342. LA PESTE DESPUEBLA NIABLAS (SIGLO ¿XV? OTO)
Al decir de las gentes, en tiempos de los moros, es decir, hace muchos siglos, malvivía una pequeña comunidad montañesa en una aldea llamada Niablas, afanados todos sus componentes en arrancar con gran trabajo su sustento diario entre el monte, los pequeños huertos casi robados al arroyuelo, la caza y algún que otro animal doméstico que se alimentara de la propia naturaleza, puesto que ellos apenas tenían para alimentarse a sí mismos.
A pesar de lo apartado y recóndito de este lugar, uno de los muchos brotes pestíferos que asolaron Aragón se llevó consigo a todos los habitantes que vivían en él, que no eran muchos, excepto a dos resistentes ancianas, que se vieron incapaces de poder rehacer sus vidas y vivirlas solas, así es que decidieron abandonarlo todo y marchar a buscar amparo allí donde quisieran proporcionárselo.
Vagaron durante mucho tiempo de pueblo en pueblo buscando ayuda y asilo. Pasaron por Ainielle y Otal; por Basarán, Escartín y Ayerbe; llegaron a Bergua, Sasa, Cillas y Cortillas, entre otros lugares, pero todo su cansancio y su hambre fueron en vano, puesto que nadie les daba cobijo por miedo a ser contagiados. En algunos casos, como ocurriera en Ainielle, ni siquiera les permitieron pasar de la primera borda cercana al pueblo, tras parlamentar en una de las eras.
Ante tan generalizada e insolidaria acogida, decidieron dejar las tierras del Sobrepuerto para tratar de buscar nuevos horizontes donde no pudieran ser reconocidas ni saber su origen, de modo que se encaminaron hacia el valle del río Ara hasta que, por fin, fueron acogidas en el pueblo de Oto.
Las mujeres mostraron su agradecimiento dejando sus tierras a las gentes que les habían acogido, lo cual explica que la pardina de Niablas, mínimo resto de lo que fuera un pueblo entero, haya pertenecido a Oto hasta la actualidad.
[Satué Oliván, Enrique, El Pirineo contado, págs. 86-87.]
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