miércoles, 4 de enero de 2023

Carta CX. Restauración de la iglesia de Lérida, su orden interior, y otras curiosidades pertenecientes a ella.

CARTA CX. 

Restauración de la iglesia de Lérida, su orden interior, y otras curiosidades pertenecientes a ella.

Mi querido hermano: Presupuestas las noticias civiles que di el correo pasado, vengamos ahora a decir de la restauración de esta iglesia, su orden interior, y otras curiosidades que caben y deben caber en mi plan. El primer cuidado del piadoso conquistador, y mucho más del Obispo Don Guillermo Pérez, fue el culto de Dios, a quien principalmente confesaban deber tan insigne conquista. Así el dia 30 de octubre, seis solamente después de entrada la ciudad, hallamos que se consagró su iglesia Catedral. Y no habiendo espacio suficiente para construcción de nuevo edificio, es regular que purificasen alguna de las mezquitas de los Moros, mientras el tiempo permitía tratar de nuevo edificio. En ese día está fecha la primera escritura de dotación de esta iglesia, hecha por el Conde Don Ramón, con acuerdo del Arzobispo de Tarragona Bernardo Tort, y de los Obispos Pedro de Redorta de Vique, Guillermo Torroja de Barcelona, Bernardo Sanz de Urgel y Bernardo de Zaragoza. Dio pues el Conde al Obispo y a la iglesia en el día de su consagración todos los diezmos y primicias de la ciudad y territorio de Lérida, con los diezmos de molinos, leudas y pasajes, y todas las mezquitas, con arreglo al breve de Urbano II. Va copia de esta escritura, confirmada después por Don Alfonso II, hijo de dicho Conde (a: Ap. núm. XII.)

Tras esto el sabio Obispo aplicó sus cuidados al establecimiento del clero. Por de contado se trasladaron acá como a su Sede propia los oficios o dignidades que todavía se conservaban en la de Roda, es a saber, los arcedianatos de Ribagorza, Terrantona , Benasque y Pallás y la precentoría, quedando allá los oficios esenciales de aquella canónica reglar, y algunas otras dignidades que le estaban anexas de iglesias extrañas. Con esto quedó ordenada por de pronto la canónica Ilerdense, y ya se halla una u otra admisión in canonicum de los años 1156, 58 y 64, sin que por eso nos conste, ni sea muy necesario averiguar, cuál fue el carácter de dicha canónica en los diez y nueve primeros años de su restauración, no siendo inverosímil que así los trasladados de Roda como el mismo Obispo continuasen en la profesión de la canónica agustiniana, que allá observaban, ya que la gravedad de las circunstancias les obligaba a no cumplir la estabilidad de lugar que habían ofrecido. Mas esto no bastaba para el orden de la nueva canónica. Era preciso fijar su constitución acomodada a la localidad y otras circunstancias: constitución peculiar y no mendigada de otra parte. Esto hizo el Obispo Don Guillermo Pérez en el año 1168, día 29 de abril, estableciendo, con el parecer de los canónigos de Lérida y Roda, y de los Abades de la diócesi, que en esta catedral sólo hubiese veinte y cinco canónigos en el primer decenio siguiente, quedando a la discreción de los sucesores aumentar dicho número, si las rentas de la iglesia lo permitiesen. Todo esto con la condición de que los nuevos canónigos nullo modo recipiantur nisi in habitu Beati Augustini, et hoc in Assumptione Beatae Mariae habita communi convenientia totius Capituli. Sigue dotando la mensa canonical, y confirmando lo que en otra constitución tenía ya establecido acerca de las porciones que debían administrarse a los veinte y cinco canónigos. Fija la dotación de la limosna y de varias iglesias, asignando la del Sacrista, Arcediano y Prepósito: todo lo cual dirá mejor la copia adjunta (a: Ap. núm. XIII.). Es de observar que en esta constitución se suponen ya instituidos y existentes los oficios de Prior, Sacrista, Arcediano mayor y Prepósitos propios de la iglesia de Lérida. Item en ella se hace mención de otra anterior, en que se había señalado la porción canonical. Por consiguiente se ha de creer que no es esta la primera ordinación de la iglesia de Lérida; y que aunque ahora se arregló el plan económico de sus rentas, hubo antes de esto otra constitución, sea de escrito o de palabra, que directa y solamente ordenase el género de vida, los oficios, señaladamente la creación de las preposituras, que en otras iglesias reglares de Cataluña no se instituyeron sino en tiempo de la decadencia de la vida reglar, y aquí las hallamos en su primer establecimiento. Mas esta escritura y ordenación anterior no parece, ni aun se sabe de ella. Nueve días después de esta constitución hizo otra más circunstanciada sobre el número, cantidad y calidad de las porciones de comida que debían dar los Prepósitos a los canónigos y clérigos en los días festivos y no festivos de todo el año. Es documento curioso. Va copiado con el antecedente (a: Ap. núm. XIV.). El número sobredicho de canónigos, con el priorato, precentoría y tesorería se confirmó, andando el tiempo, por el Obispo Don Berenguer de Eril y su Capítulo año 1232, añadiendo que los Arzobispos, Obispo, Abades, y aun los legos nobles, que por honor eran admitidos en canónigos, y percibían la porción canonical, no por eso tenían derecho ni voz en Capítulo ni en el gobierno de la iglesia. Va copia de esta escritura original (b: Ap. núm. XV.). 

Aun estas porciones reales, dadas para canonicatos honorarios, prohibió cinco años después el Obispo Don Pedro de Albalat en constitución del día 3 de diciembre de 1237. Poco después, en 1254, se suprimió el oficio de Prior y se erigió en su lugar la dignidad de Deán, la cual obtuvo el primero Arnaldo de Vernet. 

Todo esto, y la ninguna memoria que aquí hay de profesiones en el siglo XIII, dan a entender claramente que no se introdujo esta vida con el rigor con que se había establecido diez o doce años antes en Tarragona y Tortosa. Y así fue fácil que tomase antes de cumplirse un siglo el aspecto de secularización, como acabamos de ver en la supresión del priorato y erección del deanato, carácter indubitable de iglesia secular. Mayor y más clara prueba de lo mismo son los testamentos de algunos canónigos del siglo XIII, hechos a la hora de la muerte, disponiendo libremente de sus bienes y legando algunas cosas a sus criados y sirvientes (a: Ap. núm. XVI.). Item las compras y ventas hechas por algunos de ellos mismos en particular. Entre las cuales es curiosa la escritura que existe aquí original, hecha V. idus septembris, año 1267, en que el citado Arnaldo de Vernet, primer Deán de esta iglesia, compró a Miguel Dagrefuy manens in Alcanicio de fronteria, una Sarracena blanca, llamada Axa, por precio de setenta y dos sueldos jaqueses. Asegura el vendedor que dicha Sarracena non mingit in lecto, nec est tolta, rapta sive furata, nec est de pace vel treuga Domini Regis Aragon. vel Regis Castellae, nec de aliquo loco suspecto, nec est demoniacha seu gula cadens, nec stulta, aut christiana, immo est Sarracena et filia Sarraceni et Sarracenae. 

Consiguiente a todo esto es el modo con que el Capítulo en algunas deliberaciones de principios del siglo XIV habla de la vida regular de sus antepasados como de una cosa ya enteramente desusada. Así que no es extraño que no se halle bula de secularización de esta iglesia ni disolución jurídica de su regularidad. Instituyose esta porque el Obispo y Arcedianos vinieron de Roda, donde se observaba: mas no pasó su observancia más allá del siglo XII. Sin embargo, se mantuvo en esta iglesia como en otras muchas seculares la práctica de colaciones en el claustro antes de completas hasta todo el siglo XV y otros usos monacales; las cuales, como he dicho muchas veces, nada arguyen a favor de la regularidad. También conservaron ambas iglesias la hermandad, y los dos Capítulos se reputaron por uno solo en cuanto a la elección de Obispos, hasta que se introdujeron las reservas pontificias; como ya quedó establecido en las cartas anteriores.

El titular ha sido siempre la Asunción de María Santísima. Pintaba este Capítulo en su sello la imagen de nuestra Señora sentada con el niño en brazos. En el que se conserva en una escritura de concordia con Pelay Periz, Maestre de Santiago, IV non. maii 1262, se ve la imagen sobredicha, y en el reverso un lirio sostenido de una mano con este lema: Dirige Domine vias meas. La memoria más antigua de hábitos corales en esta iglesia es del año 1369, en que en Capítulo general hicieron la constitución quod nullus canonicus et beneficiatus audeat intrare in chorum, aut ibi manere cum capell de sol, nec cum serboyx, neque mantello seu tabardo albo, viridi seu alterius coloris inhonesti. Yo no puedo decir ahora qué clase de sombreros eran los capells de sol, ni mucho menos qué era serboyx. De lo primero hallo entre las Consuetudines Ilerdenses (Costums de Lleida), ordenadas por Guillermo Botet, una De capellis solis que dice: In capellis solis nulla fraus fiat vel aliquid misceatur: sin autem XX solidorum cotus est. Ducange interpreta esta palabra por lo que decimos quitasol, mas en las dos constituciones citadas es claro que significaba otra cosa muy distinta, y que más bien parece ser algún gorro o bonete tejido o hecho de lana como nuestros sombreros.

Guillermo de Ivartio, canónigo, en testamento de 1270 dice: Dimitto Pontio de Bioscha caputium plumbe pavonis meum solis. En 1484 el Capítulo dispuso que los canónigos no entren en el coro sin capas, ni los beneficiados sin almuzas. En otra constitución de 20 de diciembre de 1578 se ve que ya era costumbre de esta iglesia quod a festo omnium Sanctorum ad Pascha incederent canonici cum capis nigris fodratis de grisis; et a festo Paschae ad omnium SS. cum almutiis fodratis de cetino carmesino. En 1595 se estableció el uso de los armiños en invierno en lugar de las de gris, como verás en la copia adjunta (a: Ap. núm. XVII.). En 1598 a 4 de noviembre mandaron que se trajesen de Murviedro o de Valencia pannos sericos pro arminiis induendis, y que si no llegaban acá antes del día 16 del mismo mes, cada canónigo vistiese ad libitum, dummodo sit de tafetà. Juntamente se ordenó que para recibir a Felipe III saliesen los canónigos hasta la era subtus Gardeny, vestidos de bayeta. A 18 de marzo de 1690 deliberaron que en lo temps de estiu aporten manega justa de tela davall les manegues grans del sobrepelliz. El hábito actual es como el que dije de las iglesias de Vique y Urgel. De la biblioteca antigua de esta iglesia quedan pocos vestigios, si no son algunos Breviarios y Misales manuscritos del siglo XIV o fines del XIII, y otros impresos de que se hablará en su lugar y cuando digamos algo de ritos y reliquias. A 30 de diciembre de 1457 hallo que se mandó construir una pieza destinada para su colocación. Aun antes de eso hay memorias en 1415 de grandes gastos para estantería y pieza. Hay también memorias de varios libros recibidos y entregados en ese siglo y siguiente, cuya noticia no sirve a la bibliografía. Sólo diré de la entrega que hizo este Capítulo a 4 de enero de 1578 de un códice manuscrito de las Etimologías de San Isidoro Hispalense para enviar al Rey Felipe II; el cual, deseando que se publicasen correctas las obras del Santo doctor, pidió a esta catedral los códices que aquí se hallasen. Va copiada esta carta de 14 de julio de 1577 (a: Ap. núm. XVIII.). En otra de 20 de agosto decía al Capítulo Juan López de Velasco: Por orden de Su Magestad está á mi cargo la solicitud y cuidado de la correction de las obras de Sancto Isidoro. Entiendo que no era este el corrector y editor, sino el encargado de lo material del negocio, o como le llama el procurador de este Capítulo en Madrid en carta de 29 de agosto, el que tiene á su cargo los libros de Su Magestad. Debió volver el códice, mas no parece (devolver; aparece). 

El archivo está colocado con toda la grandiosidad y decencia que corresponde a su clase y al decoro de esta iglesia. Los anticuarios de nuestros días suelen hablar muy mal en este artículo, y conforme a lo que en ello les pasó, degradando para con los extranjeros el concepto y honor. Yo, que no les llevo ventaja en las circunstancias de los tiempos, los he hallado abiertos para todo cuanto he querido aprovecharme de sus tesoros. En este he merecido, no sólo la franqueza que yo podía apetecer, sino también que los señores comisionados Don Eduardo María Sáenz de la Guardia, Deán, Don Rafael Barnola y Don José Salas, canónigos archiveros, me hayan ayudado en mis investigaciones, poniéndose de parte del bien común que me anima, y anima a estos señores y a todos los cabildos de España. El archivo, como decía, está completo en todo lo que toca al estado moderno de esta iglesia, es decir, de mitad del siglo XII acá. Consérvanse además las deliberaciones capitulares desde fines del siglo XIV, gran depósito de noticias, aun civiles, que he aprovechado. Dejo de decir de los Tumbos, o libros verdes, y colecciones de Constituciones sinodales y provinciales, y otras curiosidades comunes a todas las iglesias. Con estos auxilios he podido apurar e ilustrar algunos puntos de la historia de esta iglesia, tal cual lo dio Dios; y además se han rectificado los Episcopologios de otras. Cosas, que el público disfrutará, sin que yo lo diga.

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