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viernes, 25 de agosto de 2023

Vilinch. Páginas inéditas en prosa

Páginas inéditas en prosa. 

Cosa sabida es aun por los menos versados en materias literarias que la poesía no existe únicamente en la forma externa y accidental de una composición, o lo que es lo mismo, que la versificación por sí sola no constituye ni mucho menos la poesía.

La versificación y la poesía, que a menudo suelen confundirse por muchos, son cosas completamente distintas, por más que la primera sea la vestidura que acepta generalmente la segunda; y así vemos todos los 

días composiciones en prosa esencialmente poéticas a la vez que versos completamente prosaicos, y que no son, en último término, sino renglones desiguales que por su ritmo y su cadencia musical, aspiran a cubrir un fondo privado de toda belleza. (1) 

Siendo esto así, ¿por qué no he de incluir entre las poesías de Vilinch en este tomo del Cancionero las escasas composiciones en prosa legadas por este desgraciado poeta?

Poesía, y no poca, encierran estas breves páginas en las que el malogrado bardo vertió profusamente los sentimientos más levantados, las aspiraciones más delicadas de su alma, y las más bellas flores de su imaginación.

(1) Recomiendo a este propósito la lectura de un precioso artículo titulado Lo que es poesía que forma parte de los Cuentos Campesinos del inimitable y popularísimo narrador D. Antonio de Trueba.

Hay en ellas ternura, arranques de pasión, novedad en los pensamientos, naturalidad en la expresión, belleza en las imágenes, poesía, en fin, más verdadera y más poética, (si se me permite la palabra), de la que suele hallarse en muchos libros en verso escritos con grandes pretensiones.

Sí, las páginas de Vilinch, que tengo el gusto de reproducir a continuación, ofrecen verdadera poesía por más que se hallen escritas en prosa, y su inclusión en este lugar se halla de este modo completamente justificada. 

Cuatro son los trabajos de esta índole que he hallado entre los manuscritos de Vilinch: los tres primeros originales, y en los que el poeta derramó sus sentimientos amorosos, quizás como preparación para nuevas composiciones en verso, tal vez simplemente para dar desahogo a la pasión que encerraba su pecho. El último es un capítulo suelto de leyenda, que por el asunto y por su corte especial parece ser traducción.

Todos son de carácter amoroso, pero especialmente los tres primeros, en los cuales se ve perfectamente reflejada el alma de Vilinch, la extremada sensibilidad de su corazón y la ternura de sus afectos.

El amor, manantial inagotable de poesía, es en la pluma de Vilinch fuente perenne de bellezas que brotan espontáneamente al calor de aquel corazón lleno de afecto, como al calor de los rayos solares y fecundadas por la bienhechora lluvia brotan de las raíces que hallan su vida en las profundidades de la madre tierra las flores silvestres que constituyen el más bello adorno de los campos.

Sí, Vilinch es un verdadero poeta, y sus producciones son flores, que no tienen quizás la hermosura ni la esplendidez de aquellas que se crían y cultivan en rico invernadero, pero que poseen en cambio el puro aroma y los suaves matices de las flores silvestres, emanación espontánea de la naturaleza.

Sus páginas inéditas no pueden, pues, menos de ser leídas con gusto por cuantos buscan en una composición sentimiento, pasión, ese calor natural que las vivifica, y la dulzura y la delicadeza de afectos a la vez que se hallan en todas las poesías del malogrado Vilinch.

Las cuartillas inéditas en prosa, a las que acompaño traducciones castellanas y algunas notas que sirvan de guía para los menos versados en el conocimiento de la lengua euskara, van arregladas a la ortografía moderna adoptada ya por casi todos los vascófilos. 

Téngase, pues, en cuenta en la lectura que la g conserva siempre su sonido suave al unirse a todas las vocales: que la j sustituye a la g en la pronunciación fuerte, je, ji, y que la c y q desaparecen por inútiles, dejando a la k los sonidos fuertes de ambas letras, y reemplazando a la primera con la z en las sílabas ce, ci.

Se hace asimismo completa omisión de la v, que no es euskara y que puede además considerarse como superflua en nuestro idioma, sustituyéndola en todos los casos por la b; y se suprimen también por innecesarias *la f que tampoco es vascongada y que nuestros aldeanos reemplazan siempre por la p, y la h, completamente inútil en el dialecto guipuzcoano y que si acaso puede tener única aplicación para distinguir una que otra palabra equívoca.

Sentadas estas advertencias, he aquí ya las últimas composiciones inéditas de Vilinch: 


Páginas en prosa. 


I. 

“Zuk badakizu (1) zierto, egiyetan (2) eta chit asko maite zaitutala, bañan alare zuk uste alako milla biderrez aundiyago da zuganako nik sentitzen detan naitazuna, iñork sekulan sentitu ezin dezaken añakua. (3)

Neri etzait gogoratzen ez beste ezer, eta ez beste iñor; zu bakarrikan zauzkat beti goguan, minutu (4) batian ere paltatu gabe, ala egunaz nun gabian. Zuk bakarrik betetzen (5) dezu nere pentsamentu guziya.

Zu zera neretzat guziya mundu ontan. Zu zera nere osasuna, nere asnasea, nere bizitza, nere eliza, nere zeruba ata nere gloriya.

Jaungoikoak, berak bi eskubakin jaso ala naitasun jarri zuben nere biotzian zuganako. (6)

Eguzkia ispilluban (7) bezela sentitzen eta ikusten zaitut nere animan; izarra urtan (8) bezela nere pensamentuban, eta niniya (9) beguiyan bezela zauzkat nere biotzaren erdian.

Ez du choriyak sentimentu geyago artzen bere umeakin zeukan kabia norbaitek ostu (10) dion meriyo palta arkitzen duben demboran, nola nik artzen detan zu merezi izateko diña (11) ez naizela gogoratzen zaitan bakoitzian.

Pentzamentu neretzat danik tristiena orrek isuri arasi (12) dizkitan malkotan estali (13) liteke mendi bat." 


TRADUCCIÓN CASTELLANA.

Tú sabes bien que te amo mucho y muy de veras, pero aun (o así y todo) es mil veces mayor de lo que supones el amor que por ti siento, amor tal que nadie podrá jamás sentirlo igual.

No pienso en nada ni en nadie sino en ti: tú ocupas de continuo mi pensamiento entero. Tú sola llenas por completo mi mente, así de día como de noche, sin un solo minuto de descanso.

Tú eres todo para mí en este mundo. Tú constituyes mi salud, mi aliento, mi vida, mi Iglesia, mi Cielo y mi gloria.

Dios depositó en mí tanto amor para ti como puede él levantar con ambas manos. 

Te siento y te veo en mi alma como se refleja el sol en un espejo, en mi pensamiento como brilla la estrella en las aguas del Occéano (: Océano), y te tengo en medio de mi corazón como la niña se halla unida al ojo.

No siente el ave mayor pena cuando nota la falta del nido en que tenía depositados sus hijuelos, que yo cada vez que me ocurre que no soy digno de merecerte. 

Ese pensamiento, el más triste de todos para mí, me ha hecho derramar tantas lágrimas que con ellas pudiera cubrirse (o rebasarse) una montaña.

(1) Badaquizu. Es 2.a pers. del sing. del pres. de indic. del verbo jaquin, saber, conjugado en el trato cortés y con la afirmación ba antepuesta. 

En trato ordinario hubiera dicho badaquic, tratándose de hombre, y badaquin, dirigiéndose a mujer.

(2) Egui-a, en los div. dial., la verdad. La analogía entre esta palabra y la voz eki-a que significa el sol en los dial. bn. y sulet. permite a M. Van-Eys considerarlas como de un origen común quizás, y suponer que la idea abstracta de verdad ha podido ser presentada o manifestada por la luz.

(3) Añ, ain, guip., ain, vizc., hain, lab., bn., tan, tanto.

(4) Tanto esta voz como la palabra minueta usada con igual significación por los vasco-franceses, han sido indudablemente tomadas respectivamente del castellano y francés; y en verdad sin necesidad ninguna, pues la lengua euskara tiene su equivalente propia que (es) ez erizpia. Minuta ni minueta nada significan ni expresan para los vascos, sino un concepto completamente convencional; erizpia por el contrario, voz completamente cántabra, envuelve ya por su etimología la idea de un momento de tiempo (eraizpia.) ¿Y no es muy sensible que teniendo la lengua vascongada voces como esta, más adecuadas y propias, vayamos a buscar en idiomas extraños palabras que para nada nos hacen falta? 

(5) Beté. llenar.

(6) La imagen es tan bella como atrevida. “Dios depositó en mí tanto amor para ti como pudo Él levantar con ambas manos.” ¿Puede expresarse de una manera más gráfica la grandeza y la intensidad del amor?

(7) Ispillu, espillu, g., vizc., espejo (N. E. espill). 

Los vasco-franceses usan generalmente en su lugar la voz miralla, que parece tomada de la francesa miroir (N. E. occitano o catalán miralh, mirall), pero lo que me extraña es que dicha voz sea tan común en Vizcaya.

(8) Ur-a, el agua. Urtan, en el agua.

(9) Niniya o ninia. Larramendi pretende que la lengua castellana ha tomado de esta la voz niña, (tratándose de los ojos.) Como sinónima se usa en Vizcaya la voz berseiña. (N. E. La palabra niño procede de ninno, ninnus, o sea, nene, chico, que es una voz onomatopéyica muy típica del lenguaje infantil, la cual fue tal vez adoptada por la población adulta. Vasco aña, niñera; https://etimologias.dechile.net/?nin.o)

(10) Ostú, g., vizc., robar (N. E. francés oster): - Sinónimos: Errucartú, ebatsi.

(11) Diña ez naizela, que no soy lo bastante.

(12) Isuri, isurtzen, g., vizc., lab., ichur, ichuri, bn., verter, derramar. Isuri arasi, hacer verter o derramar.

(13) Estali, estaldu, en los div. dial., cubrir, (y también proteger, remediar.) Malkotan estali liteque mendi bat. "Son tantas las lágrimas que me ha hecho derramar, que en ellas (o con ellas) pudiera cubrirse una montaña.

II.

"Maitiago zaitut ... !! chit maite zaitut, eziñ esan aña maite zaitut! ¡Jesús!!! au maite zaitut! ¿Badakizu zergatik egiten detan, zu zerala meriyo, aimbeste negar?; zergatik ni zuretzako argizaya naizen, eta zu neretzako eguzkiya zerán, eta eguzkiyak argizaya nola ez du urtuko?

Arduaren edo beste zerbaiten espirituba ¿ikusi aldezu beñere su eman (1) ta garretan?

¡Ura gar polita egiten du!

Begira zazu (2) bara, biyotz nerean dago amoriyuaren sumua; amoriyuaren espirituba biyotz nerean dago, eta nola zu zeran nere eguzkiya, zure begiratubak neretzako eguzkiyaren errañubak (3) dira, eta errañuba oyek piztutzen (4) dute nere biyotzeko amoriyuaren espirituba ori, eta zure onrran garretan dago, gau ta egun, eta lenago ilko naiz ni au itzaliko (5) dan baño.

II.


¡¡Te quiero más … !! Te quiero muchísimo, te amo tanto que no puede expresarse! ¡Jesús! ¡¡cuánto te quiero!!

¿Sabes por qué lloro tanto por tu causa?

Porque soy para ti débil cera, y tú eres ardiente sol para mí.

Y ¿cómo el Sol no ha de derritir (derretir) la cera? 

¿Has visto alguna vez el espíritu del vino o de otro licor cualquiera ardiendo en llama al darle fuego?

¡Y qué hermosa llama produce!

Pues, mira: en mi corazón se encierra el fuego del amor; en mi pecho se halla depositado el espíritu amoroso, y como tú eres el sol, tus miradas 

son para mí como los rayos del astro del día, y sus resplandores encienden ese espíritu del amor 


Zu zera nere aingeru guardakoa. ¡O! Zer ona zeran neretzat!

¡Ni penatzen naizenian, zu, nik merezi gabe, nitzaz kupitu egiten zera!

Berinkatubak izan ditezela bein eta milla bider zuri dizutan naitasuna dala meriyo pasa dituan penak, zuri dizutan amoriyuagatik itsuri ditutan 

malkuak, zergatik guztiyak merezi dituzun, eta geyago ere bay, eta milla bider geyago, eta oraindikan ere geyago. Eta orla ta guztire, etzaude niganako ezere zorretan, (6) zergatik zuk itz batekin, begiratu batekin, tontorka ta gañezka (7) pagatzen nazu.

¡Noiz irichiko (8) ote da eguna nerea izango zaitutana!

¡A zer cuidaduakin gobernatuko zaitutan! A zer bizi moduchua (9) eman biar dizutan! A zer alegiñak (10) egingo ditutan zu kontentu irukitzeko! (11) 

Mayian (12) zu izango zera lembizi serbituba. Zuretzaco izango da gauzik onen guziya.


que guardo, y en alabanza tuya se halla ardiendo día y noche, y antes me moriré que se apague en mí este fuego.

¡Tú eres mi ángel custodio! Oh! ¡y qué buena eres para mí!

Cuando me hallo apenado te compadeces de mí, sin yo merecerlo.

¡Benditas sean una y mil veces las penas que he pasado por causa del amor que te profeso, y las lágrimas que he vertido, porque todo eso te 

mereces, y mucho más, y mil veces más, y todavía más aún!

Y con todo y eso no contraes para conmigo deuda alguna, porque tú con una sola palabra, con una mirada, me pagas con exceso y con creces!

¿Cuándo llegará el deseado día en que puedas ser mía?

Ah! con qué cuidado he de gobernarte! (o qué de cuidados he de prodigarte!) Ah! qué vida (tan regalada) he de proporcionarte! Ah! Qué esfuerzos he de hacer para tenerte contenta!

Tú serás la primera a quien se sirva en la mesa. Para ti será lo mejor que en ella se presente. Cuando tengamos leche para ti será la nata; 


Esnea degunean zuretzako tela, (13) mamiya (14) degunean zuretzako gaña, eta sagarrak, udariak, muxikak edo zerbait orlako degunean, zuretzako piñenak, zuretzako aundiyenak, zuretzaco ederrenak. Eta inchaurrak ditugunean, nik puzkatuko ditut, eta azalak atera ta mamiyak jarriko dizquitzut aldamenean; eta gaztañak ditugunean nik churituko ditut zuk jan bear dituzunak.” 



cuando tengamos cuajada para ti la tela, y cuando tengamos manzanas, peras, abridores (albaricoques; abrecoc, abrecocs) o cualquiera otra fruta análoga, para ti las más finas, para ti las más grandes, para ti las más hermosas. Y cuando tengamos nueces, yo te las partiré y separadas las cáscaras te las pondré a tu lado; y cuando tengamos castañas yo te pelaré aquellas que tú tengas que comer.” 


(1) Su eman, dar o prender fuego. - Gar, llama; garr-a, la llama; garr-etan, en llama.

(2) Es 2.a pers. del sing. del pres. de imperativo del verbo begiratu, conjugado en el trato cortés. 

(3) Errañua, rayo del Sol. - Sinónimos: ziargia, zirargia.

(4) Piztú, encender. Sinónimos: Irazeki, kartú o gartú, sutú, suztatú. 

(5) Itzali, itzaldu, apagar. 

(6) Zorra, deuda; zorretan, en deuda.

(7) Tontorka ta gañezka, con exceso y con creces. Tontor, tontorra, significa propiamente la cumbre de un monte, la parte más alta de un pico (N. E. colmo, culmen). Ezkutilla betia ekarri zuten tontorka, se dice de una taza (N. E. Escudella, escudilla) completamente llena. - La palabra gañezka se emplea asimismo para expresar que una cosa rebasa ya con exceso de la medida. La frase del poeta es pues muy expresiva. 

(8) Irichi, irechi, alcanzar. En este caso puede traducirse mejor por llegar.

(9) Bizi modua, manera o modo de vivir. (N. E. vita, modus)

(10) A zer alegiñak, ah qué esfuerzos. Alegiña, hacer todo lo que se puede (de al, poder, egiñ, hacer.)

(11) Iruki, iduki, euki, tener.

(12) Mai, mesa; maia (mai-a), la mesa; mayian en la mesa. 

(13) Creo que hubiera sido más propio emplear la voz güena en vez de esta.

(14) Mamiya. Cuajada o cuajo de la leche. En Vizcaya suele decirse zembererena, y también gatsatua. (N. E. Mamella : teta, ubre, plural mamelles; francés mammelle, https://recherchesfrance.blogspot.com/2023/08/10-3-quel-aage-pouvoit-avoir-jeune-prince-clotaire-lors-fredegonde-fit-pavois-contre-ennemis.html)


III.


"Esan zadazu, (1) Juanacho: zuregana natorrenian, (2) eche au ikustiakin bat, zerk egin arazten diyo nere biyotzari balantz?, (3) eta barrena sartzerakuan errespeto aundiz, eliza batera sartzen baniz bezela, zerk eraman arazten dit eskuba burura, chapela (4) erasteco desiotan, zer egiten detan ere asturik? Eta zuk arpegira begiratzen dirazun demboran, ¿zerk begiratu arazten dit lurrera?; eta izketan asitzen (5) banaitzazu, ¿zerk ematen dit toteltasun ura? 

Ezdakizula diyozu, eta ojala (7) bazeneki: bañan zuk jakin ez arren nik dakitan kasuan, ¿naizu kontatzia?

¿Bai?

Ea bara. (8) Jarri zaite (9) aritzen. (10)

¿Ikusi aldezu beñere baratza batian, bere chortenaren (11) puntta-punttan, (12) graziyazko pacharan koloka (13) dabillen lore bati aise gossozko baga batek nola eragiten diyon balantz?

Modu artara bertara nere biyotza dago esperantza medar (14) baten gañian, eta eche au ikusten detanakin batian sentitzen det barrena nola sartutzen zaitan poztasunezko baga bat, zeñak eragiten diyo nere biyotzari balantz, aisiak loriari bezela.

Sartzen naiz eche ontara eliza balitz bezin errespeto aundiz, zergatik eche ontan bizi dan aingeru bat nere sentira guziyakin adoratzen detana, eta ikusten zaitutan aldiro astutzen zaizkit beste gausa guztiyak eta etzait gogoratzen zu adoratzia baizik: argatik eramaten det esku bat burura chapela erasteko (15) desiotan, zer egiten detan ere asturik.

Illargiyaren argiya balkoi bateko kristaletatik gela (16) batera iragasten (17) dan bezela isil-isilic eta gozo-gozo, zure begiratubaren gozotasuna iragasten (17) zait begiyetatik biyotzera, biyotzetik banatzen (18) zait sentira guziyetara, lore ontzi bateko buketaren (19) uzaiya sala guziyan banatzen dan modura; opiyua (20) balitz bezela loarazten (21) dit kordia, kentzen dizkit zuri begiratzeko indarrak, eta argatikan begiratzen det lurrerá, zuk arpegira begiratzen dirazun demboran. 

Eguzkiyak landariari (22) sumua eraten (23) diyon gisara, nere begiyak eraten (23) dute zugandik amoriyo gozo bat, zeñak utzitzen nauben orditu (24) banitz bezela; amoriyozko orditasun (24) arrek ematen 

dit toteltasun ura zurekin izketan astian.

Ortatik kontura zintezke, zuri bakarrik dizutan naitasun biyotz nerian orlako sentitasun eztiyak mugiarazten ditubena, zembateraño izango dan aundiya eta zembateraño puruba.

Zu zera munduban maitiena zaitutana, zu zera maitiena izatia merezi duena, eta zu zera, neretzako beintzat, munduban dan miraberik politena. Berezi (25) ditezela beste milla arki litezkien politenak, jarri zaitzatela danaren erdi-erdian, eta izango zerare marrubi (26) bat milla masustaren (27) erdiyan jarriya, iruriko (28) dezu izar bat argi milla jiran dituzula, eta aimbeste apirillen erdiyan zu bakarrik izango zera mayatza.”


III.


Dime, Juanita: cuando me dirijo donde ti, con sólo ver tu casa ¿qué es lo que hace temblar a mi corazón?, y cuando entro en ella, con un respeto 

tal como si penetrara en un templo, cuál es la causa de que inconscientemente y olvidándome hasta de lo que hago, lleve mi mano a la cabeza, en deseos de descubrirme?

Y, en el momento mismo en que tú me miras a la cara, ¿qué es lo que me hace dirigir la vista al suelo? y si tú comienzas a hablarme, qué es lo que produce en mí aquel balbuceamiento?

Dices que no lo sabes, y fuera mejor que lo supieras. Pero una vez que tú estás ignorante de esas causas, y yo las conozco perfectamente, ¿quieres que te las esplique (: explique)?

¿Sí?

Ea pues. Escúchame.

¿Has visto alguna vez en un jardín cómo se mueve y se balancea al solo empuje de la suave brisa una flor graciosamente colocada en el extremo de su tallo?

Pues de la misma manera mi corazón sólo descansa sobre una débil y tenue esperanza, y en el momento mismo en que diviso esta casa, siento penetrárseme en el alma un efluvio de alegria, que pone en movimiento mi corazón, como el viento hace moverse a la flor.

Penetro en esta casa con el mismo respeto que en un templo, porque en ella vive el ángel que amo con todos mis sentidos, y cada vez que te veo olvídanseme todas las demás cosas para acordarme sólo de adorarte: por eso llevo mi mano a la cabeza en deseos de descubrirme, sin darme cuenta siquiera de lo que hago.

Como la luz del sol penetra dulce y suavemente en una habitación por las vidrieras de su balcón, del mismo modo la dulzura de tus miradas atraviesa y se penetra de mis ojos a mi corazón; del pecho se difunde por todos mis sentidos, a la manera que el perfume de un bouquet de flores se esparce por todo el aposento, y cual si fuera opio adorméceme 

los sentidos y me priva hasta de las fuerzas necesarias para mirarte; y por eso, dirijo la vista al suelo cada vez que tú me miras al rostro.

Y de idéntica manera que el Sol roba su jugo a las plantas, mis ojos beben en ti un dulce amor, que me deja ebrio de placer; y esa embriaguez del amor me produce el balbuceamiento que notas cuando comienzo a hablar contigo.

De ahí puedes calcular cuán grande y cuán puro debe ser (el) amor que tales efectos produce en este corazón, que sólo a ti te ama.

Tú eres el ser que más quiero en el mundo; y tú eres la única digna de tal amor, pues tú eres, al menos para mí, la mujer más bella del universo.

Que se elijan y se separen mil muchachas las más bonitas que puedan hallarse, que te coloquen en medio de todas ellas, y tú aparecerás cual rica fresa en medio de mil moras; te mostrarás cual estrella rodeada de mil lucecillas, y en medio de tanto abril, tú sola representarás al florido mayo.

(1) Esan zadazu. Dime. Es 2.a pers. del sing. del imperativo irreg. del verbo esan, decir.

(2) Natorrenian, cuando vengo. Es el verbo etorri.

(3) Balantz egin arazi, hacer mover a uno, agitarle, conmoverle.

(4) Chapela, capela, sombrero. (N. E. Antes de la tx batúa, txapela)

(5) Asi, g., vizc., hasi, lab., bn., comenzar.

(6) Toteltasun-a, balbuceo, tartamudeo. La t inicial suele a menudo cambiarse en m en esta voz, y así se ve en motel-a, balbuciente, tartamudo, y moteldu, balbucear, tartamudear.

Empléanse como sinónimas en el dial. vizc. las palabras tartamutua, minlotua (contracción de mingañ-lotua), tatalea, berba-artua, y berba-lotua, equivalentes todas a la castellana tartamudo.

(7) Ojalá. El P. Larramendi pretende que esta voz procede de la lengua euskara,"bien de oi, expresión de deseo, que también es ai, y ala, así: o de alá, así, y oi, ser de costumbre, de donde ha venido el verbo oitú."

- Sospecho, sin embargo, a pesar de la autoridad del sabio jesuita, que la voz ojalá la ha tomado la lengua vascongada de la castellana, y que es en esta resto de la dominación árabe, equivaliendo a oj-alá u oxala, (compuesto de laxa Alá), ¡Pluguiera a Dios! o ¡Quiéralo Dios!

(N. E. Manterola no se atreve a desmarcarse del imbécil jesuita. 

La palabra ojalá no viene del árabe إن شاء الله (in sha'a Allah) "si Dios quiere", como tantas veces se repite, sino del árabe لو شاء الله (law sha'a Allah) "si Dios quisiera".) 

(8) Ea bara, interj. que equivale a Ea, pues.

(9) Jarri zaite, es 2.a pers. del sing. del imp. del verbo jarri, (y también jazarri), ponerse a hacer algo.

(10) Aritzen. Es el verbo aitu, oír, usado también con las variantes aditu, aritu.

(11) Chorten-a, (zorten-a o zurtoin-a, según los varios dial.), el tallo, tratándose de las flores.

(12) Puntta-punttan. Es un hebraísmo o arcaísmo bastante común en la lengua euskara. En el extremo extremo...

(13) Koloka (edo zinzilika), estar colgado o pendiente de algo. 

(14) Medarra (mearra) débil, tenue.

(15) Es el verbo erantzi, desnudar; descubrir, tratándose de la cabeza, como en este caso.

(16) Gela, gelea, aposento, habitación. (N. E. La palabra celda viene del latín cella (habitación pequeña). De ahí tenemos también la palabra célula. La palabra latina se asocia con una raíz indoeuropea *kel- (cubrir, esconder), que está presente en las palabras ocultar, célula y color. - Keller, Kellner, Kellerer, celler, cellarius &c.)

(17) Iragó, iragotu, (y también igaró, igarotu), atravesar de parte a parte.

(18) Banatu, banatzen, esparcir, difundir, desparramarse.

(19) ¿Es vascongada esta palabra o ha sido tomada quizás de la francesa bouquet? Lo ignoro, pero me inclino a creer lo último.

(20) En vez de esta voz, que desde luego no es vascongada, tiene la lengua euskara las equivalentes emalopia y loerazlakia, algo más expresivas.

(21) Loarazi, adormecer, hacer dormir. 

(22) Landaria, planta. (N. E. Land, alemán, land inglés, tierra, país)

(23) Es el verbo eran, eraten, (o edan, edaten), beber.

(24) Orditu, embriagarse. - Orditasun-a, embriaguez.

(25) Berezi (o berechi), bereistu, elegir. - Sinónimos: autu, autatu, autetsi y aukeratu.

(26) Marrubi-a, guip., mallukia o mallugia, vizc., fresa. (N. E. Catalán maduixa, madoixa, Fragaria vesca, maduixera, maduixes, madoixes, maduxa, Etim.: potser del gàl·lic *majoþa, mat. sign. (cf. Meyer-Lübke REW 5249a; Coromines en Vox Rom. II, 155))

(27) Masusta o mazuzta, guip., vizc., martutza, martzuka, lab., mazuza, marzuzera bn. Llámase así al moral y también a la fruta de la morera.

(28) Iruri, iruritu, (y también iduri, iduritu), parecer, semejar o asemejar.

IV. (1: Este trabajo constituye indudablemente la traducción de algún capítulo de leyenda, del que no he podido hallar otro rastro alguno entre los manuscritos de Vilinch.)


Gisa artara dago Sakripante zutikan, Angélika bere mentura tristiaren testigu dubela; negarkara dago, ez aimbeste besuan eta oiñ (2) batean dauzkan oñasiagatik, nola menderatuba izanak (4) ematen diyon damutasunagatik. (5)

Arpegiyan lotsa (6) ezagun (7) zitzaiola etartzen du Anjelikaren laguntza, eta baldin dama eder arren konsueluak izan ezbazuten danik penatubenari ere itz eragiteko (8) birtutea, uste det oraindik mututuba egongozala. (9) 

- Pakestu (10) zaite, Jauna, ezaten diyo, erortz ori (11) bakarrik icheki biar zayo zure zaldiyaren erbaltasunari, (12) biarraguak zituben errepausa (13) eta janariya gombatia (14) baño. Ez det uste gañera ezagutzen ez degun orrek batere gloriyarik irabazi dubenik topara (15) onen bitartes, bara batetan egin duben erretiradak (16) esaten digu nola ezagutu duben 

garaituko (17) zenukela.

Konsolatzen dagokiyon bitartean ikusten dute datorkiyotela mandatari gisako bat zaldi char baten gañian; trompeta bat darama zintzilik, iruri (18) du dagola larriturik (19) eta kantsatuba.

Boza irichi (20) liteken tamañara allegatu bezin lazter galdetzen diyo Sakripanteri ikusi alduben pasatzen zaldunbat (21) armadura churiz estaliya, (22) kaskuaren (23) gañian kolore igualeko lumazko ttontor bat dubela.

- Onduegi (24) ikusi det, erantzun du cristauezak, (25) archek utzi nau gisa ontan. Esan zadazu nola duben izena billatu aldezatan. (26) Chit gusto aundiz, esan diyo mandatariak. Jakin zazu ezik, izan zerala umilduba bildurgarriya (27) bezin ederra dan mirabe gazte batengandik, eta esateko bere izenez, zeña dan chit sonatuba, esango dizut bitoriya arrapatu dizuna dala Bradamante.

Itz obek esatiakin bat bridak irriyatu ta irrutitzen (28) da mandatariya, utzirik sarrazenua umildurik eta sekulan bañan naztutubagua. (29)

Triste eta lotzaturik pentzatze bakoitzian emakume baten besuak ain errezki (30) garaitu zubela, itzik egin gabe iyotzen da Anjelikaren zaldi gañera, bera jartzen du gañankan, (31) eta badijua toki paketzubagoko (32) baten billa.

Ozta (33) ibilli dituste lau embat milla kana, (34) nun beste soñu batek arretzen duben basoko issiltasuna, ikusten dute zaldi kementsu (35) bat urrez bordatutako eskutarma bat (36) gañian zubela, errollak eta lubakiyak (37) saltatubaz, pasarisuan (38) arbolak beren adar ta guzi puzkatzen zitubela.

- Nere bista iragas (39) baliteke arbol oyen eta lañu (40) lori orren tartetik, diyo Anjelikak, orren ots aunditzu (41) igasi dijuan (42) zaldi ori Bayardo da, bay, eztzait dudarik gelditzen, urassen ta bera da, eta badiruri (43) berariyez (44) datorrela, zaldi onen jasoal eskasak jartzen gaituben larritasunetik kentzera.

Saltatzen du Sakripantek lurrera, arrimatzen da zaldi arroante (45) aren gana, eta nai diyo bridetatik (46) eldu, bañan Bayardo bueltatzen zayo atziaz eta tiratzen dizka pullankazo (47) bi, kobrezko mendi bat auts biyurtzeko azki ziranak.

Suerte gabeko prinzipia doi-doi libratzen da, bañan orregatikan, egun batzubek kampuan igaro dituben bere jabia berriro ikusterakuan, zakur leyal batek izan lezazkiken poz eta umiltasunakin berakin, zaldi noblia alderatu (48) zayo Anjelikari; etzayo astu nola kontu egiten ziyon Abraken, Anjelikak Reinaldo amatzen zuben demboran, bara bein bañan geyagotan izandu ziyon jaten ematen.

Eusten (49) diyo Anjelikak brida batetik ezkerreko eskubakin, eta eskuyekoarekin palakatzen (50) dizka pechubak eta lepua. 

Orduban Bayardo miresgarriko somas doaituba, (51) dago geldi eta ardiya bezin umill.

Sarrazenuak lipar (52) ontan saltatzen diyo bizcarrera eta estututzen du indarrez. Anjelikak usten du bere zaldiya eta issirtzen da Sakripanteren 

atzian; bañan begiratzen dute batetan arma ots aundiya datorren toki batera, zaldun bat guziki armatuba berengana dator korrika, eta dontzella ederrak koleraz eta etsimenez (53) beterik esagutzen du Aimonko dukiaren semea dala.

Umant-arrek (54) maitiago du Anjelika bere biziya baño, eta Anjelikak berriz ez du ikusi nai begitan, usuak mirotza (55) bañan geiago.

Orregatik izan zan dembora bat zoñetan maitatu zuben Anjelikak Reinaldo, eta orduban Reinaldok etzuben ikusi ere nai; oraiñ arkitzen dira oso mudatubak.

Zorgin iturri bitako urak egiyaztu milagro au, bata bestiaren onduan irriyatzen dira Ardenasen: batak betetzen du biyoiza amoriyozko desios, eta bestetik eraten dubena erortzen da ajola gabetasun guzizkuan.

Reinaldok eran zuben lenengotik eta daka amoriyoz erretzen. Anjelikak bestetik ito zuben bere egarriya eta orain aren biyotzak ez daka Reinaldo ganuntz gorrotua (56) eta bekaitza (57) besterik.

Zalduna ikustiakin bat geratzen da donzella ikaras mututurik, galtzen ditu puntu artan bere begiyeta erreguintzen ziran alaitasuna eta distina, oroyatzen (58) zaio copeta eta dardarizazko bosakin erregutzen diyo Sakripanteri iges egin dezala beste gerrariyari ichogon gabe.

- ¿Ainguchiyan dakazu nere baloria, - erantzun du sarrazenuak, - nun dudan egiten dezun eskudatuko zaiturala? ¿Astu aldituzu Albrageko batalla eta zu salbatziagatik, kasikan armarik gabe, Agrikan eta bere ekerzito guziyakin batitu nitzan arrats ura?

Anjelikak zer egin ezdakiyela ez du erantzuten, bañan Reinaldo alderatu zayote bitartean, eta aurrera dator zirkazianua meaztubaz, (59) bara esagutu ditu zaldiya eta emakume aimbeste adoratzen dubena, eta berriro jayotzen zaizka biyotzian amoriyo eta koleraren su guziyak.

Bañan urrengo kanturako gordetzen det naikidari (60) arroante ayen arteratu zan gudaren kontaera.” 


IV. 


En aquel estado hállase Sacripante en pie, teniendo a Angélica por testigo de su triste desventura; está lloroso, no tanto por el dolor que siente en un brazo y en uno de sus pies, como por el pesar que le produce el haber sido vencido.

Mostrando en su rostro el rubor de la vergüenza solicita el apoyo de Angélica, y si los consuelos de aquella hermosa joven no hubieran tenido poder bastante para hacer hablar aun al más contristado creo que todavía hubiera permanecido mudo.

- Sosiégate, Señor, le dice: de esa caída sólo debe culparse a la debilidad de tu caballo, más necesitado de reposo y de alimento que de combate. Por otra parte, juzgo que ninguna gloria ha alcanzado ese desconocido a consecuencia de este encuentro, y su misma súbita retirada nos dice bien claro que ha conocido que habías de vencerlo (en nueva lid.) 

Mientras (Angélica) le consuela de este modo, ven uno así como enviado que se acerca a ellos, montado en un mal caballo. Lleva colgada al cinto 

una trompeta, (y por su aspecto) parece hallarse angustiado y cansado.

Tan pronto como llegó a distancia a que pudiera hacer oír su voz pregunta a Sacripante si ha visto a un caballero cubierto de blanca armadura, y con una gran pluma del mismo color sobre su férreo casco

Demasiado bien lo he visto, contesta el sarraceno; pues él me ha dejado en este estado. Dime cuál es su nombre para que pueda buscarlo.

De buen grado, responde el mensajero. Sabe pues que has sido humillado por un joven tan temible como apuesto, y para señalártelo por su nombre, que es bien conocido, te diré que el que ha alcanzado sobre ti la victoria es Bradamante.

Apenas dichas estas palabras suelta las bridas (a su caballo) y aléjase el mensajero, dejando al sarraceno más humillado y trastornado que nunca.

Triste y vergonzoso al pensar que el brazo de una mujer lo había vencido tan fácilmente, (1-a) sin proferir palabra sube al caballo de Angélica, coloca a ella en la grupa, y marcha a buscar un lugar más tranquilo.

Apenas han andado tres a cuatro kilómetros (34) cuando un rumor turba el silencio del bosque, y divisan un brioso caballo que ostenta sobre sus hombros un escudo bordado en oro, y que corre saltando por cercas y zanjas, y destrozando a su paso hasta las ramas de los árboles.

- Si mi vista pudiera atravesar por en medio de esos árboles y de esa niebla, dice Angélica, aseguraría que ese corcel que va huyendo con tanto estruendo es Bayardo; sí, es él, no me cabe duda, es el mismo, y parece que viene expresamente para salvarnos del aprieto en que nos ponen las escasas fuerzas de nuestro caballo.

Salta Sacripante al suelo, arrímase a aquel arrogante animal, e intenta cogerlo de las bridas, pero Bayardo se vuelve y le sacude dos coces, capaces de convertir en polvo una montaña de cobre. (2: El símil, en medio de lo hiperbólico no deja de ser original y muy expresivo.)

Justamente, (o a duras penas) escapa (con bien) el desventurado príncipe, y al reconocer a su dueño ausente pocos días ha, el noble animal, con la misma humildad y el mismo contento que pudiera mostrar el perro más leal, acércase a Angélica, pues no ha olvidado cómo le cuidaba esta en Algarbe (?) (N. E. Reino en el actual Portugal, Algarb, Algarve, Garbe, oeste, viento garbí), en aquel tiempo en que Angélica amaba a Reynaldo, pues en más de una ocasión le había dado de comer.

Sujétalo Angélica de las bridas con la mano izquierda, y con la diestra lo acaricia en el cuello y el pecho.

Y, en tanto Bayardo, dotado de un admirable instinto de adivinación, permanece quieto y más humilde que una oveja.

En este instante el sarraceno monta sobre él y lo sujeta con fuerza. Angélica abandona su caballo y siéntase a la grupa del de Sacripante; pero de pronto miran al lado por donde escuchan gran ruido de armas, ven dirigirse hacia ellos un caballero (un jinete) armado de todas armas, y la hermosa doncella, llena de cólera y de desesperación, reconoce en él al hijo del duque de Aimón.

Aquel héroe ama a Angélica más que a su vida, y Angélica a su vez no puede verle ante sus ojos, más que la inocente paloma al fiero halcón.

Hubo, no obstante, un tiempo en el que Angélica amó a Reynaldo, y entonces Reynaldo no quería ni aun verla.

Ahora se encuentran del todo cambiados.

Débese el milagro a las aguas de dos fuentes de brujas cuyas aguas corren una junto a otra en Ardenaz: la una enciende el corazón en deseos de amor, y el que bebe de la otra cae en una completa indiferencia.

Reynaldo bebió de la primera y tiene el corazón ardiendo en amor. Angélica apagó su sed con las aguas de la opuesta, y su pecho no guarda ya para Reynaldo sino rabia y odio.

Desde el momento en que divisa al caballero quédase la doncella muda de temor, pierde la animación y el brillo que reinaban en sus ojos, núblase su frente, y con voz temblorosa ruega a Sacripante huya sin esperar a aquel guerrero.

- ¿En tan poco estimas mi valor, - le responde el sarraceno - que dudas de que he de escudarte? ¿Has olvidado acaso la batalla de Algarbe (?) y aquella noche en que casi sin armas me batí por salvarte con Agrica y con todo su ejército? 

Angélica, que no sabe qué resolución tomar, no contesta, y en tanto háseles (se les ha) acercado Reynaldo, y se aproxima el circaciano adelgazándose, (60) pues ha conocido el caballo y aquella mujer a quien tanto adora, y de nuevo han brotado en su pecho el fuego del amor y de la cólera.

Pero dejo para el próximo canto la relación de la lucha que se entabló entre aquellos arrogantes rivales.

(2) Oñ-a g., oin-a, vizc., lab., huin-a, bn., pie.

(3) Oñaze-a, g., oinaze-a, vizc., oinhase-a, lab., oinhazi-a, bn., dolor. Sinónimos: miñ-a, somiñ-a, g., errasamiñ-a, vizc.

(4) Menderatuba izan, ser vencido.

(5) Damutasun-a, pesar, dolor.

(6) Lots-a, g., vizc., vergüenza. 

(7) Ezagun, ezagutu, conocer.

(8) Itz eraguin, hacer hablar.

(9) Mututuba egon, permanecer mudo o silencioso.

(10) Paketu, baketu, apaciguarse, tranquilizarse, (N. E. Pax, latín)

sosegarse. Sinónimos: Emaatu, gozatu, otsandu.

(11) Erortz ori, (erori a), esa caída.

(12) Erbaltasun-a, flaqueza, debilidad.

(13) Errepausa. De esta voz, que procede de pausa, síncope de pautsutsa, pautsuzia, cesación o suspensión de pasos, han derivado, según Larramendi, las castellanas pausa y reposo. (N. E. Desde luego, es muy cargante el ver a Manterola citar o copiar al inútil de Larramendi. 

- La palabra pausa viene del latín, pausa y ésta del griego, pausis, que significa parar, o hacer un “alto” en el camino, proveniente a su vez de pauein, la acción de pararse o detenerse; se reconoce al elemento indoeuropeo *paus-, como antecedente etimológico remoto con el significado de soltar o dejar en libertad de... https://etimologias.dechile.net/?pausa#:~:text=La%20palabra%20pausa%20viene%20del,o%20dejar%20en%20libertad%20de)

(14) Según Larramendi, la lengua castellana ha tomado de esta voz, que equivale a gan, goan-batean o joan batean, ir a una o de concierto, la correspondiente española combate. (N. E. Raíz indoeuropea *bath- (golpear) La palabra combate tiene el significado de "pelea" y viene del sufijo -e (acción y efecto) sobre el verbo "combatir" y este del latín combattuere = "golpear completamente". Ver: batalla, combatir y también avance. https://etimologias.dechile.net/?combatir)

(15) Topara, encuentro, del verbo topatu, guip., topau, vizc., encontrar. 

(N. E. Topar, topetar, RAE)

(16) Erretirada, retirada. Sinónimos: Ostartza, ostartzea. (N. E. Ver el verbo francés oster, quitar, retirar)

(17) Garaitú, vencer. (N. E. Gaigner, gayner, gainer, guaainer, guainer, gaygner, gaaignier; guanyar, guañá, ganar, lat. *wadaniō, *wadaniāre,  Germanic origin. gewinnen; win)

(18) Iruritu, iduritu, parecer, semejar.

(19) Larriturik, angustiado, acongojado, (del verbo larritú.)

(20) Irichi, irechi, alcanzar. (N. E. English reach; Deutsch erreichen)

(21) Del mismo modo que la lengua castellana ha formado de la voz caballo la de caballero, así también el vascuence ha hecho de zaldun, caballo, zalduna, caballero, (o el que tiene caballo.)

(22) Estali, estaldu, cubrir. Estaliya, cubierto.

(23) Esta voz es indudablemente euskara, y es más que posible que de ella haya tomado el castellano la correspondiente casco. Kaskoa, kaskua, llámase en castellano a la cabeza, y kaskokoa, equivale a lo de la cabeza. (N. E. https://etimologias.dechile.net/?casco)

(24) Ondo, bien; onduegi, demasiado bien.

(25) Kristau-a cristiano: kristau-ez-a, el no cristiano. (N. E. Christo,  Cristo, Χριστός, Christos, Xristos &c.; no cristiano se ha traducido por sarraceno, pero puede ser judío u otras religiones no cristianas)

(26) Fíjese en la partícula al antepuesta a este verbo. Billatu dezatan, equivale a para que lo busque. Billatu aldezatan, para que pueda buscarlo.

(27) Bildurr-a, beldurr-a, miedo. Beldurgarriya, temible.

(28) Irrutitu, urrutitu, urrundu, alejarse.

(29) Naztuba, trastornado; naztutubagua, más trastornado.

(30) Errezki, adv. fácilmente.

(31) Gañanka, la grupa.

(32) Paketsubago, más pacífico.

(33) Ozta, adv. apenas.

(34) Lau embat milla kana, sobre cuatro mil varas. El autor (o traductor) ha tomado como tipo de medida la usual en el país que es la vara, designada en vascuence con el nombre de kaná equivaliendo la vara a 0,837 metros, 4.000 varas son 3.348 metros, o sea con escasa diferencia 3 y 1/3 kilómetros.

(35) Kementsu-a, esforzado, brioso.

(36) Eskutarma, escudo de armas. (De eskutu-arma)

(37) Lubakiya, zanja, cerca de tierra. - Sinónimos: lezoi-a, lutesi-a.

(38) Pasarisuan, a su paso.

(39) Irago, (y también igaro), iragan, pasar de un lado al otro, atravesar. (1-a) Siendo el trabajo de Vilinch sólo un fragmento ignoro si este pasaje debe interpretarse en su sentido literal o si acaso la frase emakume baten besuak, querrá quizás expresar metafóricamente “un brazo 

afeminado como el de una mujer.” 

(40) Lañu-a, laño-a, niebla. Lañu lori orren tartetik, por medio de esa espesa niebla...

(41) Ots-aunditsu, de gran ruido.

(42) Igas o igues juan, ir huyendo.

(43) Badiruri. Es 3.a pers. del sing. del pres. de indicat. del verbo irudi, iduri, parecer, precedido de la partícula afirmativa ba.

(44) Berariyez, berariaz, g., adv. Expresamente, de intento.

(45) En vez de este adjetivo usa Larramendi los equivalentes arrotia, arrutia.

(46) Brida. Según el P. Larramendi el castellano y el francés tomaron esta voz del vascuence labortano: brida, "que significa solamente el bocado del freno y de ahí aplicó después a todo el freno." 

(47) Pullanka, coz. Larramendi escribe pullaca.

(48) Alderatú; acercarse.

(49) Eutsi, tener. Aquí más bien coger, agarrar. (N. E. asir, asirse)

(50) Palakatu, (y también balakatu, aunque éste es menos usado), vizc., halagar, acariciar.

(51) Miresgarriko somas doaituba, dotado de un admirable instinto de adivinación. 

(52) Lipar, liparra, instante, momento.

(53) Etsimena, desesperación.

(54) Umant-a, héroe. Umant-arrek, aquel héroe.

(55) Mirotz-a, guip., vizc., halcón, ave de rapiña.

(56) Gorroto, gorrotua, guip., vizc., odio, rencor.

(57) Bekaitz-a, guip., vizc., envidia, rabia. - Sinónimos: bekaizko-a, ondamu-a.

(58) Oroyatu, odoyatu, anublarse; de oroi-odoi, nube.

(59) Eskudatu, escudar. De esta voz, que procede indudablemente del verbo eskutatu, guardar, ha derivado la voz euskara escudo. (N. E. La palabra escudo viene del latín scutum, que designa a un tipo de escudo grande, primero oblongo u oval ligeramente convexo, y luego rectangular algo convexo y con cierta forma de teja, variante esta que apareció en el... https://etimologias.dechile.net/?escudo#:~:text=La%20palabra%20escudo%20viene%20del,que%20apareci%C3%B3%20en%20el%20s.)

(60) Meaztubaz, adelgazándose, del verbo metu, meartu.

Expresión usada sin duda para indicar la precipitación con que se lanzaba a su encuentro.

(61) Naikide, naikide-a, émulo, rival. 


Fé de erratas. (Corregidas)

Índice de materias. (Se omite)

miércoles, 31 de mayo de 2023

La maña de la mañica. Sainete de costumbres aragonesas. Chapurriau, retacía, mosto, arrope

ARNICHES, ABATI Y G.a MARÍN


La maña de la mañica

SAINETE
de costumbres aragonesas, 
en un acto, original y en prosa.

COPYRIGHT, BY C. ARNICHES Y J. ABATI, 1921
(N. E. Carlos Arniches Barrera, 1866 - 16-04-1943. 
El 16-04-2023 se cumplen 80 años de su muerte.

La maña de la mañica  SAINETE de costumbres aragonesas,  en un acto, original y en prosa.

Carlos Arniches Barrera, 1866 - 16-04-1943


Joaquín Abati Díaz, 1865 - 30/7/1936

Joaquín Abati Díaz, 1865 - 30/7/1936

)

SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES 
Calle del Prado, núm. 24. 
1921

JUNTA DELEGADA DEL TESORO ARTÍSTICO 
Libros depositados en la Biblioteca Nacional 
Procedencia
N.° de la procedencia 

LA MAÑA DE LA MAÑICA 

Esta obra es propiedad de sus autores, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan celebrado, o se celebren en adelante, tratados internacionales de propiedad literaria.
Los autores se reservan el derecho de traducción.
Los comisionados y representantes de la Sociedad de Autores Españoles son los encargados exclusivamente de conceder o negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad. 
__

Droits de representation, de traduction et de reproduction réservés pour tous les pays, y compris la Suede, la Norvège et la Hollande.

Queda hecho el depósito que marca la ley.


La maña de la mañica 

SAINETE
DE COSTUMBRES ARAGONESAS 
EN UN ACTO Y EN PROSA
ORIGINAL DE
Arniches, Abati y G.a Marín 
__

Estrenado en el teatro Reina Victoria Eugenia de San Sebastián el día 11 de Septiembre de 1920. 
Reestrenado en el teatro Eslava de Madrid el día 10 de Febrero de 1921.
 
MADRID
IMPRENTA DE LA CORRESPONDENCIA MILITAR
Pasaje de la Alhambra, 1
TELÉFONO 18-40
1921 


REPARTO
_
EN MADRID

PERSONAJES ACTORES

VALENTINA.  Catalina Bárcena.
MARÍA. Ana. M. Quijada.
PILARA. Rafaela Satorres.
ANTÓN. Manuel Collado.
EL TÍO CAVILA. Luis Pérez de León.
SERAFÍN. Manuel París.
GALÁN. Florián Rey.
MOSEN JACINTO.   Juan Martínez Baena.

EN SAN SEBASTIÁN

VALENTINA.  Catalina Bárcena.
MARÍA. Ana. M. Quijada.
PILARA. Rafaela Satorres.
ANTÓN. Manuel Collado.
EL TÍO CAVILA. Luis Pérez de León.
SERAFÍN. Manuel París.
GALÁN. Luis Peña.
MOSEN JACINTO.   Juan Martínez Baena.


Lugar de la acción, un pueblo de la provincia de Zaragoza. Época actual. 

Derecha e izquierda, del actor.
ACTO ÚNICO
__

Decoración. Habitación en casa de labradores, con hogar bajo de pueblo. Muebles adecuados. Al foro, una reja y puerta de entrada. Ambas dan a la calle. A la derecha, puerta que conduce al corral. A la izquierda y a los lados del hogar, dos puertas de habitaciones. Es de día. 

Escena primera 


VALENTINA y MARÍA. La primera atiza y avienta con un soplillo la lumbre del hogar. 
(N. E: Se sustituye Valent. por Valentina)
Valentina. (Impaciente.) ¡Pos hija... esta leñica!... ¡Bendito, qué leña! Por supuesto, que ella podrá no arder, pero lo que es quemar la sangre... 
Si así hubiá sido la de San Lorenzo, aún estaría el probe en las parrillas. (Sopla y zarandea en enfadada.) ¡Vaya una fogata!

María. A la leña verde le pasa lo que a vusotras las mozas, que en tomando una terquedá hay que atizaros mucho pa que deis chispas.

Valentina. (Dándole trastazos a la lumbre.) ¡Ya me carga a mí esto hasta el cogote!

María. ¡Amos, no seas así! ¡Sacas el mesmo genio que tu padre!

Valentina. ¿Pos qué genio quié usté que saque...? Y luego, que el que a los suyos parece... (Avienta la lumbre con furia.)

María. A más, que con esas ventoleras no se alanta na... En este mundo endiablao, pa lograr cualquier cosa tié que ser a pizcas... soplico a soplico... 

Valentina. Algo ha dicho usté ahora, madre... ¡Es verdad!... Por eso dicen aquello de "poco a poco hilaba la vieja el copo"... ¡Soplico a soplico!... 
María. Se pué armar un incendio. ¿Pos no lo ves, tonta? Al echale el soplo s’  agacha la llama, pero a seguida revive con más juerza. 

Valentina. Sí, sí... es la verdá... (Avienta la llama pausadamente.) 
Mire usté... poquico a poquico... al prencipio s’ agacha mortecina y a seguida salta y revive con más juerza... ¡Algo s’ aprende!

María. ¡Algo s’ aprende! ¿Qué quiés decir con eso? 
Valentina. Naa... naa... Yo ya me entiendo. Pué que esto me sirva a mí pa lo de... y pa lograr que... en cuanto vean que...

María. Tú ya ti intenderás, pero el diablo que ti intienda (Vase por la izquierda.) 


Escena II 

VALENTINA, en seguida PILARA por el fondo. 

Valentina. ¡Y bien que me entenderá!... ¡Miá aquí estas flores!... ¡Vaya una ocurrencia que tuvo el padre! ¡Cuánto mejor estaban con la Virgen! ¡Y tan majicas que son! Así juntas, entre el clavel, la rosa y las violetas, paicen una familia encariñadica. (Sacando un cardo de entre las flores.) ¡Pero miá este cardo, que s’ ha metido entremedias!... ¿Quién habrá 
puesto aquí esto?... ¡Cardos a mí!... Sí, sí... ¡Hala... a punchar a la calle! (Va a tirarlo por la ventana a tiempo que entra Pilara.)

Pilara. (Entrando.) Chacha, ¿qué haces? 

Valentina. ¿Qué tengo d’ hacer? Tirando a la calle un sinvergüenza de cardo que he encontrao entre las flores.

Pilara. Y mu rebién hecho que está. Pero anda, que otro cardo que s’ ha metido entre vusotros, quisiá yo que echaras más lejos aún que ese.

Valentina. Déjate, que lo hi de echar... que ya ti intiendo... soplico a soplico... güeno, ¿y tú a qué vienes, si no es mal preguntao?

Pilara. Pos yo venía a ver si tu madre me prestaba media librica d’ aceite del fino, pa hacele a mi Robustiano una (unas) sopicas d’ ajo, que hoy es 
el primer día que se levanta de las calenturas.

Valentina. Aceite no sé si quedará, pero si te es lo mismo vinagre...

Pilara. No: a hacele gazpacho no mi atrevo.

Valentina. Güeno, pos déjate, que ya escurriremos. (Busca entre unas botellas.) 

Pilara. Y dime, chacha, aunque no he venido de preguntona, ni muchismo menos, no te fegures... me acaban de contar que hoy viene el tío Cavila a pedir tu mano pa su pupilo Serafín. ¿Es verdá eso?

Valentina. Así paice.

Pilara. ¿Y tú qué vas a icir?

Valentina. ¿Y qué quiés que diga? Ya conoces a mi padre, que en diciendo que dice que mete la cabeza por un lao, aunque sea en una colmena.

Pilara. Ya lo sé, ya... Pero entonces, ¿qué vas a hacer de Galán, que está el probe que se estozuela por tus piazos?

Valentina. No lo sé; pero yo lo que es dejar a Galán, te digo que no lo dejo, porque mi padre tendrá la cabeza dura, pero esto (Indicando la suya.) es puro adoquín.

Pilara. ¿Y tiés pensada alguna cosa pa...? 

Valentina. Tengo, tengo pensau... entre lo que sale de mi natural celebro y algo que mi madre m’ ha dicho hace un momento... ¡Vaya, que yo me
salgo con la mía! Y ese matraco de Serafín se va a tener que marchar más corriendo que una liebre.

Pilara. ¡Miá que tú casada con ese tontainazo!

Valentina. ¡Primero mi aspan! A Galán me tengo aficionada de güena inclinación, y ya puen venir padres... y ya puen venir madres... que ni el Moncayo que me se echara encima.

Pilara. Mu bien hecho. ¡Tú eres una mujer!

Valentina. Eso me creo.

Pilara. Pos si de algo te sirvo...

Valentina. Agradecida. Y aquí tiés el aceite que he podido escurrir. 
(Se lo da.) 

Pilara. Dios te lo pague; y que sea lo tuyo, chacha.

Valentina. Déjate, que con maña... y soplico a soplico...

Pilara. Adiós. (Vase por el foro.)

Valentina. (Abriendo una alhacena.) Con una miaja de calma y dos miajas de habilidá... ¡Ya verás! ¡Yo pa ese piazo e queso!... Ni en soñación... ¡Calla, mi madre!... (Canta y saca de la alhacena una botella de anís, una copa y una torta.) 


Escena III.

VALENTINA y MARÍA. 

María. (Entrando.) ¿Mi hi dejao po aquí las tijeras?
Valentina. No las hi visto. 
María. Pero tú, ¿qué estás sacando de ahí?
Valentina. ¿Qué tengo de sacar? ¿No lo ve? Preparale el aguardiente al padre.  
María. ¡Pero maña! ¿No sabes lo que dijo anoche el médico, que el aguardiente le quemaba los higádos y que no bebiera ni gota?...
Valentina. Pos por eso mesmamente, pa que no lo beba se lo pongo.
María. Amos, no digas tontadas y quita eso d’ ahí. 
Valentina. Yo ya sé lo qui mi hago con el padre. Verá usté como ni lo preba.


Escena IV 

DICHOS y ANTÓN por la izquierda. Sale con una faja muy larga en la mano. Se dispone a arrollársela al cuerpo.

Antón. (A María.) ¿Quiés teneme un poquico pa la faja? 
María. Dame el cabo y a rodar.
Antón. (Dando vueltas y liándose la faja.) Gracias, maña. (Al acabar el enrollado se abraza a su mujer.)
María. Hombre... que está la chica...
Antón. Si es que mi hi mareau con las güeltas. (A Valentina.) ¿Y tú qué haces, mañica? 
Valentina. Pos servile a usté el anís pa que se lo beba ahora mesmo.
Antón. ¿Ahora mesmo?
Valentina. Ahora mesmo.

María. Y yo le hicía que maldita la falta que te hace el aguardiente, que ya oíste anoche a don Fabián, que a tú el aguardiente, alcanforao y en friegas. 
Antón. Pos eso sí que no me convence a mí, porque mira, las friegas ¿pa qué son? Pa que entre el aguardiente por drento de la piel... pos mejor entra de un trago y te ahorras el fregau... que luego, el aguardiente ya se irá onde haga falta.

Valentina. Pos claro; hala, hala, sópleselo usté y menos parloteos. Hala. 

Antón. Güeno, güeno, no lo digas tan juerte, que a mí con humos, ¡ni la gloria! 

Valentina. ¡Hala, hala! ¿Qué humos ni qué berenjenas? Beba y rematau.

Antón. ¿Ah, sí?...

Valentina. Sí, señor. 

Antón. ¿Y si no me da la gana?

Valentina. Hale, hale; déjese de tontadas y a bebelo, que dispués que m’ hi tomao yo el trebajo... no se va a quedar ahí.
Antón. Pos ya has dicho lo bastante pa que no te salgas con la tuya, ea... Y ahura no me lo bebo, sólo pa date en la cabeza. (Valentina mira a su madre con picardía.) ¡Vaya con la cría! ¡A güen lau vienes!...
Valentina. Hija, tamién, qué genio.
Antón. ¡Como que aquí no hay más genio que el mío! Ya lo sabes. Y a llevase el aguardiente... y hemos callau. ¡Pos hombre!... ¡No rispetar ni a los padres!... 
Valentina. Pero, ¿ni un sorbico?
Antón. Ni lamer el corcho... ¡A llevate eso!...
Valentina. Voy, voy. (Lo guarda rápidamente y como asustada.)
María. (¡Lo que sabe esta mañica!) (Antón enciende un cigarrillo, que saca hecho, cebando la mecha con un pedrusco y un eslabón de a libra, 
a bárbaros golpes.) ¡Virgen! ¡Qué mal güele esa mecha!
Valentina. Ya, ya... ¡Qué peste!
Antón. Pos a goler aprisica.
María. ¿Pa qué?
Antón. Pa que se gaste antes la ulor, porque yo no la cambio, y me queda vara y media. (Enseñando la yesca. Al fumar tose fuertemente.) 
¡Dios con la tosecica!... Maña, sácame una pildóra.
Valentina. ¿Las pastillas del médico, verdá?... 
Antón. No, siñor; una pildóra de esas que mandó el veterinario.
María. Pero Antón...
Antón. Que te digo que mi intiende mejor que don Fabián. Acordase del año pasau, cuando caímos malos el burro y yo de la mesma enfermedá y seguimos el mesmo tratamiento. Pos el burro se murió el angelico, y yo tan tieso. Y es que mi naturaleza me la intienden mejor los veterinarios.
Valentina. Pero tome usté la pastilla, que sabe más bien.
Antón. La pildóra, recontra, y no me repliques, que te has güelto más porfiada que mosca en coronilla e calvo
Valentina. Pos anda, que usté!... ¡Hay que ver lo tozudo! (Le da la píldora.) 
Antón. (A María) ¿Onde anda Celipe?
Valentina. A regar el panicico se ha ido ahora mesmo. 
María. Ya sabes que hoy nos toca el agua.
Antón. Es verdá (.) Pos yo no puedo ayudale, que tengo que ir a la zuquerería a encargar unas confituras. 
María. ¿Pero no t’ acuerdas que tién que venir el tío Cavila y Serafín a pedite la mano de la chica drento de un ratico?
Antón. ¡Miá, pos es verdá! ¿Y qué hora es?
María. Tú sabrás.
Antón. ¿Onde está el reló?
María. ¿Onde te lo dejaste anoche? 
Valentina. Toma, si supiera onde se lo dejó, no le calía buscalo mucho.
Antón. ¡Callar!... Por aquí si oye... (Escuchando.)
María. Pos no se ve.
Antón. (Que aguzando el oído escucha en otro sitio.)
Contra ... Pos agora se oye por aquí... 
Valentina. ¡Idiós!... ¿Pos qué brujería es ésta?... 
Antón. ¡Callase, que me paice que me lo oigo en el cuerpo!... ¿No oís un tacatá, tacatá?... 
Valentina. ¿A ver?... (Le ausculta. De pronto le da un palmotazo en la panza.) ¡Aquí está el condenau! 
Antón. ¡Claro! ¿Y cómo lo iba yo a encontrar, llevándolo encima? (Sacándolo del bolsillo.) 
María. Güeno, ¿y qué hora es? 
Antón. (Consultando el reloj que ha sacado.) Las ocho y media... y un cachico.
Valentina. ¿Pero cuánto cacho?
Antón. Pos... como de un tamaño... que ya no me da tiempo de salir de casa. 
Valentina. (Fingiendo alegría.) Eso, eso... no se vaya, padre, no sea que venga el tío Cavila con Serafín y no lo encuentre a usté.
Antón. ¡Qué! ¿Estás mu enamoraíca de ese esastrau?
Valentina. (Fingiendo entusiasmo.) ¡Lo quiero, que ni usté ni naide me podrían quitar este querer del corazón!
Antón. (Picado.) Mujer... ¡eso!... 
Valentina. ¡Ni usté ni naide!
Antón. Ni naide, güeno; pero en lo que a mí toca... 
María. Hombre, más vale que sea así, porque al fin y al cabo va a ser su marido... 
Antón. Sí, sí... pero es que lo ice con una altanería...
Valentina. ¡Qué altanería ni qué cachiporra! Como le sale a una de adrento y na más.
María. Escucha. Antón; ¿a quién buscaría yo pa que partiera una miajica e leña pal horno, no me se vaya a enfriar la masada?
Antón. Echale una voz po el corral al tío Roque, que te mande al mozo.
María. Más valdrá. (Vase por la puerta del corral.)

Escena V
VALENTINA y ANTÓN 

Antón. Güeno, y tú, mañica, a ver cómo te portas ahura cuando venga el tío Cavila con tu novio. 

Valentina. ¿Cómo voy a portame si ya l' hi dicho a usté que ciego por Serafín? Y no es que me se importe que sea mozo rico, y tenga el bolso bien recatau, no siñor; es que limosna que tuviá qu ’ir a pedir con él, m’ iba a pedila por esos caminos de Dios... Que yo no sé qué m’ ha dao ese mozo pa trastorname de esta manera.
Antón. ¡Chacha, me dejas como de estuco!... Que en jamás de la vida podía yo pensame que el puñalico te hubiá llegao tan adrento, porque, vamos... el mozo... como guapo no es pa denguna isposición.
Valentina. Pero es tan salau, que hace usté así y da sed: (Acción de pasarle el dedo y chuparlo.) 
Antón. Sí; pero tiene unos ojos que paicen dos pirdigones de pequeñicos. 
Valentina. Pero los dispara con una puntería, que aquí tengo clavaos los dos pirdigoncicos.
Antón. ¡Chacha! Cómo me alegras, porque yo estaba en que no lo querías cuasi cuasi.
Valentina. Los güenos quereres, cuanto más callaicos, más firmes son. ¡Vaya si lo quiero, padre! ¡Tanto lo quiero, que ya le icía yo a usté antes... que usté, con ser usté, que es mi padre, que es lo más grande y lo más pesao que hay... pos me había usté de icir que no lo quisiera, y con él me tenía que casar, por encima de usté y de to el mundo...
Antón. Mujer... eso... (Casi gritando y golpeando el suelo con el pie.) ¡Repacho! Porque me lo ices de una manera... que yo quiero... pero, ¡amos!... que si yo no quisiera...
Antón. Si usté quiere, de Serafín tengo que ser, y si usté no quiere, de Serafín mesmamente. Esto no tiene remedio, padre, y s’ ha rematau,
que siendo gustosos los dos, ¿a qué peleanos?
Antón. Dirás gustosos los tres... porque yo... claro que quiero, pero amos... (Ridiez, que me carga a mí tanta cabezonería ... y que aunque yo no quisiera... aunque yo no quiera... ¡Pos si yo no quisiera!...)


Escena VI
DICHOS y MARÍA por la izquierda. 

María. (Entrando.) Ice el tío Roque que a seguida va a venir un mozo a partime la leña.
Antón. ¿Pero no te ha dicho cuál? 
María. No mi ha dicho. 
Antón. ¡A ver si se encaja aquí Galán con esa excusa!
Valentina. ¡No lo quiá Dios!... ¡Vaya un piazo e bruto!
María. Hija, ¡tú tamién! ¡Qué palabricas gastas!...
Valentina. ¿Pos pa qué me echaba encima la mula en la fuente antiayer, que estuvo cerca e media hora que no me dejaba llenar la botija?
Antón. Ah, pero ¿te juguetiaba?
Valentina. Me juguetiaba y me icía unas cosas... porque ese es más bruto que el cospillo. ¡Con dicile a usté que cuando va a la iglesia se persina de abajo arriba!
Antón. A tanto no hi llegao yo. Yo empiezo en la barbilla y acabo onde puedo.
Valentina. ¡Cómo será de bruto, que estornuda y se le vuela el pañuelo!
María. ¡El retrato de su padre! 
Antón. Pos no me paicía a mí tan mal mozo.
Valentina. ¡Aquí que no ponga los pies, porque lo estozuelo!
Antón. Oye, oye... esta es mi casa, ¿estamos?; y a más, lo ha llamau tu madre...  
Valentina. ¡Aquí que no ponga los pies ese cigüeño disecau, ea!
Antón. Mira, maña; aquí mando yo, ¿estamos?... y aquí, cuando yo mande que alguno... 


Escena VII
DICHOS y GALÁN por el foro.

Galán. (Entrando.) ¡Ave María Purisma!
María. ¿Tú vienes?
Galán. (Apocado.) Como s’ han ido los demás mozos a entrecavar las patatas y no había otro que viniera...
Valentina. Pos anda, anda, largo, que aquí no haces nenguna falta.
Antón. ¿Y quién eres tú pa espachar a naide?
Valentina. Soy lo que soy. ¡A la calle!
Antón. (Excitándose.) ¿Es que mandas tú aquí?
Valentina. Soy lo que soy. ¡A la calle! 
Antón. El pegote de la cría.
Valentina. Es que pa echar a éste no es menester ser mucha presona. 
¡A la calle! 
Antón. Pos ahora digo que se queda. ¡Pa que veas!
Galán. Es que yo... no quisiera... (Va a marcharse.)
Antón. (Deteniéndole.) Tú te quedas, y se ha rematau. 
Galán. Yo... no siendo del agrado de toos... (Va a marcharse otra vez.)
Antón. ¡Que te quedas hi dicho, ridiez! (Le sujeta.)
Galán. Güeno, güeno.
María. ¡Hala, hala, pasa al corral, a lo tuyo!
Galán. Ya voy... pero yo no sé qué le tengo hecho a Valentina, que se pone con mí que paice un fajo de aliagas.
Valentina. Calla, calla, que eres más tonto que el chorro de las canaleras. 
Galán. ¡Qué matica e cardos! 
Valentina. Pos miá que tú... Se pué hacer corcho de tu pellejo, conque miá que arbolico serás.
Galán. ¿Pero no está usté oyendo, tío Antón?
Antón. No le hagas caso. Esta es como su madre, que el único piropo que m’ ha dicho en su vida ha sido llamarme riumático, que no sé lo que es.
Galán. Pos es pa dale una contestación de a vara.
Antón. De a cuarta se la dí yo. Amos, amos al corral. Gracias que con mi genio las tengo asustaícas, y aquí no s’ hace más que lo que yo quiero, que si no... (Vanse Antón y Galán por el corral.)

Escena VIII 
VALENTINA y MARÍA 

María. Hijica, me tiés asombrada, que no me s’ alcanza la mira que te llevas pa icir lo que no sientes.
Valentina. Pos hacer lo que me paizca, que caa caminico, madre, hay que andalo con sus pasos calculaos.
María. Sí, güeno; pero...
Valentina. ¿Usté no me icía que con maña se enciende el fuego? Pos con maña se logra el deseo de un buen querer. Le va usté a mi padre por las malas y salimos escalabazaus... pos con maña ya me las compondré yo pa enzarzar a unos con otros, que se deshaga lo de Serafín y arreglame con Galán, que es el que es de mi agrado.
María. ¿Tanto lo quieres?
Valentina. Lo quiero; pero tampoco se lo digo a las claras. A cada campanica, su son.
María. ¡Bendito, lo que sabís las mozas de hoy en día, que talmente paice que nacís enseñadas!
Valentina. Yo estoy en que pa las mañas del querer toas las mujeres nacemos catredáticas.
María. ¡Bendito, bendito! (Vase por la derecha.)
Valentina. (Mirando hacia el corral.) ¡El sale! 


Escena IX 
VALENTINA y GALÁN

Galán. (Entrando.) Chacha, venía a icite...
Valentina. Hale... a partir leña...
Galán. Es que venía a icite que qué oronda estarás porque vienen a hacete la petición...
Valentina. Mucho que te se importará a tú. (Se ríe.)
Galán. Anda, que estarás más güeca que una lenteja con cuco.
Valentina. Tampoco es pa menos; ¡hale, a partir leña!
Galán. ¡Claro, con un novio tan boyante que paice un almú con patas! (Se ríe.) 
Valentina. Pa valer más que tú, cualquiera es güeno; que a tú, si te ponen unos alambricos, sirves pal tiligrafo.
Galán. Te llevas un maño pa lucilo en las fiestas del Pilar.
Valentina. Con las onzas de oro que le sobran, se puen comprar vainte moñacos como tú. ¡Hale al corral!
Galán. No, si tú... ya sé que tiés de corazón una hucha de hurta-ineros.
Valentina. Yo tengo lo que me paice, y Serafín tié posibles, y no tú, que eres un espellejau.
Galán. Oye, mal astral, lo que soy yo...
Valentina. Güeno, ¡a partir leña!... (Mirando a la calle.) Que ya le tengo aquí... ¡Míralo po ande viene!... ¡Con to ringorrango! No me dirás que no está hecho un jaque... y hoy viene hasta guapo... ¡ay, cómo lo quiero!...
Galán. (¿Pero será verdá que lo quiere?... ¡Idiós!... Y si lo quiere a él, ¿por qué me busca a mí pa pelease conmigo?)
Valentina. ¡Mialo que resalao!
Galán. ¡Pero si a ese lo escalzas y es una tenaja!... ¡Miá que icime eso!... ¡Maldita sea!... (Vase por el corral.)


Escena X
VALENTINA, SERAFÍN y el TÍO CAVILA por el foro.

Serafín. (Feísimo, abotijado, vestido de fiesta.) ¡A la güena e Dios!
Cavila. (Que le sigue.) ¡Güenos y regüenos por esta casa!
Valentina. ¡Alante!
Cavila. Hola, mañica. ¿Onde anda tu padre?
Valentina. Por ahí trajina.
Cavila. ¿Y tu madre?
Valentina. Güena. ¿Y la tía Sinforosa? 
Cavila. Güena. ¿Y tú? 
Valentina. Güena. (A Serafín.) ¿Y tú? 
Serafín. Güeno.
Cavila. Güeno... pos amos a sentanos.
Serafín. Güeno. (Se sientan.)
Cavila. Güeno... ¿y qué te paice el maño?
Valentina. ¿Pos qué va a paiceme? (Baja la cabeza fingiendo rubor, después de mirarle y sonreír.) 
Serafín. ¡Je!... (Riendo por cortesía después de mirarla y sonreír con una sonrisa idiota.)
Cavila. (A Serafín.) ¿Entiendes?... Cuando una moza no sabe lo que le paice un mozo y se mira los zapaticos... ¡Güena siñal!
Serafín. ¡Je!... 
Valentina. ¡Je!... (Imitándole con sorna.)
Cavila. Me paice, me paice que vals a hacer una parejica que va a ser la envidia del pueblo.
Valentina. ¡Je!... (En otro tono más guasón.)
Cavila. ¡Ya has visto cómo s’ ha puesto de majico, naa más que pa venir a vete!
Valentina. Es un fegurín luminao. Está pa recortalo y pegalo a la paré.
Cavila. (A Serafín.) Pos anda que ella, tampoco está pa tirala.
Serafín. Está pa tirala... pa tirala a lo alto y ponese debajo a recogela...
Cavila. (Riendo.) ¡Miá el alicortau éste!
Valentina. ¡Je!... (Indignada.)

Escena XI
DICHOS, MARÍA y ANTÓN por la izquierda. Después GALÁN (oculto).

Antón. ¡Hola, maño!... Tanto güeno po esta casa.
Cavila. Hola, Antoñejo.
María. Adiós, tío Cavila.
Antón. (A Serafín.) ¿Y tú tan reondico?
Serafín. ¡Je!...
María. Sentaros, sentaros.
Antón. (A Valentina.) Chacha; sácate la retacía y el chapurriau, que tomen una copica.
Valentina. Voy.
Cavila. Que no se incomode. 
María. No es incomodo.
Valentina. (Que saca lo pedido y sirve.) ¡Qué va a ser! (Al tío Cavila.) ¿De cualo?
Cavila. De éste. (Le sirve Valentina.) 
Valentina. (A Serafín.) ¿Y tú, salao?
Serafín. Metá y metá. Más metá de éste que del otro.
Valentina. Tiés güen gusto. (Le sirve.)
Serafín. ¿Ti tiembla el pulso?
Valentina. ¡De vete a tú!...
Antón. (Bebiendo. A Cavila.) ¿Qué te paice?...
Cavila. ¡Qué güeno es!... ¡Y qué juerza tié el ladrón!... Yo tamién hago un chapurriau que no tié parecido.
Antón. ¿Que no?
Valentina. Este lleva metá de anís y metá de arrope.
Cavila. Hombre, tamién hago yo un arrope que no hay otro que se le iguale. 
Antón. ¿Que no?
Valentina. (Mirando a su padre.) ¡Dice que no! Nosotros lo hacemos del mosto mejor. Este es de la viña moscatel.
Cavila. Pos no será tan majo como el de la mía del Pizarral.
Antón. ¿Que no? 
Valentina. Padre, dice que no... 
Cavila. Miá tú que da un vinico claretico, claretico como agüica dorada; pero anda, anda, metete con él, que no tendrás frío, no.
Antón. (Irónico y molesto.) ¡Tú siempre tiés de lo mejor en to!
Valentina. Se lo fegura él.
Cavila. Es que se pué prebar. Díselo a unos franceses que vinieron por vinos esta Sanmiguelada, que al pronto paicía que lo tomaban a broma, y luego no hacían más que icir, le li, le li... que creo que es que pedían la cama.
Valentina. Pos a un inglés que prebó del nuestro tuvieron que llévaselo en una pollera, pa que no se matara po el camino.
Antón. Conque compara.
María. Güeno, güeno; dejase de peleas y no metamos la burra en las coles, y amos a lo que estamos, que es lo e los chicos, ¿no sus paice?
Serafín. Mejor será.
María. Eso digo yo.
Antón. ¡Por mí!... El es el que tié que escomenzar. 
Cavila. Güeno, pos ya sabís que yo soy el tutor de éste... Y como tú m’ has dicho que no verías con malos ojos que tu chica... amos... y éste... me dijo que viniera a iciros... pos... pos vusotros diráis...
María. Yo por mí no digo na; pero sí digo que a ver lo que icen ellos, que son los interesaos.
Antón. Claro... por más que mi chica, lo que yo le diga... Pero amos.
Cavila. Pos éste, cuando m’ ha hecho dar este paso...
Serafín. ¡Je!...
Antón. (A Serafín.) ¿Quié icirse que tú... quiés a la Valentina? 
Serafín. ¡Más que el enterraor a las pestes!
María. (A Valentina.) ¿Y tú qué ices a esto?
Valentina. Pos eso tamién... que yo... pos... al preguntale a una... no sé si me esplico... 
Antón. ¡Repacho!... Como esplicate... no creas que mucho... ¿Quié icise que tú quiés casate con éste... no?
Valentina. Yo querer... amos... una cosa es querer... y otra... pero amos... ¿qué va a icir una?
Antón. Güeno... en resumidas cuentas... ¿Tú lo quiés pa marido?
Valentina. Hombre, yo... como querelo pa marido... no es que vayamos a icir una cosa ni otra... pero ustés s’ harán cargo...
Antón. ¡Idiós!... ¡Esvanza d’ una vez a ver si te entendemos, porque yo... 
Valentina. ¡Pos me paice que hablo bien claro!... Y como yo tengo palabra, pos digo, lo dicho y na más.
Cavila. Güeno, pero ¿qué es lo que has dicho?
Valentina. Pos eso... porque claro... una no sabe hablar de estas cosas... y una... ustés s’ harán cargo.
María. Güeno, pos en vista de lo satisfatorio del resultao... ahí sus quedáis. (Vase.). 
Cavila. Hasta dispués. 
 
Escena XII
DICHOS menos MARÍA

Cavila. (A Serafín.) Amos, ¿estás contento? 
Serafín. ¡Je!...
Cavila. Tanto que viniera, que viniera... pos ya he venido. ¡Too llega, menos la nariz al chato! 
Antón. El mocico tenía prisa, ¿eh? 
Cavila. Este, onde le ves, tan encogido, es como un reló de paré; por juera paice parao, y por drento no le escansa un menuto la maquenaria.
Antón. ¡Himos d’ hacer una boda que deje memoria! 
Cavila. Eso de mi cuenta corre.
Antón (Ofendiéndose.) ¡Como que nesecito yo a naide! ¡Aún ha e nacer el que mi haiga de ganar a hacer las cosas con rumbo cuando me pongo!
Valentina. Eso de seguro, que pa hacer las cosas como mi padre...
Cavila. Pos lo mismo digo, porque miá que yo, en diciendo esta casa se echa po la ventana, no queda ni el solar.
Valentina. Pos cuando lo ice mi padre, echa la suya y la de al lau.
Antón. Di que sí... Aunque no tuviá otra y tuviese que agarrame a un perro jornal... ¡Rejudas!... ¿Se habrá visto alboroque más juerte que cuando se me casó la entenada?...
Valentina. Que aún se está haciendo lenguas to el pueblo, y va pa cinco años. 
Cavila. Amos, Antón, que cuando la boda de mi hermana, me paice a mí que naa tuvo que envidiar a la de tu entená ni a nenguna.
Valentina. ¡Pero qué va usté a comparar una con otra! ¡Valía más el aguardiente que tiramos nosotros por los suelos pa que goliera...!
Antón. Y yo merqué una de pasteles que se empachó hasta la bandeja. 
Antón. No, si pa tú, ya se sabe que no hay na como lo tuyo.
Cavila. Es que se pué prebar, ridiós.
Valentina. Y tamién se pué prebar lo de mi padre.
Cavila. No te metas tú ahura.
Antón. Se mete porque puede, ¿entiendes?... Y a cualquier hora te puedo prebar yo a tú...
Cavila. ¿Pero qué me vas a icir tú a mí?
Valentina. ¡Pero es que usté se lo quié icir to!
Serafín. (Interviniendo.) Güeno, hombre, güeno... no custionar... s’ ha rematau y a beber... que si esto se enreda, estoy viendo que queamos malicamente.
Cavila. Tiés razón, porque éste...
Antón. Pos miá que tú... (Valentina les sirve vino y beben.)
Cavila. Conque golviendo a la cosa, aquí lo prencipal es que los chicos se quieran. 
Antón. De mi chica, yo respondo.
Cavila. Y yo de éste, porque ya ves tú, si no la quisiera, con lo que hereda este chico de sus padres... Pos si se le hubiá antojao casase en 
Zaragoza con una señorita e sombrero y faldica d’ esas hasta la rodillera... 
Antón. No te lo niego, pero tamién te digo que mi chica no ha nesecitao sombrero pa tener güen recau de pretendientes.
Valentina. Y si a cortar la falda vamos, el día que yo quiera me dejo ésta en la metá... 
Antón. Pretendientes que, no dispreciando a naide, paleaban las onzas de oro. 
Cavila. Hombre, éste, tanto como palear las onzas, no las palea, pero a tu corto conocimiento comprenderás que igual por igual, siempre se casa mejor un mozo que una moza. 
Valentina. ¿Pero usté oye, padre? 
Antón. Pos mira, Cavila; basta que tú ices eso, te vu a icir yo a tú, que si habís venido en el entender de que mi ibais a hacer un favor con llevaros la chica, sus podíais haber escusao el viaje.
Valentina. Porque han de saber ustés que a mi padre no le hago yo ni miaja de estorbo en casa, y mientras él viva y tenga puños pa trebajar, y vainte duros pa comprar simientes, no nesecito yo a naide.
Cavila. No, hombre, no... si estorbo ya lo sabemos que no le haces, pero como paice que quieres dar a entender que ha tenido otros pretendientes de más categoría... ¡caa uno defiende su parte! 
Antón. Si no hubiás dicho tú primero que podía haberse casao mejor con una señorita de sombrero, naide te hubiera puesto las peras a cuarto.
Valentina. Pero, tío Cavila, el que ice lo que no debe, oye lo que no quiere, y yo ciego por Serafín, pero disprecios tampoco puedo aguantalos.
Antón. Porque dispreciala a la chica, es dispreciame a mí.
Cavila. Pos si empezamos de esa manera, vamos a rematar pronto, porque pa mi genio...
Antón. ¡Pos no te reprimas, no, que pal mío!... ¡Y vaya!... Ya se ha rematau... ¡Qué gibar! ¡Yo no aguanto esto!... Conque hacer cuenta que no habís venido. (Todos se levantan.) 
Valentina. (Con mal disimulada alegría.) Pero padre, ¡que estoy loca por él!
Antón. ¡Aunque revientes! ¡Pos güenas tripicas tengo yo! 
Cavila. ¡Repacho, pues las mías no se quedan atrás! ¿Estamos? 
Serafín. (Aterrado.) ¡Tío Cavila!...
Cavila. Caa uno con su caa una. (Indican el mutis.) 
Antón. Así mesmo. Casualmente m’ has ido a tocar un punto...
Cavila. (Indicando.) Ya verás como no es tan fácil que encuentres con quien casala. 
Antón. ¡Se casará con decisáis, si me da la gana!
Cavila. ¡Ya lo veremos! ¡A quear con Dios! (A Serafín.) Hale, a la calle.
Serafín. (Aterrado.) ¡Pero tío Cavila!... 
Cavila. (Llevándole a empujones.) A la calle hi dicho, ridiós, que a mí no me pisa naide...
Serafín. Pero si es que... 
Cavila. Ajuera... (Vase empujando a Serafín.) 



Escena XIII
ANTÓN y VALENTINA 

Valentina. ¡Ay, padre, que se lo lleva!... (Fingiendo dolor.)
Antón. Déjalo que se lo lleve y lo rife a cachos, si quiere...
Valentina. Si es que m’ ha quitao el corazón.
Antón. ¡Ya te compraré otro! Nos han gibao los escalfecidos esos. Gracias a Dios aún no peinas canas, ni te corre por ná miaja e prisa.
Valentina. (Llorando amargamente.) ¡Lo que más hi sintido es lo que han dicho que no encontraré con quien casame!...
Antón. Tamién me ha molestao a mí eso, no creas. 
Valentina. Y que lo irán diciendo por to el pueblo.
Antón. Pos ya verá to el pueblo que no es verdá, porque como yo pueda, te caso mañana mesmo, aunque no sea más que pa dales en la morrera a esos muciégalos.
Valentina. Sí, eso es fácil decilo, pero no hacelo... porque ¿con quién me caso, padre, con quién me caso?...
Antón. ¡Qué sé yo, ricontra!... Con uno... con cualisquiera... ¡con el primero que venga!...
Valentina. (Corriendo rapidísima hacia la puerta del corral, donde se oye ruido de partir leña.) ¡Galán! ¿Pero aún estás partiendo leña?... (Gritando bastante.) 

Escena XIV
DICHOS y GALÁN

Galán. (Sudando, con el hacha en la mano. Cara de asombro.) Ya estaba acabando. ¿Me nesecitan pa alguna cosa?... (Pausa. Se miran todos.)
Antón. (Pensativo.) ¡Ridiez!... Oye, Galán...
Galán. Mande usté. (Se acerca.)
Antón. ¿Los majuelos de Capuchinos son de tu padre, y dispensa la curiosidá?
Galán. Y los de al lau, que se los dejó mi tía.
Antón. ¡Contra!... ¿Y el pradico del Soto el Cura, no era de tu madre? 
Galán. Es mío. Y el de al lau, que lo compré al tío Mingo.
Antón. Y aceite habráis cogido mucho.
Galán. Doscientas arrobicas y la prensa trebajando...
Antón. ¡Repacho!... Ven aquí, Galán... ¿Te gusta mi chica y la de al lau... digo, mi chica sola?, y dispensa la pregunta.
Galán. (Pudoroso.) ¡Que si me gusta!... ¡Más que un rial de salchichón! 
Antón. Pos asiéntate aquí y aguarda. (Lo sienta y va a buscar a Valentina, que está en otra silla, fingiendo que llora.) Oye, mañica... (Valentina levanta la cabeza.) ¿Qué te paice de Galán?
Valentina. (Fingiendo asombro.) ¿Cómo que qué me paice?
Antón. Amos, ¿que si haríais güenas migas tú y él?
Valentina. (Haciéndose la tonta.) ¿Cómo migas?... ¿Migas pa qué?
Antón. Amos, que... en resumidas cuentas, ¿que si haríais güen marido y mujer él y tú? ¿Mi intiendes ahura?
Valentina. (Como aterrada.) ¿Quién? ¡Casame yo con ese espellejau!... Con cualquiera antes que con ese; ¡primero me meto en un convento!
Antón. Tú no te metes en denguna parte.
Valentina. Pos con ese no me caso, padre... ni que quiera usté, ni que quiera naide. 
Antón. Mira, Valentina, no escomiences con cabezonerías, que ya me conoces.
Valentina. ¡Pero si no puedo velo ni en pentura!
Antón. Pos si yo te lo mando, ya te guardarás mu bien de espanturrialo. Es un mozo honrau a carta cabal, y miá que le va la hacienda e sus padres. 
Galán. Y la de al lau.
Valentina. Aunque palee las onzas no lo quiero. 
Antón. ¿Ah, sí? Pos ya mi hi hartau yo; ¡hale!... Y ahura te casas con él a la juerza. (A voces.) Galán... ¿estará conforme tu padre con lo que sea de tu gusto?
Galán. ¡Más contento que yo!...
Antón. Pos te casas con ésta. 
Galán. ¡Pero si ella no me quiere!... Si no tié pa mí palabra güena. No me deja caer de zopenco y de zaburdo y de too lo pior.
Valentina. ¿Y tú, pa qué me ices desgarbada y pisaburros cuando tropiezo con tú?
Galán. ¿Y tú, pa qué me hacías comparanzas con mi cabeza y el bolo del barandau?
Antón. Vaya, a callase, que me da a mí la gana de que éste sea mi yerno, y no hay más.
Valentina. Pues no lo quiero y no lo quiero, aunque mi hagan la juerza que mi hagan; eso es. (Hasta el final de la escena, todo a grandes voces.) 
Antón. Aquí no se ha dicho naa de juerza. Conque decide ahura mesmo u te escrismo. (Coge un garrote de un rincón.) 
Valentina. Que no, y que no, y que no.
Antón. (Amenazador.) ¡Maldita sea!... (Blandiendo el palo.)

Escena final
DICHOS y MOSEN JACINTO vestido de sacerdote, pero cubierto con un gorrito en vez del sombrero de teja. Luego MARÍA.

Mosén. (Entrando.) ¿Pero qué es esto?... ¿Qué ocurre en esta casa para esos lloros y esas voces? 
Antón. Naa, Mosén Jacinto; esta cría que mi ha tomao a mí po’ el palillo e la gaita. 
Mosén. ¿Pues qué ha hecho? 
Valentina. Pos que mi padre me quiere casar contra mi gusto, y yo no quiero. 
Mosén. ¿Eso es verdad?
Antón. No lo es.
María. (Saliendo.) Sí que lo es, señor cura, y en el fondo la chica tié razón. A mí me gusta mucho Galán, pero si ella no lo quiere...
Galán. Si ella no me quiere...
Antón. ¡Pero te quiero yo y basta!... ¿Es que le propongo yo algún desaliñau u algún malhechor?...
Mosén. Hija mía, ten reflexión y no te dejes llevar de los ciegos impulsos de tu testarudez.
Valentina. ¿Sí?... (Con ingenuidad llena de malicia.)
Mosén. ¿Qué puede querer un padre para sus hijos sino el bien y la felicidad en este mundo?... 
Valentina. ¿Sí?...
Mosén. Quieren que te cases con Galán, que es honrado y bueno; pues confórmate. 
Valentina. ¿Sí?...
Mosén. Sí, hija mía, sí, y es preciso que lo aceptes. 
Valentina. (Mirándole y lloriqueando.) ¡Si no hay otro remedio!...
Mosén. Si hoy no estas encariñada con él, ya verás luego cómo el tiempo y la bondad de los dos conciertan vuestras voluntades haciendo nacer un cariño que será como la bendición del cielo, por haber sido sumisa y obediente al mandato paterno.
María. Pero si no se quieren.
Antón. Tú te callas.
Valentina. (Con mucha violencia, como temiendo que su madre le estropee la combinación.) ¡Usté se calla, madre!... ¡Calle!...
Mosén. Conque dadme las manos. 
Los dos. ¿Pa qué?
Mosén. (Juntándoselas.) Para que os prometáis el uno al otro un amor honesto y grande y os queráis siempre con fidelidad y constancia.
¡Estréchale la mano, Valentina! 
Valentina. Si no hay otro remedio... (Obedece.)
Galán. ¡Ay!...
María. ¿Qué es eso?
Galán. ¡Cómo mi ha apretau, ridiez!
Antón. ¡Lo que no hace un sacerdote...!
Galán. ¡Yo reviento de gozo! Valentina, ¿me querrás siempre?
Valentina. Si no hay otro remedio... ¡Hasta que me muera!
Mosén. Conque disponeos a formar aquí vuestra casita para fundar una familia. Ahí tenéis añosa y emparrada la cepa que plantaron vuestros padres. A su sombra celebraron los felices acontecimientos de sus sencillas vidas. Sed dichosos y honrados como ellos para que hagáis honor a vuestra fe y a vuestra sangre. 
Valentina. ¡¡Si no hay otro remedio!!...
Antón. ¡Mi hi salido con la mía! (Muy satisfecho.)
Valentina. (Abrazándose a Galán.) (¡Que se cree usté eso!) 
- Telón. 

FIN DE LA OBRA 


OBRAS DE CARLOS ARNICHES
Casa editorial. 
La verdad desnuda. 
Las manías. 
Ortografía. 
El fuego de San Telmo. 
Panorama nacional. 
Sociedad secreta. 
Las guardillas. 
Candidato independiente. 
La leyenda del monje. 
Calderón. 
Nuestra Señora. 
Victoria. 
Los aparecidos. 
Los secuestradores. 
Las campanadas. 
Vía libre.
Los descamisados. 
El brazo derecho. 
El reclamo. 
Los Mostenses. 
Los Puritanos. 
El pie izquierdo. 
Las amapolas. 
Tabardillo. 
El cabo primero. 
El otro mundo. 
El príncipe heredero. 
El coche correo. 
Las malas lenguas. 
La banda de trompetas. 
Los bandidos. 
Los conejos. 
Los camarones. 
La guardia amarilla. 
El santo de la Isidra. 
La fiesta de San Antón. 
Instantáneas.
El último chulo. 
La Cara de Dios. 
El escalo. 
María de los Ángeles. 
Sandías y melones. 
El tío de Alcalá. 
Doloretes.
Los niños llorones. 
La muerte de Agripina. 
La divisa.
Gazpacho andaluz. 
San Juan de Luz.
El puñao de rosas.
Los granujas.
La canción del náufrago. 
El terrible Pérez. 
Colorín colorao... 
Los chicos de la escuela. 
Eos pícaros celos.
El pobre Valbuena. 
Las estrellas.
Los guapos.
El perro chico. 
La reja de la Dolores.
El iluso Cañizares.
El maldito dinero.
El pollo Tejada. 
La pena negra.
El distinguido Sportman.
La noche de Reyes.
La edad de hierro. 
La gente seria.
La suerte loca. 
Alma de Dios.
La carne flaca. 
El hurón. 
Felipe segundo.
La alegría del batallón. 
El método Górritz.
Mi papá. 
La primera conquista. 
El amo de la calle. 
Genio y figura.
El trust de los Tenorios.
Gente menuda. 
El género alegre. 
El príncipe Casto. 
El fresco de Goya. 
El cuarteto Pons.
La pobre niña. 
El premio Nobel. 
La gentuza. 
La corte de Risalia.
El amigo Melquiades. 
La sombra del molino. 
La sobrina del cura.
Las aventuras de Max y Mino.
El chico de las Peñuelas. 
La casa de Quirós.
La estrella de Olympia.
Café solo.
Serafín el Pinturero.
La señorita de Trevélez.
La venganza de la Petra. 
¡Que viene mi marido!
El agua del Manzanares. 
Las lágrimas de la Trini.
Las grandes Fortunas. 
La mujer artificial.
El conde de Lavapiés. 
La maña de la mañica. 
Los caciques.
No te ofendas Beatriz... 

OBRAS DE JOAQUÍN ABATI

Monólogos 

Causa criminal (de actor). - La buena crianza o Tratado de urbanidad (ídem). - Un hospital (ídem). - Las cien doncellas (ídem). - La cocinera (de actriz) *. - El Himeneo (ídem). - El Conde Sisebuto (ídem) *. - El debut de la chica (ídem). - La pata de gallo (ídem). 

Comedias en un acto

Entre Doctores. - Azucena. - Ciertos son los toros . - Condenado en costas *. - El otro mundo. - La conquista de Méjico. - Los litigantes. - La enredadera. - De la China. - Aquilino Primero *. - El intérprete. - El aire. - Los vecinos. - Café solo. - La maña de la mañica. 

Comedias en dos actos

Doña Juanita. - Los niños. - Tortosa y Soler (R.). - El 30 de Infantería (R.). - El Paraíso. - La mar salada. - La gallina de los huevos de oro (magia). - La bendición de Dios. - Mi querido Pepe. - La gentil Mariana.  
- Jesús, María y José. - Las lágrimas de la Trini.

Comedias en tres o más actos

Tortosa y Soler. - Los hijos artificiales. - Fuente tónica *. - Alsina y Ripoll. - El 30 de Infantería. - Los reyes del tocino (firmada con pseudónimo). 
- El gran tacaño. - Los perros de presa. - Genio y figura. - La alegría de vivir. - La divina providencia. - El premio Nobel. - El orgullo de Albacete. - El cabeza de familia. - La piqueta. - El tren rápido. - El infierno. - El río de oro. - El viaje del rey. - Ramuncho. - Las grandes fortunas. - No te ofendas, Beatriz. 

Zarzuelas en un acto

Los besugos. - Los amarillos. - El tesoro del estómago. Lucha de clases. 
- Las venecianas (la música). - Tierra por medio. - El Código penal. - Tres estrellas *. - EL trébol. - La taza de the. - El aire (R.). - La hostería del laurel. - Mayo florido. - Los hombres alegres. - ¡Mea culpa! La partida de la porra. - El verbo amar. - El potro salvaje. - España Nueva. - El dichoso verano. - Sierra Morena. - Las alegres colegialas.

Zarzuelas en dos actos

El asombro de Damasco. - Baldomero Pachón. - La corte de Risalia. - El conde de Lavapiés. 

Zarzuelas y operetas en tres o más actos

La mulata. - La Marcha Real *. - Los viajes de Gulliver. El sueño de un vals. - La viuda alegre *. - El velón de Lucena. - La mujer artificial.

Las obras marcadas con asterisco, o no se han impreso, o están agotadas. - Las marcadas con (R.) son refundiciones.

Precio: DOS pesetas.