Espero que cap analfabeto digue mes tonteríes.
Tamé se troben analfabetos en títul universitari.
Los fascistes, no feixistes, mes famosos eren sossialistes,
com Mussolini y Hitler.
Ramón Guimerá Lorente , Moncho, Beceite, Beseit, Matarraña, chapurriau, Teruel, Aragón, Aragó
Espero que cap analfabeto digue mes tonteríes.
Espero que cap analfabeto digue mes tonteríes.
rosselloarrom wordpress el-catalan-es-un-dialecto
La construcción nacional catalana se levanta sobre mentiras y uno de los pilares sobre el que se edifica esta gran farsa es la lengua. El catalán es un invento reciente del siglo XX a través del cual los pancatalanistas han adornado sus reivindicaciones, victimismo e historia inventada.
A imagen y semejanza del nacionalismo alemán, el catalanismo tiene vocación colonial. Descartada la base racial, el único instrumento que le permite expandirse en su imaginado lebensraum es el idioma. El único problema es que nunca existió esa lengua por lo que para legitimar las aspiraciones pancatalanistas fue necesario construirla con los retazos de un idioma de frontera nacido en el Imperio Carolingio, el lemosín. En la misma fundación de España, en la Marca Hispánica, la lengua lemosina descendió con la reconquista por todo el levante español y se fundió con el habla de cada lugar alumbrando diferentes dialectos.
Una lengua no codificada y fragmentada en variantes que arraigaron en territorios dispares e incluso aislados como en el archipiélago balear hasta la autodesignada reinaixença. Incluso entonces, el fundador del Institut d’Estudis Catalans presidía la Diputación provincial de Barcelona desde la que se creó esta institución (18 de junio de 1907) que se convertiría con el tiempo, y por Real Decreto, en la autoridad única sobre el catalán en “todos los lugares de lengua y cultura catalanas” (sic). Antes de que se iniciara este proceso en 1833, Buenaventura Carlos Aribau, uno de los impulsores de la Reinaxença, escribía en su Oda a la Pàtria que “en llemosí sonà lo meu primer vagit”.
Del proceso de normativización de la lengua se expulsó a todos aquellos que no compartían la visión catalanista y el mallorquín Antonio María Alcover tuvo que publicar por su cuenta el Diccionari català-valencià-balear. No tenían cabida en el catalanocentrismo que terminaría imponiéndose con la Gramática (1918) y el Diccionario (1932) inventados por el ingeniero industrial Pompeyo Fabra. La gran obra de un planificador barcelonés con la que se ha cometido un verdadero genocidio cultural que los valencianos han conseguido limitar gracias a la creación de una autoridad lingüística alternativa a la implantada desde Barcelona.
En Mallorca, el artículo salado ya solo se conserva en el habla popular de la gente. Desde las organizaciones pancatalanistas regadas con dinero público (balear y catalán) se ha perseguido su uso. La Universidad de las Islas Baleares ha actuado como cómplice necesario para barnizar de cientifismo este acoso cultural dictando que, salvo en situaciones “marcadamente informales”, se utilizará el artículo “literario” o “estándar”. Eso mismo nos obligaban a aprender en las escuelas, e incluso para conseguir el título de catalán exigido para optar a la mayoría de puestos de funcionario el artículo salado se tacha como “incorrecto” en los exámenes. La propia página web de lo que antes se conocía como “Junta Avaluadora del Català” deriva a recursos lingüísticos que dependen directamente del gobierno catalán. Una invasión de terciopelo que ha uniformizado todos los dialectos del lemosín para asimilarlo a la variante catalana tildando a todas las demás de “vulgares”.
Los pancatalanistas han “normalizado” también los topónimos procurando borrar todo rastro del artículo salado que cuestiona la unidad de la lengua impuesta desde el siglo XIX por el Instituto de Estudios Catalanes. El rodillo pancatalanista no ha respetado ni las calles del casco antiguo de Palma de Mallorca aunque todavía pueden encontrarse rastros de la lengua de nuestros abuelos.
La “Costa de sa pols” es una de esas calles en las que la antigua placa con el artículo salado ha sobrevivido. Muchas placas de las calles con su nombre en mallorquín que sobrevivieron al franquismo no han conseguido resistir al pancatalanismo “democrático”.
El catalán es un dialecto, Ausias March era valenciano y, Raimundo Lulio, mallorquín. Los catalanes pueden seguir hablando en su dialecto que los mallorquines seguiremos hablando el nuestro, como ya escribió Mossén Alcover “que no s’escandalisin els nostres mallorquins catalanistes de que diga aquí llengo i no llengua” porque en Mallorca hemos sido aragoneses, independientes o españoles pero nunca, nunca, catalanes. Hemos soportado muchos años de neocolonialismo pancatalanista y ya es hora de que volvamos a escribir en mallorquín en lugar de usar el dialecto de Barcelona.
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La construcción nacional catalana se levanta sobre mentiras y uno de los pilares sobre el que se edifica esta gran farsa es la lengua. El catalán es un invento reciente del siglo XX a través del cual los pancatalanistas han adornado sus reivindicaciones, victimismo e historia inventada.
A imagen y semejanza del nacionalismo alemán, el catalanismo tiene vocación colonial. Descartada la base racial, el único instrumento que le permite expandirse en su imaginado lebensraum es el idioma. El único problema es que nunca existió esa lengua por lo que para legitimar las aspiraciones pancatalanistas fue necesario construirla con los retazos de un idioma de frontera nacido en el Imperio Carolingio, el lemosín. En la misma fundación de España, en la Marca Hispánica, la lengua lemosina descendió con la reconquista por todo el levante español y se fundió con el habla de cada lugar alumbrando diferentes dialectos.
Una lengua no codificada y fragmentada en variantes que arraigaron en territorios dispares e incluso aislados como en el archipiélago balear hasta la autodesignada reinaixença. Incluso entonces, el fundador del Institut d’Estudis Catalans presidía la Diputación provincial de Barcelona desde la que se creó esta institución (18 de junio de 1907) que se convertiría con el tiempo, y por Real Decreto, en la autoridad única sobre el catalán en “todos los lugares de lengua y cultura catalanas” (sic). Antes de que se iniciara este proceso en 1833, Buenaventura Carlos Aribau, uno de los impulsores de la Reinaxença, escribía en su Oda a la Pàtria que “en llemosí sonà lo meu primer vagit”.
Del proceso de normativización de la lengua se expulsó a todos aquellos que no compartían la visión catalanista y el mallorquín Antonio María Alcover tuvo que publicar por su cuenta el Diccionari català-valencià-balear. No tenían cabida en el catalanocentrismo que terminaría imponiéndose con la Gramática (1918) y el Diccionario (1932) inventados por el ingeniero industrial Pompeyo Fabra. La gran obra de un planificador barcelonés con la que se ha cometido un verdadero genocidio cultural que los valencianos han conseguido limitar gracias a la creación de una autoridad lingüística alternativa a la implantada desde Barcelona.
En Mallorca, el artículo salado ya solo se conserva en el habla popular de la gente. Desde las organizaciones pancatalanistas regadas con dinero público (balear y catalán) se ha perseguido su uso. La Universidad de las Islas Baleares ha actuado como cómplice necesario para barnizar de cientifismo este acoso cultural dictando que, salvo en situaciones “marcadamente informales”, se utilizará el artículo “literario” o “estándar”. Eso mismo nos obligaban a aprender en las escuelas, e incluso para conseguir el título de catalán exigido para optar a la mayoría de puestos de funcionario el artículo salado se tacha como “incorrecto” en los exámenes. La propia página web de lo que antes se conocía como “Junta Avaluadora del Català” deriva a recursos lingüísticos que dependen directamente del gobierno catalán. Una invasión de terciopelo que ha uniformizado todos los dialectos del lemosín para asimilarlo a la variante catalana tildando a todas las demás de “vulgares”.
Los pancatalanistas han “normalizado” también los topónimos procurando borrar todo rastro del artículo salado que cuestiona la unidad de la lengua impuesta desde el siglo XIX por el Instituto de Estudios Catalanes. El rodillo pancatalanista no ha respetado ni las calles del casco antiguo de Palma de Mallorca aunque todavía pueden encontrarse rastros de la lengua de nuestros abuelos.
La “Costa de sa pols” es una de esas calles en las que la antigua placa con el artículo salado ha sobrevivido. Muchas placas de las calles con su nombre en mallorquín que sobrevivieron al franquismo no han conseguido resistir al pancatalanismo “democrático”.
El catalán es un dialecto, Ausias March era valenciano y, Raimundo Lulio, mallorquín. Los catalanes pueden seguir hablando en su dialecto que los mallorquines seguiremos hablando el nuestro, como ya escribió Mossén Alcover “que no s’escandalisin els nostres mallorquins catalanistes de que diga aquí llengo i no llengua” porque en Mallorca hemos sido aragoneses, independientes o españoles pero nunca, nunca, catalanes. Hemos soportado muchos años de neocolonialismo pancatalanista y ya es hora de que volvamos a escribir en mallorquín en lugar de usar el dialecto de Barcelona.
Cataluña se va independisá tan al 1640 que los seus dirigéns la van entregá a Fransa. F. Sánchez Marcos: Cataluña y el Gobierno central tras la Guerra de los Segadores (1652-1679).
https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=162469
Cataluña se va independisá tan al 1640 que los seus dirigéns la van entregá a Fransa. F. Sánchez Marcos: Cataluña y el Gobierno central tras la Guerra de los Segadores (1652-1679).
https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=162469
Cataluña se va independisá tan al 1640 que los seus dirigéns la van entregá a Fransa. F. Sánchez Marcos: Cataluña y el Gobierno central tras la Guerra de los Segadores (1652-1679).
https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=162469
SANCHO RAMÍREZ Y LA BANDERA DE ARAGÓN.
https://www.facebook.com/Corona.Daragon/photos/a.265076223636957/2194792033998690/
SANCHO RAMÍREZ Y LA BANDERA DE ARAGÓN.
https://www.facebook.com/Corona.Daragon/photos/a.265076223636957/2194792033998690/
(Agarrat de alguna página de carallibre)
El "país valencià".
Alguns “retorets” progres del seguidisme catalanero tenen l´arrogant osadia no sols d´exhibir la seua evident ignorancia historica sino també de vanagloriar-se
d'haver segut algu dels “acunyadors” de la poblerina denominacio “país valencià” per a l´inveterat i historic Regne de Valencia.
Eixe apodo denominatiu podría ser entendible en aquella iletrada esquerra fusteriana dels anys ´60 i ´70 que no tenia internet i mai llegia un llibre. Pero es impensable en la voragine informativa dels anys 2010 aon el que no vol llegir archius originals i documentar-se adequadament, es perque preferix ser un terros de la historia.
Tal es el cas, pareix ser, d´eixe “modelno” retoret de Novelda, un tal Javier Muñoz-Pellin que va presumint estos dies , en prensa local, de la seua genial i poblerína contribucio a la difusio de lo que sempre va ser pura barbarie denominativa: lo de “pais valencia” (LVemv.21.10.2010) Conten les croniques que els historiadors catalans sempre van patir un agut complex d´inferioritat respecte al Regne de Valencia perque Catalunya mai va ser un regne i no ha existit mai ni un sol document historic a on es parle de la mes mínima intencio dels Reis d´Aragó de canviar la seua historica condicio de “comtats de la Marca Hispanica”.
D´eixe inconfessable complex d´inferioritat catala, ha participat sempre la nostra iletrada esquerra deslleal. I en el seu rendit vassallage a la burgesia del nort, es va inventar el barbarisme històric "país valencia”, una denominació geografica creada per a insultar als valencians.
La paraula "país", com be definix l´academic Antonio Capmany i de Montpalau: "A on no hi ha nacio, no hi ha patria: perque la paraula “PAYS” no es mes que terra que sustenta persones i besties al mateix temps" (“Sentinela contra els francesos”. Gómez Fuentenebreo. Madrid.1808). Pur concepte terruno. Pel qual es pot afirmar, en absoluta rotunditat, que el toponim "país valencia " MAI ha existit legalment com denominació propia d´una zona geografica ni, molt manco, com denominacio d´un ens polític per a referir-se a Valencia.
Va ser pur invent d´aiatolàs fusterians en estat d´ebri deliri i el seu intent de colar-ho ,sense valor jurídic, en el preambul del Real Decret Llei de preautonomia de la Comunitat Valenciana 17 de març de 1978: una fechoría de l´esquerra. L´única identitat historica que se´ns pot aplicar legítimament es el de Regne de Valencia, denominacio molt anterior a la conquista de Jaume I. El "Regnum Valentiae" existia ya quan el rei de Castella, Alfons VIII, el de les Naves de Tolosa, va firmar el famos Tractat de Cazorla en Alfons II d´Aragó, (iaio del Conquistador), el 14 de desembre de 1179.
En eixe Tractat es delimitaven les terres a conquistar per cada u d´ells o dels seus successors.
A partir de la conquista del “cap i casal” en el segle XIII, el Regne de Valencia va ser jurídicament reestructurat en noves normes que li van convertir en un Estat de Dret totalment autonom, en els seus organismes legislatius, judicial i executiu, regit pels seus propis furs i privilegis i formant el seu propi "Corpus juris" fins que, quasi mig milenni després i per un acte de força, fora abolida la seua legislacio per un príncep estranger en 1707: Felip V.
Pero ni tan sols eixe mateix príncep, que va regnar en el nom de Felip V, va suprimir el nom Regne de Valencia que va continuar existint com a demarcacio administrativa. Tant Felip V com els seus successors es van titular en la seua diplomatica "Rei de Valencia" i no es coneix cap documentacio en que el poder constituït declare taxativament extingit el Regne de Valencia.
Inclus en la divisio d´Espanya en províncies per Javier de Burgos en 1833 el Regne de Valencia va ser dividit en tres parts pero, així i tot, els seus municipis no van ser, en absolut, atribuïts a demarcacions foranes. Van permaneixer afiliats al Regne de Valencia. I replets estan les estanteries de l´Archiu Històric Nacional, de l´Archiu de la Corona d´Aragó i, en especial, els de l´Archiu delRegne de Valencia de documentacio que certifica la identitat historica del nostre territori i la seua antiga classica “denominació d´origen": REGNE de VALENCIA.
En su artículo: “Cataluña como sinónimo de mentira” Juan García Sentandreu, Vox Valencia, escritor y jurista, escribe y aporta los siguientes datos y documentación:
En su artículo: “Cataluña como sinónimo de mentira” Juan García Sentandreu, Vox Valencia, escritor y jurista, escribe y aporta los siguientes datos y documentación: