En el año 713, la población de Ejea cayó en manos de los musulmanes, como buena parte del valle del Ebro, pasando a depender de la circunscripción que encabezaba Sarakusta. Una buena parte de la población cristiana permaneció en Ejea bajo la nueva dominación político-religiosa, constituyendo un aparte, el de los mozárabes. Aunque se toleraron, en general, siempre hubo un latente enfrentamiento entre ambas comunidades que hizo que se constituyeran en núcleos de población separados.
Los musulmanes ejeanos —llevado con un gran sigilo y guardando celosamente el secreto de la amplia red— horadaron buena parte del subsuelo urbano, construyendo túneles que atravesaban y atraviesan todavía buena parte de la Ejea antigua. Estos túneles eran conocidos como «cantamoras», y existen todavía los de la Corona, el Cuco o los Carasoles. Aún se conocen las salidas o «boqueras» del Cuco, de Santa María, y cuatro entre la calle Mediavilla y la de Ramón y Cajal, pues era exactamente por aquí por donde se encontraban las murallas que ceñían a la villa.
Uno de los túneles comunicaba la actual iglesia de Santa María (en la Corona) con la colegiata de San Salvador, prolongándose, según dice la tradición ejeana, hasta el imponente castillo de Sora, que, distante unos diez kilómetros de Ejea, domina las Cinco Villas.
Es precisamente en este largo túnel donde se descubrió el cadáver de una mujer que la leyenda identifica con la reina doña Urraca, la esposa de Alfonso I el Batallador, que, como se sabe, estuvo confinada o desterrada en El Castellar, y que la tradición ejeana la convierte en una torre llamada Torrelarreina, cuya salida o «boquera» estaba ligada a la «cantamora» que unía Santa María con Sora. Este túnel era el que utilizaba doña Urraca para asistir todos los días a Misa en la iglesia de Santa María.
Las «cantamoras» sirvieron de refugio de los musulmanes en el momento de la reconquista del Batallador, lo cual retardó la toma de Ejea. Y, durante siglos, la «boquera» de Torrelarreina (o entrada al túnel) se utilizó para depositar los cadáveres de los niños que nacían muertos y que, por lo tanto, no se les podía bautizar. Por ello, esta «boquera» recibió el nombre de Limbo.
[Proporcionada por Mª Tearesa Fago Liso y Mª Carmen Puyod Alegre.]
https://es.wikipedia.org/wiki/Ejea_de_los_Caballeros
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