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domingo, 7 de agosto de 2022

CARTA LXI. Viaje a S. Juan de las Abadesas.

CARTA LXI. 

Viaje a S. Juan de las Abadesas. Origen de este nombre; error de Pedro de Marca sobre ello. Pruebas de la existencia de monjas en aquel monasterio desde el siglo IX: expulsión de ellas a principios del XI. Erección del obispado de Besalú, y si esta iglesia fue la sede. Muéstrase la equivocación del P. Flórez sobre esto. Canónica Aquisgranense y Agustiniana en S. Juan: sujeción a S. Víctor de Marsella: nueva introducción de monjas: decreto y época de un concilio de Tolosa sobre la restauración de los Agustinianos: su restablecimiento total a principios del siglo XII. Catálogo de sus abades. Noticia de un capítulo de canónigos Agustinianos en Lérida. Estado actual de esta colegiata. Códices, templo, sepulcro del V. Mirón. Noticia de una santa forma depositada en la cabeza de una imagen de J. C. 

Mi querido hermano: Del monasterio de Santa María de Ripoll pasé a la villa de S. Juan de las Abadesas, situada tres horas hacia el E, a la orilla del río Ter. Se llamó en lo antiguo S. Juan de Ripoll, por estar todavía en el valle de este nombre, de donde nació la confusión con que algunos escritores tomaron el monasterio de S. Juan de canónigos Agustinianos por el de Santa María de monjes Benitos, de que hablé en el correo anterior. El primero es comúnmente conocido con el nombre de S. Juan de las Abadesas (S. Ioannis de Abbatissis) en las escrituras del siglo XIV. Comenzaba ya a usarse este título en el siglo XII, como he visto en escritura copiada en el cartoral llamado de Carlo Magno en el archivo episcopal de Gerona, fecha el año XX de Luis el Gordo (1127). El arzobispo Pedro de Marca creyó haber encontrado la etimología de este nombre en la Beseda romana; del cual se formase badesa, y no de abadesas, ni de monjas que hubiese habido allí en lo antiguo, como dicen nuestros historiadores. Opinión que trata como una fábula monstruosa con estas palabras: “Vocis istius antiquae ignoratio peperit monstrum ad explicationem huius appellationis inveniendam... Ut interpretationem iuvarent fabulà, somniarunt eo in oppido fuisse monasterium sanctimonialium, in quo plures erant abbatissae. Egregium sane commentum, quod plures contra disciplinam canonum, et perpetuum ecclesiae usum, abbatissas eodem tempore uni monasterio tribuit, ad favendam nimirum concordiam muliebrem. Nulla unquam in hoc loco fuit domus aut habitatio sanctimonialium, sed collegium tantum canonicorum regularium Sancti Augustini &c.'' (Marca Hisp. col. 189, seq.). Si este escritor hubiera registrado, como dicen que lo registró, el archivo real de Barcelona, era imposible que no topase con alguno de los innumerables instrumentos que allí existen relativos a aquel monasterio antiguo de monjas; con lo cual no dijera con tanta confianza y con tan injusto desprecio de nuestros historiadores lo que acabas de leer.  

Sea enhorabuena aquel lugar el sitio de la Beseda romana. Lo cierto es que la voz Badesa, que él tiene por su derivado, en la lengua vulgar catalana antigua y actual significa Abadesa. Y como el nombre de la villa San Juan de las Abadesas o Badesas, sea tan moderno en la lengua vulgar, que sólo comience a ser frecuente después del siglo XII, es más que verosímil que lo tomaron del S. Ioannis de Abbatissis que ya vemos usado en ese tiempo, o digamos que el nombre latino se tomó del vulgar, que es a lo que más me inclino. Y sea lo uno o lo otro, debes tener por cierto que no hay un documento anterior a esta época que ni en latín ni en vulgar llame a este sitio o monasterio con el dictado de Abbatissis o Badesas; sino que siempre le dijeron S. Juan de Ripoll, en cuantas escrituras quedan desde el siglo IX inclusive hasta el XII. 

Estando pues tan desusado y olvidado el nombre Beseda, ¿no es más regular dar otro origen al de las Badesas la primera vez que se oye en los tiempos modernos? y ¿qué cosa más llana que derivarlo de las Abadesas que gobernaron en aquel monasterio? No afirmaré yo que hubiese muchas en él a un mismo tiempo. Lo que diré es que negar la existencia del monasterio por la imposible coexistencia de muchas abadesas en él, no debía caber en un escritor tan versado como suponen en la historia de Cataluña. Cualquiera que la conozca medianamente, sabe que hubo en este país algunos monasterios en que había a un mismo tiempo dos y tres abades, y eran benedictinos como aquellas monjas. Igualmente era contra los cánones Aquisgranenses el estado de matrimonio en los canónigos que servían las catedrales. Y con todo eso Balucio, fidelísimo discípulo del S. Marca, no tuvo dificultad en creer que hubo uno de ellos casado en la iglesia de Vique, gobernada por aquellos mismos cánones (ib. col. 448 y 1097). Por fortuna esta es una fábula inventada por el mismo, y de poco honor para el crédito de su erudición (a: V. tom. VI, pág. 64 y 195). Y también es una calumnia atribuir así en cerro a toda Cataluña la opinión de que en aquel monasterio hubo muchas abadesas simultáneas, y que de ahí tomó su nombre el lugar. Los juiciosos siempre han dicho que por ser aquella villa del señorío de las abadesas del monasterio, se llamó de las Abadesas, como se llama San Sebastián de los Reyes, Carrión de los Condes. Lo demás lo ha dicho el vulgo. Mas para Marca y para otros toda España es vulgo. La ignorancia de un punto tan principal de la historia de este país, fue la que precipitó a aquel escritor: que con haber visto no más que los índices antiguos del archivo real, saliera de su error. Hubo ciertamente un monasterio de monjas en el lugar que decimos, fundado por los condes de Barcelona Wifredo y su esposa Winilde el año 887 para su hija Emo, Ema o Emona (que con todos estos nombres la expresan los instrumentos). Yo no he podido dar con esta escritura que los PP. Domenech (a: Historia de los santos de Cataluña, pág. 92) y Ribera (b: Centuria mercenaria, pág. 612) aseguran haber visto. Mas sí puedo afirmar que existen en aquel archivo muchísimos instrumentos de compras y establecimientos hechos por esta señora, como abadesa de la nueva casa; los cuales llegan hasta el año III.° después de la muerte de Carlos el Simple (932). Otra abadesa hallo más adelante llamada Adalaicis, elegida por el obispo de Vique Wadamiro, por el conde Suñer y otros. La escritura está en el archivo real, fecha ante Guiliarado presbítero XVII. Kal. Sept. anno XIIII. regni Leudovici filii Karoli, Indictione VIII, que es el año de Cristo 949, en que la indicción debía ser VIIII. Cinco años después hay memorias de otra abadesa llamada Ranlo, de la cual quedan algunas dotaciones de iglesias que se dirán en otros viajes. En el año 965 gobernaba este monasterio la abadesa Fredeburga, la cual con la congregación de monjas y de canónigos habitantes en dicha casa, bajo la regla de S. Benito, de consentimiento de Atton, obispo de Vique, hizo un cambio con el conde Seniofredo y Oliva, ibidem comiti, y su hermano el levita Miro, del alodio de Vidrá en el condado de Osona, por el de Arca y Camrodon o Genestosa en el de Besalú, que era del monasterio. La escritura está en el citado archivo y va copiada (a: Apend. n. XII), para que veas al mismo tiempo los nombres de las monjas que allí vivían. De este instrumento consta que en aquel monasterio se profesaba la regla de S. Benito. Acaso por esta razón el monje de Santa María de Ripoll que escribió los libros Sententiarum de S. Isidoro el año 911, de los cuales hablé en la carta anterior, los dedicó a estas religiosas como a sus hermanas, a las cuales llama sanctimoniales puellae; constándome por otras escrituras del mismo siglo X que les daban comúnmente ese mismo dictado. También observarás en esa escritura que junto con las monjas había en aquella casa congregación de canónigos, los cuales no debían ser sólo asistentes y pagados para el servicio de la iglesia, puesto que figuran en las compras y ventas. Así que puede este ser tenido por uno de los monasterios dobles. Otra abadesa llamada Ingilberga presidía aquí a principios del siglo XI, la cual era hermana de Oliva, abad de Santa María de Ripoll, y tía de Guillermo, que después fue obispo de Vique desde el año 1047, como se dijo en su lugar. Estas son las memorias ciertas que he recogido de las abadesas de aquel monasterio. Parece que de la cohabitación de los canónigos, o de la concurrencia de los nobles del país a aquel lugar con motivo de la caza, debió nacer verosímilmente la enorme y escandalosa disipación de que informaron al papa Benedicto VIII el conde Bernardo Tallaferro, y el arcediano, primicerio y otros clérigos de la iglesia de Vique. El papa citó a las monjas para que se justificasen, y no compareciendo expidió una bula dirigida al obispo de Vique Borrell, y a Oliva abad de Santa María de Ripoll, mandándoles que arrojadas las monjas de la casa, la ocupasen canónigos que con su santa vida purificasen el lugar profanado con tantas deshonestidades y parricidios. Esta bula está bien reducida por el P. M. Flórez al año 1017. Va copia de ella sacada del archivo real de Barcelona (a: Apend. n. XIII), donde se guarda no original sino en copia simple, a la cual se añaden seguidamente otros privilegios y documentos en favor de aquella casa. Mas esta copia debió servir para notificación u otro acto judicial, puesto que al pie del pergamino se hallan originales algunas certificaciones de obispos y de abades que aseguran ser copia fiel de sus respectivos autógrafos. Los que esto afirman son B. obispo de Elna, Dalmacio abad de Santa María de Ripoll, Pedro abad de San Lorenzo (que puede ser del Monte, Marunys, Bagá &c.) G. abad de Villabertrán y Otón abad cisterciense de Fuenfría en la diócesi de Narbona (abadía, abbaye de Fontfroide; font freda; fons frigidus). 

La coexistencia de todos estos prelados solo se verifica desde los años 1250 hasta 1256. Y así se ha de creer que la copia es de este tiempo, y que ellos vieron entonces el original. 

Después de tantas pruebas y tan terminantes de la existencia de monjas en San Juan de las Abadesas, ¿qué caso haremos de las palabras de Marca: nulla unquam in hoc loco fuit domus aut habitatio sanctimonialium? 

Efectuose lo mandado por el papa; y así hallamos que en el mismo año 1017 el conde de Besalú Bernardo Tallaferro, pidiendo a S. S. el honor de silla episcopal para su condado, propuso que se erigiese o en Besalú, o en S. Pablo de Fenollet, o en S. Juan de Ripoll: cosa que ni pidiera ni se efectuara, si la única iglesia que consta hubiese en este lugar de que hablamos, estuviese servida y ocupada por las monjas. Esto quedará más en claro con la noticia de este obispado que acabo de insinuar, que tan de cerca toca a la iglesia de S. Juan. El condado de Besalú estaba casi todo incluido en las diócesis de Gerona y Vique. El conde Bernardo Tallaferro, príncipe muy poderoso en aquellos tiempos, aspiraba a tener obispo propio de sus estados, para estar así menos dependiente de los otros condes que pertenecían a aquellas diócesis. Con este fin hizo un viaje a Roma acompañado de su hijo Guillermo y de Wifredo, para pedir al papa esta gracia. Concediola S. S. eligiendo y consagrando en obispo al sobredicho Wifredo, y reservando a la santa sede la consagración de sus sucesores. Reflexiona cuan anterior es esto al pontificado de S. Gregorio VII. De las tres iglesias citadas antes, el conde señaló para sede episcopal, según la permisión apostólica, la de S. Salvador, Santa María, S. Miguel y S. Ginés de Besalú. Las dos escrituras que prueban lo dicho se hallan en la Marca Hisp. (ap. n. CLXXVII y sig.). Quién fuese este obispo Wifredo, y el cómo y por qué se suprimió este obispado de Besalú, se dirá a la larga en el viaje a aquella iglesia, como en su propio lugar; y ya algo se insinuó en el episcopologio de Vique. Sólo añadiré aquí lo que hace a estotra de S. Juan, de que tratamos. La primera de las posesiones con que el conde dotó a su nueva sede, dice así: 

“Dono igitur ad supra dictam sedem Sancti Salvatoris (de Besalú) ex iure paterno abbatiam Sancti Iohannis, quae est sita in comitatu Riopollensi... ut semper illi sit súbdita; eo tamen conventu atque definitione, ut nulli unquam episcopo liceat praedictam abbatiam Sancti Iohannis destruere... sed semper in canonicali ordine cum honestate magna permaneat, ibique assidue Domino servientes ea omnia, quae ad praedictam abbatiam pertinent, secure et quiete possideant sub ordine canonicae religionis, et cum ordinatione episcopi praedictae sedis &c.” Vese claro en estas palabras que en el año 1017, que es al que pertenece esta escritura, ya no quedaban monjas en esta iglesia de S. Juan, sino que sólo había canónigos presididos por un abad, que al mismo tiempo era obispo de Besalú. Mas este obispado, a quien se anexó la abadía, duró muy poco. Marca dice que no pasó del año 1020. Será así; pero la abadía de S. Juan permaneció anexa a la misma persona de Wifredo, trasladado al obispado de Carcasona, no al de Narbona (como dijo Diago), confundiendo a este Wifredo con el hijo del conde de Cerdaña promovido a aquella metrópoli. El obispado de Carcasona de nuestro abad consta del necrologio de esta iglesia de S. Juan, donde de letra del siglo XI se lee lo siguiente: V. Kal. Octobris, anno dominicae Incarnationis M.L.IIII. obiit domnus Gaufredus (sic) huius ecclesiae episcopus, et postea Carcassonensis episcopus, et abbas huius loci. Al margen de letra del siglo XII se añade: Hic fuit episcopus huius ecclesiae, impetrante comite Bisuldunense a domino papa. Postea contradicentibus episcopis Vicensi, Gerundensi, et aliis, non potuit obtinere quod hic locus esset episcopalis, et remansit abbas; et fuit postea episcopus Carcassonensis. Esta pequeña nota, que tan poco trabajo costó a su autor, nos ha conservado la historia de dicho obispado, y cómo Wifredo o Gaufredo (Guifre) depuesto de aquel honor quedó abad de S. Juan, y cómo lo fue hasta el fin de su vida, aun después de trasladado a la sede de Carcasona. Consta también el día y año de su muerte, que fue el 27 de Septiembre de 1054, época ignorada en la Gallia Christ., donde se hace ver que ya era obispo de Carcasona desde el año 1031. Este pontificado no fue conocido por el autor de la Marca Hispánica, aunque pudiera colegirlo viendo un Wifredo obispo de Carcasona asistente a la consagración de la iglesia de Ripoll en 1032, y de la de Gerona en 1038, cuyas actas se hallan en la misma obra (ap. nn. CCVIII y CCXXVIII). De lo dicho se ve claramente por qué en algunos actos judiciales pertenecientes a S. Juan de las Abadesas, Wifredo que ejercía allí su jurisdicción como abad, se llama al mismo tiempo episcopus, con relación ciertamente a la silla de Carcasona. Del mismo modo, y porque debió quedar con el gobierno de Santa María de Besalú, se entenderá la escritura de un censo que hizo a favor de Raimundo Mirón el año XVII del rey Enrique (1047), la cual vi en el archivo real de Barcelona, y dice: Wifredus gratiâ Dei episcopus cum cuncta congregatione Sanctae Mariae, qui est sita infra muros Bisulduni &c. Porque cierto es que estaba ya suprimido mucho tiempo había el obispado de Besalú, y que sólo podía llamarse obispo por serlo de Carcasona, de donde ciertamente lo era entonces. Y de esto hay ejemplos repetidos en Oliva obispo de Vique y Arnulfo de Gerona, ambos abades juntamente de Ripoll, los cuales dicen tal cual vez: Ego Oliva, o Arnulfus, episcopus cum cuncta congregatione S. Mariae Rivipulli, sin que por eso se diga que eran obispos de Ripoll. También entenderás ahora que en esto consistió la equivocación del P. M. Flórez, cuando dijo que nuestro Wifredo fue obispo de Vique. Porque viéndole ejercer su jurisdicción en S. Juan de las Abadesas con el dictado de obispo, le tuvo por territorial. Y no fue sino que como abad (llamado obispo por serlo de Carcasona) recibió la restitución que a él y a sus canónigos hizo Guillermo obispo de Vique, de la iglesia de S. Quirico, enajenada de aquel monasterio por la abadesa Ingilberga poco antes del año 1017, cuya posesión me consta que perteneció a aquella casa desde su fundación, y que jamás tocó ni tuvo relación con la iglesia de Vique. Otra cosa conviene aquí examinar. En la nota citada del necrologio de esta iglesia de S. Juan, Wifredo es llamado dos veces episcopus huius ecclesiae: y añade que por la resistencia de los obispos Ausonense y Gerundense non potuit obtinere quod hic locus esset episcopalis. Donde parece que se da a entender que esta iglesia fue la propia sede del obispo Wifredo. Por otra parte consta que el papa Benedicto VIII no designó la del nuevo obispado, sino que dejó en libertad al conde Bernardo Tallaferro para elegir en catedral una de las tres iglesias que él le había propuesto. Es igualmente cierto que este príncipe eligió, como dije, la de Santa María de Besalú, sujetándole la abadía de S. Juan de Ripoll. Mas ¿quién sabe si esto se verificó con todo rigor: o si en el poco tiempo que hubo para plantificar el nuevo obispado, las tres iglesias se tomaron el honor de sede episcopal, quedando todas igualmente concatedrales? A esta sospecha da margen la nota sobredicha, que puntualmente es la única noticia descubierta hasta ahora sobre las publicadas en la Marca Hisp. Por donde vendría a verificarse que aquel obispado no se llamó de Besalú, por serlo sólo de la iglesia de aquella villa; sino por serlo de todo el condado, que es lo que bastaba para que se cumpliesen las miras del conde. 

Vuelvo ahora a tomar el hilo de mi narración. Los canónigos que sirvieron esta iglesia, excluidas las monjas en el año 1017, profesaron sin duda alguna la vida canónica Aquisgranense. De esto puede ser indicio y aun prueba el códice MS. a principios del siglo XI, que se guarda en el archivo de esta iglesia y contiene aquella regla. No me consta quien fue el sucesor del abad Wifredo, ni aun se puede asegurar que lo tuviese; pues parece que excluidos los canónigos Aquisgranenses, pasó esta iglesia a ser de monjes, si creemos a un cronicón de Ripoll que dice: anno Domini MLXXXIII. cenobium Sancti Iohannis redditur monachis. A no ser que por monjes entendiese este cronicón con grande impropiedad a los canónigos reglares de S. Agustín, que fueron introducidos en esta iglesia por ese tiempo. Mas yo tengo por época de esta nueva canónica el año 1086 en que Bernardo conde de Besalú, hallándose en esta iglesia el día 13 de Octubre, la entregó a los clérigos que allí había y a sus sucesores, con tal que profesasen la regla de S. Agustín, jurando no quitarles la casa y posesiones. De toda esta buena disposición fue el autor y trazador el obispo de Vique Berenguer Rosanes, el cual quedó constituido abad de la nueva canónica, a quien había enriquecido con gran liberalidad. Por su muerte podían elegir los canónigos abad sucesor. Va copia de esta escritura como también de la bula del papa Urbano II (a: Apend. nn. XIV y XV) dada el año 1089, y dirigida al mismo obispo en que confirma todo lo sobredicho, imponiendo a la nueva canónica el censo anual de tres mancusos de moneda valenciana (N. E. atención a la moneda valenciana en 1089) en reconocimiento de la protección apostólica, y de la exención de la potestad secular que había logrado. Establecida así la casa, el obispo Berenguer renunció la abadía; y yo sospecho que quiso apoderarse de ella un presbítero llamado Pedro Rigual, abandonando la iglesia de Santa María de Vilabertrán, de cuyo gobierno estaba encargado. A lo menos da margen a ello la queja de los canónigos o precepto del sobredicho obispo, mandándole dejar libre esta iglesia y volver a su oficio. Quede esto así: de lo cual ya te hablé en otra ocasión (a: V. tom. VI. pág. 212). Mas sea que los canónigos no solicitasen el consentimiento del conde en la elección del abad sucesor, como había mandado el papa Urbano, sea por inconstancia de ánimo de aquel príncipe, a quien por esta razón algunos cronicones llaman perjuro; lo cierto es que él faltó a su palabra, y arrojando a los nuevos canónigos de este monasterio, lo entregó al de S. Víctor de Marsella y a su abad Ricardo, el cual volvió a poblar la casa de monjas, y le usurpó posesiones y ocasionó otros daños. Un cronicón de Ripoll, que está en la biblioteca del Carmen descalzo de Barcelona, fija la segunda entrada de estas monjas en el año 1099 con estas palabras: Era M.CXXXVII. anno Dñi MXCVIIII. Hoc anno venerunt sanctimoniales in monasterio Sancti Iohannis. De este tiempo queda la memoria de una abadesa llamada Elisabet, que junto con el prior de este monasterio admitieron la donación de un manso en el término de Cabats, año XLIII del rey Felipe (1103 de Cristo). Otras muchas escrituras hay de ese tiempo, en las cuales suena aquí comunidad de monjes y de religiosas. Los canónigos arrojados dieron su queja contra el abad Ricardo de Marsella en un concilio de Tolosa, el cual presidió Renerio cardenal y legado de la santa sede, con asistencia de Amato arzobispo y legado del papa Urbano II, y veinte prelados más entre obispos y abades. Oída allí la queja, se mandó restituir a los canónigos el monasterio y sus posesiones, y para ello escribió el sobredicho cardenal a los obispos B. de Gerona, B. de Vique, B. de Urgel, B. de Barcelona, y A. de Elna. Esta carta y la noticia de lo decretado en el concilio existe en un pergamino escrito a fines del siglo XI o principios del siguiente, en el archivo de esta iglesia, y va copiada (a: Apend. n. XVI). Está sin fecha; mas las letras iniciales de los obispos que pone la carta, pueden fijar la época de este suceso, siendo cierto que corresponden a los prelados que gobernaron las iglesias expresadas, como verás por el estado siguiente.

En Gerona fueron obispos Berenguer Wifredo y Bernardo Umberto desde 1051 a 1111.

En Barcelona lo fue Bertrán de 1086 a 1095.

En Urgel Bernardo Guillem de 1076 a 1091.

En Vique Berenguer Rosanes de 1075 a 1099. 

En Elna Artaldo de 1087 a 1096.

Resulta pues que este concilio y la carta pertenecen a los años desde 1086 al de 1091. y deberá fijarse en el de 1090, en que la Gallia crist. menciona un concilio celebrado en Tolosa ese año para la reforma de costumbres. Con todo eso es preciso decir que no tuvo efecto este decreto, puesto que como vimos en 1099 entraron en el monasterio las monjas, y en los años inmediatos suenan abadesas y monjes gobernando esta casa sin mención alguna de canónigos. Parece que esto fue efecto de una nueva bula de Urbano II en que confirmó la sujeción de este monasterio al de S. Víctor de Marsella. De esta concesión da noticia la que luego citaré de Pascual II.

Muerto el conde de Besalú Bernardo Guillem en el año 1111, volvieron los canónigos a arrojar de la iglesia al abad Ricardo y a las monjas que él había introducido, y quedaron en posesión de ella. Dieron los expulsos su queja a la sede apostólica, apoyados en el decreto citado de Urbano II. Mas era ya papa con el nombre de Pascual II el mismo cardenal Renerio que había mandado restablecer a los canónigos agustinianos en S. Juan de Ripoll. Resolución que sostuvo ahora declarando que no fue lícito al conde sujetar a otro monasterio una iglesia censual de la sede romana, y mandando restituir por entero la casa y sus posesiones al abad Berenguer y a sus canónigos, que allí viviesen según la regla de S. Agustín y costumbres de S. Rufo. Va copia de esta preciosa bula que vi en el archivo real de Barcelona (a: Apend. n. XVII), la cual abraza toda la historia de esta casa, e indica la alternativa con que se sucedieron clérigos, monjas y monjes, expresando además el censo anuo trium aureorum, correspondiente sin duda a los tres mancusos de moneda valenciana que dije arriba, impuesto por Urbano II. Su fecha es del 4 de Diciembre del año 1114. Un año más alargan esta restauración los cronicones de este país, de los cuales dice uno: anno M.C.XV. Monasterium Sancti Iohannis tollitur devotis, et redditur clericis. Como quiera que sea, esta es la época en que se fijó en esta iglesia la canónica Agustiniana, para no padecer ya más alteraciones que las comunes a las otras de este principado, que son las reservas papales, las encomiendas, y la extinción de este género de vida en 1592. De todo esto iré dando razón al mismo tiempo que escriba el catálogo de sus abades, formado sobre los documentos existentes particularmente en el archivo de esta iglesia, que he visto a mi satisfacción: merced a la franqueza de su capítulo y de sus dos comisionados para el efecto D. Juan Puig y D. Valentín Torres y Amat, canónigos. 

Catálogo de abades de San Juan de las Abadesas desde el año 1114. 

Berenguer Arnal existía en 1114, a quien el papa Pascual II le dirigió la bula sobredicha. Sus memorias continúan hasta el año 1128. Le he añadido el apellido Arnal, por haberlo hallado así en una escritura del cartoral llamado de Carlo Magno en la curia episcopal de Gerona, fecha el año XX de Luis el Gordo (1127 o sig.). Por donde infiero que sea este mismo el Berenguer Arnal, de quien el necrologio de esta iglesia de S. Juan hace un grande elogio por el celo que mostró en la expulsión de las monjas intrusas. Porque cierto a este abad se debe la última restauración de la casa. Pero es de reparar que el necrologio no le llama abad, y fija su muerte a 21 de Octubre de 1137, lo cual es incompatible con las noticias del sucesor

Pedro, que ya era abad en 1131 y lo fue hasta 1139. A él y a su canónica prometió el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV que cumpliría lo mandado por el papa Pascual acerca de esta casa, como lo había hecho el conde su padre. Va copia de esta escritura original (a: Apend. n. XVIII) que en su exordio se dice hecha XIIII. Kal. Februarii del año 1137 (1138), y al fin data el año XXVII del rey Luis (el Gordo), que más corresponde al 1134 o 35. Ni podía ser de la primera época, pues entonces había ya fallecido S. Olaguer, arzobispo, al cual supone vivo la escritura. En ella subscriben como testigos Raimundo obispo de Vique, Berenguer obispo de Gerona, y Udalgario de Elna. 

Ponce de Mulnells o Monells, consta por escrituras que era ya abad en 1144. Concluyó la fábrica de su iglesia que aún hoy subsiste, la cual dedicaron el año 1150 los obispos Pedro Redorta de Vique, Guillermo Torroja de Barcelona, y Berenguer de Llers de Gerona, con asistencia de los abades Pedro Raimundo de Ripoll, Gaufredo de S. Rufo, Raimundo de Arles (Arlés) y Bernardo de Besalú, y de muchos canónigos de catedrales y nobles. Va copiada del original (a: Apend. n. XIX). También se dedicó en 1164 la pequeña iglesia de S. Miguel que estaba iuxta domum infirmorum, esto es, la enfermería del monasterio, la cual aún hoy existe pegada al claustro. El año siguiente 1165 fue electo obispo de Tortosa, donde vivió hasta el 26 de Julio de 1193 en que murió, conservando siempre el gobierno de esta abadía, como demostré en el viaje a aquella iglesia (b: V. tom. V. pág. 75), don-de se copió el epitafio del sepulcro que allí tiene. Ahora añado que fue hermano de Guillermo de Monells, obispo de Gerona. 

Pedro Guillem. Hay memorias de él en 1194 y 1197.

Raimundo lo era en 1198.

Pedro de Soler existía ya en 1204, y murió en el mes de Septiembre de 1217. Está enterrado en el pórtico de esta iglesia, llamado antes claustro de S. Mateo. 

Arnaldo de Curzavell entró a ser abad en 1217, y continúan sus memorias hasta 1225.

Arnaldo, creo que distinto del anterior, y llamado al mismo tiempo Prior Mauseolensis (de Manlleu) suena en escritura del año 1229.

Raimundo de Bisbal. Hay de él noticias desde 1230 hasta el 1248. Este abad cercó de muros la villa. 

Guillermo existía en 1248.

Berenguer Arnau, o de Sancto Stephano (Sant Esteve). Quedan memorias de él desde el año 1254 hasta 1259, en que renunció en manos de S. Raimundo de Peñafort, comisionado pontificio.

Dalmacio de Minyana. Hay noticias de él en los años 1263 hasta 1273. Sábese que renunció y se hizo religioso dominico.

Berenguer de Blanes. Su primera memoria es del 1280: murió en Junio de 1293: está enterrado en el pórtico sobredicho.

Guillermo existía en 1296, continúan sus memorias hasta 1309.

Raimundo de Cornellá era ya abad en 1315: murió en Enero de 1319, y se enterró en el mismo lugar con este epitafio de leoninos:

Anno milleno ter C.°IX.° que deno 

Sex Idus in Iano finem de Corneliano 

Clausit Raimundus, vir honestus, corpore mundus, 

Et meritis pollens, cunctis gratus, mala tollens, 

Multis non annis abbas Sanctique Iohannis 

Extitit inventus: caruit sua labe iuventus. 

Hac iacet in fossa sua quâ clauduntur et ossa, 

Pro quo mente pia laudetur Virgo Maria. 

Raimundo fue abad desde 1322 hasta 1346. De él hay una memoria insigne tocante a nuestra historia eclesiástica. El papa Benedicto XII expidió una bula de reforma para los canónigos reglares de San Agustín, dada Idibus Maii, pontific. anno quinto, mandando entre otras cosas que se reuniesen en congregaciones, las cuales celebrasen sus capítulos y tratasen de restaurar la disciplina canónica. Estas constituciones publicó Eusebio Amort (vet. disc. canon. regul. part. IV. cap. I.), y añade (cap. II.) con el testimonio de Pennoto que las provincias Cesaraugustana y Tarraconense se juntaron in castro regio civitatis Ilerdensis, donde se admitieron las constituciones del papa. Yo puedo añadir que en la iglesia de Solsona he visto un códice que contiene la celebración de este capítulo de Lérida, al cual asistieron todos los prelados de canónigos Agustinianos de ambas provincias, incluso el obispado de Mallorca. Convocaron a él con autoridad apostólica Ximeno abad de Montaragon (Montearagón, junto a Huesca), y nuestro Raimundo de S. Juan de las Abadesas, fijando su celebración a 26 de Agosto de 1339. La escritura que certifica haberse celebrado el capítulo y leído en él las constituciones del papa, que también se insertan, está fecha a 7 de los Idus de Mayo de 1340. 

Francisco Roig lo era ya en 1348, y murió en el Diciembre de 1355, como consta de su sepulcro en el lugar citado.

Raimundo de Vallmanya (valle magna), electo en 1356: murió en 1393. 

Arnaldo Villalba, era natural de la casa de la Serra, sita sobre el collado de donde nace el arroyo Trentapassa, caminando desde la villa de S. Celdoni (Celoni; Celedonio) al lugar de Linás (Llinars). Esto dice la escritura que luego citaré hablando de la santa Hostia que aquí se guarda. Fue abad desde 1393 hasta 1427 en que murió. Este prelado logró para sí y sus sucesores el uso de insignias episcopales.

Pedro de Moncorp (de Montecurvo) gobernó desde 1427 hasta 1447.

Pedro Calbo desde 1448 hasta 1454.

Bernardo Guillem de Çamassó de 1454 hasta 1456 en que murió. En la vacante el capítulo eligió por sucesor a D. Juan de Avinyó, abad de Santa María la Real de Perpiñan. Fue esto en el Agosto del mismo año 1456. Mas no prevaleció esta elección, porque el papa Calixto III a 1.° de Septiembre del mismo año dio esta abadía a

Miguel Isalguer, que la gobernó hasta 1484 en que murió. 


Abades comendatarios. 


Juan, cardenal de Santa Sabina, llamado vulgarmente de Aragón: 1485, 1486. 

Juan Miguel, cardenal de S. Marcelo, vulgo de Santangelo, obispo de Verona: 1486, 1499.

Juan de Peralta, obispo de Vique: 1503, 1505.

Alfonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza: 1513, 1516.

Bernardo Juan de S. Clemente: 1524, 1526.

Henrique de Cardona. 1527, 1530.

Miguel Agullana: 1530, 1581.

Aquí acaba la serie de los abades de esta canónica Agustiniana, porque ella también acabó el año 1592 en la supresión general de estas canónicas en toda Cataluña y Rosellón, hecha por Clemente VIII. Erigiose entonces en colegiata compuesta de un arcipreste y doce canónigos. Mas gran parte de sus rentas se aplicaron a la erección de los deanatos de Gerona y Vique, y de la tesorería y arcedianatos de Badalona y Llobregat en la catedral de Barcelona.

Pocas reliquias quedan acá de las costumbres reglares antiguas, sino es algunas consuetas, necrologios, rituales y misales, de que me he aprovechado para lo de ritos y otros puntos. Consérvase también en el archivo una biblia en dos tomos fol. impresa en Venecia en 1471. Item el códice de la canónica Aquisgranense, de que ya hablé. En uno de los martirologios está dibujada la figura de la corona antigua canonical, abierta en la parte superior de la cabeza, de gran tamaño. Allí mismo están las fórmulas de ingreso y profesión, y la con que eran admitidos a la congregación y hermandad canonical muchos legos y aun mujeres. El necrologio está lleno de óbitos de monjes de varios monasterios, y singularmente de canónigos de la catedral de Tortosa, con cuya iglesia tenía la nuestra hermandad particular. Después de la secularización el hábito coral de los canónigos era hasta pocos años ha sotana azul, sobrepelliz y muceta también azul con cenefa de tafetán carmesí. Así continúa hoy día, sino que la sotana es negra. 

La iglesia es la misma que se construyó a principios del siglo XII y se dedicó en 1150, con sólo una pequeña alteración en la bóveda del testero. Su figura es de una cruz espaciosa, con una nave que cerca el altar mayor. Este es de madera, formado todavía al estilo gótico y dividido en tres cuerpos llenos de pinturas bastante buenas, todo de fines del siglo XV o principios del siguiente. Otros altares hay de la misma antigüedad; entre los cuales es notable el de S. Agustín ejecutado en mármol. De la misma materia es la imagen de nuestra Señora, que ya de muy antiguo se venera en una hermosa capilla en la nave que rodea el altar mayor. Sobre el nicho de nuestra Señora hay un balcón por donde se manifiesta al pueblo la imagen de Jesucristo en la actitud del descendimiento de la cruz, colocada en un hermoso camarín, al cual se sube por los lados exteriores de la capilla. La cabeza del Cristo está cóncava con una puertecilla en la frente, donde se conserva y venera una santa forma, a quien llaman aquí el Sant Misteri. Es tradición apoyada con el testimonio del siglo XV, que va copiado (a: Apend. n. XX), que en la cabeza de dicha imagen, mandada fabricar por Dulcet año 1251, se depositó entonces la sobredicha forma partida en tres trozos, y en las espaldas reliquias de varios santos: y que queriendo el abad Arnaldo de Villalba pintar de nuevo en 1426 estas figuras deterioradas, hallaron esta novedad que ya se había borrado de la memoria de los hombres, cuya noticia conservaba un misal en cierta nota que copian en el citado instrumento. Yo no he podido dar con este misal, ni sé más que lo que dice la sobredicha escritura, la cual aunque está sin las formalidades legales, es indubitablemente de letra de ese tiempo. También puedo decir que desde entonces ha sido visitada la santa Hostia varias veces por los obispos diocesanos, y nuevamente por el actual Señor D. Francisco de Veyán y Mola, los cuales, vista su incorruptibilidad, nada han innovado en orden a su culto. En otra capilla colateral está depositado en el hueco de la pared el cuerpo del venerable Mirón, canónigo reglar de esta iglesia, que murió el año 1161, cuya vida publicó el P. Flórez (tom. XXVIII, pág. 233). Hasta nuestros días ha tenido culto y lámparas colgadas en su sepulcro: el que se le hizo de nuevo en 1345 quedó casi derrotado en la entrada que hicieron por acá las tropas francesas en 1794; y aunque se ha reparado en lo posible, han perecido las inscripciones que en él había, las cuales pondré aquí copiadas de un libro antiguo. Dicen así:

Hic discessit bis centenis 

Lustris Christo genito 

Annis centum et sex denis

Uno superaddito: 

Die tertio pridie idus

In mense Septembrio 

Coeli regna petit sidus 

Perfruendi bravio.

Quia Miro vir beatus 

Huic monasterio 

In canonicum est datus 

Pro Dei servitio; 

Et quia fuit Deo grata 

Eius conversatio, 

Ideo est huc translata 

Ossium collectio 

Anno et festo Augustini 

Sub Christo millesimo 

Quinto sint viginti bini 

Hic cum trecentessimo. 


Aquí ves claro que el año de la muerte del venerable Mirón fue el de 1161 (bis centenis Lustris, dos centenas de lustros, 2*100*5=1000 … centum et sex denis (160) Uno superaddito : 1 sobreañadido), y el de su traslación al actual sepulcro el de 1345. 

En un libro que contiene la descripción de la iglesia, se dice que de las dos puertas que hay en ella, una era para los hombres y otra para las mujeres. Este uso del siglo XVI, de cuyo tiempo es el MS., no deja de ser notable. Una de dichas puertas salía al claustro llamado de S. Mateo, entierro común de abades y canónigos, de los cuales quedan todavía algunos sepulcros en el pórtico inmediato a dicha puerta. El claustro que queda al otro lado es obra del siglo XV. De principios del mismo son los vestigios de claustros, capilla y otras piezas que hay dentro del palacio de los abades, obra del abad Arnaldo Villalba, de quien es también un báculo y mitra que se guardan en la sacristía. El no quedar vasos, alhajas y libros de grande antigüedad, debe atribuirse a las vicisitudes y mudanzas de dueños que tuvo esta casa, y a las hostilidades que tan frecuentemente ha sufrido este país limítrofe. 

A Dios &c. 

viernes, 17 de enero de 2020

JORNADA CUARTA. NOVELA DÉSSIMA.


JORNADA CUARTA. NOVELA DÉSSIMA.

La dona de un meche, tenínlo per mort, fique al seu amán narcotisat a un arcó, y en ell a dins sel emporten dos ussureros a casa seua. Al recobrá lo sentit, lo fiquen a la presó per lladre. La criada de la Siñora conte a la señoría que ella lo habíe ficat al arcó robat per los ussureros, y se salve de la forca, y los prestamistes per habé robat lo arcó són condenats a pagá una multa.

Habén acabat lo rey lo seu relato, sol quedabe Dioneo per contá lo seu, que es este:
Les penes dels infelisos amáns aquí contades, no sol a vatres, siñores, sino tamé a mí me han entristit los ulls y lo pit, per lo que mol hay dessichat que se acabaren. Ara, alabat sigue Deu, que ya s´han acabat (menos si yo vullguera an esta malvada mercansía afegí un mal empalme, de lo que Deu me libro), sense seguí mes abán en tan dolorosa materia, una mes alegre y milló escomensaré, y potsé servirá de bona orientassió a lo que a la próxima jornada té que contás. Debéu sabé, hermossíssimes joves, que no fa mol tems va ñabé a Salerno un grandíssim meche cirujano de nom mestre Mazzeo de la Montagna, lo que, ya prop de los seus radés añs, habén pres per dona a una hermosa y noble jove de la seua siudat, li comprabe vestits rics, joyes y tot lo que a una dona pot agradáli mes. Ella estáe la mayoría del tems encatarrada, perque al llit no estabe per lo home ben cuberta. Este home, que, com micer Ricciardo de Chínzica, de qui ham parlat, a la seua enseñabe les festes y lo dijú, éste an ella li explicabe que per una vegada que se gitabe en una dona teníe que descansá no sé cuáns díes, y datres tontades. En lo que ella vivíe mol descontenta, y com ere prudén y de ánim valén, per a aforráli faena al de la casa se va disposá a eixí al carré y desgastá an algú forasté, y habén mirat mols jovens, al final un li va arribá al alma, en lo que va ficá tota la seua esperansa y tot lo seu ánim. Aixó, advertínu lo jove y agradánli mol, tamé cap an ella va enfocá lo seu amor. Se díe éste Ruggeri dels Aieroli, noble de naiximén pero de mala vida y de reprobable estat hasta lo pun de que ni parén ni amic li quedabe que lo vullguere vore, y per tot Salerno sel culpabe de robos y de atres maleses. De aixó poc se va preocupá la dona, ya que li agradáe per datres coses. Y en una criada seua tan be u va prepará, que van está juns; y después de chalá, la dona lo va escomensá a renegá per la seua vida passada y li va demaná que, per amor d´ella, de aquelles coses se apartare; y per a donáli ocasió de féu, va escomensá a passáli de cuan en cuan unes perretes. De esta manera, están juns mol discretamen, va passá que al meche li van ficá entre les mans un dolén que teníe futuda una de les dos cames; lo meche los va di als seus paréns que, si no se li traíe un os podrit que teníe a la cama, se li tendríe que tallá tota la cama o se moriríe. Ficánse de acuerdo tots los seus paréns, lay van portá. Lo meche, pensán que lo dolén sense sé narcotisat o anestessiat no soportaríe lo doló ni se dixaríe intervíndre, va fé destilá de sert compost seu un aigua que debíe dormíl mentres ell lo intentabe curá. Va fé portá la anestesia a casa, y a una finestreta de la seua alcoba la va ficá, sense díli a dingú lo que ere. Cuan va arribá lo tardet, cuan teníe que aná a curá al dolén, li va arribá un missache de serts mol grans amics seus de Amalfi diénli que per res dixare de acudí allí enseguida, perque habíe ñabut una gran riña y mols habíen sigut ferits. Lo meche, dixán per a en son demá la cura de la cama del os pasat, va pujá a una barqueta y sen va aná cap a Amalfi. La dona, sabén que per la nit no tornaríe a casa, de amagatóns com acostumbrabe, va fé víndre a Ruggeri, lo va embutí a la seua alcoba, y lo va tancá a dins hasta que les persones de la casa sen anigueren a dormí. Quedánse, pos, Ruggeri a la alcoba y esperán a la Siñora, com teníe molta sed y va vore a la finestreta aquella garrafeta de aigua que lo meche habíe fet per al dolén, y creén que ere aigua, se la va portá a la boca y se la va beure tota. No habíe passat mol rato cuan li va entrá molta son y se va adormí com un soc.
La dona, tan pronte com va pugué va aná cap a la seua alcoba y, trobán a Ruggeri adormit, va escomensá a saxál y a díli en veu baixa que se eixecare, pero com si res: no responíe ni se movíe un pun; per lo que la dona, algo enfadada, en mes forsa lo va sacsejá, dién:
- Eixécat, dormilón, que si volíes dormí, aon teníes que aná ere a casa teua, y no víndre aquí. Ruggeri, espentat de esta manera, va caure an terra desde l´arcó aon estabe y no va doná cap siñal de vida, la mateixa que haguere donat un mort; en lo que la dona, una mica assustada, va escomensá a intentá eixecál y lo movíe mes fort, y lo agarrabe pel nas, y lo estirabe de la barba, pero no valíe per a res: habíe lligat lo burro a un bon clau. Per lo que la Siñora va escomensá a pensá que estáe mort, pero encara aixina lo va escomensá a pessigá y a cremál en una vela; per lo que ella, que no ere mechesa encara que meche fore lo home, va creure que estabe mort, per lo que, com lo volíe mol, si va sentí doló no ña que preguntáu, y no atrevinse a fé soroll, va escomensá a plorá damún
d´ell casi en silensio. Pero después de un rato, en temó de afegí a la deshonra esta desgrássia, va pensá que sense tardá teníe que trobá lo modo de tráurel de casa mort com estabe, y de amagatóns va cridá a la criada, y amostránli la seua desgrássia, li va demaná consell.
La criada, maravillánse mol, tamé lo va menejá y espentá, y veénlo sense sentit, va di lo mateix que díe la Siñora, es di, que estabe mort, y li va aconsellá que lo tragueren de casa.
A lo que la Siñora va di:
- ¿Y aón podém amagál per si u veu algú?
A lo que la criada va contestá:
- Siñora, esta tarde ya de nit hay vist, apoyada a la tenda del fusté veí nostre, un arca no massa gran que, si no la han embutit a casa, mos vindrá mol a propósit per a lo que nessessitam, perque a dins hi cap be, y podém fótreli dos o tres puñalades y dixál a consevol puesto. Qui lo trobo se pensará, com ha sigut tan roín, que, anán a fén alguna, algún dels seus enemics l´ha matat, y después l´han ficat al arca.
Li va pareixe be a la Siñora lo consell de la criada, menos en lo de féli algunes ferides, dién que no podríe vóreu per res del món. La va maná a vore si encara estabe l´arca aon la habíe vist, y ella va torná dién que sí. La criada, entonses, que jove y valenta ere, ajudada per la Siñora, se va ficá a Ruggeri a cascarrulles, y anán la Siñora per dabán per a mirá si veníe algú, arribán al arca, lo van embutí a dins, y tornánla a tancá, sen van aná.
Fée uns díes, habíen vingut a viure a una casa dos joves que dixaben dinés a ussura, y dessichosos de guañá mol y de gastá poc, tenín nessessidat de mobles, lo día abáns habíen vist aquella arca y habíen pensat que si per la nit seguíe allí se la emportaríen a casa. Y arribada la mijanit, van eixí de casa, la van trobá, y sense entrá en miraméns, rápidamen, encara que los pareixíe massa pesada, se la van emportá a casa y la van dixá a la vora de una alcoba aon les seues dones dormíen, sense preocupás de colocála be entonses; y dixánla allí, sen van aná a dormí.
Ruggeri, que habíe dormit mol tems, y ya habíe paít lo narcótic, prop de maitines se va despertá, pero no va recuperá del tot los sentits, li va quedá al servell una estupefacsió que no sol aquella nit sino mes díes lo va tíndre apamplat. Obríe los ulls y no vee res, y estirabe los brassos y les mans y se trobabe en la fusta del arca. Va escomensá a cavilá y a dís an ell mateix:
- ¿Qué es aixó? ¿aón estic? ¿estic adormit o despert? Men enrecordo que esta nit hay entrat a la alcoba de la meua Siñora y ara me pareix que estic a un ataút. ¿Qué vol di aixó? ¿Haurá tornat lo meche o passat algo per lo que la Siñora, mentres yo dormía, me ha amagat aquí? Aixó crec, segú que aixina haurá sigut.
Se va quedá quieto y va escoltá a vore si sentíe alguna cosa. Están aixina mol rato, mes be a disgust an aquell puesto tan estret, li fée mal lo costat aon se apoyabe, y volén tombás del atre costat, tan be u va fé que, pegán en los riñóns contra un dels costats del arca, que no estabe ben anivellada, la va fé caure; y al caure va fé mol soroll, per lo que les dones que allí a la vora dormíen se van despertá, pero com teníen temó, callaben. Ruggeri se va assustá pero va notá l´arca uberta, y va volé eixí fora. Y com no sabíe aón estabe, va escomensá a caminá a paupóns per la casa, per a vore si trobabe una escala o porta per aon anássen. Lo van sentí les dones y van escomensá a di:
- ¿Quí ña per ahí?
Ruggeri, com no coneixíe les veus, no contestabe, per lo que les dones van escomensá a cridá als dos homens, que com habíen velat hasta tart, dormíen mol be y no sentíen res de lo que passabe. Les dones, mes assustades, se van eixecá y se van assomá a les finestres, y van escomensá a quirdá:
- ¡Al lladre, al lladre!
En este jaleo se van despertá mols dels veíns y pronte van trobá a Ruggeri, que sense pugué vore per aón podríe escapás, li van tirá la ma los guardies del rectó de la siudat, que habíen corregut al sentí lo abalot, y lo van portá dabán del rectó, perque per tots ere tingut per lladre y roín, y torturánlo, va confessá que habíe entrat a casa dels prestamistes a robá, y lo rectó va dessidí que lo penjaríen.
Va corre pel matí per tot Salerno la notíssia de que Ruggeri habíe sigut detingut robán a casa del ussureros, y sentínu la Siñora y la criada, se van extrañá tan que casi no se creíen lo que habíen fet la nit d´abáns, pensáen que u habíen ensomiat. Y ademés de açó, del perill que corríe Ruggeri sentíe la Siñora tanta pena que casi se tornáe loca.
Después de la tercia, habén tornat lo meche de Amalfi, va preguntá qué habíe sigut de la seua aigua, perque volíe donálay al seu dolén; y trobánse la garrafeta vuida va fé un gran abalot dién que res a casa seua podíe quedás al seu puesto.
La Siñora, que estabe preocupada per una atra cosa, va contestá enfadada dién:
- ¿Qué faríeu vos, maestre, per una cosa importán, cuan per una garrafeta de aigua forra montéu tan gran abalot? ¿Es que no ne ña mes en tot lo món?
A lo que lo mestre va replicá:
- Dona, te penses que ere aigua clara; no es aixina, ere un aigua preparada per a fé dormí a un passién. Y li va contá la raó per la que la habíe fet.
Cuan la Siñora va sentí aixó, va está segura de que Ruggeri se la habíe begut y per naixó los habíe pareixcut mort, y va di:
- Maestre, natros no u sabíem, aixina que féune un atra.
Lo dotó, veén que no ni quedáe datra, ne va destilá una nova. Poc después, la criada, que per orde de la Siñora habíe anat a enterássen de lo que se díe de Ruggeri, va torná y li va di:
- Siñora, de Ruggeri tots parlen mal y, per lo que yo hay pogut sentí, ni amic ni parén li quede que per a ajudál se haigue eixecat o vullgue alsás; y se té per segú que demá lo magistrat lo fará penjá. Y ademés de aixó, tos contaré una cosa curiosa. Me pareix que sé cóm va arribá a casa del prestamista: be coneixéu al fusté aon estabe lo arcó aon lo vam embutí. Sel va sentí discutí en un que seguramén ere l´amo del arca, reñín com a gossos, aquell li demanáe los dinés perque l´arca no apareixíe, y lo fusté li responíe que lay habíen robat per la nit; a lo que aquell replicabe: «No es verdat, tú lay has venut als dos joves prestamistes, que ells me u van dí cuan la vach vore a casa seua, cuan va sé detingut Ruggeri». A lo que lo fusté va di: «Ells te han dit una mentira, no me han comprat cap arcó, pot sé que de nit me la haiguen robat ells; aném a casa seua». Y aixina si van atansá, y yo hay vingut aquí, y com podéu vore, penso que de esta manera Ruggeri va pará allí, pero cóm va ressusitá no puc enténdreu.
La Siñora, entonses, entenénu tot, li va di a la criada lo que habíe sentit del aigua del meche, y li va rogá que per a salvá a Ruggeri la ajudare, perque en un mateix pun podíen salvá a Ruggeri y protegí lo seu honor.
La criada va di:
- Siñora, diéume cóm, que yo faré consevol cosa de bona gana. La Siñora, com ya habíe cavilat qué se teníe que fé, li va di a la criada que, lo primé, anare a vore al meche, y plorán, li diguere:
- Siñó, ting que demanátos perdó per una gran falta que hay fet contra vos. -
Va dí lo meche:
- ¿Y de quina falta me parles?
Y la criada, sense dixá de plorá, va di:
- Siñó, sabéu quí es lo jove Ruggeri de los Aieroli, éste, com li agradaba yo, entre amenasses y amor me va portá a sé la seua amiga: y sabén ahí per la tarde que vos no estábeu, mel vach portá a la vostra casa, a la meua alcoba. Li va entrá sed, y com yo no había preparat ni aigua ni vi, sense volé que la vostra dona, que a la sala estabe, me veiguere, men vach enrecordá de habé vist a la vostra alcoba una garrafeta de aigua, y vach corre a per nella, y li vach doná de beure. Vach torná la garrafa aon estabe, pero forra, de lo que hay vist que hau fet gran abalot. Y en verdat confesso que vach fé mal, pero ¿quí ña que alguna vegada no faigue mal? Séntigo mol habéu fet; sobre tot perque per naixó y per lo que después se va seguí de aixó, Ruggeri está a pun de pédre la vida, per lo que tos rogo, per lo que mes vullguéu, que me perdonéu y me donéu llissénsia per a que vaiga a ajudá a Ruggeri en lo que puga.
Lo meche, al sentí aixó, encara que estáe ben enfadat, va contestá fen broma:
- Tú ya te has imposat una peniténsia, perque vas creure que tindríes de nit a un jove que te espolsaríe lo pols, y lo que vas tindre va sé un lirón. Vésten a procurá per la salvassió del teu amán, y de ara en abán guárdat de portál a casa perque u pagarás per esta vegada y per l’atra. Pareixénli a la criada que li habíe eixit be la charrada, tan pronte com va pugué sen va aná cap a la presó aon teníen a Ruggeri, y tan li va insistí al carselé que la va dixá parlá en Ruggeri. Ella, después de díli qué li teníe que contestá al magistrat per a salvás, tans fils va moure que va arribá dabán del magistrat. Éste, abáns de consentí en sentíla, com la veíe fresca y pita, va volé enganchá en lo gancho a la pobreta cristiana; y ella, per a sé milló escoltada, no li va fé ascos; y li va di:
- Siñó, teníu aquí a Ruggeri de los Aieroli presoné per lladre, pero no ha robat res. Escomensán per lo escomensamén li va contá tota la história: cóm ella, amiga d´ell, lo habíe portat a casa del meche, y cóm li habíe donat a beure aigua que va resultá sé un narcótic, sense sabéu, y cóm va pensá que estáe mort y lo va embutí al arca; y después de aixó, lo que habíe sentit entre lo mestre fusté y lo amo del arca, amostránli en alló cóm habíe arribat Ruggeri a casa de los prestamistes. Lo magistrat, veén que ere fássil comprobá si ere verdat alló, primé li va preguntá al meche si ere verdat lo del aigua per a fé dormí, y va vore que aixina habíe sigut; y después, fen cridá al fusté y a qui li habíe encarregat l´arca, y als prestamistes, después de moltes históries va vore que los prestamistes la nit de abáns habíen robat l´arca y se la habíen emportat a casa. Después va maná a buscá a Ruggeri y preguntánli aón se habíe albergat la nit passada, va contestá que no sabíe aón habíe parat, pero que sen enrecordabe be que habíe anat a vore a la criada del mestre Maezzo, que habíe begut aigua perque teníe molta sed, pero aón habíe estat después no u sabíe, sol que se se va despertá a casa de los prestamistes a dins de un arca. Lo magistrat, sentín estes coses y divertínse mol en elles, a la criada y a Ruggeri y al fusté y als prestamistes los u va fé repetí moltes vegades. Al final, veén que Ruggeri ere inossén, va condená als prestamistes per robá l´arca a pagá deu onzes, va ficá en libertat a Ruggeri, que se va alegrá mol, y la seua Siñora encara mes. Ella, jun en ell y en la criada (que habíe volgut cusíl a gaviñetades), moltes vegades sen va enriure de este cas, y van continuá en lo seu amor, sempre de be a milló; com voldría que me passare a mí, pero no que me embutigueren a dins de un arcó.
Si les primeres históries los pits de les anheláns siñores habíen entristit, esta radera de Dioneo los va fé riure tan, y espessialmén cuan va di que lo magistrat habíe enganchat lo gancho, que se van sentí recompensades de les tristeses sentides a les atres. Pero veén lo rey que lo sol escomensabe a ficás groc y que habíe arribat lo final del seu señorío, en mol bones paraules se va excusá en les hermoses siñores de lo que habíe fet; es di, de habé fet parlá de un assunto tan cruel com es lo de la infelissidat de los amáns, y feta la excusa se va eixecá y del cap se va traure la corona de lloré y lay va colocá a la rubíssima Fiameta, dién:
- Te fico esta corona per a que de la dura jornada de avui sápigues consolá an estes compañes nostres lo día de demá.
Fiameta teníe lo pel llarc y dorat, y li caíe per damún dels delicats muscles. La cara ere redoneta y de un coló de blangs lliris y roches roses mesclats. Los ulls la féen pareixe un falcó y a la seua boqueta minuda los labios pareixíen dos rubís minuts. Sonrién va contestá:
- Filostrato, yo la assepto de bona gana, y per a que milló veigues lo que has fet, desde ara mano y ordeno que tots se preparon per a contá demá algo felís que li haguere passat an algún amán, después de algúns dus o desventurats acsidéns.
Esta propossisió los va agradá a tots; y ella, fen víndre al senescal y disposán en ell les coses nessessáries, va doná llissénsia a tota la compañía, y sen van aná uns pel jardí, de una hermosura que no cansabe, y datres per los molíns que fora d'ell voltáen, hasta la hora del sopá. Se van ajuntá tots, com teníen per costum, a la vora de la hermosa fon, y se van ficá a ballá y a cantá, y dirigín Filomena la dansa, va di la reina:
- Filostrato, yo no vull apartám dels meus predecessós, sino, com ells han fet, vull que se canto una cansó; y com estic segura de que les teues cansóns són com les teues noveles, cántamos la que vullgues. Filostrato va contestá que de bon grado, y sense esperá va escomensá a cantá de esta manera:
En llágrimes demostro
cuánta amargura sén, y cuán doló,
lo traissionat cor, Amor.
Amor, amor, cuan primeramen
vas ficá en ell a qui me mou a la plorera
sense esperá salut,
tan plena la vas mostrá de virtut
que fluix vach creure consevol problema
que embargare la meua men,
ya mártir y dolén
per culpa teua, pero be lo meu error
vech ara, y no sense gran doló.
Me ha mostrat lo meu engañ
lo vórem abandonat per aquella
en la que yo esperaba:
que cuan, tristot, yo vach pensá que estabe
mes en la seua grássia y la servía an ella,
sense pensá en lo mal
que sentiría,
vach vore que la calidat del atre amadó
a dins arreplegabe y yo vach pédre lo favor.
Cuan me vach vore per nella apartat
va naixe al meu cor lo dolorós
plo que ploro ara;
y mol hay maldit lo día y la hora
en que primé vach vore la cara amorosa
de blanca bellesa adornada
y mol, mol infamat,
la meua confiansa, esperansa y ardó
va maldién la meua alma en lo seu doló.
Cuán sense consol seguix la meua pena,
siñó, pots sentíu, pos te crido
en veu que se lamente
y te dic que tan me atormente
que per a menos patí a la mort crido:
venga, y la vida tan
anegada en lo seu plo
acabo de una vegada, y lo meu furor
allá aon vaiga sentiré.
Ni un atre camí ni datra salvassió
li quede mes que la mort a mí afligida
vida: dónamela, Amor,
pronte y en ella acabo la amargura
y al cor li trague la vida.
¡Fésu, ay, que sense raó
me sen ha tret la meua consolassió!
Fésla felís en la meua mort, siñó,
com la has fet en un nou amán.
Balada meua, si datres no te adeprenen
me done igual, perque no sabrá la gen
igual que yo cantát;
sol un traball vull donát
a Amor troba, an ell sol
cuánta pena me done
esta vida angustiosa
di claramén, y roga que a milló
puesto la porto per a fés honor.
Van demostrá les paraules de esta cansó mol claramen quin ere lo ánim de Filostrato, y la ocasió; y potsé mes declarat u hauríe lo aspecte de tal Siñora que estabe ballán, si la escurina de la nit arribada no haguere amagat la roijó de la seua cara. Después de acabá, moltes atres cansóns van ñabé hasta que va arribá la hora de anássen a dormí; per lo que, manánu la reina, cadaú a la seua cámara se va embutí.

ACABE LA CUARTA JORNADA.

quinta jornada

domingo, 23 de septiembre de 2018

SEGONA JORNADA. NOVELA CUARTA

Landolfo Rúfolo, empobrit, se fa corsario y, capturat per los genovesos, naufrague y se salve sobre una arqueta (cofreplena de joyes pressiosíssimes, y arreplegát a Corfú per una dona, ric torne a casa seua. 

Laureta estabe assentada a la vora de Pampínea; y veénla arribá al triunfal final de la seua história, sense esperá va escomensá a parlá aixina:
Mol grassioses dames, cap obra de la fortuna, segóns lo meu juissi, pot vóres mes gran que vore an algú desde la extrema miséria al estat real elevás, com la história de Pampínea mos ha amostrat que li va passá a Alessandro. Y per naixó, a consevol que sobre la proposta materia de ara en abán novelo, li sirá nessessari contá algo dins de estos límits y no me avergoñiré yo de contá una história que, encara que contingue mol grans miséries, no tingue tan espléndit desenllás. Be sé que, tenín aquella presén, sirá la meua escoltada en menos diligénsia; pero com no puc féu de un atre modo, siré disculpada per naixó.
Se creu que lo litoral desde Reggio a Caeta es la part mes amena de Italia. A la vora de Salerno ña un tall, un acantilat que abánse sobre lo mar al que los habitáns diuen la costa de Amalfi, plena de siudats minudetes, de jardíns plens de llimóns y de fons, y de homes rics y emprendedós en grans empreses mercantils. Entre les siudats ña una de nom Ravello a la que, si avui ñan homes rics, ne ñabíe fa tems un que va sé riquíssim, de nom Landolfo Rúfolo, que, no tenínne prou en la seua riquesa, dessichán doblála o duplicála, va está ell a pun de pédres en ella. Este, pos, aixina com sol sé la costum dels mercadés, fets los seus cálculs, va comprá un grandíssim barco y en los seus dinés lo va carregá tot de mercansíes y va navegá en ell cap a Chipre.
Allí va trobá que habíen arribat atres barcos en les mateixes mercansíes, per lo que no sol va tindre que véndre a baix preu alló que portabe, sino que, per a colocá les seues coses, va tindre casi que tirán algunes, aixina que casi se va arruiná. Y sentín per naixó grandíssima pena, no sabén qué fé y veénse de home riquíssim en poc tems convertit en casi pobre, va dessidí o morí o robán compensá este mal, per a que allí de aon ric habíe eixit no hi tornare pobre.
Y trobán un compradó per al seu barco inméns, en aquells dinés y en los atres que habíe tret de la seua mercansía, va comprá un barquet mes ligero per a piratejá, y en totes les coses nessessáries per an alló lo va armá y lo va carregá, y se va dedicá a apropiás de les coses dels demés, sobre tot dels turcos. En esta faena li va sé la fortuna mol mes benévola que li habíe sigut en comersiá. Potsé en sol un añ va assaltá y robá tans barcos de turcos que se va trobá en que no sol habíe tornat a guañá lo que habíe perdut en lo comérs, sino que u habíe doblat o duplicat. Pel que, enseñat pel doló de la primera pérdua, veén que ya ne teníe prou, se va di an ell mateix que en alló que teníe ya ere prou, y per naixó se va disposá a torná en alló a casa seua. Y en temó del comérs no se va molestá en invertí los seus dinés. En aquell barquet en lo que los habíe guañat, ficán los remos a la mar, va empéndre lo viache de tornada.
Y ya al Archipiélago arribat, se va eixecá per la nit un siroco que no sol ere contrari a la seua ruta, tamé ñabíe una mar mol grossa y lo seu barquet no haguere pogut soportáu, y a un entrán del mar que teníe una isleta se va refugiá, proposánse esperá un orache milló.
An aquella caleta, al poc rato, van arribá en prou faena dos grans naves de genovesos que veníen de Constantinopla, fugín del mateix que Landolfo habíe fugit; y esta gen, vist lo barquet y tallánli lo pas, sabén de quí ere per la fama y cuans dinés teníe, com eren afanosos de perres y avarissiosos, se van disposá a robáli. Y, fen baixá an terra una part de la gen, ben armats en ballestes, los van fé aná a un puesto desde lo que cap persona podríe baixá del barquet si no volíe que les fleches o saetes lo dixáren com un coladó; y ells fénse remolcá per les canoes (chalupes) y ajudats pel mar, se van arrimá al barquet de Landolfo, y en mol poca ressisténsia, en poc tems, en tota la seua chusma y sense pédre un sol home, se van apoderá de tot; y fen vindre a Landolfo a una de les dos naves y agarrán tot lo que ñabíe al barquet, lo van afoná, apresánlo an ell, cubert sol per una pobre jupeta (justillo). Al día siguién, habén cambiat lo ven, les naves van eixecá (izar) les veles, y tot aquell día van navegá; pero al caure la tarde va moure un ven de tronada, y les oles altíssimes van separá a una coca de l’atra. Y per la forsa de este ven va passá que aquella a la que anabe lo pobre Landolfo, en grandíssima forsa prop de la isla de Cefalonia va chocá contra un arrecife y com un vidre asclat contra un muro se va obrí tota y se va desfé en trossets. Los desdichats misserables que an ella estaben, están lo mar plenet de mercansíes que flotaben y de caixóns y taulóns, com en casos pareguts sol passá, encara que oscuríssima la nit estiguere y lo mar grossíssim y abalotat, nadán qui sabíe nadá, van escomensá a agarrás a les coses que sels paraben dabán.
Entre ells, lo pobret Landolfo, que encara que lo día anterió habíe cridat a la mort moltes vegades, preferín viure y torná a casa pobre com se veíe, al vórela tan prop va tindre temó de ella; y com los demés, al víndreli a les máns una fusta que flotabe se va agarrá an ella com una caparra, per si Déu, per a no aufegás, li enviare alguna ajuda. Y puján al tauló com va pugué, veénse arrastrat pel mar y lo ven ara aquí ara allá, se va aguantá hasta lo clarejá del día. Vinguda la llum, mirán al voltán, cap cosa mes que núgols y mar veíe, y un cofre que, flotán sobre les oles del mar, a vegades se li arrimabe. Tenín temó de que aquell cofre lo tombare de un cop y lo faiguere aufegás, sempre que prop de ell veníe, com podíe, en la má, encara que poques forses li quedaben, lo apartabe. Se va desencadená de repén una ráfaga de ven y habén entrat al mar, aquell cofre li va fotre una saxada tan forta que la taula a la que flotabe va volcá y la va tindre que soltá. Va caure daball de les oles y va pugué torná a dal buceján, ajudat mes per la temó que per les forses, y va vore mol alluñada de ell lo tauló. Tenín temó de no pódre arribá an ella, se va arrimá al cofre, que estabe bastán prop, y ficat lo pit a la tapa, com podíe en los brassos lo anabe conduín. Y de esta manera, aviát pel mar ara aquí ara allá, sense minjá, y bebén mes del que hauríe vullgut, sense sabé aón estabe ni vore datra cosa que oles, va aguantá tot aquell día y la nit siguién. Y en son demá, o per grássia de Déu o perque la forsa del ven aixina u va fé, Landolfo, convertit en una esponja, agarránse fort en les dos máns a les vores del cofre va arribá a la playa de la isla de Corfú, aon una pobre doneta rentabe y pulíe los seus cacharros. 


Landolfo, convertit en una esponja, agarránse fort en les dos máns a les vores del cofre va arribá a la playa de la isla de Corfú,
isla de Corfú (clic a la imache per a aná a la wiki - Corfú)

Esta, al vórel vindre, sense distinguí en ell cap forma, tenín temó de alló y cridán va reculá espantada. Ell no podíe parlá y poc veíe, y per naixó res li va di; pero portánlo cap a la terra lo mar, ella va vore la forma del cofre, y mirán después mes fixamen va vore primé los seus brassos damún del cofre, y después va reconéixe la cara y va vore que ere un home. Per compassió moguda, va entrá una mica al mar que estabe ya tranquil y, agarránlo per los pels, an ell y al cofre va arrastrá cap a terra firme, y allí li va desenganchá les máns del cofre, y lo va portá a casa, y al cuidado de ell va ficá a una filla seua. Li van prepará un bañ calén, lo van refregá y rentá en aigua calenta, y va torná an ell la caló y algunes de les forses perdudes; y cuan li va pareixe li va doná una miqueta de bon vi y confitura, y uns díes lo va tindre allí hasta que ell, recuperades les forses, sen va doná cuenta de aón estabe.
A la bona dona li va pareixe que teníe que tornáli lo cofre, que ella habíe salvat, y díli que se buscare la vida; y aixina u va fé. Ell, que del cofre no sen enrecordabe, lo va agarrá, pensán que debíe váldre tan poc que no li serviríe ni per als gastos de un día; y al sospesál, com ere mol ligero, encara va menguá la seua esperansa. Pero lo va obrí después de traure los claus, per a vore lo que ñabíe dins, y va trobá moltes pedres pressioses, encadenades y soltes, de les que algo enteníe. Y veén que teníen un gran valor, alabán a Déu que encara no habíe volgut abandonál, se va reconfortá; pero com en poc tems habíe sigut assaeteat per la fortuna dos vegades, tenín temó de la tersera, va pensá que li conveníe tindre molta cautela per a pugué portá aquelles coses a casa seua; pel que en uns draps, com milló va pugué, embolicánles, li va di a la bona dona que no nessessitabe lo cofre, y que, si li apetíe, li donare un sac y se quedare en ell.
La bona dona u va fé de bona gana; y ell, donánli tantes grássies com podíe pel benefissi ressibit de ella, guardánse lo saquet a la faldeta, de ella se va separá; y va pujá a una barca, va aná a Brindisi y desde allí, de costa a costa se va atansá a Trani, aon, trobán a uns siudadáns seus que eren sastres, per amor de Déu lo van vestí, y los va contá totes les seues aventures, menos la del cofre; y ademés li van dixá un caball y lo van acompañá hasta Ravello aon per a sempre diebe que volíe torná.
Aquí, pareixénli está segú, donánli grássies a Déu que lo habíe guiát hasta allí, va deslligá lo seu saquet, y va vore que teníe tantes pedres y tan valuoses que, venénles al seu preu y encara per menos, ere dos vegades mes ric que cuan sen habíe anat. Y trobán lo modo de despachá les pedres, hasta Corfú va enviá una bona cantidat de dinés, per a pagá lo servissi ressibit, a la bona dona que lo habíe tret del mar; y lo mateix va fé a Trani als que lo habíen vestit; y lo demés, sense voldre comersiá ya mes, su va guardá y va aná gastán hasta lo final dels seus díes.