martes, 23 de junio de 2020

268. EL ROMERO DE CASTIELLO DE JACA


268. EL ROMERO DE CASTIELLO (SIGLOS XIV-XV. CASTIELLO DE JACA)

268. EL ROMERO DE CASTIELLO (SIGLOS XIV-XV. CASTIELLO DE JACA)


En cierta ocasión, amparado por las facilidades que proporcionaba el camino de Santiago que, entrando por el Somport, se dirigía hacia Jaca, llegó a Castiello de Jaca un peregrino que venía de Francia. Aparte de su zurrón, donde sin duda llevaba las viandas imprescindibles para aliviar su caminata, cargaba al hombro un saco bastante voluminoso. Así atravesó el camino al llegar a Castiello, en cuya hospedería durmió aquella noche.

A la mañana siguiente, sin mediar casi palabra, se dispuso a marchar con el saco a la espalda, pero, a la salida del pueblo, el peregrino cayó muerto, como fulminado. Inmediatamente acudieron a auxiliarle y le llevaron, antes de enterrarlo, a la losa del cementerio.

Ante la sorpresa de todos, el peregrino volvió a la vida súbitamente y, de manera apresurada, emprendió de nuevo su andadura, pero otra vez cayó muerto al salir de Castiello. Quienes le recogieron se aseguraron de que realmente había fallecido. Pero el caso es que hasta cuatro veces se repitió tan extraordinario hecho: si se iba de Castiello, el peregrino moría; cuando lo devolvían al pueblo, resucitaba.

Naturalmente, intentaron ahondar en aquel misterio, máxime cuando observaron que cada vez que emprendía el viaje de nuevo, conforme se iba alejando, a cada paso que daba el romero se encorvaba más y más.

Fue entonces cuando el peregrino contó que le habían encomendado transportar el saco que cargaba a la espalda por el camino de Santiago, advirtiéndole que cuando el saco aumentara de peso no se resistiese. Así es que, a la vista de lo sucedido, aceptó la idea de que tenía que dejar el saco en Castiello, puesto que no era capaz de salir de allí. Lo que no sabía era qué contenía el misterioso saco, así es que decidieron abrirlo, apareciendo unas reliquias, que fueron depositadas en la iglesia, donde todavía se conservan. Aparte de varias pertenecientes a diversos santos, destacan una espina de la corona de Cristo y una astilla de la cruz en la que murió.
Cumplida su misión, el romero siguió viaje hacia Santiago, pues quería dar gracias al Apóstol por haberle salvado reiteradamente la vida.

[Fernández Acín, M. D., «Los restos de un apóstol descansan en Castiello de Jaca», en Jacetania, 93.]

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