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lunes, 21 de agosto de 2023

IV. Aita Meaqer-ec ardoari jarritaco itz neurtuac. Versos “al vino” por el P. Meagher.

IV. 

Aita Meager-ec ardoari jarritaco itz neurtuac. 

Versos “al vino” por el P. Meagher

(Dialecto guipuzcoano) 

El P. Domingo Meagher, y sus versos “al vino.” 

El padre Meagher, jesuita y acreditado teólogo, nació en la ciudad de San Sebastián el 17 de marzo de 1703, fue recibido en la Compañía de Jesús el 14 de octubre de 1717, y después de practicar con verdadera aplicación los estudios necesarios, hizo su profesión solemne en dicho instituto el año de 1736.

Fue Catedrático de Filosofía en el Colegio de Santiago de Galicia, y de Teología en los de Salamanca y Valladolid, y poeta nada vulgar, tanto en la lengua castellana como en la euskara, que cultivó con éxito.

He aquí los apuntes que facilita acerca de sus condiciones de inteligencia y sus dotes morales la obra “Vida de algunos claros varones guipuzcoanos de la Compañía de Jesús." (1: Tolosa: en la imprenta de Modesto Gorosabel y C.a Año 1870. Un tomo en 8.° de 450 páginas, publicado a expensas de varios bienhechores). 

"Tuvo ingenio sobresaliente y fantasía tan viva, que dedicado a muchas facultades, y moderando con parsimonia la exuberancia de la imaginación, se tiene por cierto que hubiera abrazado y dominado todos 

los ramos del saber, o los más, y aún abierto en las ciencias nuevos rumbos. Bastábale oír (Bastaba oírle) hablar de materias varias y entre sí no conexas, siempre con pensamientos nada comunes, para echar de ver su talento creador. Era de corazón noble, generoso y pío, de trato afable, y de una laboriosidad y celo incansable en todos los ministerios y servicios en bien de los prójimos. Así no es maravilla que en San Sebastián, donde después que dejó el magisterio vivió muchos años, fuese consultado como un oráculo, y buscado de todos para alivio de sus desgracias y sinsabores, y estimado y querido de la ciudad y provincia, como bienhechor universal. En el destierro de Italia padeció muchas incomodidades con resignación y paciencia, y tuva (tuvo) muy cristiana muerte el día 21 de septiembre de 1772. Falleció en una casa cerca de Florencia."

Entre las obras escritas por el P. Meagher, se cuentan varias composiciones poéticas de carácter religioso, unas burlescas sobre la historia de Fray Gerundio; algunos trabajos sobre los libros publicados en Francia contra los Jesuitas los años de 1760 y 1761; la Oración fúnebre de la Reina de España D.a María Bárbara de Portugal, pronunciada en esta ciudad, y varios memoriales y manifiestos sobre asuntos del siglo XVII. 

De sus composiciones en lengua euskara, sólo parece quedan dos; constituyendo una de ellas los famosos versos Al vino, elegidos para figurar en este tomo del Cancionero, que son un caluroso elogio del 

fruto debido al patriarca Noé, y que, en medio de su exageración, no carecen de ingenio y de gracia.

Del mismo poeta se cita la siguiente octava, que por su asunto parece corresponder a los versos Al vino, pero que difiere de ellos por su medida, octava que no deja de ser notable por lo fácil y airosa:

"Guizon bat ardo gabe

Dago erdi illa,

Marmar dabiltzac tripac

Ardoaren billa;

Baña edan ezquero

Ardoa chit ongui,

Guizonic chatarrenac

Baliyo ditu bi.” (1) 

(1) "El hombre sin vino está medio muerto; sus tripas murmuran pidiendo vino; pero en bebiendo una buena ración de este zumo, el varón más enclenque vale por dos." 


Sus versos Al vino, de carácter eminentemente popular, fueron puestos en música, indudablemente en su época, y sin que se sepa por quién, llegando a hacerse vulgares.

En el Apéndice de música que va al final de este tomo, hallarán los lectores dicha canción, de carácter muy apropiado a la poesía para que fue escrita.


Aita Meager-ec ardoari (1) jarritaco itz neurtuac. (2)


Ni naiz chit gauza gozoa

Eta pozquida osoa, (3) 

Beltza (4) naiz eta zuria, (5) 

Illuna (6) eta arguia, (7)

Indarra det ta garboa

Eta icena (8) det ardoa.


Noé guizon aditua (9) 

Cedorren (10) pensamentua

Izanzan gauza andia

Ipintcen (11) mastia, (12)

Zu zaitugu ardoaren autore

¡Oh zorioneco NOE!


Edari (13) maitagarria,

Tristearen alegria,

Dezu alaitcen (14) beguia, 

Quentcen (15) melanconia, (16)

Mutuba (17) ipinteen cantari,

Eta errena (18) dantzari.

Ausi, atera, ebaquia, (19) 

Llaga dala, edo zauria (20) 

Curatzeco belarra (21) 

Clareta edo nafarra, 

Moscatela edo malaga,

Edoceiñ (22) ardo ona bada.


Pasatcen du aste (23) osoa

Aitzurtcen (24) batec soroan

Necaturican (25) guztia

Dariola icerdia, (26)

Laster (27) legoque au galduric

Ezpalu jayean ardoric.


Jateco (28) ez bada gogoric (29) 

Eta eciñ eguin loric, (30) 

Eritasun oben (31) 

Edo beste edoceñen

Curatceco balsamoa,

Da mats onaren zumoa. 


Ardo gabe ez da funcioric

Ez mezaric eta ez eztaric,

Bada au faltatu ezquero

Ez da arquitzen guero

Baicic naigabeco (32) tristura,

Illuntasuna ta malura. (33) 


Galenoren medecinac

Ta farmacia guztiac

Du botiquic onena 

Ardoaren taberna

Todo lo sana, guztia,

Ardo ona daucan zaguia. (34) 


Barbero, medicu guztiac 

Erremedio aundiac

Dituzte besterentzat, (35) 

Baña bada berentzat

Erremedioric oberena (30) 

Ardo zarric dan onena.


Ardoa eranic neurriz (37) 

Beiñ illa (38) pizten (39) du berriz, 

Baña bada asitcen (40) 

Belaunac (41) limuritcen (42) 

Eta iraquiten (43) buruban, 

Ez da gauza onic orduan. 



TRADUCCIÓN CASTELLANA. 


Versos “Al vino” escritos por el P. Meagher. 


Soy cosa muy sabrosa; soy todo alegría; soy negro y soy blanco, soy claro y oscuro; tengo fuerza y presto nervio, y tengo por nombre vino.

Oh, sabio Noé! Fue grande tu pensamiento de plantar por vez primera las cepas que habían de ofrecer tan sabroso fruto. Tú eres, ¡oh dichoso Noé!, el autor del vino.

¡Oh, adorable bebida! Tú eres la alegría del afligido, tú animas sus ojos, y arrebatas sus pesares. Haces hablar al mudo y por ti baila el hombre 

peor humorado.

Para curar roturas, dislocaciones y cortadas (cortes), y para sanar las llagas y las heridas, no hay yerba como el buen vino, ya sea Claret (clarete) o Navarro, ya Moscatel o ya Málaga.

El pobre bracero pasa la semana entera, cavando la tierra, todo fatigado, y a costa de su sudor. ¿Qué seria de él, (pronto acabaría su vida, dice el 

original), si no tuviera el consuelo del vino el día festivo?

Cuando falta el apetito o no puede conciliarse el sueño, no hay bálsamo para aliviarse, tanto de estas como de cualquiera otra dolencia, como el zumo de la buena uva.

Sin vino no hay función, misa, ni fiesta; pues en faltando él, sólo se observan la tristeza, la contrariedad y el mal humor.

No hay receta en la Medicina, ni remedio en la Botica, que puedan igualarse al buen vino. Todo lo sana, todo, un pellejo de buen vino.

Todos los médicos y cirujanos poseen grandes remedios para los demás; pero para sí el mejor remedio lo hallan en el buen vino añejo.

El vino, bebido con medida y discreción, resucita hasta al muerto; (1) pero si a causa de él, empiezan a flaquear las piernas y a hervir la cabeza, entonces no puede esperarse cosa buena. 

(1) Excusado es decir que esta frase es una hipérbole del buen P. Meagher, en su afán de ponderar las virtudes del vino. 


NOTAS FILOLÓGICAS Y GRAMATICALES.


(1) Ardo, a, guip., vizc., arno, a, lab., bn., vino. - De esta misma palabra procede la voz sagardoa, que quiere decir lit. vino de manzana. - Ardoari, es un dativo del sing. 

(2) Itz-neurtuac. Voz comp. de las dos Itz, a, (palabra), y neurtua, (medido): equivaliendo por tanto a palabras medidas o versos. El adjetivo suele anteponerse también a veces, diciéndose indistintamente, 

especialmente en el dial lab., hitz-neurtuak o neurthizak.

(3) Oso, osoa, en los div. dial., entero.

(4) Beltz, beltza, belch, belcha, guip., baltz, baltza, vizc., beltz, beltza, lab., belz, belza, bn., negro.

(5) Zuri, zuria, guip., vizc., churi, churia, guip., lab., bn., blanco.

(6) Illun, illuna, guip., vizc., ilhun, lab., bn., oscuro, sombrío.

(7) Argui, arguia, guip., vizc., argi, argia, lab., bn., luz. Como adjetivo expresa el concepto de claro, luminoso.

(8) Izen, izena, en los div. dial., nombre.

(9) Aditua, en los div. dial., entendido, del verbo adi, tu, tzen, oír, escuchar, y también entender, comprender. El mismo origen reconocen las voces aditza, adimentua, entendimiento, inteligencia, adierazo, dar a entender o hacer entender: adigarri, aadigarri, digno de oírse o conocerse, notable; adibaki, advertir, observar; y adirakia, nota, señal o índice. 

(10) Cedorren o cerorren. Es el pronombre cerori, tú mismo, usado en trato cortés. 

(11) Ipiñi, ipintzen, guip., ifini, ifintzen, lab., ibeni, ibentzen, lab., ipiñi, ipinten, ibeni, ibentzen, vizc., poner, colocar.

(12) Masti, mastia, guip., mahatsti, mahatstia, lab., mah * xtei, a, bn., viña, (de mats-tegui.) (N. E. bebida de anís, mastika o mastica; yamas griego, yeia mas, brindis, salud)

(13) Edari, edaria, en los div. dial., bebida.

(14) Alaitu, alaitzen, alegrar, hermosear.

(15) Quen, quendu, quentzen, o ken, kendu, kentzen, en los div. dial., quitar.

(16) Esta voz está indudablemente tomada de la correspondiente castellana, teniendo como tiene la euskara las propias damorria, odolia, atsekabea, y otras equivalentes.

(17) Mutua, (aobozatua), mudo.

(18) Errena, (erre-ena), liter. el más quemado, del verbo erre, quemar, asar. Tomado aquí en el concepto de “el hombre de peor humor.”

(19) Ausi, ausia, (del verbo ausi o autsi, austen, guip., vizc., hautsi, hausten, lab., hauxi, bn., romper), rotura.

Atera, dislocación, del verbo atera, ateratzen, guip. atera, ateraten, vizc. athera, atheratzen, lab., tirar fuera, sacar, arrancar o extraer.

Ebaquia, cortada, cortadura, del verbo ebaqui, ebaquitzen, vizc., ebai y también epaquin, cortar.

(20) Zauri, zauria, herida, del verbo zauritu, zauritzen o zaurtzen, guip., vizc., lab., zaurt, zaurtu, bn. herir. (N. E. zaherir)

(21) Belar, belarra, guip., bedar, bedarra, belhar, belharra, lab. bn., hierba.

(22) Edozein, guip., lab., edozeñ, vizc., ediozoin bn., cualquiera, pron.

(23) Aste, astea, en los div. dial., comienzo, principio, y también, como en este caso, la semana.

(24) Aitzurtu, (lab. ainzurtu), aitzurtzen, cavar. Probablemente de aitz, aitza, peña, y urtu, lit. derretir las peñas o ablandar la tierra.

(25) Necatu, necatzen, en los div. dial., fatigarse, de neque, nequea, trabajo, fatiga, cansancio.

(26) Icerdi o izerdi, icerdia o izerdia, en los div. dial., sudor.

(27) Laster, pronto, enseguida.

(28) Jan, jaten, comer. (N. E. jamar, del caló jamar; cf. sánscrito khān- comer, cortar, triturar; jalar : halar)

(29) Gogo, gogoa, en los div. dial., pensamiento, inclinación, aspiración, deseo, apetito, etc.

(30) Lo, en los div. dial., sueño.

(31) Eritasun, eritasuna, guip., vizc., lab., eritarzun, bn., enfermedad.

Téngase en cuenta que la palabra que le sigue, oben, no es aquí, como quizá pudiera creerse por alguno, el comparativo irregular de ona, bueno, sino el pronombre demostrativo este, esta, esto, (au, auc.)

(32) Naigabe, naigabea, (de nai-gabe, sin querer), contrariedad.

(33) Malur, malurra, desgracia, desdicha, calamidad, infortunio. Voz puramente euskara, según m. Chaho. (N. E. malheur, mal-heur francés)

(34) Zagui, zaguia, zaqui, zaquia, vizc., zahagi, zahagia, lab., bn. 

pellejo de vino, odre, bota de cuero.

(35) Besterentzat, guip., vizc., bertzerentzat, lab., bn., para los demás.

(36) Este sí es el comp. irregular de ona, que he dejado indicado en la nota 31. La r de oberena, es simplemente eufónica, debiendo decirse obeena.

(37) Neurriz, con medida.

(38) Ill, illa, guip., vizc., hill, hilla, lab., bn., muerto. De esta palabra procede la compuesta ill-erria, pueblo de los muertos, o cementerio, muy peculiar y expresiva. (N. E. alemán, still : silencioso, tranquilo)

(39) Piztu, pitzten, guip., (y también biztu, contracción de bizitu), pitztu, lab., encender, y también resucitar, volver a la vida.

(40) Asi, asten, guip., vizc., hasi. hazten, o hasitzen, lab., bn., principiar.

(41) Belaun, belauna, guip., vizc., belhaun, belhauna, lab., bn., 

rodilla. Lizarraga y La Vieuxville escriben belhaur.

(42) Limurtu, guip., limburtu, limburtzen, lab., torcer, ladearse.

(43) Iraquin, iraquiten, guip., vizc., lab., erakit, erakitu, erakiten, bn., hervir, M. Van-Eys juzga que quizás esta voz proceda de erazo-ekin, y la 

etimología no me parece del todo desacertada. 


martes, 1 de septiembre de 2020

La expansión de la lengua valenciana en Cataluña.

La expansión de la lengua valenciana en Cataluña.

Este verano, en una tórrida tarde en la Universidad de Barcelona, comprobé lo interesante que era el manuscrito Ms. 1010. Terminado hacia 1637, con caligrafía semejante a batallones de inquietas hormigas, trataba sobre la "lengua catalana materna". Ahora, ya en el Reino, he consultado los comentarios sobre el citado manuscrito en la "Historia de la Lìteratura Catalana", de D. Martí de Riquer, y algo no concuerda; la única cita referente a nosotros es para recordar que en los años del manuscrito estudiaban en Lleida más de "300 valencianos que hablaban y entendían, como es lógico, el catalán" (HLC, V, p. 430). Por supuesto que entendían el catalán y el latín, pero ¿hablaban catalán o valenciano?
El Ms. 1010 confirma que las lenguas habituales en Lleida fueron el catalán, el latín (círculo universitario) y el valenciano; conclusión que no sorprendería si la
inmersión no censurara originales.
La Universidad de Lleida fue autorizada en 1300 por Jaime II en un lugar a salvo de ataques costeros y de la peligrosa frontera castellana, aunque alejado de Valencia, Zaragoza y Barcelona.
El monarca nacido en Valencia concedió a Lleida el monopolio de los estudios universitarios de todos sus estados; hecho que explica la nutrida presencia de valencianos en la diminuta ciudad.
La tradición persistió incluso en el XVII, cuando el Estudio General de Valencia superaba a Lleida en prestigio y alumnado.
La Universidad reconocía a los valencianos múltiples inmunidades y por privilegio de Alfonso III (año 1428), elegían al rector independientemente de aragoneses y catalanes. Lérida vivía de su Universidad y, necesariamente un colectivo que oscilaba de 300 a 800 valencianos sobre una población que, por ejemplo en
1708 no superaba los 3.000 habitantes, tuvo que influir lingüísticamente a lo largo de los siglos, desde 1300 hasta 1705.
El avispado gerundense Onofre Pou se percató del negocio que supondría un diccionario en las tres lenguas habituales y, tras estudiar en Valencia, editó en 1575 un vocabulario valenciano-catalán-latín. Convertido en bestseller, sirvió de texto en la universidad catalana hasta el siglo XVIII, según reconoce la propia Enciclopedia Catalana.
Precisamente los que discuten en el Ms. 1010 sobre las lenguas maternas son dos ilerdenses ilustres: el canónigo Alexandro Ros y el catedrático Diego Cisteller. El primero advierte que si los sermones sólo se imparten en catalán no gustará a los extranjeros, incluso a los valencianos. Y añade que "en el Reyno de Valencia los más son bilingües, sin que se hagan estorbo en la pronunciación las dos lenguas valenciana y castellana" (Ms. 1010). A estas consideraciones (censuradas por Riquer, claro), se opone Cisteller, que convivía con valencianos en Lleida y disponía del Thesaurus de Pou para despejar dudas en los tres idiomas. En él, por ejemplo, se aclaraban incluso nimiedades como que el latín pastanaca o el catalán pastanaga equivalían al valenciano safanoria (f. 31 v). La copiosa información sobre léxico y ortografía del idioma valenciano (carchofa, pechines, picher, chic, eixida, otonyo, charrador, etc.) explicaría el éxito del trilingüe vocabulario en las universidades condales.
El constante trasiego valenciano por la ruta de Lleida se efectuaba lentamente, con frecuentes descansos y pernoctaciones en las mismas y poco pobladas aldeas
desde el medieval año 1300. Estudiantes y familiares, cultos y acomodados en relación a los aldeanos, eran modelo a imitar por su refinamiento e idioma. No es
ilógico, pues, que la cuña lingüística valenciana amenazara extenderse desde Lleida hacia la parte oriental de Cataluña, hecho denunciado en 1628 por el catalán Andreu Bosch ("Títols d'Honor', Perpinya, 1628).
La valencianización en la ruta valenciana llegó a un punto en que los predicadores regnícolas usaban el valenciano en sus sermones, no el catalán. El doctor Cisteller, desde Lleida, testificaba que "los padres Lorenzo San Juan, y Blanch (...) y otros apostólicos varones de la Compañía de Jesús son valencianos, y predican en valenciano en Cataluña" (Ms.1010).
Quien esto dice, recordémoslo, era catedrático de la Universidad de Lleida, y lo afirma en su "Memorial en defensa de la lengua catalana" (Ms. 1010) dirigido a
la Generalidad de Cataluña en 1636. Con él contestaba al también ilerdense Alexandro Ros, que opinaba: "Es fuerza estén retirados en Cataluña sus predicadores, porque rompidos (sic) en la lengua catalana, no han de ir si fueran cuerdos a Valencia, donde falta en el estilo o vicio en la pronunciación ofende grandemente". En otro párrafo del Memorial dirigido a la Generalidad, el letrado Cisteller deja claro que el idioma de los valencianos era independiente de cualquier otro peninsular al recordar que las leyes de Castilla "están en castellano; en Valencia, en valenciano; y en Cataluña, en catalán". Esto también lo censuran, científicamente, los inmersores.
Es lógico que, tras graduarse en Lleida, los universitarios que regresaban a Mallorca y Cataluña añoraran la clásica lengua de los valencianos; de ahí que los catalanes Pere Posa y Pere Bru publicaran en Barcelona en 1481 la "Historia de Alexandre" "en la present lengua valencìana". O que a Gregori Genovart, canónigo de Mallorca, agradeciera la edición del Blanquerna, "traduyt, corregit y estampat en llengua valenciana"; traduccìón efectuada de los manuscritos provenzales de Llull por el catalán Bonlabi en 1521.
La franja de influencia idiomática valenciana fue un tormento para Cataluña hasta 1862, cuando el astuto Milá i Fontanals inventó lo del dialecto catalán occidental.
Hoy, atrapada en el tarquín inmersor, la bisoña Universidad de Elche ya edita folletos en puro catalán.
Articulo publicado en "Las Provincias" 11 de Septiembre de 1997.

La expansión de la lengua valenciana en Cataluña.

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Este verano, en una tórrida tarde en la Universidad de Barcelona, comprobé lo interesante que era el manuscrito Ms. 1010. Terminado hacia 1637, con caligrafía semejante a batallones de inquietas hormigas, trataba sobre la "lengua catalana materna". Ahora, ya en el Reino, he consultado los comentarios sobre el citado manuscrito en la "Historia de la Lìteratura Catalana", de D. Martí de Riquer, y algo no concuerda; la única cita referente a nosotros es para recordar que en los años del manuscrito estudiaban en Lleida más de "300 valencianos que hablaban y entendían, como es lógico, el catalán" (HLC, V, p. 430). Por supuesto que entendían el catalán y el latín, pero ¿hablaban catalán o valenciano?
El Ms. 1010 confirma que las lenguas habituales en Lleida fueron el catalán, el latín (círculo universitario) y el valenciano; conclusión que no sorprendería si la
inmersión no censurara originales.
La Universidad de Lleida fue autorizada en 1300 por Jaime II en un lugar a salvo de ataques costeros y de la peligrosa frontera castellana, aunque alejado de Valencia, Zaragoza y Barcelona.
El monarca nacido en Valencia concedió a Lleida el monopolio de los estudios universitarios de todos sus estados; hecho que explica la nutrida presencia de valencianos en la diminuta ciudad.
La tradición persistió incluso en el XVII, cuando el Estudio General de Valencia superaba a Lleida en prestigio y alumnado.
La Universidad reconocía a los valencianos múltiples inmunidades y por privilegio de Alfonso III (año 1428), elegían al rector independientemente de aragoneses y catalanes. Lérida vivía de su Universidad y, necesariamente un colectivo que oscilaba de 300 a 800 valencianos sobre una población que, por ejemplo en
1708 no superaba los 3.000 habitantes, tuvo que influir lingüísticamente a lo largo de los siglos, desde 1300 hasta 1705.
El avispado gerundense Onofre Pou se percató del negocio que supondría un diccionario en las tres lenguas habituales y, tras estudiar en Valencia, editó en 1575 un vocabulario valenciano-catalán-latín. Convertido en bestseller, sirvió de texto en la universidad catalana hasta el siglo XVIII, según reconoce la propia Enciclopedia Catalana.
Precisamente los que discuten en el Ms. 1010 sobre las lenguas maternas son dos ilerdenses ilustres: el canónigo Alexandro Ros y el catedrático Diego Cisteller. El primero advierte que si los sermones sólo se imparten en catalán no gustará a los extranjeros, incluso a los valencianos. Y añade que "en el Reyno de Valencia los más son bilingües, sin que se hagan estorbo en la pronunciación las dos lenguas valenciana y castellana" (Ms. 1010). A estas consideraciones (censuradas por Riquer, claro), se opone Cisteller, que convivía con valencianos en Lleida y disponía del Thesaurus de Pou para despejar dudas en los tres idiomas. En él, por ejemplo, se aclaraban incluso nimiedades como que el latín pastanaca o el catalán pastanaga equivalían al valenciano safanoria (f. 31 v). La copiosa información sobre léxico y ortografía del idioma valenciano (carchofa, pechines, picher, chic, eixida, otonyo, charrador, etc.) explicaría el éxito del trilingüe vocabulario en las universidades condales.
El constante trasiego valenciano por la ruta de Lleida se efectuaba lentamente, con frecuentes descansos y pernoctaciones en las mismas y poco pobladas aldeas
desde el medieval año 1300. Estudiantes y familiares, cultos y acomodados en relación a los aldeanos, eran modelo a imitar por su refinamiento e idioma. No es
ilógico, pues, que la cuña lingüística valenciana amenazara extenderse desde Lleida hacia la parte oriental de Cataluña, hecho denunciado en 1628 por el catalán Andreu Bosch ("Títols d'Honor', Perpinya, 1628).
La valencianización en la ruta valenciana llegó a un punto en que los predicadores regnícolas usaban el valenciano en sus sermones, no el catalán. El doctor Cisteller, desde Lleida, testificaba que "los padres Lorenzo San Juan, y Blanch (...) y otros apostólicos varones de la Compañía de Jesús son valencianos, y predican en valenciano en Cataluña" (Ms.1010).
Quien esto dice, recordémoslo, era catedrático de la Universidad de Lleida, y lo afirma en su "Memorial en defensa de la lengua catalana" (Ms. 1010) dirigido a
la Generalidad de Cataluña en 1636. Con él contestaba al también ilerdense Alexandro Ros, que opinaba: "Es fuerza estén retirados en Cataluña sus predicadores, porque rompidos (sic) en la lengua catalana, no han de ir si fueran cuerdos a Valencia, donde falta en el estilo o vicio en la pronunciación ofende grandemente". En otro párrafo del Memorial dirigido a la Generalidad, el letrado Cisteller deja claro que el idioma de los valencianos era independiente de cualquier otro peninsular al recordar que las leyes de Castilla "están en castellano; en Valencia, en valenciano; y en Cataluña, en catalán". Esto también lo censuran, científicamente, los inmersores.
Es lógico que, tras graduarse en Lleida, los universitarios que regresaban a Mallorca y Cataluña añoraran la clásica lengua de los valencianos; de ahí que los catalanes Pere Posa y Pere Bru publicaran en Barcelona en 1481 la "Historia de Alexandre" "en la present lengua valencìana". O que a Gregori Genovart, canónigo de Mallorca, agradeciera la edición del Blanquerna, "traduyt, corregit y estampat en llengua valenciana"; traduccìón efectuada de los manuscritos provenzales de Llull por el catalán Bonlabi en 1521.
La franja de influencia idiomática valenciana fue un tormento para Cataluña hasta 1862, cuando el astuto Milá i Fontanals inventó lo del dialecto catalán occidental.
Hoy, atrapada en el tarquín inmersor, la bisoña Universidad de Elche ya edita folletos en puro catalán.
Articulo publicado en "Las Provincias" 11 de Septiembre de 1997.