua inossénsia, sel va carregá a les esquenes, lo va portá a la porta de casa seua, y allí lo va dixá.
Vingut lo día y trobat dabán de la porta mort, se va montá un gran abalot y, espessialmén sa mare; y examinat per totes parts, y no trobánseli ni ferida ni cop, va sé per tots los meches cregut que habíe mort de doló, com habíe sigut. Va sé, pos, este cos portat a una iglesia, y allí va víndre la dolorida mare en moltes atres siñores paréns y veínes, y damún d´ell van escomensá a plorá a llágrima viva, y a lamentás, segóns les nostres costums. Y mentres se fée un grandíssim dol, lo bon home de la casa aon s´habíe mort, li va di a Salvestra:
- Fícat un manto al cap y ves a la iglesia aon ha sigut portat Girólamo y mésclat entre les dones; y escolta lo que se parle sobre este assunto, y yo faré lo mateix entre los homes, per a enterámos de si se diu algo contra natros.
A la jove li va pareixe be y allá que sen va aná. ¡Maravillosa cosa es de pensá lo difíssil que es descubrí les forses del Amor! Aquell cor que la felís fortuna de Girólamo no habíe pogut obrí lo va obrí la seua desgrássia, y ressussitán les antigues flames, de repén la va moure a tanta piedat lo vore la cara del mort, que, amagada daball de la mantellina, obrínse pas entre les dones, no va pará hasta arribá al cadáver; y allí, cridán mol fort, damún del jove mort se va aviá, y no lo va bañá en moltes llágrimes perque, abáns de tocál, lo doló, com al jove li habíe tret la vida, an ella la hi va traure. Después, consolánla les dones y diénli que se eixecare, sense conéixela, y com ella no se eixecabe, volén alsála, y trobánla morta, la van eixecá y van vore que ere Salvestra. Per lo que totes les dones que allí estaben van escomensá a plorá mol mes que abáns. La notíssia va corre com la pólvora fora de la iglesia, entre los homes, y arribán als oíts del seu home que entre ells estabe, sense aténdre consol de dingú, va plorá mol rato, y después los va contá a mols lo que aquella nit habíe passat entre aquell home y la seua dona y tots van sabé la raó de la mort de los dos.
Prenén, pos, a la jove morta, y adornánla com se adorne als morts, jun al jove la van ficá, y ploránla, a una mateixa sepultura van sé enterrats los dos; y an ells, a qui Amor no habíe pogut ajuntá vius, la mort los va ajuntá en inseparable compañía.

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