jueves, 9 de junio de 2022

CARTA XXIX. Real cartuja de Portaceli; biblia valenciana Bonifacio Ferrer

CARTA XXIX.


Real cartuja de Portaceli; inscripciones sepulcrales de su claustro: utilidad de los anales de los moasterios: códices que existían en esta casa: versión lemosina de la Biblia hecha por el V. P. D. Bonifacio Ferrer: opúsculos inéditos del mismo; cartas de Juan Andrés Strany: poesías, constituciones, y otros escritos que se guardan en aquel monasterio.

Mi querido hermano: he llegado a Valencia estos días: tres me detuve en la Cartuja de Portaceli, los cuales bastaron para informarme de lo que buscaba; mayormente con la buena acogida que debí a aquellos monjes, y la instrucción del P. D. Josef Carbonell en lo perteneciente a las antigüedades del monasterio. Fundóle en el siglo XIII el obispo de Valencia D. Fr. Andrés de Albalat; la escritura que se hizo con esta ocasión en 1272 se halla en la rarísima colección de constituciones de la catedral de Valencia impresa en 1546. Su situación es muy a propósito para este instituto: los aires puros, las vistas excelentes, el terreno quebrado, pero bien cultivado y fértil. La iglesia es pequeña, pero preciosa por los mármoles y jaspes que se han empleado en su adorno. Su portada se compone de dos cuerpos regulares, el primero dórico; en los dos nichos de los intercolunios hay una estatua de S. Juan Bautista; y otra de S. Bruno: el segundo es jónico, en cuyo centro está la estatua de nuestra Señora llamada de Portaceli (Porta coeli, puerta del cielo). El pavimento de la iglesia es todo de piedra negra con embutidos de piedra blanca bien distribuidos; los frontales de los altares de estuco: todo labrado prolijamente y con grande esmero por un religioso lego de la misma casa. En las pinturas hallé lo que dice Pons (tomo IV del viaje, carta VII.); bien que el S. Pedro y S. Pablo pintados en las puertas del sagrario, de que dudó él si son del monje D. Luis Pascual, no son sino de uno de los dos Ribaltas. Tampoco es exacta la descripción que hizo este viajero del cuadro de S. Josef pintado por Espinosa, el cual se ha trasladado posteriormente de la capilla donde estaba, a la de la iglesia de los mozos; porque sólo representa a S. Josef trabajando de carpintero, y a la santísima virgen cosiendo una como camisa, no dando de comer al niño.

En la sacristía vi las reliquias, muchas a la verdad, y algunas preciosas, aunque no tan señaladas y notables como las de Val de Cristo. Envío separada la relación de todas ellas, con expresión de las personas que las dieron al monasterio. Aquí sólo hablaré de las que en cierta manera pueden llamarse literarias. Y primeramente de un tomito de 20 hojas en 4.°, que contiene varios fragmentos de sermones escritos de mano de Santo Tomás de Villanueva, de los cuales sólo pude tomar las apuntaciones siguientes: I. In die S. Andrae * Faciam vos fieri * Quatuor piscatores, Deus, virgo, daemon, *apostoles; virgo piscata est Deum, Deus daemonem, *daemon hominem, homo hominem &c.

II. Feria 6. Diligite inimicos &c. Inter alia * quod attesta* veritatem evangelii, et legis Dei, est sanctifas, et puritas doctrinas. Item infra, super eodem themate: * Saale opresso a daemone, David psallit citharam; pellitur daemon. Numquid haec natura citarae?

III. In Assumptione Dominae nostrae quae est ista quae ascendit * = Duae parteas * De animam s. De Virgine. = I. Propheta in Ps. LXXXIII. Beatus vir, cujus est auxilium abs te &c. 2. Haec verba angelorum sunt *stapentium, et admirantium ascendentio Virginis magnitudinem gratiarum &c.

IV. Sermo 12. pro mandato. = Tradidit *mitipsum &c. = Ut ait Gregorius super Job: tristibus nulla efficatior consolatio, quam compassio.

Nada de esto ni otros apuntamientos del santo arzobispo que hay allí, se ha incluido en la colección de sus obras. Item, un fragmento de una carta original de Sant Teresa de Jesús a su hermano Lorenzo de Cepeda: otro de S. Vicente Ferrer a su hermano D. Bonifacio. Este último le publicó el M. Fr. Vicente Justiniano Antist entre los opúsculos menores de S. Vicente, el año 1591. Como reliquia de este santo y de su hermano se guarda en la misma sacristía un volumen fol. vit. MS. a lo que aparece a principios del siglo XIV, o acaso a fines del XIII, que contiene la exposición de Santo Tomás in librum IV. senten*, en cuyas cubiertas se leen las notas siguientes. “Iste liber est Petri Johannis, qui *emis eum a Ven. Raymundo de Rupoll (Ripoll), rectore ecclesiae de Oliva (Olivam), praetio viginti florinorum de Aragoniam.”

De letra de S. Vicente Ferrer se lee lo siguiente: “Liber iste est domini Petri Johannis, civis Valentiae, et est *commodatus per eundem mihi fratri Vincentio Ferrarii.”

Sigue de letra de su hermano D. Bonifacio: “Item post haec dictus venerandus dominus Petrus Johannes dedit istum librum liberaliter domui de Portacoeli, ordinis cartusiae; cui Dominus in vitam aeternam retribuat, amen. Et fuit facta donatio anno Domini 1396, circa festum S. Joannis Baptistae. Et hoc fuit scriptum hic per fratrem Bonifacium Ferrarii, monachum dictae domus de Portacoeli, germanum dicti fratris Vincentii Ferrarii, ordinis praedicatorum, nunc magistri in theologiam, et domini nostri papae Benedicti XIII confessoris.”

El Pedro Johan nombrado aquí como dador de este MS. era capitán de la guardia de Beneficto XIII. En 1408 edificó en este monasterio una capilla de Santa Ana y Santa María Magdalena, y de allí a tres años murió, y le enterraron en el claustro. De un nieto suyo que falleció en 1502 leí en el mismo la inscripción sepulcral siguiente: Hic jacet magnificus miles domnus Laurentius Johan, qui fuit (f. ivit) duabus visibus ad visitandam terram sanctam Ierusalem ad sanctum sepulcrum, ad montem Calvariae, et ad montem Sina (Sinaí). Notable es otra inscripción sepulcral, ya que hablamos de ellas, de una mujer enterrada en el mismo sitio. Está maltratada en una palabra; lo que queda dice así: Mariae, … *ux. (uxore) den Granulles. No he podido averiguar el apellido; pero sí que era mujer de Luis Vicente Granulles, y que fue enterrada en 1459. También tuve mucha complacencia en ver la losa que cubre el cuerpo del donado de esta casa Francisco Aranda, donde se puso este letrero: Hic jacet Franciscus Aranda, donatus. Obiit 1438. aetat. 92. Su lectura me renovó la memoria de los señalados servicios que hizo al estado este gran hombre, cuya prudencia, dice Zurita (l. XI. c. 24) y gran uso de negocios, juntamente con menosprecio de las cosas del siglo, eran de tanta estimación, que ninguna cosa grande se trató en aquellos tiempos... que fuese sin su deliberación y consejo. Así es que en los reinados de D. Juan, D. Martín, D. Fernando y D. Alfonso V reyes de Aragón, y particularmente en la declaración del sucesor de D. Martín, fue consultado, llamado y enviado como la persona de mayor reputación, y muy a propósito para acabar cosas arduas. Otras memorias, harto gloriosas, conserva esta antigua casa, así de aquel hijo suyo, como de otros muchos, de los cuales se sirvieron los papas y los reyes para negocios de importancia. De esto y de todo lo perteneciente a la historia pública y privada del monasterio he hallado aquí unos anales completos, escritos por el P. D. Juan Bautista Civera: ejemplo que debieran seguir todos los monasterios. Son estos escritos unos depósitos de la historia de las órdenes, la cual en muchos puntos está enlazada con la de las Iglesias y del estado. Por lo menos donde se halla comenzado este trabajo, no sería difícil su continuación a los que son testigos oculares de lo que debían escribir. Otro tanto digo de los necrologios y de las historias particulares de las prelacías; de todo lo cual se aprovechan con fruto los venideros. Tampoco sería nimiedad duplicar los ejemplares de estas obras, y depositarlas en parajes distintos, para evitar su pérdida en caso de algún incendio, robo o exportación inevitable, que de todo se ve con harta frecuencia. 

Volvamos al analista de Portaceli. Hablando del prior de esta casa el P. D. Pedro Ferrer, dice que en el año 1424 formó un catálogo de todos los libros MSS. que había en el monasterio, y que este índice existía allí en 1664, y que el número de códices llegaba a 699. En el día apenas quedarán unos doce de ellos; para mayor desgracia pereció también el catálogo, en que acaso pudiéramos hallar noticia de algunas obras desconocidas. Tampoco se halla el árbol genealógico original de que se valió el V. P. D. Bonifacio Ferrer para probar y determinar en Caspe el derecho que tenía a la corona de Aragón el infante de Castilla D. Fernando: documento que poseyó aquella casa hasta fines del siglo XVIII. Igual suerte tuvo parte del fragmento de la biblia lemosina del P. D. Bonifacio que publicaste entre los apéndices al tratado de la lección de la sagrada escritura en lenguas vulgares (que he editado); porque ya no existe sino la última hoja, donde está el epígrafe del impresor; y aun esta hubiera sin duda perecido, si el P. Civera, previendo lo que podía suceder, no hubiera tenido la cautela de pegarla en una hoja de su obra, que es la pág. 362 de la parte 2.: copiaré aquí otra vez el epígrafe con toda puntualidad.

“Gracies infinides sien fetes al omnipotent Deu, e senyor nostre Jesu Crist: e a la humil, e sacratissima Verge Maria mare sua. Acaba la biblia molt vera, e catolica: treta de una biblia del noble mossen Berenguer Vives de boil cavaller: la qual fon trelladada de aquella propria que fon arromansada en lo monestir de Portaceli de lengua latina en la nostra valenciana per lo molt reverend micer Bonifaci Ferrer, doctor en cascun dret, e en facultad de sacra theologia: e don de tota la Cartoxa: germa del benaventurat sanct Vicent Ferrer del orde de pricadors (predicadors): en la qual translacio foren, e altres singulars homens de sciencia. E ara derrerament aquesta stada diligentment corregida, vista e regoneguda per lo reverend mestre Jaume Borrell, mestre en sacra theologia del orde de pricadors, e inquisidor en regne de Valencia. Es stada empremptada en la ciutat de Valencia a despeses del magnifich en Philip Vizlant mercader de la vila de Jsne de alta Alamanya: per mestre Alfonso Fernandez de Cordoba del regne de Castella, et per mestre Lambert Palomar Alamany mestre en arts: començada en lo mes de Febrer del any mil quatrecents setanta set: e acabada en lo mes de Mars del any mil CCCCLXXVIII.” (1478)   

Por aquí se ve claramente que el verdadero autor de esta traducción lemosina (puta manía de llamar lemosín a la lengua valenciana en el siglo XIX) de la biblia es el V. P. D. Bonifacio Ferrer, a quien señala de suerte que no puede equivocársele con otro del mismo nombre y apellido, y que la trabajó en Portaceli. No me acabo de admirar cómo pudo Ximeno en su Biblioteca poner dudas en cosa tan clara; porque si no damos crédito a un testimonio tan decisivo como este, en que setenta años después de la muerte del P. D. Bonifacio se reconoce por suya esta obra la primera vez que se imprime, autorizándolo el inquisidor ordinario de este reino, no sé cómo pueda obligársenos a tener por propias de sus autores las obras que se imprimen con sus nombres. El testimonio de Cipriano de Valera, que dice haber asistido S. Vicente Ferrer a esta traslación, no basta para negar que sea de su hermano. Mucho menos vale el silencio de Calmet y Nicolás Antonio; los cuales si tuvieran noticia de este epígrafe, hubieran atribuido la versión a D. Bonifacio.

El maestro Jayme Borrell, que aquí se dice haber visto y corregido esta versión, era inquisidor del reino de Valencia por nombramiento del general de Santo Domingo Fr. Marcial Auribelli, y confirmación de la silla apostólica, según la costumbre de aquellos tiempos. Debió ser esto hacia los años 1460. Privóle de este cargo algunos años después el M. Fr. Miguel Morillo, provincial, nombrando en su lugar a un maestro Marques. Mas querellándose Borrell de su injusta deposición, logró que Sixto IV, por su breve de 21 de enero de 1479, mandase al general Fr. Leonardo de Mansuetis que le restituyese su empleo, como se hizo. Hállase este breve en el tomo 3. bull ord. praed. pág. 572. Así que, la corrección de la biblia que aquí se le atribuye, pudo efectuarla hacia los años 1470. Otra cosa quiero añadir, indicada por Rodríguez en la Biblia Valent. (Biblioteca Valentina); porque creen algunos que los padres de esta casa conservaban un ejemplar entero de esta biblia, el cual pereció por su culpa, y sólo se salvó este fragmento. Y cierto no fue así; el P. D. Civera en sus adiciones a los anales, cuenta el modo como pudo haber esa reliquia de aquel precioso trabajo, por estas palabras: “El año pasado de 1645 por el mes de octubre llegaron a mis manos cuatro hojas de papel de marca mayor, que me envió un clérigo de Valencia, diciendo las había hallado entre otros papeles viejos en el archivo de la seo, y eran las últimas de una biblia escrita en lengua valenciana, vertida de la latina por el dicho P. D. Bonifacio, y impresa en Valencia el año 1478. Espantéme mucho cuando tal vi, porque nadie de cuantos de él trataton, que fueron muchos, semejante cosa había dicho, por no haber llegado a su noticia... Y por ser esta cosa tan nueva, me ha parecido encajar la última hoja &c.” Donde se ve que el fragmento se salvó en el archivo de la catedral de Valencia. Tampoco debe extrañarse que hubiese perecido hasta la memoria de esta obra, si es verdad lo que dice Gesnero (Lelong. Biblioth. sacr. cap. IV. art. 3.) que todos los ejemplares de esta biblia fueron quemados. Acaso podrá sospecharse que sean de la misma versión dos biblias MSS. de que habla Lelong (ibid. art. 4.), y existían la una en la biblioteca del rey de Francia en 3. vol. fol. cod. 9831. = 9833, con el título Biblia catalana; y la otra en la Colbertina cod. 3821 en 4.° con el título: Biblia catalana historiis illustrata. Mas esto es adivinar; vamos a otra cosa.

Con la noticia pues que da Ximeno de hallarse en este archivo los opúsculos del P. D. Bonifacio de approbatione et confirmatione Carthusiae, y de Sanctis et miraculis in Carthusiam, buscándolos encontré un breve escrito inédito del mismo perteneciente a la historia de los ritos, con este título: Ordinatio facta per reverendissimum in Christo Patrem, dominum Bonifacium, priorem Carthusiae, de novitio induendo et introducendo in Cellam. Otro códice hay que contiene: Ordo ad visitandum aegrotum. = De apropinquante ad mortem. = Quid faciendum quando tardat mori. = De officio sepulturae: todo según el rito de la orden de la Cartuja. Atribúyese también al P. D. Bonifacio; mas no consta esto con tanta certidumbre como del primero. Incluyo copia de los dos (a: V. el Apénd. n. III. al fin), como también de la carta original de Gerónimo Zurita, que escribió al prior de esta casa D. Miguel de Vera (b: V. Apénd. n. IV) cuando regaló al monasterio un ejemplar de la biblia complutense, el cual se conserva; y al principio del tomo 1.° está pegada la carta. Guárdase allí también una biblia, que fue del uso de Benedicto XIII (Luna) dada al monasterio por mano del mismo D. Bonifacio. Item un misal con canto anotado por el mismo, escrito el año 1400 por el P. Palacia. Otras muchas obras MSS. hay compuestas por varios religiosos doctos de aquella casa desde el siglo XVI, cuya noticia vendrá bien al que trate de continuar nuestras bibliotecas. Son por la mayor parte espirituales, y comentarios de la escritura. Al fin de un vol. fol. miscel. MSS. con el título de D. Exarch y D. Zamora, se hallan varias cartas latinas del erudito Juan Andrés Strany. Una es dirigida Didaco de Mendoza (Diego), valent. proreg. Dat. Valentiae 1520. Otra de la misma fecha Spectatissimo viro Seraphino Centelles, comiti de Oliva. Otras sin fecha ni firma Almuniae, Angelo de Alapuz (Allepuz), Molinae y otros; téngolas todas por del dicho Strany, pues a él se hallan dirigidas las contestaciones de los mismos. Por ser de hombre tan sabio, y por no hacer mención de ellas Ximeno, las hubiera copiado todas, si trataran de materias históricas o de ciencias. En el mismo vol. p. 210 hay varias poesías escritas al parecer por recreo, mezcladas con versos latinos y textos de la escritura. Para desempalagar pondré aquí una muestra de ellas, que me parecen de buena mano.

El trabajo con amor 

Et continuo exercicio 

Fazen al hombre en su officio 

Ser maestro y sabidor.

Face al flaco soffridor 

De trabajos el provecho: 

Grand esfuerzo da el derecho, 

Y la culpa gran temor. 


Ca la vida no se escribe

Días ni anyos contando,

Mas porque vicios esquive

De las virtudes usando.

Otros llaman mal logrado

Al que muere en juventud,

Y yo al que sin virtud

Es á gran vejez llegado.

OTRO. 

Por mucha agua que trayga el azuda

En el alberca rota no puede durar. 

TERCETO. 

Los draperos circunciden, 

No las Varas con que miden, 

Mas las lenguas con que mienten

Más estimable que todo esto es un códice MS. en papel, a lo que parece a fines del siglo XV, y comprende todos los estatutos de los capítulos generales celebrados hasta ese tiempo en la orden de la Cartuja. He rogado a un religioso que me haga con una copia de él, porque es muy útil para la historia De ritibus monachorum. He hallado también un ejemplar latino de la bula de Calixto III, concediendo el jubileo a la iglesia  de Valencia, que empieza: Stella maris; cuya traducción lemosina había enviado por ser tan difícil hallarla en latín.

Nada más ocurre sobre el monasterio de Portaceli. En mi regreso a Valencia me acompañó un amigo, que noticioso de mis tareas me entretuvo muy a mi sabor hablando de las lápidas e inscripciones romanas que se conservan en esta ciudad, y de la curiosidad con que sus historiadores las han recogido é ilustrado, y de lo que aún queda por hacer en este ramo, digno ciertamente de la especulación de los doctos. 

Rodando como suele la conversación, y viniendo a tratar de las que por varias causas han perecido, me dijo.... Mas lo que él dijo, y lo que yo respondí, merece carta separada, que será la siguiente queriendo Dios. 

Valencia. 

miércoles, 8 de junio de 2022

Carta XXVIII, 28, real cartuja de Val de Cristo, fundación, San Martín, reliquias, pinturas, Antonio Bou

CARTA XXVIII.

Real Cartuxa de Val de Cristo junto a Segorbe: su fundación, iglesia antigua de San Martín, reliquias y pinturas: memorias del maestro Antonio Bou: descripción de una antigua carta hidrográfica plana: opúsculos del V. P. D. Bonifacio Ferrer. 

Mi querido hermano: Gran deseo muestras de saber si se halla en la Real Cartuxa de Val de Cristo el precioso tratado de Schismate Pisano que escribió el V. P. D. Bonifacio Ferrer, y publicó Martene, aunque con distinto epígrafe, copiándole, como él dice, del códice que en su tiempo existía en este monasterio (a). 

(a) Bonifacii Ferrerii quondam majois Carthusiae Prioris, tractatus pro defensione Benedicti XIII editus ex MS. codice Carthusiae Vallis Jesuchristi. Marten. Thes. nov. anecdot. t. II. col. 1435.

El testimonio de este y otros escritores, y el haber vivido tantos años, y muerto finalmente en esta casa D. Bonifacio, y el afecto con que estos religiosos miran las cosas de aquel célebre hermano y General suyo, digo que todo esto me hacía confiar que se hallase aquí ese opúsculo, y que tendría el gusto de cotejar con él el impreso. Mas de las diligencias que se practicaron, no se sacó otro fruto que convencerme del extravío de este códice. Al paso hallé algunas otras curiosidades de que voy a darte noticia. Este monasterio reconoce por fundadores al rey. D. Pedro IV de Aragón y a su hijo D. Martín. Existe la donación del primero, fecha en 1386 (b: Véase el apéndice n. II.), en que aprobando la determinación de su hijo, que entonces era señor de Segorbe, instituye, funda y dota el monasterio, el cual, dice, queremos que desde ahora se llame del Valle de Jesucristo, en memoria de aquel valle santísimo de Josafat, en que firmemente creemos que aparecerá Jesucristo sobre una nube blanca con grande acompañamiento de Ángeles y Santos en el día del juicio; para que en premio de las obras buenas que hicimos hasta aquí con la gracia de Dios, y haremos en adelante, seamos colocados con los Santos a la diestra. Completó el infante siendo ya rey esta fundación; aún se conservan las celditas que habitaron aquellos primeros monjes, y donde el fundador con su familia vivía retirado algunas temporadas. El claustro mayor es grande y bien construido; en su luna está según costumbre el cementerio de los religiosos; en él hay varias cruces que indican el sitio donde fueron sepultados algunos varones insignes: tiene entre ellas distinguido lugar la de la sepultura de dicho P. D. Bonifacio. Se conserva todavía en buen estado la primitiva iglesia con la advocación de San Martín, consagrada el año 1401 por el arzobispo de Tarragona D. Íñigo Valterra y los obispos D. Hugo de Lupia y Bages de Valencia y D. Francisco Regner de Segorbe; a cuya función se halló también el cardenal Pedro Serra, obispo de Catania, y creo que otros prelados. En el nicho principal del retablo mayor está ahora una imagen pequeña de María Santísima, que dicen ser la que se encontró en el santuario de la Cueva santa a principios del siglo XVI; de lo cual acaso me resolveré a hablar otro día. A los dos lados de la puerta principal hay dos arquillas sepulcrales de madera en lugar elevado: en la una se lee: Hic jacet nobilis vir Ludovicus Corneyl (Luis Cornel, Cornell): y en la otra: Nobilis miles Dalmatius de Cervelione. (Cervilione, Dalmacio de Cervelló)
De la iglesia nueva y sus pinturas habló Pons (Tom. IV Carta VII. n. 43.): en su sacristía examiné despacio todas las reliquias. Diré de las más insignes, que son las siguientes: una porción de cenizas de los Niños Inocentes: una piedra del pesebre de Belén: otra del lugar donde oró Jesús al Padre, y un trozo de la columna donde fue azotado: tierra rociada con la leche de María Santísima, y uno de sus cabellos: un cilicio de S: Luis Bertrán: once cabezas de las once mil Vírgenes: los cuerpos de S. Máximo, S. Cándido y S. Fortunato Mártires: hueso y parte de una costilla de S. Mauricio: un pedazo de túnica y cordón de S. Francisco de Asís: un pedazo de la vara de Aaron de tres dedos, otro de la de Moyses de cinco dedos (ambas colgando de un relicario de palmo y medio de alto, que fue del uso del rey D. Martín, y a lo que parece anterior al siglo XIV): tres trozos de las varas de los Jueces o Seniores de Israel, dos de dos palmos y medio, y uno de tres y medio (estas no tienen auténtica, pero se conservan en el armario por tradición): un lignum crucis, que sirvió de pectoral al rey D. Martín: el altar portátil de este príncipe, y en una de sus puertas entre otras reliquias un pedacito del vestido que puso Herodes a nuestro Salvador. 

Conservan en la misma sacristía un cáliz que dio a los monjes Benedicto XIII (Luna); tiene de elevación poco más de un palmo; el cráter, que es de figura cónica, tiene ocho dedos de diámetro, y seis de profundidad: la patena es de un palmo de diámetro, con una pequeña cavidad en medio, menos que la de Onteniente, de que hemos hablado. 

En la entrada del claustro, frente a la celda prioral, hay un pequeño oratorio con un altar precioso por sus pinturas, que son de Joanes: el cuerpo principal tiene pintado en el centro a S. Sebastián asaeteado, los colaterales son S. Vicente Ferrer y San Bruno: en el pedestal está nuestro Señor Jesucristo difunto en los brazos de su santísima Madre antes de ser sepultado: los colaterales son S. Roque y la Magdalena. Excede a estas pinturas la del remate del altar, composición digna de Rafael, en que Santa Ana y María Santísima sosteniendo al Niño Jesús en sus brazos, estan leyendo las palabras que él les señala con el dedo escritas en un libro, y son estas: quodcumque petieritis Patrem in nomine meo.... En la capilla del Santísimo Cristo, en el claustro nuevo, copié la siguiente inscripción, por pertenecer a la memoria de un literato del siglo XV, cuyo nombre es notable en la historia eclesiástica de Valencia, y cuyos huesos descansan en el claustro mayor de esta Cartuxa. Dice así: Celebrantes in hoc altari tenentur orare pro spectabili, ac prudentissimo viro magistro Antonio Bou, sacrae theologiae dignissimo professore, canonico Valentino, vicario etiam generali, nec non paenitentiario Domini PP. Calixti Tertii, et pro parentibus suis. Qui venerabilis vir praesentem dotavit capellam, sepultusque in cimiterio claustri obdormivit in Domino XXV die Novembris anno Domini MCCCCLXI, cujus anima requiescat in pace. Amen. Como es tan escasa la noticia que da Ximeno de este teólogo, he rogado al L. Ribelles que me comunique las ciertas que puedan ilustrar más su vida; y me escribe la carta que al fin insertaré a la letra. Entre las cosas notables de este monasterio, la más útil a la literatura nacional es una carta hidrográfica plana que se conserva en el archivo. Aunque no es dádiva del rey D. Martín, como aquí creen (que cierto no pudo serlo, habiendo fallecido este rey dos o tres años antes que se hiciese esta carta), es muy estimable por ser la primera que se conoce de este género en Europa. D. Juan Andrés en su obra Origen....de la literatura (Tom. VI. lib. III. cap. 2.) atribuye la invención de las cartas náuticas planas al infante D. Henrique de Portugal, y a los desvelos y pericia de una academia de náuticos que juntó en Sagres, pueblo entonces pequeño del Algarbe en el cabo de S. Vicente, donde había fijado su domicilio el año 1415. De suerte que debe contarse como posterior a esta época la invención de las cartas hidrográficas planas, en que se pintasen los grados de longitud paralelos entre sí, como hasta entonces se hubiesen pintado con la correspondiente oblicuidad hacia los polos; cosa que ocasionaba errores y desgracias a los navegantes. Pues esta que se halla en Val de Cristo es anterior a aquella época, como consta por la inscripción que tiene con letras de oro de carácter monacal, que descubre al mismo tiempo su autor. Dice así: 

MECIA DE VILA DESTES ME FECIT

…..

IN ANO MCCCCXIII. (Encima de la M y las C hay 5 circulitos) 

Acaso sería mallorquín el autor, y pudo llamarse Maciá, que es Matías; pero no puedo averiguar si el apellido es de algún lugar que se llame Destes (D'Estés). Como quiera, el pergamino es entero, de cinco palmos de largo y cuatro de ancho: comprende todo lo descubierto hasta aquel tiempo; es a saber, las costas de Europa y las de África hasta la Guinea, y los confines del Asia. Por el occidente las Canarias e Islas de Cabo Verde. Las costas de España están más demarcadas que las otras. Pinta también en su lugar algunas constelaciones celestes, y en cada reino el escudo de sus armas, y en los de África y Asia sus reyes, con una noticia histórica sucinta de su poderío, costumbres &c. Por ejemplo pinta al Preste Juan con mitra dorada, y bajo dice en lemosín lo siguiente. (a: En castellano dice así: “El Preste Juan por la gracia de Dios firme en la fe de Jesucristo, así por persuasión como por los muchos milagros obrados en aquella tierra por el Señor Santo Tomás Apóstol, cuyo sepulcro se venera aún en nuestros días. Tiene tanto poder este príncipe, que ninguno de acá pudiera hacerle guerra; defiéndenle también un desierto de salvajes y otras montañas que cierran su frontera, llenas de muchas y diversas fieras." Samuel Bochart (Phaleg lib. IV. cap. XXVI. § VI.) juzga que este fue nombre de un solo rey, que lo fue de los turcos y de los tártaros y de otros pueblos del Asia en el siglo XII llamado en lengua pérsica *** Padeshe Prestigiani, que quiere decir Rey Apostólico, y conocido comúnmente con el nombre de Unch-Chan III. Unch en la lengua siríaca es abreviatura de Iouhannan: Chan significa Rey o Emperador. Los historiadores siros (sirios) le llaman Iouhannan Malca, esto es, Juan Rey, los árabes Almalec Ioahanna. Como este rey en varios documentos latinos es llamado Presbyter Joannes (Vinc. Belovac. l. XXIX. cap. LXIX. Otho Frig. lib. VII. cap. III. Asseman. Bibl. Orient. t. III. p. II. pág. 490.) tomaron de aquí ocasión algunos para creer que este príncipe era juntamente sacerdote, y otros para asegurar que lo fueron antiguamente todos los reyes de los abisinos (abisinios). Mas como esta opinión se funda sólo en el nombre de aquel príncipe, conjetu ran otros que se llamó Presbyter para mostrar el aprecio que hacía de la religión cristiana que profesaba y de sus ministros, aunque era nestoriano: o que le llamaron así por adulación aquellos herejes. No hay necesidad de estos recursos, constando, como dice Golio (in Sever. Sulpic. Sacr. hist. lib. I. cap. LXXXVIII.), que en la lengua pérsica *** Praestar Chan significa mancipiorum rex, siendo más natural que se llamase rey de los esclavos de que abundaba su imperio, que sacerdote, cuyas funciones no consta que hubiese ejercido. La opinión de que se dio título de Preste Juan a todos los reyes de los abisinios, por ser sacerdotes, se funda en lo que dice el armenio Abuselah en su Crónica: Todos los reyes de Etiopía son sacerdotes, y celebran en altares la liturgia: y durante su reinado no dan la muerte a nadie por sí mismos: si alguno contraviene a esto, pierde el derecho de la liturgia, quedando derogadas las leyes que anteriormente hubiese establecido; a cuya relación añade gran peso el asenso de Renaudot en su Historia Patriarcharum Alexandrinorum p. 223, donde trata largamente esta materia con ocasión del título Rex *Yunami, dado a Elkera, Rey de Nubia, cristiano jacobita. Sobre cuyo pasaje, y lo que añadió más adelante pág. 338, merecen leerse las observaciones de Asseman en el lugar citado pág. 488 y sig.) 

“Peste Joan (a) per la gracia de Deu ferm en la fe de Jhs. Xt., e per instigasio, e per molts miragles aqui fets per mon senyer S. Tomas Apostol: al dia de vuy es honrada la sua sepultura; e sapiats que el a tan gran poder que negu deci no li poria tenir camp, sino que el enbargen desert de salvages que i es, e altres montanies que li son entorn de la sua frontera, en que stan moltes e divers bisties feres.” En la descripción de la Albania dice las siguientes palabras pertenecientes a la noticia de los perros albaneses (a). “En aquest desert ha axi grans cans, e forts de cors, e de cor, e axi forts com a toros; e fan batala ab los leones, els maten; e lo libre de Aleexandri diu quem li fo tarames (tramés) I. ca albanes (albanés), e fo mes en batala ab I. leo, e ab I. porch (b) sechalt, et ab un alefant (elefant), e en mens de tems ho... acytot vensut, e ay tan be se ven denit com de día.”

(a) “En este desierto hay perros tan grandes, tan membrudos, valientes y fuertes como toros, los cuales luchan con los leones y los matan: y el libro de Alexandro cuenta que le fue enviado a aquel príncipe un perro albanés, y luchó con un león y un jabalí y un elefante, y en breve tiempo los venció; y ven de noche tanto como de día.”

(b) En el antiguo lemosín se llamaba jabalí porc sechlat o senchlat (senglar), de singularis, como si dijera, solo o solitario, a diferencia de los cerdos domesticados o caseros, y de los que van en piaras. Los latinos llamaron al jabalí singularis a imitación de los griegos, que le llamaban *gr por la misma alusión; de donde nació haber entendido algunos del jabalí aquellas palabras del salmo LXXIX. v. 14: et singularis ferus depastus est eam, sobre lo cual merecen leerse las observaciones de Samuel Bochart en su Hierotoicon lib. III. cap. XXIX. Otros creen que sechlat, así como otras voces semejantes adoptadas en otros idiomas, viene de la teutónica zacken o zancken (curvos, uncinatus) por alusión a la figura de las navajas o colmillos del jabalí, de lo cual trata Wachter Gloss. Germ. v. Zinke. 

Tomó el autor esta noticia de Plinio (a: V. Plin. Hist. Natur. lib. VIII. ), Estrabón, Aristóteles y otros naturalistas antiguos. He copiado estas palabras para muestra de su crítica, y principalmente de su lenguaje; que en las innumerables descripciones de que abunda, siempre es lemosín. Más abajo de las islas de Cabo Verde pinta la embocadura de un río que llama del oro, al cual en los mapas modernos no puede corresponder otro que el llamado Gambia. Pudieron muy bien los antiguos llamarle del oro por las arenas de este metal que debía arrastrar su corriente de lo interior de la provincia, como se lee de otros ríos de América. Frente a la embocadura de dicho río pinta un barco con dos timones con la proa hacia África, y bajo de él estas palabras, que se leen con alguna dificultad... lo uxer de Iacym Farrer per anar al riu de lor al iorn de S. Lorens, qui es a X de agost, y fo lo any MCCCXLVI. 

Una o dos palabras del principio están enteramente borradas, mas debe ser ixque o parti (ixqué o partí); y así dirá en castellano: Partió el bajel de Jayme (pone Iacym o Iacme, Jacme, Iavmes?) Farrer para ir al río del oro el día de S. Lorenzo, que es a 10 de agosto; y fue el año 1346. No es tan considerable la noticia de la expedición de este catalán o mallorquín, como la sospecha de que el mismo sea aquel Jayme de Mallorca, de quien escribe el citado Andrés que era presidente y jefe de la academia que dije de los Algarbes en 1415, cuando ya muy entrado en edad pudo poseer perfectamente la náutica con la larga experiencia y los viajes que había emprendido sesenta y nueve años antes. Omito otras noticias de menor entidad que da de sí este precioso monumento, el cual debe ser reputado como el primero de su clase, que yo sepa, que nos conserva la antigüedad. Otra carta de estas hidrográficas planas me acuerdo haber visto en la biblioteca del monasterio de S. Miguel de los Reyes muy maltratada; cabalmente en un agujero que se le hizo al parecer para colgarla en la pared, estaba escrito el año en que se formó. Mas por la semejanza en el todo de ella con esta de la Cartuxa, conjeturo ser obra del mismo tiempo: aun las inscripciones, que casi todas son lemosinas, parecen de la misma mano: muestras del esmero de nuestros marinos en los siglos XIV y XV. Volvamos a las cosas del V. P. D. Bonifacio; he hallado aquí cuatro opúsculos suyos inéditos (a: V. Apéndice n. III). Debí al P. D. Judas Tadeo Otero la adjunta copia de ellos, que son los siguientes. 

1. Quare Cartusienses non comedant carnes.

2. De miraculis, et Sanctis in Cartusiam.

3. De approbatione, et confirmatione Cartusiae. 

4. De caeremoniis in Cartusiam.

He oído que algunos atribuyen los tres primeros tratados a J. Gerson, canciller de París, aludiendo sin duda a los que con el mismo título se hallan entre sus obras (Tom. 2. part. V. col. 711. sig. ed. Antuerp. 1706). Mas cotejados estos opúsculos con los de Gerson, hallo que el primero de los MS. es enteramente distinto del impreso, y sólo conviene en el título. El de Gerson es indubitablemente suyo, escrito en el año 1401, como se prueba en la gersoniana: con graves razones y autoridades vindica en él la abstinencia de carnes en la orden de los catuxos (cartujos). El dei P. D. Bonifacio prueba lo mismo por dos milagros, y llena escasamente una décima parte del primero. Así que estos escritores compusieron cada uno su tratado sin usurpar cosa del otro. 

No sucede así en los dos siguientes: porque se advierte grande uniformidad en el estilo y en los pensamientos, a pesar de la diferencia en la extensión de los tratados, en lo cual exceden en mucho los del P. D Bonifacio a los de Gerson. Por donde aparece que el uno de ellos se aprovechó del trabajo del otro. Y que esto hiciese Gerson extractando lo que trabajó D. Bonifacio, lo persuade el exordio del opúsculo 3.° de approbatione et confirmatione Cartusiae, donde dice el autor de este MS. que se hallaba ocupado en los negocios del próximo capítulo general; lo cual de ningún modo conviene al Canciller de París. En el mismo exordio dice que envía el tratado de Caeremoniis, que es el 4.°, el cual es sin disputa del P. D. Bonifacio: luego también lo es el 3.° Añádese a esto el parecer de Teophilo Raynaudo, el cual en el tratado que intituló Trinitas Patriarcharum, hablando de S. Bruno, a quien llama * (no se lee bien) sty*ta mystic*s, en el punt. XI núm. 17, después de referir los privilegios concedidos por los sumos pontífices a la orden de los cartujos, dice: Audisti quot pontifices cartusiense institutum exornaverunt, et privilegiis amplissimis communicaverunt. Quis crederet futuros qui effuvirent ordinem cartusianum non esse a sede apostolica approbatum ita ut opus fuerit Bonifacio Ferrerio, S. Vincenti germano (hermano), lucubratione quadam, Gersoni falso adscripta, iam insulsitatem depellere * Pues del opúsculo 2.° de sanctis et miraculis in Cartusiam, dice allí mismo (Punct. X. § 2. n. 2.) Extat de eodem argumento (cur infrequentia sint apud cartusianos miracula) opusculum Bonifacii Ferrerii, germani S. Vincentii, perperam adscriptum Gersoni, ejusque secundae parti insertam. Lo mismo aseguran de los opúsculos Sutor (de vita cartusianam, lib. 2. cap. 6.), Madariaga (vida de San Bruno part. 2. c. 24. §. I.), Tritemio, Possevino y otros. Y si a esto se añade que D. Bonifacio murió doce años antes que Gerson, y que ya desde el 1410 se retiró a su Cartuja de Portaceli en el reino de Valencia, y que en 1424 se hallaban estos opúsculos atribuidos a él, entre los MSS. de auqel monasterio, como consta por el índice que formó entonces el prior D. Pedro Ferrer; no queda duda de que son obra suya, sino que Gerson, como tan amante de la orden de los cartujos, debió ocupar algunos ratos en extractar estos opúsculos, y estos extractos hallados después entre sus papeles pasaron por obra suya original: y no hay más; ni yo diré más por ahora de este ilustre varón, esperando ocasión de volver a hablar de él, si verifico una excursión que estoy meditando a la real Cartuja de Portaceli.

A Dios. Segorbe &c.

Carta del P. Lr. Fr. Bartolomé Ribelles al P. Fr. Jayme Villanueva.

M. R. P. Voy a desempeñar el encargo que V. me hizo de buscar algunas noticias pertenecientes al maestro Antonio Bou, cuya inscripción sepulcral vimos en la Cartuja de Val de Cristo el día 7 de mayo del presente año. No menciona este recuerdo la patria del maestro Bou, ni Ximeno al año 1468 (en que le coloca por equivocación) hace mención de ella; aunque en el índice por patrias puesto al fin del tomo 2.° de su Biblioteca, le reconoce por natural de Sueca, o por decirlo como se debe, de Zueca o Zucha (a). Esto mismo asegura un escritor coetáneo, capellán del rey D. Alonso V, al f. 98 del diario que dejó escrito de su mano, y se conserva original en la bilioteca de este convento; cuyas palabras copiaré más adelante. Si como nos consta la patria de este grande hombre, supiéramos la edad de que murió, podríamos conjeturar con menos incertidumbre el lugar de sus estudios; pero sin embargo del silencio que observo en todas las memorias acerca de esto, me atreveré a decir que estudiaría en Valencia, o en el estudio general erigido a persuasión de S. Vicente Ferrer el año 1411, o en las escuelas particulares, o en las del cabildo, que había en esta ciudad antes de la erección del estudio general (b)... 

(a) El M. Fr. Francisco Diago en el tomo 1.° de Apuntaciones MSS. que se conserva original en la biblioteca de este conventol, al f. 222 dice: “Este pueblo no se llamaba antiguamente Zuecha, sino Zucha. Y así lo he visto en un auto de venta de unos campos del término de Ouxama a Jayme del Boorn (Born), vecino de Zucha, hecha por Guillén (Guillem) Marques (o Marqués), estando en Zucha IX. kal. Nov. an. 1296, y el auto he visto en el archivo de Zueca (Sueca). Y allí he visto otro del año 1324, en que aún se le daba el nombre de Zucha.”      

(b) Sobre este y otros puntos que se tocan en esta carta acerca de las escuelas antiguas de Valencia, véase el tomo 2 de este viaje, carta XV.

Condecorado con el grado de maestro obtuvo una cátedra de teología, según dice la inscripción; y si es cierto lo que añade Ximeno, que fue la de la catedral de Valencia, deberemos decir que la inscripción no guarda orden cronológico en sus títulos y ascensos. No me atreviera a producirme con expresiones de tanta confianza, si no hallara en uno de los muchos fragmentos que poseo del erudito P. Fr. Josef Texidor, que el maestro Bou tomó posesión del canonicato de la seo de Valencia en 12 de junio del 1430. Constándonos pues por otra parte, que desde el año 1345 en que fue instituida esta cátedra en la seo de Valencia, hasta el de 1443, la regentaron solamente religiosos de nuestra sagrada orden, y que en este último año se hizo la constitución de que en adelante fuesen seculares los eclesiásticos que la obtuviesen; creo que podré asegurar que el maestro Bou fue canónigo de Valencia antes que profesor de teología en su catedral. No he podido hasta ahora averiguar quien fuese el primer catedrático secular que obtuvo esta lección de la seo de Valencia; pero el singular mérito del canónigo Bou, y la grande reputación que adquirió por aquellos tiempos, me inducen a sospechar, que quizá sería el primero que se coronaría con esta gloria.

El capellán del rey D. Alonso V no nos le presenta como canónigo hasta el año 1457 en que habla de él por primera vez. Supone en primer lugar, y refiere el recibo de una carta, que Calixto III escribió el año 1456 al cabildo eclesiástico de Valencia, participándole que la mayor parte de la cristiandad le había enviado embajadores y regalos, y que Valencia, que había sido el principio de su bien, no se había cuidado de ello; por cuya razón les suplicaba, que por parte del cabildo y clero le enviasen un embajador, para que él pudiese hacer a favor de la seo de Valencia aquello que deseaba. En vista de esta carta el año 1457 fue electo por el cabildo y clero de Valencia el reverendo maestro Antonio Bou, canónigo y vicario de S. Pedro, para que fuese con la embajada a Calixto III de parte del cabildo y clero de Valencia. “En lany de 1457 (dice el Diario MS. fol. 98.) per los honorables canonges, e capitol de la seu, e per tot lo clero fonch helet (elet) lo reverent mestre Anthoni Bou, natural del loch de Zuequa, et canonge de la dita seu, e vicari de Sent Pere per missatger al dit Sant Pare papa Calixti.” 

Partió de esta ciudad domingo a 27 de Octubre de 1457, para embarcarse en Denia, llevando en regalo para su santidad un jarro y un par de vinajeras de cristal, guarnecido todo de oro, cuyo valor pasaba de mil florines. Desempeñó felizmente su embajada; y el día 17 de abril del año 1458 llegó a Valencia cargado de gracias y reliquias, que Calixto III enviaba de regalo a su esposa la catedral de Valencia. Salió a recibirle la gente más distinguida de la ciudad, y antes de entrar en esta, se presentó en el palacio del real a la reina Doña María; y después pasó a visitar a las hermanas y sobrinas de Calixto III, que habitaban en el palacio episcopal. No quiso nuestro embajador fiar a otro la publicación de las gracias y reliquias que traía de Roma: él por sí mismo quiso enterar de ellas a los valencianos, pronunciando un discurso en la catedral el día 30 de abril del mismo año, y explicando en primer lugar la indulgencia plenaria o jubileo, que había concedido su santidad a la virgen María de la seo de Valencia para aquel año, y para todos los demás en que la fiesta de la Asunción se celebrase en sábado, desde las primeras vísperas de esta hasta las segundas vísperas de la festividad de S. Luis obispo, con tal que diesen de limosna cada uno de los que le quisiesen ganar diez sueldos de moneda corriente para la fábrica de la seo. Todo esto es del citado diario. Parece que el cabildo no fue el primero que pidió a su santidad esta gracia; pues los jurados de Valencia en 14 de mayo de 1455 habían escrito ya a Manuel Suau, su embajador en Roma, para que la solicitase (a: V. tom. *21 carta XVII ) 

A más (además) de la bula del jubileo trajo también de Roma el canónigo Bou un precioso regalo de reliquias, del cual habla el capellán del rey D. Alonso V en su diario MS. Pero por cuanto el P. M. Fr. Francisco Diago en el tomo 2. MS. de sus apuntaciones habla con más extensión, produciré aquí sus palabras, que son las siguientes. “El papa Calixto III en 8 de los idus de Marzo del año de la Encarnación de 1457 envía desde Roma a la seo de Valencia treinta y nueve reliquias muy principales (dejando aparte un relicario con muchas otras), y entre ellas de la columna (coluna) en que Cristo fue azotado; de la mirra que le ofrecieron los Magos; de su pesebre; del velo de nuestra Señora; de S. Pablo, S. Andrés, S. Esteban, S. Lorenzo, S. Calixto P. y M., flecha de S. Sebastián, S. Cipriano, S. Dionisio Areopagita, Santa Marta, Santa Bárbara, Santa Catalina mártir, S. Cosme y Damián, Abdón y Senén, y de Santo Tomás Cantuariense. Y la atendencia que pone es: Sanè recesentes, quòd ecclesia Valentina, nostra dudum sponsa charissima, nunc verp filia praedilecta, inter caeteras partium illarum cathedrales ecclesias in non modicam veneratione habetur, ac insignis, ac famosa reputatur: quòdque ex illam non mediocres recepimus honores; et propterea illam in nostrae mentis visceribus amplectentes, ac eam nostram solitam liberalitate sacris donativis decorare volentes ad laudem, gloriam et honorem Dei, et gloriosae Virginis Mariae, sub cujus titulo ipsa dedicata existit, ac majorem sanctorum, ac sanctarum, necnon fidelium eorundem ad dictam ecclesiam devotionem augendam, infrascriptas reliquias de hac *almam urbe ad eamdem ecclesiam decernimus destinandas.”

El docto Juan Bautista Ballester, arcediano de Murviedro, en su Catálogo de las vidas de todos los obispos y arzobispos de Valencia, pág. 558, asegura que el maestro Antonio Bou, canónigo de Valencia, tomó posesión de la mitra por el cardenal D. Rodrigo de Borja, sobrino de Calixto III, en quien este la había proveído. Pero me inclino más a lo que escribe el P. Texidor, pág. 324 de su episcopologio de Valencia MS., a saber: “Que el cardenal D. Rodrigo de Borja, en 1.° de julio del año 1458, otorgó su poder a Juan Llansol, canónigo y vicario capitular de la iglesia de esta ciudad, quien tomó la posesión con escritura ante Juan Esteve, escribano del cabildo, en 21 de dicho mes de julio.”

Sigue la inscripción acordándonos que el canónigo Bou fue vicario general o provisor, con cuyo título no le hallo condecorado en ninguna de las muchas memorias históricas que disfruto. Tengo por cierto que no lo fue, siendo obispo de Valencia el cardenal D. Rodrigo de Borja, pues habiendo tomado este posesión de la mitra el día 21 de julio de 1458, en 21 de octubre del mismo año era su provisor D. Guillén Caldes, doctor en ambos derechos, y como tal hizo la declaración de la bula del jubileo (a). (a: Esta declaración y otros documentos pertenecientes a la bula y al jubileo se hallarán en el tomo 11. pág. 230. sig.)

Sólo pues pudo ser vicario general del papa Calixto III, obispo al mismo tiempo de Valencia. Así parece manifestarlo el contexto de la inscripción, que dice: Vicario etiam generali, necnon paenitenciario domini nostri papae Calixti tertii. Cuyas palabras parecen hacer este sentido: el maestro Antonio Bou fue vicario general, y también penitenciario de nuestro señor el papa Calixto III. Siendo esto así, falta todavía señalar la época de su vicariato general: en cuya decisión, advirtiendo por una parte un sumo silencio en las memorias antiguas, y considerando por otra que no era regular que el cabildo y clero de Valencia enviasen por embajador a Calixto III al vicario general que él tuviese puesto a la frente de los asuntos eclesiásticos de esta diócesis, me inclino a creer que su santidad le nombraría provisor cuando le trató en Roma con motivo de su embajada, y que regentaría dicho oficio desde su entrada en Valencia hasta la vacante, que luego se verificó. Obtuvo también el canónico Bou la dignidad de penitenciario del papa Calixto III, según nos lo asegura la inscripción, la cual es la única memoria que nos conserva este título. Puede entenderse por él que su santidad le nombró penitenciario suyo, o bien para toda la cristiandad, o bien para que lo fuese determinadamente en Valencia, dándole las facultades necesarias para absolver de los casos reservados a su santidad. El diario del capellán del rey D. Alonso V, aunque no le describe condecorado con estos dos últimos oficios, le atribuye otro que no se halla en la inscripción, llamándole vicario de S. Pedro en las palabras que copié arriba; añadiendo que ejercía este oficio cuando el cabildo y el clero de Valencia le eligieron para ir con la embajada a Calixto III. Esta noticia nos descubre que esta parroquia mayor de Valencia tuvo en algún tiempo por vicarios a los canónigos de la catedral. Se encarga estrechamente en la inscripción a los sacerdotes que celebren en aquella capilla, que tengan presente en sus oraciones y sacrificios a este insigne bienhechor, que la dotó, y a sus difuntos padres. He dado una ojeada a todos mis papeles por ver si podría dar alguna razón de quienes fueron estos; pero nada he podido rastrear; y sólo podré decir que los del apellido de Bou obtuvieron los primeros puestos, y regentaron los más honrosos oficios en esta ciudad y reino por los tiempos en que floreció nuestro insigne canónigo. Diré algo de ello en particular. 

En las cortes que el rey D. Alonso V celebró en Valencia por septiembre de 1419, se halló presente entre los nobles Grao o Gueraldo Bou (Gerau) (Diago Apuntaciones MSS. tomo I. fol. 200.)

Convocando la reina Doña María para las cortes de Trayguera (Traiguera), que debían celebrarse en 18 de abril de 1421, escribió a todos los nobles de esta ciudad y reino, y entre otros a Geraldo Bou, con fecha de Tortosa a 18 de marzo del mismo año (Diago ibid. fol. 202.)

Pedro Bou, ciudadano de Valencia, era uno de los diputados del reino el año 1424, y como tal prestó con los demás al rey D. Alonso V diez mil florines, obligánsoles el rey las rentas de la Baronía de Corbera. Concluyóse esto en el real de Valencia en 11 de abril de 1424 (Diago ibid. fol. 59.).

En el convite que el rey D. Alonso V hizo en el real de Valencia al infante de Portugal, hurtó no sé quién una copa de plata; y el rey mandó hacer diligencias para hallar al ladrón y castigarlo. Y aun desde Zaragoza, en 8 de marzo del año siguiente 1429, escribió a Pedro Bou, lugarteniente de gobernador del reino de Valencia sobre lo mismo  (Diago ibid. fol. 211.).

El capellán del rey D. Alonso V al fol. 112 de su diario MS. dice de Pedro Bou lo siguiente: “Diumenge a 18 del dit mes de Febrer (de 1459) la noble ciutat de Valentia feu molt grans, e belles juntes, e foren 5. taulages, ço es Pere Bou per los ciutadans... Los tres portaven paraments de seda morats, e los dos de seda blava ab senyals reals, e corones ab grans divises; ço es Pere Bou portava en la cimera lo Deu d'amor ab huna fletxa e sageta &c.” “En lo dit any (1461) Valencia feu misatger al senyor rey que era a Zaragoza: e foren misatges Don Luys Cruelles (Cruilles, Cruylles), e en Guillem Masquo (Mascó), jurats de Valencia, Micer Jaume Garcia, Micer Pere Amalrich, advocats de la ciutat, e en Franchs Zaera (Çaera), racional de Valencia, e en Pere Bou &c.” (Diario fol. 133. col. 4.)

La familia de Bou había también dado ya por aquellos tiempos nombre a una calle de Valencia, que hasta nuestros tiempos se llama de en Bou (d'Embou), como se ve en el pregón que se hizo en Valencia para publicar la procesión de acción de gracias por la exaltación al pontificado de Calixto III, para cuya carrera se señala entre otras lo carrer de en Bou. Esto por lo que respeta (respecta) a su familia; por lo tocante a su muerte “otorgó (dice el P. Texidor) su testamento el maestro Bou ante Juan Esteve, notario y secretario del cabildo, en 14 de mayo de 1461; y habiendo muerto en 25 de noviembre de dicho año, fue llevado su cadáver a darle sepultura al monasterio de Val de Cristo como él lo había mandado.” Concuerda esto con la inscripción, que solamente nos refiere el día y año de su muerte y el lugar de su entierro, sin mencionar los motivos de haber sido allí enterrado. Según esto, pues, moriría en Valencia el maestro Bou; y sería llevado su cadáver a la Cartuja de Val de Cristo, cumplendo los albaceas su disposición testamentaria, en la que se incluiría también la dotación de la capilla del crucifijo, de que habla la inscripción, no menos que la manda de hacer de nuevo el rejado y el retablo de la capilla de S. Pedro de la catedral, que refiere el Diario por estas palabras: “Dijous 9 de Agost (any 1470) vigilia de Sant Lorens fonch mes lo rexat de ferre en la capella de Sant Pere de la seu, e lo retaule pera la dita capella; lo qual retaule, e rexat fonch pagat dels bens de mestre Anthoni Bou, canonge de la dita seu, e vicari de Sant Pere. Era natural de Zuequa.”

Era regular que este insigne valenciano escribiese algunos comentarios del maestro de las sentencias para dictarlos desde la cátedra que obtuvo en la seo de Valencia; pero es de creer también que perecieron, cuando no los produce Ximeno, que supone existentes en la biblioteca de la catedral de Valencia dos tomos de sermones suyos MSS. Estas son las noticias que he podido recoger para ilustrar la memoria del maestro Antonio Bou...

Dios guarde a V. muchos años. Valencia 11 de junio de 1803. = Fr. Bartolomé Ribelles, cronista de la ciudad y reyno de Valencia.

lunes, 6 de junio de 2022

Tomo 4, CARTA XXVII. cárcel, San Vicente mártir,

CARTA XXVII. 

Cárcel de S. Vicente mártir en Segorbe. Carta del Obispo D. Juan Bautista Pérez al Prior de los padres dominicos de Castres en Francia, sobre el paradero de las reliquias de este Santo: iglesia antigua y hospital de S. Vicente en Valencia: cárceles y lugares de su martirio: pontifical antiguo que se conserva en esta iglesia de Segorbe. 

Mi querido hermano: Hay en esta ciudad en una casa de la calle que llaman del Mercado, un oratorio donde se cree haber estado como en depósito S. Vicente mártir cuando le conducían desde Zaragoza a Valencia. Ciertamente si se considera la situación de Segorbe en el camino recto de una a otra capital, parece esta tradición harto verosímil. Mas no lo es tanto, si atendemos a lo distante de esta época, habiendo mediado cuatro siglos de dominación mahometana, y también a que esta casa está fuera de los muros antiguos de la ciudad, donde aun cuando estuviera edificada, no es regular que depositaran, aun de tránsito, a un preso de tanta consideración; quiero decir, a un confesor de la fe, que con tanto esfuerzo se opuso a la impiedad de los edictos imperiales. He procurado también reconocer la pared y los agujeros donde dicen haber estado las argollas y las cadenas, y hallo que es tapia de poca consistencia. No es mi ánimo despojar a esta ciudad de la gloria de haber sido ennoblecida con la presencia de tan ilustre Mártir. Por lo mismo quisiera haber hallado alguna noticia de esto entre las exquisitas apuntaciones del señor Pérez; mas no la hay en medio de la gran diligencia que puso aquel docto prelado en apurar las actas de su martirio, y señaladamente el paradero de sus santas reliquias. Copiaré aquí una carta suya dirigida al prior del convento de mi orden de Castres, diócesis de Albi, en que le pide copia de la relación que escribió el monje Ammonio (a: Este opúsculo de Aimonio le publicamos en el Apénd. n. I. de un cod. de la santa iglesia de Barcelona.) sobre la traslación del cuerpo del Santo a aquella casa; cuya sentencia prefiere a la del Cabo de S. Vicente y Lisboa. La carta está en uno de sus volúmenes, que son actas de los santos españoles, y dice así: Admodum Rdo. Domino Priori monasterii ordinis Praedicatorum oppidi Castri in dioecesi Albiensi, ubi Sancti Vincentii martyris corpus requiescit: Joannes Baptista Perez, Episcopus Segobricen. salutem. 

“Noli mirari, pater religiosissime, quod ignotus tibi homo, et tantis terrarum spatiis disjunctus, beneficium a te petere ausim; charitas enim Christi absentes etiam copulat, et in ejus obsequium quoquo versus facilem sternit viam. De tuam vero benignitate, et pietate dubitare non possum, quin cum tantae religioni, et ecclesiae beati Vincentii praepositus sis, ejus quoque martyris gloriam ubique vigere, et quam latissimè patere cupias. Patria mihi est Valentia, urbs Hispaniae citerioris clarissima, in qua olim Divus Vincentius levita hispanus tempore Diocletiani imperatoris sub Datiano praeside nobile subiit martyrium. Nunc autem, Deo sic volente, praepositus sum ecclesiae Segobricensi, quae unius diei itinere ab eadem urbe Valentiam abest. Itaque cum ecclesiasticae historiae cognoscendae causam martyrum Hispanorum res gestas studiosè legerim, fateor, vel amore patriae, vel meam erga D. Vincentium reverentiam ductus, libentissimè legi quaecumque de hoc clarissimo martyre litteris mandata reperi. Sed de ejus corporis translatione dubiam apud nostrates quaestionem esse animadverti, nec satis hactenus explicatam. Nam omnes quidem fatentur eo tempore, quo Hispania penè tota a sarracenis fuit occupata, delatum fuisse a christianis corpus S. Vincentii ex urbe Valentiam in alias terras; sed de loci tamen nomine litigant. Quidam enim tradunt sacrum corpus nostri Vincentii anno Christi octingentesimo quinquagesimo quinto ab Audaldo monacho, et altero ejus socio translatum, in monasterium nomine Castrum, tunc ordinis Benedictini, dioecesis Albiensis. Quam narrationem summatim continet Aimoinus antiquus gallorum historicus libro 5. cap. 20., et breviaria item Valentina praedicant. Quin et ego ipse ante triginta annos incidi in libellum veteris impressionis Ammonii monachi de hujusmodi translatione, cujus exemplum, vel impressum, vel manuscriptum non dubito apud vos esse, cum hujus sancti corpus tunc ad vos delatum habeatis. Sigebertus autem historicus anno 970 ait: corpus Sancti Vincentii levitae martyris, quod olim a duobus monachis ex Hispaniam in urbem Italiae Capuam (Capua) perlatum fuerat, et ex Capuam Cordunum, tandem a Corduno translatum in urbem *Metense operam Theodorici Metensis episcopi, hoc ipso anno 970; nisi forte alius, Vincentius martyr hispanus hic sit, nam *constat ejusdem nominis plures fuisse. *Aliam vero ex nostratibus, in primis autem *lusitani, contendunt nostri Vincentii corpus anno fere 760 ex urbe Valentiam relatum in  promontorium Hispaniae sacrum, quod vergit ad occidentem, et ibi anno 1173 ab Alphonso rege Lusitaniae repertum, translatum esse in urbem Olisiponem, ubi dicunt hodie religiosè coli. Id probant non modò ex suis historiis, sed testimonio etiam, antiqui historici Rasis sarraceni. Quin etiam Robertus Abbas montis, qui ante quingentos annos scripsit, in additionibus ad Sigebertum, anno 1184, cum utramque opinionem, et Ammonii, et lusitanorum retulisset, neutram ausus est definire. Auget verò magis hujusmodi dubitationem quod apud Laurentium Surium legitur in vitam Sancti Domnoli episcopi Cenomanensis, qui vixit circa annum 570 (interfuit enim secundae synodo Turonensi) caput Sancti Vincentii martyris ab eodem Domnolo positum fuisse in ecclesiam urbis Cenomanensis, quae nunc vulgo Lemain dicitur, quod de nostro Vincentio dictum intelligit Caesar Baronius in martyrologio; et praeterea quod Caesaraugustae in Hispaniam ejusdem Sancti Vincentii bracchium religiosè ostendunt. 

Ego quidem multis causis, quas commemorare longum esset, adducor ut credam corpus nostri martyris Valentini apud vos potius esse. Id ut apud nostrates confirmare possim, te, pater religiosissime, obsecro, ut si forte eum libellum Ammonii, vel historiolam translationis beati Vincentii apud vos habetis, quae vix erit trium foliorum, non ex breviariis, sed ex lectionariis longioribus fideliter describi, et ad me mitti vestra paternitas curet. Faciet in eo non mihi modò, sed ipsi sancto martyri rem, ut spero, gratissimam. Nam in ejus gloriam libellum ipsum, ne iterum pereat, typis mandari cupio. Poterit autem suam ad me epistolam dirigere in Hispaniam in urbes vobis proximas, vel Barcinonem, vel Urgellum ad reverendissimos dominos episcopos Barcinonensem, vel Urgellensem; vel si maluerit, in curiam Philippi Hispaniarum regis catholici ad Petrum Franquesa, regium secretarium; inde enim ad me certò perferetur. Deus optimus maximus paternitatem vestram diu servet sibi incolumem. Segobricae die 20 Januarii 1594.”

Hasta aquí el señor Pérez, cuya carta es regular que despierte en ti el deseo que mostrabas otro tiempo de saber lo que pertenece a la iglesia antigua de S. Vicente mártir de Valencia, su renovación y destino en los tiempos de la conquista; item a las cárceles que santificó en aquella ciudad. Mis ocupaciones no me han permitido hasta ahora satisfacer tus deseos: ni aun hoy lo pudiera sin distraerme mucho de lo principal, a no tener a mano copia de lo que sobre estos artículos dejó escrito el P. Fr. Josef Texidor en sus Observaciones sobre las antigüedades de Valencia (Lib. IV y V). 

Su trabajo aliviará el mío en esta parte, contentándome con hacer un extracto de su larga narración. Dice pues este escritor que la iglesia a que fue trasladado el cuerpo de S. Vicente mártir desde el lugar donde le había depositado la piadosa mujer llamada Jónica, fue construida extramuros de la ciudad de Valencia. Así consta expresamente de las actas de su martirio (a), que publicaron Bolando, Ruinart y el Maestro Flórez (Tomo VIII de la España sagrada pág. 231.) 

(a) Cessante perfidorum crudelitate, ac fidelium crescente devotione, beatissimus martyr ad sepulturae honorificentiam inde levatus, dignam cum reverentiam deportatur, et sub sacro altari extramuros ejusdem civitatis Valentiae ad quietem reponitur. (Act. mart. S. Vincentii in fine.) De esta iglesia debe entenderse lo que dice A. Prudencio en el himno V. (Passio S. Vinc. M.) Sed mox, subactis hostibus, Jam pace justis redditam, Altar quietem debitam Praestat beatis ossibus. Y el Corratense (Vit. et Pass. B. Vinc.) Cessante autem persequutione, ad basilicam est translatum, et ibi honorificè est sepultum. 

Contra este testimonio tan decisivo nada vale el dicho del Doctor Agustín Sales, que en su Historia del santo sepulcro afirma que aquel santo cuerpo fue depositado en la iglesia de este nombre dentro de la ciudad. Prudencio y Adón Vienense, sobre que apoya Sales su dicho, nada dicen que le favorezca; sólo refieren sencillamente que el cuerpo fue depositado en una basílica. Adón señala el tiempo de su construcción, que fue cessante perfidorum crudelitate, et fidelium crescente devotione, lo cual se debió a Constantino Magno en el siglo IV. Es regular que esta antiquísima iglesia experimentase la misma suerte que las demás de España en la terrible persecución de Abderramen (Abderramán) en el siglo VIII. Los cristianos salvaron de su furor las reliquias de nuestro santo, conduciéndolas al promontorio o cabo de S. Vicente, como escribe Flórez. En Valencia prevaleció por algun tiempo la opinión de que fueron llevadas a Castres, pueblo de Francia, en la diócesis de Albi. A lo menos en el archivo de esta ciudad (Tomo V de Cartas) se conserva la que escribieron los Jurados a Clemente VII, fecha a 14 de Mayo de 1394, pidiendo alguna reliquia de este insigne mártir, cujus corpus venerandum, dicen, a praefatam urbe olim subtractum, nunc apud monasterium Fratrum Praedicatorum civitatis Castren. de Albages, Tolosanae provinciae (Toulouse), requiescit.

Debieron reedificar luego los cristianos la iglesia destruida; puesto que en el año 1172, cuando el rey D. Alfonso II de Aragón entró con su ejército por el reino de Valencia, una de las condiciones que asentó con el rey moro Mahomat Aben Lop, fue que quedase por el conquistador dicha iglesia con todos sus diezmos y derechos, el cual luego hizo donación de ella a Dodón, abad del monasterio de S. Juan de la Peña, como puede verse en la historia de Briz lib. I. cap. 57. Continuó este monasterio en la posesión de dicha iglesia hasta el año 1232, en que el rey D. Jayme I hallándose en Monzón la dio al abad Don Arnaldo y a su monasterio de S. Victorián, como consta de la real carta, fecha a 19 de Marzo de aquel año, la cual existe copiada en un libro en pergamino del archivo del priorato y casa de S. Vicente de la Roqueta. Durante el sitio de Valencia celebró en esta iglesia la primera misa el obispo de Segorbe D. Ximeno, como ya insinué en las cartas anteriores (Carta XIX. t. III. pág. 44.).

Conquistada la ciudad, reedificó el dicho rey la iglesia y monasterio en el mismo sitio que la antigua, y en frente de ella construyó un hospital, al cual dotó con el castillo y villa de Quart, y con la alquería llamada Ladera, cerca de Valencia, y con el diezmo de toda la renta real de la sal y pescado de la albufera, queriendo que el hospital cobrase estos diezmos antes que el rey y cualquier otra persona; de cuya gracia se dio posesión a Fr. Bernardo, prior de S. Vicente, por el abad y monasterio de S. Victorián. Dotóle además con 600 marcos de plata anuales, y más adelante le dio la villa de Castellón de la Plana y el Señorío del castillo de Montornés, con la obligación de que el prior gastase en servicio de su hospital 6500 sueldos cada un año. 

La distancia de esta casa de la de San Victorián pudo ocasionar alguna relajación en los monjes, y acaso por esta causa, u otras que ignoramos, se vio precisado el mismo rey a procurar la reforma de su establecimiento, haciendo donación de todo a la orden de nuestra Señora de la Merced. La escritura, fecha en Zaragoza a 30 de Septiembre de 1255, existe en el convento de Santo Domingo de Valencia, y de ella es la copia que publicó el Maestro Ribera en su Centuria I. p. 172. Reclamando este hecho el despojado monasterio de S. Victorián, volvió a recobrar la posesión de dicha casa por sentencia dada en 1259. Más adelante vino a ser del monasterio de Poblet en esta manera. Había mandado el rey D. Jayme I que a este monasterio se diese la villa de Piera en recompensa de otros cinco lugares que de él había recibido. Cumplió su voluntad el rey Don Alonso III, con la condición de recobrar esta villa, si pareciese oportuno, dándole en cambio otros lugares. Verificóse esto hacia los años 1286, cediendo a Poblet en recompensa de Piera la casa y priorato de S. Vicente. La resistencia que sobre esto hicieron los de S. Victorián, paró al cabo en la concordia que trae Briz (ibid.), donde se podrán ver las indemnizaciones que se dieron a S. Victorián. Desde esta época, que fue el año 1289, quedó la iglesia y casa de S. Vicente por el monasterio de Poblet. En el día ya no se ejercita en ella la hospitalidad desde que se agregaron al hospital general las rentas de los particulares; y así desde el año 1512 hasta nuestros días paga la casa de S. Vicente de la Roqueta al hospital general cincuenta libras cada año, aunque reducidas al tres por ciento, en memoria y prueba evidente de la obligación que en esta parte tenían los poseedores de aquella casa.

Esto por lo tocante a la iglesia antigua de S. Vicente mártir. En cuanto a los lugares que santificó con su martirio este célebre confesor de la fe, el más insigne en aquella ciudad es el actual convento de religiosas de santa Tecla, o porque allí estuvo el palacio del presidente Daciano, como escribió Jordán (Hist. de la prov. de Aragón de la orden de S. Agustín, tom. 2. pág. 292.), o por haber sido el tribunal de justicia, como creen otros. Lo cierto es que pocos años ha se conservaba entera la escalera por donde subieron los dos compañeros S. Valero y S. Vicente a oír la sentencia del tirano, y la sala también donde se pronunció. Pero siendo intendente de aquella ciudad el caballero Pineda, habiéndose hecho en el convento la nueva fábrica en la parte que cae a la calle de Ribelles, se mudó a esta el torno que estaba en el lienzo opuesto, y para aprovechar su terreno se derribó la escalera, de la cual sólo quedan ocho escalones, los cuales adornan las religiosas con flores y luces el día del santo Mártir. Consérvase también dentro de la iglesia el calabozo en que Daciano le mandó encerrar en el centro de una torre, del cual habla la tercera antífona de laudes del breviario de la iglesia de Valencia, impreso en 1533: hinc horrendo carceris clausus ergastulo Dei athleta, Angelorum venerando fovebatur obsequio, et mulcebatur alloquio, todo conforme a lo que consta de las actas y del himno de Prudencio. Hay en él una estatua de mármol que representa al Santo sentado y con cadena al cuello, la cual con todos los demás adornos costeó el arzobispo D. Fr. Isidoro Aliaga. En esta iglesia hace estación la procesión general, que ya estaba en uso en el siglo XIV, como consta del Manual de Consejos de dicha ciudad del año 1343 señalado con el número 4. fol. 284. Otra cárcel del Santo se conserva junto a la catedral en ia casa que llaman del chantre o capiscol, y fue la primera en que le depositaron, como dijo S. Vicente Ferrer en el sermón de este mártir, y se lee en las lecciones de su oficio, que imprimió en Valencia Juan Alberto en 1589. Esta cárcel se halla en el día debajo del pavimento; llámanla el horno por su figura, que en todo representa un horno de los del día. En tiempo del Santo estuvo al piso de la calle y casa, como lo indica la columna de piedra que está delante de la boca del horno, y arranca del pavimento más bajo. En las inmediaciones se han hallado también cocinas y otros departamentos subterráneos que comprueban lo mismo. En la plaza que llamaban de la higuera, que ahora es el sitio del convento de santa Tecla, padeció S. Vicente todos sus martirios. Beuter, Escolano y otros suponen que el Santo fue arrastrado por la calle que ahora dicen de campaneros a la casa del chantre, y que en memoria de esto el rey D. Jayme I, conquistada la ciudad, mandó enlosar con losas azules todo este tránsito, y el vulgo añade que estas mismas losas sirvieron después para pavimento de la catedral. La verdad es que el piso de esta iglesia es obra del arquitecto Pedro Compte, hecha en el año 1486. Lo demás es incierto y sin fundamento, Baste de noticias pertenecientes a S. Vicente mártir. 

Y pues me queda tiempo, añadiré la descripción de un códice pontifical MS. en pergamino en 4.°, incompleto, que guarda esta santa iglesia de Segorbe en su archivo. Creo que sea extranjero, y acaso romano, porque al principio de algunos títulos añade: secundum usum rom. ecclesiae, y también por la uniformidad que guarda con el pontifical moderno, aunque añade y quita algunas cosas. Pone también sobre cada materia algunas decretales y cánones de varios concilios; entre los cuales hay muchos de los toledanos. Acerca de su antigüedad, examinados algunos puntos y ritos que prescribe, digo que es cuando menos del siglo XIII. Primeramente porque antes de la consagración del obispo pone todavía el escrutinio llamado serotino, que se hacía en el atrio de la iglesia, sábado por la tarde, víspera del día destinado a la consagración; en el cual se manda, como ya vimos en el hallado en Valencia, que el arcediano de la iglesia, que eligió a su pastor, le presente al consagrante &c. Es notorio que este examen cesó cuando tuvieron fin las elecciones de los cabildos por las reservas apostólicas; y así en un pontifical romano impreso en 1503, que vi en la colegial de Gandía, se dice que se omite la rúbrica de este examen como cosa superflua, puesto que los obispos o eran elegidos o confirmados por el papa. La época de estas reservas en España es de mediados del siglo XIV, y en Italia de mucho antes. Suponiendo pues este códice ambas prácticas, la elección del clero y el examen serotino, debemos darle la antigüedad que dije. Otra prueba de esto más decisiva es, que entre las preguntas que debe hacer el obispo en el sínodo diocesano para averiguar la conducta de sus ovejas, la señalada con el número 54 dice así: Est aliquis qui non communicet vel tribus temporibus in anno, id est, in Pascha, Pentecosten, et natale Domini &c.? 

Aquí se ve la práctica de la comunión eclesiástica en los tres tiempos del año: ley que sólo rigió hasta el concilio Lateranense IV en 1215, en el cual se estableció el nuevo precepto de la comunicón sólo en la Pascua; por donde se convence ser este códice anterior a aquella época, no habiendo causa para suponer que obligasen a más de lo establecido por dicho concilio. Le tengo por romano, porque además de lo expuesto en el rito de consagraciones y exámenes &c., donde los códices españoles introducen preguntas y respuestas en boca del metropolitano, este libro las pone en boca del domnus apostolicus. He copiado de él algunas curiosidades y variantes: tal es un himno que debía cantarse durante la consagración del altar en alabanza de la Jerusalén celestial, en el cual se aplica a cada una de las piedras de que se componen las puertas, un orden de bienaventurados. Llama muchas veces camputa al báculo episcopal, en vez de cambuta (p : b) o cambuca o gambutta, que se hallan frecuentemente en los escritores eclesiásticos posteriores al siglo VI (a). 

A Dios. Segorbe &c.